Nueva Época

Número 00

Estados Unidos: Geoeconomía y el balance de poder global


Dr. Luis René Fernández Tabío

Doctor en Ciencias Económicas. Profesor Titular del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana.

e-mail. luis.rene.fernandez@gmail.com. Número ORCID: 0000-0003-3535-2789.


Resumen:

En la proyección externa actual de Estados Unidos, la geoeconomía ha ganado terreno como parte de su Estrategia de Seguridad Nacional y política imperialista. Siendo un término en el que ha habido varias interpretaciones, se define aquí como el uso de instrumentos económicos de po- der para cumplir objetivos geopolíticos en las re- laciones internacionales, e influir en el equilibrio de poder global. El artículo se basa esencialmente en las definiciones de geoeconomía utilizadas por académicos y estrategas estadounidenses, las cau- sas de este fenómeno y sus componentes princi- pales. Esta reorientación en el uso de instrumen- tos de poder económico para tratar de mantener el equilibrio global de fuerzas es de gran interés para los países de América Latina y el Caribe. Las intervenciones militares no están excluidas, pero se trata de agotar lo que también se llama “guerra por otros medios”, “guerra política” y la “guerra económica”. Hay un marcado énfasis en el uso de la geoeconomía como un medio en la disputa he- gemónica entre los Estados Unidos y China, ex- presada en la guerra comercial y tecnológica. Se espera que en el mediano y largo plazo estas polí- ticas tengan un efecto desfavorable a Estados Uni- dos en el balance mundial de fuerza.

Palabras clave: Estados Unidos, sanciones eco- nómicas, guerra económica, geoeconomía

Abstract:

In the current external projection of the United States, geoeconomics has gained ground as part of its National Security Strategy and imperialist policy. Be- ing a term on which there have been various inter- pretations, it is defined here as the use of economic instruments of power to meet geopolitical objectives in international relations and to influence the global power balance. The article is essentially based on the definitions of geoeconomics used by American acade- mics and strategists, the causes of this phenomenon and its main components. This reorientation in the use of instruments of economic power to try to main- tain the global balance of forces is of major interest to the countries of Latin America and the Caribbean. Wars and military interventions are not excluded, but it is about exhausting what is also called “war by other means”, “political war” and “economic war” as the use of all power means to accomplish the imperial purposes as the media war and cyber war. There is a marked emphasis on the use of geoeconomics as a means in the hegemonic dispute between the United States and China, expressed in the commercial and technological war. In the middle and long term pers- pective it is expected that this strategic approach has an unfavorable effect for the United State in the world balance of force.

Key words: United States, economic sanctions, economic war, geoeconomics.


Introducción

Aunque no es un fenómeno novedoso en la po- lítica exterior de Estados Unidos y mucho menos en la historia de las relaciones internacionales, se ha apreciado un énfasis en los últimos años en el enfoque estratégico sobre la geoeconomía, que pretende mantener y mejorar la posición de poder del imperialismo estadounidense a escala mundial y regional mediante un incremento en la utilización de estos medios de poder económico. La proyección externa1 desde la perspectiva geoe- conómica ha sido incorporada con mucha fuerza con la llegada a la presidencia de Donald Trump a partir de enero de 2017, tanto contra grandes potencias consideradas retos a su seguridad na- cional, como contra países como Irán en el Medio Oriente, o Venezuela, Cuba y Nicaragua en Amé- rica Latina y el Caribe, identificados como retos a los intereses del imperialismo y la estabilidad regional desde esa perspectiva. La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos dada a co- nocer en 2017 es buen ejemplo de la significación de la economía para la “seguridad nacional”. En ese documento se afirma: “Los retos económicos internos demandan que entendamos la prosperi- dad económica como un pilar de la seguridad na- cional” (National Security Strategy of the United States, 2017: 14).

