Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 016 / julio-septiembre, 2025/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/ 78 pp.
El panafricanismo en la Unión Africana: principales manifestaciones en el período 2013-2024
Pan-Africanism in the African Union: main manifestations in the period 2013-2024
Lic. Laura Elizabeth Martínez Galindo
Licenciada en Relaciones Internacionales en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García (ISRI). Especialista del ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba.
ORCID: 0009-0002-3076-4362
e-mail: laligalindoang@gmail.com
Fecha de recepción: julio 2025
Fecha de aceptación: julio 2025
Resumen
El estudio examina las manifestaciones del panafricanismo en la Unión Africana (UA) entre 2013 y 2024, enfocándose en sus reformas estructurales, económicas y en la relación con la diáspora. Durante este período, la UA promovió cambios organizativos para fortalecer su gobernanza, aumentar su autonomía financiera y consolidar una identidad panafricana unificada. En el ámbito económico, se implementaron iniciativas como el Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés) para reducir la dependencia externa y fomentar el comercio intraafricano. Paralelamente, se fortalecieron los vínculos con la diáspora mediante el reconocimiento de esta como la "sexta región de África", el impulso de intercambios culturales y académicos, y la inclusión de actores clave en el desarrollo continental. Estos procesos reflejan una evolución del panafricanismo, pasando de un enfoque simbólico a una agenda concreta que prioriza la institucionalización, la integración económica y la participación de la diáspora como pilares clave del proyecto panafricanista en el siglo xxi.
Palabras clave: Panafricanismo, Unión Africana, Reformas institucionales, Integración económica, Diáspora Africana.
Abstract
TChina is one of the principal cooperating countries with Cuba and is involved in nearly all fields relevant to the nation’s economic and social dynamics. The biotechnology sector has become the most significant area of cooperation between the two countries. In recent times, there has been notable vitality in the formation of business alliances aimed at strengthening relations, seeking innovative solutions in healthcare development, and contributing to economic growth in this field. With this work, we aim to present the aforementioned collaboration between the two nations and the opportunity represented by the biotechnology sector through the establishment of Joint Ventures/ mixed enterprises and other forms of partnership during each stage of their exchange.
Keywords: Pan-Africanism, African Union, institutional reforms, economic integration, African diaspora.
Introducción
La historia del panafricanismo está intrínsecamente ligada a la lucha por la autodeterminación y la integración del continente africano. Desde su surgimiento en el siglo xix, este movimiento ha evolucionado desde una aspiración intelectual y cultural, hasta una plataforma política de cooperación entre los Estados africanos. La creación de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en 1963, marcó un punto de inflexión en este proceso, al consolidar un espacio de articulación colectiva en la búsqueda de la independencia total del continente. No obstante, las limitaciones estructurales de la OUA y la transformación del sistema internacional tras la Guerra Fría, propiciaron su sustitución en 2002 por la UA, con el propósito de fortalecer los mecanismos de integración y afrontar los desafíos del siglo xxi.
En este contexto, el presente trabajo pretende analizar las principales manifestaciones del panafricanismo en la UA durante el período 2013-2024. Durante estos años, el panafricanismo ha adquirido nuevas expresiones en el marco de la Agenda 2063, promovida por la UA como un plan estratégico para el desarrollo socioeconómico del continente. Asimismo, los debates sobre la soberanía económica, la integración política, el papel de la diáspora y el fortalecimiento de instituciones africanas, han reflejado una continuidad de los principios panafricanistas, aunque también han evidenciado tensiones y contradicciones en su implementación.
A través de un enfoque histórico-estructural, se examinarán las políticas impulsadas por la UA que reivindican el ideario panafricanista, así como sus alcances y limitaciones en un escenario global caracterizado por la persistencia de dinámicas neocoloniales y la creciente competencia geopolítica en África. Se argumenta que, aunque la UA ha mantenido la retórica del panafricanismo, su materialización en términos de autonomía política y económica aún enfrenta importantes desafíos. De esta manera, el estudio busca aportar al debate académico sobre el panafricanismo contemporáneo y su papel dentro de la institucionalidad africana, con énfasis en los procesos más recientes que han definido la política regional.
