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Nueva Época Número 00


El Tiempo de Colombia: ¿una bienvenida a los militares estadounidenses?


Dra. C. Olga Rosa González Martín

Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, Universidad de La Habana

Lic. Katerine Díaz Pérez

Periodista


El examen de la presencia militar norteameri- cana en el territorio latinoamericano ha consti- tuido una preocupación tanto para la comunidad académica latinoamericana como para la esta- dounidense. Sin embargo, llama la atención que escaseen trabajos al respecto con una perspectiva comunicológica.

En Latinoamérica, Colombia es esencial para la proyección militar estadounidense. De ahí la necesidad de estudiar cómo trabajó el periódico El Tiempo la presencia militar de los EE.UU. en este país durante el primer período presidencial de Barack Obama. La selección de un medio tra- dicional se debe a que en América Latina la au- diencia se informa de asuntos políticos por la te- levisión, la radio y la prensa,1 las cuales gozan de la credibilidad y confianza de la población siendo solo sobrepasadas por la Iglesia.2 El Tiempo for- ma parte de los nueve consorcios mediáticos de América Latina y es considerado el periódico más importante del país suramericano.3

El objetivo principal de este artículo es explicar la forma en que El Tiempo ha legitimado la presen- cia militar estadounidense en Colombia durante el primer período presidencial de Barack Obama. Para ello se impone que, primero, sistematicemos

los principales presupuestos teóricos en torno al papel de los medios de comunicación en la (re) producción social de la realidad y referenciemos la proyección militar de la política exterior de los Estados Unidos hacia Colombia. El estudio se rea- lizó con un enfoque dialéctico-materialista y con una perspectiva cualitativa, apoyada en la aplica- ción de métodos y técnicas de investigación como la dialéctica, el análisis de contenido cualitativo, entrevistas a expertos y triangulación. La unidad de análisis estuvo conformada por 34 artículos pu- blicados en este medio y que fueron recuperados online entre enero de 2009 y enero de 2013.

Los medios: las fábricas de una realidad Nuestro marco conceptual se apoya en la ca- tegoría producción de Carlos Marx así como en las tesis de producción social de la comunica- ción de Manuel Martín Serrano para comprender el rol de los medios de comunicación en el siglo XXI como agentes esenciales en la (re) produc- ción social de la realidad. Con la evolución de la sociedad, la construcción de la vida cotidiana se institucionalizó: la invención de la imprenta y el posterior desarrollo tecnológico y auge económi- co de los medios de comunicación determinó que

1Corporación Latinobarómetro: Informe 2010, diciembre, Santiago de Chile, 2010, p. 67. 2Corporación Latinobarómetro: Informe 2011, octubre, Santiago de Chile, 2011, pp. 48-50.

3Olga Rosa González Martín: “América Latina y la Hegemonía Cultural de los Estados Unidos en la Región”, Contex- to Latinoamericano, posted on 11.03.2013, disponible en http://www.contextolatinoamericano.com/articulos/ameri- ca-latinay-la-hegemonia-cultural-de-los-estados-unidos-en-la-region/.

estos se convirtieran en un sistema productivo y en una instancia burocrática dedicada a la obten- ción, procesamiento y distribución de la informa- ción de carácter público4 con lógicas de produc- ción semejantes a la industrial.

Por lo tanto, los medios se conformaron como las fábricas de un tipo muy especial de realidad: la pública o de actualidad debido a que ellos no tra- bajan con todos los sucesos cotidianos, sino con una pequeña parte de acontecimientos a los que tienen acceso.5 De ahí que se derrumben los argu- mentos de que los medios transmiten la realidad pues “jamás abarcarán el panorama del acontecer. Ningún vigilante —ni persona ni institución— puede obtener un conocimiento completo de lo que acontece y aún menos transmitirlo”.6 El pro- ducto comunicativo deviene, entonces, un pro- ducto fabricado que tiene un valor de uso concre- to: poner la información que han elaborado unos sujetos a disposición de otros.7

En ese proceso, los medios toman los sucesos de su escenario real, los descontextualizan y luego los recontextualizan en una página de un periódi- co o en un noticiario. Precisamente, en tal ejerci- cio radica la producción de la realidad social que presentan los medios8 los cuales, para Serrano,9 pueden proveer a los públicos herramientas y es- quemas de construcción de sentido que permi- tirían, incluso, integrar las contradicciones y los conflictos emergentes dentro de los discursos de las ideologías dominantes.

