Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 012 / julio-septiembre 2024/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/140 pp.
Juan Marinello Vidaurreta, el diplomático
Juan Marinello Vidaurreta, the diplomat
Fecha de aceptación: junio 2024
Dr. C. Mario Antonio Padilla Torres
Doctor en Ciencias Filosóficas. Máster en Ciencias Históricas. Licenciado en Ciencias Políticas. Profesor e Investigador Titular. Secretario Académico del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).
Email: padilla@cipi.cu; marioapt1959@gmail.com
ORCID:0000-0002-5244-7846
Valoración en síntesis de Marinello
Juan Marinello Vidaurreta, nació en el poblado de Jicotea,1 el 2 de noviembre de 1898, en una familia pudiente; llegó a ser un sistemático y activo defensor de los humildes y un intelectual de talla mayor, que abrazó el pensamiento martiano y las ideas más radicales del marxismo y el leninismo.
La destacada intelectual cubana, Mirta Aguirre, haciendo un recuento de su grandeza expresó:
Cuando el 27 de marzo de 1977 murió Juan Marinello, la pérdida fue no solo de Cuba, no solo de América latina, sino del humanismo universal de mejor cepa. Porque el hombre que bajaba a la tumba había sido para Cuba, ciertamente un hijo incomparable, de esos que jamás fallan a la madre en las horas duras, y había sido de igual manera, hijo fiel de todos los pueblos, campeón de todas sus causas justas, voz sin soborno, siempre presta a la denuncia de las amarguras que sufría.2
La verticalidad en el proceso de maduración del pensamiento político de Marinello estuvo siempre ligada a la asimilación del legado martiano y a la incorporación paulatina del Marxismo y el Leninismo, a su propia praxis en cada contexto histórico.
Marinello incursionó en la poesía y el ensayo; fue un líder político junto a Mella y Villena, se destacó por su prolífera obra sobre Martí. Hombre de vasta cultura, logró articular el marxismo y el leninismo con el pensamiento más radical de José Martí; su actitud revolucionaria como presidente del Partido Socialista Popular (PSP), senador y vicepresidente del senado en la República mediatizada, lo convirtió en un referente del pensamiento político en la primera mitad del siglo pasado, y un fiel continuador de las ideas fidelistas, una vez logrado el triunfo revolucionario en 1959; fue una destacada figura en la elaboración de la Constitución del cuarenta del siglo pasado, en defensa de las clases oprimidas y de la creada en 1976, formando parte del primer Consejo de Estado de la Revolución en el poder.
Armando Hart Dávalos, que lo conoció e interactuó con él, escribió:
Como integrante de la dirección del Partido Comunista por largos años, tuvo el mérito, junto a otros dirigentes de esa organización, de relacionar las tradiciones patrióticas y revolucionarias cubanas, exaltando siempre a Martí, Maceo y Gómez y los próceres de la independencia con las ideas sociales del Marxismo y el Leninismo[…]. En ese sentido los comunistas cubanos de entonces, fieles a la prédica de Mella y Villena mostraron una cultura de hacer política que transcendió hasta el triunfo revolucionario de 1959 en que se abrieron los nuevos caminos por Cuba. Marinello como intelectual orgánico y dirigente político, estuvo entre ellos de forma destacada.3
El político diplomático y el diplomático político
En su legado también se destacó como un hombre de educación, investigación y diplomático de carrera. En el año 1937, ya era un “embajador” de la cultura latinoamericana, al participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en pleno apogeo de la guerra civil española, en tres ciudades de la España republicana: Madrid, Valencia y Barcelona, así como en la capital francesa, París, con el apoyo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
Durante el congreso se abordaron temas relacionados con la cultura, la libertad de expresión, y la solidaridad entre los escritores e intelectuales latinoamericanos y europeos; este congreso fue crucial para la cultura literaria de Europa, fue una de las voces destacadas en la lucha contra el fascismo, y la diplomacia pública y política en esta época.
