Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 09 / octubre-diciembre 2023/RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/101 pp.
La concentración del poder de la tecnología y el desarrollo de la Inteligencia Artificial
The concentration of the power of technology and the development of Artificial Intelligence
Dra.C. Maira E. Relova Chacón
Licenciada en Sociología e Investigadora Auxiliar, Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)
e-mail: mairarelova456@gmail.com
Número ORCID: 0009-0007-8448-3773
MsC. Ángel Rodríguez Soler
Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Licenciado en Historia. Investigador y Profesor del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)
e-mail: angelrodriguez@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8704-4625
MsC. Claudia Sánchez Savin
Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)
Email: claudiasanchez@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7541-3649
Resumen:
Una de las mayores disputas geopolíticas del siglo xxi entre las grandes potencias y entre el centro y la periferia lo constituye la competencia por el ciberespacio. El control de las tecnologías y los flujos de información, como factor de poder geoestratégicos son uno de los componentes que marcan la carrera por la hegemonía en la actualidad. Así, el desarrollo de la inteligencia artificial se ha vuelto uno de los principales y más recientes centros de atención como nuevo salto tecnológico logrado por la humanidad y la brecha digital ha devenido un nuevo regulador de la desigualdad global. El presente artículo pone en perspectiva el fenómeno de la inteligencia artificial y la evolución en el desarrollo de las comunicaciones como nuevo capital para la competencia y concentración del poder.
Palabras claves: Inteligencia artificial, comunicaciones, tecnología, geopolítica, poder.
Abstract:
One of the greatest geopolitical disputes of the 21st century between the great powers and between the centre and the periphery is the competition for cyberspace. The control of technologies and information flows as factors of geostrategic power is one of the components that mark the race for hegemony today. Thus, the development of artificial intelligence has become one of the main and most recent focuses of attention as a new technological leap achieved by humanity and the digital gap has become a new regulator of global inequality. This article puts into perspective the phenomenon of artificial intelligence and the evolution in the development of communications as a new capital for competition and concentration of power.
Keywords: Artificial intelligence, communications, technology, geopolitics, power.
Introducción
El objetivo del artículo es abordar la concentración tecnológica y el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) en su relación con el poder hegemónico de Estados Unidos que cuenta con un avance en los métodos de aprendizaje automático, de la concentración de diversos datos de sus servidores (Big Data), internet de las cosas, blockchain (cadena de bloque), computación en la nube y desarrollo de software que está asociado a una relación directa con la tecnología, su alcance al resto del mundo y cómo repercute en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Estos últimos no tienen acceso a los principales adelantos que en esa rama se están proyectando. De la misma forma, se describen algunos aspectos asociados a los adelantos de la Inteligencia Artificial en las nuevas tecnologías.
A pesar de que los procesos que matizan la geopolítica mundial están socavando la hegemonía de Estados Unidos, al referirnos a la tecnología, ese país tiene la preeminencia, pero con brechas importantes que están ocupando China y otros países. Según el debate académico actual el posicionamiento y dominio de la tecnología es directamente proporcional al desarrollo económico de los países con mayor o menor posesión de riquezas y por tanto dominar la tecnología deviene en hegemonía. En el panorama mundial actual existe una gran controversia entre EE.UU. y China de la que se expondrán antecedentes.
Resulta paradójico que EE.UU. en vez de utilizar todo ese poderío y sapiencia en lograr que la mayoría de los países del mundo puedan acceder a los adelantos tecnológicos, tenga como principal móvil en batallar por no perder su hegemonía, lo cual ratifica su esencia imperialista.
La famosa frase de Don Quijote ;“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”, si la traspolamos a la reacción del gobierno de Estados Unidos es un indicativo de su enorme preocupación por la creciente sofisticación tecnológica de los sistemas armamentísticos chinos que van desde sus misiles hiper-sónicos hasta la inteligencia artificial. China ha logrado avances significativos en ese ámbito mediante el uso de tecnologías propiedad de EE.UU. o están bajo su control, lo cual ha sido observado con disgusto por el Pentágono y la Casa Blanca debido al avance de China con herramientas que ellos mismos proporcionaron.
