Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 011 / abril-junio 2024/

RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/97 pp.

Venezuela: Apuntes sobre su recuperación económica

Notes on Venezuela’s economic recovery

Fecha de recepción: mayo 2024

Fecha de aceptación: mayo 2024

Alejandro Rosés Pérez

Estudiante del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI).

ORCID: 0009-0005-1506-2823

Resumen

Venezuela actualmente se encuentra en un lento pero prometedor proceso de recuperación económica, marcado por un cambio favorable en un conjunto de dinámicas de carácter interno y externo. El aumento de los precios del petróleo, una mayor captación de ingresos en la renta petrolera, la efectividad de las medidas macroeconómicas y cambios perceptibles en las políticas coercitivas del gobierno de Estados Unidos hacia Venezuela han sido determinantes para que el país sudamericano experimente una tendencia positiva en sus indicadores económicos. La profundidad de esta recuperación dependerá, en buena medida, de la prolongación de estos factores y de su incidencia en la economía venezolana.

Palabras clave: Venezuela. Economía. Petróleo. Estados Unidos. Política.

Abstract

Venezuela crosses a slowly but promising economic recovery process which is determined by an upturn of a group of internal and external dynamics. The rise in oil prices, bigger incomes in Venezuelan energy industry, the effectiveness of macroeconomic measures and perceptible changes in U.S. government’s coercive policies towards Venezuela have been decisive in order that this South American country experiences a positive trend in its economic indicators. The reach of this recovery will largely depend on the continuance of these factors and their incidence on the Venezuela economy.

Keywords: Venezuela. Economy. Oil. United States of America. Policy.

Introducción

Los últimos 10 años del proceso bolivariano han estado marcados por un escenario de alta complejidad económica. La confluencia de factores externos, como las dinámicas del mercado petrolero y las políticas del gobierno estadounidense; y de naturaleza interna, como los desajustes macroeconómicos del país, han sido determinantes dentro de un proceso de caída y recuperación de la economía venezolana.

Este escenario de evidente crisis económica tuvo un período de altos índices de recesión entre los años 2013 y 2020, con un desplome sin precedentes de la actividad económica del país. Sin embargo, a partir de 2021, una vez superados los efectos coyunturales generados por la crisis de covid-19, se aprecia una mejoría en determinados índices de la economía venezolana, lo cual está relacionado con variaciones en los factores anteriormente mencionados.

El presente artículo se propone evaluar la recuperación económica en Venezuela desde 2021 hasta inicios de 2024. Se analizan elementos determinantes en su recomposición, abordando indicadores que permitan ilustrar dicho proceso. Para ello se pretende, además, realizar un breve repaso de las cuestiones más importantes del período de recesión entre 2013 y 2020, como antecedentes para el análisis de la etapa actual.

Desarrollo

Crisis económica

De forma general, a partir de finales de 2012, se comenzó a apreciar un progresivo deterioro de las condiciones económicas —y, también, políticas y sociales— de la Revolución bolivariana. La economía venezolana comenzó a experimentar una acelerada reducción de sus ingresos, exportaciones y producto interno bruto. Este último indicador decayó aproximadamente un 75 % entre los años 2013 y 2020, lo cual da cuenta de la magnitud de la crisis económica en el país sudamericano (Rodríguez J. , 2022).

Entre los factores que marcaron la existencia y profundidad de esta crisis económica se encuentran la reducción de la capacidad rentista del Estado, la aplicación de medidas coercitivas por parte del gobierno de Estados Unidos, la utilización de mecanismos de sabotaje económico por parte de actores internos y el saldo negativo de determinadas políticas económicas.

Analistas señalan que durante el gobierno de Hugo Chávez se profundizó la dependencia hacia la industria petrolera como sostén económico de Venezuela, un problema estructural de carácter histórico para el país. Esta cuestión tuvo una especial incidencia en el momento en que el país comenzó a afrontar una drástica reducción de los ingresos generados por la industria petrolera, lo cual estuvo determinado principalmente por la caída de los precios del crudo y por la progresiva descapitalización de la propia industria petrolera.

La variación de los precios del petróleo constituyó uno de los más fuertes catalizadores de la crisis venezolana. El crudo en el mercado internacional pasó de cotizar mensualmente valores superiores a los 100 USD/barril, a decaer a cifras inferiores a los 50 dólares a partir de finales de 2014, manteniendo niveles bajos hasta el cierre de 2020 (Investing.com).