En su expresión actual la tendencia al empleo intensivo de la geoeconomía como parte de la es- trategia imperialista está vinculada principalmen- te a la superioridad mundial que todavía ocupa la economía de Estados Unidos, al proceso de glo- balización económica más reciente basado en el predominio de las políticas económicas neolibe- rales: desregulaciones financieras y liberalización del comercio. Los desarrollos tecnológicos en la computación, las redes globales de comunicación y la consiguiente profundización en los encadena- mientos productivos y de servicios de una parte, y la repercusión de los ataques terroristas del 11 de

septiembre de 2001, estimularon desarrollos teó- ricos y el perfeccionamiento práctico del uso de los instrumentos económicos de poder con fines geopolíticos por parte del gobierno de Estados Unidos.

La llamada guerra antiterrorista declarada por el Gobierno de George W. Bush generó un énfasis en el empleo de los medios económicos con fines políticos fundamentalmente para frenar el desa- rrollo de Irán y de los grupos terroristas que la política estadounidense considera amenaza a su seguridad. La Oficina para el Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC: Office of Foreign Asset Control) desempeña una función fundamental en el perfeccionamiento para la aplicación del poder económico con fines políticos.

Este trabajo tiene como objetivo explicar el proceso que origina el enfoque geoeconómi- co dentro de la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, que alcanza su más alta ex- presión en la presidencia de Donald Trump, las principales elaboraciones estratégicas en que se sustenta, las condiciones que lo han hecho posi- ble dentro de las tendencias actuales de ascenso del conservadurismo y la reacción bajo el lema de Estados Unidos Primero (America First). Se con- sidera que, en el mediano y largo plazo, y de man- tenerse el predominio de esta visión estratégica de Estados Unidos con énfasis en el uso extensivo y deliberado de los instrumentos económicos de poder, ello tendrá efectos contrarios a los preten- didos por sus diseñadores y fortalecerá la declina- ción relativa de su poder frente al ascenso de otras fuerzas en las relaciones internacionales, tanto en la disputa entre las mayores potencias, como en los procesos regionales de emancipación del sis- tema imperialista de dominación.

Jacob J. Lew y Richard Nephew reconocen que: “El poder económico, como cualquier otro ins- trumento, puede tener resultados desfavorables si

1Se entiende por proyección externa de Estados Unidos el vector resultante de los distintos componentes de su política exterior e incluye por lo tanto todos sus instrumentos: político-diplomáticos, económicos, militares y propagandísticos.


es empleado de modo no inteligente, provocan- do consecuencias no deseadas en el corto plazo y proporcionando la declinación del liderazgo de Estados Unidos en el largo plazo” (Lew y Nephew, 2018, 149).

La proyección externa de Estados Unidos como vector resultante de su política exterior ha refor- zado una visión en extremo unilateral, retirán- dose de importantes acuerdos y entendimientos multilaterales y reforzando el empleo de los ins- trumentos de fuerza, la amenaza de su uso, pero privilegiando los de poder económico.


Geoeconomía en la literatura sobre dis- puta global de poder

El origen de esta visión de la geoeconomía en Estados Unidos y occidente se apoya en las ideas desarrolladas por Edward N. Luttwark, que co- rrelaciona los medios de poder económico como fundamento de la geoeconomía. (Luttwak, 1990) A finales de la década de 1990 el propio autor pu- blica un libro donde desarrolla estas ideas con una notable repercusión que alcanza hasta nues- tros días (Luttwak, 1999).

Entre las principales obras que desarrollan la es- trategia de política exterior actual de Estados Uni- dos en el sentido geoeconómico están: Treasury´s Warfare: The Unleashing of a New Era of Finan- cial Warfare de Juan C. Zarate; (Zarate, 2013) New Tools of Economic Warfare: Effects and Effectiveness of Contemporary U.S. Financial Sanctions de Elisa- beth Rosenberg y colaboradores (Rosenberg et al., 2016), y el libro War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft de Robert D. Blackwill y Jennifer M. Harris, (Blackwill y Harris, 2017) que aborda este asunto de manera integral y sin duda constituye una recomendación influyente para la política ex- terior actual de Estados Unidos. No es casual que detrás de estos esfuerzos estén importantes centros de pensamiento, funcionarios devenidos profeso- res, e investigadores, o a la inversa, vinculados a las instituciones de formación militar y de la “seguri- dad nacional” y centros de estudios estratégicos.

