Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 014 / enero-marzo, 2025/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/ 269 pp.
Comunicación y construcción de narrativas en torno a “Derechos Humanos”. Los casos de China y Cuba
Communication and construction of narratives around “Human Rights”. The cases of China and Cuba
Dra. C. Sunamis Fabelo Concepción
Profesora Titular. Investigadora Titular. Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Miembro Joven Asociada de la Academia de Ciencias de Cuba.
ORCID: 0000-0002-4752-2688
e-mail: sunamisfabeloc@yahoo.es
Fecha de recepción: noviembre de 2024.
Fecha de publicación: abril de 2025.
Resumen
“Derechos Humanos” es un tema polémico, alrededor del cual se generan disímiles narrativas. China y Cuba son referentes esenciales en relación con el desarrollo de sus sociedades en materia de salud, educación y construcción de capacidades. Sin embargo, ambos países son de los más condenados en materia de derechos humanos. En el presente artículo se abordan las realidades cubana y china, y se contrastan con los relatos recientes de que han sido objeto a nivel internacional, sobre todo en el contexto de la pandemia Covid 19.
Palabras claves: Cuba, China, derechos humanos, narrativas, Covid 19.
Abstract
"Human rights" is a controversial topic around which dissimilar narratives are generated. China and Cuba are essential references in terms of the development of their societies in terms of health, education and capacity building. However, both countries are among the most condemned in terms of human rights. This article discusses the Cuban and Chinese realities and contrasts them with recent international narratives, especially in the context of the Covid-19 pandemic.
Keywords: Cuba, China, Human rights, Narratives, Covid 19.
Introducción
El tema de los derechos humanos es uno de los más polémicos en materia de ciencias jurídicas, políticas y relaciones internacionales. Pero este concepto es, muchas veces, interpretado en función de determinados intereses políticos.
Naciones Unidas establece que los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin discriminación alguna.
Así también, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta Internacional de Derechos Humanos y otros documentos explican, in extenso, muchas de las cuestiones asociadas.
China y Cuba son ejemplos en sus modelos sociales y, durante su evolución histórica más reciente, de tener como principio garantizar derechos fundamentales a sus ciudadanos, como salud y educación, con un enfoque propio, justo, inclusivo y liberador. Sin embargo, paradójicamente, ambos países son de los más condenados en materia de derechos humanos. Varias razones pueden argumentar este hecho, que van desde la confrontación ideológica con el sistema capitalista, y por tanto diversas percepciones a la hora de abordar determinadas cuestiones, hasta la confrontación sino-estadounidense agudizada por el ascenso del gigante asiático en los últimos años, y los objetivos de contención a China por la parte estadounidense.
Este contexto confrontacional tiene una importante dimensión y expresión comunicacional. En ese escenario se han generado una serie de narrativas que afectan la imagen de estos países a través de la deslegitimación de sus gobiernos, y de sus sistemas políticos. En ese sentido, el tema de los derechos humanos se convierte en una de las principales puntas de lanza de campañas mediáticas, orquestadas a veces desde la manipulación, pero también desde el silenciamiento, la ocultación, y por tanto el desconocimiento, sobre las realidades de estos países, lo cual hace que este tema sea mucho más vulnerable a la tergiversación.
El presente artículo propone un acercamiento hacia la polémica en torno a los “Derechos Humanos” (esencialmente en lo referente a salud, educación y construcción de capacidades), desde el enfoque comunicacional y la generación de narrativas, tomando en consideración los casos de China y Cuba. Para ello se abordan las realidades de ambos países y se contrastan con los relatos más recientes de que han sido objeto a nivel internacional, sobre todo en el contexto de la pandemia de la Covid 19.
