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Nueva Época Número 00


EE.UU.: del “poder inteligente” al “poder estúpido”1


Dr. C. Jorge Casals Llano

Doctor en Ciencias Económicas, Profesor Titular e investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional jcasalsllano@gmail.com


Resumen

La “crisis de 2008”, provocada por los “excesos” neoliberales de la desregulación y los intentos falli- dos de Obama de restaurar el capitalismo con más neoliberalismo y el “poder inteligente”, abrieron el camino a la llegada de Trump a la “Casa Blanca” que sustituyó “la “capacidad de atraer” de Obama por el “poder estúpido”. Trump, como Obama, es un presi- dente imperial más, que añade a su administración el “trumpismo”, que es conducta agresiva, manifiesta en sumarcado egocentrismo, arrogancia yprepoten- cia que hacen que, incluso cuando los EE.UU. bajo su administración violan las normas del derecho in- ternacional (práctica recurrente de los gobiernos de EE.UU.) se hace de manera burda, abusiva, despec- tiva y al estilo mafioso: con garrote y sin zanahoria. El efecto combinado de estas acciones potencia el “poder estúpido”. En el artículo se relacionan los que pudieran ser considerados los efectos más relevantes del “poder estúpido” de la presente administración. Palabras clave: Trump, trumpismo, poder estúpido

Abstract:

The “2008 crisis”, caused by the neo-liberal “ex- cesses” of deregulation and Obama's failed at- tempts to restore capitalism with more neolibe- ralism and “intelligent power,” paved the way for Trump's arrival at the “White House” which re- placed Obama's “ability to attract” with the “stu- pid power”. Trump, like Obama, is one more im- perial president, who adds to his administration “Trumpism”, which is aggressive behavior, ma- nifests in his marked self-centeredness, and arro- gance that they do that, even when the US under his administration violates the rules of Internatio- nal law (recurring practice of US governments) is gross, abusive, derogatory and mafia style: with stick and without carrot. The combined effect of these actions enhances “stupid power.” The article lists those that could be considered the most re- levant effects of the “stupid power” of the present administration.

Key words: Trump, Trumpism, stupid power


1Las referencias a la estupidez están tomadas de: Carlo M. Cipolla, “Allegro ma non troppo” y a los corolarios de: Giancarlo Livraghi en: “El poder de la estupidez”.

Introducción

Aunque tirios y troyanos sigan hoy hablando (y escribiendo) sobre la globalización y el neolibe- ralismo, lo cierto es que la primera, ya desde la “crisis de 2008”, que fuera provocada por los “ex- cesos” neoliberales de la desregulación: emisiones incontroladas de títulos de valor, de derivados fi- nancieros, de hipotecas “basura” y por las fluctua- ciones de los tipos de cambio y las manipulacio- nes de las tasas de interés, entre otros artilugios financieros, funcionó “demasiado bien” para los más ricos.

Precisamente por lo anterior, las ulteriores in- yecciones de liquidez, los recortes impositivos, los ajustes fiscales, las bajas de tipos de interés (has- ta hacerlas negativos), las inyecciones de capital mediante la compra de instituciones financieras y hasta los algoritmos creados para “prever” los movimientos bursátiles, acciones todas dirigidas a garantizar que los mercados, actuando “libre- mente”, hicieran más estable y eficiente el siste- ma económico, solo profundizaron “la” crisis del capitalismo agravada hoy, además, por una crisis sanitaria.

El presente artículo trata de demostrar que lo que se ha dado en llamar “crisis del capitalismo” es, en la actual etapa de desarrollo del sistema, la sumatoria de todas las crisis-solución que culmi- nan con la crisis del sistema mismo, cuando el “ca- pitalismo senil” ha agotado todas sus posibilida- des de reproducirse; también y al propio tiempo, que Trump (y el trumpismo) han sido solamente un intento fallido de restablecer la hegemonía de los EE.UU. en el mundo.


Desarrollo

La(s) crisis, sus causas y “soluciones” (hasta Obama) De esta manera lo valora el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz: “Está claro que los mercados no han funcionado de la forma que proclaman sus apologistas… se supone que los

2Todos los subrayados que aparecen en el artículo son del autor.

mercados son estables, pero la crisis financiera mundial demostró que podían ser muy inestables, con catastróficas consecuencias… Se supone que la gran virtud del mercado es su eficiencia. Pero evidentemente, el mercado no es eficiente. La ley más elemental de la teoría económica una ley ne- cesaria si una economía aspira a ser eficiente— es que la demanda iguale a la oferta. Pero tenemos un mundo en que existen gigantescas necesidades no satisfechas (inversiones para sacar a los pobres de la miseria… o para adaptar la economía mun- dial con el fin de afrontar los desafíos del calen- tamiento global). Al mismo tiempo tenemos in- gentes cantidades de recursos infrautilizados… El desempleo —la incapacidad del mercado de crear puestos de trabajo para tantos ciudadanos— es el peor fallo del mercado, la principal fuente de in- eficiencia, y una importante causa de la desigual- dad2” (Stiglitz, 2013: 25-26).

