Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 017 / octubre-diciembre, 2025/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/ 150 pp.

Cooperación militar y política entre Cuba y la URSS durante la Guerra Fría

Military and Political Cooperation Between Cuba and the USSR During the Cold War

Daniel V. Etrin

Maestría en Relaciones Internacionales (Política exterior y diplomacia de Rusia), Universidad de las Relaciones Internacionales adjunta al Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia (Universidad MGIMO).

e-mail: d.etrin13@yandex.ru

ORCID: 0009-0003-7971-1517

Fecha de recepción: junio 2025

Fecha de aprobación: julio 2025

Resumen

Este artículo analiza la evolución de la alianza militar-política entre la URSS y Cuba (1959-1991), un pilar singular de la Guerra Fría. La investigación se estructura en cuatro fases. Inicialmente (1959-1962), la hostilidad de Estados Unidos impulsó a Cuba hacia Moscú, que ganó un aliado estratégico. La Crisis de Octubre de 1962 consolidó esta alianza, garantizando la seguridad cubana e institucionalizando los lazos. El apogeo (1962-1985) vio una cooperación global activa: la URSS proveyó financiación y armamento, mientras Cuba desplegó tropas en conflictos como Angola y Etiopía, ampliando su influencia mundial. Finalmente (1985-1991), la "nueva política" de Gorbachov y la crisis económica soviética debilitaron los lazos. El colapso de la URSS en 1991 terminó abruptamente con esta asociación, sumiendo a Cuba en el período especial. El artículo subraya que el estudio de esta alianza ayuda a comprender mejor la lógica de las relaciones internacionales en un mundo bipolar.

Palabras clave: Guerra Fría, URSS, Cuba, Cooperación militar-política, Crisis de Octubre, Fidel Castro.

Abstract

This article analyzes the evolution of the military-political alliance between the USSR and Cuba (1959-1991), a unique pillar of the Cold War. The research is structured into four phases. Initially (1959-1962), U.S. hostility pushed Cuba towards Moscow, which gained a strategic ally. The October Crisis of 1962 consolidated this alliance, guaranteeing Cuban security and institutionalizing the ties. Its peak (1962-1985) saw active global cooperation: the USSR provided funding and weaponry, while Cuba deployed troops in conflicts such as Angola and Ethiopia, expanding its global influence. Finally (1985-1991), Gorbachev's "new political thinking" and the Soviet economic crisis weakened the bonds. The collapse of the USSR in 1991 abruptly ended this partnership, plunging Cuba into its "Special Period." The article underscores that studying this alliance is crucial for understanding the dynamics of international relations in a bipolar world.

Keywords: Cold War, USSR, Cuba, Military and Political Cooperation, Cuban Missile Crisis, Fidel Castro.

Introducción

La Guerra Fría fue uno de los episodios más trascendentales del siglo xx. Abarcó todos los continentes del planeta e incluyó una confrontación ideológica, política y económica a un nivel sin precedentes entre las mayores superpotencias de la época: la URSS y Estados Unidos.

En América Latina, el nivel de tensión no fue menor —a veces incluso mayor— que en el continente europeo, ya que la región era considerada tradicionalmente por Estados Unidos como su "patio trasero". Aquí, uno de los aliados más importantes y cercanos de la Unión Soviética fue Cuba.

Tras la llegada al poder de Fidel Castro, rápidamente se establecieron relaciones muy estrechas entre Moscú y La Habana, en prácticamente todos los ámbitos. En este artículo se examinarán las diversas formas de cooperación político-militar entre ambos Estados desde 1959 hasta 1991 y su influencia en el curso de la Guerra Fría.

La relevancia de la investigación de este tema se debe a la necesidad de un análisis exhaustivo de los mecanismos de formación y funcionamiento de las relaciones de alianza en un mundo bipolar. La cooperación soviético-cubana representa un caso único en el que un pequeño estado de la región del Caribe pudo convertirse en aliado clave de una de las superpotencias mundiales y ejercer una influencia significativa en la política global. El estudio de este fenómeno permite comprender mejor la lógica de las relaciones internacionales del período de la Guerra Fría y los mecanismos de toma de decisiones en política exterior en condiciones de confrontación global.

