Nueva Época
Número 00
Doctor en Ciencias Sociales.
Universidad de Buenos Aires
El centenario de la revolución en Rusia convoca al debate sobre la transición del capitalismo al so- cialismo. Es una reflexión luego de la ruptura de la bipolaridad y la ofensiva capitalista en un marco de problemas alimentarios, ambientales, energé- ticos, económicos, financieros de la crisis mundial 2007/09. Son fenómenos que amenazan la vida y el hábitat, e imponen la crítica del orden vigente y la discusión del anticapitalismo. Nuestramérica reavi- vó la discusión sobre la transición al comienzo del Siglo con el proceso de cambio político y algunas propuestas sobre el socialismo en el siglo XXI, o el carácter comunitario y democrático del mismo, lo que supone críticas a las experiencias previas y un estímulo para pensar la sociedad a construir. Es un debate a 150 años de la primera versión del Tomo I de El Capital y a 50 años de la muerte del Che.
Abstract:
The centenary of the revolution in Russia calls for debate on the transition from capitalism to socia- lism. It is a ref lection after the rupture of the bipo- larity and the capitalist offensive in a frame of ali- mentary, environmental, energetic, economic, and financial problems of the world crisis 2007/09. The- se are phenomena that threaten life and habitat, and impose a critique of the current order and the discussion of anti-capitalism. Our America revived the discussion on the transition to the beginning of the century with the process of political change and some proposals on socialism in the 21st century, or the community and democratic nature of it, which implies criticism of previous experiences and a sti- mulus to think the society to be built. It is a 150- year debate on the first version of Volume I of The Capital and 50 years after Che’s death.
Key words: Capitalism, transition socialism, re- volution.
Uno de los grandes temas del debate contempo- ráneo por la revolución remite a las posibilidades de construir una sociedad más allá y en contra del orden del capital.
La cuestión remite a la historia de las revolucio- nes sociales, especialmente de la Revolución Rusa y su antecedente en la Comuna de París; pero también a todos aquellos procesos que enuncia- ron el propósito de construir el socialismo, en China, Cuba, Vietnam; y más reciente en Nues- tramérica en la Nicaragua sandinista del 1979-90, Venezuela y su formulación por el socialismo en el siglo XXI en 2004-05, y Bolivia en 2010 con la propuesta por el socialismo comunitario.
Queda claro que no alcanza con formular el ob- jetivo por el socialismo sin la construcción de las condiciones materiales y de subjetividad colectiva consciente para construir otra forma de organizar la producción y las formas de la distribución, el cambio y el consumo.
En rigor, no es solo relaciones económico-so- ciales, sino también y sobre todo, nueva cultura social y comunitaria, algo que define también la materialidad suficiente y necesaria para la vida cotidiana y la reproducción social y natural.
No solo bienes y servicios para satisfacer nece- sidades histórico sociales, sino conciencia colec- tiva del mundo en el que se quiere vivir, lo que supone discutir el mundo actual y la finitud vital que define el modelo productivo y de desarrollo con destrucción del hábitat y la vida.
La cuestión de la transición no solo interesa como momento siguiente a la toma del poder, sino como perspectiva presente en la lucha anti- capitalista, antiimperialista y anticolonialista.
Son muchos los movimientos y partidos que se definen en este sentido, incluso, y de manera creciente, contra el patriarcado, el racismo y toda forma de discriminación. Sin embargo, en sus programas no superan una perspectiva reformis- ta, que se inscribe en la lucha por más derechos, por inclusión, y especialmente por la distribución
del ingreso o de la riqueza producida bajo el or- den “capitalista”.
Puedo señalar en primera persona algunas res- puestas de dirigentes sociales, sindicales o polí- ticos, académicos incluso, algunos de buena for- mación en la tradición de izquierda, que ante los planteos de levantar propuestas radicalizadas con perspectiva socialista en el presente, responden que eso supondría ir contra el sistema capitalista, algo que desdeñan por imposible. Cuando mu- cho, señalan que están de acuerdo, pero que no es posible ahora, que no es lo que demanda la so- ciedad y que, si en todo caso, hubiera posibilidad, ellos se sumarían en el esfuerzo, claro, ex-post. Algo así como ahora no se puede, pero si logran avanzar en ese sentido, los acompañaré.
Así, el capitalismo sería el límite de lo posible. Ni pensar en la disputa del poder para la construc- ción de otra sociedad. Es una lógica que asocia la transición del capitalismo al socialismo luego de la conquista del poder y este, un objetivo postergado. La transición del capitalismo al socialismo está sugerida como sucesión en el tiempo a la revo- lución política, por lo que el acento del proyec- to revolucionario se concentra en la gestación del
sujeto político del cambio y la revolución.
Dicho eso más allá del debate sobre los traba- jadores y trabajadoras, de la alianza obrera cam- pesina, del pueblo como sujeto revolucionario, o del sujeto indígena originario campesino, según designaciones de procesos concretos.