¿Pero fue la “crisis financiera mundial” (2008), como afirma Stiglitz, la que demostró la inestabi- lidad de los mercados?, veamos con mayor dete- nimiento.

Si pasamos por alto las crisis “del parto” del ca- pitalismo,3 las recurrentes crisis cíclicas iniciadas desde mediados del siglo XIX en el capitalismo pre monopolista con evidencia demostraron, ya en plena época del capitalismo monopolista durante la crisis de 1929-1933, la incapacidad de autorre- gulación macroeconómica del liberalismo econó- mico (tampoco resuelta por la “destrucción crea- tiva” de Joseph Schumpeter).

Por lo anterior se hizo necesario —y el key- nesianismo lo hizo posible con sus por qué y su cómo— que el estado se convirtiera en regulador de la economía. La aplicación, en la práctica, de la teoría de Keynes (en todo el mundo “civiliza- do” con excepción de los países que conformaban entonces el denominado “campo socialista”) con- dujo al mundo al keynesianismo y al keynesianis- mo militar y, juntamente con el aumento de la de-

3“Crisis de los tulipanes”, Holanda, siglo XVII; ‘“Crisis de la Compañía de los mares del Sur”, Inglaterra, siglo XVIII

manda agregada (de “cañones y mantequilla” en oposición al “cañones o mantequilla” neoclásico) encomendada y regulada por la intervención del estado, al incremento de la deuda pública y la in- flación, a la crisis monetaria internacional y, con ella, al fin del sistema de Bretton Woods… y a la agudización, de las contradicciones y crisis del ca- pitalismo, ya por entonces “regulado”.

Y la crisis del “capitalismo regulado” creó las condiciones para que, desde los 80s, con Ronald Reagan (1981-1989, Republicano) como presi- dente de los EE.UU. y Margaret Tatcher (1979- 1990) como Primera Ministra de Gran Bretaña, impulsaran el “Consenso de Washington” inspi- rado en las ideas neoliberales explicitadas en su decálogo,4 que se aplicarían, también, al resto del mundo —incluidos los países del “socialismo real” luego de la implosión de la URSS y del “cam- po socialista— impulsadas por el FMI y el BM, sobrevivientes del sistema cuya base fuera el dó- lar a 35 por onza, y “tan bueno como el oro” y, a partir de 1995, también por la OMC continuado- ra del GATT.

Siguió Bill Clinton (Demócrata), que continuó la política neoliberal introducida durante el man- dato de Ronald Reagan y fuera continuada por H.

  1. Bush (Republicanos). Durante su mandato se mantuvo el control de salarios, la tendencia a la baja de los salarios reales y se extendió la semana

    laboral y el trabajo temporal y a medio tiempo.

    Clinton también redujo los gastos federales no solo por la reducción del presupuesto militar (facilitado por la desintegración de la URSS y el “pacto de Varsovia”) sino también por los recor- tes de los gastos en seguridad social y otros gastos sociales excepto los del Medicare (en beneficio de las aseguradoras y otras empresas del ramo) y los subsidios a la agricultura (en beneficio del agro- business) y a la seguridad interna.

    Sus mayores “aportes”, sin embargo, pueden considerarse la derogación de la “Ley Glass-Stea- gall”5 y su sustitución por la “Ley de Moderniza- ción de Servicios Financieros”,6 que hizo posible saltar la barrera establecida por la ley de 1933 y con ello posibilitar las megafusiones de bancos comerciales, compañías de seguros, de inversión y de corretaje lo que posibilitó la expansión de los “derivados financieros”, las deudas “apalancadas”, las operaciones “over the counter”, la banca “en la sombra” y el descomunal endeudamiento de la nación del norte, que sigue creciendo ya práctica- mente sin límites.

    Otros de los “aportes” significativos de Clin- ton tuvieron que ver con la manipulación del “precio” del oro,7 para mantener el dólar fuerte y bajas las tasas de interés. Para ello, y conside- rado el oro “una mercancía más”, el FMI, a ins- tancias de los EE.UU., promovieron la venta de


    4Disciplina fiscal, reordenamiento de prioridades del gasto público, reforma impositiva, liberalización de las tasas de interés, tasas de cambio competitivas, liberalización del comercio internacional, liberalización de las in- versiones extranjeras directas, privatizaciones, desregulación y derechos de propiedad.