Educación y salud: antecedentes claves para un modelo social próspero y sustentable
Los principales debates alrededor del tema de los derechos humanos giran en torno al lugar del ciudadano en la sociedad, es decir, en el sistema social que suscriben los Estados. Así, por ejemplo, los valores fundamentales que sostiene emblemáticamente una sociedad como la estadounidense —entre los que figuran la libertad y la igualdad— se articulan alrededor de un modelo pluralista, en cuyo centro se ubica la figura del ciudadano, pero con marcadas expresiones de exclusión, discriminación, intolerancia y marginación, a partir del modo en que se rechaza todo lo que no encaja en el patrón étnico, racial, religioso de los blancos, anglosajones, protestantes y de clase media (Hernández, 2015).
Por otra parte, en sociedades como la china o la cubana, el pueblo tiene un lugar preponderante en la lógica de construcción y desarrollo social, siendo los valores fundamentales la independencia y la soberanía conquistadas, los cuales se articulan en un modelo de sociedad inclusiva y equitativa, generadora de políticas para promover el desarrollo democrático y proteger los derechos humanos, por ejemplo, mediante los subsidios, la concepción de una cobertura sanitaria universal, así como la promoción de la equidad y el acceso en la educación.
Es así que, en la construcción del socialismo, educación y salud se conciben como derechos fundamentales y vías esenciales para la superación de la pobreza, y la consecución de una sociedad próspera y sustentable. A ello se suma la proyección exterior que caracteriza a estos Estados, de un marcado internacionalismo y compromiso con las causas justas de los pueblos, sin condicionamientos, como principios de política exterior.
Por lo tanto, en la confrontación ideológica que caracteriza los debates actuales sobre relaciones internacionales, no es casual que ambas esferas, educación y salud, aparezcan muchas veces relacionadas y constituyan dos de los principales temas generadores de narrativas críticas contra China o Cuba.
Como parte de la lógica del proceso de Reforma y Apertura, a partir de 1979, el rápido crecimiento económico de China, se basó en el aprovechamiento de recursos naturales, gran cantidad de inversión y mano de obra barata. Es así que, para 1995, China anunció que aplicaría la estrategia de “hacer florecer al país mediante el impulso de las ciencias y la educación”, para lograr un crecimiento económico más equilibrado. En lo adelante, los planes quinquenales del Gobierno chino han manifestado, que desde entonces y hasta mediados del siglo xxi, comenzaría un período histórico clave para la modernización de China y ello está muy relacionado con el progreso de las ciencias y la tecnología, entendiendo la importancia de ambas esferas como primera fuerza de producción. El desarrollo de la educación se convirtió en una prioridad para Beijing, situando a las ciencias y la tecnología, vinculados con la economía, como base del desarrollo socioeconómico, con el objetivo de fortalecer la prosperidad del país (Aróstica, 2014).
La Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), es uno de los proyectos más ambiciosos desarrollados en el siglo xxi, y constituye la profundización del proceso de Reforma y Apertura que ha venido desarrollando el gobierno chino, tanto hacia lo interno como al exterior. Este proyecto es reflejo de los vertiginosos cambios que han ido teniendo lugar en esa sociedad, en consonancia con lo cual se han generado otras Rutas especialmente relacionadas con la franja terrestre y la ruta marítima contempladas en el proyecto inicial, como la Ruta Cultural, la Ruta Sanitaria y la Ruta Digital.
Estas tres rutas son expresión de la importancia que en los últimos años China ha dado a la I+D como una prioridad nacional. En la guerra competitiva por el conocimiento a nivel mundial, el vínculo entre economía y educación es fuerte. Por tanto, cobra mucha más relevancia el triángulo: innovación, educación y calificación, y actualmente China ha logrado llegar a un lugar destacado en este triángulo, como principal potencia económica emergente a nivel mundial. Esto explica por qué China ha tenido resultados exitosos, generando niveles de crecimiento extraordinarios. Una de las claves de su éxito económico ha sido precisamente la forma cómo ha vinculado esos avances con el impulso de las ciencias y la educación, como parte de un proceso de transición hacia la sociedad del conocimiento.