A esta depreciación del crudo, se suma el proceso de desinversión presentado en la industria petrolera venezolana, que está determinado por su progresiva pérdida de ingresos, los altos compromisos fiscales con el Estado venezolano y los efectos de las sanciones estadounidenses. Ello produjo un descenso paulatino de sus capacidades de extracción, con una producción diaria que se redujo de aproximadamente tres millones en 2013 a medio millón en 2020 (PDVSA, 2022).

La conjugación de la desvalorización del petróleo con las restricciones en su producción, sumado al impacto de las sanciones económicas estadounidenses, generó una caída sin precedentes de los ingresos por exportaciones para el país. La empresa Petróleos de Venezuela S. A. (PDVSA), que en 2013 había ingresado 134 000 millones de dólares por este rubro, generó solamente un aproximado de 4 200 millones en 2020. Ello trajo consigo que, en el año de inicio de la pandemia de covid-19, el Estado venezolano captara, según datos oficiales, 743 millones de dólares en este renglón, lo cual significó apenas un 1,8 % en comparación con 2013 (Memoria y Cuenta Anual, 2023).

Las más de 900 medidas coercitivas aplicadas por Estados Unidos contra Venezuela tuvieron también un fuerte impacto en el agravamiento de la situación económica del país. Las mismas produjeron limitaciones para la comercialización del crudo, restricciones a las operaciones financieras del Estado venezolano, entre otras implicaciones resultantes de la política de “cambio de régimen” aplicada por Washington contra Caracas.

Además, analistas como Pascualina Curcio advirtieron sobre la existencia de otros mecanismos de guerra no convencional, en el ámbito económico, por parte de actores internos con fines desestabilizadores. Entre ellas se incluiría la inducción de un aumento de los niveles inflacionarios a través de la manipulación del tipo de cambio del bolívar y del boicot en el suministro de bienes cotidianos (Curcio, 2019).

Existen, asimismo, importantes críticas hacia lo que algunos consideraron como “desaciertos” de la gestión gubernamental durante las administraciones de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Entre ellos se encontraría el excesivo gasto público —en su mayoría, invertido en los proyectos sociales—, el aumento de la deuda externa, las fijaciones del tipo de cambio, la centralización de la explotación petrolera y la ineficiencia del aparato empresarial.

La magnitud de la crisis generada por estos factores, sumando las consecuencias del impacto del covid-19, se vio reflejada en el alarmante contraste entre los indicadores económicos de 2020 con respecto a los de 2013. El producto interno bruto del año inicial de la pandemia (2020) representó menos de una cuarta parte del alcanzado en 2013. La inflación interanual —que ya se había recuperado con respecto a 2019—era del 2 959 %, según datos del Banco Central de Venezuela (BCV). El tipo de cambio de la moneda venezolana en el sector informal, al cierre de 2020, era cercano al millón de bolívares. En cuanto al flujo comercial, la comparación mostraba una reducción del 94 % en las exportaciones de mercancía, y del 86 % en las importaciones (Datosmacro).

Recuperación económica

Después de siete años consecutivos de constante descenso del producto interno bruto, y de deterioro generalizado de la economía, el 2021 sirvió para revertir esta tendencia. A pesar de que, en ese año, el volumen de la actividad económica no creció con respecto a 2020, se produjeron notables mejorías en la inflación, la producción de bienes, el comercio, y se marcó un punto de inicio para un proceso de relativa mejoría de la economía.

Este proceso de recuperación ha estado marcado por el aumento de la renta petrolera, las flexibilizaciones de la política de bloqueo estadounidense hacia Venezuela y el impacto positivo de la estrategia de estabilización macroeconómica del gobierno bolivariano.

Aumento de la renta petrolera

El crecimiento de los ingresos provenientes de la industria petrolera ha sido uno de los factores de mayor peso en la relativa recuperación de la economía venezolana, que ha estado determinado por el incremento de los precios internacionales del crudo venezolano y, en menor medida, por un crecimiento gradual de la producción y exportación de esta materia prima por Venezuela. Ello posibilitó una mayor recaudación fiscal del Estado venezolano en este rubro.