El asunto de la construcción de la sociedad an- ticapitalista en las condiciones del capitalismo asume escasa relevancia en los debates por la re- volución, y por ende solo existe preocupación por el sujeto político y no se considera la construcción de un sujeto económico para la transformación social, de prácticas socioeconómicas que antici- pan nuevas relaciones socioeconómicas para la reproducción de la cotidianeidad.
Vale en ese sentido considerar que junto al es- tudio de El Capital, o sea, la crítica del capitalis- mo, hay que profundizar en las conclusiones que
Marx apuntaba en su correspondencia con Vera Zasúlich en sus últimos tiempos de vida. La dis- cusión se asocia a la potencialidad de la “comu- na rusa” hacia 1881 para mantener su formato, no alentar la división en propiedad privada y asumir los adelantos tecnológicos de época para intentar desarrollos anticapitalistas sin pasar necesaria- mente por el proceso de acumulación capitalista. La crítica al régimen del capital requiere tam- bién considerar la práctica social del presente que evite transitar el capitalismo como proceso pro- ductivo necesario para la construcción posterior del socialismo y el comunismo. Parte de esas prác- ticas se pueden encontrar hoy en las experiencias del poder comunal venezolano, en la economía comunitaria boliviana, en múltiples procesos de empresas recuperadas, mutuales, cooperativas, ocupaciones de tierras y ejercicios cotidianos de
autogestión en múltiples ámbitos.
Si era posible construir el socialismo desde la “co- muna rusa” como razona Marx en su dialogo con los populistas rusos hacia 1881, que razón existe para no reivindicar a José Carlos Mariátegui, que a con- tramano de la III Internacional en Nuestra América, sustentaba el mito de la revolución socialista hace un siglo. El resto del comunismo regional, desde la hegemonía en la III° Internacional, bregaba en los 20 y 30 del siglo pasado, e incluso hasta hace muy poco o en nuestros días, por la revolución burgue- sa, para luego orientar la lucha por el socialismo. Se trata de la estrategia de alianzas electorales o de go- biernos de coalición para la gestión del capitalismo, como mecanismo de acumulación en la perspectiva futura (sin precisión) de la lucha por el socialismo.
El régimen del capital crea y recrea de manera regular la relación capital-trabajo, al tiempo que subordina la naturaleza a las necesidades de la ga- nancia, la acumulación y la dominación. Ese pro- ceso estimula una cultura del trabajo asalariado y claro, la organización de esos sujetos para luchar por sus reivindicaciones económicas, sociales, cul- turales e incluso la disputa del poder, para luego, bajo nuevas condiciones construir otra sociedad.
Así, se naturaliza la reproducción del régimen del capital y se condiciona la lucha popular al límite de lo posible en el marco del capitalismo. Se trata de una lógica que no da resultados en términos de revolución y superación del orden capitalista, y por eso, la realidad del “socialismo” vuelve a reprodu- cir las relaciones monetario-mercantiles de la so- ciedad capitalista.
La NEP con Lenin fue pensada como conce- sión transitoria en condiciones de una revolución cercada y boicoteada por el capitalismo de época, pero constituyó una adecuación consolidada en el tiempo. Es más, la acumulación originaria socia- lista en la URSS no fue concebida como proceso voluntario para otro orden de relaciones sociales, sino que fue ejercida con similar violencia que la que describe Marx para Europa en la llamada acumulación originaria del capital.
Claro que el desafío del poder soviético pasaba por alimentar a la población e industrializar para poder enfrentar los desafíos internos y externos, pero evi- denciando claros desacoples entre las potencialida- des de la materialidad para satisfacer necesidades y la conciencia social colectiva para transformar las relaciones sociales y construir otra sociedad.
Grandes batallas por el socialismo se dieron es- timulando el desarrollo de las fuerzas producti- vas, condición necesaria, se sostiene, para darle materialidad a la satisfacción de las necesidades. Las necesidades, constituyen un concepto histó- rico, muy asociado en la contemporaneidad a la cultura consumista construida desde el orden ca- pitalista. No se trata de ir contra el “desarrollo” de las fuerzas productivas, sino discutir qué tipo de fuerzas productivas y con qué asociación entre el ser humano y la naturaleza para un metabolismo social y natural adecuado al presente y al futuro de la humanidad y del planeta.
La transición del capitalismo al socialismo no es un problema que solo involucra a los gobiernos que se propongan el rumbo socialista, sino que interesa a todas las fuerzas sociales y políticas que en el presente se proponen el horizonte socialista.