En el caso de Cuba, sucede algo similar. A partir del triunfo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959, la dirección de la Revolución, liderada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, impulsó la Campaña de Alfabetización. Desde entonces, este tema ha sido prioritario para el desarrollo de la sociedad cubana, sentando las bases que después darían lugar al actual desarrollo científico-técnico del país, sobre todo en esferas asociadas con la educación y la construcción de capacidades, la salud, la industria biotecnológica y la biofarmacéutica. Es así concebida la ciencia, en general, como motor impulsor de la sociedad; tiene un rol preponderante en la actualización del modelo socioeconómico cubano que se lleva a cabo actualmente.
La historia de la cooperación médica cubana está ligada justamente a estas esferas, desde los inicios del triunfo revolucionario. Esta comenzó el 23 de mayo de 1963, cuando partió para Argelia el primer grupo de médicos internacionalistas. Se iniciaba así la primera misión oficial médica solidaria cubana en la historia de la Revolución. Sin embargo, antes de esa fecha los galenos cubanos auxiliaron, en 1960, a la población chilena, después de uno de los terremotos de mayor magnitud registrados hasta la fecha.
De esta forma, se ha venido desarrollando y potenciando un largo camino, marcado por diversos logros y aportes. Merece mención especial la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y la creación del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, en 2005, con la intención de asistir a los damnificados del huracán Katrina, en los Estados Unidos. Aunque la ayuda médica cubana nunca llegó al destino propuesto, pues el presidente George W. Bush no dio el permiso de entrada. Sin embargo, el Contingente Henry Reeve, desde entonces, ha acudido en casos de terremotos, lluvias intensas, emergencias médicas o huracanes (Colectivo de Autores, 2020).
Pese a los esfuerzos señalados, deben referirse los efectos del Bloqueo Económico Comercial a que ha estado sujeta la Isla, lo cual constituye uno de los principales obstáculos para la consecución de los objetivos de desarrollo. En los grandes medios de comunicación se suele definir y presentar la política de los Estados Unidos contra Cuba como un “embargo”. Pero, el conjunto de medidas extraterritoriales de persecución económica, comercial y financiera contra Cuba, exceden el plano bilateral, por lo que en realidad constituye un bloqueo, puesto que aplica sanciones contra terceros países que se relacionen con La Habana.
La pandemia Covid 19 puso de manifiesto la crisis en el sistema internacional a la hora de articular políticas de gestión y enfrentamiento ante la emergencia sanitaria; sin embargo, países como China y Cuba se convirtieron rápidamente en referentes en ese sentido, no solo a lo interno de sus sociedades, sino también demostraron su capacidad de respuesta y colaboración internacional. En poco tiempo el camino transitado en el desarrollo de los sistemas de salud y educación en ambos países demostraron su relevancia, a pesar de las dificultades que sin duda enfrentaron.
Narrativas y disensos en tiempos de Covid 19
Acontecimientos mundiales, como la pandemia Covid 19, evidencian que el mundo necesita de nuevos procesos dinamizadores integrados. En el enfrentamiento a esta ha sido de gran utilidad los intercambios entre la comunidad científica, personal capacitado y la formación de profesionales, así como el fortalecimiento de las capacidades locales para hacer frente de la crisis sanitaria, la cooperación en lo referido a material sanitario y la colaboración médica internacional desde un enfoque altruista e inclusivo.
China y Cuba han constituido referentes a tener en cuenta. China desarrolló la Ruta Sanitaria, por medio de la cual brindó apoyo a muchos pueblos (González y Fabelo, 2020), y Cuba puso a disposición del mundo sus brigadas médicas que llegaron a un número importante de países (Colectivo de autores, 2020). Sin embargo, si bien el enfrentamiento a la pandemia potenció prácticas como las citadas, por otra parte, también propició su politización y tergiversación desde disímiles medios de comunicación. Ello respondió al objetivo de manejar la compleja situación internacional, a partir de la articulación de narrativas en consonancia con determinados intereses y diferencias políticas.