Expresado enfáticamente por el propio presidente Trump, seguridad nacional es seguridad económi- ca (Navarro, 2018).

El trabajo de investigación relacionado con el empleo de los instrumentos económicos como arma política en la etapa más reciente se ha lle- vado a cabo desde los años de la administración Obama e incluso antes, y abarca todos los campos de estudio, incluyendo los elementos legales de las relaciones internacionales y las posibilidades que tienen de aumentar su poder coercitivo (Lentz, 2013). Entre los profesores e investigadores que han tenido una amplia y reconocida participación en la formulación de esta política resulta de in- terés la figura de Jill Jermano, Profesor Adjunto de la National Intelligence University y Ejecutivo Senior del Departamento del Tesoro del gobierno de Estados Unidos, institución que como se sabe desempeña una función principal en el diseño y puesta en práctica de las sanciones económicas unilaterales o las políticas económicas coercitivas y subversivas.

Uno de los puntos de partida en los procesos para el diseño de las sanciones unilaterales coerci- tivas es la “evaluación de vulnerabilidades” de los países objeto de tales políticas, para dañar su esta- bilidad socioeconómica y generar revueltas masi- vas del pueblo contra su gobierno. Es decir, explo- siones sociales. El discurso oficial estadounidense trata de enmascarar sus verdaderos fines, viola- dores de los derechos humanos con el discurso de las “sanciones inteligentes”, que supuestamente no afectarían a los pueblos. Al reconocer el rechazo que encuentran estas políticas internacionalmen- te, e incluso en algunos funcionarios del gobierno de Estados Unidos, tratan de presentar las sancio- nes económicas unilaterales coercitivas, mediante pretextos como el ser destinadas a lograr la “liber- tad”, los “derechos humanos” y la “democracia.”

Cada vez más y sin el menor pudor, los exper- tos y consejeros dedicados a la aplicación de tales instrumentos, afirman que conocer las vulnerabi- lidades de los países a los cuales se destinan estas


políticas, también es importante para evaluar el apalancamiento de Estados Unidos sobre el obje- to político.2

Esta proyección externa de Estados Unidos con énfasis en los instrumentos económicos de poder adquiere mayor relevancia en el espacio conside- rado por sus estrategas como “patio trasero” des- de una renovada interpretación de la Doctrina Monroe. Es decir, como región geográfica desig- nada por sus estrategas como exclusiva del domi- nio y explotación estadounidense, pero también se aplica en otras regiones, incluyendo sobre todo el Medio Oriente y Asia de acuerdo con los deno- minados retos a la seguridad nacional de Estados Unidos identificados en esas áreas.


Geoeconomía y guerra económica en la proyección internacional del imperialismo En la actual proyección externa de Estados Uni- dos ha ganado terreno el enfoque geoeconómico para cumplir sus objetivos geopolíticos en las re- laciones internacionales. No se trata de la política económica, comercial, cambiaria y financiera de- terminada por motivaciones del mercado, sino el uso de estos medios económicos para la coerción política, la subversión de gobiernos y la modifi- cación del balance internacional de fuerzas. Esta reorientación de la estrategia estadounidense, di- rigida a mantener su posición en la correlación internacional de fuerzas y recuperar en lo posi- ble cuotas de hegemonía perdida en su sistema de dominación y explotación, tiene consecuencias para la geopolítica mundial y reviste principal interés para nuestros países. En sus expresiones extremas, al perseguir derrotar o derrocar el go- bierno objeto de tales políticas debe considerarse

como una guerra económica.

Las guerras e intervenciones militares en sus distintas variantes se han seguido empleando, no se excluyen, sobre todo cuando se trata de países

pequeños, débiles, fragmentados o con claras ma- nifestaciones de ingobernabilidad, pero no son el instrumento privilegiado en el siglo XXI. Las in- tervenciones militares son mucho más costosas y entrañan mayores riesgos que la guerra económi- ca, que se considera más efectiva acompañada de otros instrumentos en el campo de la propaganda, la diplomacia y la ciberguerra.