El precio del petróleo venezolano (mezcla Merey) percibió un alza desde mediados de 2020 hasta finales de 2022, generado por los efectos de la crisis poscovid-19 y del conflicto armado en Ucrania. Tras una caída histórica en abril de 2020, bajando a solamente siete dólares, el barril de crudo venezolano promedió alrededor de 51 dólares durante 2021, lo cual representó una subida del 83 % con respecto al año anterior. En 2022, con el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el promedio anual fue de 76 dólares —un alza del 50 % con respecto a 2021— (Investing.com).

El crecimiento de las producciones y exportaciones petroleras del país, si bien ha sido limitado y continúa lejos todavía de las ventas de los años previos a 2014, ha sido significante para el aumento de los ingresos del Estado venezolano. Según datos proporcionados por la OPEP, el promedio de la producción anual de crudo aumentó un 41 % entre 2021 y 2023, llegando hasta los 783 mil barriles diarios. Sus exportaciones, consecuentemente, rozaron los 700 mil barriles como promedio en este último año. Para 2024, continúa la tendencia al alza de ambos indicadores, con previsiones de superar la barrera del millón de barriles producidos diariamente (Reuters, 2024).

La renta petrolera, como motivo de estos factores, sobrepasó los 6 200 millones de dólares en 2023 para el Estado venezolano, lo cual representa una cifra muy superior a los 743 millones ingresados en 2020. Sin embargo, vale la pena señalar que dicha renta —la de 2023— equivale a apenas una octava parte de la obtenida en 2014 (Misión Verdad, 2023).

Exenciones de la política coercitiva de Estados Unidos contra Venezuela

Otro factor determinante en la tenue recuperación de la economía venezolana ha sido la flexibilización de las políticas de coerción económica de Estados Unidos contra Venezuela, que ha tenido una especial incidencia en el incremento de los ingresos de la industria petrolera del país sudamericano.

A partir de 2021, el gobierno de Joe Biden, como respuesta a determinados desafíos del contexto económico y político internacional, ha realizado determinadas concesiones y modificaciones al andamiaje de sanciones contra Venezuela. Ha emitido un grupo de licencias que favorecen la comercialización de crudo y gas venezolano, y autorizan la realización de determinadas transacciones económicas. Además, se ha posibilitado el regreso de las operaciones de algunas transnacionales occidentales, como Chevron, ENI y Repsol. Tales licencias han significado un incentivo para la recuperación de la industria petrolera venezolana, que ha reanudado sus exportaciones hacia Estados Unidos y Europa (Rodríguez, 2023).

Estos cambios en la política estadounidense hacia Venezuela, si bien no han implicado el retiro de las sanciones económicas, financieras y comerciales contra este país, sí han significado una especie de respiro para la economía venezolana.

Políticas de ajuste macroeconómico

Las estrategias y planes de ajuste macroeconómico implementados por el gobierno bolivariano desde 2018, han sido un factor determinante para la recuperación económica de Venezuela. Estas medidas han ido dirigidas a fomentar la circulación de capitales y los flujos de inversión, lograr un mejor equilibrio fiscal y tributario, evadir las sanciones estadounidenses y contrarrestar la inflación. Las medidas aplicadas se conjugaron con una política de apertura económica hacia el sector privado y la inversión extranjera, con el foco puesto en la reactivación de determinados sectores, como el comercio, la construcción y las manufacturas, que se habían detenido durante los años más severos de la crisis.

En 2018, el gobierno de Nicolás Maduro acogió el “Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad”. Este plan contenía medidas como la implementación de una nueva política cambiaria, el uso del Petro como moneda virtual anclada al sistema cambiario oficial, el aumento de los precios de electricidad, transporte y gasolina, la adopción de nuevas escalas salariales y la despenalización de la tenencia y circulación de moneda libremente convertible. El programa apostaba, además, por medidas de equilibrio fiscal, como la contracción de la emisión monetaria y una reducción del financiamiento monetario del déficit fiscal (Jiménez y Rosés, 2022).

En 2020, se firmó la “Ley Antibloqueo para el Desarrollo Nacional”, ley que tenía, como objetivo, habilitar a la dirección del país con las capacidades institucionales y jurídicas necesarias para tomar medidas extraordinarias en situaciones críticas y enfrentar las sanciones económicas, financieras y comerciales contra Venezuela. Esta legislación está encaminada, sobre todo, hacia la protección de los activos nacionales de la amenaza de confiscación y el diseño de mecanismos temporales para acelerar la gestión de sectores económicos (Misión Verdad, 2020).