Es importante apuntar que la aparición del nuevo coronavirus y la posterior pandemia en que devino, llegó acompañada de la “infodemia” o “infoxicación”, o sea, la sobrecarga de información no fiable, por medio de noticias falsas, bulos, rumores, teorías de la conspiración, que se propagan rápidamente entre las personas, tras lo cual debe advertirse determinada intencionalidad (Fabelo, 2020).
En este sentido, entre los debates que más han sido polemizados por los medios sobresale el referido al origen del virus y toda una serie de especulaciones en torno a este. Una de las principales narrativas generada es la “antichina”, la que está asociada con la aparición de la enfermedad en la provincia de Wuhan. Se ha dado un enfoque político y estigmatizante al tema, al identificar la pandemia como “el virus de China”. También, la crisis ha reforzado el discurso de fronteras, antiinmigrante, así como el llamado a reactivar la economía. En otro orden de cosas, se ha politizado el tema sobre las investigaciones para encontrar una vacuna, a lo cual se ha dado la connotación de carrera, y se ha asociado con teorías de la conspiración.
Relacionado con ello está el debate sobre quiénes estuvieron mejor preparados para hacer frente a la pandemia. Son pocos los países que, desde el inicio, tuvieron respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado. En este sentido, han sobresalido las posiciones de China y Cuba entre otros países principalmente asiáticos. De ahí que, los debates han tendido a simplificarse en deliberar entre las estrategias seguidas por las llamadas democracias liberales o los denominados regímenes autoritarios, aduciendo que estos últimos pueden imponer medidas mucho más estrictas sobre su población, porque su naturaleza de vigilancia permanente, centralismo y capacidad de control se los permite.
De otra parte, en aras de deslegitimar la cooperación, se ha recurrido en el discurso a presentar una China portadora o creadora del virus, la cual primero utilizaba las redes sociales para censurar información y posteriormente para su reconstrucción de imagen, alegando cómo, una vez superado lo peor de la crisis sanitaria, se ofrece como el que tiene experiencia para saber cómo actuar o como el donante solidario con los que entonces estaban en el peor momento de la pandemia.
También se ha popularizado, despectivamente, el término “diplomacia de la mascarilla” y entre las narrativas generadas al respecto se aduce que el gigante asiático aboga así por la llamada “diplomacia de la mascarilla” para socavar el orden liberal demostrando sus debilidades.
El caso de la cooperación internacional es uno de los ejemplos más ilustrativos sobre la generación de narrativas negativas en torno a la violación de derechos humanos, también para el caso de Cuba. La Isla ha sido acusada, en reclamos presentados por Washington, de "explotar" al personal médico enviado en las misiones. Un informe sugirió que las condiciones de trabajo, los bajos salarios y la coerción equivalían a "esclavitud moderna" o “trata de personas”. La persecución de Estados Unidos contra la cooperación médica cubana se inició por América Latina y forzó el cese de los programas de cooperación en Brasil, Ecuador y Bolivia. Esta política se implementó en el contexto de la administración de Donald Trump.
Mientras los titulares redundaban sobre estos temas, la expulsión de los médicos cubanos de estos países dejó a millones de personas de bajos recursos sin acceso a estos servicios de salud. Cuba, en cambio, incrementó su presencia en África, Asia y Europa, hasta llegaron profesionales de la salud cubana a Italia, Andorra, y otros territorios de ultramar europeos. Debe destacarse el fortalecimiento de las relaciones con las naciones miembros de la Comunidad y Mercado Común del Caribe (CARICOM, por sus siglas en inglés). Desde el inicio de la pandemia de la Covid 19, varios países del Caribe solicitaron un incremento de la presencia médica cubana.
