Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 012 / julio-septiembre 2024/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/140 pp.
José Martí y lo venezolano. Civilización “dignificadora y pacífica”
José Martí and the Venezuelan. “Dignifying and peaceful” Civilization
Fecha de aceptación: junio 2024
Ms. C. José Oriol Marrero Martínez
Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Licenciado en Historia por el Instituto Superior de Humanidades de Moscú.
Email: oriol@cipi.cu
ORCID: 0009-0004-2702-3082
Este trabajo estudia las interrelaciones entre José Martí y lo venezolano, con énfasis en su elemento identitario: lo bolivariano. Parte de la perspectiva civilizatoria martiana. Se basa en el método histórico-lógico. Estructura del trabajo: Introducción. Desarrollo: Primera parte. Encuentros: José Martí, encuentro con lo venezolano (antes, y desde 1881); Hugo Chávez, encuentro con Martí. Segunda parte: Exégesis. Venezuela, exégesis de la etapa caraqueña martiana. Cuba, exégesis de la etapa caraqueña martiana. Tercera parte: Martí y la cuestión civilizatoria. “Inmenso y grave beso de los mundos”; Martí, constructor de un nexo cultural-civilizatorio greco-venezolano; Bibliometría del nexo civilizatorio greco-venezolano en Martí. “Venezuela Heroica”. Conclusiones y Bibliografía.
Palabras claves: venezolano. Bolívar. Venezuela. Martí. Civilización.
Abstract
This paper studies the interrelations between José Martí and Venezuelanness, with emphasis on its identity element: Bolivarianism. It is based on Martí's civilising perspective. It is based on the historical-logical method. Structure of the work: Introduction. Development: First part. Encounters: José Martí, encounter with the Venezuelan (before and since 1881). Hugo Chávez, encounter with Martí. Second part: Exegesis. Venezuela, exegesis of Martí's Caracas period. Cuba, exegesis of Marti's Caracas period. Part Three: Martí and the question of civilisation. The Immense and Serious Kiss of the Worlds". Martí, builder of a Greek-Venezuelan cultural-civilisational nexus. Bibliometry of the Greek-Venezuelan civilising nexus in Martí. Heroic Venezuela". Conclusions. Bibliography.
Keywords: Venezuelan. Bolívar. Venezuela. Martí. Civilization.
Introducción
Durante la segunda mitad del siglo xix, tuvo lugar en José Martí (1853-1895) un proceso de aprehensión del ideario y la obra del Libertador Simón Bolívar (1783-1830).1 Igualmente, en la segunda mitad del siglo xx y primeros tres lustros del siglo xxi tendría lugar en el líder bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías (1954-2013)2 un proceso de aprehensión del ideario y obra de José Martí. Este hiato en la continuidad secular continental de América encontró sustento en un hecho, y es que, como apuntó Jacinto Pérez Arcay,3 “quien lleva adelante el proyecto político de Simón Bolívar es Hugo Chávez Frías”.4
Por anticipado que resulte, ha de asumirse la existencia de un pensamiento estructurado en José Martí sobre lo venezolano. Su contenido está en la rica obra escrita por el Maestro acerca de Bolívar, los próceres y sus luchas por la independencia americana; su historia, cultura, personalidades, geografía, localidades, costumbres, tradiciones, comercio, economía, clima, naturaleza, y otras variables. Y ese pensamiento, como se verá, tiene una profunda subyacencia civilizatoria. Tales objetos cobrarían vida en la retina de Martí, sobre todo a partir de su estancia en Caracas, pero deberá subrayarse que Martí y lo venezolano tienen un antes, un durante y un después de haber “respirado sus pulmones el aire de América”, desde Venezuela, a sus 27 años. En Caracas cumpliría sus 28 años. Ya por entonces, había vivido más de la mitad de su breve e intensa existencia.
Deberá significarse que —al menos hasta hoy—, este trabajo no ha encontrado referencia escrita sobre Bolívar en la obra martiana correspondiente a la etapa 1869-1874, si bien parecería un axioma que su conocimiento acerca del Libertador debió tener lugar en los años de su niñez y adolescencia, bajo el potencial influjo del maestro y patriota Rafael María de Mendive (1821-1886), y de los sucesos luminosos de 1868.
No obstante, deberá recordarse que al menos en el poema dramático Abdala (1869), exclamó: “Y que luche Nubia —Cuba— cual luchaba Esparta”. Es decir, aparece como referente un motivo griego (el primero de ellos; específicamente, un motivo espartano). Sin embargo, primero que intentar cincelar conclusiones sobre la piedra, se ha de estudiar una y otra vez cada alusión martiana acerca de lo venezolano, específicamente las que tuvieron lugar en la etapa 1869-1874, pues la profusa etapa venezolana y postvenezolana de Martí aparece más estudiada, aunque existen poderosos motivos para pensar que dicha exégesis no esté del todo agotada. Y Martí, por definición, nos asombra cada día. Precisamente, del estudio cuidadoso de sus numerosas referencias y obras, nace este texto, imperfecto primer apunte sobre Martí y lo venezolano. Si se hablara de otras latitudes y civilizaciones aparecería Martí y lo griego,5 lo norteamericano, anglosajón, sudamericano, egipcio, indio, persa, otomano, romano, ruso, chino, africano, y nunca desde la copia o el deslumbramiento mentalmente colonizante. Martí estudiaba, también, las civilizaciones.
Setenta y tres años después de su caída en combate, el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro escribiría, El Proceso Civilizatorio. Etapas de la Evolución Sociocultural (1968), cuyo mérito sería avalado por la “aplastante crítica” a su obra en los nichos del pensamiento colonizador. Sin embargo, luego el libro sería editado quince veces. Según Ribeiro:
El hoy de los pueblos adelantados no es nuestro mañana: nosotros y ellos representamos posiciones opuestas pero contemporáneas […] la primera actualización que experimentamos tuvo lugar con los indios y los negros, quienes alcanzados por la expansión europea, no evolucionaron del tribalismo a la ci-
vilización, sino que tan solo fueron arrastrados a la condición de fuerza de trabajo de las colonias esclavistas mercantiles que las naciones ibéricas fundaron en el Nuevo Mundo durante la revolución mercantil […]. La segunda ocurrió con el tránsito que sufrimos de la condición colonial a la neocolonial en medio de la revolución industrial, y que nos confirmó en la condición de pueblos de segunda clase, mientras Estados Unidos […] se integraba de manera autónoma en la nueva civilización […]. La tercera […] la están promoviendo nuestras clases dominantes, de forma muy eficiente, en asociación con las corporaciones transnacionales […] la modernización solo tiende a atarnos a la civilización posindustrial, una vez más en la condición de dependientes que continuarán contribuyendo tanto a la prosperidad ajena que no podrán cuidar de la propia.6
Las páginas que aparecerán en este trabajo podrían sugerir la certeza que, el antropólogo Ribeiro había leído la obra martiana sobre las civilizaciones, aunque este hecho no ocurrió.
Aquí se asumirá el recurso martiano de asociar (no desasociar) el tratamiento con lo venezolano y bolivariano del pensamiento multicivilizatorio, méto-do intrínseco de su metodología interpretativa sobre los fenómenos históricos. Su idea de que Patria es Humanidad refleja una manera avanzada de ver el mundo, no solo una aspiración política y patriótica; es un sentir civilizatorio incluyente, una columna en el templo de su estructurado pensamiento sobre las civilizaciones. Si un aspecto primero modela lo que se ha conceptualizado como, modernismo en Martí, ese aspecto príncipe podría ser su visión civilizatoria, aunque ello se aborde menos. Sin embargo, cuando la nube de polvo que levanta “la caída al suelo de nuestro terrible manto de cadenas”7 se aplaque, los pueblos y civilizaciones comprenderán mejor el proceso descolonizador y liberador por el que ha transitado y transita nuestra América en los últimos tres siglos. Y se entenderá mejor por qué a Bolívar y Martí les queda mucho por hacer en América, “en el lado más azul del Atlántico”. Y no solo.
Desarrollo
Primera parte. Encuentros
1.1 José Martí, encuentro con lo venezolano (antes de 1881)
El Presidio político en Cuba (1871) contiene —tal vez— las dos primeras referencias escritas de Martí a Venezuela. Tenía entonces 18 años de edad. Aparecerían una década antes de visitar Caracas, y fueron escritas sobre el mar, son pensamientos marcados sobre olas profundas. Refiriéndose al colonialismo español, durante la travesía por el Atlántico a bordo del vapor Guipúzcoa, anotó que México, Perú, Chile, Venezuela, Bolivia, Nueva Granada, las Antillas, “todas vinieron vestidas de gala, y besaron vuestros pies, y alfombraron de oro el ancho surco que en el Atlántico dejaban vuestras naves[…]. España recordaba a Roma. César había vuelto al mundo[…]”, pero, “los siglos pasaron[…]. Y la tormenta estalló al fin[…] Venezuela, Bolivia, Nueva Granada, México, Perú, Chile, mordieron vuestra mano, que sujetaba crispada las riendas de su libertad, y abrieron en ella hondas heridas; un golpe tras otro resonó lúgubremente en el tajo, y la cabeza de la dominación española rodó por el continente americano[…]”.8
Siempre subrayando que el estudio de la obra martiana difícilmente esté agotado, aparece que tal vez su primera referencia escrita a Bolívar se corresponde con la etapa mexicana (1875-1876), y ocurrió no por azar el 11 de mayo de 1875. Entonces se refirió a la figura del Libertador en el siguiente contexto y términos: “—No son hombres distintos en América, Washington, Bolívar e Hidalgo. —Es la fuerza de honra herida abierta por impulso igual en tres potentes formas[…]”.9 Por supuesto, la referencia de Martí está insertada en un texto mayor sobre los avatares independentistas continentales.
Durante su estancia en Guatemala (1877-1878) hará otras dos menciones a Bolívar. La primera, el 27 de noviembre de 1877, contenida en una carta que envió a Valero Pujol, director del diario guatemalteco, El Progreso. Se trata de un documento temprano y de obligada lectura, cuya síntesis equivale a profanarlo. Pieza epistolar (una de sus armas) y prueba irrefutable de la solidez que ya tenía el pensamiento nuestroamericano de Martí: “nuestra América fabulosa”, dice en la carta. Solo se apuntará con fines de análisis que el joven Martí respondía así a un llamado del citado Valero, quien le sugirió moderar su ‘fogosidad’. Tal oportunidad no sería desaprovechada por el genio crepuscular nuestroamericano de Martí:
Canté a la Guatemala laboriosa[…] canté una estrofa del canto americano, que es preciso que se entone como gran canto patriótico, desde el brillante México hasta el activo Chile. Esa estrofa pugna por ser himno[…], y prosigue: “Amo la polémica viva[…] Amo la tribuna, la amo ardientemente[…]como una especie de apostolado, tenaz, humilde y amoroso[…]. ¿Qué he hecho yo en la tribuna?, ¿Qué he de hacer con las palabras, si se me salan del alma[...]? Les hablo de lo que hablo siempre: de este gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra América fabulosa[…]. El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta. Me irrita que no se ande pronto. Temo que no se quiera llegar[…].10
Según apuntó el estudioso Hidalgo Paz (2012), tal vez la primera ocasión en que Martí usó el término Nuestra América, tuvo lugar el 15 de enero de 1876. Habría aparecido en una crítica escrita por Martí al drama de José Peón Contreras, “Hasta el cielo”, en la cual anotó que, “si Europa fuera el cerebro, nuestra América sería el corazón”.11
La tercera referencia a Bolívar anterior a 1881 podría estar contenida en su drama, Patria y Libertad: (Drama indio), escrito también en Guatemala (contiene unas tres menciones). Según los compiladores de sus Obras Completas, en la carta testamento literario a Gonzalo de Quesada y Aróstegui de 1ro. de abril de 1895, Martí lo previno de ello y le anticipa: “Antonio Batres, de Guatemala, tiene un drama mío, o borrador dramático, que en unos cinco días me hizo escribir el gobierno sobre la independencia guatemalteca”.12 Martí colocaría sus juveniles alusiones poéticas a Bolívar en la voz de los personajes, “Martino” y “Barrundia”, destacando la mirada ardiente del Libertador, áureo sol de su genio”:
ACTO PRIMERO
ESCENA VI
“Martino. (Colocándose al frente del pueblo). Soy la oveja
que se revuelve indómita ante el lobo
y exánime y atónito lo deja,
con el arma de Maipú y Carabobo!
Soy de Hidalgo la voz. Soy la mirada
ardiente de Bolívar. Soy el rayo
de la eterna justicia, en que abrasada
América renace,
desde las fuentes en que el Bravo nace
hasta el desierto bosque paraguayo!” …13
ACTO 2
ESCENA III
“Martino. No. Lejos de la patria que oprimieron,
a los déspotas hoy echemos fuera
¡y el áureo sol del genio de Bolívar
que no se ponga nunca en nuestra América!”.14
No sin razón varios autores venezolanos destacan el simbolismo cosmogónico y solar presente en este poema, cuando Martí llamó, sol, al genio bolivariano. Signifiquemos que en 1882 dirá además que Bolívar es Júpiter (Zeus, según la mitología griega, el Dios Olimpo). Así, lo cosmogónico y mitológico se junta en la evocación lírica martiana sobre Libertador de América.
ESCENA VI
“Barrundia. iPor libertad y dignidad luchamos,
Nuestros hermanos son los que la invocan!
iOdio merece el fraile franciscano
Que por la esclavitud del indio aboga;
Odio Velázquez, que en su tumba de indios
Quemados yace, pero no reposa!
Más que a par del pueblo de Bolívar
Los hierros rompe q. al espíritu agobian;
El español que en la defensa nuestra
De España muere en las terribles horcas,
Al lado mío lo honraré en mi mesa
Y le daré mi hermana por esposa!”15
El antiesclavismo y el anticolonialismo de José Martí no constituyen vectores de odio ciego entre las civilizaciones y los pueblos, expresan una invocación a la libertad y la dignidad humanas. La última estrofa es una prueba temprana de ello, cuando Martí dice que, “al lado suyo honrará en su mesa” al español que muere, “en la defensa nuestra”.
Otra mención a Bolívar antes de 1881 aparecerá en, Lectura en la reunión de emigrados cubanos, en el Steck Hall de Nueva York, del 24 de enero de 1880. Se refirió, “al aliento de Bolívar, más grande que César, porque fue el César de la libertad, inflamaba los pueblos y los bosques y levantaba contra los dueños inclementes la orilla de los mares y el agua turbulenta de los ríos! Y la independencia de América se hizo”.16 Más adelante se referirá también a las “aguas turbulentas” no ya de los ríos, sino de otro acuatorio, el mar Mediterráneo, donde otras civilizaciones eran víctimas también de los apetitos imperiales. Vio esas turbulencias civilizatorias que generan los imperios, las describió, usando el símil de las aguas turbulentas de los ríos de América, y también el de las aguas turbulentas del mar interior euro africano.
A propósito, esta Lectura en la reunión de emigrados cubanos tendría lugar cuatro días antes de que el Maestro cumpliera 27 años de edad, y un año antes de su partida hacia Venezuela. Así, lo visto hasta aquí corrobora que la búsqueda martiana de Bolívar comenzó mucho antes de su viaje a Caracas. Al menos, de manera escrita desde, El presidio político en Cuba.
La etapa venezolana de Martí se convertiría en la cita definitiva con el sol del genio de Bolívar. Es el Martí al que ya le irritaba “que no se quiera llegar” a la independencia, y “que no se ande pronto” en “nuestra América”. Por ello, será precisamente al concluir su Lectura en la reunión de emigrados, cuando evocó su famosa sentencia: “iAntes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!”17.
Existe otra mención a Bolívar en 1880. Está contenida en una carta del 13 de octubre, donde le comenta a Emilio Núñez (1855-1922), participante en las guerras por la independencia de Cuba: “Un puñado de hombres, empujado por un pueblo, logra lo que logró Bolívar; lo que con España y el azar mediante, lograremos nosotros”.18 Esta referencia a la libertad de Cuba, hecha unos noventa días antes de su partida hacia Caracas, además de colocar nuevamente en un lugar central a Bolívar, prueba que Martí ya pensaba en que, “un puñado de hombres, empujado por un pueblo”, replicará la gesta bolivariana en las Antillas aún esclavizadas, y que en 1889 llamará, “mancha del mundo, presidio rodeado de agua, rémora de América”.
1.2 José Martí, encuentro con lo venezolano (desde 1881)
I
La víspera inmediata de su arribo a Caracas, cuando aún navegaba sobre el “lado más azul del Atlántico”, quedará embargado por inédito arrobamiento, cuando ve surgir una mañana “aquella costa serena de Puerto Cabello”, y sus ojos, “hasta entonces tristes (desde entonces no más tristes) [...]”; y siente “como olas de amor que se me agigantaban y ascendían dentro del pecho, y mis nervios ateridos se tornaron ágiles, y ante la vida hermosa renació mi amor a la vida[…]”. Quizás, sería al continuar viaje desde Puerto Cabello hasta la Guaira, el momento en que surgen en Martí estas sensaciones únicas: “Y así —dejando atrás el cuerpo libre, abrí el alma a la noche, sobre el buque alumbrado[…], hinchado ya el pulmón de aire de América”.19 Navegará durante toda la noche para amanecer el 21 de enero de 1881 en el puerto de destino, y trasladarse posteriormente a la capital venezolana.
El “viajero que llegó a Caracas al anochecer”, que preguntó “cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar”,20 buscaba un “consejo de bronce”, en lo que lleva razón Eduardo Carreño. Cuando se para frente a la estatua lo hace para rendir un tributo y para recibir el fuego de la libertad bolivariana; sin embargo, Martí no se hizo bolivariano frente a ella, como demuestran sus escritos desde el vapor Guipúzcoa (1871), desde México (1876), Guatemala (1877), el Drama indio (1878), o sus discursos y cartas desde Nueva York (1880). Era ya un bolivariano y un nuestroamericano, y ello explica su búsqueda de Bolívar, consciente de que, “al poema de 1810 falta una estrofa y cuando sus verdaderos poetas habían desaparecido, quiso escribirla”, como diría semanas después.
Varios estudiosos se han referido desde el siglo xix hasta nuestros días a las motivaciones que tuvo Martí para viajar a Venezuela; a su actividad en ese amado país, marcada por su intenso activismo cultural, periodístico, social, político. Entre las motivaciones probables, parece demostrado que llegaría a Caracas para encontrarse, in situ, con el espíritu y la herencia encendida del Liber-tador de América.
Su visitación y encuentro personal con lo venezolano, sus pasos por los valles de Caracas, abrirían una nueva etapa en la vida y obra de Martí. Había llegado a Venezuela un hijo fiel de Cuba que “luchó en su patria y fue vencido”; un “cansado peregrino” con su “bordón roto”, y quiso “con agua de estos ríos restañar sus heridas”; incluso pensaba, “echar a andar por estos cerros a su pequeñuelo”; pero “vio entonces desde estos valles, un espectáculo futuro en el que quiso, o caer o tomar parte”.
Esa decisión histórica: “caer o tomar parte”, tendría importantes repercusiones. Partió de Caracas un hijo fiel a Cuba y un heredero de Bolívar, un convencido hijo de América, en cuya cuna “vio hervir la fuerza de la tierra”. Tal arrobo le generaron Bolívar y Venezuela, “el padre” y “la cuna”; la “dueña de ese aire de América” que sus pulmones tanto necesitaban para “hincharse”, “revelarse”, “sacudirse”, “consagrarse”, “abrir su alma” y “fundar urgente”, como cinceló en su carta de despedida.
Los escritos correspondientes a la etapa venezolana de Martí han sido muy estudiados. Ha existido una poderosa exégesis de esos intensos meses, entre el 19 de enero —fecha en que llega a Puerto Cabello; continúa viaje hasta La Guaira, y de allí a su destino, Caracas—, hasta que se despide intempestivamente de ella el 28 de julio de 1881.
La etapa venezolana de Martí estuvo guiada por varios faros, resultando difícil identificar cuál de ellos es el más alto o el de mayor alcance de sus luces: ya sea su discurso del 21 de marzo en el Club de Comercio de Caracas; la creación y aparición de dos números de su, Revista Venezolana; las publicaciones en esa revista; sus trabajos en el periódico La Opinión Nacional; la crónica posterior, Un viaje a Venezuela, o el poemario Ismaelillo, entre otros.
Para Roberto Fernández Retamar (1964), en la Revista Venezolana aparecerían ya “algunos trabajos literarios importantes”21 de Martí. Añade que a bordo del vapor Guipúzcoa (1871), redactó “su primera obra de envergadura: su extraordinario alegato El presidio político en Cuba, que publicara en Madrid ese año”.22
Por ellos nos resultaría simbólico constatar un hecho, y es que justo diez años después de publicar en España
su primera “obra de envergadura” publicaría, precisamente en Caracas, “trabajos literarios importantes”. Martí había cumplido (tan solo) 18 años a bordo del vapor Guipúzcoa, siendo ya un desterrado en el mar. Su particular “celebración” sería, El presidio político en Cuba. Y cumplirá sus 28 años, como se dijo antes, en el “lado azul del Atlántico”, en la Caracas de Bolívar. Su particular “celebración” sería la cercana aprehensión de lo bolivariano y lo venezolano, su intensa actividad periodística, literaria, patriota, sus escritos venezolanos.
II
A juicio de este trabajo, la producción escrita de Martí durante y con posterioridad a su estancia en Venezuela muestra al menos tres rasgos. El primero consiste en que, definía con claridad su posición ante los hechos que abordaba, incluso a despecho de sus riesgos. Al respecto afirmaría en 1886:
Mis instrumentos de trabajo, que son mi lengua y mi pluma, o habían de quedarse en el mismo encogimiento en que están aquí, o habrían de usarse en pro o en contra de asuntos locales en que no tengo derecho ni voluntad de entrar, y en los que, sin embargo, como ya me sucedió en Guatemala y en Venezuela, ni el silencio me es permitido, porque se juzga, cuando ya se tiene cierto nombre y respeto, que es censura al gobierno el silencio decoroso.23
El segundo y no menos importante rasgo consiste en que, de acuerdo con su cosmovisión, los objetos son tratados desde todas sus dimensiones y perspectivas, pues para Martí no resulta lícito desenvolver solo una parte de ellos. Esta multidimensionaldad constituyó un sentido martiano en el estudio de cuanto le rodeaba; una capacidad para percibir y pintar en sus escritos el haz de vida y colores de las civilizaciones, de los pueblos y del devenir histórico.
