Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 013 / octubre-diciembre 2024/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/123 pp.
La política exterior cubana. Principales potencialidades y amenazas en la era de la covid-19
Cuban foreign policy. Main potentialities and threats in the era
of covid-19
M. Sc. Náyade Caridad González González
Docente del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. La Habana, Cuba
ORCID: 0000-0002-1304-2766
e-mail: nayade27gg@gmail.com
Fecha de recepción: noviembre 2024
Fecha de aceptación: noviembre 2024
Resumen
La política exterior cubana enfrenta a partir de 2020 un complejo y desfavorable escenario internacional, especialmente en la región. Influenciada por factores externos que repercuten de manera negativa en su situación interna, es necesario mencionar la pandemia covid-19; el recrudecimiento de las medidas unilaterales y de coerción económica y política impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos durante la administración Trump, y mantenidas en la actualidad por el presidente Biden contra Cuba, Venezuela y Nicaragua; y el retroceso hacia la derecha en países de la región como Brasil, en el período de Jair Bolsonaro; Argentina, durante la administración de Macri y recientemente de Javier Milei; Colombia, bajo el gobierno de Iván Duque; el Ecuador de Lenín Moreno y de Guillermo Lasso; y en Bolivia, con el golpe de Estado que alejó temporalmente del gobierno al Movimiento al Socialismo. No obstante a esta situación, la política exterior de la Revolución cubana continúa caracterizándose por su proyección anticapitalista, anticolonial, antineocolonial, tercermundista y antimperialista hacia los países del continente y del Sur Global. Por estas razones, el presente artículo se dirige a estudiar las principales amenazas a la política exterior cubana desde el arribo de la pandemia covid-19 en 2020. También sus principales potencialidades en relación con su proyección hacia América Latina y el Caribe.
Palabras claves: política exterior cubana, pandemia covid-19, potencialidades, amenazas.
Abstract
Cuban foreign policy starting in 2020 faces a complex and unfavorable international, especially in the region. Influenced by external factors that have a negative impact on its internal situation, it is necessary to mention: the covid-19 pandemic; the intensification of unilateral measures and economic and political coercion imposed by the United States government during the Trump administration, and maintained by President Biden, against Cuba, Nicaragua and Venezuela; and the retreat to the right in countries in the region such as: Brazil, during the Jair Bolsonaro period; Argentina, during the administration of Macri and recently of Javier Milei; Colombia, under the government of Iván Duque; the Ecuador of Lenín Moreno and Guillermo Lasso; and in Bolivia, with the coup d’état that temporarily removed the Movement to Socialism from the government. Despite this situation, the foreign policy of the Cuban Revolution continues to be characterized by its anti-
capitalist, anti-colonial, anti-neocolonial, third world and anti-imperialist projection towards the countries of the continent and the global South. For these reasons, this article aims to study the main threats to Cuban foreign policy since the arrival of covid-19 pandemic in 2020. Also its main potentialities in relation to its projection towards Latin America and the Caribbean.
Keywords: Cuban foreing policy, covid-19 pandemic, potentialities, threats.
Introducción
A partir del año 2020 la Revolución enfrenta uno de los momentos más difíciles de la historia del país. No solamente se produjo un notable retroceso en la economía nacional, sino que la población cubana sufrió el impacto de la covid-19, una pandemia con características inéditas en la historia de la humanidad por su elevada tasa de contagios y letalidad.
El entorno internacional también resultó complejo, marcado sobre todo por factores de tendencia adversa como el recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales de los Estados Unidos entre 2017-2021 impuestas a Cuba, aún sin revertir como prometió el presidente Joe Biden; la crisis económica que sufre Venezuela, principal socio comercial y aliado estratégico de Cuba en la región, condicionada por el bloqueo comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos; y el retroceso hacia la derecha en países de la región como Brasil, durante el período de Jair Bolsonaro; Argentina, durante la administración de Macri y actualmente de Javier Milei; Colombia, bajo el gobierno de Iván Duque; Ecuador, con Lenín Moreno y Guillermo Lasso; y Bolivia, con el golpe de Estado que alejó temporalmente del gobierno al Movimiento al Socialismo.