Por otra parte, el desarrollo de la industria biofarmacéutica y biotecnológica cubana hizo importantes aportes, que se incorporaron desde el inicio a los protocolos de tratamiento del virus; tal es el caso del uso del Interferón Alfa-2b Humano Recombinante Cubano y el Nasalferón. Estos medicamentos, además, han sido uno de los puntos de partida esenciales en la búsqueda de soluciones definitivas, como el caso de las vacunas con que cuenta la Isla. Cabe resaltar que es el único país de la región que ha desarrollado vacunas, con sus propias capacidades científico-tecnológicas, incluida una para niños y adolescentes, y otra para pacientes que ya padecieron la enfermedad (Fabelo, González y Silverio, 2021).
Sin embargo, estos avances han estado acompañados no solo por campañas difamatorias, sino también por el recrudecimiento del bloqueo, la inclusión arbitraria de la Isla en una lista de países promotores del terrorismo, hechos que han generado una serie de narrativas y representaciones sociales sobre la realidad cubana muy distantes de la realidad.
La guerra de las narrativas, el poder de los medios y la competencia tecnológica
No puede dejar de mencionarse en este análisis lo referente a la guerra de las narrativas como expresión del poder mediático y a su vez de la competencia tecnológica. Este contexto favorece que se multiplique la manipulación de las noticias, la desinformación, y la disputa por imponer las narrativas que se extiende no solo a lo comunicacional, sino que abarca los temas económicos, políticos, sociales, ideológicos y particularmente simbólicos.
En el caso de China, en Occidente también saltan las alarmas sobre la posibilidad de control que puede ejercer el gigante asiático en la subversión de democracias liberales. El caso de Huawei, propiamente, es quizás uno de los más ilustrativos en ese sentido.
La tecnología de Huawei es altamente competitiva y sitúa a China en el centro de la geopolítica tecnológica. El gigante asiático posee un desarrollo significativo de las startups tecnológicas más exitosas. Esto precisamente tiene que ver con esta promoción del incentivo hacia el emprendimiento que ha venido desarrollando China, lo cual genera innovación, con estándares de liderazgo; a diferencia de la tendencia fuera de China, que, considerando la dificultad de competir con esta velocidad de generación de nuevos desarrollos, promueve la adquisición de unicornios. Los logros obtenidos pueden referirse a la política “Go Global” que llevó a las empresas chinas mejor posicionadas, como Huawei y ZTE, a competir en el mercado mundial. Esa estrategia, de hace 21 años, está muy relacionada con la actual Ruta de la Seda Digital (Parra, 2020).
El incuestionable avance de China en este contexto competitivo, es justamente lo que se trata de frustrar, catalogándola como una amenaza a la seguridad. El sinólogo Xulio Ríos argumenta en su estudio, Huawei y el mantra de la seguridad, la existencia de antecedentes de los Estados Unidos en la represión de cualquier empresa extranjera que desafíe su liderazgo tecnológico. En este contexto, la detención en Canadá de Meng Wanzhou, directora financiera de la firma china, recuerda al caso de Frederic Pierucci, ex directivo de la compañía francesa Alstom, detonante de una cadena de litigios que culminó con la adquisición parcial de Alstom por la estadounidense General Electric, bloqueando la posibilidad de fusión entre la empresa gala y la Shanghai Electric Company. Al hacerse con Alstom, los Estados Unidos obtuvieron el control del mantenimiento de todas las centrales nucleares francesas. Se trata de una misma política, sobre todo si se toma en cuenta que Trump llegó a poner sobre la mesa su proceso de extradición, si China mejoraba su oferta para lograr un acuerdo comercial (Ríos, 2020).
En consonancia con todo esto, se han desatado una serie de debates sobre las lógicas de los telones de acero tecnológicos, o la tendencia a la regionalización digital a la cual estamos asistiendo. En tal sentido generalmente se ha desviado la atención del origen de estas confrontaciones. Los debates obvian el lugar de las conocidas GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) en el gobierno de Internet y cómo se mantiene el liderazgo de las empresas de Silicon Valley en el control del ciberespacio.
Es así que, la percepción de pérdida relativa de hegemonía estadounidense ha condicionado buscar desestabilizaciones en el gigante asiático. En la proyección occidental contra China, se utilizan los temas de derechos humanos para confrontar a Beijing, que en muchos casos están asociados con el escenario tecnológico y comunicacional de una manera u otra.