Además, la pertenencia de China al G77 también puede intranquilizar a Estados Unidos que ve los estrechos vínculos de cooperación que se están desarrollando con otros países del mundo y puede proporcionar avances tecnológicos a esos que no tienen el mismo acceso.
En todo este proceso hegemonía-tecnología se aprecia un componente clasista dado por muchos factores que van desde el acceso material a los medios tecnológicos para la comunicación como el acceso a la capacitación para poder acceder a los avances en esa área, así como aspectos relacionados con la educación y cultura.
Algunos de los aspectos que se debaten es la industria de los chips semiconductores que se caracteriza por su dispersión geográfica y su concentración financiera, que se explican por la elevada intensidad de capital de su producción. Esta intensidad de capital se acelera con el tiempo, ya que la dinámica de la industria se basa en la mejora continua del rendimiento, es decir, la capacidad de manejar algoritmos cada vez más complejos al tiempo que se reduce el consumo de energía. Los primeros circuitos integrados fiables desarrollados a principios de los años 60 contenían 130 transistores.
El procesador Intel de 1971 tenía 2.300 transistores. En los años noventa el número de transistores en un solo chip superó el millón. En 2010 un chip contenía 560 millones y en 2022 el IPhone de Apple tenía 114.000 millones. Abrir una fábrica de microchips requiere una inversión de unos 20.000 millones, más o menos la misma cantidad que construir un portaaviones.
Así, la modernidad tecnológica se caracteriza por una gran paradoja: la miniaturización infinitesimal requiere instalaciones cada vez más titánicas, y de tal envergadura que ni siquiera el Pentágono puede permitírselas, a pesar de su presupuesto anual de 700.000 millones de dólares. Un proceso así requiere un nivel de integración igualmente creciente para ensamblar cientos de miles de componentes diferentes, producidos por diversas tecnologías, cada una de ellas hiperespecializada. La red de producción de chips es muy dispar, con fábricas repartidas por Holanda, Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur, Japón y Malasia.
La carrera tecnológica, está mucho más privatizada que antes en la historia, de ahí que los países del G77 +China en su gran mayoría dependen de lo que manejan unos pocos. La presidencia de Cuba del G 77+China impulsará las aspiraciones recogidas en la Agenda 2030 en función de fomentar la solidaridad y la cooperación internacionales para la recuperación post-pandemia y se insistirá en la cooperación Norte-Sur en especial lo referente a la transferencia de tecnología, la creación de capacidad y la financiación y el fomento al multilateralismo.
Lo que se impone es definir las reglas del juego de la nueva economía global del siglo xxi en las que EE.UU. pretende mantener su control y liderazgo en semiconductores, robótica, computación en la nube, vehículos eléctricos y biotecnología y esto tendrá fuertes implicaciones estratégicas, geopolíticas y de seguridad.
Es un enorme desafío que todos los países del mundo logren vencer la desigualdad digital que puede conducir a impedir el avance de los países menos desarrollados. En ese sentido no existe un diálogo ni mecanismos institucionalizados para el intercambio de experiencias y conocimientos y es a lo que se aspira.
Desarrollo:
Claves para analizar las principales tendencias devenidas en el escenario comunicacional a las puertas de un Nuevo Orden Mundial
Antes de la aparición del nuevo coronavirus en la provincia china de Wuhan y desatarse la pandemia a inicios de 2020; en el 2019 se había dejado abierto el debate sobre una serie de cuestiones que, sin dudas, debían impactar en la agenda internacional de la nueva década en materia comunicacional: el desarrollo de la quinta generación (5G) de redes inalámbricas para móviles, liderada por las compañías chinas Huawei y ZTE; se abría la carrera por el siguiente gran estándar en computadoras o la Sexta Generación (6G), liderada por Japón a partir de la construcción de “redes neuronales”; el fenómeno de las noticias falsas unido al impacto de la postverdad se había extendido, las manifestaciones de regionalización digital; y a todo ello se sumaba el ascenso de fuerzas de extrema derecha con un discurso populista. Los impactos de la Covid-19 y el tan llevado y traído término “escenario post-covid”, aceleraron y modificaron de una manera u otra las tendencias que venían desarrollándose.