Sobre todo, a partir del llamado Fin de la Gue- rra Fría, desde los primeros años de la década de 1990 se plantea el fin del esquema bipolar de relaciones internacionales, el llamado conflicto Este-Oeste y la visión del “juego de suma cero” dentro de ese conflicto, la política de contención e incluso la reversión de la llamada expansión co- munista. Durante los años de la Guerra Fría la ca- rrera armamentista escenificada entre la Unión Soviética y Estados Unidos se reflejaba en conflic- tos convencionales en Asia, África y América La- tina, aunque la Guerra de Vietnam fue un enorme esfuerzo bélico y se emplearon los armamentos más crueles, como el napalm y el agente naranja. Pero la guerra, aunque sea “regional”, excluyendo el enfrentamiento directo entre grandes potencias es un acontecimiento sumamente costoso, inclu- yendo las perdidas en vidas del agresor e involu- cra grandes riesgos.

Es esa una de las causas por la que las interven- ciones militares de gran envergadura realizadas por el imperialismo estadounidense dejan mucha insatisfacción a los que la realizan, y ello ha favo- recido el empleo cada vez más intenso y extendi- do de los instrumentos económicos como parte de una guerra no declarada, y por ello el énfasis en la guerra económica. La guerra económica busca los mismos objetivos que el conflicto bélico, pero encuentran condiciones favorables para su empleo en el desarrollo tecnológico, la estructura globalizada del mercado y la fortaleza que todavía tiene la economía estadounidense.


2Apalancamiento político es la capacidad de explotar vulnerabilidades, de los vínculos del país objetivo o dependencia de una fuente, o entidades bajo la jurisdicción del país que envía recursos vitales para la economía del país objetivo (al que se le quiere aplicar dichas medidas coercitivas).


Visto desde la perspectiva del balance global de fuerzas, el retroceso o avance de los espacios geo- gráficos de dominación o las esferas de influencia de las potencias pueden modificarse mediante la geoeconomía. Con el uso de instrumentos econó- micos Estados Unidos trata de redefinir el siste- ma de relaciones internacionales y el balance de fuerzas en el orden mundial en formación. En tal sentido, la geoeconomía permite cambiar la dis- tribución geográfica del poder entre los actores internacionales a partir de los instrumentos eco- nómicos de poder. Las asimetrías de poder refle- jadas en la economía constituyen la posibilidad de ejercer estos medios como parte de la guerra por otros medios, pero no en el ámbito estrictamente militar y por ello no tiene costos humanos para el país agresor. Por supuesto, en la práctica todos los medios se combinan, político-diplomáticos, pro- pagandísticos, psicológicos y económicos. Pero excluyendo los medios militares de la guerra, no debe desconocerse que los instrumentos econó- micos son parte del poder duro, a decir de Joseph Nye (Nye, 2010) y la declinación del poder esta- dounidense los hace una forma de guerra muy conveniente.

La guerra económica, o el empleo de los ins- trumentos económicos con fines políticos para obligar al adversario a cumplir los intereses y la voluntad imperialista constituyen un acto de ex- trema violencia. Las llamadas sanciones econó- micas, los “embargos económicos” en realidad bloqueos —como se ha aplicado contra Cuba por décadas y más recientemente contra Venezuela—, son formas refinadas e intensas, que se han veni- do empleando por parte de Estados Unidos, para derrocar gobiernos que consideran retos al siste- ma de dominación imperialista.3 En otros casos se busca debilitar o disuadir, pero en general, se trata de reconfigurar el balance global de fuerzas a favor de Estados Unidos, objetivo principal de la estrategia de seguridad nacional estadounidense.

En ese contexto cambiante se desarrollan nue- vas concepciones estratégicas para la intervención militar y el conflicto o las pugnas de poder mun- dial mucho más abarcadoras. Toman en cuenta lo que consideran los desafíos a la hegemonía de Estados Unidos, que abarcan un amplio espectro de escenarios y condiciones, tratando de evitar los enfrentamientos militares entre grandes po- tencias, o las guerras con armas nucleares y otras de destrucción masiva, que como se sabe, supon- drían el fin de la vida como la conocemos.

