Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 014 / enero-marzo, 2025/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/ 269 pp.
Cooperación, competencia y rivalidad: Las relaciones entre Alemania y China en un contexto de transformación global (2017-2024)
Cooperation, competition and rivalry: German-Chinese relations in a context of global transformation (2017-2024)
M. Sc. Ivet López Rodríguez
Investigadora. Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Máster en Relaciones Internacionales. Licenciada en Ciencias de la Computación.
e-mail: cubaivet@gmail.com
Resumen
Entre los años 2017 y 2024, se realizaron eventos y procesos que desencadenaron cambios geopolíticos y económicos significativos, impactando en las relaciones internacionales, especialmente en los vínculos entre la República Federal de Alemania y la República Popular China. Atendiendo a que los vínculos entre las dos potencias económicas, segunda y tercera economías del mundo, constituyen una pieza clave en la configuración del panorama geopolítico y económico global, el presente trabajo se propone examinar las relaciones entre los dos países en esta etapa, en particular su desempeño en el ámbito político-diplomático, económico y de seguridad, considerando las transformaciones globales acontecidas y la incidencia de los Estados Unidos.
Palabras claves: relaciones Alemania-China, Cooperación, Rivalidad.
Abstract
Between 2017 and 2024, events and processes took place that triggered significant geopolitical and economic changes, impacting international relations, especially the ties between the Federal Republic of Germany and the People's Republic of China. Considering that the ties between the two economic powers, second and third largest economies in the world, constitute a key piece in the configuration of the global geopolitical and economic landscape, this paper aims to examine the relations between the two countries at this stage, in particular their performance in the political-diplomatic, economic and security fields considering the global transformations that occurred and the impact of the United States.
Keywords: Germany-China relations, Cooperation, Rivalry.
Introducción
Las relaciones entre la República Federal de Alemania y la República Popular China, segunda y tercera economías del mundo, constituyen una pieza clave en la configuración del panorama geopolítico y económico global. A pesar de las diferencias en sus sistemas políticos, económicos, sociales, culturales y de valores, ambos países han priorizado desarrollar sus vínculos económico comerciales en el marco de un diálogo político pragmático que les permita mantener una relación estable y mutuamente beneficiosa.
Alemania privilegió, de manera pragmática, el desarrollo de los vínculos económicos y comerciales con China. El rápido crecimiento económico del país asiático representaba una oportunidad para el incremento de las ventas de empresas alemanas en sectores claves de su economía, como el automotriz, la maquinaria y la tecnología de punta. Asimismo, la economía china ofrecía costos de producción competitivos y una infraestructura logística que permitía reducir costos y hacer más eficientes las cadenas de suministros.
Por su parte, para China las relaciones con la principal economía de la Unión Europea (UE) eran decisivas para avanzar en su desarrollo económico, insertarse como líder en el comercio internacional y posicionarse como potencia global. Alemania brindaba a la nación asiática la oportunidad de tener acceso a tecnología y conocimientos de avanzada, expandir sus exportaciones al mercado europeo, potenciar la inversión extranjera de importantes empresas, invertir en compañías de alta tecnología, y conectar las rutas comerciales entre Asia y Europa. Berlín, además, era un actor clave para ampliar su influencia política en la Unión Europea y un socio potencial para promover sus intereses frente a los Estados Unidos.
En el período comprendido entre 2017 y 2024 tuvieron lugar procesos trascendentales que remodelaron el escenario de las relaciones internacionales en múltiples dimensiones, cambiando la geopolítica y el sistema económico mundial. El presente trabajo se propone examinar las relaciones entre Alemania y China en esta etapa, en particular su desempeño en el ámbito político-diplomático, económico y de seguridad, considerando las transformaciones globales acontecidas y la incidencia de los Estados Unidos.
No se puede obviar el rol de Estados Unidos en el estudio de las relaciones sino-alemanas, no solo por su peso en el escenario internacional, sino por su alianza estratégica con Alemania y su rivalidad geopolítica con China. La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, en 2017, representó un punto de inflexión en la política exterior estadounidense hacia ambos países. La administración Biden, esencialmente, dio continuidad a la política de contención a China de Trump, aunque con otro enfoque, buscando un realineamiento con sus aliados, en particular con Berlín.
La estructura del trabajo se distribuye en tres acápites: sobre las relaciones político-diplomáticas; sobre vínculos económico-comerciales y seguridad; y concluye con algunas consideraciones sobre las relaciones sino-alemanas entre 2017 y 2024, y sus perspectivas para el corto plazo.
Relaciones político-diplomáticas
Los gobiernos de ambos países favorecieron la institucionalización de las relaciones, elevando oficialmente el nivel de estas a la asociación estratégica integral en 2014.1 Aunque no exentas de contradicciones, las relaciones sino-alemanas continuaron profundizándose con el incremento de los vínculos económico-comerciales, la implementación de los diálogos políticos y sectoriales, y la ejecución de los mecanismos de cooperación establecidos.