Desarrollo
Panafricanismo clásico y neopanafricanismo: evolución y fundamentos
El panafricanismo surgió en el contexto de la diáspora afroamericana y caribeña, cuyas corrientes convergieron en la noción del Back to Africa y el reconocimiento del afrodescendiente como sujeto político. Su primera etapa, comprendida entre finales del siglo xix y principios de la década de 1960, ha sido denominada por el historiador Armando Entralgo como panafricanismo clásico, caracterizado por la influencia de las ideas de William Du Bois y Marcus Garvey. En este sentido, Rubio García (1972) explica que el panafricanismo clásico se concibe como un movimiento histórico, político, cultural, económico y jurídico de solidaridad continental, cuyo propósito central radica en la aproximación y cooperación entre todos los afrodescendientes.
Por su parte, el neopanafricanismo emerge como una estrategia orientada en torno a dos ejes fundamentales: la revitalización del dinamismo interno de los pueblos africanos y la concreción de un modelo de integración regional1 endógena. Este enfoque tiene como objetivo resolver las problemáticas políticas y económicas de la región, además de consolidar un frente común en el ámbito internacional (Kabunda, 2019, p. 45).
El análisis del panafricanismo como ideología debe considerar las ideas de sus principales exponentes y su evolución a través de los Congresos Panafricanos, hasta su consolidación en la OUA y, posteriormente, en la UA. La evolución de los Congresos Panafricanos amplió la perspectiva del movimiento, integrando reivindicaciones contra la discriminación racial, la conceptualización de África como una nación unificada y la exigencia del derecho de los pueblos africanos a la autodeterminación y posesión de sus territorios.
Desde una perspectiva organizacional y política, los momentos cruciales del panafricanismo en su fase inicial incluyen el Quinto Congreso Panafricano (1945) y la fundación de la Reunión Democrática Africana (1946), eventos en los que se consolidó el carácter anticolonial del movimiento, en el contexto del declive del colonialismo, finalizada la Segunda Guerra Mundial (Galiana, 2013).
El Quinto Congreso Panafricano (1945) constituye un hito fundamental para comprender la evolución del panafricanismo en el período de posguerra. Organizado bajo la dirección de William Padmore, este evento marcó la radicalización del movimiento, al incorporar demandas claves en su manifiesto, como el desarrollo económico y social de África, la máxima participación de los africanos en la administración de sus países y el fin de la explotación por parte de los monopolios extranjeros (Entralgo, 1989, p. 50).
Uno de los aspectos más relevantes del congreso fue la participación activa de Kwame Nkrumah, quien posteriormente trasladaría estos postulados a los movimientos independentistas y unificadores en África. También estuvieron presentes figuras claves como Jomo Kenyatta (Kenia), Wallace Johnson (Sierra Leona) y Peter E. Abrahams (Sudáfrica).
Si bien el panafricanismo tuvo inicialmente un fuerte arraigo en la diáspora, tras el Quinto Congreso Panafricano comenzó a consolidarse en el continente africano, promoviendo la unidad y la independencia de los pueblos africanos. Un primer intento de organización se materializó en 1946 con la creación del West African National Secretariat, iniciativa de Nkrumah, Padmore y Johnson. Sin embargo, el panafricanismo se fragmentó en distintos componentes nacionales, ganando presencia en congresos y partidos progresistas surgidos en el marco de la descolonización, como el Congreso Nacional Africano de Rodesia (1948), la Unión Africana de Kenia (1946) y el Partido de la Convención del Pueblo en Ghana (1949, [Entralgo, 1989]).