El objetivo de esta investigación es realizar un análisis integral de la evolución de la cooperación político-militar entre la URSS y Cuba en el período 1959-1991. En este sentido, se pueden destacar las siguientes tareas: rastrear el proceso de establecimiento de las relaciones soviético-cubanas tras la victoria de la Revolución Cubana; analizar el papel de la Crisis de Octubre en el desarrollo de las relaciones bilaterales; investigar el carácter y las formas de cooperación en los años 1960-1980 e identificar los factores que llevaron al fin de la asociación estratégica a finales de los años 1980 y principios de los 1990.

El marco cronológico abarca el período desde 1959 —cuando llegó al poder en Cuba el gobierno revolucionario encabezado por Fidel Castro— hasta 1991, año que marcó la desintegración de la Unión Soviética y cambió todo el sistema de relaciones internacionales. Estructuralmente el trabajo se dividirá en varias partes: la etapa inicial del establecimiento de relaciones (1959-1962), el período de la Crisis de Octubre (1962), la etapa de máxima cooperación (1962-1985) y el período final (1985-1991).

Cooperación entre la URSS y Cuba de 1959 a 1962

Tras la victoria de la Revolución en Cuba y la formación del nuevo gobierno encabezado por Fidel Castro, la URSS restableció las relaciones diplomáticas con la isla, rotas en 1952. Estados Unidos, que hasta entonces había considerado a Cuba un estado amigo, comenzó a imponer un régimen de sanciones: ya en septiembre de 1960 se aprobó un proyecto de ley que prohibía el suministro de armas y equipos que pudieran utilizarse con fines militares, y para octubre de ese mismo año, se impuso una prohibición total al suministro de todo tipo de bienes y equipos, a excepción de alimentos y medicinas.

Sin embargo, esto se vio compensado rápidamente por el desarrollo de la cooperación entre las nuevas autoridades cubanas y la URSS. Ese mismo año comenzaron los suministros de material militar soviético —por ejemplo, tanques T-34 que quedaban de la Gran Guerra Patria—, que inicialmente se realizaron con la mediación de Checoslovaquia.

Tras el intento de invasión de Estados Unidos y los emigrados cubanos en el territorio de la isla en el marco de la operación en la Bahía de Cochinos con el objetivo de derrocar a Castro (1961), que fue repelida con éxito —en parte gracias al uso de material militar soviético por las tropas cubanas—, la URSS y Cuba intensificaron sus lazos en el ámbito militar. La URSS envió a la Isla de la Libertad, en condiciones favorables, armamento por un valor total de 150 millones de dólares, incluyendo 400 tanques, 40 cazas, instalaciones de radar y unos 300 asesores militares. En abril de 1962, llegaron a Cuba 650 asesores militares adicionales, sistemas de defensa antiaérea S-75, lanzadores de misiles de crucero tácticos P-15 y 10 bombarderos Il-28 (Shvartsman, 2023).

La cooperación de ambos países en el ámbito militar pasó casi de inmediato de los suministros a una fase más profunda. En 1962 se creó en Cuba un centro de entrenamiento para la preparación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y con la ayuda de especialistas soviéticos se elaboraron diversos reglamentos militares. Al mismo tiempo, la cooperación no fue unilateral: los soldados cubanos enseñaron a sus nuevos aliados las particularidades de la guerra en la jungla tropical.

Como resultado de esta cooperación, Cuba no solo logró diversificar sus relaciones exteriores tras la imposición del bloqueo económico por parte de Estados Unidos, también crear en el plazo más breve posible un ejército con alta capacidad de combate, lo que quedó claramente demostrado por el éxito de las fuerzas revolucionarias en la prevención de la intervención estadounidense en la isla. Sin embargo, la amenaza de una nueva invasión estadounidense a Cuba persistía.

La Crisis de Octubre

La confrontación directa entre Estados Unidos y la Unión Soviética ganaba impulso gradualmente. Para 1962, la URSS podía lanzar sobre el territorio de Estados Unidos unas 300 ojivas nucleares, mientras que Estados Unidos podía utilizar contra la Unión Soviética 6000 ojivas nucleares de todo tipo (A la Crisis de los Misiles de 1962, s. f.). En estas condiciones, Estados Unidos comenzó a desplegar misiles nucleares en Turquía, reduciendo el tiempo de vuelo hasta Moscú a 10 minutos.