Los análisis referidos a los diversos mecanismos de construcción de consensos, que tienen su base en el control de la subjetividad a nivel nacional e internacional coinciden en el desarrollo de un concepto central asociado al ejercicio del poder, las clases y a partir de ello se cuestiona un sistema de relaciones sociales determinado que genera consenso a partir de relaciones de poder. Sin embargo, en el siglo XXI el concepto de “clase” se ha ido complejizando y variando esencialmente cada vez más con el impacto de las tecnologías en la vida cotidiana. La economía del conocimiento ha introducido nuevos matices y por lo tanto, este tema en la actualidad puede generar muchos debates.
Las desigualdades en la sociedad capitalista actual están asociadas con el acceso, uso y apropiación de las tecnologías digitales. El principal concepto que se ha construido para estudiar la desigualdad en el acceso a las TIC es el de “brecha digital”. La “brecha digital”, inicialmente, se define como aquella que existe entre los que tienen y los que no tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. Sin embargo, este concepto no ha permanecido inmutable, sino que se ha discutido, ampliado y complejizando a lo largo del tiempo, adquiriendo nuevas dimensiones (Van Dijk, 2006; 2013).
La principal desigualdad se ha centrado en lo material de acceso o la brecha digital material. Desde fines de la década de los 90 se han analizado las brechas de acceso físico a computadores e internet según distintas características demográficas. Variables sociodemográficas como el ingreso, la educación, ocupación, género, la edad y la etnicidad se han considerado.
En los primeros años del siglo XXI, las brechas de acceso comenzaron a disminuir en países desarrollados mientras que en países en desarrollo aún permanecían relevantes. Según Van Dijk (2006: 226) estas diferencias de acceso físico están relacionadas con una determinada distribución de recursos que, a su vez, se vinculan con categorías como la edad, el género y las posiciones sociales. Por tanto, la primer brecha digital es la cantidad de participación en distintos ámbitos sociales. Sin embargo, eso no significa el acceso y no implica necesariamente el uso. Siguiendo esa idea hay otra brecha digital dada por las habilidades necesarias para el uso de las tecnologías de la información y la comunicación y otro aspecto se refiere al uso de Internet y las TIC. Se suelen denominar estos tres niveles como acceso, uso y apropiación de TIC (Van Deursen y Van Dijk, 2019) .
De esa forma puntualizamos que la “brecha digital” “se relaciona íntimamente con problemas estructurales de la sociedad global como la pobreza, la exclusión, el desempleo, la precarización del trabajo, la inequidad en la distribución de la riqueza” entre otras problemáticas (Navarro et al, 2018: 50).
Esta reflexión resulta un punto de partida para entender la consecuente evolución y complejización de estos procesos, así como el resultado en que ha devenido lo que Daniel Bell denominó la sociedad post-industrial (1973), a partir de la revolución tecnológica , la transformación de la geopolítica global, entre otras causas asociado principalmente al lugar importante al hecho de que la fuerza de trabajo no se ocupa ya en la agricultura o en las fábricas sino en los servicios y su resignificación en este contexto. Esto incluye otras áreas como el comercio, las finanzas, el transporte, la sanidad, el recreo, etc. En este tipo de sociedad cuando se habla de servicios no se trata solo de los tradicionales, sino que se añaden un gran número de empresas destinadas a la comercialización del conocimiento y la tecnología, de tal manera que el proceso de transferencia tecnológica en gran medida ha sido articulado por esa vía.
Todo eso está muy relacionado con la creación de lo que se ha denominado contem-poráneamente economía del conocimiento, cuya denominación es aún insuficiente para caracterizar el mundo en que vivimos, y por tanto resulta más adecuado referirse a sociedad del conocimiento pues engloba reordenamientos sociales y políticos nece-sarios para que esta pueda existir, e incluye políticas educacionales, interfaces entre los centros de educación y estructuras productivas, aprehensión social del papel del conocimiento, composición por nivel de preparación profesional de la población, entre otros. (Domínguez, 2017).