Aquí concurre un hecho que no se debe ignorar, si se asume el reto de habilitar la comprensión del factor Martí, del fenómeno subjetivo martiano, de la martianía. Ese hecho consiste en que, para no pocos estudiosos y contemporáneos, el periodista, poeta, traductor, artista, José Martí, era el latinoamericano mejor informado sobre cuanto sucedía en el mundo.
Probablemente, uno de los asuntos más medulares, pero al mismo tiempo menos tratados y sistematizados en la exégesis martiana, sea el sistema de información que desarrolló y usó José Martí; el estudio de cuanto conformaba su ordenado y sistemático acceso a las fuentes de información más variadas. Su dominio del inglés, francés, conocimiento de alemán, estudios de griego, además de su portentoso español e insaciable espíritu de conocimiento, constante uso del correo postal marítimo y terrestre, de las cartas, intercambios, debates intelectuales, mítines, encuentros, contactos, análisis de revistas y periódicos extranjeros y nacionales, sus traducciones de obras importantes (de Víctor Hugo, Mahaffy, Wilkins, y otros), lo convirtieron en un inigualable gestor de información estratégica de todo signo. Fue un periodista, un escritor, y un lector enciclopédico. Se informaba, como el que más, de todo cuanto acontecía en el siglo xix, y no solo.
Sus contemporáneos —algunos sin conocerse entre sí—, generalmente quedaban admirados con sus conocimientos amplios y actualizados. Varios asistentes al acto, en el Club de Comercio de Caracas en marzo de 1881, hablan de este asunto; del mismo modo lo hizo Enrique Collazo muchos años después, o el propio Gonzalo de Quezada, entre otros.
Otro rasgo consiste en que este multisaber lo socializaba, y lo hacía con belleza; era muy atractivo, magnético, comunicativo en prosa, verso, lo cual tuvo un poderoso impacto en la recepción de su pieza oratoria del Club de Comercio de Caracas. Reconocía que no es dable “esquivar el encanto y unidad artística que lleva a decir las cosas en el que fue su natural lenguaje”, porque “este es el color, y el ambiente, y la gracia, y la riqueza del estilo”, porque “el escritor ha de pintar como el pintor. No hay razón para que el uno use de diversos colores, y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje. Que la sencillez sea condición recomendable no quiere decir que se excluya del traje un elegante adorno”; por lo que, “no es una condición mala el esmero”. Aquí podría resultar de utilidad la opinión expresada por Nicanor Bolet Peraza, el 19 de mayo de 1898, para quien Martí era:
Rico de imaginación, exuberante de fantasía como un oriental, brotaba cada pensamiento suyo esmaltado por imágenes brillantes, joyas artísticas, que como decía Platón, sirven de aureola a la verdad. Instruido en libros serios, pensador de los que saben hacer capital de ciencia propia con lo que piensan y escudriñan, tenía a las veces síntesis y axiomas de relevante verdad filosófica, con las cuales solía dar a su abundoso estilo, cortes súbitos de magnífico afecto, para luego fluir de seguida en frases galanas y figuras poderosas. Artista genial y de academia conocía a maravilla los procedimientos de la perspectiva y de las graduaciones, los recursos de los contrastes, antítesis y antinomias que equivalen a la magia del claro obscuro en la pintura; así como de buen conocedor de la retórica griega, y con un oído puramente helénico, éranle familiares el valor de las cadencias y el secreto de la combinación de ellas para todo armónico en el discurso. Poseía gran conocimiento de la lengua[...]”.24
Siendo consecuentes con su totalidad, ha de reconocerse que Martí fue un revolucionario por sus convicciones, un artista por su sensibilidad, y un periodista por su vocación. De allí que para el reconocido traductor, para el periodista renovador, leído, políglota, “la prensa es Vinci y Angelo, creadora del nuevo templo magno e invisible, del que es el hombre puro y trabajador el bravo sacerdote”.25 Pensaba que, “el periodista ha de saber, desde la nube hasta el microbio. A Omar Khayyam26 y a Pasteur.27 La literatura del espíritu y la de la materia”.28
Tenía profunda y metológicamente arraigado el concepto de la Geografía histórica. Veía el llano, la pampa, pero con sus moradores, y la batalla que tuvo lugar allí hace dos siglos; o la casa al lado de la montaña donde nació un excelso poeta. Y escribía con sustancia sobre las esencias de uno, y otra. Esa totalidad martiana constituye una regularidad transversal en su análisis de los fenómenos: veía las luchas por la independencia nacional, las culturas, ideas, sociedad, identidad, tradiciones, lenguas, civilizaciones, economía, comercio, la geografía y sus accidentes. Martí era también geográfico por definición, por momentos de prosa naturalista y paisajística; pintor de las montañas, valles, ríos, lagos, islas, mares. Y de sus esencias humanas.
Ese era ya el Martí que llegó un día de 1881 a la “cesta de flores” de Puerto Cabello, que continuó viaje hasta La Guaira, y de allí en “vulgar cochecillo”, hasta Caracas.
Por ello, en el difícil vuelo de su estudio, será preciso intentar desplegar todas las alas martianas, mirar a su capacidad recursiva de iluminar el todo. Solo asumiendo la existencia de tal visión integradora, multidimensional, de los fenómenos históricos, culturales y humanos, será posible abordar objetivamente, desde la contemporaneidad, el sentido martiano de las cosas. Y ello es particularmente válido, si se aborda a Martí y lo venezolano, aunque podría sostenerse lo mismo acerca de sus abordajes de lo griego, de la “civilización mexicana”, sobre Guatemala, Estados Unidos, Rusia, Egipto.
Se comprende entonces por qué dijo que “unas veces” se le tachará de arcaico, de las raras veces “en que escriba el director de la Revista Venezolana”; y “se le tachará en otras de neólogo; usará de lo antiguo cuando sea bueno, y creará lo nuevo cuando sea necesario”, pues “no hay por qué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas[…]. La sinceridad: he aquí su fuerza. EI estudio: he aquí su medio. Y un derecho solo recaba para sí: su derecho a lo grande”.29
Para comprender su proceso de aprehensión multidimensional de lo venezolano, se precisará develar los nítidos códigos subyacentes en sus escritos caraqueños, tales como sus comentarios sobre el Carácter de la Revista Venezolana, que contienen llaves maestras del templo martiano de lo venezolano, sus artículos en dicha publicación, pero también sus cartas y obras posteriores a 1881, tales como, Un viaje a Venezuela, entre otros, como se verá seguidamente, desde una perspectiva cronológica.
III
Desde 1881, José Martí confesó desde Caracas su “afecto vehemente” por el pueblo en el que creó la Revista Venezolana. Años después (1889) reiteraría ese amor, en primer lugar, hacia Bolívar, “porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre”, y “a todos los que pelearon como él porque la América fuese del hombre americano”. Subrayaría: “a todos: al héroe famoso, y al último soldado, que es un héroe desconocido”.30 Por ello, la Revista iría encaminada “a levantar la fama, publicar la hermosura, y promover el beneficio de Venezuela”, por la que hizo, “no profesión de fe”, sino “profesión de amor”. .31
Sentía además en su interior una contradicción que identificó en Caracas, y necesitaba resolverla: cómo era posible, “¿ver gloria y no contarla?, ¿ver mérito y no celebrarlo?, ¿ver[…] tradiciones amadas, memorias de épocas viejas de arte patrio, de libros patrios, de hombres patrios, y no salvarlas con cuidado amante, y sacudirlas a la clara luz?”.
Aspiraba a reflejar en la Revista, esa “vida imitable”; ese “acucioso examen de nuestros elementos de riqueza”; y reflejar “una cabalgada del fúlgido Bolívar”, como “aquellas plazas nuestras, con su árbol histórico y coposo, y su orador magnífico, y su apiñada y clamante muchedumbre”; pero también, “reseñar “nuestros adelantos, futuro desarrollo, o sabias leyes”.
Por ello, la Revista Venezolana vendría a poner “humildísima mano” en el “creciente hervor continental”; a empujar “con los hombros juveniles” (recuérdese de nuevo que cumplió solo 28 años en Caracas. Nota del autor) la “poderosa ola americana”; a ayudar a la “creación indispensable de las divinidades nuevas”; a “atajar todo pensamiento encaminado a mermar de su tamaño de portento nuestro pasado milagroso”; a descubrir “con celo de geógrafo (y una vez más la dimensión geográfica. Nota del autor), los orígenes de esta poesía de nuestro mundo, cuyos cauces y manantiales genuinos, más propios y más hondos que los de poesía alguna sabida, no se esconden por cierto en esos libros pálidos y entecos que nos vienen de tierras fatigadas”.
De lo anterior se desprende que, en la Revista Venezolana, tendría “aposento natural[…] todo pensamiento americano”, para “auxiliar a nuestras tierras en cuanto al bien de formar conceptos propios”. Y como no podía ser de otra manera, “no se publicará en extraño pueblo libro de nota que aquí no sea explicado; ni libro alguno entre nosotros que no nos halle con la pluma alzada en pro de sus bondades, y en excusa de los que nos parezcan extravíos”, porque, “amar: he aquí la crítica”.
A propósito, sería desde este contexto venezolano cuando y donde Martí evocó su proactiva idea de que, “hacer es la mejor manera de decir”,32 así como su visión sobre el valor del decoro, porque podrá haber en el mundo “muchos hombres sin decoro”, pero hay siempre otros “que tienen en sí el decoro de muchos hombres”, “son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro”, y “esos hombres son sagrados”. 33 Y por ello Bolívar fue sagrado para Martí.
En consecuencia con esta visión, la Revista Venezolana, que refleja la esencia e identidad de lo venezolano, y además el concepto de lo venezolano que se forjó Martí, no podría y no vendría a detenerse “en lánguidas y peligrosas contemplaciones” de la gentil Naturaleza, “útiles sólo cuando de ellas nacen la certidumbre de la poquedad de nuestra vida”; “no a dolerse, con boabdílea rima, de esos imaginados males de hábito que de bracear en mar de versos, no en mar de verdadera vida, vienen”; “no a decantar como razón de una culpable calma las históricas glorias, que no han de ser a pechos esforzados más que el deber de conquistar las nuevas”. 34
Se entiende así, por qué hizo esta declaración de principios: la Revista Venezolana no podía obedecer “a grupo alguno literario”, “ni la perturban parcialidades filosóficas”, “ni es su criterio airado y exclusivo”, “ni viene a poner en liza, sino a poner en acuerdo, las edades”. 35 Anótese la manera inteligente con que identifica y enfoca la cuestión generacional. Excluía, en conjunto, la pertenencia a grupo literario alguno; las parcialidades de ideas, el exclusivismo, el desacuerdo generacional, elementos que consideraba, “perturbadores”.
Desde Venezuela, el poeta y periodista se refirió a “las letras como a madres generosas sobre cuyas rodillas se apaciguan las fugaces querellas de sus hijos”, y se preguntará, “¿quién contiene esta irresistible simpatía que nos empuja, como a amado hermano, hacia el que, fatigado del interior demonio ardiente, lo echa de sí en resuelta prosa, o en alada rima?, ¿No son todos buscadores de la verdad, con lámparas de colores diferentes?” 36
Por ello ofreció que “no será, pues, tribuna egoísta, este humilde periódico; sino casa modesta, donde todo sereno pensamiento, y pensador hidalgo, tendrán casa. Alhajado está el hogar; los miembros del Areópago citados: ¡sea todo, humildemente, en prez de Venezuela, y de la América”, porque “quien dice Venezuela, dice América: que los mismos males sufren, y de los mismos frutos se abastecen, y los mismos propósitos alientan el que en las márgenes del Bravo codea en tierra de México al Apache indómito, y el que en tierras del Plata vivifica sus fecundas simientes con el agua agitada del Arauco” .37
Desde la Revista Venezolana y refiriéndose particularmente al Libertador observará que, “ni en Temístocles, ni en Pisistrato, ni en César, ni en el astuto Napoleón, ni en el honrado Washington, halla alguno a Bolívar semejante” ,38 quien, “con su ojo penetrante reduce lo grandioso pasado a sus proporciones naturales; y…unge grande al más grande. iQué modo de decir aquél para acabar un admirable párrafo: “Ha tenido que lidiar con los cielos y -con la Tierra; con los hombres y con las fieras; lo diré de una vez: con españoles y con anarquistas!…del trabajo, su reposo es el trabajo. De hacer la historia, descansa en leerla”.39
Según consideraba, en el 1881 caraqueño la época era “de incubación y de rebrote”, “estaban perdidos los antiguos quicios”; y “andamos como a tientas en busca de los nuevos”. Por ello planteó la necesidad de “derribar, abrirse paso entre el derrumbe, clavar el asta verde, arrancada al bosque virgen y fundar”. 40
En este contexto de “quicios perdidos y andadura a tientas”, le preocupaba la herencia de “excesiva instrucción literaria que heredamos de la colonia perezosa”. Por ello demandó desde Venezuela, “a cada hijo”, “su golpe de martillo en la faena de la patria nueva”, lastrada todavía por “tres siglos que hacer rodar por tierra, que entorpecen aún nuestro andar con sus raíces, y una nación pujante y envidiable que alzar”. Y aquí alertará sobre la, “admiración servil” que apreció en “extraños rimadores”; sobre la “aplicación cómoda y perniciosa de indagaciones de otros mundos”, sobre el “canto lánguido de los comunes dolorcillos”, el “cuento hueco en que se fingen pasiones perturbadoras y malsanas…”.41
Fue categórico en la solución de este dilema histórico, político y cultural: “—No: no es ésta la obra”… “Es fuerza andar a pasos firmes, —apoyada la mano en el arado que quiebra, descuaja, desortiga y avienta la tierra, -camino de lo que viene, con la frente en lo alto…Es fuerza meditar para crecer…Es fuerza convidar a las letras a que vengan a andar la vía patriótica, de brazo de la historia, con lo que las dos son mejor vistas, por lo bien que hermanan, y del brazo del estudio, que es padre prolífico, y esposo sincero, y amante dadivoso. Es fuerza, en suma, ante la obra gigantesca, ahogar el personal hervor, y hacer la obra” .42
Desde Venezuela se declarará un “pasajero de la nave humana”; que a la par del resto de los hombres va “empujado por las grandes olas”; venido a la vida “en época que escruta, vocea y disloca”, donde “ni los clamores, ni los provechos, ni las faenas del universo batallador nos son extrañas”, por lo que pidió, desde la Revista: “De llorar, tiempo se tiene en la callada alcoba, frente a sí mismo, en la solemne noche: durante el día, la universal faena, el bienestar de nuestros hijos y la elaboración de nuestra patria nos reclaman” .43
IV
De cara a las tesis que se abordan aquí, resultan muy útiles sus referencias y visiones sobre los elementos de política editorial que asumió la Revista Venezolana. Este factor es medular, aunque solo puedan ser vistas desde aquí las cumbres de la cordillera. Martí fue preciso al definir el necesario “orden y concierto” de las diferentes publicaciones; su “trabazón en sí”; su “fin común”; porque no se trataba de publicar “composiciones aisladas”, “sin plan fijo, ni objeto determinado”, “sin engranaje íntimo”, “sin marcado fin patrio: (la Revista. Nota del autor) viene a dar aposento a toda obra de letras que haga relación visible, directa y saludable con la historia, poesía, arte, costumbres, familias, lenguas, tradiciones, cultivos, tráficos e industrias venezolanas”.
Esta formulación temática sobre la Revista Venezolana, anotada de puño y letra por Martí, contiene llaves del templo. Una vez más, el todo civilizatorio, la totalidad multidimensional, el balcón “por donde asoma al mundo feraz el mundo antiguo”; pero también “el movimiento universal”. Así, la Revista hablaría de la historia, y además de las artes, literatura, costumbres, cultivos, industrias, y otros temas; y estará presente también, “como dan medida justa de este sano pueblo”: “el sentimiento ingenuo”, “el dolor casto y la pasión caballeresca de sus poetas”; pero: “sólo en el vigor con que han de defender la obra que intentan”, porque “más vale estar en ocio que emplearse en lo mezquino. Y callar, que no hablar verdad”; mas, “enfrente a la faena, es deber el trabajo, prueba la injusticia y el silencio culpa”.
“Emplearse en lo mezquino” significaba para Martí ceder páginas a “cuentecillos”, “imitaciones”, “novelas traducidas”, “trabajos hojosos”, “literatura blanda y mur-murante”, que “no obliga a provechoso esfuerzo a los que la producen ni a saludable meditación a los que leen, ni trae aparejadas utilidad y trascendencia”.
Por ello se planteó resueltamente, “ir haciendo atrás con mano segura todo lo que estorba, y adelante a todo lo brioso y nuevo que urge”, sin ignorar que “la obra de amor ha hallado siempre muchos enemigos”; y por supuesto, la suya también los tendría.
Se propuso desde Caracas, desde lo venezolano, el deleite de “contemplar cuidadosamente lo pasado”; pero sobre todo, el “deleite de[…] penetrar anhelante y trémulo en lo por venir”, éste, “a carrera fulgurosa y vívida, donde la frase suene como escudo, taje como espada y arremeta como lanza”; desde “el reposo y la paciencia” (el pasado); hacia “el ansia y el empuje” (el porvenir), con los “ojos ahondadores” hacia las “épocas muertas”, y el “arma nueva en la colérica lid de la presente”.
Con la Revista Venezolana, Martí aspiró a fundar una poderosa e inédita herramienta cultural-civilizatoria, un “arma nueva” en la colérica lid del presente, en la época “de incubación y de rebrote”, dirigida a la forja de la estrofa pendiente en el poema de 1810, y del nuevo poema que ya comenzaba a escribirse en el continente americano.
Luego de analizar las imprescindibles ideas de Martí sobre el alcance y diseño de la revista —la cual lamentablemente pudo tener solo dos ediciones—, se hará más comprensible cuan predecible y lógico resultaría, once años después, la creación desde Nueva York, del periódico Patria, encaminado a la magna tarea de escribir la estrofa pendiente.
V
Durante los intensos años de 1881-1882, y con posterioridad, José Martí publicó varios artículos y cartas con temática venezolana,44 tanto en la Revista como en el periódico, La Opinión Nacional. Estos trabajos han sido estudiados con profundidad por diferentes autores, y si bien su exégesis no parece totalmente agotada, el presente espacio no per-mite profundizar en todos, más allá de subrayar su importancia y su valor cognoscitivo en conjunto. En este trabajo se abordan, puntualmente, algunas de esas publicaciones, en las cuales se devela su amor por Venezuela y lo venezolano, que en nada se vería mellado por los sinsabores caraqueños, sobre los que expresó: “Jamás recuerdo las pequeñas amarguras que pasé en esa tierra bien amada: sólo recuerdo sus ternuras —y pago como yo pago, a mar por río”.45
En otro punto confiesa:
[…]No vivo yo solo cuando me acuerdo de Caracas. Habrá quien no lo crea; pero el corazón enamorado se me va a ella, como pájaro alejado de su nido. No tengo tiempo, amigo mío (le dice Martí a Diego Jugo Ramírez en 1881. Nota del autor), más que para cumplirle su promesa. ¿No recuerda que le ofrecí un libro para sus huérfanos? Pues ya le mando el libro. Véalo -y si le parece que merece excusa, y que hallará paga de algunas almas buenas, dígame cómo le mando cien de ellos, que es el regalo pobre que mi hijo hace a los huérfanos de su Asilo. Yo no vendo ese libro: es cosa del alma. Pero me da gozo pensar que puedo hacer con él un pequeño beneficio. Ni lo hago por fama, pero pensando en mi hijo, se me llena el alma de jazmines: y ése es un haz de ellos.46
Se refería ni más ni menos que al poemario, Ismaelillo, escrito durante su estancia en Caracas.
En una carta fechada el 28 de julio de 1882, le expuso a Diego Juego Ramírez su pesar por haber perdido la posibilidad de continuar publicando en, La Opinión Nacional,47 y sus palabras prueban el amor con que durante muchos meses contribuyó a las publicaciones de este medio.
¡Cuánto me duele ahogar aquella voz —dice Martí—, hecha ya a vaciarse en los buenos y altos pechos que aún respiran a las faldas del Ávila! ¡Qué placer era para mí, por más que me ocasionase rudo trabajo, escribir todas aquellas cosas a Caracas! Mucho me duele haber perdido una amada tribuna. —Otra me ofrecen desde B. Aires, para “La Patria Argentina”; y otra para la “República” de México, —más dudo que ame yo estas nuevas, —aunque tengo razón especial para amar la de México, —como amaba ya la de Caracas.48
El Prólogo al poema El Niágara, de Juan Antonio Pérez Bonalde (1846-1892), escrito por Martí en 1882, es considerado como una de las obras príncipe del llamado modernismo literario hispanoamericano. De modo que el surgimiento de esta corriente, de la que Martí es considerado fundador, guarda una estrecha relación, tal vez y en cierto sentido de causa y efecto, con su creación literaria precisamente durante la etapa venezolana.