A pesar de que el panafricanismo político, madurado en Manchester, promovió la unidad en la lucha independentista, en la práctica, los procesos de descolonización en África dependieron más de los esfuerzos nacionales, que de una acción unificada. No obstante, la independencia de Ghana, en 1957, liderada por Nkrumah, reintrodujo la idea de la unidad como un factor clave para la completa descolonización del continente.
El período comprendido entre la independencia de Ghana (1957) y la creación de la OUA, en 1963, se caracteriza por los esfuerzos unificadores de Nkrumah, quien no solo consolidó el proceso independentista en su país; también promovió la cooperación interafricana como estrategia para contrarrestar las influencias neocoloniales en la región.
El historiador, Leandro Rubio García, identificó dos principales corrientes en la búsqueda de la unidad africana. La primera, representada por la llamada “África moderada” de Brazzaville2 y Monrovia,3 promovía la unificación a través de la colaboración entre los Estados independientes geográficamente y culturalmente cercanos. Esta postura priorizaba el desarrollo económico con la ayuda de las potencias occidentales y el fortalecimiento de la soberanía estatal.
En contraposición, el grupo de Casablanca,4 defensor del panafricanismo revolucionario, concebía la unidad africana como un medio para alcanzar la igualdad política, económica y social con el resto del mundo. Esta corriente abogaba por la ruptura de los lazos de dependencia con las potencias extranjeras, el hermanamiento con el Tercer Mundo y la consolidación de vínculos políticos entre los Estados africanos (Rubio García, 1972).
El contacto entre ambas posturas permitió la convergencia de criterios respecto a la necesidad de crear una organización que defendiera la independencia de los países africanos y los posicionara como un bloque unido en la escena internacional. No obstante, persistieron divergencias sobre los mecanismos de integración y las relaciones interestatales.
De la Organización para la Unidad Africana a la Unión Africana: ¿panafricanismo frustrado?
En los inicios de la integración africana, la lucha por la independencia fue un elemento catalizador. Desde la perspectiva panafricanista, la unidad era una condición esencial para la consolidación política y económica del continente. Sin embargo, el proceso de integración enfrentó múltiples obstáculos internos y externos. Entre estos últimos destacaban los intereses neocoloniales de las antiguas metrópolis, que intentaron mantener su control sobre los recursos y actividades económicas de sus excolonias mediante mecanismos encubiertos de cooperación (Baró Herrera, 2014, p. 2). Además, las relaciones económicas internacionales perpetuaron la dependencia africana, fomentando el intercambio de materias primas sin potenciar la diversificación productiva del continente.
En este contexto, la OUA surgió como una plataforma para la cooperación entre Estados, aunque sus logros fueron limitados por las tensiones entre los distintos enfoques de integración. La dicotomía entre la moderación y el radicalismo panafricanista condicionó el desarrollo de la unidad africana, reflejando los desafíos estructurales y geopolíticos que enfrentaba el continente en su búsqueda de autonomía y cohesión.
La Carta Fundacional de la OUA, establecida en 1963, refleja una marcada influencia de la corriente moderada de Monrovia, especialmente en la proscripción de la injerencia en los asuntos internos de los Estados africanos. Si bien este principio representaba un avance para la época, no impidió la intervención de potencias extranjeras en defensa de sus intereses neocoloniales ni la interferencia de Estados africanos en conflictos regionales. Asimismo, limitó la capacidad de la OUA para resolver disputas dentro del continente.
Un ejemplo de esta ineficacia se evidenció en la guerra civil del Congo, en 1963, donde la organización intentó mediar a través de un comité ad hoc de conciliación. Sin embargo, el conflicto fue resuelto mediante una intervención militar, respaldada por Bélgica y Francia, lo que llevó al ascenso de Moise Tshombe al poder (Rubio García, 1972).
