Cuadernos de Nuestra América/Nueva Época/No. 017 / octubre-diciembre, 2025/
RNPS: 2529 /ISSN: 2959-9849/ 150 pp.
Reflexiones sobre la participación de los países latinoamericanos en la Segunda Guerra Mundial: casos de Brasil y Cuba*
Reflections on the participation of Latin American countries in the Second World War: cases of Brazil and Cuba
Dra. C. Liudmila Okuneva
Doctora titular en Historia. Profesora titular de la Universidad de las Relaciones Internacionales adjunta al Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia (Universidad MGIMO). Jefa de investigación del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia.
e-mail: liudmila31@yandex.ru
ORCID: 0000-0003-1294-7819
Fecha de recepción: junio 2025
Fecha de aprobación: julio 2025
Resumen
El artículo examina la participación de dos importantes países latinoamericanos —Brasil y Cuba— en la Segunda Guerra Mundial. Apreciando el papel indiscutible de la URSS en la destrucción de las hordas hitlerianas hay que destacar —al mismo tiempo— el de los aliados, incluso los aliados latinoamericanos. Brasil envió una Fuerza Expedicionaria conformada por 25 000 hombres al teatro de guerra europeo (Italia) y Cuba hizo una digna contribución a la lucha común contra el nazismo, abasteciendo los aliados con materias primas estratégicas, dando amplio apoyo material a la URSS, organizando grandes actos de solidaridad con el pueblo soviético y el Ejército Rojo y publicando en la prensa los materiales sobre la lucha de la URSS.
Palabras clave: Segunda Guerra Mundial, URSS, Cuba, Brasil.
Abstract
The article examines the forms of participation of the important Latin American countries (Brazil and Cuba) in World War II. While appreciating the indisputable role of the USSR in the destruction of the Hitlerite hordes, it is also important to highlight the role of the Allies, including the Latin American Allies. Brazil sent its Expeditionary Force of 25,000 men to the European theater of war (Italy), and Cuba made a worthy contribution to the common struggle against Nazism, supplying the Allies with strategic raw materials, providing big material support to the USSR, organizing major acts of solidarity with the Soviet people and the Red Army, and publishing materials in the press on the USSR's struggle.
Keywords: Second World War, USSR, Cuba, Brazil.
Introducción
Rusia conmemora el 80 Aniversario de la victoria sobre el nazismo. El Día de la Victoria era —y sigue siendo— una de las fiestas más significativas de nuestro país. Apreciamos altamente la solidaridad de Cuba, cuyo presidente, Miguel Díaz-Canel, estuvo presente el 9 de mayo de 2025 en la capital rusa.
Sin la Unión Soviética no se hubiera derrotado la Alemania hitleriana. La Unión Soviética sufrió enormemente durante la guerra, pagando la Gran Victoria con el altísimo precio de 27 millones de vidas de ciudadanos soviéticos. Fue el país que llevó sobre sus hombros la mayor carga de la guerra.
Desgraciadamente muchos en el mundo de hoy intentan reescribir la historia, tratando de disminuir el papel de la URSS o falsear los hechos históricos vinculados con la Segunda Guerra Mundial. Ochenta años después de la victoria aparecen grupos y movimientos políticos que actúan bajo las consignas del nazismo, el racismo, el nacionalismo radical y el extremismo.
Es por eso que debemos continuar y profundizar nuestras investigaciones para brindar el cuadro auténtico de la Segunda Guerra Mundial, de la heroica lucha y sacrificios del pueblo soviético, para hacer recordar las dramáticas enseñanzas de aquella guerra.
En el mes de febrero de 2015, en la reunión plenaria de la 69 sesión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), por iniciativa de la Federación de Rusia, fue aprobada la resolución "El 70 Aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial". Entre los 83 estados-coautores de dicho documento estuvo Cuba. Todos los que firmaron la resolución fueron unidos en la percepción de la Gran Victoria como un valor común para toda la humanidad.