Imposible pasar por alto que la administración Trump no cejó en una política de presión máxima desde 2017, evidenciado en más de 240 órdenes presidenciales punitivas. Esta política se mantuvo e incrementó con suma alevosía en el año 2020, cuando la pandemia se desplegó en toda su peligrosidad para rendir por hambre y desesperación al pueblo cubano, elevando el impacto del bloqueo económico, comercial y financiero hasta 5 570 millones de dólares en un año. Aunque este posee un costo acumulado de 144 413 millones en casi 60 años (Informe de Cuba sobre la resolución 74/7 de la Asamblea General de Naciones Unidas, 2020).
El gobierno de Joe Biden tampoco modificó las restricciones del esquema coercitivo contra Cuba. A partir de su Estrategia de Seguridad Nacional, el enfoque que siguió promoviendo hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua fue el de mantener una política agresiva contra estos países, donde según ellos, se suprime la voluntad popular (ESN, 2022).
En el caso de Cuba, ello se evidenció en el recrudecimiento del bloqueo como resultado de la continuación de la política de máxima presión y asfixia impuesta por Trump. Solamente en los 14 primeros meses del gobierno de Joe Biden, los daños reportados a causa del bloqueo alcanzaron la cifra de 6 364 millones, representando una afectación de más de 454 millones de dólares mensuales y más de 15 millones de dólares diarios (MINREX, 2022).
Sin contar que, es en la vida cotidiana de los cubanos donde se refleja con mayor profundidad el verdadero impacto de estas afectaciones. En este sentido, resulta válido reconocer que más de 80 % de la población cubana actual solo ha conocido una Cuba con bloqueo (MINREX, 2023).
Sin embargo, a pesar de la compleja situación internacional, la política exterior de la Revolución cubana hacia los países del continente y del Sur Global, en general, continuó caracterizándose por su proyección anticapitalista, anticolonial, antineocolonial, tercermundista y antimperialista; como se aprecia en el programa del PCC, en la Primera Constitución Socialista de la República de Cuba, con sus sucesivas reformas, y en la actual Constitución. De modo que, gracias a su proyección internacional pudo sortear con éxito la desfavorable situación generada por la pandemia covid-19.
Por consiguiente, el presente artículo tiene como objetivo: identificar las principales amenazas a la política exterior cubana desde el arribo de la pandemia covid-19 en 2020. Asimismo, sus principales potencialidades en relación con su proyección hacia América Latina y el Caribe y a la aplicación de la diplomacia científica como una herramienta que contribuye a mejorar las relaciones con los Estados Unidos.
Desarrollo
1.1 Factores externos que constituyen amenazas a la política exterior cubana en el complejo escenario de la covid-19
Como se apuntó anteriormente, dos factores externos han complicado la situación internacional de Cuba: la crisis económica venezolana y el recrudecimiento de las medidas de coerción unilaterales que la administración Trump le aplicó a la Isla. Habría que añadir que en los últimos años el entorno regional empeoró para las fuerzas de izquierda en general con el triunfo electoral de gobiernos de derecha en países como: Brasil, Colombia, Argentina Chile, la evolución hacia la derecha en Ecuador y el golpe de Estado que alejó temporalmente del gobierno al Movimiento al Socialismo en Bolivia.
Aunque hubo variaciones favorables a la izquierda con los triunfos electorales de gobiernos reformadores como: el de Andrés Manuel López Obrador en México; Alberto Fernández en Argentina y; recientemente, el de Gustavo Petro en Colombia y Luis Inácio Lula da Silva en Brasil.
Respecto a las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, se debe plantear que la poderosa maquinaria de la política exterior, defensa y de seguridad imperial estadounidense; asimismo, sus aparatos económicos, financieros, culturales e ideológicos impuestos contra determinadas naciones de América Latina y el Caribe, ha sido una de las características significativas del gobierno de Donald Trump.