Un viaje a Venezuela,49 cuyo espíritu también atraviesa el mapa de estas líneas, constituye otro testigo de la amplitud y profundidad con que oteó a lo venezolano, a su “tierra bien amada”, amor que dejó grabado su corazón con el pincel civilizatorio caraqueño que constituye esa obra, en la que afirma que Venezuela es, “la Jerusalén de los suramericanos”, “la cuna del continente libre”; donde “Andrés Bello, un Virgilio estudió, donde Bolívar, un Júpiter, nació, donde crecen a la vez el mirto de los poetas y el laurel de los guerreros”.50
Sin embargo, no por ello dejaría de disentir (de nuevo: “amar: he ahí la crítica”), porque, “en la Literatura viven apasionados con los españoles y los franceses. Pese a que nadie habla las lenguas indígenas que se hablan en el país. Todo el mundo traduce a Gautier, admira a Janin, se conoce de memoria a Chateaubriand, a Quinet, a Lamartine. Resulta pues una inconformidad absoluta entre la educación de la clase dirigente y las necesidades reales del pueblo que debe ser dirigido”. 51
En 1883 —como se verá más adelante—, habló sobre los productos que genera Venezuela. En este contexto afirmará que su “pueblo histórico es cuna, como la Grecia de las razas latinas de Europa, de los pueblos hispanoamericanos. Porque de allí, como de seno de gloriosa madre, surgió el padre de pueblos”.52
En 1884 publicaría un sustancioso artículo dedicado a las fiestas que tuvieron lugar en París en honor del general “San Martín virtuoso”, en el cual ponderó como “noble toda fiesta que ponga en alto el espíritu original y ardiente, el espíritu americano de América, en que se está deslizando ahora, como una serpiente envuelta en la bandera patria, otro diverso espíritu”.53
En 1888 destacó la obra de Eloy Escobar, con su “sano amor a la Naturaleza, que le revelaba el secreto del heroísmo americano[…] y le guió a estudiar de preferencia aquellos griegos que, más que los latinos, la conocieron y cantaron[…]” y cuya poesía “es como mesa de roble, de aquellas macizas y sonoras de la vieja hechura, donde se hubiesen reunido, por capricho del azar, una espada de 1810, un abanico de concha y oro con el país de seda y un vaso de flores”. Dice que Escobar no era “de los que, deslumbrados por la apariencia multiforme de la sabiduría moderna, acaparan sin orden y de prisa conocimientos de mucha copa y escasa raíz “.54
Ese mismo año escribió una crónica sobre el traslado a Venezuela, desde Nueva York, de los restos, “harto tiempo solitarios” del general José Antonio Páez, “quien jamás fue tan grande como el día en que de un pueblo lejano mandó llamar al cura, para que le tomase, ante la tropa, el juramento de ser fiel a Bolívar”.55
A propósito, en 1890, Martí volvió a escribir sobre el homenaje de despedida a Páez en los Estados Unidos. En esta ocasión añadió que Paéz, “a una voz de Bolívar”, estaba dispuesto a cruzar el mar para caer en un puerto cubano, dar libres a los negros y coronar así su gloria de redentores con una hazaña que impidieron dos hechos: la sublevación de Bustamante en el Perú, “y la protesta del Gobierno de Washington”, que “no deseaba cambio alguno en la condición ni en la posición política de Cuba”. Dice que Páez sí lo deseaba, que al oír, ya cano y viejo, renovarse la lucha de América en la isla, volvió a pedir su caballo y su lanza!”. Y exclama sobre Paéz: “iDondequiera que estés, duerme! iMientras haya americanos, tendrás templos; mientras haya cubanos, tendrás hijos!”.56 Y dirá que “Bolívar sí lo deseaba”, quiso “a la vez dar empleo feliz al ejército ocioso y sacar de la servidumbre, para seguridad y adelanto de
la América, ¡a la isla que parece salir, en nombre de ella, a contar su hermosura y brindar sus asilos al viajero cansado de la mar!”
Constituye un hecho que al menos desde 1815, en la Carta de Jamaica, Simón Bolívar se refirió a las dos colonias insulares caribeñas: Puerto Rico y Cuba. En opinión del Libertador: “Las islas de Puerto Rico y Cuba que, entre ambas, pueden formar una población de 700 a 800.000 almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Mas ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desean su bienestar?”.57
En 1889, Martí se referirá al “desmelenado y en pie sobre las ruinas del templo de San Jacinto, el creador, Bolívar”58; y dirá que los montes plegados de Venezuela “parecen, más que dobleces de la tierra, los mantos abandonados por los héroes al ir a dar cuenta al cielo de sus batallas por la libertad”.59 En 1892 descolla su discurso en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en honor de Venezuela, el “pueblo por donde América mostró al mundo cómo la libertad vence desnuda[…]”, por ello, ¡[…] A Venezuela, como a toda nuestra América, a nuestra América desinteresada, la hemos de querer y de admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla!”.60
Nuevamente, en 1893, dirá que es “Venezuela, donde nació América”, y “donde Bolívar, que engendró un mundo, pensó en redondearlo con la libertad de las Antillas, peligro y rémora del continente y de la paz universal mientras continúen esclavas[…]”.61
En agosto publicaría, El Centenario de Bolívar,62 sobre la fiesta homónima en honor al Libertador celebrada en Nueva York. En ese mismo año de 1883, luego de visitar una exposición, resaltó los pabellones de nuestra América, “juntos en grupo bello alrededor de los colores de la madre Venezuela”;63 mencionó al general Julio Sarría, “manco ilustre, héroe afamado y romántico, quien no perdió la mano arrancando a los hombres la libertad[…] sino peleando por asegurársela”; a Andrés Alfonso, valiente como su isla de la Margarita, pie de Bolívar en una de sus pruebas infelices, y tierra de mujeres que daban a la guerra de la patria todas sus perlas”.64
También en 1893 mencionó a Ramón Herrera, pues “Venezuela tiene ahora cónsul nuevo (en Nueva York. Nota del autor), y nuestra América un amigo”, y diría de Herrera que hablarle, “es verle el país, el país nuevo, estudioso, fiero, contento de la sangre necesaria que vierte, seguro del porvenir de un pueblo que no se cansa de perecer por la libertad”, por tanto, “iA qué decir que el cónsul útil, el cónsul que ama y defiende a su tierra, ¿no tiene en Patria más que hermanos?” .65
Desde el punto de vista histórico resultaría fundamental su discurso de 1893 en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en honor a Simón Bolívar. Esta obra es necesaria para percibir la solidez de lo venezolano y lo bolivariano en la cosmovisión de un Martí maduro, Maestro, Apóstol, veedor, unidor, ya organizador de la guerra necesaria por la libertad de Cuba, quien analizó el papel de Bolívar en la historia americana, de esa “América que venía hirviendo de siglos” y fue “estremecida al principio de siglo desde las entrañas hasta las cumbres”, y se hizo hombre, “y fue Bolívar”. Martí no dejaría lugar a duda: “por entre todos los capitanes americanos, resplandece Bolívar. Nadie lo ve quieto, ni él lo estuvo jamás”. 66
VI
Constituye una divisa intemporal nuestroamericana la agudeza —además de la belleza literaria—, con que analizó el papel de la personalidad y de los pueblos en la “hora de génesis” de la historia americana. Y en el centro de esta correlación americana entre pueblo y hombre: el Libertador, sin bien sostiene que, “no es que los hombres hacen los pueblos”, pero estos “suelen ponerse, vibrantes y triunfantes, en un hombre”. 67 Esta idea expresada por Martí en 1893 ya había sido anotada en, La Edad Oro, Tres Héroes (1889), cuando dijo que, “un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto”. Entonces (1889) había señalado:
Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela cuando parecía que Venezuela se cansaba. Lo habían derrotado los españoles: lo habían echado del país”, y “él se fue a una isla, a ver su tierra de cerca, a pensar en su tierra y un negro generoso lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar nadie. Volvió un día a pelear: con trescientos héroes, con los trescientos libertadores. Libertó a Venezuela. Libertó a la Nueva Granada. Libertó al Ecuador. Libertó al Perú. Fundó una nación nueva, la nación de Bolivia. “Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos… Era un ejército de jóvenes”.
Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse por sí mismos como el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos. Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo en la casa de u español en Santa Marta. Murió pobre y dejó una familia de pueblos.68
Por ello, en 1893, no pasaría por alto en su discurso de la Sociedad Literaria Hispanoamericana lo que él consideraba era la gloria principal de Bolívar: “más que en ganar las batallas de la América”: el “componer para ellas sus elementos de semejantes u hostiles, y en fundirlos a tal calor de gloria, que la unión cimentada en él ha podido más, al fin, que sus elementos de desigualdad y discordia”.
De allí que, desafiando a “los petimetres literarios y políticos”, a quienes agrada menos profundizar en el estudio de los hechos, llamó a mirar lo bolivariano yendo “a lo hondo”, y “obligar a la gente a pensar”, sin ponerle “colorines y floripondios a la fachada de la historia”, porque “es más conocido Bolívar por sus hazañas vistosas y pasmosas”. Según Martí, el error de Bolívar estuvo, “acaso”: “en contar más para la seguridad de los pueblos con el ejército ambicioso y los letrados comadreros que con la moderación y defensa de la masa agradecida y natural”.
Expresó su desacuerdo con algunos historiadores que pintaban solo a un Bolívar guerrero, atacante y redimiente; quien marcha a caballo y dirige sus escuadrones “con las llamas de sus ojos”. Tampoco coincidió con otros historiadores que, “lo ven muerto, casi sin ropa que ponerse, en el espanto de la caída, al borde de la mar”. Y evocaría, entre signos de admiración:
¡Los cubanos lo veremos siempre arreglando con Sucre la expedición, que no llegó jamás, para libertar a Cuba!” —estrofa pendiente de 1810, ante lo cual llamó—: “Quien tenga patria, que la honre: y quien no tenga patria, que la conquiste: ésos son los únicos homenajes dignos de Bolívar.” ¡Y eso, y no palabras, es lo que bulle en el pecho cubano[…]ésta es hora de andar, más que de decir: el que anda, vence[…].
Durante este discurso se referirá además a un, Bolívar solar, creador americano, a quien amó “como hijo”; quien “echó el mundo viejo e inútil de nuestro continente”; nombrará, “hijas del Sol”, a las mujeres presentes en ese acto, “más galanas que nunca”; evocó a los “altivos argentinos, cultos colombianos, venezolanos valientes, cubanos silenciosos, todos, de toda nuestra América”, que “se saludaban como una nación…el día en que tuvo lugar el homenaje”, en el que “todos los americanos ven la bandera (de Venezuela. Nota del autor) como la bandera madre”.
Ponderó las palabras que tuvieron lugar en la velada en honor a Bolívar, donde intervinieron “hombres de armas y letras”, y entre ellas se presentó “un trabajo de peso”: un “estudio de las fuerzas sociales”, que demanda “de más realidad y conjunto, y de más oído a la conciencia colectiva, en el arte de gobernar los pueblos que emancipó el caraqueño luminoso”.69
En 1894 observó que Venezuela estaba entonces, “en el tránsito difícil de una sociedad despedazada por la lucha entre la áspera oligarquía y la liga generosa de la cultura liberal con la masa pospuesta”. Se refirió, “al país nuevo donde la libertad no estará segura hasta que sus gobiernos triunfantes no se empleen con sinceridad en acercar los centros escasos de población, y regir por la justicia y la educación a la valiente masa campesina”, y acto seguido alerta: “¡Pero dónde hay más valor, más elegancia, más hospitalidad, más cultura que en esa vejez batalladora y pródiga juventud de los venezolanos, ni poesía que mejor junte la inspiración tórrida al habla castiza?” 70
VII
Las anteriores ideas resultan centrales para interpretar cómo, desde lo venezolano, Martí enriqueció su visión sobre el futuro de América, desde el pensamiento de Bolívar, y desde sus propias percepciones, de cara a la lucha por la independencia de Cuba de todos los imperios. Sin embargo, no será posible abordar aquí cada uno de los variopintos componentes de la venezolanidad presentes en su obra, y es que desde 1881 ya había anunciado que deseaba, “encomiar a los nativos héroes”; pero también hablar de las “selvas impacientes y el estruendo de tormentas mugidoras”; y de los “talentos de esta tierra, de tanta alteza de cuna”. 71
Ha de tenerse en cuenta que, en las Obras Completas de José Martí72 aparecen unas ciento cuarenta y siete (147) menciones a Venezuela, alrededor de setenta y cinco (75) alusiones a la ciudad de Caracas y unas ciento veinte (120) referencias directas a la figura del Libertador, así como a otras personalidades venezolanas. Además, según hemos encontrado y listado, se refirió a unas cuarenta (40) ciudades y pueblos de Venezuela; al menos a dos islas, montañas y montes; a unos diez ríos, lagos, puertos; como mínimo a nueve instituciones socioculturales y políticas de ese país; mencionó unas cinco capillas, templos, divinidades; se refirió a unos diez medios de prensa, revistas.
También habló sobre varias batallas que tuvieron lugar durante las luchas de independencia. Comentó sobre obras de arte, libros, poemas, pinturas, de autores venezolanos. Resultó interesante constatar, por ejemplo, que anotó el significado atribuido en Venezuela a unas veinte voces o vocablos tradicionales, hecho demostrativo de su interés por conocer los laberintos de la jerga popular: “buscar el frito”; “curucutear”, “ponerse chepita”, “café carretero”, “ñonga”, “rochela”, “pumpá”,73 “plancha”, “la cosa está hoy de plancha”, “virote”, “pollina”,74 “zambé”. De paso, un denominador común de casi todas estas referencias radica en que tuvieron lugar durante su estancia en Venezuela, o con posterioridad a ella.
De modo que, un análisis abarcador sobre la presencia de lo venezolano en Martí exige desarrollar un proyecto investigativo más amplio, que permita no solo sistematizar los elementos documentales, sino también incorporar el componente geográfico y fotográfico de estos. La vocación histórico-geográfica martiana exige que en su exégesis esté presente ese componente. La riqueza geográfica de su pensamiento todavía constituye un misterio, si hablamos en clave esotérica; una dimensión muy poco explorada.
Sin embargo, lo visto hasta aquí no debe prescindir de otra dimensión importante de lo venezolano, presente en su multidimensional periodismo. Nos referimos al abordaje de algunos aspectos asociados al desarrollo comercial y económico, de Venezuela; un tema que también constituiría objeto de atención para el periodista cubano, como se verá seguidamente.
VIII
En 1883, José Martí reflejó en la prensa de los Estados Unidos al menos dos noticias acerca de Maracaibo, “el lago de Venezuela”. Llamaría su atención el hecho que, se estaba produciendo un incremento de la actividad comercial de Maracaibo, que “está comenzando a ser importante puerto de tránsito para el comercio con Colombia”.
Reflejará que, en 1882, desde Maracaibo hacia Colombia se habían enviado 38 224 bultos de mercade-rías y 28 907 de sal. Añade que por Maracaibo, “se embarcaron 166 279 sacos de café, 1 296 bultos de quina; 17 355 cueros y 18 paquetes con los afamados y ligeros sombreros del país, exportados de Colombia”.75 Resulta sintomático el título que le puso a esta publicación: Hechos notables.
Ese mismo año dio cuenta de que en Maracaibo, se estaban construyendo botes de papel. Comenta que había arribado “del distante Maracaibo a las alborotadas aguas de la Guayra, a dejar a los pies de Bolívar, como digno de él en la fiesta de su Centenario, el heroico barquichuelo”.76
En septiembre publicaría que, según The American Exporter, “Venezuela, está mejor situada que ninguna de las Repúblicas de la América Meridional para el comercio con los Estados Unidos”; que Venezuela “consume algo más de productos americanos que de productos ingleses, y los Estados Unidos consumen, tal vez, tantos productos venezolanos como toda Europa”.77
Elogió los “muy bien curtidos cueros”, “de vaca”, “de carnero”, “teñidos con la cochinilla del país”; y los “de cabra, de color oscuro o de vivo azul”. Y destacará “lo más celebrable”: “todas las substancias empleadas en curtir aquellos cueros, eran substancias del país”, por lo cual, “a esto sí que puede llamarse industria venezolana; y ésta sí que puede competir con fruto con industrias similares con el extranjero”, pues, “la tierra de Venezuela da la materia prima, las que sirven para trabajarla y los trabajadores”. 78 Considera que Venezuela es un país donde se da “el ingenio vivo, y abundante”.
Se refirió a la “industriosa Venezuela”, con su “producción natural, variada y rica”, y dice que no hay que celebrar a la tierra fértil, que da maravillas casuales, “sino a los que cuidan de presentarlas con orden y lucimiento en los pueblos extranjeros”, 79 lo que Venezuela hace y Martí elogió. También habló de su “café, de aquel café venezolano, vivificador y fragante”; del “cacao”; “el algodón”, “los tejidos”, de los dulces chocolate, y otros diversos productos, pues “de Venezuela es el buen gusto”.80 Anótese también, “de Venezuela es el buen gusto”.
Por “insólito” o inesperado que pudiera resultarle a Martí, en 1884 publicó desde Nueva York, que los habitantes de París y de Havre habían recibido “una buena especie de café, que entendemos se llama café Bolívar” (la palabra “entendemos”, colocada aquí por Martí, parecería contener un sutil desacuerdo con la idea de poner a un tipo de café, el nombre del Libertador; aunque no por ello dejó de publicar esta noticia. Nota del autor). Continúa diciendo,
En los diarios de principio de año nos hallamos con que a los pocos meses ya el café es famoso; y se vende en cantidades grandes y a buen precio, recomendada en artículos especiales y pintorescos por el Figaro, una mercadería, que hace un año era enteramente desconocida en Francia[…]. Todo París bebe ahora, y paga bien, el café Bolívar.81
También, en 1884, escribió sobre Barinas —“que estaba cerca de Cumaná, madre de Sucre”—, donde se produce “el más rico tabaco que por entonces saboreaban, con mengua del de Güines y del de Flor de Sagua, los fumadores de España, Italia y Francia”. Y añadirá que:
De Venezuela viene ahora también un lindo libro, en que se cuentan con afortunada llaneza, singular lucidez y desinterés incomparable, todas las varias artes y celosos cuidados que quiere la hoja india, consuelo de meditabundos, deleite de los soñadores arquitectos del aire, seno fragante del ópalo alado”, el Manual del Veguero Venezolano[…] discretísimo libro: todo es aroma, como la planta cuyo cuido enseña; es su autor el Sr. Lino López Méndez, veguero de oficio, que aquí prueba ser, además, escritor hábil y galano, que de las mismas plantas, y al sol y al sereno, ha aprendido el modo de cuidarlas.82
En 1887 se escribió largo sobre la fabricación de quesos y observará que cuando la leche “hierve en la artesa está a punto”, y se la salpica “con extracto de achiote, del que se da tan bueno en Venezuela[…]”. 83
En 1889 reconoce el “adelanto en cierto modo explosivo, que en pocos años ha realizado Venezuela[…]”,84 y en 1891 volverá sobre el tema económico cuando apunta que, Venezuela es “mercado fácil y grandioso y necesitado del caudal extranjero”. 85
Estas breves, pero interesantes menciones sobre aspectos comerciales y económicos de Venezuela, parecen decir que tales variables tuvieron “campo y tienda propios” en la aprehensión martiana sobre lo venezolano, un hecho que llama a profundizar en su estudio.
IX
En un importante trabajo de 1894, el Héroe Nacional cubano se refirió al primer mensaje que daría a su nación el presidente norteamericano Harrison. Todo en este artículo resulta llamativo; aunque en el caso que nos ocupa lo es doblemente la alusión a Venezuela y a la política internacional de Estados Unidos al comienzo del último lustro del siglo xix.
Dirá que Harrison había guardado “bajo siete llaves” lo que va a decir, “como si el mundo fuera a quedar absorto ante sus revelaciones”; sin embargo, Harrison “no es más que una transacción entre los intereses opuestos del partido republicano, ni qué puede ser su mensaje, sino un acopio de transacciones, inútiles en estos tiempos críticos”, por lo que, “en lo general irá por donde va su partido; más poder continental, más soldados[…] puerta cerrada a la materia prima libre, menos inmigración, subvención recia a los vapores correos, el sobrante a fortificaciones y defensas”. Seguidamente el Apóstol añade, y es de interés reflejarlo:
Sobre las “relaciones con los países extranjeros no hablará, porque las de Europa, como están van bien, y no hay nada que decir[…]”, “[…]y en las de América, no se puede decir lo que se quiere[…]”. La Secretaría de Estado no dio informe[…]. ¿Cómo no presenta informe la Secretaría de Estado?[...] ¿Qué sucede, o qué intenta, que no lo puede decir?, ¿No se sabe de sobra cuál es la idea americana del Secretario, y su juego cubierto[…]?
La de Marina sí (dio informe. Nota del autor): quiere, y pronto, veintiún acorazados, veinte costeros, sesenta cruceros, torpedos suficientes, escuadra de reserva, no trece millones, como acordó el Congreso pasado, sino veinticinco y medio[…]. También informó la Secretaría de Guerra: treinta y cuatro millones le dio el Congreso anterior, y quiere diez millones más: ¡para tanto territorio, hay muy pocos soldados!
Sobre las tierras de América habla como de arriba a abajo y las da por aliadas forzosas y por pueblos de intereses idénticos: acaso corre por entre las palabras como una intimación velada; así dice: “Es de alta significación y de no menos plácemes que el primer año del segundo siglo de nuestra existencia constitucional halle de huéspedes notables en nuestra república a los representantes de todos los Estados independientes de la América del Norte y del Sur, reunidos en seria conferencia para tratar de los medios que mejor conduzcan a perpetuar y extender las relaciones de interés mutuo y amistad que existen entre ellas”.
De China no quiere más inmigrantes: sino que se trate con humanidad a los que ya han venido[…]
Con Inglaterra paces y extradición[…]
De Venezuela, esta frase poco costosa, ¡que no se debe pagar demasiado cara! : “Este gobierno no ha vacilado en expresar su vivo deseo de que la cuestión de límites pendiente entre Inglaterra y Venezuela tenga un fin amistoso, y en estricto acuerdo con el derecho histórico de ambas partes”: con lo que queda salva de obligación mayor, ni de más intervención que la verbal, “este gobierno”, que no ha de poner mano en lo que, de la primera nota, trata de “cuestión de límites”.86
X
Aquí se ha mostrado por qué se afirma que uno de los rasgos presentes en el abordaje martiano de lo venezolano —un proceso creativo que abarca, pero que excede temporalmente su estancia física en Venezuela—, es su mirada multidimensional a cuanto le rodea, y también a los tiempos históricos.
Ha sido expuesta la visión e imágenes martianas sobre el “fúlgido Bolívar”: “solar, y creador americano”; “el padre”, quien “no se cansó de pelear”, y “engendró un mundo”; además, sobre el papel y lugar que otorgó a Venezuela en las luchas de América: “quien dice Venezuela, dice América”, y es “Venezuela, donde nació América”; la “cuna del continente libre”, la “cuna, como la Grecia de las razas latinas de Europa, de los pueblos hispanoamericanos”, “la “Jerusalén de los americanos”; esa Patria llena de “gloria, tradiciones, memoria, mérito, hombres y libros patrios”, de “vida imitable”, donde se agitaba el “creciente hervor continental” de la “poderosa ola americana”, frente a las “tierras fatigadas”.