Desde la perspectiva geopolítica, por tanto, podría decirse que el “conocimiento” y su organización y conexiones a nivel global puede percibirse como un potente atributo en ese orden. Uno de los principales desafíos en este, como en otros momentos de la historia, es el cambio tecnológico y su impacto sobre los modelos productivos. El capital digital está reemplazando a la propiedad intelectual en la cima de las cadenas de valor mundiales. Se atraviesa por una enorme transformación del mercado laboral, que sin dudas se profundizará en lo adelante. Este proceso impacta directamente en una rápida precarización de los trabajadores. Se refuerzan las plataformas de trabajo tipo UBER, con todas sus consecuencias. De ahí que, conceptos tradicionales que habían servido a lo durante los siglos XIX y XX para explicar diversos fenómenos a lo largo de la historia tienden a ser insuficientes en la actualidad y, por lo tanto, demandan nuevos espacios de reflexión que los reajuste a los tiempos que corren.
En este contexto, el poder que otorgan las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones TICs (en apariencia), se asume por el nuevo sujeto como condición inherente a la vida cotidiana, siendo en realidad muchas veces, un mecanismo de control y dominación. Por otro lado, el conocimiento es un campo mucho más amplio, pero igualmente muchas veces subsumido por esta misma dinámica.
La ciencia mucho más comprometida, tampoco escapa a esta lógica. Esa contradicción, se ha profundizado en tiempos de pandemia, como estos que han empezado a correr desde finales de 2019 ante la emergencia sanitaria de la Covid-19 y que representa en buena medida la nueva crisis de subjetividad en la actualidad. Sin embargo, el desarrollo de la sociedad del conocimiento en muchos países, y la colaboración permanente entre las comunidades científicas a través de las bondades de las TICs, a pesar de las diferencias políticas que ciertamente en muchos casos han llegado a puntos verdaderamente álgidos en este complejo contexto, muestran un camino certero que pone sobre el tablero a la Ciencia y sus potencialidades como espacio comunicacional más amplio a nivel de las Relaciones Internacionales.
La pandemia puso de manifiesto las contradicciones expresadas en las Relaciones Internacionales dadas por la politización de las alternativas de salida de la crisis, de la pandemia en general, la llamada guerra de las vacunas, expresiones de racismo, xenofobia y odio. Camacho S/R 2005: s/r) señala “las brechas digitales están dadas por la posibilidad o dificultades que tienen los grupos sociales de aprovechar colectivamente las tecnologías de la información y comunicación para transformar la realidad en la que se desenvuelven y mejorar las condiciones de vida de sus integrantes”.
La Inteligencia Artificial
Dentro del campo de la Inteligencia Artificial (IA) se prevé un desarrollo y crecimiento paulatino de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) , que si bien traerá ventajas sin precedentes para el entorno tecnológico y de las comunicaciones, pudiera derivar en un peligro para el futuro de las relaciones sociopolíticas en el planeta, teniendo en cuenta- en caso de una carencia legislativa preventiva- la posibilidad de no distinción entre realidad y ficción en el entorno comunicativo y el consumo de productos de este tipo.
Se requerirá de un trabajo consciente desde las legislaciones nacionales e internacionales y de la transparencia investigativa y de innovación de las empresas y firmas vinculadas a proyectos con este tipo de tecnología (IAG), para determinar marcos operativos que eviten la puesta en riesgo de la distinción entre realidad física y realidad virtual por los usuarios, previendo en un final la emergencia de crisis por cuestionamientos de la naturaleza de todo producto consumido que pueda afectar la credibilidad institucional, gubernamental y en un final, la dignidad y derechos humanos. Llevaría a evitar falsos manejos del contenido en Internet como: doxing, fake news, pishing, deepfakes y suplantación de identidad.
La IA seguirá revolucionando el mundo empresarial, en especial los campos relacio-nados con el marketing, la publicidad y el posicionamiento web al permitir –con mayor precisión- la personalización de experiencias de clientes, la dinamización de contenidos y por tanto, aumento en la eficacia de campañas publicitarias y propagandísticas. Todo ello tendría resonancia en el mundo laboral, pues a mayor automatización y robotización de procesos digitales y comerciales, menos necesidad de mano de obra humana, al tiempo que incidiría en campañas políticas y en un mejor posicionamiento web (SEO) de medios de prensa en correspondencia con su capacidad de financiamiento para ese tipo de tecnología, provocando un aumento en la competencia por el dominio del espectro informativo. La tendencia indica que a mayor poder económico de un medio, mayor modernización tecnológica y por tanto, posicionamiento discursivo y hegemonía dentro del ecosistema mediático.