A lo largo de los años se han introducido distin- tas estrategias. La contrainsurgencia, para enfren- tar el movimiento guerrillero en América Latina en la década de 1960, la guerra de baja intensidad o conflicto de baja intensidad (Low Intensity Con- flict) fue la concepción desarrollada en la década de 1980 para este tipo de lucha (CIA, 1986). La “Guerra no convencional de las fuerzas especia- les” es una de las aproximaciones vigentes (Estado Mayor, Departamento del Ejercito, 2010).

Asimismo, en la literatura sobre la guerra exis- ten distintas definiciones como la “guerra asi- métrica”, que trata de catalogarlas de un modo amplio, para expresar las grandes diferencias de poder en medios y técnicas de combate de las fuerzas involucradas, pero sigue estando presente la controversia (Gajate, 2019). También se ha de- sarrollado la “dominación de espectro completo”, elaborada por el Estado Mayor del Ejército de Es- tados Unidos, que constituye un enfoque abarca- dor (Joint Chief of Staff, 2000). Sobre la domina- ción de espectro completo y su significación para América Latina deben considerarse los estudios sobre este asunto desarrollados por la académica mexicana Ana Esther Ceceña. (Ceceña, 2016)

Todas estas estrategias y programas, aunque con distintas denominaciones, son parte del proceso de planeación y actualización de la proyección ex- terna del imperialismo estadounidense y tienen en común tratar de definir los mejores mecanismos

3Estas políticas unilaterales al dañar las condiciones económicas de vida del pueblo en los países de destino son en realidad actos de genocidio y graves violaciones de los derechos humanos.


y opciones para conservar la hegemonía mundial frente a los nuevos desafíos. Ello supone conservar el balance mundial de fuerzas y retrotraer aquellos países que han quebrado, aunque sea parcialmente su sistema de dominación y explotación.

En un sentido conceptual y desde la perspectiva de la ciencia política, es conveniente incorporar todos los campos e instrumentos de poder den- tro de la “guerra política” (Smith, 1989) en cua- tro grandes espacios. Estos espacios se superpo- nen y actúan de conjunto, aunque de acuerdo con las etapas y condiciones se privilegian alguno de ellos: económico, político-diplomático; informa- ción y propaganda; y los conflictos militares. El centro de pensamiento Rand Corporation, muy cercano al Departamento de Defensa estadouni- dense, ofrece elementos actualizados sobre cómo realizar la guerra por todos los medios, y emplea para ello su definición de guerra política, que in- cluye, como se ha definido, todos los instrumen- tos de poder (Robinson, et al., 2018).

La estrategia centrada en la geoeconomía, como se ha explicado, pretende alcanzar el propósito de mantener y ampliar el balance mundial de poder a su favor mediante el uso de los instrumentos eco- nómicos de poder, reconociendo que otros paí- ses como China y Rusia disputan la hegemonía de Estados Unidos empleando los instrumentos eco- nómicos de poder con fines geopolíticos. Con ello trata de evitar la intervención militar, o esperar en todo caso reducir sus costos materiales y huma- nos. Los resultados de las más recientes interven- ciones militares de Estados Unidos en el Medio Oriente —sobre todo en Afganistán e Irak— han sido objeto de muchas críticas dentro de la clase dominante, porque no lograron enteramente los propósitos deseados (Malkasian, 2020).

Siempre en la política externa estadounidense se habían empleado los instrumentos económicos para el cumplimiento de objetivos políticos —el Plan Marshall para Europa es un ejemplo para- digmático. Entre 1947 y 1951 ofreció financia- miento a Europa Occidental como ayuda para la

recuperación de los destrozos de la guerra, pero el propósito político consistió en evitar la llamada expansión comunista en esta región. Decenas de miles de millones de dólares estadounidenses se desembolsaron con esos propósitos y posterior- mente se realizaron las inversiones directas de las transnacionales estadounidenses allí consolidan- do los negocios trasatlánticos. No por casualidad los vínculos económicos y políticos actuales entre la Unión Europea y Estados Unidos son tan im- portantes, con independencia de algunas friccio- nes en esas relaciones.