    5Luego de la crisis de 1929, mediante esta ley quedaron separados los bancos comerciales (cuyas ganancias se obtienen por las diferencias entre las tasas que cobran y pagan a sus clientes) de otras instituciones financieras (compañías de seguros, bancos de inversión…) cuyas ganancias se obtienen emitiendo “productos financieros” de alto riesgo.

    6Que muchos denominaron “Ley de autorización de Citigroup” en tanto hizo posible la fusión del megabanco con las también mega compañías: de seguros Travelers y de inversiones Salomon. Como datos “curiosos” vale aquí agregar que el promotor de la ley, el Secretario del Tesoro Robert Rubin, luego de que fuera aprobada, aceptó una prima de 40 millones de dólares y pasó a presidir el Comité ejecutivo de Citigroup, cargo que ocupó hasta 2009, luego de que esta mega compañía sufriera pérdidas por más de 40,000 millones.

    7Lo que fue posible pues había sido “desmonetizado” ya en 1971 cuando, a partir de la violación de los acuerdos de Breton Woods, los EE.UU. retiraran la convertibilidad del dólar en oro y con ello diera fin al mismo. A pesar de ello, se sigue hablando de la vigencia de los “acuerdos de Breton Woods” y sus instituciones” (FMI, BM) aunque la base del mismo era precisamente la convertibilidad.

    las reservas de oro de los bancos centrales (cosa que no hizo la Reserva Federal de los EE.UU.) y aprovechando que desde 1971 los EE.UU. ya habían impuesto al mundo, con el retiro de la convertibilidad del dólar en oro, el dinero fidu- ciario, dinero Fiat,8 que sin valor intrínseco, o más precisamente sin valor alguno, “mide” el va- lor de las mercancías a las que se enfrenta en el intercambio, todo lo que crea un galimatías a la vez persuasivo e ininteligible,9 que permite a los EE.UU. mediante la emisión de su propia mone- da, financiar su deuda mediante la creación de dinero (monetización de la deuda) lo que genera tensiones inflacionarias y la reducción de los sa- larios reales, también en los EE.UU.

    Los intentos de Obama de restaurar el capita- lismo senil10 en los EE.UU. con más neolibera- lismo, y aun de consolidar a “occidente”11 con el “poder inteligente” sin alterar el proceso globali- zador en condiciones de expansión del “socialis- mo de mercado”, solo impulsó aún más el proceso de financierización de la economía en beneficio de la plutocracia dominante (el 1%, o más preci- samente el 0,01 o el 0,001%), cada vez más trans- nacional, lo que no detuvo el deterioro del poder imperial —ya debilitado como hemos visto por

    administraciones anteriores, demócratas y repu- blicanas— aunque si aceleró el proceso de despla- zamiento del eje geopolítico global hacia la región Asia-Pacífico.


    Trump y el trumpismo

    En estas circunstancias, y cuando Hillary Clin- ton ofrecía continuar el mismo camino de Obama, aparece Donald Trump con su eslogan: “Hacer a los EE.UU. grandes nuevamente” (Make America great again) que reconocía, tanto el declive de la potencia imperial como lo inalcanzable —a pesar del “Yes, we can” de Obama— que se había hecho el “sueño americano” (el “American dream”), para sus ciudadanos.

    Y junto con Trump llegó a la “Casa Blanca” sin ningún interés en disimularlo, el “poder estúpi- do” (aunque como hemos visto antes no haya sido exclusivo de Trump) en sustitución del llamado “poder inteligente” (la “capacidad de atraer”) de Obama.

    Antes de continuar una aclaración, quizás inne- cesaria: Donald Trump es un presidente imperial más, como lo fue Obama, por lo que ni su política interior ni la exterior difieren, no pueden diferir esencialmente, del accionar de administraciones


    8Por definición, es “dinero” que tiene un valor intrínseco inferior a su valor nominal.

    9Tanto, que las opiniones de los economistas difieren y van desde los que consideran que un sistema monetario solo puede ser tal si cuenta con una unidad de medida con valor intrínseco (entre los que me incluyo), a los que opinan que el regreso a una unidad monetaria con valor intrínseco (el oro) restringiría el accionar de las políticas fiscal y moneta- ria de los países, y hasta los que afirman que el regreso al patrón oro podría al menos restringir la manipulación de las políticas cambiarias y hacer así perdurar la hegemonía del dólar.