El Brexit fortaleció el rol de Alemania como principal potencia económica y política en la UE, reforzando el interés de Beijing en privilegiar sus vínculos con Berlín, dada su capacidad de incidir en las políticas comunitarias respecto a China. Berlín se consolidó como la puerta de entrada del gigante asiático al bloque y un actor clave para evitar una postura unificada europea contra los intereses de Beijing. Las relaciones sino-alemanas conformaron el componente fundamental en la estructura de las relaciones de la nación asiática con el bloque europeo.
El cuarto, y último, período de Ángela Merkel (2018-2021), estuvo signado por la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos (2017-2021). Las posturas nacionalistas y proteccionistas de esta administración, su desprecio por el multilateralismo y su confrontación con China generaron un período de tensión en las relaciones trasatlánticas.
Alemania estuvo en el centro de los desacuerdos de Trump con Europa, en particular por su insuficiente gasto en defensa y aporte a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el déficit comercial estadounidense frente a la economía alemana, los acuerdos de suministro de gas con Rusia, la construcción del gasoducto ruso Nord Stream-2 y las relaciones con China, entre otras cuestiones del ámbito internacional. Los Estados Unidos ejercieron fuertes presiones diplomáticas sobre Berlín, incluso el Congreso aprobó sancionar a las compañías que trabajasen en la construcción del referido gasoducto.
La agenda de política exterior de Trump estuvo centrada en contener el acenso de China como potencia global. Adoptó un duelo frontal, intensificando la disputa entre ambos países en esferas como el comercio, la tecnología y la seguridad. Esta creciente rivalidad no solo representó un punto de inflexión en los vínculos bilaterales entre las dos naciones, sino un reajuste en las relaciones internacionales y la economía global.
La administración Trump inició la guerra comercial, imponiendo medidas arancelarias a productos chinos y sanciones a empresas tecnológicas, como Huawei y ZTE; aumentó las Operaciones de Libertad de Navegación (FONOPs, por sus siglas en inglés) en el Mar Meridional de China; adquiriendo un tono más desafiante hacia Beijing, reforzó su apoyo a Taiwán con el suministro de armas y escaló las críticas por cuestiones de derechos humanos. Asimismo, empleó una retórica confrontacional y acusatoria contra China, que se exacerbó con la llegada de la pandemia Covid 19, al responsabilizar a Beijing por la aparición y la propagación del virus. En este período, los Estados Unidos reforzaron la percepción de que China constituía una amenaza para su seguridad nacional.
Si bien Berlín compartía preocupaciones similares a las de la administración Trump por la creciente influencia de China y su liderazgo económico, el enfoque de su política hacia la nación asiática resultaba más pragmático y equilibrado, priorizando sus intereses económicos y evitando la confrontación directa. Washington se opuso al incremento de los vínculos entre Alemania y China, dos países que exhibían un superávit comercial frente a la economía estadounidense. Para la fecha en que Trump llegó a la Casa Blanca, China sobrepasaba a la potencia norteamericana como principal socio comercial de Alemania fuera del bloque comunitario.2
El aumento de las inversiones chinas y la adquisición de empresas en Alemania, en sectores intensivos en el uso de tecnología y mano de obra altamente calificada, así como en infraestructura crítica, contribuyeron a aumentar las preocupaciones sobre la influencia y la expansión china en la nación europea. A su vez, la administración Trump promovió el desacoplamiento (de-coupling) de la economía China, y presionó a Alemania y otros países europeos para reducir la influencia económica del país asiático, en particular por la dependencia en sectores estratégicos como la tecnología y las cadenas de suministros por constituir una amenaza para la seguridad nacional. En ese sentido, ejerció particular presión para sacar a empresas de telecomunicaciones chinas, como Huawei, de las redes de quinta generación (5G) en Alemania.
La nación germana adoptó regulaciones para establecer criterios más estrictos de seguridad para los proveedores chinos de tecnología para las redes 5G, sin llegar a imponer sanciones o la prohibición, y reforzó los controles en relación con la exportación de tecnología de avanzada a China de manera más prudente, especialmente en áreas como la inteligencia artificial, la robótica y la tecnología de doble uso (civil y militar). Asimismo, fortaleció las capacidades del gobierno para bloquear adquisiciones o inversiones en sectores críticos que se pudieran considerar una amenaza para la seguridad nacional. Si bien Alemania tomó medidas para limitar la influencia de China, adoptó un enfoque menos confrontativo, buscando un equilibrio entre la cooperación económica y la competencia estratégica.
A pesar de que la administración Trump incrementó su apoyo a Taiwán como parte de su política de contención a China, incluyendo la venta de armas, Alemania se mantuvo apegada a su política de reconocimiento de "una sola China" y fue más prudente respecto a la cuestión taiwanesa. No obstante, promovió las relaciones económicas comerciales con la isla. En relación con el Mar Meridional de China, el envío por primera vez en dos décadas de una fragata de guerra alemana al Indo-Pacífico al final del gobierno de Merkel, en 2021, marcó un cambio en la postura de Alemania respecto a esta cuestión. En esta etapa, Berlín adoptó un enfoque más diplomático y conciliador, y a diferencia de Trump, evitó enfrentarse abiertamente a China, priorizando la estabilidad. De igual manera, las críticas de Berlín, por la supuesta violación de los derechos humanos en Xinjiang y Hong Kong, fueron más moderadas y tuvieron un tono menos confrontativo que el estadounidense, y a diferencia de Washington, no aplicó sanciones directas a China.