De hecho, existen experiencias de gobierno con fuerzas de izquierda que cuando mucho gestio- nan el régimen del capital, e incluso reconocen una perspectiva reformista para el capitalismo, sin asociar su práctica gubernamental al propó- sito de transformar las relaciones económicas y sociales. Es un debate recorrido recientemente en Nuestramérica a propósito del cambio político desde los primeros años del siglo XXI y en pleno proceso de crítica y de balance.1
Bajo la continuidad de la crisis mundial del capi- talismo y sus efectos sobre la mayoría empobrecida de la sociedad mundial, se impone discutir el futu- ro de la sociedad y con ello la revolución y el socia- lismo, para lo que necesitamos recuperar la expe- riencia histórica de los teóricos de la revolución y muy especialmente al Che, quien se preocupó por ejercitar y escribir en torno a la transición del capi- talismo y al socialismo. Al mismo tiempo, hace falta pensar críticamente nuestro tiempo, de cambio po- lítico en Nuestramérica en este comienzo del siglo XXI y ref lexionar críticamente la remozada ofensi- va de la derecha y las clases dominantes que tiene como novedades la nueva era Trump y su agresiva política militarista denunciando amenazas —entre otros países— a Venezuela, pero también la nueva realidad de gobiernos en la región resultado de gol- pes de Estado —Honduras, Paraguay, Brasil— y la esperanza continental que genera el gobierno de la Argentina electo a fines de 2015.2
Dijo Ernesto Guevara cuando aún no era el Che, ni médico, y al regreso de su primer viaje por nues- tra América: “El personaje que escribió estas notas
murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule, yo, no soy yo. Por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América, me ha cambiado más de lo que creí”.3 La nota recupera al Che, ya dirigente de la re- volución cubana, para destacar el cambio de objeti- vos del joven Guevara luego de conocer la realidad profunda de nuestros pueblos. Dice la nota:
(...) al impartir una conferencia ante los trabaja- dores de la Salud Pública y recordar ese viaje rea- lizado por distintos países de América Latina, Er- nesto Guevara expresó que en aquellos instantes él soñaba con ser un médico y un investigador fa- moso, quería triunfar, pero que el viaje le permitió entrar en contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades y con otros terribles males. Y seguidamente agregó: “Y empecé a ver que había cosas que, en aquel momento, me parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer algún aporte substancial a la ciencia médica; y era ayudar a esa gente”.4
Es para pensar en ese cambio personal ante la vivencia de la cruel realidad regional y pensar en cambios colectivos para que una sociedad, aun en el capitalismo, sostenga que nosotros ya no somos no- sotros, sino otros, dispuestos a luchar por construir una sociedad anticapitalista, socialista. Es la cons- trucción de un nuevo ser en el propio orden capi- talista, para construir la nueva sociedad, por lo que el tránsito al socialismo comienza con la transfor- mación de los sujetos revolucionarios. Por eso, entre la designación martiana de una identidad regional, Nuestra América, y la guevarista, nuestra Mayúscula América, como identidad asumida conscientemente y hasta el presente, suman más de dos siglos de in- serción subordinada de la región en el capitalismo
1Antonio Elías (comp.): La experiencia de los gobiernos progresistas en debate: la contradicción capital trabajo. Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay. Inesur, SEPLA, COFE, PIT-CNT, CLATE, Buenos Aires, enero del 2017. 2Es de interés seguir los debates suscitados desde mediados del 2016 en el Boletín Nuestra América del Grupo de Traba- jo de CLACSO sobre Economía Mundial y Crisis. Se puede consultar en: http:// institutoief-cta.wixsite.com/ief-ctaau- tonoma/documentos-de-inter-s. También en los Cuadernos de SEPLA, en: http://sepla21.org/.
3Ver: http://www.radiorebelde.cu/che/vida/che_vida_1_gran%20encuentro.htm (consultado el 27/09/2017). 4Ídem.
mundial, lo que incluye la crítica al orden vigente y la perspectiva de un desarrollo alternativo.
Vale recuperar a Mariátegui, quien enunció el “mito de la revolución socialista” en los años 20 del siglo XX, cuando aún no existían las condiciones de posibilidad que habilitó la revolución cubana en 1959 y la experiencia más avanzada de tránsito del capitalismo al socialismo, precisamente con la dirección de Fidel, la camada originaria de revo- lucionarios y el Che al frente del ministerio de la industria. Construir la subjetividad del mito por la revolución socialista constituye el primer paso en la disputa de la conciencia colectiva por el socialis- mo y contra la naturalización del capitalismo.
El tema interesa porque la extensión de las re- laciones capitalistas se generalizan por la “natura- lización” de la expansión mercantil capitalista de la cotidianeidad, entre la cual destaca la creciente oferta de la fuerza de trabajo en el ámbito mun- dial,5 donde impera, además, la discriminación hacia los jóvenes6 y las mujeres,7 agravada en este caso por la jornada laboral no pagada en cuidados del hogar y de terceros. Una consecuencia direc- ta de la precarización laboral señalada por estos informes de la OIT es la creciente migración en búsqueda de empleo y de ingresos. Ambos fenó- menos, la expansión de la mercantilización y la explotación explican la ampliación de la espera productiva del capitalismo en nuestro tiempo, pese a los intentos desarrollados por revolucionar la realidad a nombre del socialismo.