El triunfo de la revolución cubana en 1959 mo- tivó al gobierno de John F. Kennedy diseñar el programa denominado “Alianza para el Progre- so” —con independencia de las causas de su fra- caso—, el objetivo fue estimular ciertas limitadas reformas en la región latinoamericana para evi- tar el avance de la revolución continental. Desde aquellos primeros años se aplicaron contra Cuba un conjunto de sanciones económicas unilate- rales —aunque desde el primer momento trata- ron de internacionalizarlas— que establecieron el bloqueo económico, comercial y financiero para tratar de hacer colapsar al gobierno cubano. Ese bloqueo ha sido el más largo de la historia, cons- tituyendo uno de los ejemplos sobresalientes del empleo de instrumentos económicos por parte del gobierno estadounidense con fines políticos para conseguir un cambio de régimen. Asimismo, ha sido expresión del fracaso de estas políticas, no han logrado el propósito de restablecer su sistema de dominación en Cuba.

En las interpretaciones más reciente de sus es- trategas, se considera que la también llamada guerra por otros medios, ha adquirido una nueva dimensión e importancia, y resulta crucial en la disputa por la hegemonía global de Estados Uni- dos frente al ascenso de China y Rusia, que desde la perspectiva del imperialismo estadounidense han empleado los instrumentos económicos de poder para alterar el balance mundial de fuerzas en contra de los intereses de la seguridad nacional


de Estados Unidos. El retorno de la geoeconomía se ha mantenido como un poderoso debate entre la seguridad nacional y la economía global acerca del relativo poder nacional (Lind, 2019).

Como parte de los instrumentos económicos se incluye el acceso a la energía y otros recur- sos naturales que tienen un carácter estratégico, el comercio, la política monetaria y financiera y las transacciones bancarias, que acompañan to- dos los intercambios y constituyen componentes principales en esta guerra. La guerra financiera es crucial debido a la mayoritaria participación que todavía tiene el dólar estadounidense como dine- ro mundial y Wall Street como principal centro financiero. La guerra financiera, impulsada por la OFAC, que fue fortalecida y perfeccionada des- pués del 11 de septiembre de 2001 y el anuncio por George W. Bush de la “guerra contra el terro- rismo”. Estos acontecimientos sirvieron para jus- tificar la extensión de estos mecanismos con fines estratégicos y reconfigurar el balance mundial en el contexto de la globalización (Zarate, 2013).

La diferencia entre “sanciones económicas con- vencionales” y la guerra financiera es que estos instrumentos han convertido a esta última, en un componente principal de la Estrategia de Seguri- dad Nacional de Estados Unidos y están siendo aplicados de manera generalizada, con gran in- tensidad, en distintos escenarios y con todo tipo de pretextos. La llamada guerra al tesoro (trea- sury´s warfare) no solamente obstaculiza el ac- ceso a las fuentes financieras, sino al empleo de bancos e instituciones que participan en transac- ciones monetarias, que no tienen directamente relación con Estados Unidos en cuanto origen ni destino, subrayando el enfoque extraterritorial.


Geoeconomía: factores y condiciones de su expansión

Las condiciones del escenario internacional, la globalización económica y financiera, los desa- rrollos tecnológicos en el terreno de la informá- tica y las comunicaciones, así como el balance de

fuerzas entre las mayores potencias y las luchas de liberación y emancipación de los pueblos, hacen que nuevos instrumentos y enfoques estratégicos sobre el conflicto y la guerra, como la perspectiva estratégica geoeconómica, ganen importancia en el arsenal de medios de injerencia e intervención del imperialismo estadounidense.

Como parte del auge de las tendencias políti- cas nacionalistas conservadoras en Estados Uni- dos que acompañan la llegada a la presidencia de ese país de Donald Trump y el “Estados Unidos Primero” (Kagan, 2018), se observa un incremen- to en intensidad y extensión de la utilización de instrumentos económicos en el sentido planteado por la geoeconomía.