A pesar de la agudización de la rivalidad entre los Estados Unidos y China, y las presiones estadounidenses sobre Berlín, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y económicas, Alemania buscó un equilibrio entre sus compromisos trasatlánticos y sus intereses económicos en China. Berlín defendió el diálogo y la cooperación con el país asiático, incluso en momentos de tensiones comerciales y políticas con otros países occidentales. Aunque no exento de contradicciones, prevaleció el peso estratégico de la relación bilateral.
Para dos economías fuertemente orientadas a la exportación, en particular hacia Estados Unidos, el fomento de medidas proteccionistas resultaba contraproducente. La guerra comercial impulsada por los Estados Unidos repercutió en la desaceleración del crecimiento de la economía alemana. La caída en la demanda global repercutió en el descenso de las exportaciones y la producción industrial, al mismo tiempo que las interrupciones de las cadenas de suministro incidió en el aumento de costos para las empresas.
Ante la incertidumbre y los desacuerdos de la administración Trump, tanto con Beijing como con Berlín, las posturas de ambos países se unían a favor de la globalización y el libre comercio. A su vez, el rechazo de ambos países a determinadas decisiones de Trump, como la retirada del Acuerdo Nuclear con Irán (JCPOA, por sus siglas en inglés), del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), elevaron el nivel de coincidencia de las posiciones alemanas y chinas en el ámbito multilateral, como la lucha contra el cambio climático. Los espacios multilaterales abandonados por la administración de Trump permitieron a Beijing avanzar en su agenda de política exterior y en el diálogo con Berlín en este ámbito.
Se mantuvo el diálogo político al más alto nivel. El presidente chino Xi Jinping realizó una visita de Estado a Alemania en julio de 2017. La canciller alemana visitó Beijing en mayo de 2018, coincidiendo su visita con el anuncio de la aplicación de medidas arancelarias contra China y la UE. Se desarrolló el diálogo intergubernamental en julio de 2018, ocasión en que Merkel se reunió con el primer ministro chino Li Keqiang. En diciembre de 2018, durante la XIII Cumbre del G-20, en Buenos Aires, Merkel y Xi Jinping se vieron nuevamente. En junio de 2019, la líder alemana y Keqiang sostuvieron otro encuentro en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) en Osaka, Japón. Líderes y altos funcionarios de los dos países se reunieron con frecuencia en el marco de citas multilaterales. Se produjeron de manera sistemática los diálogos intergubernamentales entre funcionarios de alto nivel para abordar múltiples temas de mutuo interés. Incluso, durante la pandemia, se mantuvo la comunicación al más alto nivel. La canciller Merkel y el presidente Xi Jinping tuvieron una llamada telefónica en julio de 2020 y una reunión virtual en octubre de 2021.
Se realizaron intercambios de visitas de ministros y altos funcionarios de distintas carteras como Economía, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente y Transporte. Delegaciones parlamentarias de ambos países realizaron visitas mutuas. Se llevaron a cabo en ambos sentidos viajes de grupos empresariales, culturales y educativos. Se promovieron los vínculos, tanto a nivel nacional, regional como local. Ambos países mantuvieron un fluido intercambio y cooperación en diversas áreas de mutuo interés. Las relaciones avanzaron en diversos ámbitos como el económico, científico-técnico, educativo, cultural y jurídico, entre otros (Xinhuanet, 2019).
Con la llegada de la pandemia de Covid 19, los contactos bilaterales se redujeron por la situación de aislamiento y sobrevino un período de tensión con repercusiones para el futuro de las relaciones. La pandemia puso en evidencia la dependencia de Alemania a las cadenas de suministros de China y su incapacidad para producir de manera rápida artículos que necesitaba, para responder a la emergencia sanitaria. Se pusieron de manifiesto las vulnerabilidades de Alemania y otros países europeos a las importaciones chinas, lo que reforzaba los cuestionamientos por la creciente influencia de Beijing en el país.
Con la llegada del presidente Joe Biden (2021-2024) a la Casa Blanca, se mantuvo la política estadunidense de contener a China y limitar su creciente influencia en el ámbito internacional. Se ratificaba al país asiático como una amenaza a la seguridad nacional estadounidense, fundamentalmente en tecnología, seguridad y economía. Esta administración, esencialmente, aplicó la política de Trump: mantuvo los aranceles, dio continuidad a las sanciones para las empresas chinas como Huawei, ZTE y SMIC, añadió restricciones a la exportación de semiconductores avanzados, y reforzó el apoyo a Taiwán, materializando visitas de alto nivel.
Sin embargo, hubo un cambio de enfoque en la proyección norteamericana bajando el tono de la retórica confrontacional. Asimismo, los Estados Unidos retomaron sus alianzas a nivel internacional y la coordinación con los aliados, validando la aplicación de la diplomacia y la concertación multilateral para enfrentar de manera conjunta a China, en particular en el ámbito comercial, de los derechos humanos y seguridad. En este contexto, se produjo un relanzamiento de las relaciones entre Washington y Berlín.