La transformación social contra el capitalismo aparece como propósitos del pensamiento utó-
pico del socialismo y con Marx y los clásicos del marxismo adquieren carácter científico al esta- blecerse las leyes principales que definen el fun- cionamiento del régimen del capital.
Con Marx y El Capital es que se explicita el ori- gen del excedente económico, se define la tenden- cia a la acumulación y se trata la disputa por el excedente como fundamental, evitando su utili- zación para la reproducción ampliada del capital y orientado al desarrollo integral de las necesida- des sociales.
Aún con el invalorable aporte de la crítica de la Economía Política, es poco lo materializado como construcción cotidiana alternativa, expresión de nuevas relaciones sociales de producción no ca- pitalistas, de no competencia, ni de explotación, que en definitiva es el propósito final de la expo- sición de Marx en el proyecto de su magna obra.
La lógica del valor y el plusvalor, motivo de es- tudio por décadas en Marx y sistematizadas hace 150 años en la publicación del Tomo I de El Ca- pital, siguen siendo la clave para entender el pre- sente y pensar los límites de las experiencias con pretensión alternativa, ya que la razón subyacente a la producción capitalista impregna la vida coti- diana. Aquella lógica de producción, capitalista, no ha podido ser superada y continúa siendo una asignatura pendiente la máxima filosófica relati- va a la necesidad de transformar la realidad. Dice Marx en las tesis sobre Feuerbach que: “Los filó- sofos no han hecho más que interpretar de diver- sos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.8
5La OIT estima la existencia de 3 400 millones de trabajadores en el mundo y considera que el 42% están en situa- ción de vulnerabilidad. La tasa de desempleo para 2016 es de 5,7% y se estima del 5,8% para el 2017, lo que supo- ne 197,7 millones de desocupados en el mundo para 2016 y 201,1 millones para 2017. El empleo vulnerable para 2016 es del 42%, pero del 10,1% para los países desarrollados, del 46,8% para los emergentes y del 78,9% para los países en desarrollo. Fuente: OIT: Perspectivas sociales y de empleo en el mundo-Tendencias 2017. En: http://www. ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_541144/lang—es/index.htm (consultada el 15/06/2017). 6Ídem.
7OIT: Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias del empleo femenino 2017. En: http:// www.ilo.org/ wcmsp5/groups/public/—dgreports/—inst/documents/publication/wcms_557080.pdf. (consultada el 15/06/2017).
Carlos Marx: Tesis XI sobre Feuerbach. En: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm (consultado el 15/06/2017).
Marx pasó su vida dedicada al estudio de las regularidades del orden contemporáneo para su transformación, contenido implícito en su máxi- ma obra teórica, y explícita en el Capítulo VI, in- édito en vida del teórico revolucionario. Allí pre- cisa el análisis de “la producción capitalista como producción de plusvalía”; “la producción capita- lista como producción y reproducción de las re- laciones de producción específicamente Capi- talistas” y las “mercancías como producción del capital”.9 Este texto no está en el Tomo I de 1867 y sin embargo, constituye parte de los borradores preparatorios y que se sospechan no fueron publi- cados por la evidencia explícita, concreta, no abs- tracta a la revolución; que lo diferencia del carác- ter abstracto y teórico de la mayoría publicadaen el desarrollo del Tomo I de El Capital.
Con el “capítulo inédito” se evidencia el carác- ter incorregible del capitalismo, irreformable des- de adentro, ya que su lógica empuja la reproduc- ción. Por ende, solo es superable el capitalismo desde una perspectiva revolucionaria, anticapita- lista. Por ello es que Marx no es solo el análisis de las categorías teóricas y abstractas, como la Mer- cancía, el Dinero y el Capital; el valor y el plusva- lor; el trabajo concreto y el trabajo abstracto, sino y más aún, la construcción social y política para la transformación, lo que motivará sus esfuerzos militantes más allá de la teoría, especialmente en la fundación y desarrollo de la Asociación Inter- nacional de Trabajadores (1864) en los años pre- vios y simultáneos a la aparición de El Capital.
El capitalismo consolidó una forma de produc- ción, distribución, intercambio y consumo que aún no ha sido superada por las experiencias rea- lizadas a nombre del socialismo. Un balance de esas experiencias contra el capitalismo resta por hacerse10 y resulta oportuna la conmemora del Che para pensar críticamente lo realizado, y muy especialmente, el rumbo a seguir para construir
otro tipo de sociedad con otras relaciones sociales de producción.
La historia del capitalismo supone la expan- sión de las relaciones mercantiles, expandiendo las fronteras del mercado capitalista. Es un pro- ceso desarrollado a nombre de la liberalización, por lo que el libre cambio, la libre competencia o el libre mercado, resultan categorías fundantes del pensamiento económico capitalista en origen: los clásicos de la Economía Política y con ellos la teoría del valor trabajo, que solo Marx pudo com- pletar con su aporte sobre el trabajo abstracto y la demostración del origen del excedente y por tanto de la plusvalía.