También ha sido mostrada su visión sobre las “divinidades nuevas”; y sobre “esta poesía de nuestro mundo, de cauces y manantiales genuinos más propios y más hondos que los de poesía alguna sabida”, en la tierra “donde crecen a la vez el mirto de los poetas y el laurel de los guerreros”.
Ello no podría dejar sin oleajes ese mar que constituye el océano subjetivo y profundo de su alma, de su corazón, que siente un “afecto vehemente” por la “tierra amada”, por la “cesta de flores”; que hace “profesión de amor”, desde la “irresistible simpatía que nos empuja”, “por las grandes olas”, “como a amado hermano” y a “pasajero de la nave humana”. Tocado en lo profundo por la esquiva escritura de su estrofa pendiente, hacedor de olvidos de “las pequeñas amarguras”, y atesorador solo de “ternuras”, Martí le paga a lo venezolano, “a mar por río”.
XI
Parece innegable y fáctico que, si “desafortunadamente”, Martí no hubiese sido expulsado de Venezuela, es probable que su histórica carta de despedida a Fausto Teodoro de Aldrey no hubiese sido escrita nunca. Además de la expulsión, otro hecho azaroso que jugó a favor de la carta, es que el cubano no tuvo tiempo físico y humano para despedirse en persona de su destinatario. De haberlo tenido, quizás las actuales y futuras generaciones bolivarianas y martianas no habrían contado con el privilegio de este tesoro, uno de los documentos históricos cubano-venezolanos más relevantes, testigo de ese pacto fundacional de bronce con el Libertador, que fue la etapa venezolana de Martí, escenario directo del encuentro epocal entre ambos. Su sello de honor fue, es, y será, esta carta, en la cual un ser bolivarianamente revelado, sacudido, refundado, y fervientemente consagrado, “se despide”:
Mañana dejo a Venezuela y me vuelvo camino de Nueva York[...] cuando se tienen los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajador en su camino: los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida. De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de su cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo.87
Durante el siglo xix nuestroamericano tal documento solo se podría escribir desde Caracas. Encierra un juramento de lucha. Martí parte de Venezuela bajo juramento con Bolívar; se marcha por La Guaira y Puerto Cabello un hijo de Bolívar, de Venezuela, de lo venezolano, por tanto, un hijo de América, a cuya fundación urgente se consagra, con “los ojos fijos en lo alto”.
Quiso además el sabio azar, que la etapa venezolana de Martí tuviera su hábitat temporal justo al inicio de la etapa norteamericana, con posterioridad a la etapa madrileña-zaragozana, mexicana y guatemalteca. El Martí que se establece en Nueva York y conoció las “entrañas del monstruo”; pero conocía ya las entrañas de otro monstruo, el colonialismo Hispanoamericano, sus problemas y contradicciones, sobre las que pendía ya “el peligro mayor”. También conocía la etapa en prisión, la de destierros. Martí conoció en carne propia los horrores de tres épocas civilizatorias retardatarias: la esclavitud, el colonialismo y el naciente imperialismo. Por ello se consagrará a la escritura de la estrofa pendiente en el poema bolivariano de 1810.
Ese, el Martí que parte intempestivamente de Caracas el 28 de julio de 1881. Pasados 113 años, un joven patriota venezolano le rendirá en La Habana el tributo emocionado que él había rendido a Bolívar en Caracas “aquel anochecer”.
1.3 Hugo Chávez, encuentro con Martí
El estudioso Pedro Pablo Rodríguez ha dicho sobre la presencia de Martí en Hugo Chávez:
Recuerdo sus menciones al Maestro durante su primera visita a Cuba a mediados de 1994.88 Tras su toma de posesión como gobernante en 1999, y de manera creciente durante estos años, Chávez ha sostenido la presencia martiana en su pensamiento y hasta puede decirse que lo ha ido perfilando en sus discursos, a todas luces como parte del propio proceso de su desarrollo como dirigente y personalidad política[…]. No sé con exactitud que textos martianos ha leído Hugo Chávez, fuera de que en el discurso que comento es evidente su manejo de “Nuestra América”. Tampoco sé en qué momento de su vida ese apasionado de Bolívar que es el presidente venezolano, comenzó a conocer la obra del Maestro. Lo que no me queda duda es que existe ese conocimiento de Chávez, que lo ha asumido e incorporado a su propio pensar y a su acción política, y que las ideas del cubano sin duda alguna han completado y madurado las suyas propias[…] su apropiación de la obra de Martí y su explicación de ella para su pueblo.89
A partir de las evidencias identificadas y estudiadas por este trabajo —que no agota el estudio del tema—, planteamos la tarea de sistematizar el proceso de aprehensión martiana por parte de Hugo Chávez.
En primer lugar, aparece a finales de 1994 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el entonces Teniente Coronel. Inició sus palabras refiriéndose a “esta tierra de Martí y de Bolívar”. Luego refirió que, “como Aquiles Nazoa90 dijo de José Martí, nos sentimos de todos los tiempos y de todos los lugares, y andamos como el viento tras esa semilla que aquí cayó un día y aquí, en terreno fértil, retoñó y se levanta”. Lo anterior plantea la tarea de profundizar en el estudio de los escritos martianos de Aquiles Nazoa, citado por Chávez.
Dijo además, “haber leído en la cárcel, […]haber releído, en primer lugar, en la cárcel de Yare, aquella encendida defensa, aquella encendida palabra, La historia me absolverá; y haber leído también en la cárcel, Un grano de maíz, la entrevista hecha en ese tiempo por el Comandante Tomás Borges[…]. Eso lo releíamos —continuó diciendo—, lo leíamos en la cárcel, y fue para nosotros alimento de prisioneros, y fue para nosotros, y sigue siendo, alimento de rebeldes”.91
En, La historia me absolverá (1953) y, Un grano de maíz. Conversación con Tomás Borge (1992), consta la presencia implícita y explicita del espíritu martiano asumido por Fidel, hecho que seguramente habría sido captado por Chávez como una columna de su pensamiento y acción, y que seguramente añadió sostén a la cosmovisión trasformadora nuestroamericanista de por sí innata en el prisionero de Yare, pues tal dijo en la Habana de 1994, “estamos en era bicentenaria, en la cual nos juramos, dedicarle la vida a la construcción de un movimiento revolucionario y a la lucha revolucionaria en Venezuela, y, ahora, en el ámbito latinoamericano. Eso comenzamos a hacerlo el año bicentenario del nacimiento de Bolívar”,92 y recordó que, “este próximo año es el centenario de la muerte de José Martí; veamos que este año que viene es el bicentenario del nacimiento del mariscal Antonio José de Sucre; veamos que este año que viene es el bicentenario de la rebelión y muerte del zambo José Leonardo Chirinos en las costas de Coro, en Venezuela, tierra, por cierto, de los ascendientes del prócer Antonio Maceo”.
De modo que buscamos la aprehensión de Martí por Chávez y es Chávez quien, desde la esencia martiana, nos habló de Bolívar; y además de Sucre, Chirinos, Samuel Robinson, Simón Rodríguez (gran sembrador “de las ideas revolucionarias en Bolívar”), de Ezequiel Zamora, Omar Torrijos, Velasco Alvarado, San Martín, Sandino, Mariátegui; de los “ascendientes venezolanos de Maceo”.
Así, dijo: “hay en toda la América, Martí”; y “ahí están las raíces de un proyecto de nación, una sola nación que somos todos los latinoamericanos y caribeños”, que brota de “ese binomio de Bolívar y Martí, como forma de levantar la emoción y el orgullo de los latinoamericanos”. Subráyese, “ese binomio de Bolívar y Martí” (Chávez, 1994).
En el año de 2002, el ya Presidente de Venezuela y Comandante de la Revolución Bolivariana refirió que Martí, “era como crístico, como que tenía a Cristo por dentro. Y fue al sacrificio como Bolívar también, como el Che y como tantos otros Quijotes de la historia, de los mundos. Martí, José Martí, el que supo interpretar nuestra América y clamar por ella y luchar por ella”.93
En el año 2004, el propio Chávez dijo que su pasión por Bolívar había comenzado “estudiando la Historia Militar con el general Jacinto Pérez Arcay y con el comandante Betancourt Infante, que era otro excelente instructor de Historia”.94 En este punto abundó que, “en uno de los libros de Pérez Arcay había leído sobre José Martí”, y que “de cuando en cuando pasaba por Radio Barinas a promover la captación de aspirantes”; que “había un guión que a uno le mandaban desde Caracas, pero yo le añadía cositas[…] les hablaba de Bolívar y lo que de él dijo Martí”. Recuerda que un “Día de la bandera, lo pusieron a hablar en Barinas, cuando era subteniente, y mi discurso fue un reclamo. También levantó su roncha, porque me pidieron las palabras por escrito, y les dije: “Yo no escribo discursos”. Expresa que, en Maracay, aquel 17 de diciembre comenzó recordando a Martí:
“Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, [...]porque lo que él no hizo, sin hacer está hasta hoy”. Y lo enlacé con la situación de ese momento: “¡Cómo no va a tener Bolívar qué hacer en América todavía, con tanta pobreza, con tanta miseria; cómo no va a tener qué hacer Bolívar[...]”.95
Sobre este particular, el general Pérez Arcay ha confesado que, Chávez “mencionaba mucho la muerte, en el sentido martiano, como un sacrificio”, y que a su salida de la cárcel de Yare, luego del Caracazo, él le expresó: “Mira, Hugo, yo creo que tú estás enamorado de la muerte. Tienes que mencionarla menos, alejarte un poquito de ella”.96
Jacinto Pérez Arcay añade que desde muy temprano Hugo Chávez conocía que el imperio estadounidense representaba el mayor peligro para el país, por lo que, el principal combate se debía librar “contra Estados Unidos” y su secular codicia sobre los recursos de Venezuela, “una de las grandes advertencias de Bolívar”.
Leyendo a Arcay, es posible sintetizar varios factores que concurren en los apetitos de la élite político-militar y económica estadounidense sobre Venezuela. Primero, habla de su ubicación geográfica, pues, “como afirmó Halford John Mackinder, presidente de la Sociedad Geográfica de Londres: Venezuela es el meollo geopolítico del subcontinente, es la cabeza de playa; quien tome a Venezuela, tomará el resto de la América”. Y añade que esto también fue asumido por “otros padres de la geopolítica, como Friedrich Ratzel, Karl Ernst Haushofer”. En segundo lugar, “otra de las grandes riquezas codiciadas de Venezuela es el Orinoco. Sus aguas valen más para las islas del Caribe que el mismo petróleo”. Y la tercera cuestión, “por supuesto, el petróleo”.97
Consciente de su papel y del llamado de Bolívar ante las amenazas que se ciernen sobre Venezuela, Chávez emprendió un “proyecto de resurrección del sueño bolivariano”. Es en este contexto que se produce su primera visita a Cuba y su paulatina aprehensión del pensamiento de José Martí, en su binomio nuestro americano con Bolívar.
El 14 de diciembre de 2024 se cumplirán tres décadas de las históricas palabras pronunciadas por el Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías durante el acto en su honor del Aula Magna; y el 21 de marzo de 2024 se cumplieron los primeros ciento cuarenta y tres (143) años del discurso de Martí durante el acto en su honor, en el Club de Comercio de Caracas.
Si se releen y comparan ambos discursos, se comprenderán mejor los tiempos pasados, actuales, y los escenarios futuros de América, a la luz del pensamiento de Bolívar y Martí. Las similitudes que encontramos entre estos dos discursos tienen una base objetiva, histórica.
XII
Luego de su transcripción, el espontáneo discurso de Hugo Chávez en el Aula Magna —no fue un discurso escrito: “yo no escribo discursos”, como dijo antes— abarcó —solo— ocho cuartillas, pero resultaría epocal. Para mayor coincidencia histórica, los Fragmentos publicados del discurso de Martí en el Club de Comercio Caracas del 21 de marzo de 1881, comprenden unas nueve cuartillas.
En el Aula Magna, Hugo Chávez mencionó a José Martí en nueve oportunidades (un promedio de 1,1 vez por página); a Cuba o lo cubano, 25 veces; a Latinoamérica o lo latinoamericano, 22 veces; a Simón Bolívar, 33 veces; a Venezuela o lo venezolano, 49 veces; a la necesidad de mantener la unidad, seis veces. Pero no solo apeló a motivos históricos y patrióticos, o a la imprescindible unidad.
También advirtió sobre la necesidad de promover una, “Revolución económica”; de establecer “nuevas bases económicas”: un “modelo económico popular”, un “modelo económico-social”, un “modelo económico soberano”. Aquí llamó a no seguir siendo una “economía complementaria”, “una economía colonial”, y habló del siglo xxi como de, “resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano”.
En este aspecto afirmó, que “no es aventurado pensar, desde el punto de vista político, en una asociación de Estados latinoamericanos. ¿Por qué no pensar en eso, que fue el sueño original de nuestros libertadores? ¿Por qué seguir fragmentados?; y habló del Proyecto Nacional «Simón Bolívar», pero con los brazos extendidos al continente latinoamericano y caribeño[…]”.
Tal vez pocas visitas en la historia de nuestra América han sido tan simbólicas como la de Martí a Caracas y la de Chávez a La Habana. Luego del estudio de los discursos en el Club de Comercio (1881) y en el Aula Magna (1994), es imprescindible referir algunas ideas:
Martí en Caracas (1881): “Así, temblando mis mejillas al recuerdo de los días de patriarca grandeza[…]como tiembla la superficie de la tierra al ser movida por el fuego interior de los volcanes, fuime a pagar, frente a una tumba blanca, como cumplía a un alma tan pura, mi tributo impaciente”.98
Chávez en La Habana (1994): “Este momento de huracán de emociones, de ideas, de pasiones y de sentimientos cruzando mi mente y anidándose en el alma de soldado, de revolucionario, de latinoamericano. ¡Tantas cosas que se agolpan en la mente, tantos recuerdos, tantas veces soñar con Cuba, estar en Cuba y, al fin, estar aquí!”.99
Martí en Caracas (1881): “A ofrecer vengo nuestros dolores, como en el día del triunfo vendremos a ofrecer en el altar del Padre Americano el fruto de nuestra redención y el brillo y el honor de nuestra historia[…] hay obra común y magnífica que hacer, vengo a ofrecer, triste y dignamente, mis servicios a los hombres, a poner hombro en la obra”, pues, “hay que abrir ancho cauce a la vida continental”, y “así, armado de amor, vengo a ocupar mi puesto en este aire sagrado, cargado de las sales del mar libre y del espíritu potente e inspirador de hombres egregios; -a pedir vengo a los hijos de Bolívar un puesto en la milicia de la paz”.100
Chávez en La Habana (1994). “Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los años por venir[…]. Algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos, como estamos, desde siglos hace, en la idea de un continente hispanoamericano, latinoamericano y caribeño, integrado como una sola nación que somos. En ese camino andamos”.101
Luego de sus palabras “en este viaje a Cuba, fugaz, pero profundo”, Fidel Castro le expresaría a Hugo Chávez, a quien acababa de conocer:
Nos sentimos muy honrados con su presencia esta noche, Comandante y Teniente Coronel. Comandante en Jefe del Movimiento Revolucionario Bolivariano, que nos habla de tales ideas, que nos habla de reunirse para preparar un Congreso Anfictiónico[…]. Esas son las ideas de esta época, ese es el antiimperialismo de esta época, y eso hace sentir la necesidad de Bolívar y Martí más que nunca ¡Vivan las ideas de Bolívar! Vivan las ideas de Martí!
Segunda parte. Exégesis
2.1. Venezuela, exégesis de la etapa caraqueña martiana
Resulta enriquecedor el acervo martiano construido por decenas de autores venezolanos desde el siglo xix hasta hoy,102 como el reciente libro de Wolfgang R. Vicent Vielma, Venezuela y los venezolanos en la obra de José Martí (1875-1895), presentada en enero de 2022 en la Feria del Libro de Venezuela, trabajo que contiene una pormenorizada relación bibliográfica sobre la exégesis martiana entre los siglos xix y xxi, así como un valioso registro sobre las anotaciones hechas por personas que conocieron a Martí; que asistieron al Club de Comercio de Caracas aquella noche del siglo xix; memorias de sus alumnos; referencias y citas que develan puentes martianos, y venezolano-cubanos de gran valía.
Si se mira hacia el siglo xix, aparece que Venezuela conserva en la Hemeroteca de su Biblioteca Nacional los originales del periódico, La Opinión Nacional, cofres culturales que atesoran los artículos publicados por Martí en ese medio; de igual modo, conserva las publicaciones de, El Cojo Ilustrado, medio que desde finales del siglo xix dio cabida a varios autores que escribieron acerca del Maestro.
Si mira al siglo xx venezolano, aparecerán obras como: La literatura venezolana en el siglo xix, de Gonzalo Picón Febres, que aborda el reconocimiento que tuvo Martí entre la intelectualidad venezolana; Martí en Venezuela: Escritos de José Martí sobre asuntos y personajes venezolanos, publicada en 1930 por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela; Venezuela a Martí, publicada en 1953 por la Embajada de Venezuela en Cuba y coordinada por el Embajador Altuve Carrillo, en ocasión del Centenario del Apóstol. También en 1953 el Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes, en su Revista Nacional de Cultura, editó un número especial en homenaje al Centenario; en 1955 se publicó la obra: José Martí: Sección Constante. Artículos aparecidos en La Opinión Nacional de Caracas, desde el 4 de noviembre de 1881 al 15 de Junio de 1882, publicada por Pedro Grases; o, Martí y Venezuela, de Aurelio Álvarez Echezarreta, publicada en Caracas en 1978.
Wolfgang R. Vicent añade que el 29 de agosto de 1969, la revista Bohemia, de Cuba, publicó el artículo de Francisco Pividal Padrón, Briceño y Martí (Relato de algunas confesiones sorprendentes), “que suministra el dato faltante sobre la salida de Martí de Venezuela en julio de 1881”. También destaca el “importante aporte de Fina García Marruz”, quien en 1982 escribió el artículo, “Venezuela en Martí,” publicado en el Anuario del Centro de Estudios Martianos, de Cuba; la obra de Alberto Rodríguez Carucci, compilador y autor en 1992 de artículos para el libro, José Martí en Venezuela y Nuestra América, publicado en Mérida, por la Universidad de Los Andes; menciona la contribución de libro de Ramón Losada Aldana, Revista Venezolana: 1ro. de Julio 1881 José Martí 15 de Julio 1881, Edición crítica, publicado por la Universidad Central de Venezuela en 1993.
Si se indaga en el primer cuarto del siglo xxi, aparecerá, La Nueva Revista Venezolana, publicada por la Casa de Nuestra América José Martí en los años 2006-2011, con aportes de diversos autores sobre la presencia de Martí en Venezuela; Venezuela en José Martí, 2010, obra de Mirla Alcibíades. Adicionalmente, en 2011 la Casa de Nuestra América José Martí publicó, Venezuela y Bolívar en José Martí, del cubano Salvador Morales Pérez (1985), y, Trinchera de ideas: Pensadores y poetas de Nuestra América, de Luis Navarrete Orta. También desde Caracas son mencionados los aportes de autores cubanos y venezolanos, como Pedro Pablo Rodríguez, Zaida Castro Delgado y Gregory Zambrano, entre otros; y se destaca el rol que ha jugado la Casa de Nuestra América José Martí, que inició formalmente su trabajo en el año de 2004, en el marco del Acuerdo Cultural entre Venezuela y Cuba, suscrito en octubre del año 2000 por los presidentes, Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz.
En resumen, según Wolfgang:
Desde nuestra humilde posición de investigadores venezolanos de la obra de Martí, y en este caso en particular, de su obra venezolanista, se da fe sobre la puesta de manifiesto de la obra martiana, de la revelación a la consagración por la fundación de América. La visión de Martí sobre América y sus elocuentes trabajos de observación e investigación sobre la realidad de Venezuela, de sus hombres y mujeres, de su potencial y el magnífico ejemplo del legado bolivariano hacia toda nuestra América es muestra cabal de esa consagración de Martí. Sus aportes a la historia, a la literatura, al periodismo, a la educación, desde la perspectiva de la tierra venezolana es un importante y sobrio aporte de Martí a la cultura universal.103
La anterior declaración confirma un axioma y es que se reconoce la existencia de un sentido y de una obra sobre lo venezolano, “obra venezolanista”, “sobre la realidad de Venezuela, sus hombres y mujeres”, sobre el “legado bolivariano”, en José Martí. Esa obra, que surgirá sobre todo en Venezuela, encontró relevancia universal, civilizatoria, nuestroamericana.
De modo que la búsqueda martiana de Bolívar y de lo venezolano en el siglo xix muestra un nivel de madurez y reflejo material creciente en la literatura histórica, en las crónicas y memorias; dispone de un antecedente en los escritos de quienes conocieron al Maestro en Caracas, y en sus propias cartas, artículos, discursos, evocaciones, trabajos que han llamado poderosamente la atención de los exégetas venezolanos, constituyendo, al mismo tiempo, claves para estudiar el pasado y arcilla para la construcción del presente, y del futuro.
Este nexo histórico esencial, secular y actual, martiano-bolivariano, cubano-venezolano, nutre y fortalece las raíces de la literatura contemporánea que aborda el tema en cuestión, subyace en la fructuosa obra creada por Martí, durante su estancia en Caracas y luego de su partida; pero también subyace en la obra posterior de venezolanos y cubanos que asumen el estudio del legado Nuestroamericano como un cuerpo dialéctico vivo, en transformación, en sus nuevos accidentes y esencias, como parte de un necesario y enriquecedor acervo cultural biunívoco, que fluye objetivo, intemporal; que continúa sin sacudirse el polvo que levanta el intrincado camino del conocimiento, y también el polvo del empedrado camino de la historia contemporánea. Y que tendrá siempre ante así nuevos y desarrolladores retos.104
Para los martianos cubanos constituye motivo de agradecimiento, honor y compromiso la existencia de este diálogo secular entre lo venezolano, los venezolanos, y José Martí.
2.2. Cuba, exégesis de la etapa caraqueña martiana
En Cuba, la exégesis sobre lo venezolano en la obra de Martí también ha desencadenado una actualización permanente en el estado del arte sobre el tema. No pocos trabajos y autores abordan los nexos martianos con su amada Venezuela. Algunas de estas obras fueron referidas antes y varias de ellas aparecen en la bibliografía consultada. No sería posible, ni es tarea planteada, construir aquí un estudio bibliográfico-bibliométrico diacrónico sobre el estado del arte del tema, imposible de enmarcar en el razonable espacio disponible, además de que ello ha de constituir una obra colectiva. Cuba dispone de instituciones especializadas, que estudian a Martí de norte a sur y de este a oeste, desde la punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio, y más.