Al mismo tiempo, cabe mencionar: apreciando alta e incondicionalmente el papel primordial de la URSS en la derrota de la Alemania hitleriana, no podemos —ni debemos— olvidar o pasar por alto las actividades y participaciones de los demás países, miembros de la coalición antihitleriana, en la lucha común contra el nazismo. A pesar de que en Rusia los investigadores-latinoamericanistas conocen bien el papel de los países latinoamericanos, para los demás, esta página de la Segunda Guerra Mundial se está presentando como un verdadero misterio, es absolutamente
desconocida. Y tal visión no es justa: apreciando el papel indiscutible de la URSS en la destrucción de las hordas hitlerianas, no hay que despreciar el de los aliados, incluso los aliados latinoamericanos. Por eso repensar la participación de los países latinoamericanos en la Segunda Guerra Mundial daría una nueva interpretación, reescribir la historia de dicha guerra, no falseando los hechos históricos, sino incluyendo en su marco a todos los que dieron su contribución y aporte para combatir al enemigo común, hacer borrar de nuestros libros y publicaciones la expresión "aliados olvidados" —porque ningún país-aliado debe ser olvidado—. Parece que, precisamente en esto, debe consistir el papel de los historiadores de aquella guerra.
La nueva interpretación reside en la nueva óptica, en la nueva metodología del análisis que permita incluir a todos los combatientes y opositores a los hitlerianos en el contexto común de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
En este sentido vale la pena llamar la atención al hecho de que fue publicado en Rusia el libro de autoría del eminente periodista-latinoamericanista ruso Serqey Brilev Los aliados olvidados en la Segunda Guerra Mundial, dedicado al análisis del papel de los así llamados "pequeños países" latinoamericanos en la Segunda Guerra Mundial, fenómeno hasta ahora poco conocido en nuestra ciencia histórica (Brilev, 2012).
Desarrollo
Al día siguiente de la entrada de los Estados Unidos en la guerra, los días 8 y 9 de diciembre de 1941, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Haití, República Dominicana y Ecuador, declararon la guerra a los países del Eje. El 1.º de enero de 1942, estos países —entre otros— firmaron la Declaración de las Naciones Unidas acerca de los objetivos antifascistas y emancipadores de la guerra. México, Colombia y Venezuela en diciembre de 1941, rompieron las relaciones diplomáticas con Alemania y sus aliados. La III Cumbre de los cancilleres de los países americanos en Río de Janeiro (enero de 1942) dio recomendaciones a los demás países de romper las relaciones diplomáticas (así como económicas y comerciales) con el Eje. Brasil lo hizo el 28 de enero 1942. En mayo de 1942, México declaró la guerra a Alemania, el 22 de agosto de 1942 lo hizo Brasil, en 1943 lo hicieron Bolivia y Colombia.
El primer país que estableció las relaciones diplomáticas con la URSS fue Cuba en el octubre de 1942, en noviembre de ese mismo año lo hizo México; en enero de 1943, Uruguay.
Hay muchos hechos que evidencian la participación de los países latinoamericanos en la guerra: los hundimientos de submarinos alemanes, la detección y arresto de agentes hitlerianos, la concesión de territorios para las bases militares de los aliados, el suministro de combustible, materiales estratégicos, alimentos y otros recursos. La aviación mexicana participó en la guerra del Pacífico y 14 000 hombres combatieron como parte de las fuerzas norteamericanas.
Para comprobar la idea de que no puede haber "aliados olvidados" quisiera citar como ejemplo dos casos, Brasil y Cuba, que a pesar de ser muy diferentes, certifican lo mismo.
Brasil fue el único país que envió una Fuerza Expedicionaria a combatir en el teatro de guerra europeo (Okuneva, 2010, pp. 23-31). Brasil se mantuvo neutral durante los primeros años de la guerra, pero inmediatamente después de la Conferencia de los cancilleres de los países americanos de Río de Janeiro en enero de 1942, rompió relaciones diplomáticas con las potencias del Eje. En represalia, la Alemania nazi y la Italia fascista extendieron su campaña de guerra submarina a Brasil, y después de meses de continuo hundimiento de navíos mercantes brasileños y tomando en cuenta la intensa presión pública, el gobierno les declaró la guerra el 22 de agosto de aquel año.