¿Es posible ir contra la ley del valor y el objeti- vo del plusvalor? ¿Qué ocurre con el valor en el socialismo? ¿Qué valor se produce en el socialis- mo? ¿Valor de uso o valor de cambio? Son inte- rrogantes sin respuesta aún y que se manifiestan contemporáneamente en el imaginario para una producción de bienes de consumo y no de bienes de cambio o valores.
La producción de bienes de cambio supone una economía excedentaria y el propósito de reproducir una lógica de la ganancia y la acumulación. Con el cambio en el modo de producir se modifica un rum- bo productivo con destino a satisfacer necesidades, o sea, producción de bienes de consumo y no bie- nes de cambio. Resulta de interés recuperar aquellas ideas y debates sustentados por el Che en la pers- pectiva de un nuevo modelo productivo para Cuba y la región latinoamericana y caribeña. Existe al res- pecto un debate de gran actualidad e interés teórico suscitado por el Che Guevara hacia 1963-1964 en Cuba, con su texto “Consideraciones sobre los cos- tos de producción como base del análisis económico en las empresas sujetas a sistema presupuestario” y también en “Sobre la concepción del valor”.
En la primera de las notas, el Che discute la op- ción cubana por el sistema presupuestario contra
9Carlos Marx: Capítulo VI Inédito, Siglo XXI Editores, México, 2000.
10Hay análisis de interés en: José Luis Rodríguez García: El derrumbe del socialismo en Europa, Instituto Cubano del Libro, Editorial de Ciencias Sociales, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2014.
la versión soviética del cálculo económico, que el Che reconoce como “términos que son una tra- ducción mala de los vocablos rusos, pudiendo expresarse en castellano por autofinanciamiento de las empresas o autogestión financiera, más co- rrectamente”.
Al sustentar una opción diferente a la soviéti- ca, el Che enunciaba el proyecto cubano desde la autonomía y la creatividad de un proceso que partía desde otra realidad científica, tecnológica y de cultura social a la de Rusia en 1917. Aun en el atraso relativo de la Cuba de los años 60, la si- tuación no es comparable al atraso cultural de la Rusia revolucionaria.
Debatía entonces el Che la relación mercantil entre las empresas soviéticas, por ende subordina- das a la lógica del intercambio, ley del valor, más allá de la planificación socialista. Para la situación cubana y dentro del Ministerio de Industria, se experimentaba una relación entre industrias sin intercambio de bienes —mercancías—, pero con aprovisionamiento material de agregación de va- lor. Es decir, no había intercambio de mercancías, sino provisión de productos intermedios hasta la generación del producto final.
Se trataba de la producción de bienes de uso y no de cambio. El producto final sí tenía destino en el mercado, lo que reabre la discusión sobre los límites de la vigencia de la ley del valor en la construccióndel socialismo y la transición del ca- pitalismo al socialismo. Es de interés en nuestro tiempo la propuesta de construir nuestra realidad más allá del capitalismo y por ende, más allá del valor y del plusvalor, algo que no resolvieron las experiencias realizadas a nombre del socialismo y que entre otras cuestiones explicita el cambio eco- nómico que se propone en Cuba desde el 2011.
El sentido principal en el Che era la preocu- pación en el socialismo por la gestión de la pro- ducción y en ese marco la fijación de los precios, sin obviar la lógica mundial de inserción cubana en el capitalismo mundial, por ende, la existen- cia de precios internacionales y del intercambio
comercial cubano con el mundo, pese al tempra- no bloqueo estadounidense. Aún en ese marco, la perspectiva de política económica en Cuba pasa- ba por la planificación nacional y el objetivo por la satisfacción de las necesidades de la población, por lo que se consideraban los fondos destinados al consumo y la acumulación para ampliar la esfe- ra de la producción.
Para el segundo artículo que mencionamos, la cuestión es la polémica con otros funcionarios del gobierno y el partido cubano, relativo a la ley del valor en la transición del capitalismo al socialis- mo, temas escasamente abordados por los clási- cos del marxismo y que hoy habilita una discu- sión por la desmercantilización.
El Che señala que “Marx y Engels no previe- ron que la etapa de transición pudiera iniciarse en países económicamente atrasados y, por ende, no estudiaron ni meditaron sobre las características económicas de aquel momento”. Agrega Gueva- ra que “Lenin, a pesar de su genialidad, no tuvo el tiempo preciso para dedicar largos estudios — toda la vida que le dedicara Marx— a los proble- mas económicos de esta etapa de transición (…)”. Resulta necesario, junto a recuperar al Che, estudiar los debates de la transición en todas las experiencias revolucionarias para pensar los de- safíos de transformación socialista que hoy se
presentan a nuestros pueblos.