    10Es el capitalismo que tiene como rasgos principales sus magros ritmos de crecimiento, el abandono de la esfera productiva como fuente principal de ganancias al mismo tiempo que la dilapidación de recursos, incluidos los que utiliza para la producción de armamentos, que lleva al agotamiento de la capacidad del planeta para renovarlos y a la destrucción del medio ambiente. Sigue siendo capaz de producir mercancías en “exceso” (lo que acelera la tendencia al descenso de la tasa de beneficios) por lo que se ve obligado por la competencia a introducir la ciencia y la tecnología

    -como fuerzas productivas- a la producción, lo que incide sobre la reproducción del sistema de muy diversas firmas, siendo la más evidente su incidencia sobre el empleo y, como consecuencia, sobre la demanda. Para maximizar sus ganancias, hace de la especulación financiera su actividad fundamental, lo que va contra las propias leyes del sistema. 11En realidad, un término geopolítico y no geográfico, repetido las más de las veces sin advertir la diferencia. La lec- tura más generalizada considera a “Occidente” —y sin mencionarlo— a EE.UU. y sus aliados europeos; una lectura más atenta incluye a EE.UU. y sus estados vasallos y siervos; en ninguna el “occidente” geopolítico tiene que ver con el occidente geográfico.

    estadounidenses anteriores (inclúyase aquí tam- bién la estupidez aunque en menores dosis) en las que desde siempre han estado presentes el chovi- nismo, el aislacionismo, el excepcionalísmo y el supremacismo expresados en el guerrerismo de los presidentes anteriores (desde Harding y Coo- lidge, hasta Kennedy, Reagan, Clinton, los Bush y Obama, por mencionar solo algunos); en la confi- guración de la geopolítica global estadounidense los dos primeros o en el intento de detener el de- clive del poder político y económico de los Esta- dos Unidos, los últimos.

    Analícese si no el “aislacionismo” de Warreng Harding (presidente 29) y Calvin Coolidge (presi- dente 30), el Consenso de Washington y la “Gue- rra de las estrellas” de Reagan (el 40), y también las guerras terrestres que destrozaron a Vietnam (Kennedy, 35, y los que lo siguieron hasta la de- rrota), Irak (Bush, el padre, 41), Afganistán y de nuevo Irak (Bush, el hijo, 43), Libia y Siria (Oba- ma, 44), la prioridad de los gastos militares (de todos, hasta los más de 750,000 millones de dóla- res de Trump, 45), las reformas fiscales (Reagan, Bush), que hicieron “más ricos a los ricos”, tan- to, que hasta los hacen hoy, con Trump, solicitar, ”por ética”, (sic) el pago de mayores impuestos; y también, por supuesto, el compromiso con la des- regulación financiera y la entrega del poder a los bancos (todos, que comenzara con la creación de la Reserva Federal bajo la presidencia de Woo- drow Wilson, presidente 28, en 1913).

    El trumpismo es, también, conducta, y más pre- cisamente, conducta agresiva, que se manifiesta en el marcado egocentrismo, la arrogancia, la prepo- tencia y la aporía que hacen que, incluso cuando la administración Trump viola las normas del de- recho internacional (práctica recurrente de todos los gobiernos de EE.UU.), lo haga de la manera más burda, abusiva, despectiva y son estilo mafio- so: con garrote y sin zanahoria.

    Además de la grandilocuencia, la fanfarronería, las falsedades y las mentiras reiteradas (se le han contado ya miles cuando esto se escribe) Trump

    actúa, sin sonrojo, como el clásico “elefante en la cristalería”.

    En la cumbre del G-7, en Singapur, se negó a firmar el comunicado final, en la de Biarritz, y a pesar de todos los esfuerzos de Macron —que ha- bía sido irrespetado por Trump luego de que en su discurso conmemorando el centenario del fi- nal de la Primera Guerra mundial había defendi- do el globalismo y criticado los nacionalismos— no dejó de hacer el ridículo; sobre Alemania ha dicho que “estaba totalmente controlada por Ru- sia” por recibir de ella gas; acusó a Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, de “declaraciones falsas… deshonesto y débil”.

    Ya refiriéndose a Europa, a la OTAN, la cali- ficó de obsoleta y ha amenazado de que —si los miembros europeos no aumentan su cuota finan- ciera— los EE.UU. no los defenderían contra un ataque ruso; a la Unión Europea (UE) la ha tilda- do de enemiga en comercio y la ha amenazado con una guerra comercial (de las que ha dicho son “fáciles de ganar”); criticó a Theresa Mayer por no haber seguido su “consejo” acerca de cómo hacer el Brexit; alabó a Boris Johnson —por su posición pro Brexit siendo aún Mayer la Primera Minis- tra de Gran Bretaña y apoyó a Johnson, ya Pri- mer Ministro, en su posición respecto al Brexit “duro”; también anunció un “maravilloso acuer- do comercial” entre EE.UU. y Gran Bretaña luego de completarse su salida de la UE, incluso mien- tras se debatía en las cámaras del Reino Unido las condiciones de la salida.