Entre los instrumentos económicos de poder, los financieros son los más poderosos. En las re- laciones económicas el flujo financiero, las tran- sacciones monetarias que acompañan el pago de productos y servicios puede ser obstaculizada si se obstruyen estos mecanismos. El poder mun- dial de estos instrumentos para el caso de Estados Unidos reside en la primacía del dólar estadouni- dense y el hecho de ser el mayor centro financiero.


La geoeconomía en la disputa global de poder

En los estudios e informes sobre la geoeco- nomía, el empleo de instrumentos económicos como parte de la disputa global de poder realiza- dos en Estados Unidos por importantes centros de pensamiento y funcionarios que han trabajado para el Departamento del Tesoro en estos menes- teres, se destacan aquellos que enfatizan el uso de instrumentos económicos como parte de la con- frontación geoestratégica con Rusia, China e in- cluso Irán (LSE, 2012).

En el caso de Rusia el instrumento económico está referido de modo principal al carácter estra- tégico del acceso a los hidrocarburos, al ser un gran productor y exportador de estos recursos (Vihma Antto; Umut Turksen, 2015). También se plantean los créditos y acuerdos estratégicos para


el suministro de tecnología y armamento, que constituye un componente clave de sus relaciones económicas, con consecuencias directas para la correlación de fuerza en determinados escenarios en Europa, Medio Oriente y América Latina.

El incremento de la producción de petróleo y gas de Estados Unidos, la disminución de su depen- dencia de las importaciones a partir del aumen- to de las técnicas de la perforación horizontal y el fraccionamiento hidráulico (fracking), con inde- pendencia de las consecuencias sobre el medio am- biente, ha constituido una herramienta a favor de reposicionar al imperialismo estadounidense fren- te a Rusia, Irán y Venezuela en América Latina. La dependencia de la importación de petróleo y gas de importantes aliados de Estados Unidos en Europa, como Alemania y Japón en Asia, ponen de mani- fiesto el valor de este instrumento geoeconómico.

“El ascenso en la producción de petróleo y gas, combinado con otras fuentes perdurables de poder, militar, económico y cultural, deben aumentar el liderazgo de Estados Unidos en los próximos años” (Blackwill & O´Sullivan, 2014: 114). El aumento de la producción de petróleo estadounidense ha influido sobre los precios, favoreciendo a la econo- mía de Estados Unidos y debilitando las bases del poder de países identificados como retos a su he- gemonía, que tienen una dependencia importante de sus ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos, como Irán, Rusia y Venezuela.

Las acusaciones a China por el uso de instru- mentos económicos con fines políticos de carác- ter estratégicos en el escenario mundial, es decir, como parte de una proyección geoeconómica se argumenta desde la perspectiva estadounidense, los préstamos, créditos e inversiones realizadas por China a otros países para robustecer la posi- ción geopolítica del Gigante Asiático en el balan- ce de poder mundial. Se advierte la fortaleza del Estado centralizado chino en la realización de su política económica internacional, y se considera que busca disminuir la influencia de Estados Uni- dos.

El ejemplo empleado con mayor frecuencia está asociado a la extensión de la “Franja y la Ruta”, ins- pirada en la ruta de la seda, pero que progresiva- mente se ha ido ampliando por vía marítima ha- cia todas las regiones, incluyendo América Latina. El alto ritmo de crecimiento de la economía chi- na, aunque se ha reducido un tanto en los últimos años, sigue avanzando y se corresponde con un au- mento mayor del comercio y las inversiones hacia todas las regiones del mundo. Se conoce que China es ya la segunda potencia militar, aunque su dis- tancia respecto a EE.UU. es muy grande, pero en el plano de la economía va camino hacia un equi- librio y la posibilidad de ser un verdadero desafío económico e incluso tecnológico, en algunas esfe- ras más que en otras en las próximas décadas.

Es así, que el conflicto entre la gran potencia im- perialista norteamericana, todavía en una posición hegemónica —aunque declinante en términos re- lativos— aprecia un reto cada vez mayor. El actual enfoque de la estrategia de Estados Unidos con énfasis en el nacionalismo conservador y la pro- yección geoeconómica unilateral como principal instrumento de fuerza en la política internacional, tiene sin duda un carácter disruptivo, con indepen- dencia de los resultados de las elecciones de 2020.