En julio de 1944 se envió la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) para combatir en Europa. La FEB fue conformada por 25 mil hombres, que actuaron en los frentes de Italia, rompiendo la famosa "línea gótica" y liberando de la ocupación nazi varias ciudades de las regiones norteñas de Italia. También actuó en Italia el cuerpo de aviones caza que formó parte de la Fuerza Aérea estadounidense. Los soldados y oficiales brasileños no solo combatieron, sino sufrieron bastante: enero de 1945 fue muy frío, con 20 grados bajo cero, lo que fue insoportable para los habitantes del país sureño.
Aquí está un buen ejemplo de cómo el mismo Hitler fue sorprendido por la actitud de Brasil —contaba con este país en sus futuros planes de conquista global—. Estuvo tan persuadido de que este país nunca entraría en la guerra que dijo: "Mas bien la cobra fume que el Brasil pelee en la guerra". Es por eso que el mayor símbolo de la FEB fue precisamente una cobra fumando pipa y debajo las palabras "E a cobra fumou" (Y la cobra fumó) dando a conocer que el Brasil sí entró en la guerra al lado de los aliados.
Más de dos mil soldados brasileños fueron heridos y 454 perecieron. En Río de Janeiro — capital de Brasil en aquel entonces— fue erigido un impresionante monumento a los miembros de la FEB, de la autoría de Oscar Niemeyer.
Tales son los hechos reales sobre la participación brasileña. Pero además, hay importantes lecciones del comportamiento de este país frente a los desafíos de la época bélica. Lo que es interesante y poco conocido en los países europeos —y que da aún más importancia al hecho de que finalmente el Brasil acabó entrando en la guerra— es el mismo ambiente histórico en el marco del cual fue tomada dicha decisión. Es que las élites gobernantes de Brasil en aquel entonces simpatizaban con el modelo fascista de los países del Eje. El régimen getulista ("Estado Novo") se inspiraba en las ideas y la política del Tercer Reich. Lo que les atraía a los dueños del poder brasileños de aquella época eran los importantes componentes de la ideología nazi, sobre todo la idea del Estado fuerte, capaz de oponerse a las fuerzas externas, el ideario de la fuerte nación unida en comprensión de su identidad y de su superioridad frente a las influencias políticas y culturales viniendo desde afuera, en fin, la unión de la nación en su totalidad frente al extranjero.
Para los grupos dominantes pronazis, este factor ajeno, explotador, que traía consigo dependencia y atraso, lo encarnaba no la Alemania nazi, sino Estados Unidos y Gran Bretaña, las mayores fuentes del capital extranjero que avasallaban la economía nacional. Eso explica por qué las élites políticas brasileñas —y las demás latinoamericanas— fijaban sus miradas en los fascismos europeos y sus ideologías capaces, según el modo de ver de dichas élites, hacer a los latinoamericanos oponerse al dominio económico anglosajón.
Y es precisamente por eso que vale la pena apreciar la madurez política y el fuerte sentido nacional, la profunda compresión de los inalienables intereses nacionales, la visión estratégica del presidente Getúlio Vargas. Él, por su parte, tenía vacilaciones, dudas, simpatías prohitlerianas; él mantuvo el juego político a la vez con la Alemania y Estados Unidos, tratando de ganar créditos ventajosos para financiar los proyectos industriales brasileños. Pero tras todo eso —y a pesar de todo—, Vargas supo alzarse por encima de todas las incertidumbres, de las presiones de los que trataban de inclinarlo hacia los grupos prohitlerianos —bastante poderosos dentro de la clase gobernante brasileña y dentro del gabinete de ministros mismo—; él supo entender que el futuro de su país y la posterior grandeza del Brasil serán vinculados no con su apoyo al nazismo sino con su alineamiento en favor de los aliados. Y así fue tomada la decisión —que en el contexto de todo lo mencionado puede estar considerada de histórica— de romper las relaciones diplomáticas con los países del Eje, declarar la guerra a Alemania e Italia y de enviar la FEB para combatir en Europa.