    Por supuesto que ha tenido también tiempo el presidente de despreciar a los pueblos de los países de América Latina dando continuidad a sus anun- cios electorales en contra de los mexicanos, a los que llamó “asesinos, violadores de mujeres y traficantes de drogas”; aseguró que los expulsaría de los EE.UU. (a 11 millones) y que construiría un “maravilloso” muro que impidiera su ingreso (y que pagaría Mé- xico); reivindicó la anacrónica “doctrina Monroe”; violó flagrantemente las normas del derecho inter- nacional en su relacionamiento con Venezuela (ante

    el impúdico silencio de la inmensa mayoría de la comunidad internacional) y presionó y /o compró a gobiernos (inclúyase aquí el oro venezolano en In- glaterra y hasta las gestiones del “autoproclamado” y desprestigiado Guaidó para la entrega del Esequibo venezolano a Guyana) de una cincuentena de países para que reconocieran a un presidente ilegítimo al que le ha “entregado” los bienes confiscados a Ve- nezuela; de manera irrespetuosa, además, proclama que contra Venezuela (dice hipócritamente contra Maduro) tiene “todas las opciones sobre la mesa”, incluido el boqueo naval.

    Revirtió, utilizando más mentiras incluidos unos misteriosos ataques “sónicos”, el iniciado por Obama proceso de distención entre EE.UU. y Cuba, y tensa cada vez más estas relaciones me- diante la subsecuente aplicación de medidas pu- nitivas; también Nicaragua, por supuesto, ha re- cibido los embates de Mr. Trump, que también promovió, con la activa participación de la des- prestigiada OEA y su impresentable Secretario General, un golpe de estado en Bolivia para ver- güenza de todos lo que lo han apoyado y hasta re- conocido, ahora también a una “autoproclamada” presidente y su impresentable gobierno.

    Pero los desaguisados de Trump no terminan en las relaciones con sus socios de “occidente”12 y su “traspatio trasero”; también el presidente ha deja- do su impronta en la actuación multilateral. Así, la administración Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económi- ca (ATCE); paralizó las negociaciones del Acuerdo trasatlántico, hizo renegociar el TLCAN; amenaza con abandonar la OMC; no firmo el acuerdo con- tra el calentamiento global y ha revertido medidas adoptadas con anterioridad en los EE.UU., todo ello justificado con estupideces irrepetibles por personas con índice normal de inteligencia.

    Lo más peligroso a corto plazo, para los EE.UU. pero también para el resto del mundo, sin embar- go, parece ser el retiro de los EE.UU. del tratado

    nuclear con Irán (el resto de los firmantes se man- tienen en el mismo aunque la UE no ha cumplido con sus compromisos, impedida por las acciones punitivas de EE.UU.), consecuentemente, la na- ción persa ha iniciado acciones de abandono del mismo. Todo lo anterior deteriora la imagen, no solo del presidente emperador, sino también del imperio mismo, que ya “no atrae” y solo puede tratar de imponerse aunque ya no siempre cuente con los recursos para ello.

    Personalmente, entre las últimas “hazañas” del presidente imperial para “hacer a los EE.UU. gran- des nuevamente” se encuentra la realizada en su discurso ante la Asamblea General de las NNUU el 25 de setiembre de 2019. El mismo se caracte- rizó, además de por las mentiras, por su profundo apego al monroísmo y al desprecio al derecho in- ternacional, lo que concretó con la convocatoria a mandatarios latinoamericanos para incremen- tar el cerco a Cuba, Venezuela y Nicaragua. En la ocasión, Trump, además de insultar a las Nacio- nes Unidas, también lo hizo con Greta Thumberg, la joven activista defensora del medio ambiente, a la que quiso ridiculizar con un tuit y resultó ridi- culizado por la agudeza de la joven.

    Y cuando la estupidez de una persona se com- bina con la de otras (en este caso con la de Pence, Pompeo, Mnuchin…), el impacto crece geométri- camente (segundo corolario de la ley) y las conse- cuencias son desastrosas para los que sufren sus efectos, que es como se mide el efecto de la estupi- dez. Así, apenas unos días después del discurso de Trump en NNUU, el 7 de Noviembre, la Asamblea General aprobó, por 187 votos a favor y 3 en con- tra (Trump, Netanyahu y Bolsonaro) el proyecto de Resolución: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

    La única intervención que se escuchó en la Asamblea contra la resolución fue la de la Emba- jadora Kelly Craft, Representante Permanente de


    12Claro que tampoco fueron “ortodoxas” las relaciones con los adversarios, pero ya eso no se relaciona con la “capacidad de atraer” que Obama intentó utilizar también con Cuba.

    los EE.UU. en NNUU, que desde el primer párra- fo y hasta el último de su discurso, persevera en la línea estúpida —que ridiculiza a los EE.UU. ante la opinión pública internacional y hasta entre sus propios aliados— elegida por la administración Trump para tratar de chantajear a Cuba.