La administración Biden coincidió con la salida de Merkel del gobierno alemán y el arribo de una coalición lidereada por el Partido Socialdemócrata (SPD, por sus siglas en alemán), que tuvo que ceder el Ministerio de Asuntos Exteriores a su socio de coalición el Partido Verde, después de casi 10 años al frente de este. Esta fuerza política, con una mayor afinidad en términos de política exterior con Estados Unidos y una agenda fuertemente marcada por los derechos humanos, abogó por la revisión de las relaciones sino-alemanas y desarrolló una política más crítica respecto a China.
Este gobierno alemán asumió una postura más activa y escaló la retórica sobre la supuesta violación de los derechos humanos en China, a diferencia de las críticas más moderadas del gobierno de Merkel, que favoreció mecanismos de diálogo para ventilar las diferencias en este ámbito y evitar una escalada de tensiones en la relación.
La guerra en Ucrania fortaleció la alianza trasatlántica. Realzó el rol estadounidense en la seguridad de Europa, en particular de Alemania, aliado estratégico de Washington, sobre todo en el ámbito militar. Berlín pasó de resistirse a incrementar sus gastos militares ante los reclamos de los Estados Unidos para cambiar su política de seguridad hacia el militarismo, anunciando un estrepitoso aumento del presupuesto en defensa pocos días después de iniciarse la guerra. La alianza trasatlántica se revitalizó y Alemania se convirtió en el segundo suministrador de apoyo militar a Ucrania.
La guerra profundizó el antagonismo de los intereses geopolíticos entre China y Occidente, especialmente por la postura de Beijing en torno al conflicto y el fortalecimiento de sus relaciones con Moscú. Alemania criticó públicamente a China por no condenar lo suficiente a la agresión rusa y apoyar al país euroasiático, acrecentando las preocupaciones de Occidente de ver amenazada su hegemonía.
Los Estados Unidos presionaron a Europa, y a Alemania en particular, para reducir su dependencia energética de Rusia con motivo de la guerra. El cierre del abastecimiento de gas ruso puso de manifiesto el alto costo que enfrentó la economía alemana por su dependencia energética de Moscú. Ante este panorama, aumentaron las preocupaciones por la dependencia económica de otro rival estratégico como China, lo que condujo a Berlín a reevaluar su dependencia económica del gigante asiático.
Los vínculos entre los dos países se fueron complejizando, en la medida que aumentaba la influencia de China a nivel global, se consolidaba su liderazgo económico; pasaba a ser competidor en ámbitos de la tecnología, el comercio y las inversiones, y se incrementaban las presiones estadounidenses. El aumento de los vínculos económicos vino acompañado del incremento de ciertas asimetrías y contradicciones asociadas con el sostenido déficit comercial de Alemania, la dependencia de las cadenas de suministro chinas, las inversiones de capital chino en activos de la industria alemana de alto valor agregado e infraestructura crítica y la creciente competencia en tecnología e innovación, instrumento de poder hasta entonces dominado por Occidente de manera casi absoluta. Las relaciones se fueron transformando de la cooperación a una mayor rivalidad y competencia.
Se produjo un endurecimiento de la política de Alemania y la UE hacia China en medio de un reforzamiento de la rivalidad geopolítica. La propuesta de desacoplamiento (de-coupling) de la economía china tomó fuerza, generando incertidumbre en el empresariado alemán. Sin embargo, la UE reconoció que no era viable, ni redundaba en el interés de Europa de desvincularse de China, favoreciendo en su lugar una política de reducción de riesgo (de-risking). La UE buscaba tener una relación económica comercial más equilibrada con China. La nueva política hacia China quedó plasmada en la Estrategia Europea de Seguridad Económica aprobada por la Comisión Europea en junio de 2023.3
Alemania adoptó, en junio de 2023, su Estrategia de Seguridad Nacional, en sintonía con la UE por primera vez en su historia, donde califica a China como “socio, competidor y rival sistémico”. En el marco de la formulación de la estrategia de seguridad, Alemania adoptó un enfoque similar a la política de reducción de riesgos adoptada por la UE, pero con notables diferencias, dadas las prioridades de Alemania con respecto de China. La estrategia alemana tiene un enfoque más pragmático y matizado, que refleja su estrecha relación económica con China. Alemania emplea un tono menos confrontativo y prioriza la estabilidad en la relación bilateral, en momentos que su economía atravesaba una compleja situación.4 De otra parte, la estrategia del bloque comunitario tiene una proyección más abarcadora poniendo énfasis en los aspectos geopolíticos y de seguridad.
El enfrentamiento de los Estados Unidos contra China por mantener la supremacía tecnológica, en particular en el ámbito de la inteligencia artificial, las redes de quinta generación (5G), la ciberseguridad y la protección de datos, tuvo mayor repercusión sobre Alemania en esta etapa. En julio de 2024, Berlín anunció que eliminaría, a partir de 2026, el uso de componentes de empresas de telecomunicaciones chinas en sus redes 5G, para evitar sabotajes y espionaje, reducir riesgos de seguridad y evitar dependencias unilaterales (swissinfo.ch, 2024). Esta decisión provocó una fuerte reacción de China.