Los problemas que surgen de este escenario afectan, tanto a los que son considerados regímenes autoritarios como a cualquier otro gobierno entre las denominadas democracias liberales. Ambas partes en el juego de poderes de las relaciones internacionales han expresado preocupación por la difusión de información que, como parte de la guerra de cuarta generación, tienen una influencia determinante en el electorado.
Hay que señalar que, en este proceso de avance de compañías chinas, particularmente como actor global, Washington ha manifestado su preocupación, a partir de la percepción del declive de su hegemonía, especialmente en este sector. No es casual que, bajo la administración de Donald Trump, y como parte de la Ley de Asignaciones de Defensa de 2019, el Departamento de Estado haya anunciado en 2020 una Ruta de Acceso Limpia para todo el tráfico de entrada y salida de redes 5G independientes en sus dependencias diplomáticas dentro del país y en el exterior. El entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció en abril de ese año la expansión de la iniciativa Red Limpia, con la inclusión de Operador Limpio, Tienda de Descarga Limpia, Aplicaciones Limpias, Nube Limpia y Cable Limpio. Posteriormente, en agosto de 2020, el presidente Trump firmó dos órdenes ejecutivas, amparado por la autoridad de la Ley de poderes económicos para emergencias internacionales, para enfrentar las amenazas de aplicaciones como TikTok y WeChat (White House, 2020).
La estrategia antichina Red Limpia es entendida por Washington como un esfuerzo integral para enfrentar la amenaza a largo plazo, para la privacidad de la información, la seguridad nacional, pero incluso, de los derechos humanos de actores que denominan “autoritarios malignos como el PCCh”. En este sentido, proponen desarrollar lo que llaman “Camino Limpio 5G”, que no es más que una ruta de acceso de comunicación de extremo a extremo que no usa ningún equipo de transmisión, control, de computación ni de almacenaje de operadores no confiables de tecnología informática, como Huawei y ZTE. Todo el tráfico de datos a móviles que ingrese a los sistemas diplomáticos estadounidenses estará sujeto a nuevos y más exigentes requisitos (Departamento de Estado, 2020).
También propuso lo que se llama Operador Limpio, que intenta impedir que operadores chinos estén conectados a las redes de telecomunicaciones estadounidenses. A su vez, planteó emprender la Tienda de Descarga Limpia, para retirar aplicaciones no confiables de las tiendas de descarga de aplicaciones móviles en Estados Unidos, especialmente de China: Aplicaciones Limpias, para evitar que fabricantes no confiables de teléfonos inteligentes chinos instalen aplicaciones no confiables en sus equipos, o que de otra manera pongan las aplicaciones a disponibilidad para descargarlas en su tienda de aplicaciones y; Nube Limpia, para evitar que la información de los ciudadanos estadounidenses y la propiedad intelectual más valiosa de estas empresas, incluida la investigación para desarrollar una vacuna contra la Covid 19, sea almacenada y procesada en sistemas basados en la nube, desarrollados u operados por operadores como Alibaba, Baidu, China Mobile, China Telecom y Tencent (Departamento de Estado, 2020).
En 2020, a solo meses de que Washington lanzara el Programa de Red Limpia, en septiembre, el consejero de Estado y canciller chino, Wang Yi, pronunció un discurso de apertura titulado “Adherirse al multilateralismo, defender la equidad y la justicia y trabajar juntos para la cooperación de beneficio mutuo”, en la reunión de alto nivel sobre “Aprovechar las oportunidades digitales y buscar la cooperación y el desarrollo”y propuso la "Iniciativa Global Sobre Seguridad de Datos". No es casual que, ante la ofensiva estadounidense, Beijing busque una alternativa, justo cuando un grupo de países miembros de la IFR son sancionados por Washington y se les impide o se les condiciona la participación en redes.