Asimismo, se tomaron medidas para promover una mayor participación del capital privado nacional y extranjero en la economía venezolana. Entre ellas, se otorgaron beneficios especiales para los inversionistas, como reducciones arancelarias y tributarias; se favorecieron las importaciones privadas y se promovió la transferencia, y venta de activos estatales a empresarios nacionales y foráneos en sectores claves, como las industrias petrolera y minera.

En materia de política monetaria, las políticas del Banco Central de Venezuela han estado dirigidas a reducir la inflación y limitar el crecimiento de los agregados monetarios. Tras la despenalización de la tenencia y circulación de divisas, se crearon las llamadas Mesas de Cambio en 2019, buscando facilitar la compra y venta de divisas extranjeras para actores privados, y se realizó una reconversión monetaria en 2021, que suprimió seis ceros a la moneda. Estos elementos, junto a una política monetaria activa —con mayores intervenciones del gobierno en el mercado cambiario— han posibilitado que, para finales de 2023 e inicios de 2024, se aprecie una disminución de los índices inflacionarios y una menor tasa de devaluación anual con respecto a años anteriores (Rodríguez, 2023).

La economía venezolana en cifras hoy

Como resultado de los factores anteriormente mencionados, las proyecciones económicas de Venezuela resultan alentadoras. El país parece haber rebasado la etapa más crítica de la crisis económica, y ello se refleja en la relativa recuperación de determinados indicadores. Sin embargo, los niveles productivos y los ingresos del ciudadano promedio todavía continúan lejos de las cifras alcanzadas en los años previos a 2014. A ello se le suma un marcado aumento de la desigualdad y la polarización económica en el país, que genera nuevos desafíos para el proyecto bolivariano.

El 2022 significó el primer año de crecimiento de la economía venezolana desde 2013. Según la CEPAL, el aumento del Producto Interno Bruto del país sudamericano en dicho año fue de un 12 %, lo cual algunos atribuyen a un efecto de “rebote económico” (CEPAL, 2023).

Para 2023, según estimaciones del gobierno venezolano, el valor del Prodcto Interno Bruto (PIB) habría llegado a los 82 000 millones de dólares, un 5 % más que el año anterior. Este indicador, si bien muestra una desaceleración con respecto a 2022, coloca a Venezuela como el segundo país de mayor crecimiento en América Latina y el Caribe, solo superado por Guyana (EFE, 2024). No obstante, esta cifra representaría solamente una tercera parte del PIB de Venezuela en 2014, y se estima que la economía venezolana necesitaría al menos 20 años de crecimiento ininterrumpido para regresar a dichos niveles.

En el comercio exterior también se ha apreciado un incremento. Entre 2021 y 2023, el valor de las exportaciones de bienes de Venezuela aumentó en más del 50 %, lo cual se debe principalmente a una mayor renta petrolera. Mientras que las importaciones, en el mismo período, subieron un 75 % aproximadamente (Datosmacro, s.f.).

La inflación, que ha sido uno de los indicadores que mejor ha reflejado los desequilibrios de la economía venezolana, muestra un notable descenso en el último lustro. Tras un pico de 130 000 % en 2018, la economía venezolana superó su período hiperinflacionario en 2021, descendiendo hasta un 520 %. Al cierre de 2023, la inflación acumulada estimada por el Banco Central de Venezuela fue de 190 %, lo cual, pese al avance, la ubica como la segunda más alta del continente, solo superada por Argentina (FMI, 2024).

Una activa política monetaria y cambiaria permitió también que, en los últimos años, se apreciara una desaceleración de la devaluación del bolívar. En 2023, según datos del Gobierno, el precio del dólar norteamericano con respecto al bolívar en las Mesas de Cambio se incrementó en un 205 %, lo cual contrasta fuertemente con las cifras de 2019 (7 188 %) y 2020 (2 374 %). El dato de 2023 continúa siendo muy elevado para cualquier economía; sin embargo, para Venezuela representa la menor devaluación anual de su moneda desde 2015 (Vielma, 2024).

Esta tendencia se acrecentó entre finales de 2023 e inicios de 2024. Según datos del Banco Central de Venezuela, en los meses entre noviembre de 2023 y enero de 2024, la variación promedio mensual del precio del dólar con respecto al bolívar fue de 0,67 %, subiendo de 35,58 Bs a 36,08 Bs en un lapso de cuatro meses.