Estructuralmente, la OUA contaba con órganos principales, como la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno, el Consejo de Ministros, la Secretaría General y la Comisión de Mediación, Conciliación y Arbitraje. No obstante, su operatividad se vio comprometida a medida que gobiernos prooccidentales accedieron al poder, muchos mediante golpes de Estado, desplazando a las fuerzas progresistas y debilitando el ideal panafricanista. La década de 1960 representó un saldo negativo para este movimiento, con la eliminación física o política de sus principales líderes, como Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah y Ahmed Ben Bella (Rubio García, 1972, p. 61).
Las limitaciones económicas de los Estados panafricanistas dificultaron el apoyo a los Movimientos de Liberación Nacional (MLN), lo que fracturó la relación entre la OUA y las fuerzas progresistas. Aunque formalmente la organización respaldaba estos movimientos mediante el Comité de Liberación, carecía de los recursos necesarios para impulsar su desarrollo.
Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, la OUA enfrentó un progresivo debilitamiento, debido a una combinación de factores económicos, políticos y estructurales, que condicionaron la posterior creación de la UA, en 2002. En el ámbito económico, la crisis de la deuda externa, derivada del sobreendeudamiento y las políticas de ajuste estructural impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, afectó gravemente las economías africanas, disminuyendo la capacidad de los Estados para promover el desarrollo y mantener la estabilidad interna. Además, la dependencia de la exportación de materias primas, expuso a los países africanos a la volatilidad de los precios internacionales, exacerbando la pobreza y la desigualdad.
En el plano político, los conflictos internos, guerras civiles y regímenes autoritarios, obstaculizaron la integración regional y desviaron recursos de proyectos de cooperación. Asimismo, la falta de mecanismos efectivos de intervención frente a crisis políticas y humanitarias, evidenció las limitaciones de la OUA como actor supranacional. En este contexto, la necesidad de una institución más eficaz y con una agenda renovada llevó a la creación de la UA, con un enfoque en el desarrollo sostenible, la paz y la gobernanza democrática.
La creación de la UA fue impulsada por el líder libio Muammar al-Gaddafi, en 1999, con el objetivo de fortalecer la integración política y económica del continente. En Lomé, Togo (19 de julio de 2000), se redactó el Proyecto del Acta Constitutiva de la UA, el cual fue firmado por 31 de los 53 Estados miembros, el 2 de marzo de 2001, durante la Cumbre Extraordinaria en Sirte, Libia. Tras alcanzar el número de ratificaciones necesarias, el Acta entró en vigor el 26 de mayo de 2001. No obstante, se acordó un período de transición para adecuar las legislaciones nacionales e instaurar las instituciones de la nueva organización. Finalmente, la UA fue inaugurada en Durban, el 9 de julio de 2002, con el sudafricano Thabo Mbeki como su primer presidente.
El Acta Constitutiva de la UA refleja los valores fundamentales que sustentan el proceso de integración continental. En su preámbulo, se reconoce la influencia de las ideas promovidas por los padres fundadores del panafricanismo, quienes manifestaron su compromiso con la unidad, la solidaridad y la cohesión entre los pueblos y Estados africanos (Unión Africana, 2000). Asimismo, el documento destaca la labor de la OUA y señala que el espíritu de la nueva organización se fundamenta en la continuidad de los principios de su predecesora, pero con una orientación dirigida a enfrentar los múltiples desafíos derivados de las transformaciones sociales, económicas y políticas ocurridas en África.
La creación de la UA constituyó un hito significativo en las estrategias de integración regional. No obstante, la organización heredó numerosas dificultades estructurales de su antecesora. Desde su fundación, la UA debió hacer frente a problemas relacionados con limitaciones financieras y de personal, conflictos internos sin resolver, rivalidades entre líderes políticos por el liderazgo regional y modelos de integración ineficaces (Kabunda, 2005).
A diferencia de la OUA, la UA orientó sus iniciativas hacia la integración económica. En este sentido, hizo énfasis en la necesidad de articular los distintos programas de desarrollo en torno a una estrategia común: la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD, por sus siglas en inglés). Según Kabunda (2005), la NEPAD surgió a partir de la fusión de tres planes diseñados entre 2000 y 2001: el Plan del Milenio o Programa de Recuperación de África (MAP, por sus siglas en inglés), el Plan Omega y el Programa Consensuado para la Recuperación de África.