    En el discurso queda demostrado el desprecio del imperio por los altos representantes y los paí- ses que componen la comunidad internacional, ci- temos: “Cada año, durante 28 años, esta Asamblea ha votado una resolución que pide que Estados Unidos ponga fin a su embargo económico contra Cuba. Por 28ª vez, la resolución, probablemente, se aprobará casi por unanimidad… podemos ele- gir con qué países comerciamos. Este es nuestro derecho soberano. Por lo tanto, es preocupante que la comunidad internacional, en nombre de la protección de la soberanía, continúe desafiando este derecho. Pero lo que es aún más preocupante que cada año, este organismo considera que el ré- gimen cubano no tiene otra opción que abusar de su propio pueblo en respuesta al embargo.

    En el discurso primero el reto, ya desde el mismo primer párrafo, de la representante de los EE.UU. a la comunidad que ha tenido la osadía de repudiar el bloqueo; luego, el desprecio a la opinión de esa misma comunidad a la que prácticamente acusa de complicidad por supuestas violaciones de los de- rechos humanos de los cubanos realizadas por su propio gobierno y por último los embustes, men- tiras y hasta medias verdades (como identificar el bloqueo solo con el comercio a pesar de que es también, como señala la resolución, económico y financiero, aunque también se extienda a todas las esferas de la vida humana) que se mantuvieron du- rante todo el discurso y que de hecho refrenda lo que se señala desde el título del presente artículo.


    Conclusiones

    La principal característica de la etapa actual de desarrollo del capitalismo, la del capitalismo senil,

    ha sido la agudización de las contradicciones de su funcionamiento, incluyendo las existentes en el pa- radigma del sistema, los EE.UU., las de éste con los países de “occidente” y también con los del resto del mundo.

    En la búsqueda de soluciones a estas contradic- ciones, parte del establishment estadounidense, lo suficientemente poderoso como para imponerse, optó por un “outsider” del sistema político esta- dounidense, Donald Trump, que alcanzó la presi- dencia de los EE.UU.

    Las características del personaje hicieron que el poder de la presidencia se hiciera “poder estúpi- do” lo que ha agudizado aún más las contradic- ciones, también en los propios EE.UU. Los efec- tos más relevantes del “poder estúpido”, ni mucho menos los únicos, de la administración Trump (solo hasta la fecha en que se escribe este trabajo) se resumen a continuación:

    1. La exacerbación por Trump del supremacismo y la xenofobia han reflotado los sentimientos más bajos, que desde siempre han estado presentes, de la sociedad estadounidense. Como consecuencia, ha reavivado viejos odios, profundizado la divi- sión del país y aumentado los índices de violencia. Así, la retórica nacionalista aumentó la hostilidad contra inmigrantes, refugiados y en general hacia la otredad, lo que se manifiesta en el aumento de los crímenes de odio.13

    2. El fracaso de las políticas neoliberales, junto al de la administración Trump de revertir la ten- dencia al declive de la economía estadounidense y de revivir “el sueño americano”, han producido un corrimiento hacia “la izquierda” de una parte importante de la sociedad norteamericana. Segu- ramente por ello, Trump, además de proclamar la excelencia del funcionamiento de la economía norteamericana bajo su administración (aunque los datos no demuestren tal excelencia) habla so- bre la “amenaza del socialismo” (Trump, Informe de gobierno, 2019), sin dudas tomando como re-


      13Las masacres en la sinagoga de Pittsburg y en el estacionamiento en El Paso, Texas, son solo dos ejemplos.

      ferencia el muy poco serio y hasta tramposo para los no iniciados documento “The opportunity costs of socialism” (Trump: Informe de gobier- no). Sin embargo, una parte importante de los jóvenes menores de 30 años, también de electo- res mayores y hasta políticos progresistas como Bernie Sanders, se declaran socialistas (hasta ayer palabra prohibida para un político en EE.UU.) y según sus propias declaraciones, próximos a la so- cialdemocracia.

    3. Bajo Trump los EE.UU. —lideres declara- dos de “occidente” y “el mundo libre”— no solo no han recuperado el liderazgo perdido, sino que han continuado el declive. No podría ser de otra manera cuando el presidente imperial constante- mente agrede a sus aliados y a los que no lo son, tanto y a tantos, que más de la mitad de la pobla- ción mundial ha sido agraviada: la latinoamerica- na, en especial la mexicana, acusados de “narco- traficantes y asesinos, violadores”; a los árabes y musulmanes, de “terroristas”; a China, de “ladro- na” de tecnología y “manipuladora” de divisas; a Europa, Japón y Corea del Sur, de “aprovechados” del poder militar de los EE.UU. por el que “ten- drán que pagar”.