La necesidad de garantizar la protección del nuevo aliado y de restablecer el equilibrio de poder para evitar una Tercera Guerra Mundial, condujeron al desarrollo en la URSS de la operación Anádir, cuya idea fue propuesta el 20 de mayo de 1962, por Nikita Jrushchov. La operación suponía el despliegue en Cuba de misiles balísticos de alcance medio de dos tipos: R-12, con un radio de acción de unos 2000 km y R-14, con unos 4000 km de alcance. En tal caso, la URSS obtenía la capacidad de lanzar un ataque nuclear directo sobre ciudades clave de Estados Unidos, incluida Washington, lo que garantizaba la paridad nuclear y reducía la probabilidad de acciones agresivas contra La Habana (Fursenko et al., 1997).

La operación de traslado de las fuerzas y medios necesarios se llevó a cabo en el más absoluto secreto. Para su ejecución se utilizaron buques del Ministerio de la Flota Marítima de la URSS, y como tapadera se preveía difundir información sobre el traslado de unidades a diversas regiones de la URSS bajo la apariencia de ejercicios. En total, en la operación participaron entre 42 000 y 50 000 personas. El traslado de tropas y medios se completó totalmente el 14 de octubre de 1962 (Shvartsman, 2023).

Debido a que sobre Cuba realizaban vuelos regulares aviones de reconocimiento de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF, por sus siglas en inglés), en Washington se supo rápidamente del despliegue de los misiles nucleares soviéticos en Cuba y el 16 de octubre de 1962, la información llegó al presidente John F. Kennedy. Comenzó la Crisis de Octubre, que se convirtió en uno de los momentos clave de la historia de las relaciones entre Estados Unidos, la URSS y Cuba, duró 13 días.

El 22 de octubre, Estados Unidos anunció la imposición de un bloqueo naval total a Cuba con 180 buques de la Armada. Sin embargo, dado que la imposición de un bloqueo sería un acto de guerra, se decidió designar la operación como una "cuarentena", cuyo objetivo era impedir el suministro de armamento a la isla. Paralelamente, Estados Unidos preparaba unas seis divisiones y alas de bombarderos para un posible ataque a Cuba. Finalmente, tras el "Sábado Negro" del 27 de octubre de 1962, la crisis solo pudo resolverse mediante los esfuerzos diplomáticos directos de los líderes de Estados Unidos y la URSS. Ambas superpotencias decidieron retirar sus arsenales estratégicos de Turquía y Cuba, respectivamente.

Aunque como resultado de la Crisis de Octubre se decidió retirar los misiles nucleares y la mayor parte de las fuerzas soviéticas del territorio cubano, una parte de las tropas —unas 11 000 personas— permaneció en la isla de forma permanente, lo que subrayó la importancia de los lazos político-militares entre ambos estados. El contingente soviético se ocupó, entre otras cosas, de la preparación de las fuerzas armadas cubanas, lo que posteriormente desempeñaría su papel en la participación de las unidades cubanas en los movimientos de liberación nacional de África durante el ulterior desarrollo de la Guerra Fría.

Cabe señalar también que en 1962, se inició otro aspecto de la cooperación entre ambos estados: comenzó la construcción de un Centro de Inteligencia Radioelectrónica Y Radiotécnica en el suburbio habanero de Lourdes, en el que debían trabajar hasta 3000 especialistas. Su creación se completó cinco años después y permitió a la URSS interceptar mensajes de radio en casi todo el territorio de Estados Unidos.

De este modo, en 1962, los lazos entre la URSS y Cuba pasaron a un nivel cualitativamente nuevo: se convirtió en uno de los participantes clave del bloque socialista y en el aliado más importante de Moscú en América Latina, tanto por su posición geográfica como por la disposición de Cuba a asumir riesgos en la complejísima situación geopolítica.

La cooperación político-militar después de la Crisis de Octubre

Una vez que el mundo superó el momento álgido de la Guerra Fría y se produjo una relativa estabilización, la URSS y Cuba continuaron desarrollando sus relaciones, incluso desde el punto de vista del fortalecimiento de los lazos político-militares.

Un rasgo distintivo de este período puede considerarse la transición definitiva de una cooperación episódica a una cooperación permanente y planificada. Continuaron —y se incrementaron— los suministros de material militar; en particular, se entregaron a Cuba modelos más modernos de tanques y cazas soviéticos, muchos de los cuales siguen en servicio en las FAR. En gran medida, gracias a este factor, en la década de 1970, el ejército cubano se convirtió en el más capacitado para el combate en América Latina, lo que permitió utilizar su potencial en los más diversos conflictos lejos de su región natal. Además, en Cuba se desplegaron estaciones de radar y se realizaba una rotación constante del contingente soviético allí presente, lo que permitía a la propia isla no temer una posible invasión por parte de las fuerzas estadounidenses.