El patrón de digitalización predominante se sustenta en un proyecto de cambio de modelo de sociedad impulsado por el capital empresarial y financiero global, como una oportunidad de salvar el capitalismo en crisis y de transitar hacia un mundo pos-capitalista regido por la inteligencia artificial en manos de una tecnocracia corporativa. En este sentido avanza el proyecto del Great Reset (Gran Reinicio) promovido por el Foro Económico Mundial. La “Internet de las cosas” entre otros importantes adelantos que están a nivel de mercado y también a nivel de laboratorios probados, intentando vender la idea de que los conceptos de soberanía y el papel rector o conductor del estado se desmoronan.
El big data se convertirá en una de las herramientas por parte de las empresas para lograr la digitalización de la economía. Al frente, está China, Corea del Sur y Alemania, con modelos productivos basados en móviles y reconfigurables factorías digitales (antes llamadas “Industria 4.0”). Para 2030, la UE ha marcado el objetivo de que el 75% de las empresas europeas hayan adoptado servicios de computación en nube, macrodatos e inteligencia artificial (IA).
A corto plazo, hacia 2025 se crearán fondos públicos para desarrollar soluciones con IA y tecnologías cuánticas para los grandes retos sociales y surgirán fondos de capital riesgo europeos con capacidad de invertir en deep tech a largo plazo.
La producción mundial se ha reconfigurado en el 2030, situando la IA y tecnologías cuánticas en el centro de las estrategias globales de manufacturing y marketing. Las tecnologías cuánticas abarcan áreas como computación, comunicación, sensores y criptografía, mientras que la IA generativa está mostrando avances en aprendizaje automático, asistentes personales, generación de contenidos y atención al cliente.
La IA avanzó hacia la esfera de inteligencia genérica, próxima a la humana, con capacidad de solución de problemas complejos y de gestionar cantidades de datos sin precedentes, con dosis elevadas de creatividad. Se crearán ecosistemas verticales de IA y tecnologías cuánticas para abordar soluciones personalizadas por sectores industriales: finanzas, industria, salud, farmacia, etc.
En este período el gran cambio es hacia la creación con inteligencia artificial generativa. Surgen miles de nuevas startups con planes de negocios basados en el aprovechamiento de las interfaces de programación de las aplicaciones. El costo de producir copias genéricas se reducirá a cero. Los sistemas de generación de video por inteligencia artificial podrían dominar TikTok y otras apps.
La infraestructura de la nube es el cerebro del nuevo mundo digital y permite oportunidades comerciales inclusivas, amplias y emocionantes a lo que un grupo importante de países en el mundo estarán prestando atención, espe-cialmente los más desarrollados.
Se multiplica la manipulación de las noticias, la desinformación y la disputa por imponer las narrativas se extiende no sólo a lo comunicacional, sino que abarca los temas económicos, políticos, sociales, ideológicos y particularmente simbólicos. Se eleva el control por parte de grandes multimillonarios de importantes redes sociales occidentales, mientras que otras regiones se concentran en sus propias redes autóctonas.
Además, la IA también ha innovado en áreas como la del transporte (con autos inteligentes o vehículos autónomos); o como la de la energía (con predicción de demanda, identificación de fallas, atención a clientes, o contadores inteligentes); o en ámbitos como el de la salud (con asistentes clínicos, analítica de salud, robótica médica, cuidado al adulto mayor, optimización de la gestión hospitalaria, descubrimiento de nuevos medicamentos); o la Educación (a través de robots-profesores, tutoriales inteligentes, o analítica del aprendizaje).
Hay una mayor influencia de las Redes Sociales Digitales en la política y en el papel que desempeñan en operaciones de Guerra Cognitiva a través del desarrollo de la Neurociencia Cognitiva y de la Neuropolítica. La implementación de la IA en la política presenta desafíos éticos, legales y sociales que generan nuevos paradigmas para las ciencias sociales, en particular para la ciencia política.
En relación con un caso de intervención de la IA en la política, podemos citar al Partido de la IA de Dinamarca que en el 2022 se lanzó a la arena política para competir a los cargos legislativos mediante una nueva forma de organización, el Partido Sintético, de Dinamarca que se promociona como “un partido político impulsado por una IA, que tiene como meta implementar "vida con artificiales" como el decimoctavo de los objetivos globales de la ONU”, cuyo representante y líder es un Chatbot, artificialmente inteligente, llamado “Leader Lars” (Guardia, 2023).