    4. El proteccionismo norteamericano, en espe- cial frente a China, ha dado inicio a un conside- rable aumento de los aranceles e iniciado y pos- puesta más de una vez, una guerra comercial de imprevisibles consecuencias aunque todas negati- vas; el presidente, sin embargo, asegura que cual- quier problema que padezcan las corporaciones estadounidenses es “auto infligido” y la respon- sabilidad de una posible ralentización de la eco- nomía norteamericana, según sus tuits, recae so- bre las “…empresas débiles y con una dirección deficiente (que) han sido astutas al culpar a estos pequeños aranceles en vez de culparse a ellas mis- mas por un mal manejo… ¿y en realidad quién podría culparlas? ¡Excusas!”. También, y cada vez más, culpa Trump a los medios, a los demócratas y hasta a la Reserva Federal de cualquier posible desaceleración de la economía de los EE.UU. y

      hasta ha acusado al Banco central federal de poner en desventaja al país frente a otros países al man- tener altas (en realidad relativamente altas) las ta- sas de interés. Al respecto y con ironía, el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, señaló en su columna de Opinión en el New York Times, en un artículo que tituló “China intenta enseñarle eco- nomía a Trump”: (Krugman, 2019) “¿Por qué los chinos no han atacado con todo? En mi opinión, todavía están tratando de enseñarle a Trump algo de economía. Lo que están diciendo con sus ac- ciones hasta el momento es, en efecto: “Piensas que puedes intimidarnos, pero no puedes. Noso- tros, por otra parte, podemos mandar a la ruina tus productores agrícolas y hacer que tu mercado se derrumbe. ¿Quieres reconsiderar?”. Sin embar- go, no hay nada que indique que el mensaje haya sido recibido por el destinatario. En cambio, cada vez que los chinos hacen una pausa y le dan tiem- po a Trump para reconsiderar, él toma esto como una justificación a sus medidas y presiona todavía más. Lo que esto sugiere, a su vez, es que tarde o temprano los disparos de advertencia se converti- rán en una guerra comercial y monetaria abierta- mente declarada”

    5. A su vez, la orden de “salir de China” del pre- sidente Trump a las empresas estadounidenses, cuya validez deberán resolver legisladores, aboga- dos y tribunales de EE.UU., es incluso menos im- portante que determinar por las empresas si real- mente pueden romper sus relaciones con China; sin ninguna duda, y al menos en el corto plazo, no lo es. Las empresas estadounidenses están fuer- temente interconectadas con las chinas y una se- paración abrupta entre ellas seguramente resulta- ría caótico para el funcionamiento de las cadenas productivas establecidas.

    6. No es tampoco inteligente —ni desde la pers- pectiva empresarial ni desde la macroeconomía— la idea de Trump de hacer regresar las firmas de la industria manufacturera y sus empleos desde China a los EE.UU. Una indicación de ese tipo solo puede hacerla el actual presidente si desconoce que

      China produce hoy alrededor de una cuarta parte de la producción industrial del mundo y que de los más de 1,400 millones de habitantes de la R.P. Chi- na, ya muchos más que todos los habitantes de los EE.UU. tienen altos niveles de consumo y, por ello, inciden decisivamente sobre la demanda mundial de autos (Chevrolet, Ford, por mencionar solo fir- mas estadounidenses asentadas en China) y de au- tos de alta gama; de iPhones y pagos de royalties por el uso de patentes; de zapatos Adidas, Nike y Puma fabricados en China que se usan en el mun- do y también en EE.UU. (en 2017, el 72% del calza- do importado por los EE.UU.); de aviones Boeing para el turismo chino y también de millones de re- servaciones en hoteles Hilton y Marriot y hasta de soya para satisfacer la creciente demanda de carne de la población china.

    7. Las medidas adoptadas por la actual admi- nistración no toman en cuenta que las grandes empresas transnacionales operan en todos los continentes, en multiplicidad de países y forman cadenas productivas de subcontratación, exter- nalización, tercerización, relocalización… por lo que una misma empresa, aprovechando las lla- madas “ventajas competitivas” puede construir bien un iPhone, bien un cohete portador de saté- lites artificiales (y también los satélites) utilizando partes y/o programas procedentes de diferentes continentes y países y producidos por distintas empresas que terminan utilizándose y ensam- blándose en uno u otro país.