Por lo tanto, las visiones de las circunstancias, las representaciones del mundo que presentan los medios, no son inmunes a los intereses de deter- minados grupos sociales.10 Por otro lado, en la construcción de la agenda mediática intervienen tres elementos fundamentales: las fuentes que su- ministran la información para las noticias, otras organizaciones informativas y las normas y tradi- ciones del periodismo.11

Dichos elementos también son influyentes en el proceso de newsmaking. Los estudios comunico- lógicos que se han encargado de dicha área ofre- cen una perspectiva sociológica y, a la vez, comu- nicológica. Ellos entienden el periodismo como una actividad productiva, donde la elaboración de las noticias no resulta del supuesto olfato pe- riodístico, sino que depende de un proceso ya ins- titucionalizado y legitimado en la sociedad.

Ese proceso pasa por diferentes etapas como cualquier otra actividad de producción: produc- ción, cambio, circulación y consumo. Aunque sólo analizaremos la primera fase debe aclararse que el proceso de construcción se da en todas. Anali- zamos solo la primera porque es en ese momento en que se conforma el producto comunicativo que traerá las representaciones sociales que decidan los medios y dichas imágenes no estarán exentas de los intereses, los fines y las creencias de los grupos do- minantes. Recuérdese que en comunicación siem- pre se trata de quién comunica qué, en qué tono, cuándo comunica y por qué comunica.12


4Manuel Martín Serrano: La producción social de la comunicación, Alianza Editorial S.A. Madrid, España, 1993. 5Rodrigo Alsina: La construcción de la noticia, Edición Paidós Ibérica S.A., Barcelona, 1993.

6Manuel Martín Serrano: Ob. cit., p. 108. 7Ibíd

8José Ramón Vidal: “La producción de las noticias como construcción social de la realidad” en Colectivo de Autores, Comunicología. Temas Actuales, Editorial Félix Varela, La Habana, Cuba, 2006, pp. 103-108.

9Manuel Martín Serrano: Ob. cit..

10En consecuencia, los relatos de la comunicación pública están interesados más bien en lo que permanece (o se desea que permanezca) en la sociedad que en lo que ella cambia. De ahí que se intente por encima de los lenguajes, el con- texto, las formas, persuadir a un receptor. Para más detalles ver: Manuel Martín Serrano: , Ob. cit.

11M. McCombs: Estableciendo la agenda. El impacto de los medios en opinión pública y en el conocimiento, Edición Paidós Ibérica A.S., Barcelona, 2004.

12Manuel Martín Serrano: Ob. cit..

En la primera fase de ese proceso interviene la cultura profesional de los periodistas y las propias lógicas del proceso productivo. Por cultura pro- fesional se entenderán los procedimientos, estra- tegias, astucias que utiliza el comunicador para conseguir el fin social de los medios. Además, in- tervienen sus valores, conocimientos, experien- cias que se tenga sobre la labor, sus concepciones sobre el trabajo periodístico y, de modo general, sus concepciones del mundo. El periodista siem- pre va con su realidad a determinar si un hecho de esa realidad se convierte en noticia.

Por lo tanto, es el periodista quien decide qué sucesos poseen las características para convertirse en noticias. Sin embargo, con eso solo no basta: para que un hecho llegue a publicarse, convertirse en noticia, pasa por todo un proceso productivo. En palabras de Rodrigo Alsina: “(…) el aconte- cimiento es un fenómeno de percepción del sis- tema, mientras que la noticia es un fenómeno de generación del sistema”.13

La manera de poner en práctica tales condicio- nantes pasa por las lógicas productivas de cada medio. Comúnmente ellos atraviesan tres eta- pas: la recogida, la selección y la presentación del acontecer público. En la primera fase es im- portantísimo el rol de las fuentes informativas: el establecimiento de un sistema comunicativo en una sociedad implica pertenecer a un sistema económico social determinado y constituir rela- ciones con las diferentes instancias burocráticas que existen en un país. De esas relaciones prees- tablecidas con otras organizaciones, los medios sacarán las informaciones para cubrir su función social. De ahí que las fuentes institucionales se vuelvan recurrentes a la hora de buscar una nove- dad: generalmente son más confiables, estables y factibles. Además, sirven para exponer los puntos de vista que el periodista no puede expresar por boca propia pues si no caería en una infracción de la sacralizada “objetividad”.