Es interesante leer al Che de esos años de cons- tructor de la nueva Cuba y aprender de sus argu- mentos “En la entrega de certificados de trabajo comunista” donde se interroga: “¿Cómo se llega al comunismo?”. Responde señalando que “el co- munismo es un fenómeno social al que solamente se puede llegar mediante el desarrollo de las fuer- zas productivas, la supresión de los explotadores, la gran cantidad de productos puestos al servicio del pueblo y la conciencia de que se está gestan- do esa sociedad”. La definición pone en discusión la posibilidad del proceso de acumulación des- de la producción de bienes de consumo, cuando la norma de la producción en el capitalismo está
orientada al mercado, es decir, a producir bienes de cambio.
Podemos decir que esas palabras que remiten a la conciencia social no deben posponerse hasta luego de la toma del poder, sino que es una cues- tión que hoy debemos asumir en la perspectiva de la lucha revolucionaria contra el capitalismo en este siglo XXI. La cuestión de la conciencia social para construir otra sociedad es importantísima y supone una lucha ideológica de fondo, uno de los fuertes del Che antes y después del 59. Una dis- cusión abierta remite al tema del desarrollo de las fuerzas productivas, que supone discutir el mo- delo productivo y el papel de la fuerza de trabajo como lo más dinámico. Por eso ahora, en plena crisis del capitalismo y cuando estamos proce- sando el balance del cambio político generado por nuestros pueblos en este siglo XXI, vale detenerse en el Che, su práctica y pensamiento, por la im- portancia que tienen para discutir la transición del capitalismo al socialismo y la posibilidad de pensar más allá de la mercantilización y la explo- tación.
Discutir el socialismo
Por eso la interrogante sobre la posibilidad de la desmercantilización y la cooperación auto-ges- tionada de la producción, de una producción de bienes de uso para satisfacer necesidades sociales en armonía con la naturaleza.
El rasero para balancear las experiencias del so- cialismo en la URSS, el Este de Europa, en China, Vietnam o Cuba debiera pasar por considerar la construcción de una nueva cultura social asocia- da a un modelo productivo que favorezca el me- tabolismo social de la naturaleza con la capacidad de resolver las necesidades sociales de producción y reproducción de la vida humana, animal, vege- tal, natural.
Con el actual modelo productivo en el capita- lismo asistimos a la exacerbación del mercado ca-
pitalista y la explotación, con depredación de los bienes comunes y la Naturaleza.11 La producción capitalista y sus fuentes de energía, primero el car- bón y luego el petróleo y sus derivados ha genera- do lo que desde los 70´ del siglo pasado comienza a denominarse como crisis ecológica y que gene- ra devastación en el planeta Tierra, afectando las condiciones de vida de la población. Por eso, la crisis energética está asociada a la insuficiencia de las fuentes naturales de energía, a la sobreexplota- ción del suelo, el carbón y los hidrocarburos, que incide en los precios y la disputa por el manejo de las reservas, la producción y el consumo.
El modelo productivo capitalista se asienta en la apropiación privada del gran capital de los in- sumos estratégicos de la energía y por ello, en la actualidad se buscan nuevas y costosas formas de extracción de hidrocarburos, tales como la frac- tura hidráulica (fracking) exacerbando el daño ambiental y la contaminación. Así, EEUU supe- ra transitoriamente la crisis de los 70´ con ago- tamiento de sus reservas de hidrocarburos con- vencionales en territorio propio, explotando los hidrocarburos no convencionales vía fracking para posicionarse como principal productor mundial desde 2015.
Es un hecho que la producción agraria tiende a utilizarse como materia prima de uso energético. El maíz entre otros productos primarios ya no tie- ne destino solo en la alimentación, sino también y crecientemente en la producción de energía. Exis- te entonces un cambio hacia el agronegocio, la agroenergía, mal llamada bioenergía, porque no resulta para resolver la vida del género humano sino los combustibles para la maquinaria en el ca- pitalismo. De ese modo, energía, medio ambiente y alimentación se cruzan para definir un tiempo de crisis integral, con gran producción primaria que supera las necesidades alimentarias de la po- blación mundial y sin embargo la FAO registra
11Andrés Barreda Marín: El problema histórico de la destrucción ambiental del capitalismo actual, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Economía, México, 2016.
una masa gigantesca de población mundial bajo la pobreza, con desnutrición y hambreada.12
La realidad de la crisis alimentaria, ambiental, como parte sustancial y agregada de la crisis eco- nómica y financiera, se define una situación de crisis integral, incluso más allá del capitalismo, por lo que para muchos es una crisis civilizatoria o epocal.13 Por eso, las respuestas actuales sobre el tema de la crisis remiten a un lenguaje diplomá- tico e ineficaz de las relaciones internacionales, con llamados a cuidados del medio ambiente sin afectar la lógica capitalista, lo que hace imposible cualquier iniciativa de ralentizar la depredación social y natural del capitalismo. Incluso Donald Trump retira a EE.UU. de los acuerdos de París14 y desafía al resto del mundo a sostener vagas pro- mesas contra el calentamiento global mientras persisten en el productivismo para una crecien- te mercantilización capitalista. Se enuncian com- promisos en defensa del medio ambiente y contra el calentamiento global y sin embargo las hipóte- sis para el corto plazo dejan muy lejos el propó- sito de 2 grados de crecimiento de la temperatura del planeta y sus nefastas consecuencias sociales, con prospectivas muy peligrosas que superan esas previsiones para un escenario de catástrofe, aun cuando se realizan acuerdos y mociones por la morigeración o mitigación del daño que produ- ce el productivismo creciente. Por eso se necesita aportar al debate por la transición del capitalismo al socialismo, lo que constituye una asignatura pendiente, ya que cuando mucho se acepta dis-
cutir las gravosas consecuencias del capitalismo y por ende, solo las posibilidades de avanzar en reformas, que no modifican la esencia de la pro- ducción de valor y plusvalor.