El planteamiento central de la NEPAD radicaba en el logro de los objetivos de desarrollo a través de la cooperación financiera externa. Para ello, y en consonancia con las políticas promovidas por los Programas de Ajuste Estructural (PAE), la estrategia enfatizaba la necesidad de garantizar la transparencia en la gestión pública, la consolidación de una gobernanza de corte occidental y la promoción de la inversión extranjera y la privatización.
Sin embargo, este enfoque resultó contradictorio con algunos de los principios fundamentales de la UA, orientados a la reducción de la dependencia de la ayuda internacional. En resumen, la NEPAD sintetiza gran parte de la política económica de la UA. Uno de sus principales objetivos ha sido —y sigue siendo— el avance del panafricanismo, pero dentro del marco del libre comercio y la integración regional, económica y política, bajo los postulados del neoliberalismo.
El panafricanismo en la Unión Africana. Principales factores (2013-2024)
En el año 2013, se inició la gestión para la adopción de un plan de acción integral que contempló el fortalecimiento de la Unión Africana (UA) desde su estructura interna, así como la planificación estratégica orientada al cumplimiento de los objetivos fundamentales de desarrollo, paz y seguridad en el continente. En este marco, la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la UA aprobó la Declaración Solemne del 50 Aniversario, el 26 de mayo de 2013, en Addis Abeba. Dicho acontecimiento marcó el inicio de un período de transformaciones dentro de la UA, con el propósito de "acelerar el Renacimiento Africano, mediante el fortalecimiento de la integración bajo los principios del panafricanismo en todas sus políticas e iniciativas" (Unión Africana, 2013).
El período 2013-2024, ha sido particularmente significativo en el avance de las iniciativas impulsadas por la UA para fortalecer la integración panafricana. Durante estos años, se han implementado reformas estructurales y programáticas que han buscado consolidar una organización más eficiente y autosuficiente, capaz de afrontar los desafíos del continente sin una dependencia estructural de actores externos. Sin embargo, la concreción de estos objetivos enfrenta obstáculos sustanciales que deben ser analizados con rigurosidad.
Uno de los principales retos actuales del panafricanismo, en el marco de la UA, radica en la necesidad de consolidar una institución robusta que realmente impulse el desarrollo del continente y de sus pueblos. Desde su creación, la UA ha estado caracterizada por una estructura organizativa compleja, conformada por múltiples órganos y subórganos que, en numerosas ocasiones, han generado duplicación de funciones, lo que ha redundado en un incremento de los costos operativos, sin una mejora proporcional en la eficiencia de la institución. Además, algunas de las estructuras internas no han logrado cumplir, de manera efectiva, los objetivos para los cuales fueron establecidas.
Un desafío adicional que ha enfrentado la UA, es la coexistencia de múltiples planes de desarrollo, tanto internos como externos. A nivel interno, la organización ha debido operar bajo esquemas como el NEPAD, mientras que, a nivel externo, ha tenido que coordinarse con iniciativas promovidas por organismos, como la Comisión Económica para África (CEA), de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Por otro lado, otra de las principales debilidades estructurales de la UA radica en la falta de coordinación con las Comunidades Económicas Regionales (CER). La diversidad de iniciativas subregionales de integración ha dificultado que la UA asuma un rol rector efectivo, lo que ha derivado en la superposición de estrategias económicas. Para muchos Estados miembros, la pertenencia simultánea a múltiples esquemas de integración, ha implicado la necesidad de priorizar el cumplimiento de los planes de una organización, en detrimento de otra, lo que ha afectado la coherencia y eficacia del proceso de integración continental.
Otro problema significativo que ha enfrentado la UA es la insuficiencia en la financiación de sus actividades, debido, en gran medida, al incumplimiento de los Estados miembros en el pago de sus cuotas. Esta dependencia financiera ha representado una barrera transversal para el impulso de la integración africana y ha condicionado la autonomía de la organización en la ejecución de sus planes estratégicos.