Y una enseñanza más. Brasil, lejos de las tempestades militares y sangrientas batallas, aislado por la misma naturaleza —el océano— del conflicto bélico mundial podía ir resolviendo poco a poco, paso a paso sus propios problemas domésticos a la sombra de las palmares reales y disfrutando del susurro regular del oleaje oceánico. Al tomar la decisión de la cual estamos hablando, Vargas se hizo un verdadero gran hombre político.
La participación del Brasil en la guerra manifiesta cómo, en un momento fatal para toda la humanidad, el líder político supo encontrar el lugar de su país en el concierto de las potencias globales y comprender que, en la encrucijada de la historia, frente al enemigo mortal de toda la humanidad, los intereses nacionales del país en alinearse en un frente unido contra el enemigo común.
Dicha enseñanza brasileña nos hace repensar las cosas, que van mucho más allá del simple episodio militar. Esta es la mayor conclusión que nos presenta la historia de la participación brasileña en la Segunda Guerra Mundial, ofreciéndonos vastas posibilidades para nuevas interpretaciones de los acontecimientos o procesos que consideramos ya bien conocidos.
Dirijámonos ahora hacia el segundo caso: Cuba. Cuba hizo una digna contribución a la lucha común contra el nazismo. Se derramó la sangre de los marineros cubanos que abastecían a los aliados con las materias primas estratégicas en el Golfo de México. El contraespionaje de Cuba, junto con el apoyo de los grupos nacionales de vigilancia logró liquidar a un espía alemán, así como a la red de organizaciones pronazis y hundir el submarino alemán U-176, en el momento de su caza a un buque de carga seca, cargado de azúcar para la URSS —este hecho fue descubierto por S. Brilev—. Como ya se mencionó, Cuba fue el primer país latinoamericano en establecer relaciones diplomáticas con la URSS. Cuba estuvo entre los primeros países que ingresó y participó en la formación de la ONU.
La heroica lucha de los soviéticos contra la agresión nazi favoreció el nacimiento en muchos países latinoamericanos del movimiento del apoyo a nuestros combatientes. En México, Uruguay, los países de Centroamérica, Chile, Colombia, Venezuela y otros, se organizaron los movimientos de solidaridad.
En este sentido, el papel de Cuba, que dio amplio apoyo a la URSS y a los aliados, merece un puesto cimero. Precisamente en Cuba —excluyendo a México— el apoyo a la URSS tuvo el carácter más activo. Justo después de la invasión de Alemania a la URSS, se organizó en Cuba la campaña masiva del apoyo material a la URSS y a los aliados. Es sabido que tres cubanos —Aldo y Jorge Vivó y Enrique Vilar—lucharon contra los alemanes en el Ejército Rojo.
Los periódicos cubanos Mañana, Crisol, la revista Nosotros, la Asociación de la Prensa Obrera y la estación Radio Salas publicaban regularmente materiales sobre la lucha del pueblo soviético. El director de Mañana escribió: "Apreciamos altamente la lucha de Rusia y le deseamos vencer. Los materiales sobre su lucha tienen grandes repercusiones y nuestro auditorio tiene muchas simpatías hacia Rusia".
El 24 de julio de 1941, tuvo lugar en La Habana una conferencia donde estuvieron presentes los cien comités habaneros de ayuda y aprobaron la Declaración de solidaridad. El periódico Noticias de Hoy recibió más de un millón de saludos para la URSS y el Ejército Rojo de parte de los trabajadores cubanos. Cincuenta grandes representantes de los círculos intelectuales se pronunciaron igualmente a favor de la URSS y manifestaron su completa disposición a ayudar plenamente al país soviético en pleno combate con los nazis. El 27 de julio la Confederación del Trabajo y la Federación de los Obreros de La Habana lanzaron un llamamiento para convocar la manifestación, donde participaron 40 000 personas. Las manifestaciones del Primero de Mayo y los eventos de celebración del 7 de noviembre tuvieron lugar de 1942 a 1945.