Se produjo un deterioro de las relaciones bilaterales en este período. Se generó en Alemania un clima menos amigable para el desarrollo de los vínculos. Se apreciaba una mayor reticencia a realizar proyectos con China y promover el intercambio de visitas en diferentes ámbitos. Asimismo, los medios de prensa intensificaron la divulgación de informaciones negativas sobre el país.
No obstante, el diálogo entre ambos países se mantuvo a un alto nivel. El Canciller alemán fue el primer líder del Grupo de los 7 (G7) en visitar China después de la pandemia en noviembre de 2022. Los ministros de Exteriores de ambos países se reunieron en ocasión de encuentro del Grupo de los 20 (G20) en la capital de la India, en marzo de 2023. En abril de 2023, se desarrolló la sexta ronda del Diálogo Estratégico Alemania-China sobre Diplomacia y Seguridad, presidida por los titulares de Exteriores de ambos países. La primera escala del primer viaje al extranjero del primer ministro chino, Li Qiang fue Berlín, donde se realizó la séptima consulta intergubernamental Alemania-China copresidida por el canciller Olaf Schölz en junio de 2023. El ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi fue recibido por el líder alemán y sostuvo conversaciones con su homóloga alemana en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero de 2024.
Se produjo la visita del canciller Olaf Schölz a China en abril de 2024, ocasión en que se conmemoró el 52 aniversario de relaciones diplomáticas y el 10 aniversario de la asociación estratégica integral. Los ministros de Exteriores se reunieron en Nueva York en el marco 79 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre de 2024. En noviembre de ese año, Xi Jinping se reunió con el canciller Schölz, al margen de la Cumbre de Líderes del G20, celebrada en Río de Janeiro, Brasil. En diciembre, se celebró la séptima ronda del Diálogo Estratégico China-Alemania sobre Diplomacia y Seguridad.
China ha mantenido una postura continua y estable, a favor de la profundización de las relaciones con Alemania. Ha reconocido que la cooperación ha sido profunda y beneficiosa para ambos países con potencialidades en áreas tradicionales y emergentes. Considera que consolidar y desarrollar las relaciones entre grandes potencias como China y Alemania tiene una importancia que va más allá del ámbito bilateral y un impacto significativo en el continente euroasiático y en el mundo entero. Se ha opuesto al desacoplamiento y la fractura de las cadenas industrial y de suministro entre ambos países, reconociendo que están profundamente entrelazadas y que ambos mercados son muy interdependientes. Por otro lado, critica que Alemania no brinde un entorno empresarial justo y no discriminatorio para las empresas chinas. Ha reiterado la importancia de promover la cooperación en lugar del enfrentamiento. Aboga porque las relaciones se desarrollen de manera independiente (FMPRC, 2024).
Relaciones económico-comerciales
Alemania y China son países comerciales de importancia mundial con superávit en su comercio exterior. En 2024, China fue la mayor nación exportadora del mundo, seguida de Estados Unidos y Alemania. En el sector de las importaciones, China es la segunda nación importadora, por detrás de Estados Unidos y por delante de Alemania, en tercer lugar (Datosmacro, 2025). Tanto Alemania como Estados Unidos presentan un déficit comercial frente a China.
En el año 2016, las relaciones comerciales entre ambos países ascendieron a 170 000 millones de euros. Por primera vez China se convirtió en el principal socio comercial de Alemania, desplazando a Estados Unidos (MONEC, 2017). Sin embargo, Alemania mostraba una condición deficitaria en cerca de 18 000 millones de euros, algo inusual para la mayor economía del bloque europeo. La tendencia creciente en el comercio se mantuvo hasta 2022, así como el déficit comercial de la economía alemana frente a China (Statista, 2024).
En el año 2022, a pesar de que el cierre del suministro de gas ruso afectó los mercados energéticos europeos, impactando en la industria alemana, el comercio bilateral alcanzó un nuevo récord con casi cerca de 300 000 millones de euros. En lo que incidió la necesidad de la parte alemana de incrementar las importaciones chinas de insumos críticos, como baterías y paneles solares. Por otro lado, aumentó el comercio con los Estados Unidos, donde incideron las importaciones de gas natural licuado (GNL).
En el año 2023, aunque China se mantuvo como el socio comercial más importante de Alemania por octavo año consecutivo con un valor de unos 254 000 millones de euros, seguido de Estados Unidos con 252 500 millones de euros (Destatis, 2023), el crecimiento comercial se desaceleró, donde incidió la caída del comercio exterior chino en el contexto de una política de reducción de riesgos de Alemania. Las importaciones desde China disminuyeron 19,2 %, y una caída en las exportaciones alemanas hacia China de 8,8 % (Destatis, 2023). No obstante, la continuidad de la crisis energética aumentó la demanda de tecnologías renovables y baterías chinas. Por su parte, China aprovechó la desaceleración europea para aumentar exportaciones de vehículos eléctricos a Alemania.
Esta tendencia se mantuvo en 2024, y por primera vez desde 2015, los Estados Unidos volvieron a ser el socio comercial más importante de Alemania, con un balance de aproximadamente 253 000 millones de euros en el comercio exterior. Mientras que el comercio con los Estados Unidos aumentó un 0,1 %, el comercio con China disminuyó en un 3,1 %, en comparación con 2023 (Destatis, 2025).