En respuesta a estos desafíos, entre 2013 y 2024, la UA ha llevado a cabo diversas transformaciones estructurales e iniciativas de reforma que pueden agruparse en dos grandes categorías: las acciones programáticas, que incluyen la adopción de la Agenda 2063, y las reformas institucionales, destinadas a mejorar la eficiencia administrativa y la sostenibilidad financiera de la organización.
La Agenda 2063, constituye el plan estratégico, adoptado por la UA en 2013, con el propósito de transformar África en un continente integrado, próspero y autosuficiente en las próximas décadas. La Agenda establece un conjunto de objetivos a largo plazo, incluyendo el desarrollo de infraestructuras transnacionales, la industrialización sostenible, la autosuficiencia alimentaria y la consolidación de una identidad panafricana fuerte. Entre sus proyectos emblemáticos destacan el AfCFTA, la expansión del corredor ferroviario africano y la creación de una agencia espacial africana. Sin embargo, la materialización de estos objetivos requiere un compromiso sostenido por parte de los Estados miembros, así como la superación de desafíos estructurales como la gobernanza deficiente, los conflictos internos y la inestabilidad económica en varias regiones del continente.
En cuanto a las reformas estructurales, en 2016, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, fue designado para liderar un proceso de reestructuración que abordara estas deficiencias, resultando en la propuesta de un impuesto del 0,2 % sobre importaciones elegibles para financiar el presupuesto de la UA. Esta medida, alineada con los principios del panafricanismo y la autodeterminación, ha buscado garantizar la sostenibilidad financiera del organismo. Sin embargo, su aplicación ha sido parcial, debido a la resistencia de algunos Estados miembros, lo que ha generado desafíos en la consolidación de una financiación estable y autónoma.
Asimismo, la UA ha fortalecido su enfoque en la paz y la seguridad mediante la reestructuración del Consejo de Paz y Seguridad y la implementación de la Iniciativa de Silenciar las Armas, cuyo objetivo es erradicar los conflictos en el continente. No obstante, los desafíos persisten, ya que las crisis en regiones como el Sahel y el Cuerno de África han puesto a prueba la efectividad de estos mecanismos.
En términos de gobernanza y participación política, la UA ha promovido reformas en su Comisión, buscando mayor transparencia y profesionalización en la selección de su liderazgo. Además, ha fortalecido su papel en la supervisión de procesos electorales, aunque su impacto sigue limitado por la falta de coerción ante regímenes autoritarios. En el ámbito sanitario, la pandemia de Covid-19 evidenció la necesidad de una respuesta coordinada, lo que llevó a la creación de la Agencia Africana de Medicamentos y al refuerzo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (Africa CDC).
A pesar de estos avances, el proceso de reformas enfrenta obstáculos, como la fragmentación política y la insuficiente implementación de acuerdos, lo que subraya la necesidad de un compromiso más firme por parte de los Estados miembros. Asimismo, es fundamental superar la dependencia económica de la organización respecto a la asistencia financiera extranjera, lo cual condiciona su autonomía política y operativa.
Esta situación, identificativa del continente en general, ha sido objeto de crítica por parte de intelectuales panafricanistas como Nkrumah, quien advertía que la verdadera emancipación africana no sería posible sin la integración económica del continente:
Efectivamente, la total integración de la economía africana a escala continental es la única manera en la que los Estados africanos pueden alcanzar sus objetivos al nivel de los países industrializados (1963, p. 162).
En paralelo, la UA ha promovido diversas iniciativas para consolidar la integración económica del continente, siendo la creación del AfCFTA uno de sus mayores logros. Firmado en 2018, y en vigor desde 2021, el AfCFTA es el mayor proyecto de integración económica en África, y el tratado comercial más ambicioso del mundo, en términos de número de países participantes. Esta iniciativa busca eliminar, gradualmente, los aranceles sobre 90 % de los bienes y facilitar el comercio de servicios dentro del continente, con el objetivo de aumentar el comercio intraafricano en 52,3 % para 2025,5 convirtiéndola en la mayor área de libre comercio desde la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMS).