13Rodrigo Alsina: Ob. cit., p. 29.

La segunda fase de selección implica desde la elección de aquellos sucesos que se convertirán en noticia, la jerarquización de la información, así como el paso por el filtro institucional del me- dio. El modo en que se construye la noticia pro- piamente en esta etapa incidirá en el tratamiento periodístico que se le otorgue a un tema. De ahí que dicho tratamiento esté mediado por la ma- nera en que los medios de comunicación elabo- ran la información existente transformándola en un mensaje que está influenciado por las rutinas productivas y la agenda temática de cada medio, las políticas editoriales por las que se rige, la selec- ción y el uso de los diversos géneros periodísticos y las fuentes que sean convenientes para cada in- formación en particular.

Por último, la presentación de la información significa el establecimiento de un suceso como noticia. Es el último proceso de construcción del producto comunicativo en la fase de producción del mensaje. Terminado este proceso podemos afirmar que el producto comunicativo ha sido un producto fabricado por las lógicas y sus valores ya establecidos institucional y socialmente en la so- ciedad. De ahí que se diga que los medios actuales son multifábricas con un alcance planetario: rea- lizan una construcción social de la realidad pú- blica mediante los procesos de conformación de la agenda mediática y el newsmaking, los cuales estarán mediados por los cambios que han deve- nido en el periodismo impreso en la actualidad.

Los periódicos ya no se limitan a contar las no- ticias sino a explicarlas. La información pura sólo se utilizará para temas menos relevantes y trata- dos con menor profundidad. El lector necesita conocer el porqué de los hechos y el periodista impreso ha de explicárselo, dando así lugar a una nueva narrativa periodística representada a través de los géneros interpretativos. Esto, a su vez, im- plica una mayor especialización. De ahí que tanto los periodistas como las fuentes noticiosas sean

personas reconocidas e influyentes. Por consi- guiente, el periodismo impreso de estos tiempos se nos revela de gran importancia para proponer determinadas agendas.

Por ello, consideramos que los medios de co- municación se vuelven un instrumento esencial para “vender” la proyección militar norteameri- cana. Y, a juzgar por lo que dice uno de los infor- mes de Latinobarómetro del 2011,14 al gobierno de Barack Obama no le ha ido nada mal en este sentido en la región latinoamericana.

Pero, repasemos brevemente la proyección mi- litar de la política exterior de los Estados Unidos hacia América Latina durante el primer período presidencial de Barack Obama.


La maquinaria militar de Obama hacia Macondo

Las estrategias empleadas por los Estados Uni- dos han servido para que la implementación de la proyección militar de la política exterior esté matizada por un discurso benevolente y que ex- horte al multilateralismo, a la cooperación. Sin embargo, detrás de ello se continúan realizando actividades dirigidas a mantener su presencia en la región e influir en los gobiernos, fuerzas arma- das y población local.

Otra característica de la proyección militar EE.UU. radica en que este país ha diseminado sus tropas por toda la región: “ (…) si se contabiliza la presencia material de efectivos militares en las di- ferentes bases e instalaciones existentes, estos no sobrepasan el número de 2 000 militares. Este re- ducido número de fuerzas es debido a la proximi- dad de EE.UU. con sus vecinos del sur, lo cual no hace necesario desplazar excesivos soldados por

el continente, pues ya dispone de grandes bases militares en el propio territorio para dar cobertu- ra sobradamente a posibles intervenciones, y sólo le hacen falta algunas bases y pequeñas instalacio- nes estratégicamente repartidas por la región”.15

De ahí la importancia que ha tenido la firma de convenios que permitan el acceso de nortea- mericanos a dichas bases militares las cuales, en muchos casos, no poseen grandes dimensiones porque la estrategia ha consistido en la prolife- ración y creación de un sistema de instalaciones esparcidas por el territorio con tareas específicas: abastecimiento, mantenimiento, tripulación, etc. Esto explica el surgimiento de las nuevas denomi- naciones que se la han dado a las bases; por ejem- plo, emplazamientos de respuesta rápida.