Las condiciones de cambio político en Nues- tramérica para este siglo XXI, gestadas desde la resistencia popular en los 80 y 90 del siglo pasado, habilitaron la reapertura del debate mundial por el socialismo, un aspecto que había sido afectado con la desarticulación de la URSS y el fin de la bi- polaridad. El formato que adquirió esa discusión fue la fórmula del Socialismo del Siglo XXI anun- ciado por Chávez hacia fines del 2004, comienzos del 2005 y más recientemente la expresión boli- viana por un Socialismo comunitario a principios del 2010, afirmado también en la renovación del modelo económico cubano del 2011 para confir- mar el proyecto socialista.
Puede decirse que esos enunciados por un so- cialismo constituyen solo perspectiva, proyecto, y están lejos de su materialización, pero insistire- mos en la necesidad de trazar objetivos anticapi- talista aun cuando resulta compleja su ejecución, especialmente por el carácter mundial del sistema capitalista. En rigor, lo que existe son experiencias por transformar la sociedad en un tránsito desde el capitalismo al socialismo, que requieren ser es- tudiadas con precisión y estimuladas en su creati- vidad transformadora.
Claro que simultáneo al cambio político y ese objetivo socialista, aun acotado, también operó la iniciativa política de las clases dominantes para
12“Unos 836 millones de personas aún viven en la pobreza extrema, la abrumadora mayoría que vive en Asia me- ridional y África subsahariana”; “Aproximadamente una de cada cinco personas en lasregiones en desarrollo son pobres”; “Sólo el 27 por ciento de la población mundial disfruta de una protección social suficiente”; “Alrededor de 800 millones de personas en el mundo, o aproximadamente uno de cada nueve, sufren de hambre”; “El mundo tiene la capacidad de producir suficiente comida para alimentar a todos de manera adecuada”; “Más de dos mil millones de personas sufren de una o más deficiencias de micronutrientes o ‘hambre oculta’”. Ver: FAO: Objetivos de Desarrollo sostenible: 1 y 2. En: http://www.fao.org/sustainable- development-goals/en/?utm_source=faoho- mepage&utm_medium=web&utm_campaign=featurebar (consultado el 15/06/2017).
13Luis Arizmendi: El Capital ante la crisis epocal del capitalismo, Instituto Politécnico Nacional, México, 2016. “Trump abandona el Acuerdo de París, pero el resto del mundo reafirma su compromiso”, The New York Times. En: https://www.nytimes.com/es/2017/06/02/trump-abandona-el-acuerdo-de-parispero-el-resto-del-mundo-reafir- ma-su-compromiso/ (consultado el 15/06/2017).
revertir la situación en la región y actualizar la agenda por la liberalización de la ofensiva capita- lista de corte neoliberal construida a la salida de la crisis mundial de los 70´.
Un salto en calidad de la iniciativa política de las clases dominantes contra el proceso de cam- bio político en Nuestramérica se construye con el cambio de gobierno en Argentina (diciembre 2015). Resulta emblemático para la recreación de una agenda por la liberalización. Parte de ese pro- ceso es la ofensiva actual contra Venezuela, como el golpe en Brasil (2016), con el antecedente en Honduras (2009) y Paraguay (2012). Son ejem- plos de una voluntad para retrotraer la situación a la ofensiva capitalista del último cuarto del siglo pasado.
Apuntamos a identificar las especificidades de una lucha de clases que enfrenta proyectos contra- dictorios y voluntades asociadas a la lucha de los pueblos, por lo que la derrota en el imaginario po- pular hacia 1989/91 muta con nuevas prácticas y proyectos en experiencia emancipadora, base sus- tancial para seguir pensando en la lucha por el so- cialismo en nuestro tiempo. Por eso destacamos el proceso de cambio político en Nuestramérica, que animó una perspectiva política de transformación social, aun con los límites de esos gobiernos.