La industria automovilística es especialmente importante para las exportaciones alemanas a China, pues representa una proporción considerable del volumen de las exportaciones alemanas a ese país. Los dos productos de exportación más importantes de Alemania en el comercio exterior con China son los autos y piezas para vehículos de motor. Entre otros de los productos que exporta se incluyen material eléctrico, maquinaria y aparatos eléctricos, aeronaves y equipos, así como instrumentos de medición, ensayo y análisis. Por su parte, los principales bienes exportados por China hacia Alemania en 2023 fueron maquinarias, aparatos y equipos eléctricos, y dispositivos para la tecnología de las comunicaciones. Asimismo, se incluyen productos de tecnología limpia como paneles solares, turbinas eólicas y baterías para vehículos eléctricos (Statista, 2024).
La relación de complementariedad de ambas economías donde China importaba tecnología avanzada, maquinaria de alta precisión y productos de calidad para impulsar su desarrollo industrial y tecnológico, y Alemania adquiría manufacturas baratas chinas, se ha ido debilitando. Los cambios de la política económica china a favor de una inversión intensiva en productos de alta tecnología y el fortalecimiento de su mercado interno ha ido modificando la estructura del comercio bilateral.
Con base en el análisis de las ofertas exportables de China y Alemania, se evidencia que existe una competitividad comercial. Sin embargo, la dependencia de China con respecto a Alemania en bienes intermedios y de alta tecnología está disminuyendo, mientras que la dependencia de Alemania hacia China en la importación de bienes intermedios siguió al alza, en particular para avanzar en su transformación hacia una economía verde para lo cual son necesarias las baterías de litio y las tierras raras (Lechon y David, 2022).
La interdependencia en las relaciones económico- comerciales ha estado acompañada de fuertes diferencias por la asimetría comercial desfavorable al país europeo. El déficit comercial persistente de la parte alemana responde, en parte, a la mayor capacidad de China de producir bienes de consumo a un menor costo. Las exportaciones chinas son más diversificadas, mientras las exportaciones alemanas son más especializadas en productos de alto valor agregado.
La inversión alemana en China alcanzó un nuevo máximo de 11 900 millones de euros en 2023, a pesar de las presiones sobre las empresas alemanas y las políticas de reducción de riesgos promovida por Alemania y la UE. La cuota de China en los flujos globales de inversión directa alemana aumentó a 10,3 %, el nivel más alto desde 2014 (Matthes, 2024). El empresariado alemán continuó viendo al mercado chino como una oportunidad. Los fabricantes alemanes de automóviles son especialmente activos en el mercado chino, donde Volkswagen obtiene casi la mitad de sus beneficios. En el período, Volkswagen y BMW ampliaron sus plantas, BASF inauguró el megacomplejo en Guangdong y SAP realizó inversiones en digitalización (Li, 2024).
Mientras, las empresas chinas invirtieron en Alemania alrededor de 1800 millones de dólares en 2024. Esto significa que el flujo de capital de las inversiones en 2024 fue superior al del año anterior, pese a la política alemana de reducir la dependencia de China, aunque muy por debajo al período entre 2016 y 2018, donde se alcanzó el mayor flujo (Statista, 2024). Las empresas chinas han dirigido su capital principalmente a sectores estratégicos como la tecnología (empresas de inteligencia artificial y robótica), la automoción y la energía, así como en infraestructura crítica. Esto generó preocupaciones sobre la influencia china, en particular por la transferencia de tecnología y la seguridad nacional. Si bien Alemania evitó aplicar sanciones unilaterales, ha adoptado medidas para limitar las inversiones chinas en sectores sensibles para su economía.
Ambos países promovieron iniciativas conjuntas en áreas como la inteligencia artificial, la movilidad eléctrica
y la industria 4.0, aprovechando las fortalezas tecnológicas de Alemania y el mercado masivo de China. Sin embargo, con el desarrollo tecnológico chino, la nación pasó a ser un competidor. Ambos países compiten por el liderazgo en tecnologías de punta, como la inteligencia artificial, la robótica, la industria 4.0, y la tecnología verde. Tanto Alemania como China disputan el liderazgo de la transformación energética. Mientras la nación asiática se ha convertido en el principal productor de paneles solares y turbinas eólicas, el país europeo domina la tecnología eólica y de hidrógeno.
Asimismo, se ha producido una fuerte rivalidad entre ambos países en el sector automotriz, pues China se ha convertido en el principal mercado mundial de vehículos eléctricos, expandiéndose por Europa, lo cual representa una fuerte competencia para la industria automotriz alemana que ha dominado tradicionalmente esta esfera. En 2024, la Comisión Europea impuso aranceles punitivos a los coches eléctricos procedentes de China.
En este período, las relaciones económico-comerciales han estado saturadas de crecientes tensiones, entre otras cuestiones por la asimetría comercial; la dependencia alemana de las cadenas de valor e inversiones chinas; acusaciones de la parte alemana de espionaje industrial, falta de protección a la propiedad intelectual, transferencias forzosas de tecnología, falta de reciprocidad en las condiciones de inversión y los subsidios y subvenciones estatales chinas. Por su parte, China reclama a la parte alemana proporcionar un entorno empresarial justo, transparente, abierto y no discriminatorio para las empresas chinas en Alemania (FMPRC, 2024).