En el caso de Cuba, así como en el resto de los países de la región, la dependencia tecnológica es una realidad. La región latinoamericana y caribeña remarca su condición de ser la más desigual del mundo, y el aumento de la dependencia del uso de las tecnologías digitales exacerba tales desigualdades. También existen fuertes desigualdades en la tasa de conectividad, según segmentos de ingresos. Aunque se han hecho planes para promover el uso de dispositivos digitales en los sistemas educativos, muchas instituciones educativas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a las computadoras y a Internet en los hogares, por lo tanto, los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no están garantizados. Existen disparidades de acceso a los dispositivos digitales y a Internet de banda ancha entre las poblaciones urbanas y rurales, entre los sexos, entre las poblaciones que hablan o no el idioma oficial (español o portugués), y entre las poblaciones con y sin discapacidades.
El ecosistema de medios privados existentes en Cuba, creado sobre la base de proyectos financiados desde la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y otras fuentes estadounidenses, muchas de ellas privadas, continúan consolidándose como fuentes de información sobre Cuba, sobre todo ante los ojos de la opinión pública y, por tanto, como principales ejes articuladores de la Imagen Cuba en el exterior.
Los medios establecidos han generado todo un ecosistema mediático privado en el país caribeño que cubre los temas de la agenda pública cubana. La contrarrevolución (CR) cubana avanza en la ampliación de la red de periodistas, corresponsales, comunicadores, que poseen las cualidades y capacidades para reportar los hechos de su interés con fines de subversión y cambio de régimen.
Consideraciones finales
El derecho a la educación y la salud es clave para la concepción de un modelo social próspero y sustentable. Cuba y China constituyen ejemplos en ese sentido desde una perspectiva de justicia y equidad. Sin embargo, existen concepciones inexactas a la hora evaluar estas cuestiones, dependiendo del modelo socioeconómico de que se trate. Es por ello que este tema ha sido y continuará siendo un eje central en la articulación de narrativas confrontacionales en torno a estos países.
La lógica de los procesos educación y salud, y su papel como antecedente o como piedra angular de modelos chino y cubano, a pesar de las diferencias, por una parte, se desconoce en su integralidad. Por otro lado, no se entiende como parte de un proceso cultural y a la vez resultado del desarrollo de las fuerzas productivas. La desinformación en este caso juega un rol determinante en la construcción de narrativas confrontacionales.
En cuanto a las narrativas generadas en el contexto de la Covid 19, puede decirse que el manejo de la crisis se simplificó en dos cuestiones: capitalismo o comunismo (renovado); lo cual, respectivamente, se combina con los binomios libertad-democracia o control-autoritarismo.
A ello se suman diversos análisis sobre los impactos de la crisis que también bipolarizan los modelos a seguir: Integración-cooperación o salvaguarda de los Estados-nacionales-proteccionismo. Así también, se tiende a confundir estado de excepción con excepcionalidad permanente.
En general, se ha tratado de simplificar, sintetizar y satanizar así análisis mucho más complejos sobre el futuro de modelos sociales o políticos y su lugar en la posible conformación de un nuevo orden mundial.
Los elementos expuestos apuntan a la relevancia y eficacia del enfrentamiento a la pandemia en Cuba y China marcado no solo por los comprobados éxitos de los protocolos de salud implementados, sino también por el fomento de las capacidades nacionales para el desarrollo endógeno. En ese sentido, se evidenció el principio de desarrollar el sector biofarmacéutico propio para no depender de los proveedores internacionales. En la misma medida resalta la ayuda internacional brindada.
La guerra de las narrativas, el poder de los medios y la competencia tecnológica son elementos íntimamente relacionados. Quien controla la tecnología, tiene los medios y con ello el control de la narrativa. Tanto la confrontación sino-estadounidense, como la dependencia tecnológica de Cuba, son expresión de esa realidad y por tanto un reflejo de su vulnerabilidad en la proyección de la imagen-país en cada caso, especialmente en materia de derechos humanos.
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