Para el pueblo cubano, Martí no es solo el Héroe Nacional, es un héroe personal de cada ciudadano, tal vez el ser más leído, el más citado. Su presencia es tan apreciada en las publicaciones impresas —a pesar de la “crisis civilizatoria” por la que atraviesan las ediciones en formato papel—, como en las redes sociales; cuando un cubano o cubana desea prevalecer en el ejercicio de su criterio, en cualquier plataforma, con frecuencia lo comienza o concluye citando una frase martiana “certificadora” de su razón —aunque a veces esté fuera de contexto—. En Cuba Martí no es Zeus, porque es “el Olimpo mismo” (de paso, frase martiana).
Sin embargo, aunque algunos puedan pensar de otra manera, la obra de Martí —esa suerte de sitio arqueológico multicivilizatorio inagotable—, a veces tiene “misterios” no develados, profundidades y cimas no coronadas; y sobre todo, muchos ejemplos a seguir, “de cara al sol”.
Seguidamente abordaremos algunas referencias emparentadas directamente con el tema central de este inacabado artículo, el cual asume la valía histórica, teórica, dialéctica, práctica, que encierra el escrito de Roberto Fernández Retamar, Martí en su (tercer) mundo (1964),105 cuya “galanura de estilo, claridad de ideas y temas tratados”106 es resaltada por el profesor Pedro Pablo Rodríguez, de quien, a su vez, resulta imposible no citar: José Martí ante la Razón Moderna (2015);107 José Martí y su concepto del equilibrio del mundo (2016).108
También subrayamos la importancia del artículo de Armando Hart Dávalos, Problemas teóricos y acción eficaz (2016), una de sus postreras contribuciones. En el, insistió en analizar los retos del mundo actual a partir de tres categorías: “identidad, civilización y universalidad”, pues los principales acontecimientos del mundo actual “se relacionan con estas tres categorías”, cuya confrontación “está en el vórtice del ciclón posmoderno y constituye la nueva dimensión que está alcanzando el drama social, histórico y cultural en los años posteriores a la caída del muro de Berlín”.109
Visto lo anterior, parece pertinente añadir aquí la importancia que atribuyó el propio Simón Bolívar, tanto a la necesaria unidad, como al peso de los factores culturales en las luchas anticoloniales y sociales.
En este sentido, observaría en 1815:
Felizmente, los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto, proclamando la famosa virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión, que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta. Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración[…], y aquí precisa: “Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia”.110
XIII
Varios autores y autoras cubanas, como Lourdes Ocampo Andina (2010), han estudiado la presencia de, Simón Bolívar en José Martí: de la historia a la literatura,111 en el cual concuerda con el criterio de Fina García Marruz en que la estancia de Martí en Venezuela fue “breve pero fulminante”, “de definitiva importancia en su concepción de la América, que se enraíza en las experiencias de su niñez, empieza a gestarse conceptualmente en México y a conformarse en Guatemala —cuna volcánica de sus desgarrados Versos Libres—, pero que sólo encuentra su completes definitiva en Venezuela[…] donde irá a madurar esta concepción de un ajuste tan perfecto de contenido y forma que si falta alguna palabra de lo escrito falte algo esencial a la idea”, porque, “el que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la vaina, ese tiene estilo”.112
Se debe comentar aquí que Martí tiene sin duda ese estilo propio de abordar lo venezolano, como también lo griego, lo americano, y un largo etcétera. El Maestro construyó un esquema muy personal para estudiar los pueblos y civilizaciones, las culturas. Hemos hablado de ello.
Según Fina, es en Venezuela que su palabra “empieza no sólo a acercarse al acto sino a demandar su transformación en acto heroico, a hacerse ella misma ceñida y batalladora como una espada, es aquí que siente a su palabra también hija de la espada de Bolívar”. Opina que a partir de 1881 se advierte un “cambio radical” en el estilo de Martí, marcado por dos textos fundamentales: El carácter de la Revista Venezolana (con anterioridad hemos expresado nuestras consideraciones sobre el papel y lugar de este trabajo en el contexto general de lo venezolano en Martí, por lo que no añadiremos otras opiniones. Nota del autor); y el prólogo que dedicó al Poema del Niágara, del venezolano Pérez Bonalde, “ambos relacionados sin duda con el comienzo de una nueva expresión americana”.113 De modo que, según podemos deducir, para Fina García Marruz, Venezuela estuvo en el fiel de un “vuelco de estilo” en Martí, “en el centro de dos etapas perfectamente diferenciadas de su expresión: la de México, y —tras la etapa transicional de Guatemala— la de Nueva York”; Venezuela como el “comienzo de su gran oratoria política, su gran crónica periodística, y su definitiva entrega a una causa que deja de ser nacional para ampliar su radio de visión a todo el Continente”,114 con lo cual también coincide la opinión de la exégeta venezolana Mirla Alcibíades, en: Venezuela en José Martí.115
Pedro Pablo Rodríguez considera que durante el primer semestre de 1881, “el pensamiento martiano se movió en un plano superior”, comparado con la etapa en México, que “representó el encuentro con la realidad continental”, y en Guatemala, que significó “la revelación de la identidad histórico-social de la región”. Venezuela significa en la evolución de su pensamiento, “el decisivo momento afirmativo de la necesidad de las transformaciones sociales para alcanzar la plenitud continental. Por eso, puede decirse que los tres años justos que corren desde su salida de Guatemala, en 1878, hasta su embarque en La Guaira para regresar a Nueva York, en 1881, señalan una etapa significativa en el proceso de desarrollo de su latinoamericanismo, que él mismo indicaría como del paso de la revelación de nuestra América a la consagración por su fundación”.116
Al tiempo que Fina advierte del “cambio radical” en el estilo de Martí, marcado por los textos, El carácter de la Revista Venezolana y el prólogo que dedicó al Poema del Niágara, Pedro Pablo encuentra una relación entre la crónica martiana, Un viaje a Venezuela —esa “especie de síntesis de su estancia en el que disecciona los males del país sudamericano[…] que parten del distanciamiento entre la oligarquía ilustrada, empeñada en ver a sus países y sus pueblos con espejuelos europeos y estadounidenses, y esos amplios sectores populares, desechados del gobierno y olvidados a sus aspiraciones tras los procesos de independencia”117—, y su obra cumbre, Nuestra América, publicada casi diez años después.
Esta relación estaría sostenida por la observación de Martí en, Un viaje a Venezuela, donde dice que, “los pueblos de América[…] tienen una cabeza de gigantes y un corazón de héroe en un cuerpo de hormiga loca”. Por otro lado, en el ensayo Nuestra América, afirmará: “Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño”. Para Rodríguez, “es el mismo procedimiento discursivo y literario del ensayo publicado en 1891”.118
A propósito, podría recordarse que ya desde, El presidio político en Cuba (1871), el joven anotó: “España recordaba a Roma”, y “César había vuelto al mundo”. Como reflejamos previamente, nueve años después en su, Lectura en la reunión de emigrados cubanos (1880), dirá: “Bolívar, más grande que César, porque fue el César de la libertad[…]”.
Debemos añadir aquí, solo a modo de confirmación, que cuando Martí estudia lo griego, la civilización helena, durante un cuarto de siglo, en más de una ocasión utiliza este mismo recurso, estas recurrencias comparativas creadoras de un bucle discursivo histórico-literario retrospectivo, herramienta efectiva en el arsenal inagotable de su pensamiento.
Martí era un volcán que emitía potentes y encendidas asociaciones histórico-literarias, paralelos y símiles histórico-literarios muy propios, y certeros. El tiempo se ha encargado de petrificarlas, convertirlas en rocas literarias de las montañas volcánicas martianas. Quienes desanden descalzos los bosques que crecieron sobre ellas, las encuentran. Como fue apuntado, se trata de un recurso martiano conscientemente asumido: “Las letras vengan a andar la vía patriótica, de brazo de la historia, con lo que las dos son mejor vistas, por lo bien que hermanan”.
XIV
El nexo esencial bolivariano-martiano atravesó los filosos puentes de piedra que construyó el siglo xix; crece sólido sobre el no menos filoso camino venezolano- cubano de los siglos xx y xxi. Cuba y Venezuela, desde la martianía y bolivarianía, atesoran hoy no pocas letras que “andan la vía patriótica”, “del brazo de la historia”.
Se trata de una herencia cultural, de mirto y laurel, que tiene capacidad para defenderse, no solo en la preservación del tesoro histórico escrito y en la construcción del no menos necesario puente teórico de las herencias culturales. También surgen obras sobre conflictos y hechos contemporáneos violentos y retardatarios, cuyas causas vienen de lejos en la historia, y también, de lejos en la geografía continental.
Una de esas obras es, Abril sin censura. Golpe de estado en Venezuela. Memorias (2012), cuyo autor, Germán Sánchez Otero, se desempeñó como embajador de la República de Cuba en la República Bolivariana de Venezuela. Martí, de hecho, había sido embajador de la causa por la libertad de Cuba en ese país, durante el primer semestre de 1881. El título del citado libro contiene la esencia del accidente histórico que relata. En una de sus páginas, Otero reproduce una idea martiana crucial:
“Tienen las gentes humildes sacrificios heroicos, a las veces más altos que los que por circunstancias de azar logran premio y renombre” (y agrega Sánchez Otero): “Lo dice José Martí —quien en su tiempo caraqueño anduvo a pie por aquellos sitios—, como si hubiese estado ese aciago día en Puente Llaguno”.119
Precisa que, ante las agresiones y asedios, la indispensable y humilde resistencia del colectivo que integraba la Embajada cubana en Venezuela y de los demás cubanos que prestaban servicios en ese país, para honra del pueblo martiano, se abrazó con la epopeya de los patriotas bolivarianos. ¡Gloria al bravo pueblo!”.120
El espíritu de resistencia de Bolívar y Martí estaba y permanece en Puente Llaguno, en Venezuela, en Cuba, y Nuestra América; fue el que brotó en el Club de Comercio de Caracas, en el Aula Magna, el mismo que animó al Libertador en su, Carta de Jamaica.
Tercera parte. Martí y la cuestión civilizatoria
Únicamente si se toma conciencia sobre el engrane de lo nuestroamericano con lo universal que habitaba como un todo en su pensamiento cultural civilizatorio y revolucionario, se podrá entender lo que va a suceder en Martí, antes, durante y después del efímero, pero fundacional primer semestre de 1881, y su reflejo en la producción periodística y literaria caraqueña y postcaraqueña, en la cual construyó un nexo simbólico, libertario; un eje y un paralelo cultural-civilizatorio greco-venezolano. Como fue dicho, consideraba a Grecia y Venezuela, cunas: la primera, “de las razas latinas de Europa”; la segunda, “de los pueblos hispanoamericanos”.
Será preciso desligar esta asociación de toda manifestación de helenismo. José Martí no fue un helenista. Las alusiones conjuntas martianas a Grecia y Venezuela no obedecieron a una moda grecocéntrica, ni portaban las fragancias de la llamada globalización helenística.
Cuando el Apóstol estudió las civilizaciones y pueblos (lo griego entre ellos) lo hizo impulsado por la necesaria búsqueda del imprescindible equilibrio multicivilizatorio universal, revestimiento y blindaje ético de su pensamiento. Para el Maestro no existe Patria sin Humanidad, Patria sin nexo y concatenación universal. Ve la parte, y el todo.
De allí que un “secreto” subyacente en su metodología cognoscitiva se devela al constatar que no estudiaba únicamente a hombres y pueblos aislados; mucho menos los estudiaba “por la cáscara”. Creía que “el que estudia los pueblos por la cáscara, solo ve de éste los actos deslumbrantes y estruendosos”.121 Igualmente, se opuso tanto a, “adorar ídolos”, como a “descabezar estatuas”.122 Pensaba en clave de pueblos, civilizaciones, culturas, interrelaciones universales, vistas todas desde el sentido de la justicia, libertad e independencia. Por ello, cuando escribe sus comentarios sobre la Revista Venezolana dice que “la sinceridad es su fuerza; el estudio, su medio; y solo un derecho se recaba para sí: su derecho a lo grande”; cuando se despide de Aldrey, le dice que “tiene los ojos fijos en lo alto”: Pero es que ya en 1877 se había referidos a los “códigos nuevos”, a la “gran política universal: la de las nuevas doctrinas”; de las “grandes y nuevas corrientes”; de la “civilización dignificadora y pacífica”.
Es en este contexto, arrobado por la magnitud civilizatoria de la epopeya anticolonial bolivariana, comprometido con su necesaria continuidad, preocupado por el futuro de nuestra América y de la humanidad, que toma el vapor Felicia rumbo a Venezuela, empujado por un axioma: la civilización de América hervía entonces al menos en un punto concreto de su geografía: y ese punto era Caracas.
A partir de los anteriores argumentos, el presente capítulo identifica lo imprescindible y necesario que resulta sistematizar la visión civilizatoria de Martí, sus elementos componentes, y mostrar los argumentos que develan la existencia de un paralelo greco-venezolano en su obra, sobre todo, durante y con posterioridad a su estancia en Venezuela.
Este autor ha estudiado la cuestión civilizatoria en Martí en dos trabajos: la monografía publicada por la editorial TOPOS, de Atenas: José Martí y lo griego (2021)123; y en el artículo publicado por el Centro de Estudios Martianos de Cuba, El “inmenso y grave beso de los mundos”: las civilizaciones en Martí (2023).124
XV
Un estudio marco, general, sobre la visión civilizatoria de José Martí, al parecer, continúa siendo una asignatura pendiente. Sus escritos sobre las diferentes civilizaciones han llamado relativamente menos la atención con respecto a otras variables (aunque se ha escrito más sobre las civilizaciones americanas precolombinas en la obra de Martí), y aunque algunos autores se refieren a su idea sobre la inexistencia de una dicotomía entre “civilización y barbarie”, pues “no hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”,125 ello, o bien queda congelado en ese enunciado general abstracto; o es abordado solo desde la multiculturalidad; menos, desde la visión civilizatoria martiana, categoría que si bien abarca y contiene la llamada multiculturalidad, constituye un concepto que a juicio de este modesto trabajo, la trasciende.
En la cosmovisión martiana emerge, indivisible, la unidad entre lo multicultural y lo multicivilizatorio; lo primero visto como cualidad de lo segundo, no como categorías encontradas, sino familiares. Lo cultural e identitario conforma una cualidad de lo civilizatorio. En el mundo han coexistido y hoy (mal) coexisten numerosas civilizaciones (se habla crecientemente sobre los llamados, Estados-civilizaciones), a las que le son propias culturas, identidades, tradiciones, territorios, economías, lenguas, valores, intereses, políticas.
La exégesis del pensamiento multicivilizatorio martiano resulta importante no solo de cara a la interpretación de las épocas pasadas, o del siglo xix americano. Resulta importante también de cara a la —pretendida— estructuración del llamado mundo multipolar, antítesis de lo unipolar, un proceso de construcción y deconstrucción de ideas y arquitecturas que ha planteado de manera reemergente e intensa la compleja y polémica, llevada y traída, cuestión civilizatoria, pero casi siempre, desde la visión de las grandes potencias.
El pensamiento multicivilizatorio de Martí podría constituir una de las premisas para interpretar el presente y diseñar el futuro de la humanidad, desde el —llamado— Sur. De allí la necesidad y actualidad de su modelación. Esta exigencia tiene una naturaleza práctica, teórica, metodológica, y política. A día de hoy, el Sur está llamado, debe y puede, mostrar al mundo sus valores civilizatorios históricos, pero además su pensamiento civilizatorio, pues existe, desde el Sur, un rico y profundo pensamiento civilizatorio y multicivilizatorio. Surgió desde las llamadas civilizaciones precolombinas. En el complejo siglo xxi solo una multipolaridad respetuosa de lo multicivilizatorio, sea cual sea el tamaño, arsenal y poder de los pueblos y civilizaciones, será “dignificadora y pacífica”.
XVI
Encuadremos desde una mirada, el mundo, y también la América nuestra que vio la retina civilizatoria martiana. Para Marinello, “en lo antiguo”, Martí oteó “hacia el Oriente, Grecia, Roma”, así como “hacia las realizaciones de la América remota”.126 Para Armando Hart, “no habría[…] movimiento emancipador en Nuestra América sin la enorme cultura que representa Bolívar, Martí y los próceres pensadores de nuestras patrias”. Además, planteó un reto cultural y político, consistente en que, “no existe posibilidad de transformación radical revolucionaria si no somos capaces de descubrir los hilos que articulan nuestra identidad nacional, nuestra proyección universal y nuestro derecho a una civilización más alta”.127 Anótese, “una civilización más alta”, que ve concatenada con la identidad nacional y la proyección universal.
No se trata de un tema menor. Política y culturalmente, la cuestión civilizatoria abordada por Hart en el siglo xxi fue planteada en toda su magnitud por Martí en el siglo xix, y lo hizo, además, desde el Club de Comercio de Caracas.
Martí desarrollaría un pensamiento trascendente sobre la necesaria convivencia entre todas las civilizaciones. Es, quizás, desde esta percepción, que Hart (2017) visibilizó la contribución martiana a la aspiración de alcanzar un equilibrio social e histórico “entre los individuos, las colectividades, las naciones y la humanidad en su conjunto”. Y ello lo conduciría a identificar las “tres grandes categorías”, la triada, asociada de manera directa con “los principales acontecimientos del mundo actual: identidad, civilización y universalidad”.128
También en Retamar (1964) aparecen algunas anotaciones que apuntan a la necesidad de ver la totalidad no fragmentada martiana, aunque propiamente el discurso civilizatorio aparece más nítido en el pensamiento de Hart, lamentablemente truncado por su partida.
Martí oteó hacia las diferentes culturas existentes en el mundo que le tocó vivir, pero también hacia las diferentes civilizaciones que construyeron esas culturas. Vio contenido, y continente; procesos históricos, culturales; pero también políticos, geográficos, económicos.
En cascada, constituye una exigencia estudiar la cosmovisión martiana sobre lo civilizatorio, especialmente su visión sobre las interrelaciones entre las civilizaciones, ignoto campo de su pensamiento donde, casi un siglo y medio después, el esfuerzo sistematizador y el estado del arte del conocimiento aún parecen rezagarse a la herencia cultural legada por el Maestro, quien en unos cuarenta y tres trabajos se refirió alrededor de cien veces a las civilizaciones americanas precolombinas, sudamericana, mexicana, griega, egipcia, romana,129 persa, árabe, hebrea, otomana, india, cartaginesa, rusa,130 norteamericana, anglosajona, y otras.
Construyó y se nutrió de una respetuosa visión global multicivilizatoria, en la que no tenía cabida vestigio alguno de racismo, esclavitud, colonialismo e imperialismo de unas civilizaciones sobre otras, contradictoria realidad que percibió en toda su magnitud y crudeza a lo largo de la segunda mitad del siglo xix americano. Martí vivió y conoció la esclavitud, el racismo, el colonialismo y el imperialismo. Murió combatiéndolos. Murió de bala.
Visto así, tal vez se comprenderá mejor por qué ya en 1876, consideraba que “la libertad nacional era la animadora de todas las creencias del espíritu moderno y de todas las formas de la nueva vida”;131 por qué el 3 de marzo de 1889 en el artículo sobre, La exhibición de pinturas del ruso Vereschaguin, evocó: “la justicia primero, y el arte después”, porque “cuando no se disfruta de la libertad, la única excusa del arte y su único derecho para existir es ponerse al servicio de ella”[…] “¡Todo al fuego, hasta el arte, para alimentar la hoguera![...]”.132
Sin embargo, no es este el único botón de muestra acerca de la visión civilizatoria de la libertad que refirió el Maestro. Según comentó en 1911 su discípulo, amigo y albacea, Gonzalo de Quesada y Aróstegui (1868-1915):
Un día en que arreglábamos papeles en su modesta oficina de trabajo, en 120 Front Street —convertida, en aquel entonces, en centro del Partido Revolucionario Cubano y redacción y administración de Patria— di con unas páginas sueltas de, El Latino Americano, aquí y allá corregidas por Martí (se trataba del texto original de la novela de Martí, Amistad funesta. Nota del autor), y exclamé al revisarlas:
“¿Qué es esto Maestro?” “Nada —contestóme cariñosamente— recuerdos de épocas de luchas y tristezas; pero guárdelas para otra ocasión. En este momento debemos solo pensar en la obra magna, la única digna; la de hacer la independencia”.133
XVII
Martí mostró una honda preocupación por el “espíritu que perduraría en la civilización norteamericana”, si el “puritánico” o el “cartaginés de conquista y el mercenario de lucro”;134 condenó las “injusticias de la civilización norteamericana” con los “pueblos originarios indios norteamericanos”, que necesitaban y no disponían de “cuidados civilizadores”; denunció la vulgarización del concepto de civilización, que en su “estado actual” estaba siendo vista como el derecho natural de conquista de una civilización (la anglosajona) sobre otra (la egipcia); porque se llama “bárbaro” a todo hombre “que no es de Europa o de la América europea”. A propósito de lo anterior, todavía en el primer cuarto del siglo xxi algún funcionario europeo piensa y expresa que, Europa es un “jardín”, y el resto del mundo, una “jungla”. Será preciso estudiar —y denunciar— las “dicotomías” del siglo xxi según esta visión, tal como hizo José Martí en siglo xix cuando desarrolló su equilibrada visión civilizatoria.
Fue consciente de que era preciso “transitar” desde una “civilización bárbara y corruptora”, que propugnaba el “enflaquecimiento de las naciones en provecho de castas favorecidas”, a otra “civilización dignificadora y pacífica”; entendió que, “el choque es enorme”; que “nuestra tarea es equilibrar los elementos”, de allí —como se verá—, su histórica apelación multicivilizatoria desde Caracas en 1881, al “inmenso y grave beso de los mundos”; o sus apuntes sobre el papel de las Antillas, que podían ser, “si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, —mero fortín de la Roma americana—, y si libres[…] serían en el continente la garantía del equilibrio[…]”, de modo que, “es un mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas las que vamos a liberar”135, refiriéndose a Puerto Rico y Cuba.