Según una investigación que lleva a cabo el Centro de Estudios y Documentación sobre Mi- litarización (Cedomi/Mopassol), hasta el 10 de abril de 2012 existían al menos 47 bases militares extranjeras en funcionamiento o en construcción vinculadas por vía aérea y marítima con la IV Flo- ta Naval reactivada desde 2008.16 Aunque el estu- dio aclara que cuando se habla de bases militares extranjeras se refiere a los centros de varios países de la OTAN y no solamente a las de Estados Uni- dos, “todas forman parte de un mismo entramado bélico capitaneado por Estados Unidos”.17

Colombia, por su parte, ha sido un aliado his- tórico de los Estados Unidos; tanto así que fue el único país latinoamericano que apoyó la guerra contra Irak y Afganistán. Ello se reconoce en el informe de la Postura del Comando Meridional del 2010, el cual indica que es un país clave y so- porte crucial para la llamada estabilidad y seguri- dad de la región. Según el documento, la ayuda a


14Corporación Latinobarómetro: ¿La era de Obama? La imagen de Estados Unidos en América Latina 1996– 2010, 2011, p. 7.

15Pere Ortega y Juan Sebastián Gómez: “Militarismo en América Latina”, Quaderns per a la solidaritat, Centre D’Estu- dis Per A La Pau Imdelás, Barcelona, Desembre 2010, pp. 9-10.

16Para ampliar ver: Bases militares extranjeras en América Latina y el Caribe. Recuento provisorio hasta el 10 de abril de 2012, disponible en http://www.mopassol.com.ar/archives/351.

17Íbíd.

Colombia persigue como objetivo derrotar a las FARC. Pero, en realidad, los eventos que han ma- tizado las relaciones EEUU–Colombia en los últi- mos dos años indican que derrotar a las FARC es el objetivo público. La “ayuda” va encaminada a utilizar a Colombia como posición avanzada en la protección de sus intereses de seguridad en Sud- américa.

Con la firma del acuerdo militar en el 2008 entre ambos países se permitió el acceso de fuerzas nor- teamericanas a sietes bases militares. Y aunque tal convenio provocó el rechazo del propio Congreso colombiano, de la sociedad civil y de muchos go- biernos latinoamericanos, el pacto se mantuvo y ha sido utilizado para el despliegue de ejercicios con intereses hacia el control del conflicto de las FARC, la subversión de los países vecinos (Vene- zuela tiene en común 2.219 kilómetros de fronte- ras), además de la vigilancia de inteligencia en la región de la Amazonía.

Su estrategia hacia Colombia tiene como fun- damental exponente el acuerdo del Plan Colom- bia mediante el cual el país sureño recibe un alto presupuesto para la llamada lucha contra el nar- cotráfico y el terrorismo. Es así como se aplica en este país la doctrina de la Seguridad Nacional con el pretexto de la lucha antidroga.

Asimismo, Colombia pudiera resultar clave ante eventuales acciones contra la República Bolivariana de Venezuela o Ecuador, inclusive ante un escenario que no incluya —de una manera notable y pública— la participación directa de las Fuerzas Armadas es- tadounidenses. La conveniencia sobre la presencia militar estadounidense en Colombia tiene a la vez argumentos técnico-militares al favorecer la proyec- ción de fuerza militar estadounidense hacia el resto de Suramérica y al continente africano.18

Según un documento especializado,19 la base de Palanquero en la nación suramericana es esencial

en la ruta hacia el África, pues —con una sola para- da en la Isla de Ascensión— un avión puede llegar directo desde Suramérica hasta una base ubicada en el Golfo Pérsico, una zona en la que asiduamen- te Estados Unidos ha tenido conflictos para conse- guir el control de recursos naturales. Mas, veamos cómo El Tiempo legitimó la presencia militar esta- dounidense en ese país.

Los medios, las puertas, la bienvenida

Luego de analizar cómo los medios fabrican la realidad y construyen determinados temas, ade- más de examinar el contexto en el que el periódi- co El Tiempo de Colombia ha cubierto la presen- cia militar estadounidense en ese país, pasamos a ejemplificar cómo la realidad pública se convierte en sinónimo de temas.