Otro aspecto clave de este período fue la participación del ejército cubano en diversos conflictos fuera de América Latina del lado de los movimientos anticoloniales y de las fuerzas leales al bloque socialista. El alto nivel combativo de los cubanos les permitió enfrentarse, en igualdad de condiciones, a las fuerzas proestadounidenses en muchos "puntos calientes" y aseguró el mantenimiento del equilibrio de poder global durante la segunda etapa de la Guerra Fría. En total, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba participaron de una forma u otra en cinco grandes conflictos: Argelia, Angola, Etiopía, Nicaragua y el conflicto árabe-israelí (Misiones Militares Internacionalistas Cumplidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de la República de Cuba | Sitio Web de la Defensa de la República de Cuba, n. d.-b).

La primera experiencia de combate a gran escala la obtuvieron los internacionalistas cubanos en 1963, durante el conflicto argelino-marroquí. Durante los enfrentamientos, la Unión Soviética y Cuba apoyaron conjuntamente al bando argelino, y La Habana envió a la zona de combate varios centenares de soldados y unos 22 tanques con apoyo de artillería (Polonskiy, 2018). En el momento de la finalización del conflicto, en febrero de 1964, se logró reducir la situación al mantenimiento del statu quo.

En 1973, en Oriente Medio, comenzó la Guerra del Yom Kipur entre Israel, por un lado, y Egipto, Siria, Irak y Jordania, por otro. La coalición árabe fue apoyada por varios otros países islámicos, así como por la URSS, la RPDC y Cuba; Fidel Castro envió a la zona del conflicto a unos 3000 soldados (Polonskiy, 2018).

Sin embargo, la mayor operación exterior de las tropas cubanas en los años de la Guerra Fría puede considerarse la participación en la guerra civil en Angola. En 1975, Fidel Castro envió 480 especialistas militares para prestar apoyo a la facción procomunista: el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), que luchaba contra la facción apoyada por Sudáfrica y Zaire, la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA). Debían crear centros de entrenamiento militar y contribuir a la creación de 16 batallones de infantería del ejército angoleño. A continuación, Cuba prestó un apoyo más directo, enviando a Angola 650 soldados de unidades especiales y, para 1976, hasta 36 000 hombres y la Fuerza Aérea (Polonskiy, 2018). Aquí se manifestó de nuevo la cooperación cubano-soviética en el ámbito militar: la URSS comenzó a suministrar a Angola material militar, incluyendo tanques, vehículos de combate de infantería y sistemas de defensa antiaérea, que luego fueron utilizados por las tropas cubanas. La participación de Cuba en los combates recibió el nombre de Operación Carlota y se prolongó hasta 1991, participando en las hostilidades un total de aproximadamente 337 000 militares cubanos. Como resultado de la guerra civil que terminó, en gran medida gracias a la contribución conjunta de Cuba y la URSS, la victoria fue para el MPLA.

Finalmente, otro episodio importante de la cooperación militar de ambos países fueron los acontecimientos en Etiopía, donde desde 1977 hasta 1988, los cubanos participaron en la guerra civil y en la guerra de Ogadén, prestando apoyo al gobierno de orientación socialista. En los combates de la guerra de Ogadén participó un contingente cubano de 18 000 hombres (Polonskiy, 2018) y 1500 asesores militares de la URSS, lo que permitió hacer retroceder al ejército somalí que se les oponía y garantizar la victoria de Etiopía. En la guerra civil participaron hasta 10 000 cubanos, sin embargo, en 1991, la victoria en el país, devastado por un conflicto larguísimo, fue para la facción apoyada por Occidente y varios estados árabes, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope y sus aliados.

En general, este período se convirtió en una especie de apogeo de la cooperación político-militar entre la Unión Soviética y Cuba. La Habana dejó de ser un actor que requería la protección de otras potencias, creó el ejército más capacitado para el combate en América Latina y pasó a apoyar activamente a las fuerzas amigas en otros países, principalmente en el continente africano.