En uno de sus, apuntes sobre libros que pensaba escribir, aparece que Martí anotó:
Libro para escribir inmediatamente: El alma americana: —Elementos, obstáculos y objetos de la civilización sudamericana: Religión, política, industria, educación, inmigración, comercio, literatura, universitarismo, europeísmo[…].136
Como se aprecia, llegó a concebir y anotó un esquema para estudiar las civilizaciones, en particular la sudamericana, el “alma americana”. Comprendía: elementos, obstáculos y objetos. Y entre los elementos anota: Religión, política, industria, otros, hasta llegar a diez.
Por su gran valor sociológico, histórico, cultural, teórico, nuestroamericano y civilizatorio, será obligado citar aquí lo dicho por Martí en, Honduras y los extranjeros (1894):
En nuestra América hay mucho más sentido de lo que se piensa, y los pueblos que pasan por menores, —y lo son en territorio o habitantes más que en propósito y juicio—, van salvándose a timón seguro de la mala sangre de la colonia de ayer y de la dependencia y servidumbre a que los empezaba a llevar, por equivocado amor a formas ajenas y superficiales de república, un concepto falso, y criminal, de americanismo. Lo que el americanismo sano pide es que cada pueblo de América se desenvuelva con el albedrío y propio ejercicio necesarios a la salud, aunque al cruzar el río se moje la ropa y al subir tropiece, sin dañarle la libertad a ningún otro pueblo[…].
En América hay dos pueblos, y no más que dos, de alma muy diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres, y sólo semejantes en la identidad fundamental humana[...]. De un lado está nuestra América, y todos sus pueblos son de una naturaleza, y de cuna parecida o igual, e igual mezcla imperante; de la otra parte está la América que no es nuestra, cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la que con el decoro firme y la sagaz independencia, no es imposible, y es útil, ser amigo. Pero de nuestra alma hemos de vivir, limpia de la mala iglesia, y de los hábitos de amo y de inmerecido lujo. Andemos nuestro camino, de menos a más, y sudemos nuestras enfermedades.
La grandeza de los pueblos no está en su tamaño, ni en las formas múltiples de la comodidad material, que en todos los pueblos aparecen según la necesidad de ellas, y se acumulan en las naciones prósperas, más que por genio especial de raza alguna, por el cebo de la ganancia que hay en satisfacerlas. El pueblo más grande no es aquel en que una riqueza desigual y desenfrenada produce hombres crudos y sórdidos, y mujeres venales y egoístas: pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras. La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce.137
Uno de los rasgos del abordaje martiano sobre las civilizaciones es precisamente su carácter y conca-tenación universal. Por ejemplo, se refirió más de una vez a los puntos de contacto entre la civilización egipcia y la micénica; era consciente de la profunda transcivilización cultural afro-asiático-europea, que tenía lugar a través de las islas del Egeo, provenientes del Mediterráneo Oriental y del Norte de África; escribió sobre el “paneslavismo político”, y un largo etcétera. Tal vez resulte demostrativo e interesante constatar que, la canción Mediterráneo, escrita en 1971 por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, porta un claro trasfondo histórico-civilizatorio. En uno de sus bellos, geográficos y descriptivos versos, evoca:
[…]Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos,
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno
a fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura[…]
Tal vez algún día sepamos, si al escribir esta obra famosa, su autor conocía que tanto en 1881 como en 1882, José Martí alertó desde Caracas, en el periódico, La Opinión Nacional,138 acerca de los apetitos imperiales en el “Mediterráneo turbulento”,139 al que definió como, “llave de futuro maestrazgo en las revueltas luchas de que han de ser teatro entre naturales e invasores, y entre conquistadores diversos, los pueblos del norte de África, y las aguas coléricas del Mediterráneo, hechas ya a batallas”.140 No en vano Serrat hablaría del “llanto eterno” vertido por cien pueblos; de sus desventuras, que le han forjado un “alma profunda y oscura”.
XVIII
El pensamiento multicivilizatorio de Martí constituye una base epistemológica pertinente, desde la cual es posible abordar al menos cuatro elementos centrales e indivisibles, presentes en su cosmovisión universal y humanista de la justicia, independencia y libertad. Como hemos adelantado, estos cuatro elementos son, el: antiesclavismo, antirracismo, anticolonialismo y antiimperialismo. Ellos están reflejados de manera indivisible en la visión global multicivilizatoria de Martí, conforman un todo inseparable que tiene en cuenta e incorpora, además y poderosamente, el respeto por los elementos culturales, artísticos, educativos, lingüísticos, religiosos y espirituales, geográficos, políticos, económicos, históricos, otros, que caracterizan a cada civilización.
Es así, pues el mundo civilizatoriamente equilibrado que concibió Martí, fue un mundo de civilizaciones sin esclavos, sin discriminación de razas, sin colonias, ni imperios. De allí su apelación a la “civilización dignificadora y pacífica”.
¿Admiró los aportes de la Grecia Antigua a la civilización universal? Es indiscutible que sí. Se refirió a la, “eterna madre, Grecia”! Al mismo tiempo, desaprobó la existencia de una contradicción que la antigüedad griega no estuvo en condiciones de resolver, pues si bien por un lado existió una “hermosa Grecia artística”, como él la llamó y admiró, por otro, esa “hermosa Grecia artística” no superó el límite de ser libre más allá de los marcos de la “libertad aristocrática de Grecia”, paradoja del mundo antiguo marcada por una contradicción entre florecimiento artístico y cultural, y florecimiento impune de la esclavitud. Ningún pensador o filósofo antiguo griego se opuso a la esclavitud. El propio Platón fue vendido y comprado como esclavo en la isla Egina.
¿Ha sido resuelta esta contradicción por el mundo civilizado contemporáneo, por el llamado mundo moderno basado en reglas? Al parecer el colosal desarrollo cultural, económico, tecnológico, de la modernidad —a diez de ultimas basado predominantemente en los intereses hegemónicos de las élites de poder—, no solo no ha abolido, sino que condiciona el surgimiento y la convivencia de nuevas formas y prácticas esclavistas, racistas, coloniales, imperiales, discriminatorias, ya sean físicas, simbólicas, culturales, comerciales, políticas, o de agresiones militares genocidas impunes contra poblaciones indefensas.
De modo que no sería precisamente “la hermosa Grecia artística” de la antigüedad, el modelo de libertad con que soñó Martí, como quedará demostrado al menos en dos artículos.
En el primero, La política extranjera del uncle Sam, dirá que “los siglos no han de correr en vano, ni han de mudar las razas de continente, para que nuestra libertad pregonada por el águila como libertad definitiva, no sea más que la libertad aristocrática de Grecia”; pero añade: “o la libertad hipócrita del pueblo inglés, con un tacón clavado en la boca de Irlanda y una rodilla metida en el corazón de los cipayos”.141
En un segundo artículo, contenido en la papelería que dejó a su albacea literario Gonzalo de Quesada y Aróstegui, habló sobre “tres libros que acumulo, y no tendré tiempo para hacer”.
En uno de los esbozos de estos tres libros, anotó: “Grandes y nuevas corrientes: no monasterios, cortes y campamentos, sino talleres, organizaciones de las clases nuevas, extensión a los siervos del derecho de los caballeros griegos: que es cuanto, y no más, se ha ganado desde Grecia acá”142.
En línea esa visión, desde la Revista Venezolana coincidió con el escritor, periodista, abogado, filósofo y humanista venezolano Cecilio Acosta (1818-1881), en cuanto a que, “la antigüedad es un monumento, no una regla”, por ello, “estudia mal quien no estudia el porvenir”,143 mirada que avizora, precave, y llama a estudiar el porvenir para transformar, no “el monumento”, sino “la regla”.
Por otro lado, se debe significar que, si bien condenó las prácticas coloniales, esclavistas, racistas, imperiales, el “derecho de conquista” de que se creían (y creen) dueñas las élites y “castas” (usó ese término) expansionistas de ciertas civilizaciones, también planteó la pertinencia de “tomar lo mejor del sajón”, “del latino”, “del hombre del Norte”, “del hombre del Mediodía”. Abogó por asumir lo mejor de cada hombre y de cada civilización: “Y tomemos uno y otro”[…] “los hábitos corporales[…] las obras del intelecto maravilloso[…] la cultura de los campos, de los Liceos[…], las artes prácticas, las excelencias artísticas y literarias[…] aprovecharemos sus ventajas, nos ingeriremos de las dos savias, y, sobre ellas, encumbraremos nuestra nueva entidad americana”.144 Y es que para Martí, “los genios se deben a la virtud y al perfeccionamiento de la humanidad”.145
Por ello su propia vida y obra es una síntesis viva, unidora, de lo mejor de todas las civilizaciones; por ello consideraba que, “amar: he ahí la crítica”; por ello fue un fervoroso aeda de la cultura civilizatoria antiesclavista, antirracista, anticolonialista y antiimperialista; un tesorero inmaterial de lo universal, síntesis y albacea del mejor legado cultural de las civilizaciones precedentes, tan justo admirador de sus luces, como pertinaz transformador de sus sombras.
Así, su lucha por la “gran política universal: la de las nuevas doctrinas”, sigue tan vigente hoy como en 1877, cuando habló desde Guatemala sobre los “códigos nuevos”.
Visto lo anterior, parece demostrado que la cuestión civilizatoria es una de las llaves maestras para comprender la martianía desde sus primeros trabajos, hasta el final de sus días. A pocas semanas de caer en combate anotó en su, Diario, De Montecristi a Cabo Haitiano: “Hasta que la civilización no aprenda criollo, y hable en criollo, no civilizará”.146 Así, este trabajo parte de esa construcción consciente que representa la perspectiva civilizatoria martiana, presente en toda su obra, cual savia y alimento en el árbol de su visión nuestroamericana y universal.
3.1. “Inmenso y grave beso de los mundos”
El discurso martiano en el Club de Comercio de Caracas del 21 de marzo de 1881 es útil y virtuoso desde varios puntos de vista. Una de sus utilidades y virtudes consiste en que encierra significación epocal continental de orden histórico, político, patriótico, cultural; además, sus contenidos son de utilidad y novedad para la exégesis del pensamiento martiano en áreas menos estudiadas. En el caso que nos ocupa, este discurso resultará central en el análisis de otros dos temas, a decir: la presencia en Martí de la cuestión civilizatoria, y la construcción del eje greco-venezolano, pues expresa varios paralelos entre Grecia y Venezuela, como será visto en el epígrafe siguiente.
Analicemos, desde la brevedad, la cuestión civilizatoria, tal cual fue planteada por el Maestro en el Club de Comercio de Caracas, donde manifestó su deseo de ver a Cuba liberada, “a mi patria libre”, para que saliera “al paso”, por esos “mares fúlgidos”, a los “fatigados europeos”, a quienes Martí deseaba decirle que, para sus “venerandas conquistas, nosotros tenemos colosal cima fragante”; que “como ellos los del Arte, nosotros tenemos los monumentos de la Naturaleza”; como ellos “catedrales de piedra, nosotros catedrales de verdor; y cúpulas de árboles más vastos que sus cúpulas, y palmeras tan altas como sus torres, -y héroes, que a grabar los héroes en montañas, fueran más altas que sus héroes”. También deseaba expresarle a los “fatigados europeos” que tenemos “mujeres tan bellas como sus estatuas”; y “un sol de fuego y un amor de fuego que fecundan y doran y levantan los senos juveniles de la tierra”.
Particularmente sobre Cuba, añade: “iVéola estrecha y larga, tendida con aquel suave verdor, umbroso (sombreado) a trechos, y a trechos atenuado por el sol,-serpear por el sereno golfo, con su velamen de ligeras nubes[…]”.
Justo aquí comenzará, fluido y trascendente, ese minuto histórico del siglo xix, instante sublime en que proyectará la luz, junto al vuelo consciente y bello de su profundo pensamiento nuestroamericano, hacia lo universal civilizatorio; y llamará a “la fiesta de los pueblos”, al “encuentro de los hombres de tierras fatigadas que vienen a nosotros enamorados del ardiente sol”, a la “comunión colosal (portentosa) venidera”, “sobre el puente pintoresco”, “en el seno de la Naturaleza rejuvenecida de las civilizaciones (pueblos)”; y construirá su metáfora civilizatoria cumbre, sobre el “beso de los mundos”. Y ha de remarcarse que ello ocurre desde Caracas, cuando sueña y evoca la libertad de su amada patria esclavizada:
¡Véola ya cargado el seno de los híbleos frutos del pueblo colombiano, ir a cambiarlos por las serenas ciencias y afanosas industrias del pueblo de Japhet, y adelantar por sobre el agua blanda, con indígena gracia al encuentro de los hombres de tierras oscuras (fatigadas) que vienen a nosotros enamorados del ardiente sol.
¡Y véola ya, en aquella zona que parece por mano superior aderezada para celebrar la fiesta de los pueblos, como sondeando espiritualmente la tierra sobre el puente pintoresco, colgado de plátanos, salpicado de naranjos, alfombrado de flores, la comunión colosal (portentosa) venidera, en el seno de la Naturaleza rejuvenecida de las civilizaciones (pueblos) más viejas y probadas en la historia radiante de los hombres: -Inmenso y grave beso de los mundos[…].147
3.2. Martí, constructor de un nexo cultural civilizatorio greco-venezolano
¿Por qué José Martí construyó un nexo cultural civilizatorio greco-venezolano?
En primer lugar, al analizar la lucha anticolonial en América y en Europa, Martí captó que el proceso independentista en nuestra América y en Grecia coincidió cronológicamente. Aunque se habla relativamente poco sobre ello, en el corazón de las civilizaciones europeas del primer cuarto del siglo xix, Grecia era una colonia del imperio otomano, tierra ocupada, como lo eran Cuba o Puerto Rico. Grecia, sojuzgada y esclavizada, fue colonia durante cuatro siglos.
Tanto como los países de América del Sur, obtiene su independencia y crea su Estado nacional alrededor del primer cuarto del siglo xix, si bien en 1821 pudo “independizar” solo un tercio de su actual territorio; el resto continuaría ocupado por décadas. De hecho, la crucial batalla en la bahía de Navarino, donde las flotas rusa, francesa e inglesa destruyen a la otomano-egipcia, tuvo lugar solo en 1827. La expedición de quince mil tropas francesas en el Peloponeso, o expedición de Morea, contra las fuerzas otomano-egipcias, tuvo lugar solo entre 1828-1833. Así, la independencia de “Hispanoamérica” y de Grecia son hechos temporal-mente paralelos.
En segundo lugar, José Martí, quien estudió profundamente la civilización helena, “lo griego”, además de la lengua griega, no quedaría al margen de esta constatación histórica. Constituye un hecho fáctico y documentado que la resistencia de los patriotas griegos contra el imperio otomano constituyó uno de sus principales referentes épicos cuando organizaba la guerra necesaria de 1895. Así, el Apóstol se nutriría al menos de dos grandes raíces independentistas, además de la propia gesta emancipadora cubana de 1868: por un lado, la epopeya anticolonial encabezada por Bolívar en Venezuela y nuestra América, y por otro, las luchas de Grecia, sobre las cuales escribió y manifestó su admiración. Martí juntó estos dos paradigmas.
También los patriotas griegos encontrarían inspiración en Bolívar, en los próceres americanos, del mismo modo que varios excelsos poetas cubanos del siglo xix bebieron en los símbolos emancipatorios, tanto helenos como bolivarianos. Ello explica ese himno cubano a la libertad griega que constituyó la oda de José María Heredia, A la insurrección de la Grecia de 1821, publicada el 6 de agosto de 1823,148 treinta años antes de que naciera Martí; o el estremecedor poema de Joaquín Lorenzo Luaces, Caída de Missolonghi (Canto de Guerra del griego,1856); o la poesía de Juan Clemente Zenea y Fornaris, o Marcha de Manzanillo, de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, donde también transpira el ejemplo griego.
Está documentada la temprana alusión de Martí (Abdala, 1869) a la resistencia griega contra el imperio persa en el Desfiladero Termopilas; su evocación a la dramática defensa griega en la Ciudad Sagrada de Missolonghi, que aún tronaba en los cercos sangrientos otomanos de 1821-1826. Ello explicará por qué, en el artículo “Los clubs”, publicado en Patria, en fecha tan tardía como 1892, juramentó: “Trabajaremos… sin tregua ni descanso[…]; y si caemos, exclamaremos como el patriota griego en Misolonghi:149 “Tirano, aquí encontrarás al cubano muerto pero esclavo no. Dulce et decorum est pro patria mori”.150 y 151 Esta expresión martiana, que tendría lugar sesenta y dos años después de la muerte de Bolívar; once años después de su estancia en Caracas, constituye otra prueba sobre el nexo greco-venezolano en su pensamiento emancipatorio. Constituye un hecho que, sobre la raíz bolivariana del mismo se ha habado más; y menos sobre la raíz helena. Ambas están presentes en cosmovisión.
Recuérdese que cuando Martí define a Venezuela como “pueblo histórico” 152 y sostiene que como la Grecia de las razas latinas de Europa, es la “cuna de los pueblos hispanoamericanos”, precisó que ello es así, pues allí “surgió el padre de pueblos”, y “ni en Temístocles, ni en Pisistrato” (luego citará a otras tres grandes figuras históricas. Nota del autor) halla alguno a Bolívar semejante”. 153 Es decir, al construir un paralelo entre la estatura histórica de Bolívar y otras cinco renombras figuras, las dos primeras son griegas: Temístocles y Pisístrato.
A propósito, también Fidel Castro, en la segunda mitad del siglo xx, se refirió a la inspiración que representaba para las luchas de Cuba el ejemplo de resistencia de los griegos contra el imperio persa, particularmente en la batalla del Desfiladero de las Termopilas. Seguramente el Líder de la Revolución cubana conocía la evocación de Martí, en su Discurso en el Hartmann Hall de Nueva York, de 1889, cuando expresó sobre las luchas futuras de Cuba: “En tierra peleará, mientras haya un palmo de tierra, y cuando no lo haya, todavía peleará, de pie en la mar. Leónidas desde las Termópilas, desde Roma Catón, señalan el camino a los cubanos”.154
Desde Caracas sucedería otro hecho de marcado simbolismo, y es que la única mención que hizo el Héroe Nacional cubano sobre el poeta nacional griego, Dionisio Solomos, la publicará precisamente en el periódico, La Opinión Nacional, el 3 de enero de 1882, donde destaca el Canto a la Libertad escrito por Solomos. Y, acerca de poetas, también publicará en, La Opinión Nacional, que “en Missolonghi alzan los griegos estatua de bronce al generoso Byron”,155 “el inglés que había de ir a morir en Misolonghi” 156 (se respeta la ortografía original).
Señálese que, Martí también conocía los antecedentes históricos y civilizatorios asociados al Imperio Bizantino del Oriente. Escribió y tradujo sobre Bizancio. Cuando se refirió al expansionismo imperial en el “Mediterráneo turbulento”,157 se pregunta: “iCuánto tardan en resolverse los problemas históricos! aún está el conquistador de Asia a las puertas de Constantinopla”158. Aquí deberá apuntarse que también Bolívar construyó un nexo nuestroamericano con Bizancio, cuando se refirió a los estados del istmo de Panamá, “cuya magnífica posición entre los dos grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo; sus canales acortarán las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio!”159.
Grecia había sabido luchar frente a enemigos poderosos, construir muchos y grandes templos en sus polis; pero la fragmentación política nunca le permitió construir la unidad entre ellas. Bolívar y Martí lo sabían, y plantearían la cuestión de la unidad. Particularmente Martí lo advirtió en 1892, extrajo lecciones sobre las luchas intestinas griegas, y dijo:
En el silencio y donde los pedantes no los ven, practican los cubanos, en roce y creación: todas las virtudes necesarias para el goce pacífico de la libertad: que para caer en lo de las ciudades griegas, y andar de Atenas y Esparta comiéndose los límites, no valdría la pena de llenar de sangre la casa: en codeo mutuo y constante, limándose la vanidad o ayudándose de ella para la virtud, han de vivir los hijos de un pueblo que quiera ser dichoso.160
La existencia de una raíz bolivariana y helena en el pensamiento independentista de Martí, particular-mente de cara a la lucha de las colonias tardías, de Cuba y Puerto Rico, parece ser un hecho a considerar. Todo indica que ello, además de su importancia en sí como constatación, en determinada medida dio lugar a la construcción de un nexo cultural-civilizatorio greco-venezolano en el imaginario martiano. Este nexo greco-venezolano aparecerá en su etapa caraqueña, pero la va a trascender.
En sus grandes letras, refleja la existencia en Martí de una visión histórica multicivilizatoria, cuyas expresiones no resultarían referencias aisladas, meros adornos literarios helenistas, “adulaciones civilizatorias”, giros casuales y fastuosos. Se trata de un asunto esencial. En su letra pequeña, detrás de este nexo simbólico, cultural-civilizatorio greco-venezolano, parece habitar, claramente estructurada, una concepción martiana sobre la existencia de “pueblos históricos”, de “pueblos-cuna” de civilizaciones. Y entre esos pueblos, para el Apóstol, se encuentran los de Venezuela y Grecia. Sin embargo, solo un análisis bibliométrico de este nexo podrá ayudar y habilitar una mejor comprensión de su magnitud y esencias.
3.2.1. Bibliometría del nexo civilizatorio greco-venezolano en Martí
“Días de fiesta me parecieron, aunque eran días de trabajo los primeros que pasé en Caracas, a bien que para mí los días de trabajo son los verdaderos días de fiesta”.161
Antes de 1881 no aparecerá en la prensa venezolana trabajo alguno de Martí portador de motivos griegos. Lo anterior contrasta con sus publicaciones sobre dicha temática en medios de prensa de otros países, durante la etapa 1869-1880 (en México aparecieron: 11 trabajos; en Guatemala: 6; en Estados Unidos: 4; en Cuba: 3; en Argentina y Honduras: 1; en Venezuela: 0). Sin embargo, el estudio bibliométrico realizado aquí arrojó que, durante y después de su estancia en Caracas, se incrementaría notablemente el uso de motivos griegos por parte de Martí, ya sea relacionados con Venezuela, o desde la prensa de Venezuela. Ambas variables resultarán de interés en este estudio.