La actual política de la administración de Do- nald Trump, presenta cambios en aspectos princi- pales que habían sido casi parte de la continuidad de la proyección externa de Estados Unidos desde el fin de la segunda guerra mundial, con mayor énfasis en el neoliberalismo, el libre comercio y la globalización financiera a partir de la contra revo- lución conservadora de 1980. Ruptura de acuer- dos de libre comercio, renegociación de algunos, amenazas y empleo indiscriminado de tarifas aduaneras y las llamadas sanciones económicas unilaterales para casi cualquier asunto.

Conclusiones

En la proyección externa de Estados Unidos a partir de la llegada a la presidencia de Donald Trump en 2017 se aprecia un énfasis en el empleo


de los instrumentos económicos con fines políti- cos, que no corresponden con propósitos pura- mente económicos. Economistas y estrategas de Estados Unidos reconocen que estas políticas no tienen un basamento económico, e incluso pueden llegar a ser contraproducentes para los beneficios de sectores específicos de su economía. Las mismas son parte de una interpretación incorrecta e inclu- so contraria a los objetivos planteados inicialmen- te por la administración de incrementar empleos manufactureros. La reducción de esos empleos supuestamente exportados por la globalización, y los consiguientes encadenamientos productivos y de servicios, se explican fundamentalmente por transformaciones estructurales de largo plazo, aso- ciados a desarrollos tecnológicos, incrementos de la productividad y la automatización, y por lo tanto no puede ser revertidas con tarifas aduaneras.

Las afectaciones que dejan los cambios en la po- lítica de Trump, sobre todo a partir de 2018 deben trascender estos cuatro años, porque con indepen- dencia que continúe o no en la Casa Blanca por otro período a partir de enero de 2021, han crea- do un ambiente de desconfianza e incertidumbre donde los distintos actores se sienten inclinados a emplear esas mismas políticas: el empleo de instru- mentos económicos con fines geoestratégicos, con una proyección geoeconómica regional y mundial. El uso generalizado de los instrumentos económi- cos con fines políticos en la pugna global de poder, estimula alianzas y reacomodos entre las potencias objeto de estas políticas y por ello se observa una creciente tendencia a crear asociaciones y colabora- ción estratégica entre China y Rusia y otros países.

Esta tendencia en el mediano y largo plazo alienta una configuración del balance global de fuerzas que acelera el deterioro de la posición de poder a escala mundial. Precisamente lo que el Gobierno de Esta- dos Unidos quiere impedir o frenar.

El empleo de los instrumentos de poder econó- mico con objetivos políticos, coercitivos, subversi- vos y dirigidos al cambio de régimen en países de distintas regiones (República Popular Democrática de Corea, Irán y Siria, o Venezuela y Cuba en Amé- rica Latina), tiene y tendrá consecuencias sobre la configuración de las estrategias de desarrollo de es- tos países y de sus alianzas regionales y globales. La lección general que se puede sacar supone el desa- rrollo de políticas económicas con una proyección geoeconómica antimperialista, dirigida a diversifi- car las relaciones y disminuir las vulnerabilidades. El balance de la declinación relativa de poder de Estados Unidos y el ascenso de otras fuerzas con- trarias, de las mayores potencias y de países con proyectos nacionalistas-desarrollistas, socialistas, progresistas, y emancipadores, opuestos a los en- foques neoliberales y a la supeditación extrema al imperialismo estadounidense, deben reforzar de conjunto, el debilitamiento de la posición de poder de EE.UU. El nuevo ordenamiento mun- dial, el sistema mundo y la correlación de fuerzas en proceso de formación, todavía no es estable y parece tender hacia un multilateralismo. En una perspectiva de mediano y largo plazo, los proce- sos políticos en el campo de las relaciones inter- nacionales, no favorecen los objetivos estratégicos de fortalecer la posición de poder de Estados Uni-

dos a escala mundial.


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