Justamente, las acciones emprendidas por esta administración desde su debut hasta su ocaso en 2021, tuvo como principal propósito: fortalecer su hegemonía sobre el hemisferio occidental.
Sobre este asunto hay que tener en cuenta que, el poderío de los Estados Unidos no ha disminuido en términos absolutos; al mantenerse todavía como la primera superpotencia militar y la mayor economía financiera global, ya que posee el control mayoritario de la distribución de la riqueza generada por el mercado mundial de capitales y las transnacionales. Ello se debe a los privilegios del dólar, que continúa siendo la principal moneda mundial (Fernández, 2020).
Justamente utilizan el enfoque geoeconómico como un mecanismo indispensable de su política exterior que le permite mantener su posición hegemónica frente a las diferentes potencias mundiales e imponer su sistema de dominación.
De forma que, con el uso de instrumentos económicos de poder pretenden cumplir sus objetivos geopolíticos en las relaciones internacionales, influir en el equilibrio del poder global y recuperar su cuota de hegemonía que se ha visto en declinación relativa en estos últimos tiempos ante el avance de China y Rusia y la influencia de los países de izquierda en la región (Fernández, 2020).
Bajo esta óptica, los Estados Unidos pretende recuperar parte de su hegemonía en el continente, amenazada, según ellos por la influencia maligna de fuerzas no hemisféricas como Irán, Corea del Norte, China y Rusia; y de los gobiernos anacrónicos y autoritarios de izquierda de Cuba, Venezuela y Nicaragua (ESN, 2017).
Para ello, han desarrollado un conjunto de acciones amparadas en su Estrategia Nacional de Defensa desde 2017 y en la aprobación de los sectores y clases dominantes, que busca derrocar a los gobiernos de izquierda que existen en la región, fundamentalmente a los gobiernos de Cuba, de la República Bolivariana de Venezuela y de Nicaragua. Y, quebrantar la unidad latinoamericana evidenciada en la fundación, desde los primeros años del presente siglo, de organizaciones como: la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Comunidad del Caribe (CARICOM), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Entonces, como era de esperar, bajo el mandato de Trump, se desató una agresiva campaña contra el Gobierno cubano, presidido desde 2018 por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez; financiando a los grupos disidentes e interrumpiendo el restablecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, llevado a cabo en los últimos años de la administración de Barack Obama.
Pusieron a la nación caribeña en la lista de los gobiernos violadores de los derechos humanos y en la de los Estados Patrocinadores del Terrorismo.
Por otra parte, con la justificación de los inverosímiles ataques sónicos realizados en La Habana a algunos funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba, el Gobierno de los Estados Unidos expulsó a 17 funcionarios de la Embajada de Cuba en los Estados Unidos; y redujo al mínimo indispensable los servicios consulares que se ofrecían por parte de la embajada estadounidense en La Habana a los ciudadanos cubanos que querían viajar a los Estados Unidos. A esto se le suma la prohibición de viajar a Cuba a funcionarios oficiales estadounidenses (Suárez, 2022).
Uno de los elementos que justifican la agresividad del gobierno de Trump contra nuestro país, es la responsabilidad que se le quiere conferir a Cuba de ser la potencia extranjera que interviene directamente en el mantenimiento del gobierno de Maduro en Venezuela. País este calificado por dicho mandatario, como una amenaza extraordinaria a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Esa es la política hacia Cuba que Joe Biden heredó de su predecesor y que en esencia no ha modificado. Esto se evidenció cuando, a pocos días de la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, el Departamento de
Estado de los Estados Unidos anunció la reinserción de Cuba en la Lista de Estados patrocinadores del terrorismo; convirtiéndose en una de las medidas más dañinas que refuerza la persecución financiera.