Al mismo tiempo, cabe señalar que, desde el punto de vista económico, incluido su aspecto militar, Cuba seguía dependiendo de la URSS. Garantizar la participación de las fuerzas cubanas en diversas operaciones a menudo requería suministros previos de material militar soviético a las regiones correspondientes, lo que significaba la necesidad de una estrecha coordinación política entre ambos países para lograr la máxima eficacia en las acciones combativas. Al mismo tiempo, el ejército cubano demostraba un alto nivel de capacidad en combate, no solo por el uso de equipos de calidad, sino también como consecuencia de una alta preparación militar, por lo que podía actuar también de forma relativamente independiente, aunque a una escala más limitada.

Sin embargo, al final de la Guerra Fría se produjeron cambios tectónicos en el bloque socialista, lo que se reflejó también en las relaciones entre Moscú y La Habana y condujo al debilitamiento gradual de una alianza tan eficaz y probada por el tiempo.

La URSS y Cuba en el ocaso de la Guerra Fría

El período 1985-1991 se convirtió en un tiempo de transformación radical y posterior desmantelamiento total de la alianza político-militar soviético-cubana. Si las décadas anteriores se caracterizaron por la profundización e institucionalización de los lazos, la llegada al poder en la URSS de Mijaíl Gorbachov, en marzo de 1985 y la proclamación de su rumbo hacia la "Perestroika" y el "nuevo pensamiento político", pusieron en marcha procesos que llevaron a la ruptura de los lazos entre Moscú y La Habana.

En la base de la idea del "nuevo pensamiento político", formulada por Gorbachov ya en 1984, se encontraba el abandono del antagonismo ideológico en las relaciones con el bloque capitalista occidental como uno de los elementos de la política exterior de la URSS. Se daba prioridad a los "valores universales" y se proclamaba como objetivo el fin de la Guerra Fría y de la carrera armamentista.

Este nuevo paradigma entraba en contradicción fundamental con las bases ideológicas sobre las que se había construido durante tres décadas la alianza soviético-cubana. Cuando la URSS emprendió el camino de concesiones evidentes y unilaterales en sus relaciones con Washington, Cuba percibió el nuevo comportamiento de su aliado como un abandono de la defensa de los intereses del Tercer Mundo. Ya en la etapa inicial, surgió una profunda divergencia ideológica entre los líderes de ambos países: Castro criticó abiertamente la "Perestroika" y más tarde confesó que Cuba había previsto el curso ulterior de los acontecimientos y el destino de la URSS dos años antes del colapso real del Estado soviético.1

A las discrepancias ideológicas siguieron pasos prácticos que destruyeron el fundamento económico de la alianza. En condiciones de una creciente crisis económica interna, la URSS fue reduciendo gradualmente el volumen de ayuda a sus aliados. La dirección soviética tomó el rumbo de cambiar las relaciones económicas con los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), incluida Cuba. Así, en 1989 se planteó la cuestión de la deuda de La Habana con Moscú. En ese mismo momento comenzaron drásticas reducciones en los suministros de equipos y recursos desde la URSS, lo que provocó un déficit de combustible, materias primas y alimentos en la isla. En 1990, Cuba se vio obligada a anunciar el inicio del período especial en tiempos de paz, un régimen de la más estricta economía de recursos.

En el contexto del divorcio económico, también se produjo el desmantelamiento de la cooperación político- militar. El principio del "nuevo pensamiento" suponía la resolución de los conflictos regionales por prácticamente cualquier medio, hasta concesiones unilaterales a Occidente, por lo que la época del apoyo conjunto soviético- cubano al socialismo en el Tercer Mundo llegó a su fin.

La desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991 no hizo más que consolidar formalmente el proceso que ya estaba en marcha bajo la dirección de Gorbachov. Cuba perdió a su principal aliado político- económico y a su socio militar. La era de treinta años de una alianza única en la historia de la Guerra Fría entre una superpotencia y un pequeño estado insular llegó a su fin. Para la nueva dirección rusa, Cuba dejó de tener la misma importancia, y para la propia Isla de la Libertad, comenzó la crisis económica y política más dura de su historia reciente. Así, el fin de la cooperación soviético-cubana fue una consecuencia triste pero lógica de los cambios fundamentales dentro de la propia Unión Soviética, que renunció a su papel especial en el sistema de relaciones internacionales, así como a su misión ideológica y geopolítica.

Conclusiones

La cooperación político-militar entre la Unión Soviética y Cuba en el período 1959-1991, representa uno de los fenómenos más singulares y significativos de la época de la Guerra Fría. Nacida en la confluencia del auge ideológico de la Revolución Cubana y los intereses geoestratégicos globales de la URSS, la alianza entre nuestros países recorrió un camino complejo desde una asociación coyuntural hasta una profunda integración sistémica y, en última instancia, ejerció una enorme influencia no solo en los destinos de ambos países, sino también en todo el curso de la confrontación global. A raíz del análisis, podemos extraer varias conclusiones sobre las relaciones soviético-cubanas y su evolución.