Aparece que, los dos primeros paralelos construidos por Martí entre Venezuela y Grecia tendrían lugar en el acto del 21 de marzo de 1881 en el Club de Comercio, donde, luego de confesar su amor por la “encantadora Caracas” diría: “Si por los valles echaba a andar, pensaba involuntariamente en los mansos rebaños y en los plácidos goces de Arcadia”.162 Presumiblemente, Martí habría conocido sobre la antológica Arcadia, gracias a la pintura de Nicolas Poussin (1637-1638).
En una segunda mención, expresaría esa misma tarde: “Si me acercaba a leer un rótulo, leía escuela: si me daba con una arrogantísima fachada griega que más que invita, obliga, por su imponente forma a toda grandeza de la ley, decíame que eso era ha poca pared recia musgosa, donde andaban, como búhos dormidos, épocas muertas”.163
También aparece que, en el segundo número de la Revista Venezolana, vuelve sobre el tema de “nuestros valles” y de los “valles de Arcadia”, alimentando con esta sugerencia sus paralelos greco-venezolanos: “No se ha de pintar[...] el verdor juvenil de nuestros valles con aquel verde pálido de Arcadia”.164
Antes han sido analizados otros nexos y paralelos martianos relacionados con Venezuela y Grecia, con Bolívar y determinadas figuras griegas, lo cual no se reiterará, pero que puede y debe ser considerado con fines de análisis en este punto. Pasemos a estudiar otros aspectos.
Luego de identificar, analizar y sintetizar unos trescientos tres trabajos donde Martí abordó motivos griegos, a lo largo de seis lustros, aparece que Venezuela (junto con Estados Unidos, país donde vivió unos quince años), es el sitio donde el Apóstol publicó el mayor número de obras y referencias sobre ese tema, con un total de sesenta y ocho trabajos, la inmensa mayoría de ellos publicados en, La Opinión Nacional. Casi no aparecerían referencias (hemos encontrado unas cuatro de ellas), en su rica pero breve, Revista Venezolana. En segundo lugar se ubicó, La Nación, de Buenos Aires; luego el periódico Patria; y La Edad de Oro. Le sigue la Revista Universal, de México, y El Partido Liberal. Otro elemento de comparación es que existen diez medios de prensa donde Martí publicó un solo trabajo con motivos griegos.
También aparece que, si entre 1869 y 1880, escribió cincuenta y un trabajos, en los cuales abordó motivos griegos, solo en 1881 su producción ascendió a treinta trabajos; y en 1882 llegaría a la cifra récord (para un año) de cincuenta trabajos, donde abordó motivos griegos. Resaltará que el mayor número de artículos publicados por Martí en esta etapa, contentivos de motivos griegos, vería la luz precisamente durante el lustro que comenzó con su estancia de seis meses en Caracas (lustro: 1881-1885). En general, el Maestro hizo unas 553 referencias a 75 ciudades, regiones o accidentes geográficos diversos de Grecia, sobre lo griego, la mayoría de ellas desde Caracas. La significativa amplitud temática y el número de publicaciones martianas que contienen esos motivos, y que fueron publicadas en Caracas, posibilitaría elaborar un trabajo particular sobre ello. A modo de ejemplo colocaremos los siguientes puntos. En todos los casos se trata de temas abordados por Martí desde Venezuela:
Debe quedar anotada la siguiente “coincidencia”, improbablemente casual: luego de una primera mirada exploratoria, podría sostenerse que las alusiones de José Martí a Venezuela y lo venezolano presentan un patrón de aparición en su obra escrita muy similar al patrón de aparición que muestran sus referencias a lo griego. Sin embargo, solo un estudio cuidadoso y diacrónico de este interesante y retador tema, que parta de lo conocido e investigado por diferentes autores, arrojará nuevo conocimiento sobre ello.
Aquí no se afirma que lo griego y lo venezolano sean los únicos surtidores martianos. Solo se hace notar que estamos en presencia de dos surtidores importantes, y que estos aparecieron durante y después de su paso por Venezuela. Como fue dicho, en ninguno de los cuarenta y cinco trabajos donde el Maestro aborda motivos griegos entre 1869 y 1880 aparece nexo greco-venezolano alguno. Dicho de otro modo: el nexo greco-venezolano en la literatura de Martí surgiría en un lugar concreto de la tierra: y ese lugar sería sobre todo Caracas, pues sus publicaciones desde la capital de Venezuela así lo demuestran, como se verá seguidamente.
XIX
Entre otros trabajos de Martí que contienen motivos griegos, publicados sobre todo en, La Opinión Nacional —si bien no solo—, pueden consultarse los siguientes, por fechas. En el año 1881, aparecieron: el 24 de enero,165 19,166 y 27 de octubre;167 Cuaderno de apuntes No. 6168 y No. 7;169 artículos del 2,170 4,171 9172 y 10 de noviembre;173 10,174 16175 y 30 de diciembre.176 En el año 1882, aparecieron: el 7,177 21,178 23179 y 180 y 27 de enero;181 10182 y 22 de febrero; 183 el 9,184 11,185 21186 y 24 de marzo;187 1,188 4,189 y 190 15191 y 20 de abril;192 13,193 22194 y 23 de mayo.195, 196 y 197
A modo de ejemplo, en la crónica, Un viaje a Venezuela, dirá que “no es preciso haber comido la ensalada negra de los espartanos para admirar a Leónidas”.198 En la misma publicación, al describir los caballos que montaban ciertos caballeros en una fiesta de Caracas, evoca: “Los caballeros que pasan[…] se acuestan sobre el cuello de la bestia, partiendo como flechas para escapar de las nubes de proyectiles que caen sobre ellos[…] Leónidas hubiera podido ofrecer batalla bajo esos doseles volantes”.199
Luego de su regreso a Nueva York en 1881, Martí no solo publicó Ismaelillo, o la imprescindible crónica, Un viaje a Venezuela. También publicó, Curazao, donde hizo escala el vapor Felicia que lo llevaba a Puerto Cabello y La Guaira. La crónica, Curazao, contiene dos alusiones a motivos griegos. Observará que, “no discurren por las calles esos gentiles suramericanos, hercúleos y Apolíneos del campo, -y si comidos por el alma excesiva, y mezquinados por la vida rápida en la ciudad, -ardientes y pequeños como griegos”. En otro momento, al referirse a su “mar limpio, terso, muelle y azul como ningún otro mar”, dirá que Curazao es “monótona y mondada”, y que encontró un alejado “pueblecillo” donde ve, “el alto templo gótico” y “la pared humilde copia en ladrillo de los templos griegos”.200
La “encantadora Caracas” leía de primera mano las entregas de Martí, las cuales hoy la ciudad atesora como amor y orgullo en su Biblioteca Nacional, como atesora la obra de Bolívar.
Una lectura de, Carta de Jamaica, develará que el Libertador también empleó motivos griegos, si bien son otros los aspectos verdaderamente centrales en ese documento.
Además de mencionar al mitológico dios Hermes y las alas desechas de Ícaro, luego de recordar la idea de Montesquieu acerca de que, "es más difícil sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre", Bolívar exclamará entre signos de admiración:
¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso[…] a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo.201
Estas alusiones del Libertador no constituyeron hechos casuales.
Como anotó Iósif Grigulévich, “por su nivel cultural, Bolívar superaba a otros participantes en esa lucha patriótica. Conocía bien a los clásicos griegos y romanos, la literatura española y francesa, la obra de los grandes ilustradores del siglo xviii. Poseía el don poco común de ensayista político. Sus numerosos manifiestos, proclamas, discursos y cartas —brillantes modelos de propaganda patriótica— contribuyeron a la victoria en no menor medida que las batallas y los combates”.202
3.2.2. “Venezuela Heroica”
Consta que, algunas veces, cuando Martí deseaba ensalzar el valor de un suceso, lo comparaba con un motivo griego. Un ejemplo de ello lo constituye su clara admiración hacia el libro de Eduardo Blanco, Venezuela Heroica (1881), expresada en un artículo homónimo publicado el 1ro. de julio de 1881 en la Revista Venezolana, cuando comparó esa obra con un viaje al Monte Olimpo, cuna de Zeus y casa de los dioses del panteón griego. Sin duda, el Apóstol leyó Venezuela Heroica, y se referiría de la siguiente manera, tanto al libro como sobre su autor:
Cuando se deja este libro de la mano, parece que se ha ganado una batalla. Se está a lo menos dispuesto a ganarla: y a perdonar después a los vencidos. Es patriótico, sin vulgaridad; grande, sin hinchazón; correcto, sin alarde. Es un viaje al Olimpo, del que se vuelve fuerte para las lides de la tierra, templado en altos yunques, hecho a dioses. Sirve a los hombres quien así le habla. Séale loado[…].203
Martí comentó que el citado libro describe cinco batallas: La Victoria; San Mateo; Las Queseras, “que oscurecen a Troya” (de paso, otro motivo griego y otro paralelo greco-venezolano. Nota del autor); Boyacá; Carabobo. Reconoce que, “precede a cada empeño de armas notable ensayo histórico, sobre los elementos, condiciones y significación de la época en que acontecen, con variedad tan rica aderezado, y tan meduloso, y tan brioso, que en este libro la página última está al lado de la página primera”. Y añade:
Todo palpita en Venezuela Heroica, todo inflama, se desborda, se rompe en chispas, humea, relampaguea[…] ¿cómo ha hecho este historiador para ser fiel sin ser frío, y pintar el horror sin ser horrible? Y ¿no hay que admirar tanto las hazañas que inspiran, como el corazón que se enciende en ellas y las canta? Se es capaz de toda gloria que se canta bien. Se tendría en sus estribos Eduardo Blanco sobre el caballo de Bolívar[…] este libro es una llama; y su calor conforta y gusta.
He ahí el libro de lectura de los colegios americanos: Venezuela Heroica: he ahí el premio natural del maestro a su discípulo; del padre a su hijo. Todo hombre debe escribirle; todo niño debe leerlo; todo corazón honrado, amarlo. De ver los tamaños de la hombres, nos entran deseos irresistibles de imitarlos.204
El intelectual cubano Salvador Morales consideró que, lo estudiado y escuchado en Venezuela le sirvió Martí, “para medir en toda la magnitud posible[…] la extraordinaria personalidad del Libertador, y escribir las hermosas páginas que dedicó a su memoria, donde podremos aquilatar el género de continuidad revolucionaria que existe entre Bolívar y Martí”, y es “entonces, cuando se revela en toda su complejidad la estimativa martiana del gran héroe[…] que ya se desprende de un largo análisis crítico, con acopio de hechos cuidadosamente meditados y exaltados[…] revestidos de un tono épico, que más que recordar al utilizado por Eduardo Blanco, en Venezuela heroica, parece hallar su matriz conmovedora en la propia vida del Libertador y en el acento grandilocuente de su fogosa pluma[…]”.205
Según el modesto juicio de este trabajo, la conformación del pensamiento martiano, de su vocación y obra práctica de continuidad respecto a la obra bolivariana, bebió de no pocos surtidores, sin duda, en primer término, de las propias inquietudes y búsquedas de respuestas martianas; pero también del contacto directo con no pocos patriotas y con la obra de intelectuales y escritores venezolanos destacados, como es el caso de Eduardo Blanco, y su obra, Venezuela Heroica. Todo indica que este libro tuvo indiscutible influencia en Martí. Existen al menos dos rasgos comunes en la prosa épica de Martí y de Blanco: el motivo griego subyacente, y además: el motivo venezolano. La raíz helena y la bolivariana.
A no dudarlo, Martí agradecería la feliz coincidencia, el hecho privilegiado que este libro haya sido publicado en Caracas justo en la etapa en que él se encontraba allí, sobre lo cual escribió un emocionado artículo en el primer número de la Revista Venezolana. Además expresaría sobre su autor: “Ahí Eduardo Blanco, gallardo e impaciente como los históricos paladines”;206 y nuevamente: “[…]Eduardo Blanco, el caballero de la gloria”207.
XX
En la placa metálica que colocáramos el 23 julio del año 2021 sobre un monolito en la cima del Monte Olimpo, en honor al Héroe Nacional, a sus nexos con “lo griego”, y especialmente con “el Olimpo”, fue grabada en lengua griega, la frase martiana sobre el libro de Eduardo Blanco, Venezuela Heroica: “Es un viaje al Olimpo, del que se vuelve fuerte para las lides de la tierra, templado en altos yunques, hecho a dioses”. Gracias, Venezuela Heroica: séale loado, y séale leído. Así, en lo más alto del Olimpo, las palabras de Martí se juntan con el espíritu mitológico del Panteón griego, y con el terrenal Bolívar solar, nuestroamericano, Libertador.
El autor de este artículo, luego de colocar una placa en honor a Martí, en el Olimpo, donde aparece el texto del Maestro sobre el libro, Venezuela Heroica, de Eduardo Blanco.
Conclusiones
Las luchas de Venezuela y Cuba han adquirido dimensión universal, identitaria, civilizatoria. Ello es así, entre otras razones, porque durante el siglo xx dos hechos al menos constataron la validez del pensamiento revolucionario del siglo xix: la Revolución cubana de 1959, y la Revolución Bolivariana de Venezuela de 1998. Una, hija de las ideas de José Martí; la otra, hija de las ideas de Simón Bolívar. Ambas, nuestroamericanas, por tanto, bastiones de resistencia histórica, cultural, frente al monroísmo panamericanista y el expansionismo de una “civilización bárbara y corruptora”, en un escenario espacio-temporal donde siguen en pugna las mismas raíces históricas continentales que surgieron en el primer cuarto del siglo xix americano, y donde tiene lugar el mismo contrapunteo esencial de paradigmas entre la raíz monroista y su opuesto: la raíz civilizatoria nuestro americana, bolivariana y martiana.
Simón Bolívar llamó a formar la más grande nación del mundo, “menos por su extensión y riquezas”, que “por su libertad y gloria”. Martí planteó la urgencia de poner “cuantos frenos se puedan”, “con el vigor de las ideas”, con el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, y “con la declaración de la verdad”, pues jamás hubo en la América de la independencia a acá asunto que “requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso”, que el convite que los Estados Unidos, “determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder”. Una mirada a la actualidad del primer cuarto del siglo xxi americano develará las mismas amenazas, y un escenario futuro que en poco difiere del enfrentado por el paradigma bolivariano-martiano durante el siglo xix, tanto en lo externo, como en los intentos de fragmentación desde dentro.
Se enfrentan, tal vez como en ninguna otra región, dos concepciones antagónicas del mundo, en un contexto histórico, donde los frágiles e inconclusos procesos de abolición de la esclavitud y de descolonización ocurridos en los últimos tres siglos, se ven amenazados por sus contrarios: nuevas formas de esclavitud, racismo, colonialismo e imperialismo cultural y axiológico; discriminación selectiva, sanciones arbitrarias de todo signo; cesión de soberanía y neocolonialismo político, bajo el influjo de las élites de poder imperial, y sus intereses de clase.
Estas realidades confirman el carácter estratégico y permanente que debe acompañar la exégesis del pensamiento de Bolívar, Martí, y sus continuadores; exigen defender y desarrollar sus ideas, en el plano teórico, histórico y práctico; mostrar y denunciar lo retardatario de esa “civilización bárbara y corruptora”, ante la que se eleva una “civilización dignificadora y pacífica”, generadora de seres portadores de albedrío propio, decoro firme y sagaz independencia.
En consecuencia, aquí se han transitado los caminos y puentes de piedra por los que peregrinó Martí para llegar a Bolívar, a Venezuela y lo venezolano, un proceso coronado por su obligada visita a Caracas para recibir el influjo de bronce del Libertador. También se han transitado los caminos y puentes de piedra por los que peregrinó Hugo Chávez para llegar a Martí, proceso coronado por su obligada —primera— visita a Cuba, hace casi treinta años.
Guiados por esa estrella y por la exigencia de los tiempos, estos imperfectos apuntes han intentado mostrar la influencia de lo bolivariano y lo venezolano en Martí; la preservación amorosa de esta herencia vital, estratégica, necesaria; también los nexos independentistas, culturales y civilizatorios construidos por Martí desde Caracas, la misma Caracas donde nuestra América se revelaría definitivamente ante el Apóstol, un punto obligado en la forja de la martianía, y el sitio desde donde llamó, y llama, al inmenso y grave beso de los mundos.
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1 Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte Andrade y Blanco, Simón Bolívar (1783-1830). Figura relevante y cimera de la lucha por la emancipación latinoamericana frente al colonialismo español. Promotor e impulsor de la unidad latinoamericana contra el imperio español y también contra las políticas expansionistas de los Estados Unidos de Norteamérica. Figura histórica admirada y venerada por José Martí, quien nació veintitrés años después de su partida.
2 Hugo Chávez nace un siglo y un año después que Martí; 171 años después de Bolívar.
3 General de brigada (r) y maestro de Hugo Rafael Chávez Frías.
4 Pérez Arcay, Jacinto (2004): “El pueblo que salió a la calle cuando el Caracazo, todavía no ha regresado”. En: Chávez Nuestro, Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis (2004). Casa Editora Abril. La Habana, p. 81.
5 El autor de este trabajo escribió y publicó en 2021 el libro: José Martí y lo griego. Editorial TOPOS, Atenas, 440 pp.
6 Ribeiro, Darcy (1992): El Proceso Civilizatorio. Etapas de la Evolución Sociocultural, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, pp. VIII-IX.
7 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el club del comercio. Caracas. Venezuela, 21 de marzo. t. 7, p. 290.
8 Martí, José (1871): El presidio político en Cuba. O. C., t.1, p. 51.
9 Martí, José (1875): El Liceo Hidalgo.-Monumento.-Vuelta a las Escuelas.- Empresa Patriótica.-Tratro Mexicano. Revista Universal de México. O. C., t. 6, p. 198.
10 Martí, José (1877): Carta a Valero Pujol, Director de El Progreso. Guatemala. O. C., t. 7, 27 de noviembre, pp. 109-111.
11 Martí, José (1876): Hasta el cielo. Por José Peón Contreras. Revista Universal. México, 15 de enero, t. 6, p. 423.
12 Martí, José (1878): Patria y Libertad. Drama indio. O. C., t. 18, p. 129.
13 Ibídem, p. 139.
14 Ibídem, p. 149.
15 Ibídem, p. 163.
16 Martí, José (1880): Lectura en la reunión de emigrados cubanos, en Steck Hall, Nueva York”. O. C., t. 4, p. 202.
17 Ibídem. p. 210.
18 Martí, José (1880): Carta a Emilio Núñez. Nueva York, 13 de octubre. O. C., t. 1, p. 162.
19 Ibídem.
20 Martí, José (1889): Tres Héroes. La Edad de Oro, O. C., t.18, p. 304.
21 Retamar Fernández, Roberto (1964): Martí en su (tercer) mundo. José Martí: páginas escogidas. Selección y compilación de Roberto Fernández Retamar. Prólogos de Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez, Ediciones Especiales, La Habana, t. 1, p. 8.
22 Ibídem. p. 7.
23 Martí, José (1886): Carta a Manuel Mercado. O. C., t. 20, pp. 87-92.
24 Peraza Bolet, Nicanor (1898): “Discurso en el Chickering House de Nueva York”. 19 de mayo. Citado por: Wolfgang R. Vicent Vielma (2021). 140 años de la visita de José Martí a Venezuela. www.rebelión.org/140-años 22.01, p. 66. Consultado: 24 de abril de 2024.
25 Martí, José (1882). 26: Carta de Los Estados Unidos. La Nación. Buenos Aires, 13 de septiembre, O. C., t. 9, pp. 326-327.
26 Matemático, astrónomo y poeta persa (1048-1131).
27 Louis Pasteur (1822-1895): Bacteriólogo, físico y químico francés.
28 Martí, José (1885): 20. Cartas de Martí. La Nación. Buenos Aires, 14 de junio. O. C., t. 9, pp. 326-327.
29 Martí, José (1881). Nuestra América. El carácter de la revista venezolana. 15 de julio. O. C., t. 7, p. 213.
30 Martí, José (1889): La Edad de Oro. Tres héroes. O. C., t. 18, p. 304-306.
31 Martí, José (1881): Nuestra América. De la Revista Venezolana. Venezuela Heroica. 1ro. de julio. O. C., t. 7, p. 197.
32 Ibídem.
33 Martí, José (1889): La Edad de Oro. Tres héroes. O. C., t. 18, p. 304-306.
34 Martí, José (1881): Nuestra América. De la Revista Venezolana. Venezuela Heroica. 1ro. de julio. O. C., t. 7, p. 198.
35 Ibídem, p. 199.
36 Ibídem.
37 Ibídem, p. 211.
38 Martí, José (1881): Nuestra América. Hispanoamericanos. Revista Venezolana. 1ro. de julio. O. C., t. 8, p. 147.
39 Ibídem, p. 150.
40 Martí, José (1881): El carácter de la Revista Venezolana. 15 de julio. O. C., t. 7, p. 209.
41 Ibídem.
42 Ibídem, p. 210.
43 Ibídem.
44 Tales como: Martí, José (1881): A Fausto Teodoro de Aldrey. La Opinión Nacional. 22 de marzo. O. C., t. 7, p. 265; Martí, José (1881): A Fausto Teodoro de Aldrey. O.C., t. 7, pp. 267-268; Martí, José (1881, 1882): Agustín Aveledo. Nueva York. 23 de mayo. O. C., t. 7, pp. 269-270; Martí, José (1881): Cecilio Acosta. Hispanoamericanos. Revista venezolana. 15 de julio, O. C. t. 8, p. 153; Martí, José. (1882): Prólogo al poema del Niágara, de Juan Antonio Pérez Bonalde. O. C., t. 7; Martí, José (1882): Carta a D. J. Ramírez. O. C., t. 7, pp. 271-272; Martí, José (1885): Carta de Martí al poeta venezolano Heraclio Martín de la Guardia, quien le dedicó su poema al Centenario de Bolívar con estas palabras: “A José Martí. Señor: Ama Vd. a Venezuela como hijo: admira a Bolívar como agradecido. Los escritos de usted han fortalecido mi espíritu en muy tristes momentos. A usted dedico estas páginas”. O. C., t. 7, pp. 274-275; Martí, José (1888): Eloy Escobar. El Economista Americano. Nueva York. Febrero. t. 8, p. 201; Martí, José (1893): Un poema cubano. "Los arabescos de Eduino" por losé Antonio Calcaño. 12 de agosto. O. C., t. 7; Martí, José (s. a.): “‘Alba de Cuba”. Relieve del escultor venezolano Rafael de la Cova. O. C., t. 7.pp. 261-261; (1894). Martí, José (1894). Páez y un cubano. O. C., t. 8, pp. 253-254.