Con un mercado potencial de 1400 millones de personas y un Producto Interno Bruto (PIB) combinado de 3,4 billones de dólares,6 el AfCFTA busca fortalecer la industrialización, reducir la dependencia de exportaciones hacia mercados externos y mejorar las cadenas de valor regionales. No obstante, su implementación enfrenta obstáculos como la falta de infraestructura adecuada, la fragmentación regulatoria y la necesidad de armonizar políticas comerciales y aduaneras.
Otra iniciativa clave ha sido el impulso a la industrialización y la diversificación económica, a través de estrategias como el Plan de Acción para el Desarrollo Industrial de África7 y el Programa para el Desarrollo de Infraestructura en África (PIDA, por sus siglas en inglés),8 ambos antes de 2013, pero cuya implementación se ha acelerado en los últimos años. Estas iniciativas buscan modernizar sectores clave como la manufactura, la energía y el transporte para facilitar la movilidad de bienes y personas dentro del continente. Además, la UA ha trabajado en la armonización de políticas económicas y la promoción de monedas digitales para mejorar la estabilidad financiera y reducir la dependencia de divisas extranjeras, aunque la falta de coordinación entre los bancos centrales sigue siendo un obstáculo significativo.
En el ámbito financiero, la UA ha promovido la creación del Fondo Monetario Africano y el Banco Africano de Inversiones, para fortalecer la autonomía económica del continente y proporcionar financiamiento a proyectos de desarrollo. A nivel subregional, los bloques económicos como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Comunidad de África Oriental, han avanzado en la integración de mercados y la libre movilidad de personas. Sin embargo, la fragmentación política y la falta de compromiso de algunos gobiernos, han ralentizado la materialización de estos proyectos, lo que evidencia la necesidad de una mayor coordinación entre los Estados miembros para garantizar el éxito de estas iniciativas.
En paralelo a estos esfuerzos de integración económica, la UA ha reforzado su compromiso con la diáspora africana,9 reconociéndola como una fuerza clave para el desarrollo del continente. Desde la creación de la Sexta Región de la UA, en 2003, que otorga representación formal a la diáspora, se han implementado políticas para fortalecer los lazos entre África y sus comunidades en el exterior. Programas como la Iniciativa de Repatriación de Talento, buscan atraer profesionales africanos altamente calificados para contribuir a sectores estratégicos como la ciencia, la tecnología y la educación, mitigando la fuga de cerebros que históricamente ha afectado al continente.
Además, la UA ha trabajado en la facilitación de inversiones de la diáspora en África a través de plataformas como el Fondo de Inversión para la Diáspora Africana, que busca canalizar remesas y capital de la diáspora hacia proyectos de infraestructura, salud y educación. En este contexto, se han desarrollado acuerdos con instituciones financieras internacionales para reducir los costos de envío de remesas, dado que África es una de las regiones con los costos más altos a nivel mundial. Sin embargo, el impacto de estas iniciativas sigue limitado por la falta de mecanismos efectivos para la participación política y económica de la diáspora en la toma de decisiones dentro de la UA.
A nivel cultural y político, la UA ha promovido la inclusión de la diáspora en sus actividades diplomáticas y la revalorización de la identidad panafricana a través de eventos como el Festival Panafricano de Cultura y la promoción del retorno voluntario de afrodescendientes a sus países de origen. En el ámbito educativo, se han creado becas y programas de intercambio con universidades africanas para fomentar la movilidad académica entre el continente y su diáspora. A pesar de estos avances, persisten desafíos como la falta de una estrategia unificada para integrar a las distintas comunidades de la diáspora, lo que subraya la necesidad de un enfoque más estructurado y coordinado para maximizar el potencial de estas iniciativas.