En 1949, durante el I Congreso Internacional del Consejo Mundial de la Paz, en París, fue elegido miembro permanente de ese organismo, representando a Cuba durante largos años; defendió con honor y dignidad a los pueblos subdesarrollados, la paz y la prosperidad de los desposeídos. En varias ocasiones se le escuchó decir que “[…]la lucha por la paz es la primera tarea y primordial reivindicación de los pueblos del mundo, pero para nuestras patrias latinoamericanas significa, además, la vía irrenunciable para lograr nuestra liberación política y económica”.
Representó al Movimiento por la Paz en importantes eventos internacionales, como los efectuados en Varsovia, Ciudad de México, Budapest, Helsinki y Berlín. Presidió la delegación cubana a la Conferencia de los Pueblos, efectuada en La Habana. Marinello comprendió que la unidad es el elemento mediador que centra al hombre como máxima preocupación. Además, fue miembro permanente del jurado internacional de los Premios Lenin por la Paz, y presidente del Coloquio Internacional José Martí, en la Universidad de Burdeos.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, trabajó como embajador y delegado permanente de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), en la cual fue vicepresidente de su Consejo Ejecutivo, y participó en sus conferencias generales de 1964, 1966, 1968 y 1970; en 1974 resultó promovido a miembro del Consejo Ejecutivo de ese organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Tomó parte en el Coloquio Mundial sobre Lenin, convocado por esa organización internacional en Tampere, Finlandia.
En su rol como delegado, Marinello trabajó con tenacidad para promover la cooperación cultural y científica entre los países miembros de la UNESCO, contribuyó a la defensa de la diversidad cultural, y al fomento de la paz mundial mediante el diálogo y la colaboración.
Su legado en la UNESCO sigue siendo notable, y su nombre está asociado con la búsqueda de un mundo más justo, solidario y culto. Por medio de su labor, Marinello contribuyó al enriquecimiento del patrimonio cultural y al entendimiento mutuo entre naciones y pueblos. Fue un promotor cultural por excelencia, su trabajo incansable como diplomático político y cultural, lo ayudó a difundir la rica cultura cubana en el ámbito internacional. Participó en eventos culturales, exposiciones y conferencias que destacaban la música, la danza, la literatura y las artes visuales de Cuba.
Desde su posición como diplomático apoyó la Investigación Científica, promovió su colaboración entre los países miembros. Apoyó proyectos de investigación en áreas como la Arqueología, la Historia, la Antropología y la conservación del patrimonio cultural.
Su permanente discurso estuvo ligado a la reflexión sobre la relevancia de preservar la memoria histórica y cultural, sin descuidar la construcción del futuro. Subrayó que el pasado, con sus logros, reveses y desafíos, nos proporciona lecciones valiosas para avanzar hacia un mundo más justo y equitativo.
Marinello enfatizó que la preservación del patrimonio, tanto material como inmaterial, es fundamental para la comprensión de nuestra identidad nacional, el vínculo con lo internacional y la evolución como sociedad, nacional e internacional. Al mismo tiempo, instó a mirar hacia adelante, a innovar y construir un futuro basado en la justicia, la paz y la solidaridad entre las naciones, y amistad con los pueblos.
Desde los años treinta del siglo pasado, Juan Marinello desarrolló la diplomacia cultural con artistas, escritores e intelectuales de diferentes lugares del mundo, fundamentalmente en Europa, pero a finales de los años cuarenta tuvo un acercamiento mayor a América Latina, visitando varios países. Venezuela fue al que más le prestó atención. Como Martí, el intelectual cubano vio ese país como la cuna de la revolución latinoamericana
Los viajes de Marinello a Venezuela fueron inquietud y pasión personal, pensaba en las palabras que Martí dedicó a los libertadores; recordaba que las primeras rebeldías nacionales estuvieron alumbradas por los “Rayos y Soles de Bolívar”, la herencia venezolana de Antonio Maceo, la relación poética y de corazón con Venezuela de nuestro mejor poeta político, José María Heredia; en cómo habían muerto el venezolano Carlos Aponte y nuestro Antonio Guiteras, y siempre desde el recuerdo, aparecía esta región de América Latina como augusta maternal, guiadora y señera.