La realidad pública y los temas tratados

En nuestro trabajo determinamos que, de los 34 artículos20 que se estudiaron, 30 presentaron una perspectiva entre positiva y prominentemen- te positiva a la presencia militar estadounidense en Colombia. Al hacer un desglose por años de la cantidad de información ofrecida por El Tiempo sobre este tema obtuvimos los siguientes resulta- dos:


Años

2009

2010

2011

2012

Total

Cantidad

4

20

4

4

34


Que el 2010 tenga una cifra superior en compa- ración con los otros años responde a que en ese pe- ríodo se dio el proceso jurídico para la aprobación del acuerdo de las bases militares de Washington en Colombia. El mismo resultó ser de las prime- ras acciones del gobierno de Obama para reforzar su presencia militar en la región luego de haber perdido centros estratégicos en la zona (Manta en Ecuador). Tal convenio conmocionó a los países


18Entrevista realizada por Katherine Díaz Pérez a Gustavo Robreño Díaz, periodista y analista de temas militares, mayo, 2013.

19Libro Blanco, Comando de Movilidad Área (AMC), Estrategia Global de Bases de Apoyo, Resumen Ejecutivo. 20En este apartado cuando nos referimos a artículos no significa que estemos aludiendo al género periodístico.

vecinos, sobre todo a Venezuela. El acuerdo resultó ser tan escandaloso que ni el Congreso ni la Cor- te Constitucional ni los medios de comunicación de Colombia pudieron ignorar el asunto. De ahí que comenzara un proceso jurídico para aceptar el convenio y que todo esto tuviera eco en el periódi- co objeto de estudio.

Sin embargo, el tratamiento periodístico del diario hacia el tema de la presencia militar de EE.UU. en Colombia se vio influenciado por las características mercantiles que presenta la publi- cación, su estrecho vínculo con las elites del po- der, su tendencia ideológica y —por ende— su postura editorial y, sobre todo, se vio marcado por el contexto en que se publicaron los materiales. El Tiempo es un periódico de derecha, cuyo propie- tario histórico ha sido la familia Santos, pero que ha tenido como principales accionistas al gru- po Prisa y al banquero más rico de Colombia. El Tiempo no solo ha acompañado los principales sucesos históricos del país desde 1911, sino que ha sido protagonista de muchos de ellos.

Por consiguiente, todo lo anterior estableció la agenda temática, los géneros periodísticos em- pleados, las fuentes citadas, el enfoque o la pers- pectiva asumida y hasta el tamaño de los mate- riales sobre nuestro objeto de estudio. De ahí que aparecieran o se ignoraran, se jerarquizaran o se descuidaran, algunos temas.

Pero, ¿cómo se conformó periodísticamente la presencia militar norteamericana en Colombia?

¿Cómo o cuál fue el tratamiento periodístico dado por El Tiempo a este tema? Para responder dichas preguntas, se decidió analizar los temas publica- dos, los géneros que se emplearon y las fuentes que se citaron. El examen a las secciones donde fueron enmarcados dichos temas y la perspectiva o el en- foque desde dónde se abordaron, además, respon- de al interés de buscar las inferencias a las que tan- to llama el análisis de contenido cualitativo.

En el marco temporal estudiado la agenda te- mática estuvo conformada por los siguientes te- mas: acuerdo de bases militares, el proceso de

aprobación jurídica del mismo, la cooperación entre Colombia y los EE.UU., la visita de altos funcionarios y grupos diplomáticos civiles y mi- litares de EE.UU. a Colombia, la realización de operaciones, ejercicios y programas militares, la presencia de militares de EE.UU. en programas de asistencia humanitaria, la reducción del pre- supuesto militar de EE.UU. hacia Colombia y la presencia de efectivos militares.

Vale aclarar, no obstante, que la formulación de estos ejes temáticos tuvo mucho de pragmatis- mo puesto que, en cada uno de los materiales, los diferentes temas se enlazan, se entremezclan y se superponen unos con otros porque —sin dudas— la realidad desborda cualquier lista exacta que se intente establecer. No obstante, ello nos ayudó a descifrar y acercarnos, en un primer momento, a cuáles temáticas abordó El Tiempo.

La visita de altos funcionarios y grupos diplo- máticos, civiles y militares, de EE.UU. a Colombia, así como la cooperación militar entre ambos paí- ses, fueron los temas que más abordó el periódico durante el primer período presidencial de Barack Obama. Otros que manifiestan su importancia lo constituyeron el acuerdo que permite el acceso de fuerzas norteamericanas a siete nuevas bases mi- litares en el territorio colombiano y el proceso de aprobación jurídica de tales instalaciones.

Para analizar, entonces, cómo fueron confor- mados tales temas se decidió dividir cada uno de ellos; aunque, como ya se aclaró, la realidad es mucho más amplia.