      Por supuesto que Mr. Trump no ha leído (y también dudo que sepa que existe) el “Manifiesto del Partido Comunista”14 pues de haberlo hecho, sabría que “Con gran sentimiento de los reaccio- narios (la burguesía) ha quitado a la industria su base nacional” por lo que ni la producción en la

      actualidad es nacional, ni es ya desde hace mu- cho imposible hacerla. El pago de aranceles, una y otra vez, al atravesar partes y piezas cada frontera solo pude hacer menos eficiente la economía y de ninguna manera beneficiar a los consumidores, que terminan pagándolos15. Flaco favor le hace el presidente al consumidor estadounidense con su guerra de aranceles. Si a lo anterior se suma que todos los pronósticos de crecimiento económico de los organismos internacionales para el presente año prevén un descenso global como consecuen- cia de la incertidumbre, de las medidas protec- cionistas de los EE.UU. y de la guerra comercial, queda aún más claro hacia dónde conducen las medidas puestas en práctica por el presidente.

    8. Vinculado con lo anterior, la promesa de Trump de recuperar el empleo perdido por los trabajadores norteamericanos con su indicación a las firmas a los EE.UU. de hacerlas retornar, ni si- quiera considera que en la época de la “economía del conocimiento”, la creación de empleo (y no solo en EE.UU.) tiene que ver con la introducción de nuevas tecnologías y éstas con la calificación y recalificación de la fuerza de trabajo. Así, la pro- ducción competitiva en la actualidad tiene que ver, además de con los niveles salariales (lo que Trump no podrá resolver), con la introducción de cambios tecnológicos que potencien la producti- vidad. Estos cambios requieren de poca —o muy poca— fuerza de trabajo (aunque de alta califica- ción) lo que no contribuye a la creación masiva de empleo (lo que tampoco Trump podrá resolver).

    9. A todo lo anterior se añade el corrimiento, impulsado por la globalización y el neoliberalis- mo16, del eje geopolítico global hacia la mucho más dinámica región Asia- Pacífico, el conflicto geopolítico que ello ha generado y la incapacidad


      14“Manifiesto del Partido Comunista”, escrito por C. Marx y F. Engels entre diciembre 1847-1848.

      15Según carta dirigida al presidente por los importadores, el pago de aranceles determinaría un aumento de 7,000 mi- llones en los precios minoristas.

      16Cuya máxima y única responsabilidad para las empresas, según Milton Friedman (1970), debía ser: "…participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias". “… deben obedecer la ley. Pero más allá de eso, su trabajo es ganar dinero para los accionistas”.

      de los EE.UU. de reaccionar de otra manera que no sea con la fuerza o con la amenaza de su uso (inclúyanse aquí las “sanciones” y el trumpismo) lo que precipita el declive.

    10. No podía faltar el retorno, como muestra del “poder estúpido” trumpiano, de la por decenios fracasada política genocida de bloqueo contra Cuba. Una relación incompleta de los resultados obtenidos demuestran, sin lugar a dudas, su coin- cidencia con el enunciado de la tercera ley de la estupidez: “una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de perso- nas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas”.

Las más evidentes se relacionan a continuación:

i) los daños ocasionados a la economía cubana y a los cubanos lejos de debilitar, han fortalecido el sentimiento nacional y el rechazo a los intentos de destruir la revolución y de lograr el “cambio de régimen”; ii) en particular la aplicación del Títu- lo III de la denominada Ley Helms-Burton solo ha provocado, además de la indignación, la hila- ridad de los cubanos, el rechazo internacional y el

anuncio de la aplicación de leyes “antídoto” en los países afectados para proteger los intereses de sus nacionales; iii) no menos hilarantes han sido para los cubanos cada una de las referencias a la tropa mercenaria derrotada en Playa Girón, la llamada Brigada 2506, como “patriotas y luchadores por la libertad”; iv) la aplicación de la política anti- cubana de la administración Trump contenida en su “Memorando Presidencial de Seguridad Na- cional sobre el Fortalecimiento de la Política de Estados Unidos hacia Cuba” , en nada ha contri- buido a aislar a Cuba, sino que por el contrario, ha dado lugar a pronunciamientos favorables al mejoramiento de las relaciones comerciales y eco- nómicas en general, incluso de cercanos aliados de los EE.UU., entre ellos los que integran la UE;

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v) los denominados “ataques sónicos”, utilizados por los EE.UU. para reducir el número de funcio- narios en las respectivas embajadas y reducir los vínculos entre los cubanos residentes en Cuba y en los EE.UU. solo han provocado malestar en la inmensa mayoría de los connacionales, tanto de los radicados en Cuba, como en los EE.UU.


Referencias bibliográficas

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