Para Marinello, Venezuela fue tierra de grandes ejemplos y capacidad creadora, de grandes guerreros y escritores, que supieron presentar esta gran tierra con su vasta geografía, y las realidades de su tiempo.
La sensibilidad de Juan por Simón Bolívar era inmensa, decía de él que poseía sin duda “[…]las más altas capacidades políticas y militares de su tiempo y, sobre ellas, una como revelación de su destino. Martí, que tantas vibraciones bolivarianas tenía, hace del héroe americano una pintura viva y penetrante que va desde las llamas del temperamento hasta las adivinaciones del estadista. Y siempre le otorga el significado paternal en que quiere señalar su capacidad fecundante y fundadora”.4
Para Marinello, haber llegado a Venezuela en varias ocasiones, representaba la realización de un gran ideal, no solamente por las relaciones con muchos venezolanos, sino porque esa tierra y la cubana estaban unidas por nexos profundos de identidad, historia, patriotismo y una acción junta futura.
La vinculación de Marinello con Venezuela no solamente fue por su actividad político-diplomática, sino por medio de su obra intelectual y académica, y en su esclarecida concepción de los fundamentos más sagrados del ser humano: la amistad, el amor y la solidaridad.
El reconocimiento de pueblos y naciones
Recibió importantes condecoraciones y recono-cimientos de instituciones culturales, académicas y docentes, entre ellas: Doctor Honoris Causa en Ciencias Filológicas por la Universidad Carolina, de Praga, en 1963; la medalla Federico Joliot Curie de Oro y Plata, por diez y veinte años de militancia en el Consejo Mundial de la Paz, en los años 1959 y 1966, respectivamente; la Orden Caballero del Águila Azteca, de México, la Medalla Lenin, en reconocimiento a su labor como jurado internacional de los premios Lenin, por el fortalecimiento de la paz (1970), así como la Orden Revolución de Octubre (1973), entre otros.
Al despedir el duelo del gran intelectual cubano, el compañero Raúl Castro Ruz, entonces vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, enfatizó.
Con la muerte de Juan Marinello el Partido pierde a uno de los más tenaces y pacientes forjadores de su unidad, a un esclarecido interprete de su ideología, a un infatigable y certero cumplidor de su política en todos los terrenos, nuestro Estado Socialista se ve privado de relieve mundial, que de modo ejemplar sabia armonizar la reflexión científica con la pasión revolucionaria en la defensa del socialismo y de la paz, la cultura cubana, latinoamericana y universal[…]. Ha sido un hombre de su tiempo, porque ejerció su alta estatura intelectual y su fina sensibilidad artística, como Rubén Martínez Villena, sinceramente ajeno a vanidades y reclamos; porque se mantuvo siempre fiel a su propia obra, y como en ella, no pugnaron nunca en su conducta el mérito con la modestia, los honores con la humildad.5
Marinello jerarquizó los valores éticos, estéticos y políticos en su práctica revolucionaria diplomática, porque sabía que eran catalizadores de la creación e interpretación de nuestro mundo y sus relaciones internacionales; sus ideales sociopolíticos los convertía en verdaderas convicciones y normas de conductas, representando con dignidad a nuestra Patria en su tarea como político y diplomático.
1 Poblado ubicado en la antigua provincia Las Villas, actualmente Villa Clara.
2 Mirta Aguirre: “Prologo”, Juan Marinello, Escritos sociales.
3 Entrevista realizada por el autor al Dr. Armando Hart Dávalos, el 28 de junio de 2010.
4 Marinello J.: Fundamentos, La Habana, No. 69, julio de 1947, pp.99-102
5 Castro Raúl: ”Palabras pronunciadas en el sepelio de Juan Marinello, el 28 de marzo de 1977”, Recopilación de textos de Juan Marinello, p. 95, Casa de las Américas, La Habana, 1979.