El tema nos interesa porque en el origen de los gobiernos del cambio político, denominados “gobiernos progresistas”, lo que hay es iniciativa política popular previa, incluso con perspectiva anticapitalista que da la condición de posibilidad para esos gobiernos, mayoritariamente críticos de las políticas neoliberales, pero no definidos por el anticapitalismo. Claro que resulta discutible el ad- jetivo “progresistas” de esos gobiernos, más aun si se consideran las especificidades diferenciadas de los procesos contenidos en la calificación, ya que una cosa es el proceso venezolano, boliviano o incluso ecuatoriano, donde se formularon ob- jetivos por el socialismo o la revolución, más allá
15Antonio Elías (comp.): Ob. cit..
de su derrotero o materialización, y muy distintos fueron los propósitos enunciados por gobiernos como los argentinos, brasileños o uruguayos, cen- trados en hacer viable el capitalismo en sus países. Estos, aun integrados en ensayos de articulación y discursos críticos a los proyectos liberalizadores discutidos en años previos, nunca se propusieron traspasar las relaciones sociales capitalistas.15
No es menor formular un objetivo por el socialis- mo o la revolución, e incluso intentar algunas mo- dificaciones institucionales, especialmente normas constitucionales que establecen criterios participa- tivos y comunitarios sobre la democracia, los dere- chos de la naturaleza, el carácter plurinacional de los Estados y objetivos por el vivir bien o el buen vivir, en un intento por manifestar formas alternativas al modelo productivo y de desarrollo. Pero, mientras los procesos que buscaron desarrollar “capitalismos serios o normales”, aun cuando intentaron políticas activas de distribución del ingreso o masivas polí- ticas sociales compensatorias, ratificaron el esencial modelo de acumulación de inserción subordinada en la lógica mundial capitalista bajo dominación de las transnacionales. En ninguno de esos procesos se pudo avanzar en transformaciones estructurales, que incluyen la nueva cultura de sujetos conscien- tes para el cambio revolucionario y por el socialis- mo, por lo que no sorprende el debilitamiento del cambio político y la posibilidad de un recambio reaccionario como muestra la Argentina. La lucha continúa, puede ser una obviedad, sin embargo vale reiterar la importancia de la dinámica de la lucha de clases, en donde se contraponen iniciativas políticas confrontadas, la de las clases dominantes y la de los subalternos.
La consecuencia más destacada de la ofensiva neoliberal capitalista fue afectar el imaginario po- pular anticapitalista y por el socialismo. Fue una estrategia instrumentada con terrorismo de Esta- do para superar la crisis de los 70 y que se com- pletó hacia los 90 con el derrumbe del socialis-
mo en el este de Europa. Por eso es destacado el proceso de cambio en Nuestramérica en este siglo XXI, porque es experiencia popular acumulada en réplica a la ofensiva del poder. Lo acumulado en estos años por el movimiento popular en la región latinoamericana y caribeña es experiencia de una práctica social que demanda síntesis teórica para avanzar en una perspectiva de cambios profundos por la revolución.
No es cuestión de optimismo o pesimismo, sino de constituir una crítica del capitalismo de nuestra época, lo que incluye el balance del acumulado his- tórico de las luchas de nuestros pueblos y pensar en las mejores estrategias para desplegar la construc- ción de la sociedad anticapitalista, antiimperialis- ta, contra el patriarcado y todo tipo de racismo y discriminación, que concentran los objetivos de la perspectiva socialista en este siglo XXI. De aquí la importancia de recuperar la crítica de la Economía Política que se propuso Carlos Marx, que es la in- variante desde su difusión hasta el presente. Son 150 años que convocan a continuar la inconclusa obra que habilita a discutir la tendencia mundial al sistema de explotación capitalista.
A su vez, el centenario de la Revolución en Rusia, que asumió el programa de Marx y desafió algunas tesis que reducían a la obra magna de Marx a cier- tas condiciones del desarrollo capitalista, nos con- voca a renovar el estudio crítico para transformar y
16Luis Arizmendi: ob. cit.
revolucionar la realidad. En ese marco es un deber el estudio de la experiencia cubana y los debates inconclusos relativos a la construcción del tránsi- to del capitalismo al socialismo que evocamos a 50 años de la desaparición del Che.
Somos conscientes que la crisis del capitalis- mo es también política y no solo está en cues- tión quien lidera el capitalismo, sea una corriente que se proponga reformas dentro del capitalismo, neodesarrollista, neo-keynesiana, pos-keynesia- na, o que asuma llanamente el proyecto exacer- bado de la liberalización de la economía que ame- naza nuestro tiempo y el planeta Tierra; sino ver las posibilidades de disputa alternativa al capita- lismo, impulsada desde Estados que se proponen apropiar renta e impulsan una transición sobera- na, en dialéctica relación con movimientos socia- les que empujen la lucha anti capitalista.16
El presente evidencia el aliento a la expansión de las relaciones capitalistas de producción y con ello el desafío para desde El Capital promover la crítica actualizada al capitalismo de nuestro tiem- po y generar las condiciones teóricas para relanzar el proyecto revolucionario que fundamentó hace 150 años Carlos Marx y que se intentaron hacer realidad hace 100 años en Rusia bajo la dirección de los bolcheviques y Lenin, y que en nuestro te- rritorio encarnara la revolución cubana, Fidel y el Che.