Conclusiones
El panafricanismo en la UA, entre 2013 y 2024, ha reflejado una evolución que evidencia avances y desafíos, persistentes en la construcción de una África unificada y emancipada. Durante este período, la UA ha intentado articular un discurso panafricanista en sus iniciativas políticas, económicas y sociales, pero la materialización de estos ideales ha sido fragmentaria y desigual.
En primer lugar, la apuesta por la integración regional y el fortalecimiento de mecanismos como el AfCFTA, han demostrado la vigencia del ideal panafricanista en la búsqueda de la autosuficiencia económica. Sin embargo, las asimetrías entre los Estados miembros, las deficiencias en infraestructura y la persistencia de conflictos internos, han obstaculizado la consolidación de una verdadera autonomía económica africana.
Desde una perspectiva política, el panafricanismo se ha visto condicionado por dinámicas internas y externas. Si bien la UA ha mantenido su papel como mediadora en conflictos y promotora de la gobernanza democrática, la injerencia de potencias extranjeras y la falta de cohesión interna han limitado la capacidad de acción panafricanista.
En el ámbito cultural e identitario, el panafricanismo ha ganado fuerza a través del resurgimiento de movimientos que reivindican la memoria histórica y la descolonización del pensamiento. No obstante, estas iniciativas han carecido de una estructura institucional sólida dentro de la UA, lo que dificulta su traducción en políticas públicas efectivas.
Por lo tanto, el panafricanismo en la UA en el período 2013-2024, se configura como un horizonte normativo que sigue orientando la acción política, pero cuya implementación enfrenta múltiples obstáculos estructurales. Para que el ideal panafricanista trascienda el plano discursivo y se traduzca en una transformación real, será fundamental reforzar la integración económica efectiva, consolidar mecanismos autónomos de seguridad y gobernanza, y promover una ciudadanía panafricanista activa que impulse la autodeterminación del continente desde una perspectiva endógena y emancipadora.
Referencias bibliográficas
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1 En este contexto, la integración regional se entiende como un proceso de fusión o unión entre Estados, basado en una solidaridad interdependiente y enmarcado en un esquema institucional comunitario que define objetivos compartidos (Kabunda, 1993, p. 31).
2 El Grupo de Brazzaville se creó en diciembre de 1960, a raíz de un encuentro entre los once Estados francófonos de África, junto con Madagascar.
3 El Grupo de Monrovia estaba liderado por los gobiernos de Camerún, Liberia, Nigeria y Togo.
4 El Grupo de Casablanca se conformó en 1961 durante una cumbre de Estados progresistas africanos, en la que participaron Egipto, Ghana, Guinea, Malí, Marruecos y Argelia, esta última aún en guerra.
5 Datos de la Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial. (2020, 2 de octubre).
6 Datos de la Oficina Económica y Comercial de la embajada de España en Accra. (2024, 8 de noviembre).
7 El Plan proporciona un marco continental para abordar las causas profundas del escaso desarrollo industrial de África. Tiene en cuenta las experiencias pasadas de África en materia de industrialización, la rica dotación del continente en recursos naturales, especialmente agrícolas, así como algunas iniciativas recientes encaminadas a promover el desarrollo industrial (African Development Bank Group, 2025).
8 Este programa es una iniciativa continental, adoptada por todos los países africanos con el fin de movilizar recursos para transformar África con infraestructuras modernas. Sus proyectos y programas de infraestructuras transfronterizas abarcan cuatro sectores principales: energía, transporte, agua transfronteriza y Tecnología de Información y Comunicaciones (TIC) (Unión Africana, 2008).
9 La UA define a la diáspora africana como “los pueblos de origen africano que residen fuera del continente, independientemente de su ciudadanía y nacionalidad, y que están dispuestos a contribuir al desarrollo de África y a la construcción de la Unión Africana”. (Unión Africana, 2006).