También, el Estado venezolano ha aumentado su recaudación tributaria, lo que le ha permitido tener un mayor presupuesto para las actividades financiadas por el gasto público, a la vez que ha restringido su emisión monetaria. En 2023, según datos gubernamentales, la recaudación tributaria fue de 5 750 millones de dólares, lo que supone un incremento del 26 % con respecto a 2022, y del 265 % con respecto a 2020.

Si bien, de acuerdo con estos datos, la situación económica de Venezuela muestra signos evidentes de su recuperación, el proyecto bolivariano tiene ante sí nuevos desafíos en cuanto a la distribución de las riquezas. La expansión del sector privado y las limitaciones de la renta petrolera —principal soporte de las políticas distributivas del Estado venezolano— han generado un aumento de la brecha salarial y de las desigualdades económicas en Venezuela.

A pesar de los consecutivos aumentos del salario nominal en los últimos tres años, el salario real promedio de los trabajadores del sector público —incluyendo a los pensionados— se ha contraído constantemente como consecuencia de la inflación y la inestabilidad del tipo de cambio. Este último se ha visto estancado en valores inferiores a los 50 dólares, lo cual ha intentado ser compensado por el gobierno bolivariano mediante constantes bonificaciones (Misión Verdad, 2023).

En cuanto al sector privado, según datos del Observatorio Venezolano de Finanzas, obreros de sectores como el comercio, los servicios y las manufacturas suelen tener salarios por encima de los 150 dólares, mientras que determinados profesionales pueden ganar el doble (Observatorio Venezolano de Finanzas, 2024). Como consecuencia de esta disparidad de ingresos, y según datos proporcionados por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el coeficiente de Gini de Venezuela en 2021 se ubicaría en 0,56, colocándolo entre los países más desiguales de la región y muy distante de los 0,40 del año 2014, lo cual demuestra que la crisis produjo una mayor polarización de las riquezas en el país.

Otro indicador que se erige como un fuerte desafío para el proyecto bolivariano es el pago de la deuda externa, que indudablemente aumentó durante los años más duros de la crisis económica. Según datos del Banco Central de Venezuela, la deuda externa total era de 148 000 millones en 2018 (BCV, 2018), y se estima que la misma haya crecido a cifras superiores a 160 000 millones de dólares, de las cuales una parte considerable se atribuye a las deudas de PDVSA. En este sentido, Venezuela ha afrontado dificultades para cumplir con los plazos de pago debido a la crisis económica y a las propias limitaciones que le suponen las sanciones estadounidenses, lo cual ha puesto en riesgo la sostenibilidad de determinados activos en el extranjero pertenecientes al Estado venezolano. Como ejemplo de ello resuena el caso de CITGO, empresa petrolera filial de PDVSA en territorio estadounidense, que actualmente se encuentra envuelta en un proceso jurídico con la posibilidad de ser embargada para compensar deudas del Estado venezolano con determinados acreedores.

Conclusiones

Un análisis de la situación económica de Venezuela en la última década permite apreciar que, de 2021 hasta la actualidad, ha habido una variación en los factores que anteriormente determinaron la caída de tres cuartas partes del PIB entre 2013 y 2020. Ello ha permitido que la economía venezolana revierta su tendencia decreciente, y proyecte una relativa recuperación.

Este escenario se ha visto posibilitado por una mayor captación de ingresos en la industria petrolera, la efectividad de la estrategia de estabilización macroeconómica implementada por el gobierno bolivariano y una ligera atenuación de la política sancionatoria de los Estados Unidos contra Venezuela. Como consecuencia, determinados datos e indicadores como la variación anual del PIB, la inflación, el equilibrio fiscal y las exportaciones e importaciones muestran cifras de una prometedora mejoría.

Sin embargo, es necesario señalar que los factores antes mencionados presentan importantes limitaciones que mantienen cierta incertidumbre sobre la profundidad y efectividad de la recuperación económica de Venezuela. Esto se aprecia sobre todo en su principal renglón, las exportaciones petroleras, las cuales, a pesar de su tendencia creciente, distan mucho de los niveles que el país sostenía hace una década, ralentizando la esperada recuperación. Además, la insuficiencia de los ingresos petroleros ha limitado las capacidades del Estado venezolano para distribuir las riquezas, lo cual se vuelve una necesidad para el proceso bolivariano en un contexto de mayor polarización económica en la sociedad venezolana.

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