Como parte de la política de agresividad y máxima presión hacia Cuba, el Gobierno de los Estados Unidos utilizó de forma oportuna la situación generada por la covid-19, como una aliada para su política hostil contra Cuba. De manera que, la intención de fortalecer el bloqueo en esta coyuntura reveló su particular rostro inhumano. Así se aprovechó la recesión económica derivada de la pandemia a nivel mundial para promover inestabilidad social y rendir al pueblo cubano por hambre y desesperación (MINREX, 2023).
Por tanto, el alcance de esta política en este período tuvo una dimensión más perversa y dañina desde el punto de vista humanitario.
El bloqueo provoca daños extremos directos en todos los sectores de la economía del país. Solo entre agosto de 2021 y febrero de 2022, esta política causó pérdidas a Cuba de aproximadamente: 3 806,5 millones de dólares,1 (MINREX, 2022). Asimismo, los daños y perjuicios ocasionados entre 1.º de marzo de 2022 y el 28 de febrero de 2023, se estiman en el orden de los 4867 millones de dólares. Esto representa una afectación de más de 405 millones de dólares mensuales, más de 13 millones de dólares diarios, y más de 555 000 dólares por cada hora de bloqueo (MINREX, 2023).
Del 1.º de marzo de 2023 al 29 de febrero de 2024, los daños y perjuicios materiales causados por este sistema de medidas coercitivas unilaterales se valoran en el orden de los 5 056,8 millones de dólares, lo que representa un incremento de 189,8 millones con respecto al informe del 2023 (MINREX, 2024).
Por otra parte, con total intencionalidad, el Gobierno de los Estados Unidos se ha dispuesto a intimidar a inversionistas y entidades comerciales extranjeras, mediante la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton. A ello se suma, la persecución de las transacciones financieras y comerciales del país, la imposibilidad de procesar visas de no inmigrantes en La Habana, la amenaza constante a las empresas que envían suministros de combustible a la Isla, los intentos por frustrar la recuperación del sector turístico tras la pandemia covid-19 y la campaña de descrédito contra los programas de cooperación médica cubana (MINREX, 2023).
Al privar al país de ingresos financieros que resultan indispensables para adquirir alimentos, medicamentos, combustibles, equipamientos, partes y piezas, tecnologías y software; es innegable el impacto del bloqueo en la calidad de vida y los servicios que se brindan a la población. Por lo que, el alcance de esta política genera situación de carencias, desabastecimiento, largas colas y ansiedad en el quehacer diario de los cubanos y cubanas. Esta situación condiciona el incremento de la emigración cubana.
A lo anterior, hay que añadir la campaña mediática que desde los centros comunicacionales y de inteligencia de los Estados Unidos se articula contra Cuba, con el objetivo de construir una realidad tergiversada en el escenario virtual, alentar el descontento, crear la percepción de una situación de crisis política interna, demeritar las instituciones del Gobierno y minimizar los ingentes esfuerzos que el país realiza para superar los desafíos de una economía bloqueada.
A pesar de que estos factores externos constituyen una amenaza a la política exterior cubana, existen otros factores externos que la favorecen. Por ejemplo:
1.2 Potencialidades de la política exterior cubana en su relación con América Latina y el Caribe tras el arribo de la pandemia covid-19
Con el arreciamiento de la política imperial de Donald Trump hacia Cuba, sobrevino la crisis sanitaria que obligó a cerrar casi total de actividades entre abril y junio. De forma que, el primer trimestre del año el PIB disminu-
yó 5,5 %; pero en el segundo trimestre la caída fue de 24,8 % antes de que comenzara una lenta recuperación en julio (Rodríguez, 2021).
Sin embargo, en Cuba se enfrentó la covid-19 con resultados muy superiores a lo alcanzado por países que contaron con más recursos y posibilidades. En virtud de ello, es menester destacar que el país empleó recursos de aproximadamente 1 300 millones de pesos y 100 millones de dólares.