El acuerdo de las bases militares en Colombia El acuerdo de las bases militares marcó agenda

en El Tiempo incluso desde mucho antes de que se suscribiera el convenio. Al parecer había interés en que el tema se manejara en los medios desde tan temprano momento puesto que el modo en que se hizo apunta a una marcada intención de preparar el terreno público y vender el acuerdo de modo po- sitivo. Por ello, en el tratamiento periodístico apa- recieron una serie de argumentos, razones, pretex- tos, justificaciones, que intentaron hacer creer que

dicho convenio era necesario y favorable tanto para Colombia como para los Estados Unidos. Algunos de ellos fueron los siguientes:

Beneficios del acuerdo para Colombia

“No habrá base militar de Estados Unidos en Colombia (…). Nos salvamos de la presencia de decenas de miles de soldados del norte”; “Si quiere mantener su estatus de aliado privilegiado de Esta- dos Unidos en la región, ¿cómo negarse a ayudar a los gringos después de su retiro forzoso de Ecua- dor? Está en juego el Plan Colombia”.21 Este tono de tranquilidad y confianza junto a la aclaración de que las bases no son norteamericanas instan a un llamado a la paz y la despreocupación, puesto que “no se está violando la soberanía de Colombia ni de ningún país de la región”. Todo esto se debe, sin dudas, a que el Plan Colombia es una de las vías por donde más dinero entra a la nación surameri- cana para la llamada lucha contra el narcotráfico o narcoterrorismo. Perderlo constituye un daño in- comparable al país suramericano.

“A Colombia no le resultaba fácil negarse a am- pliar y consolidar la cooperación con Estados Uni- dos, pues (…) ganará en (…) tecnología y conoci- miento de la operación de equipos aéreos, navales

o de inteligencia electrónica (…)”, “El arrincona- miento en que hoy se encuentran las Farc es fru- to casi exclusivo (…) de que el país haya podido liberar recursos comprometidos en la lucha con- tra el narcotráfico para dirigirlos a enfrentar a la subversión (…)”.22 Esto refleja los estrechos vín- culos militares de Colombia con la Casa Blanca y la necesidad de ellos. Estos argumentos abordan las relaciones militares entre las naciones, pero lo peculiar que tienen radica en El Tiempo verbal utilizado: tal parece que las bases ya se firmaron

cuando no es así; esto es un juego sutil con el lec- tor que está indicando las intenciones de “vender” el acuerdo. De todo se deriva que los colombianos deben apoyar a los norteamericanos puesto que ellos lo hicieron en el combate contra las FARC.

“El acuerdo en principio entre los dos gobiernos para el uso de tres bases militares colombianas por personal militar y naves de Estados Unidos, con probable extensión a otras dos (…)”.23 El detalle aquí está en que se alude a tres bases militares y, como máximo, cinco cuando, en realidad, son siete.

En resumen, estos fueron los objetivos explica- dos por El Tiempo para vender el acuerdo. Ellos, coincidentemente, son los mismos desafíos que presentaron las Posturas del Comando Meridio- nal en estos cuatro años. Una sutil casualidad que muestra los estrechos vínculos de Colombia con los EE.UU., además de que evidencia un apego a la política de la lucha contra el terrorismo que lle- va a cabo la potencia estadounidense.

Beneficios del acuerdo para los Estados Unidos “Cerrada la base de Manta, casi la única alter- nativa para los norteamericanos en procura de obtener su reemplazo era Colombia (…)”, “No hay duda de que el principal problema de EE.UU. frente a los países latinoamericanos está ubicado en el eje andino, (…) que es alrededor de los que gira la producción y comercio de la mayor por- ción de drogas ilícitas que entran a ese país”.24 La intención de este pretexto es hacer creer que la base Manta se trasladó a Colombia, solo que se convirtió en tres bases, según lo manejado en el medio hasta ese momento. Asimismo, la lucha antidroga y las cuestiones sobre la Seguridad Na- cional de EE.UU. fueron pretextos a los que se re-

currió una y otra vez.


21Laura Gil: “Bases Militares”, Sección Editorial-Opinión, El Tiempo, 16 de julio de 2009, disponible en http:// www. eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5641917.

22Oscar Montes: “El acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos: ¿Violación de soberanía?”, Sección Otros, El Tiempo, 18 de julio de 2009, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5649827.