45 Martí, José (1881): A Diego Jugo Ramírez. Nueva York. 9 de diciembre. O. C., t. 7, pp. 268-269.
46 Ibídem.
47 En una carta a su amigo Manuel Mercado, Martí le comentó años después que sus colaboraciones con La Opinión Nacional cesaron a raíz de que se le puso como condición para continuar aquella labor, “que consintiese en alabar en ella las abominaciones de Guzmán Blanco” (por entonces presidente de Venezuela. Nota del autor).
48 Martí, José (1882): Carta a Diego Jugo Ramírez. Nueva York. 28 de julio. O. C., t. 7, pp., 272-273.
49 Martí, José (1881): “Un viaje a Venezuela” (Un voyage à Venezuela, 1881-1882). O. C., t.19.
50 Un viaje a Venezuela, O. C., t.19.
51 Martí, José (1881): “Un viaje a Venezuela” (Un voyage à Venezuela, 1881-1882). O. C., t.19.
52 Martí, José (1883): Productos de Venezuela. O. C., t. 7, pp.241-243.
53 Martí, José (1884): 4. Buenos y malos americanos. Fiestas en Paris en honor del general San Martin. La América, Nueva York. O. C., t. 7, pp. 252-254.
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57 Bolívar, Simón (1815): Carta de Jamaica. Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815, pp.17 y 18. Documento, pp. 22 y 23. Consultado: 25 de abril de 2024.
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67 Ibídem.
68 Martí, José (1889): La Edad de Oro. Tres héroes. O. C., t. 18, p. 304-306.
69 Martí, José (1893): La fiesta de Bolívar en la Sociedad Hispanoamericana. Patria. Nueva York. O. C., t. 8, pp.251-253.
70 Martí, José (1894): Septiembre 22. “Flores y letras”. O. C., t. 5, p. 441,14, 02.
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72 Según análisis del Índice Onomástico y Geográfico. Obras Completas de José Martí. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
73 Martí, José (1885): Escenas norteamericanas. La Nación. Buenos Aires. 17 de septiembre. O. C., t. 10, p. 428.
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78 Martí, José (1883): Productos de Venezuela. O. C., t. 7, pp. 241-243.
79 Ibídem.
80 Ibídem.
81 Martí, José (1884): Exposición de productos americanos. La América. Nueva York. Abril. O. C., t. 8, p. 368.
82 Martí, José (1884): Manual del veguero venezolano. Por el sr. Lino López Méndez. O. C., t. 7, p. 247.
83 Martí, José (1887): Gran Exposición de ganado. La Nación. Buenos Aires, 2 de julio. O. C., t. 13, p.495.
84 Martí, José (1889): Guatemala en París. O. C., t. 15, p. 448. (s. a.).
85 Martí, José (1891): Noticias de los Estados Unidos. La Opinión Nacional. Caracas. 17 de septiembre. O. C., t. 9, p. 34.
86 Martí, José (1889): En los Estados Unidos. El primer mensaje de Harrison. 6 de diciembre. O. C., t. 12, pp. 360-362.
87 Martí, José (1881): A Fausto Teodoro de Aldrey. La Opinión Nacional, Caracas, O. C., t. 7, p. 267.
88 En realidad la visita de Hugo Chávez a Cuba tuvo lugar en diciembre de 1994.
89 Rodríguez, Pedro Pablo (2013): Martí en Hugo Chávez. Cinereverso.org. 8 de agosto. Tomado de: www.cubarte.cult.cu Consultado: 24.04.2024.
90 Aquiles Nazoa González (1920-1976): Escritor, ensayista, periodista, poeta y humorista venezolano, cuya obra proyecta los valores de la cultura popular venezolana. www.ecured.cu. Consultado: 2 de mayo de 2024.
91 Chávez Frías, Hugo Rafael (1994): Palabras del Teniente Coronel Hugo Chávez, en el acto efectuado en su honor, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 14 de diciembre de 1994. Consultado: 24 de abril de 2024.
92 Ibídem
93 Intervención del Comandante, Presidente Hugo Chávez Frías, 2002, durante la Juramentación de la Comisión de los 150 Años del Natalicio de José Martí.
94 Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis (2004): Chávez Nuestro. Casa Editora Abril. La Habana, p.342
95 Chávez, Hugo (2004): En: Chávez Nuestro. Elizalde, Rosa Miriam y Báez Luis (2004). Casa Editora Abril. La Habana, p. 352.
96 Pérez Arcay, Jacinto (2004): “El pueblo que salió a la calle cuando el Caracazo, todavía no ha regresado”. En: Chávez Nuestro. Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis (2004): Casa Editora Abril. La Habana, p. 81.
97 Pérez Arcay, Jacinto (2004): “El pueblo que salió a la calle cuando el Caracazo, todavía no ha regresado”. En: Chávez Nuestro. Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis (2004): Casa Editora Abril. La Habana, pp. 85-86.
98 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el club del comercio. Caracas. Venezuela, 21 de marzo. t. 7, p. 281.
99 Intervención del Comandante, Presidente Hugo Chávez Frías, 2002, durante la Juramentación de la Comisión de los 150 Años del Natalicio de José Martí.
100 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el club del comercio. Caracas. Venezuela, 21 de marzo, O. C., t. 7, pp. 285-286
101 Intervención del Comandante, Presidente Hugo Chávez Frías, 2002, durante la Juramentación de la Comisión de los 150 Años del Natalicio de José Martí.
102 R. Wolfgang menciona y estudia los aportes, entre otros, de: Nicanor Bolet Peraza; Gonzalo Picón Febres; Pedro María Brito González; Juvenal Anzola; Eduardo Carreño; Juan Santaella; Jesús Arocha Moreno; Luis Villalba Villalba; Mariano Picón Salas; Santiago Key-Ayala; Leonardo Altuve Carrillo; Fabricio Ojeda; Ramón Losada Aldana; Domingo Miliani; Luis Navarrete Orta; Zaida Castro Delgado; Nicolás Maduro Moros; Alexander Torres Iriarte; José Sant Roz; Sandra Oblitas Ruzza; Mirla Alcibiades; Ramón Losada Aldana.
103 Wolfgang R. Vicent Vielma (2021): 140 años de la visita de José Martí a Venezuela. www.rebelión.org/140-años 22.01, p. 66. Consultado: 24 de abril de 2024.
104 Por ejemplo, profundizar en el estudio de la vocación martiana en Aquiles Nazoa; o en el papel desempeñado por Jacinto Pérez Arcay en el surgimiento de una visión sobre Martí en Hugo Chávez, como fue anotado por el propio Chávez, y también por Adán Chávez.
105 Retamar Fernández, Roberto (1964): Martí en su (tercer) mundo. José Martí: páginas escogidas. Selección y compilación de Roberto Fernández Retamar. Prólogos de Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez. Ediciones Especiales. La Habana, t. 1, pp. 5-39.
106 Rodríguez, Pedro Pablo (2021): El difícil arte de compilar a Martí. En: José Martí: páginas escogidas. Ediciones Especiales. Selección y compilación de Roberto Fernández Retamar. Prólogos de Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez. La Habana, t, 1, p.42.
107 Rodríguez, Pedro Pablo (2015): José Martí ante la Razón Moderna. Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), Número Especial, p. 7-43, septiembre, 2015. Centro de Estudios Martianos, La Habana, Cuba.
108 ________(2016): José Martí y su concepto del equilibrio del mundo. Artículo original. Universidad de La Habana. 2016 No. 281, pp. 180-188.
109 Hart Dávalos, Armando (2016): Problemas teóricos y acción eficaz. En: Visión del mundo contemporáneo. Compilador: Gustavo Robreño Dolz. Ediciones Especiales. La Habana, pp. 9-18.
110 Bolívar, Simón (1815): Carta de Jamaica. Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815, pp. 17 y 18. Documento, pp. 21 y 22, p. 20. Consultado: 25 de abril de 2024.
111 Ocampo Andina, Lourdes (2010): Simón Bolívar en José Martí: de la historia a la literatura. Anuario del Centro de Estudios Martianos (Vol. 33 2010).
112 García Marruz, Fina (1982): Venezuela en Martí. Anuario del Centro de Estudios Martianos, vol. 5, 1982, pp. 26-77.
113 Ibídem.
114 Ibídem.
115 Alcibíades, Mirla (2010): Venezuela en José Martí. Caracas, Fondo Editorial Ipasme, pp. 39-84.
116 Rodríguez, Pedro Pablo (1989): Martí en Venezuela: la fundación de Nuestra América. Anuario del Centro de Estudios Martianos, vol. 12, La Habana, 1989, pp. 133-175.
117 Rodríguez, Pedro Pablo (2013): Martí en Hugo Chávez. Cinereverso.org. 8 de agosto. Tomado de: www.cubarte.cult.cu Consultado: 24.04.2024.
118 Rodríguez, Pedro Pablo (2015). Nuestra América: José Martí ante la razón moderna. Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), Número Especial, pp. 7-43, septiembre, 2015. Centro de Estudios Martianos, La Habana, Cuba.
119 Sánchez Otero, Germán (2012): Abril sin censura. Golpe de estado en Venezuela. Memorias. Ediciones Correo del Orinoco. Abril, p. 64.
120 Nos referimos a la citada obra de Sánchez Otero, Germán (2012): Abril sin censura. Golpe de estado en Venezuela. Memorias. Ediciones Correo del Orinoco. Abril, pp. 255-256.
121 Martí, José (1888): 37. Invierno norteamericano. La Nación. Buenos Aires, 9 de marzo, t. 11, p. 385.
122 Martí, José (1889): Discurso dedicado a José María Heredia, en el Hardman Hall, de Nueva York, 30 de noviembre. O. C., t. 5, p. 133.
123 Marrero Martínez, José Oriol (2021): José Martí y “lo griego”. Editorial TOPOS. Atenas. 440 pp. (publicado en griego). Este trabajo mostró la existencia de puntos de contacto entre lo venezolano y lo griego, en la obra de José Martí.
124 Marrero Martínez, José Oriol (2023): “El inmenso y grave beso de los mundos”: las civilizaciones en Martí. Coloquio Internacional por el 170 aniversario del natalicio de José Martí. Centro de Estudios Martianos. La Habana.
125 Martí, José. En: José Martí: Nuestra América. Edición crítica, investigación, presentación y notas de Cintio Vitier, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2010, p. 9.
126 Marinello, Juan: Prólogo de las Obras Completas de José Martí. T. 1, p. 35.
127 Hart Dávalos, Armando (2016): Problemas teóricos y acción eficaz. En: Visión del mundo contemporáneo. Compilador: Gustavo Robreño Dolz. Ediciones Especiales. La Habana, pp. 9-18.
128 Hart Dávalos, Armando (2017): Visión del mundo contemporáneo. Problemas teóricos y acción eficaz. Oficina del Programa Martiano, 2017. Centro de Estudios Martianos, 2017, pp. 15-16
129 Este trabajo no encontró elementos para sostener que Martí usó el término “civilización greco-romana”.
130 Particularmente sobre Rusia, la editorial Ácana (Camagüey) publicó en 2010: La cultura rusa en José Martí, obra del investigador y profesor del Centro Cultural Nicolás Guillen, Luis A. Álvarez. 110 pp.
131 Martí, José (1876): Francisco Dumaine. Revista Universal. México. O. C., t. 6, p. 412.
132 Martí, José (1889): José Martí. La exhibición de pinturas del ruso Vereschaguin. La Nación. Buenos Aires, 3 de marzo. O. C., t. 15, p. 433.
133 Gonzalo de Quesada (1911): http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/amistad-funesta-novela--
134 Martí, José (1885): 22. Cartas de Martí. Obras Completas. t. 10, p. 282.
135 Citado por: Retamar Fernández, Roberto (1964): Martí en su (tercer) mundo. José Martí: páginas escogidas. Selección y compilación de Roberto Fernández Retamar. Prólogos de Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez. Ediciones Especiales. La Habana, t. 1, p. 19.
136 Martí, José (s. a): Libros. O. C., t. 18, p. 282.
137 Martí, José (1894): Honduras y los extranjeros. Patria. Nueva York, t. 8.
138 La primera contribución de Martí con el más importante periódico venezolano tuvo lugar el 15 de junio de 1881. Se trató del artículo, “El Centenario de Calderón. Primeras Nuevas”. El 28 del mismo mes publicó, “El centenario de Calderón. Últimas Nuevas”. Luego de su regreso a Nueva York en julio de 1881, Martí fue corresponsal de prensa de La Opinión Nacional. Redacta desde allí, “Cartas de Nueva York” y la “Sección Constante”, inicialmente con la firma M de Z. El 6 de enero de 1882, La Opinión Nacional da a conocer que es José Martí quien firma con el seudónimo M de Z. Estas publicaciones martianas son consideradas por los estudiosos como el antecedente de sus renombradas, Escenas Norteamericanas y Escenas Europeas. El primer número de, “Cartas de Nueva York”, fechado en esa ciudad el 20 de agosto de 1881, se publicó en Caracas el 5 de septiembre de 1881, y abordó el tema de la salud del presidente Garfield, quien había sido víctima de un atentado. Las últimas publicaciones de, “Cartas de Nueva York”, tuvieron lugar del 1 al 3 de junio de 1882. Uno de los últimos trabajos de Martí en La Opinión Nacional, fechado en Nueva York el 6 de mayo de 1882, se refería a Charles Darwin, a raíz de su muerte.
139 Martí, José (1881): Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 30 de diciembre. O. C., t. 14, p.283.
140 Martí, José (1882): La Opinión Nacional. Caracas. Enero de 1882. O. C., t. 14, p. 295.
141 Martí, José (1889): La política extranjera del uncle Sam. La Nación. 2 de agosto. O. C., t. 12, p. 240.
142 Martí, José (s. a.). Libros. Notas. O. C., t.18, p. 291.
143 Martí, José (1881). Cecilio Acosta. Revista Venezolana. Caracas, 15 de julio. O. C., t. 8, p. 155.
144 Martí, José (1885-1895): 161. Fragmentos. Obras Completas. t. 22, p. 98.
145 Martí, José (1872): Cuadernos de apuntes. O. C. t. 21, p. 40.
146 Martí, José (1895): De Montecristi a Cabo Haitiano O. C., t. 1, p. 211.
147 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el club del comercio. Caracas. Venezuela, 21 de marzo, O. C., t. 7, p. 286.
148 Esta pudo haber sido escrita incluso en 1821, mucho antes que el poema del griego Dionisio Solomos.
149 En 1881 escribió, Missolonghi, con dos eses. En 1888 lo escribió con una, ese, Misolonghi.
150 Martí, José (1892): Cuba. Política y Revolución. Los clubs. Patria. 25 de mayo, t. 1, pp. 471-472.
151 Al parecer Martí se refería a la respuesta que dieron los patriotas griegos ante la propuesta de rendición formulada por los asediantes: “Las llaves de la ciudad cuelgan del extremo de nuestros cañones”; “moriremos, pero no nos rendiremos”.
152 Martí, José (1883): Productos de Venezuela. O. C., t. 7, pp. 241-243.
153 Martí, José (1881): Nuestra América. Hispanoamericanos. Revista Venezolana. 1ro. de julio. O. C., t. 8, p. 147.
154 Martí, José (1889): Discurso en el Hartmann Hall de Nueva York. 30 de noviembre de 1889. O. C., t. 5, pp.168-169.
155 Martí, José (1881): Italia. La Opinión Nacional. Caracas. Noviembre, t. 14, p. 224.
156 Martí, José (1888): Heredia. El Economista Americano, Nueva York, julio, t. 5, p. 135.
157 Martí, José (1881): Francia. La Opinión Nacional, Caracas, 30 de diciembre, O. C., t. 14, p.283.
158 Martí, José (1882): La Opinión Nacional, Caracas. Enero. O. C., t. 14, p.295.
159 Bolívar, Simón (1815): Carta de Jamaica. Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815, pp.17 y 18. Documento. Consultado: 25 de abril de 2024.
160 Martí, José (1892): Patria. 3 de abril, t.5, p. 347.
161 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el club del comercio. Caracas. Venezuela, 21 de marzo, O. C., t. 7.
162 Ibídem, p. 281
163 Ibídem, p. 282
164 Martí, José (1881): La Revista Venezolana. Caracas, 15 de julio, O. C., t. 7, p. 281.
165 Martí, José (1881): 36. España. La Opinión Nacional. Caracas, 24 enero. t. 14, p. 294.
166 Martí, José (1881): Carta de Nueva York. Hechos, juicios, tributos y noticias varias a propósito de Garfield. -Comparaciones, recuerdos, singularidades, accidentes memorables. La Opinión Nacional. Caracas, 19 de octubre, O. C., t. 9, p. 56.
167 Martí, José (1881): Carta de Nueva York. La exposición de Atlanta. Escenas norteamericanas. La Opinión Nacional. Caracas, 27 de octubre, O. C., t. 9, p. 78.
168 Martí, José (1881): Cuaderno de apuntes No. 6., O. C., t.21, p.184.
169 Martí, José (1881): Cuaderno de apuntes No. 7, O. C., t.21, p. 205.
170 Martí, José (1881): Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 2 de noviembre, O. C., t. 14, p. 163.
171 Martí, José (1881): Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 4 de noviembre, O. C., t. 23, p. 60.
172 Martí, José (1881): Periodismo diverso. 7. La Opinión Nacional. Caracas, 9 de noviembre, OC, t. 23, p. 71.
173 Martí, José (1881): Periodismo diverso. 6. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 10 de noviembre, t.23, pp. 72-73.
174 Martí, José (1881): 35. Italia. La Opinión Nacional. Caracas, 10 de diciembre, O. C., t. 14, p. 289.
175 Martí, José (1881): 31. España. La Opinión Nacional. Caracas, 16 de diciembre, t.14, p. 245.
176 Martí, José (1881): Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 30 de diciembre, O. C., t.14, pp. 277-278.
177 Martí, José (1882): 41. Italia. La Opinión Nacional. Caracas, 7 de enero, O. C., t. 14, p. 335.
178 Martí, José (1882): 17. Carta de Nueva York. La Opinión Nacional. Caracas, 21 de enero, O. C., t. 9, p. 223.
179 Martí, José (1882): 39. Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 23 de enero, O. C., t. 14, p. 317.
180 Martí, José (1882): 15. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 23 de enero, O. C., t. 23, p. 167.
181 Martí, José (1882): 19. Periodismo diverso. Sección Constante. La Opinión Nacional. Caracas, 27 de enero, O. C., t. 23, p.175
182 Martí, José (1882): 5. Periodismo diverso. Sección Constante. La Opinión Nacional. Caracas, 10 de febrero, O. C, t. 23,
183 Martí, José (1882): 44. Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 22 de febrero, O. C., t. 14, p. 370.
184 Martí, José (1882): Periodismo Diverso. La Opinión Nacional. Caracas, 9 de marzo, O. C., t. 23, p. 228.
185 Martí, José (1882): 6. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 11 de marzo, O. C., t. 23, p. 231.
186 Martí, José (1881): Fragmento del discurso pronunciado en el Club del Comercio en Caracas. Venezuela, 21 de marzo, t. 7, p. 282.
187 Martí, José (1882). 51. Italia. La Opinión Nacional. Caracas, 24 de marzo, O. C., t. 14, p. 417.
188 Martí, José (1882): 57. Italia. La Opinión Nacional. Caracas, 1ro. de abril, O. C., t. 14, pp. 465-466 y 469.
189 Martí, José (1882): 1. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, t. 23, p. 257.
190 Los compiladores de las Obras Completas de Martí hicieron la siguiente aclaración: “Esta nota no parece ser de Martí por la extensión muchísimo más dilatada que las otras de Sección Constante, por la abundancia de transcripciones textuales, lo que no estaba entre sus costumbres de escritor, y por las ideas sobre la personalidad de Jesús, que contradicen las que expresó otras veces. Además, apenas puede decirse que haya, en toda ella, un solo rasgo del estilo inconfundible de Martí”.
191 Martí, José (1882): 58. España. La Opinión Nacional. Caracas, 15 de abril, O. C., t. 14, p. 476-477.
192 Martí, José (1882): 6. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 20 de abril, O. C., t. 23, p. 271.
193 Martí, José (1882): 7. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 13 de mayo, O. C., t. 23, p. 298.
194 Martí, José (1882): 9. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 22 de mayo, O. C., t. 23, p. 302.
195 Martí, José (1882): 10. Periodismo diverso. Sección constante. La Opinión Nacional. Caracas, 23 de mayo, O. C., t. 3, pp. 305-306.
196 Martí, José (1882): 25. Carta de Nueva York. Grandioso festival: música de Berlioz, de Haendel, de Wagner. La Opinión Nacional. Caracas, 23 de mayo, O. C., t. 9, p. 313.
197 Martí, José (1882): 60. Francia. La Opinión Nacional. Caracas, 23 de mayo, O. C., t. 14, p. 492.
198 Martí, José (1882): Viajes. Un viaje a Venezuela, O. C., t. 19, p. 154.
199 Ibídem, p. 163.
200 Martí, José (1882). Curazao, O. C., t. 19, pp.129-136
201 Bolívar, Simón (1815): Carta de Jamaica. Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815, pp. 17 y 18. Documento, pp. 22 y 23, p. 20. Consultado: 25 de abril de 2024.
202 Grigulévich Iósif (1988): Simón Bolívar. Luchadores por la libertad de América Latina. Editorial Progreso. Moscú, p. 104.
203 Martí, José (1881): Venezuela heroica. Por Eduardo Blanco. Revista Venezolana. Caracas, 1ro. de julio, O. C., t. 7. pp. 201-202.
204 Ibídem.
205 Morales, Salvador (1985): El bolivianismo de José Martí. Universidad de La Habana. Casa de las Américas. Documento. Consultado: 24 de abril de 2024.
206 Martí, José (1881): Centenario de Andrés Bello. Nueva York, 23 de diciembre, O. C., t. 7, p. 215.
207 Martí, José (1881): La Revista Venezolana, Caracas. 1ro. de julio, O. C., t. 7, p. 199.