En primer lugar, el establecimiento de las relaciones soviético-cubanas estuvo condicionado inicialmente no tanto por una afinidad ideológica inicial como por la política hostil de los Estados Unidos hacia ambos países. El bloqueo económico y la presión militar de Washington no dejaron otra opción al gobierno revolucionario de Fidel Castro que buscar la protección y el apoyo del principal oponente de Estados Unidos. Para la Unión Soviética, a su vez, la aparición de un aliado potencial "a las puertas" de su principal adversario fue un regalo estratégico inesperado. En la etapa inicial, la alianza tuvo un carácter en gran medida reactivo y se vio fortalecida por un enemigo común, lo que aseguró el rápido desarrollo de los lazos en los ámbitos militar y económico.

En segundo lugar, el "punto de no retorno" en las relaciones entre Cuba y la URSS fue la Crisis de Octubre. Este episodio de la Guerra Fría consolidó definitivamente el estatus de Cuba como socio y aliado clave de la URSS en el hemisferio occidental y le proporcionó garantías de seguridad tácitas, pero efectivas por parte de la superpotencia. En este sentido, es lógico que la cooperación se institucionalizara plenamente después de 1962. En la isla permaneció de forma permanente un contingente militar soviético, se inició la construcción del Centro de Inteligencia Radioelectrónica en Lourdes y la economía de Cuba se reorientó definitivamente hacia la integración en el bloque socialista.

En tercer lugar, el apogeo de la asociación político- militar soviético-cubana fue el período de los años 1970 y la primera mitad de la década de 1980, cuando la alianza pasó de una agenda puramente defensiva a acciones conjuntas activas en la escena mundial. En este período se desarrolló un modelo de interacción único: la URSS asumía la financiación, el suministro de armamento moderno y el apoyo logístico, mientras que Cuba tenía la posibilidad de utilizar eficazmente cuerpos expedicionarios altamente motivados y experimentados. Las exitosas operaciones conjuntas en Angola y Etiopía, donde la participación de cientos de miles de militares cubanos decidió en gran medida el resultado de las guerras a favor de las fuerzas prosocialistas, demostraron el alcance global y la eficacia de la cooperación soviético-cubana.

Finalmente, el análisis de la etapa final de la cooperación (1985-1991) revela su dependencia fundamental de las posiciones políticas e ideológicas de la URSS, así como de la estabilidad fundamental del propio Estado soviético. La política del "nuevo pensamiento" de Mijaíl Gorbachov, dirigida a la desideologización de las relaciones internacionales y el fin de la Guerra Fría, privó a la alianza de su núcleo ideológico. Al mismo tiempo, la creciente crisis económica en la URSS hizo imposible seguir prestando ayuda a Cuba en los volúmenes anteriores. Como resultado, el colapso de la Unión Soviética en 1991, fue para Cuba no solo la pérdida de un amigo y socio en la arena internacional, sino el derrumbe de todo su modelo de existencia político-exterior y económico, y sumió al país en un durísimo período especial.

La historia de la cooperación político-militar entre la URSS y Cuba se convirtió en un ejemplo vívido de una alianza asimétrica en la que ambas partes, a pesar de la colosal diferencia de potenciales, obtenían beneficios de vital importancia para sí mismas. La Unión Soviética obtuvo una cabeza de puente estratégica e insustituible, que le permitió alcanzar la paridad nuclear con Estados Unidos y proyectar su influencia en América Latina y África. Cuba, por su parte, obtuvo garantías de supervivencia en condiciones de hostilidad estadounidense, una ayuda económica a gran escala y la posibilidad de desempeñar en la escena mundial un papel inconmensurable con sus anteriores capacidades económicas.

La alianza de nuestros dos países cambió radicalmente el curso de la Guerra Fría y demostró que incluso un Estado pequeño, con el apoyo de una superpotencia, es capaz de convertirse en uno de los nudos clave de la confrontación global. El estudio de la historia de su desarrollo sigue siendo sumamente relevante para comprender la lógica de las relaciones de alianza en el mundo bipolar y las consecuencias que conlleva el colapso de uno de los pilares del orden mundial.

Referencias bibliográficas

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