Esta compleja situación se revirtió, entre otras cuestiones, por la gratuidad de los servicios de salud; la movilización de todas las fuerzas médicas y paramédicas necesarias para atender los enfermos; la disponibilidad de los medicamentos y las instalaciones hospitalarias suficientes para ello; así como por la prioridad absoluta brindada por el Gobierno a la lucha contra la pandemia y al aporte de la ciencia cubana en ese combate. A lo que se le añadió el apoyo mayoritario de la población a las medidas adoptadas.
La situación del turismo fue tenida de desfavorable, producto a que el país se vio forzado a cerrar esta actividad ante el arribo de la covid-19. Por lo que, en el primer cuatrimestre de 2020 se registró un descenso de 49 % en los visitantes internacionales.
De igual manera, los ingresos por exportación de fuerza de trabajo calificada, de los servicios de salud, disminuyeron aproximadamente 16 % en 2019. A esta situación se incrementaron, en 2020, dificultades con la entrada de los ingresos líquidos de la colaboración cubana en Venezuela y otros países producto de la crisis económica internacional.
Aunque la pandemia covid-19 impuso una nueva dinámica en la manera de conducir las relaciones entre los Estados y los diferentes actores del sistema internacional; nuestro país mantuvo lo estipulado en el artículo 16 inciso d de la Constitución de la República de Cuba, donde se reafirma la voluntad del país de integrarse y colaborar con los países de América Latina y el Caribe. Asimismo, perpetuar la unidad y la solidaridad con todos los países del tercer mundo; condenar el imperialismo, el fascismo, el colonialismo, el neocolonialismo u otras formas de sometimiento, en cualquiera de sus manifestaciones (Constitución de la República de Cuba, 2019).
En ello desempeñó un papel decisivo la capacidad institucional del Gobierno cubano y su diplomacia para hacer frente a este escenario externo adverso, agudizado por la crisis sanitaria. En tal sentido, Cuba mantuvo y mantiene una activa participación en foros internacionales. Sostiene relaciones diplomáticas con 195 Estados; ha profundizado los nexos políticos y diplomáticos con sus principales socios internacionales, avanzan las relaciones diplomáticas y económicas con Asia y el Medio Oriente; ha incrementado sus acciones de cooperación médica externa en tiempos de covid-19, a pesar de la agresiva campaña de los Estados Unidos en su contra. Y tiene un reconocido liderazgo en varios órganos y temas relevantes de la agenda global.
Por ejemplo, puede citarse que Cuba apoyó el enfrentamiento a la pandemia en 42 países y territorios del mundo, a los que llegaron 58 brigadas médicas, que se sumaron a los más de 27 000 profesionales de la salud que ya trabajaban en 59 naciones (MINREX, 2023).
Igualmente, partieron hacia 29 países de la región diferentes brigadas de cooperación médica, como muestra fehaciente del principio de solidaridad practicado por Cuba desde el triunfo de la Revolución.
Además, la política exterior de Cuba hacia América Latina y el Caribe desde el 1.º de enero de 1959, se ha caracterizado por el respeto y la defensa a la no injerencia en los asuntos internos de los Estados. Asimismo, el sostenimiento del principio de la “Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz”. Además de denunciar las agresiones orquestadas por los Estados Unidos contra Venezuela y Nicaragua (MINREX, 2020).
Se continuaron profundizando las relaciones con el Caribe; hecho que se materializó en el apoyo recibido por los jefes de Estado del CARICOM y de la Organización de Estados del Caribe Oriental y los cancilleres de la Asociación de Estados del Caribe contra el bloqueo y el Título III de la Ley Helms-Burton.
Aún en condiciones de pandemia el país mantuvo su respaldo y activismo en los diferentes organismos y foros regionales. Se apoyó la Presidencia Pro-Témpore de México en la CELAC. Se participó en las Conferencias Virtuales de Alto Nivel sobre Economía, Finanzas y Comercio del ALBA-TCP; en la VII Cumbre CARICOM-Cuba y la XVIII Cumbre del ALBA-TCP.