Este novedoso partido, que sostiene que “es posible construir una plataforma política que se base en la ciencia”, mediante políticas derivadas de la Inteligencia Artificial, busca ser la voz de los ciudadanos que no se sienten representados por los partidos tradicionales. Su creador, Asker Staunaes, asegura que la Inteligencia Artificial tiene como objetivo dar voz a los partidos minoritarios y elaborar un programa electoral que atraiga a personas que no se han sentido atraídas por las propuestas de los partidos actuales (Guardia, 2023).
El Partido Sintético tiene como meta, mediante una IA que no roba, ni conspira, ni recibe sobornos y es inmune a las presiones, conseguir un escaño en el Parlamento danés. Leader Lars busca crear conciencia sobre el papel de la IA en nuestra vida y su posible intervención en temas políticos cotidianos. Por otro lado, es capaz de ofrecer propuestas y argumentos sobre la base de la situación actual para convencer a los votantes, en tanto ya ha planteado una renta básica equivalente al doble del salario medio en Dinamarca, previo estudio de factibilidad para obtención de estos recursos (Guardia, 2023).
En conclusión, la Inteligencia Artificial (IA) tiene el potencial de hacer que los procesos políticos sean más eficientes, transparentes y abiertos. No obstante, la falta de empatía de los algoritmos puede afectar las decisiones políticas, y esto se suma a las inconsistencias legales y éticas, así como a la privacidad de los datos y la responsabilidad en caso de errores o decisiones perjudiciales. Como resultado, la intervención de la IA en la política es un camino difícil de transitar, aunque no imposible. Tomando las palabras de Yuval Harari, estamos frente a una disociación entre la inteligencia y la conciencia en el campo de la Inteligencia Artificial. Si bien los algoritmos pueden ser extremadamente inteligentes y eficientes en la toma de decisiones, carecen de la capacidad de sentir. Esta falta de conciencia en la IA presenta un desafío importante en términos de ética y responsabilidad en la toma de decisiones (Guardia, 2023).
Elementos de la controversia EE.UU.-China
Durante la administración de ex presidente Donald Trump comenzó la guerra comercial entre EE.UU. y China cuando se puso a Huawei en la lista de compañías con las que las empresas estadounidenses no pueden negociar a no ser que posean una licencia especial. Huawei considerado el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo, se le impediría por Google el acceso a algunas actualizaciones dentro del sistema operativo Android. Detrás de estas acciones subyace la acusación de EE.UU. a China de violar las sanciones a Irán y de piratear agencias gubernamentales occidentales.
El arresto de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou en Canadá el 1ro de diciembre y a pedido de Washington fue parte de esa crisis. EE.UU. solicitó la extradición de Meng por supuestamente violar las sanciones contra Irán a través de los negocios de Huawei. Detrás de todo eso estaban los informes sobre los esfuerzos de Australia, EE.UU., Canadá y Nueva Zelanda y las agencias de inteligencia del Reino Unido para impedir que Huawei les suministrara equipos para sus redes inalámbricas 5G, debido a preocupaciones de seguridad nacional.
El 7 de octubre de 2022 Estados Unidos le declara la guerra económica a China y el actual presidente de ese país Joe Biden desató una ofensiva tecnológica contra el país asiático, imponiendo límites más estrictos y controles más rigurosos a la exportación no sólo de microprocesadores, sino también de sus esquemas, las máquinas utilizadas para grabar los circuitos en silicio y las herramientas que estas máquinas producen.
La producción de microprocesadores es un proceso industrial internacional, con cuatro puntos nodales principales: 1) modelos de chips de inteligencia artificial, 2) aplicaciones informáticas de automatización de diseño electrónico, 3) equipos de fabricación de semiconductores, 4) componentes de equipos.
Hay simultaneidad en la explotación del dominio estadounidense en esas cuatro áreas que demuestran no sólo el intervencionismo para controlar estas tecnologías sino el desarrollo de una política asfixiante para China.