La dependencia de Alemania de sectores críticos como las tierras raras, los semiconductores y las tecnologías verdes de China, incidió en que Berlín reevaluara su relación económica con el gigante asiático, hasta adoptar una estrategia de reducción de riesgos, en un contexto marcado por la creciente competencia y rivalidad geopolítica. Esto condujo a Alemania a buscar la diversificación de sus proveedores en Asia y el Indo-Pacifico, y limitar inversiones chinas en sectores sensibles como la inteligencia artificial, las telecomunicaciones y los semiconductores. Asimismo, promovió la fabricación de semiconductores locales e inversiones con los Estados Unidos y Taiwán.
Mientras China persigue la autonomía tecnológica y acceso a mercados avanzados, Alemania busca reducir riesgos geopolíticos. A pesar de las tensiones y la creciente competencia, las relaciones económico-comerciales siguen siendo de cardinal importancia y mutuamente beneficiosas.
Seguridad
Alemania, como miembro de la OTAN y socio estratégico de los Estados Unidos, se encuentra alineada a las políticas estadounidenses de seguridad. Washington ha trabajado para fortalecer la cooperación militar trans-
atlántica, lo que ha llevado a Alemania y la UE a adoptar posturas más firmes hacia Beijing. El reforzamiento de las relaciones trasatlánticas, ha permitido que Berlín sea más susceptible a las presiones estadounidenses.
Los Estados Unidos han alentado a Alemania y otros países aliados para aumentar su presencia en la región del Indo-Pacífico, para contrarrestar la influencia china. El cambio de postura de Berlín sobre esta cuestión se apreció desde 2021, con el despliegue, por primera vez en casi 20 años, de un buque de guerra en el Mar Meridional de China. En 2022, envió 13 aviones militares para unirse a maniobras militares realizadas en Australia, el mayor despliegue de la fuerza aérea en tiempos de paz (Bundeswehr, 2024).
Se ha puesto de manifiesto la proyección alemana de desempeñar un papel más relevante en el Indo-Pacífico. Su Estrategia Nacional de Seguridad señala que el “Indo-Pacífico sigue teniendo una especial relevancia para Alemania y Europa”. Por su parte, la estrategia hacia China declara que Berlín ampliará su “política de seguridad y cooperación militar con socios cercanos en el Indo-Pacífico”, dado su interés en “proteger los bienes públicos globales en el Indo-Pacífico a largo plazo” (Estrategia de Seguridad Nacional de Alemania, 2023).
Alemania, como parte del incremento de su presencia y participación en la región del Indo- Pacífico, integró los ejercicios navales y militares en la región, como el ejercicio RIMPAC (Rim of the Pacific) en 2022, el mayor ejercicio naval del mundo, organizado por los Estados Unidos. En 2023, soldados alemanes estuvieron en el ejercicio Talisman Sabre, el mayor simulacro entre Australia y los Estados Unidos. En 2024, envió dos de sus buques de guerra al área, para reforzar su presencia militar en la zona, en medio de tensiones entre China y Taiwán (Bundeswehr, 2024).
Otro tema muy sensible para China es la cuestión de Taiwán. Alemania adoptó una postura más crítica al respecto. La referida estrategia señala que la seguridad en el Estrecho de Taiwán es “de crucial importancia para la paz y la estabilidad en la región y mucho más allá”, que “el statu quo en el estrecho solo puede cambiarse por medios pacíficos y consentimiento mutuo”, y que la escalada militar también “afectaría los intereses alemanes y europeos” (Estrategia de Seguridad Nacional de Alemania, 2023). La ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, expresó públicamente su apoyo a Taiwán y acusó a Beijing de violar el derecho internacional.
El Informe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania acusa a China como uno de los principales actores en actividades de espionaje, influencia ilegítima y ciberataques dirigidos contra Alemania. El informe subraya la necesidad de una mayor vigilancia y medidas de protección para contrarrestar estas amenazas, especialmente en sectores estratégicos como la tecnología, la investigación y la industria (Bundesamtfuer Verfassungsschutz, 2024).
A pesar de que las relaciones en seguridad y defensa entre Alemania y China son limitadas, pues posturas chinas a menudo entran en conflicto con los intereses de Occidente, lo cual se acentúa ante un panorama de creciente rivalidad geopolítica y fuerte alineamiento entre Berlín y la OTAN, han existido espacios para el diálogo y la cooperación.
En el marco de foros internacionales han cooperado en temas como la no proliferación de armas nucleares y el desarme. Han contribuido a misiones de paz de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en diferentes partes del mundo, aunque no necesariamente de manera conjunta. Los dos países han participado en misiones internacionales contra la piratería en el Golfo de Adén, y han desplegado buques de guerra para proteger las rutas comerciales. Han intercambiado información y mejores prácticas para combatir el terrorismo internacional, aunque de manera limitada.
Han celebrado diálogos sobre ciberseguridad para abordar temas como la protección de infraestructuras críticas, la lucha contra el cibercrimen y la prevención de ciberataques. Sin embargo, ha primado un clima de desconfianza por las acusaciones de ciberataques y espionaje.