En un contexto de crisis de la economía mundial pospandemia, de reforzamiento extremo del bloqueo impuesto por los Estados Unidos contra Cuba, nuestro país continuó avanzando en el cumplimiento de sus objetivos de política exterior.
El país en 2022 mantuvo su tradicional activismo en los organismos y foros internacionales y regionales.
Se debe señalar que, en la IX Cumbre de las Américas, 17 países de nuestra región se pronunciaron en contra de la exclusión de nuestro país y 11 se manifestaron contra el bloqueo. Mientras tanto, se realizó la Cumbre de los Pueblos en Los Ángeles donde participó de forma virtual el presidente cubano.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, participó en una gira por el Caribe y en la VIII Cumbre CARICOM celebrada en Barbados, eventos donde concretó acuerdos y fortaleció la cooperación con los Estados del área. Asistió a la instalación del nuevo período presidencial del mandatario Daniel Ortega en Nicaragua. Días después, el primer ministro cubano Marrero Cruz participó en el 43 aniversario de la Revolución Sandinista y en una visita oficial en Venezuela. Y, el vicepresidente Valdés Mesa asistió a la toma de posesión presidencial en Honduras.
En Cuba, se recibieron las visitas oficiales del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; y de los primeros ministros Roosevelt Skerrit, de la Mancomunidad de Dominica; John Briceño, de Belice; Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas; y Philip Davis, de la Mancomunidad de las Bahamas.
Se le confirió la Orden José Martí a López Obrador, Skerrit y Gonsalves. Se recibieron visitas de la vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela Delcy Rodríguez; y de los cancilleres de Colombia y Surinam, Álvaro Leyva y Albert Ramdin, respectivamente (MINREX, 2022).
Nuestro país continuó participando en las actividades de la CELAC de forma muy activa. Resaltaron la celebración de tres reuniones de cancilleres en las que participó nuestro canciller; y la III Reunión CELAC- Unión Europea (UE), que permitió retomar el diálogo birregional en formato inclusivo.
Además, se celebraron varias reuniones de ministros de otros sectores en las que Cuba intervino en defensa de la integración regional. Por otra parte, se realizaron en La Habana la XXI y XXII Cumbres del ALBA-TCP y se concretó, además, la visita oficial a nuestro país del secretario general del ALBA, Sacha Llorenti. A su vez, una delegación cubana presidida por la viceministra primera del Ministerio de Comercio Exterior (MINCEX) participó en el Consejo de Complementación Económica del ALBA-TCP, organizado en Bolivia.
Cuba acogió la VI Conferencia de Cooperación Internacional de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) el 10 de noviembre, donde se abordó la transformación y la innovación en la región. Participaron en ella los cancilleres de Guatemala, Granada y San Vicente y las Granadinas. El primer ministro, Manuel Marrero, presidió en agosto la delegación cubana a la primera reunión de países caribeños sobre cambio.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel, saludó mediante un video pregrabado a los participantes de la Asamblea General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). De igual manera, recibió en La Habana al secretario general iberoamericano, Andrés Allamand y al secretario general de la OEI, Mariano Jabonero. Ambos encuentros contribuyeron a consolidar los vínculos de Cuba con estos mecanismos de la cooperación iberoamericana (MINREX, 2022).
Igualmente, se reconoció la contribución de Cuba como garante y sede alternativa a los procesos de paz en Colombia. Tal es el caso que la Delegación de Paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que estaba en Cuba, regresó a su país en cumplimiento del protocolo de retorno seguro acordado, y se reinstaló la mesa de conversaciones Gobierno-ELN. Razón por la cual tanto el presidente Gustavo Petro como el canciller Álvaro Leyva rechazaron la inclusión de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo impuesta por los Estados Unidos.
Se mantuvo la colaboración médica cubana alrededor de 13 naciones del Caribe. Además de Argentina, Guatemala, México y Uruguay. Ante las afectaciones causadas por el incendio en Matanzas y el huracán Ian, se recibieron ayudas solidarias de varios Gobiernos de la región, destacándose México y Venezuela. También fueron importantes las donaciones realizadas por Antigua y Barbuda, Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana y Uruguay (MINREX, 2022).