Es revelador lo que dijo el comentarista del Financial Times, Martin Wolf cuando expresó que los recientes anuncios sobre el control de la exportación de semiconductores y tecnologías relacionadas con China son más amenazadores que cualquier cosa que haya hecho Donald Trump”. El objetivo es claramente dirigido a frenar el desarrollo económico chino. Se trata de un acto de guerra económica y tendrá importantes consecuencias geopolíticas.
Posteriormente durante la administración del presidente Biden se endurecen las medidas contra China cuando se prohíben las inversiones estadounidenses en una decena de empresas de tecnología y defensa del país asiático con supuestos vínculos militares. Esa orden ejecutiva en vigor el 2 de agosto de 2021 afectará a 59 firmas chinas incluyendo a Huawei y a las tres compañías de telecomunicaciones lo que se añade a las medidas adoptadas por Trump y matizan la llamada “nueva guerra fría” entre China y EE.UU.
Este panorama tiende a agudizarse, pues el avance que está teniendo China, no sólo en la tecnología, sino en la economía mundial y su inserción en los países del planeta, seguirá siendo un alerta y desafío para EE.UU. que ve los peligros que eso entraña para su liderazgo y hegemonía en el mundo.
China desde 2006 ha desarrollado una agenda nacional para el desarrollo de la inteligencia artificial y se ha convertido en uno de los países más avanzado en investigación y desarrollo de IA. De la misma forma tiene programas conjuntos de desarrollo con otros países con menos acceso.
En ese sentido, ha aplicado políticas para el desarrollo de la IA, entre las cuales podemos mencionar “Internet + IA” y “Plan de desarrollo de IA de nueva generación” para estimular la ampliación de la industria. Los analistas estimaron que el desarrollo de IA de China contribuiría a una tasa de crecimiento anual de aproximadamente 0,8% a 1,4% a la economía de China.
Para lograr ese desarrollo se ha vinculado con empresas como Baidu, Tencent, Alibaba, SenseTime e iFlytek., en que cada empresa debe liderar el desarrollo de un sector de IA como reconocimiento facial, software / hardware e inteligencia de voz.
El rápido desarrollo de la IA de China ha tenido un impacto significativo en la sociedad china en muchas áreas, incluidas las esferas socioeconómica, militar y política. La agricultura, el transporte, los servicios de alojamiento y alimentación y la fabricación son las principales industrias que se verían más afectadas por un mayor despliegue de IA.
A medida que China continúa expandiendo su industria de IA, existen preocupaciones éticas y regulatorias desde el control de datos pasando por la privacidad del usuario. En 2021, China promulgo la Ley de seguridad de datos de la República Popular China, primera ley nacional que aborda los problemas éticos relacionados con la IA.
Sin lugar a dudas las investigaciones y logros que está alcanzando China en los campos ya descritos y su nivel de cooperación, sobre todo con países del Grupo de los 77 augura un futuro importante para los países que lo integran en todas las áreas de desarrollo y es un importante eslabón en la pérdida de hegemonía de E.U. que no deja de poner trabas a esta interrelación y al avance de China que ve como una gran amenaza.
Conclusiones.
La apropiación y acceso a los avances tecnólogicos están asociados a la hegemonía y el liderazgo en el mundo, donde EE.UU. juega un rol fundamental al verse amenazado por China que avanza a pasos agigantados en ese sentido.
La incidencia de las desigualdades de clase sobre las modalidades de accesibilidad inciden en las distintas habilidades informáticas de las personas y sobre las distintos tipos de usos que éstas realizan de las TIC.
En relación a las modalidades de acceso se aprecia cómo las diferencias dadas por la brecha digital influyen en el desarrollo tecnológico de los individuos de acuerdo a los patrones sociológicos de existencia.
Los niveles de cooperación de China y los vínculos ascendentes con el resto de los países del mundo es un paso importante para el avance y la articulación de esos países que por lo general carecen de esas posibilidades.
Bibliografía
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-BBC Neews Mudo. Guerra comercial entre EE.UU. y China: Cómo afecta a las industrias tecnológicas de ambos países?. Redacción 3-9-2019
-BBC News Mundo. EE.UU. contra China: la nueva orden de Biden contra empresas chinas que refuerza la dura posición de Washington contra Pekín. Redacción. 4-8-2021