Los dos países han trabajado de manera conjunta en el desarrollo y la transferencia de tecnología militar, incluida la cooperación en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías y sistemas de armamentos (Bundeswehr, 2024). Sin embargo, Berlín ha sido cauteloso respecto a la exportación de tecnología avanzada a China, debido a desconfianza sobre su uso. Alemania ha impuesto restricciones a la exportación de tecnologías de doble uso (civil y militar) debido a preocupaciones de seguridad.
Consideraciones finales
Las relaciones entre la República Federal de Alemania y la República Popular China experimentaron un deterioro en el período entre 2017 y 2024. Se produjeron cambios notables, tanto en el ámbito político-diplomático, económico-comercial y de seguridad. China pasó de ser un importante socio comercial a un “socio, competidor y rival sistémico” para Alemania. Los vínculos han estado marcados por una dinámica compleja que combina cooperación, competencia y rivalidad. La cooperación en el ámbito económico-comercial se mantiene como un pilar en las relaciones bilaterales, mientras ha crecido la competencia en espacios donde los dos países buscan el liderazgo global, así como la rivalidad en áreas donde los intereses estratégicos se oponen.
Alemania reevaluó su política hacia China en respuesta a las transformaciones en el panorama geopolítico global, que han intensificado la rivalidad y la competencia entre los Estados Unidos y China, fortalecido la alianza trasatlántica e incrementado la influencia china, tanto a nivel mundial como en el escenario europeo. En este escenario, el rol de los Estados Unidos ha sido un factor determinante en los cambios en las relaciones sino-alemanas en esta etapa. El gobierno alemán ha sido más susceptible a las presiones estadounidenses debido a su realineamiento con Washington tras la guerra en Ucrania y el auge de la competencia económica y tecnológica contra China. Sin embargo, aunque Berlín comparte determinadas posturas con Estados Unidos, ha evitado adoptar medidas drásticas contra China que pueden debilitar más su economía. La nación europea ha buscado un equilibrio entre sus compromisos trasatlánticos y sus intereses económicos.
Ha crecido la rivalidad en temas como la influencia geopolítica china y la seguridad tecnológica, así como en el ámbito político-ideológico. Alemania pasó de un enfoque predominantemente pragmático a uno más crítico y prudente. A pesar de la profundización de las diferencias, los dos países mantuvieron un diálogo político al más alto nivel, que permitió preservar la estabilidad en la relación y evitar una escalada de las tensiones.
Las relaciones económico-comerciales continuaron siendo estrechas y mutuamente beneficiosas. Sin embargo, Alemania como parte de la reevaluación de su política ha adoptado medidas para reducir su dependencia frente a la economía china, limitando la presencia del gigante asiático en sectores económicos estratégicos y diversificando sus cadenas de suministros para frenar la influencia de China y proteger sus intereses, en un contexto de una acentuada competencia en tecnología e innovación, en particular en el campo de la inteligencia artificial, las redes 5G y la tecnología verde.
Estos cambios se vieron reflejados en el aumento de los desacuerdos en el ámbito económico, así como en la estructura del comercio sino-alemán, modificando la tendencia al crecimiento de este. En 2024, los Estados Unidos, después de casi una década, retomaron su liderazgo como principal socio comercial de Alemania, desplazando a China.
La guerra en Ucrania y el realineamiento trasatlántico han reforzado la subordinación de Alemania a Washington en materia de seguridad, lo que ha impactado su relación con China en este ámbito. Después de dos décadas, Alemania ha participado en ejercicios militares en la región del Indo-Pacífico y ha adoptado una postura más crítica hacia China respecto a la cuestión de Taiwán. No obstante, ambos países han mantenido, aunque limitados, espacios de diálogo y cooperación en temas de seguridad de interés común. Alemania ha buscado equilibrar su postura, reforzando su cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos y la OTAN y evitando al mismo tiempo una confrontación directa con China.
El futuro de la relación bilateral estará determinado por la capacidad de Berlín de poder equilibrar su relación pragmática con China, su rol como líder de la Unión Europea y su alianza con Estados Unidos en función de sus intereses nacionales en un escenario global cada vez más polarizado y competitivo, donde Alemania enfrenta crecientes vulnerabilidades energéticas e industriales y China refuerza su liderazgo económico y político a nivel mundial.
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1 Contemplaba la realización de cumbres de alto nivel, consultas intergubernamentales a nivel ministerial y diálogos sectoriales en diversas áreas.
2 De acuerdo con la Oficina Federal de Estadística de Alemania, en el año 2016, China superó a los Estados Unidos como el principal socio comercial de Alemania, fuera de la Unión Europea (Destatis, 2017).
3 La Comisión Europea y el alto representante firmaron una Comunicación conjunta sobre una Estrategia Europea de Seguridad Económica (Comisión Europea, 2023).
4 En el año 2023, la economía alemana se encontraba en recesión. Como economía orientada a la exportación, se vio especialmente afectada por la debilidad económica mundial, exacerbada, por las consecuencias de la guerra de Ucrania y las tensiones geopolíticas, entre otras cuestiones.