El año 2023 fue de importante actividad en el ámbito de la política exterior. Cuba asumió en enero la responsabilidad de dirigir el grupo de concertación más amplio y diverso de la esfera multilateral, con 134 Estados miembros que representan dos tercios de la Organización de las Naciones Unidas y 80 % de la población mundial: el Grupo de los 77 y China (G77 y China).
La presidencia pro tempore del G 77 y China demandó un gran esfuerzo de nuestras instituciones y del país en general, y es reflejo del compromiso histórico de la mayor de las Antillas en defensa de las causas de los países del Sur Global.
En los múltiples eventos multilaterales ocurridos en el año y en los que se participó en representación del G77 y China, la diplomacia revolucionaria cubana demostró autoridad y liderazgo, su apego a principios y el respeto a las normas del derecho internacional y la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU), a la promoción del diálogo y la cooperación, y su capacidad para construir consensos y defender la unidad de los países en desarrollo.
La celebración en La Habana, en el mes de septiembre, de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G77 y China reforzó la voz del sur como actor clave en las discusiones internacionales, al abordarse los “Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación” como tema central del cónclave.
Le siguió la reciente Cumbre de Líderes del G 77 y China, que tuvo lugar en el marco de la Conferencia de las Partes COP28 sobre el Cambio Climático, en Dubái; un evento inédito en la trayectoria de este mecanismo que contribuyó a potenciar el papel del bloque de cara a las negociaciones climáticas.
Cuba también asistió al máximo nivel a la reunión Cumbre celebrada en París para analizar los problemas monetario-financieros, a la Cumbre de los BRICS, así como a diversas citas celebradas en el contexto del Segmento de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
A pesar del esfuerzo de los Estados Unidos por impedirlo, al que se sumaron varios de los elementos anticubanos de Europa y de la propia nación estadounidense, Cuba resultó reelecta, con amplio respaldo, para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.
De gran satisfacción resultó la elección de Cuba, con amplísima votación, al Consejo Ejecutivo de la UNESCO.
En este año, nuestro país fue sede de la Cuarta Conferencia La Nación y la Emigración, que ratificó el compromiso permanente de avanzar hacia una relación cada vez más estrecha, natural e integral con los cubanos que residen en otros países.
1.3 La aplicación de la diplomacia científica como una alternativa que contribuye a mejorar las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos
A pesar de las complicadas relaciones políticas, la cooperación de Cuba y los Estados Unidos en el ámbito científico demuestra que la ciencia es un canal diplomático adecuado que permite trascender la adversidad que en el ámbito político estos países enfrentan (Pastrana, 2023)
De manera que, la relación bilateral en el terreno tecnológico sirve como una herramienta para lograr determinados objetivos en materia de política y, como un instrumento para resolver desafíos internacionales relacionados con temáticas como la salud y el medio ambiente (Gutiérrez, 2024).
No hay dudas de que existen registros de acciones fructíferas en el plano de la ciencia y la tecnología. Especialmente, se han dado mediante los vínculos que existen entre la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS) y la Academia de Ciencias de Cuba (ACC).
En efecto, el fortalecimiento de las relaciones entre ambas instituciones tuvo lugar en el año 2009 cuando un grupo de líderes científicos encabezados por el presidente de la AAAS, Peter Agre, visitaron Cuba con el objetivo de fomentar proyectos de cooperación en áreas como la meteorología, las ciencias marinas, las enfermedades infecciosas y la educación científica.
En el año 2014, la AAAS y la ACC firmaron un acuerdo vinculado al desarrollo de investigaciones en el campo de la oncología, las neurociencias y las enfermedades infecciosas.
En 2017 científicos de la AAAS, la ACC y el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) se reunieron en La Habana durante un simposio, en el que se comprometieron a trabajar mancomunadamente para combatir las enfermedades transmisibles por los mosquitos del dengue y el chicungunya y el virus del zika.