Fue de mucha importancia la ayuda material. Es bien conocido el hecho cuando los trabajadores cu-
banos recogieron un millón de cigarros y 40 sacos de azúcar para mandarlos a la Unión Soviética. Los jóvenes decidieron mandar alimentos. Y todo esto fue cumplido.
Hay que subrayar que las campañas de solidaridad, la recolección del dinero, de alimentos y de otros productos tuvieron lugar no solo en la capital, sino también en otras ciudades: Santa Lucía, Baraguá, San Antonio de los Baños, Cruces, etcétera. Los trabajadores donaban parte de su salario para comprar carne, cueros o azúcar para los soviéticos. En la provincia de Oriente se formaron, en 1942, dos organizaciones antifascistas con el objetivo de ayudar a los países que luchaban contra el Eje, recopilando recursos. Todas las grandes batallas de la Gran Guerra Patria no solo fueron conocidas en Cuba; se transformaban en un importante pretexto para dar más atención y apoyo a los soviéticos.
Podemos encontrar los testimonios de eso en las páginas de muchos periódicos, no solo de la capital; también de la provincia de Oriente, donde el periódico Oriente, durante toda la guerra, acompañó los acontecimientos, aclarando el desarrollo y el curso de la guerra y siempre subrayando la fuerza del pueblo soviético, su enorme voluntad de victoria y su carácter invencible. Y precisamente de dicha manera describió la caída de Berlín, como resultado de la heroica lucha de la URSS. Es relevante el hecho cuando Oriente criticó la posición del "caudillo Franco" que había llamado a los países latinoamericanos a incorporarse a la cruzada contra la URSS. Con eso, Franco trató de usar a los españoles de América Latina como herramienta en la política nazi (Okuneva, 1980, pp. 43-51.; Sizonenko, 1980, pp. 60-68; Alexandrov, 1975).
Conclusiones
Para concluir tiene sentido subrayar que no hay, ni debe haber "aliados olvidados", no hay, ni debe haber aliados "grandes" o "pequeños". Todos los que participaron en aquella confrontación histórica de las fuerzas de paz y humanismo, por una parte, y de guerra y exterminio por otra, todos deben permanecer en nuestra memoria histórica. Juntemos nuestros esfuerzos intelectuales y profesionales en escribir una nueva historia repensada de la Segunda Guerra Mundial que incluya a todos los países y pueblos sin excepción. Con esto daremos una nueva interpretación al mayor conflicto bélico en la historia humana.
Referencias bibliográficas
Brilev, S. (2012). Los aliados olvidados en la Segunda Guerra Mundial. Editora Olma Media Group, Moscú, Federación de Rusia.
Okuneva, L. (2010) "E a cobra fumou", o "el Aliado olvidado". Las operaciones militares de la Fuerza Expedicionaria Brasileña en Italia. América Latina, 5.
Okuneva, M. (1980). El internacionalismo y la solidaridad del pueblo cubano con la patria del Gran Octubre // Las relaciones soviético-cubanas 1917-1977, Editora Nauka, Moscú.
Sizonenko, A. (1980) Las relaciones soviético-cubanas en la década 50 // Las relaciones soviético-cubanas 1917-1977. Editora Nauka, Moscú.
Alexandrov, A. (1975). Las relaciones soviético-cubanas durante las décadas 20-40 // Los lazos entre Rusia y Cuba y entre la URSS y Cuba en los siglos xvii-xx, Editora Nauka, Moscú.
* Este trabajo es la reproducción del artículo de la autora, publicado con el título "Repensar la participación de los países latinoamericanos en la Segunda Guerra Mundial: hacia una nueva interpretación del papel de los aliados olvidados", en la edición digital de la revista Vida internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia (http://interaffairs.ru/read.php?item=1316119/05/2015)