Durante la pandemia igualmente se establecieron intercambios entre actores de la comunidad científica estadounidense y cubana. Por ejemplo, en 2020 se logró la primera reunión virtual entre el IPK y la revista MEDICC. En este espacio, se abordaron temáticas relacionadas con los protocolos y las estrategias de control epidemiológico que se adoptaron en Cuba con los pacientes de covid-19 (González y Pérez, 2023).
Otro ejemplo significativo de intercambio científico lo constituyó la invitación de prestigiosos centros académicos y universitarios de los Estados Unidos a la comunidad científica cubana para participar en el evento titulado: “Vaccine Development and Deployment: The Cuban case”, que se organizó por el Centro Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard en 2021.
En junio de 2022 MEDICC organizó un viaje a La Habana con una delegación de científicos de los Estados Unidos, el Caribe y África para estudiar el desarrollo de las vacunas cubanas contra la covid (González y Pérez, 2023).
La continuidad de la cooperación entre la AAAS y la ACC está garantizada tras la renovación del Memorándum de Entendimiento signado entre estas instituciones en marzo de 2023. Así se evidencia que los valores de la ciencia, como son: la trasparencia, la investigación y el debate respetuoso, pueden ayudar a superar los obstáculos que impiden asumir una relación de nuevo tipo entre ambas naciones.
Conclusiones
Como se ha planteado, la política exterior cubana registró éxitos importantes en los últimos tiempos. Sin embargo, desde el año 2017, comenzó a registrarse un notable deterioro en el escenario externo que repercutió negativamente en la situación del país, agudizada desde 2019.
De modo que, las condicionantes del panorama internacional adversas para la política exterior de Cuba son: a) la acentuación de las sanciones y hostilidad del Gobierno de los Estados Unidos; b) la aguda crisis económica y financiera de Venezuela, principal socio comercial y de cooperación de Cuba; c) el cambio en la correlación de fuerzas políticas dominantes en América Latina y el Caribe, d) las modificaciones de amplio alcance impuestas por la pandemia covid-19, sobre la organización de la producción y el comercio a nivel mundial; e) el agravamiento de la situación económica internacional y crisis del multilateralismo; f) la crisis de los mecanismos de concertación, cooperación e integración en nuestra región.
Por otra parte, aunque estos factores externos constituyen fuentes amenazas para la política exterior de la Revolución cubana; esta situación no frenó la voluntad del país de integrarse y colaborar con los países de América Latina y el Caribe. Asimismo, de perpetuar la unidad y solidaridad con todos los países del Sur Global; y de condenar y denunciar el imperialismo. Justamente, fue su solidaridad y su proyección anticapitalista, anticolonial, antineocolonial, tercermundista y antimperialista, lo que le permitió colaborar con estos países en materia de salud, educación y comercio. De manera que, ello le propició sortear con éxito la desfavorable situación en el escenario internacional.
Sin embargo, dado los desafíos que impone la actual y compleja coyuntura internacional a la economía cubana, afectada por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos y sus políticas agresivas contra nuestro país; la crisis económica mundial y las consecuencias de la crisis sanitaria; es oportuno pensar en cómo Cuba podría insertarse más en los procesos de concertación, cooperación e integración de la región para levantar la economía.
En este sentido, se sugiere que Cuba continúe empleando la diplomacia científica como una herramienta que coadyuva a la mejora de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Mientras que, en materia de comercio e inversiones se recomienda se inserte en las cadenas globales de valor. Por ejemplo: la agroindustria azucarera cubana podría desplegar potencialidades competitivas y de inserción externa y con ello, el sector agropecuario en general. Otras potencialidades pudieran ser identificadas a partir de la inserción externa en el sector servicios, informática y comunicaciones; así como en los servicios científicos tecnológicos aprovechando la abundante fuerza de trabajo calificada que existe en el país, teniendo en consideración que el escenario de la covid-19 ha propiciado el desarrollo acelerado de la industria biotecnológica.
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