23Abdón Espinosa Valderrama: Bases militares para uso compartido, Sección Editorial-opinión, El Tiempo, 23 de julio de 2009, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3537287.

24Oscar Montes: “El acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos: ¿Violación de soberanía?”, Ob. cit.

Fue así cómo se construyó en 2009 el asunto sobre las bases militares en Colombia. Las inten- ciones de persuadir sobresalen en el discurso pe- riodístico. De ahí que predomine la perspectiva prominentemente positiva hacia dicho tema aun- que aparecieron ciertos cuestionamientos.

Sin embargo, ellos más bien estuvieron dirigi- dos hacia el gobierno colombiano y no hacia la propia esencia del acuerdo. Por ejemplo, sobresa- le que se critique el trabajo diplomático de la Casa de Nariño: “La Cancillería está en mora de iniciar esa ofensiva diplomática. Ojalá que no le coja la noche, pues el costo político de esa torpeza po- dría resultar demasiado alto para Colombia”.25 En otro caso, el periódico publicó que aunque algo de tranquilidad generó una audiencia pública que dieron tres ministros para explicar los términos del convenio, “dejaron mucho sin decir”.26

Por otra parte, el periódico se distinguió por es- tar de acuerdo con la constitucionalidad y la le- galidad. De ahí que incitara a cumplir con lo ju- rídicamente establecido: “dadas su trascendencia e implicaciones excepcionales, lo adecuado y más ajustado a Derecho es no rehuir sino cumplir de buena gana la instancia del Senado y ventilar allí toda clase de dudas”.27 Sin embargo, esta posición en defensa de lo establecido luego se contradice con determinadas alusiones en el año 2010 al pro- ceso de aprobación legal de las bases que más ade- lante trataremos.

No obstante, viendo la fecha de publicación de los materiales y la de la firma del convenio, con- cluimos que el objetivo de los materiales era pre- parar la opinión pública. No podemos obviar que El Tiempo es un medio que se encuentra en es- trecho vínculo con el poder. Mientras la realidad mediática aceptaba el convenio la realidad lati- noamericana lo rechazaba. Estaba en conmoción,

25Ibíd.

26Laura Gil: Bases Militares, Ob. cit.

escandalizada, y aturdida por la decisión del pre- sidente Uribe el cual dejó como legado a Juan Ma- nuel Santos un contexto con fuertes debates sobre la legalidad del acuerdo.

Y como para la comunicación el mundo es ob- jeto de referencia, la agenda temática del 2010 es- tuvo delimitada por el seguimiento y la cobertura a todo este contexto. Proceso de aprobación jurí- dica del acuerdo de las bases militares

El Tiempo recogió este tema aludiendo a nue- vas argumentaciones que reafirmaban la nece- sidad del convenio; en otros casos, aceptando la decisión, pero con la tranquilidad de que ello no cambiaría las estrechas relaciones entre EE.UU. y Colombia o, por otra parte, negando las razones legales que emitió la Corte para su decisión. En todo esto también influyó el hecho de que Juan Manuel Santos llegara a la presidencia de Colom- bia en ese año. Ya en el año 2010, la referencia a siete bases militares aparece sin causar ningún re- vuelo.

Las nuevas justificaciones estuvieron encami- nadas a hacer creer que Venezuela era una ame- naza para la soberanía de la nación colombiana y de los EE.UU. Por ejemplo, en una entrevista a Gabriel Silva, Ministro de Defensa de Colombia en aquel entonces, el funcionario afirma: “En el contexto internacional hay riesgos que afectan la seguridad de Colombia, por eso es necesario for- talecer nuestra capacidad de operación en el nor- te del país. Quisiéramos ver en el aeropuerto de Barranquilla una ampliación de nuestra presen- cia para operar desde allí”.28 Es válido aclarar que, aunque no se mencione a Venezuela, este país comparte 2 219 km de frontera con Colombia; por tanto, los riesgos de los que habla el Ministro se referían al gobierno que lideraba en ese mo- mento Hugo Chávez.

27Abdón Espinosa Valderrama: Bases militares para uso compartido, Ob. cit

28Yamid Amat: "Han sido disuadidos los deseos expansionistas de Hugo Chávez": Gabriel Silva, Sección Justicia, El Tiempo, 5 de junio de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7740650.

Ello se evidencia cuando analizamos otro frag- mento de los materiales: “Venezuela también ha desarrollado un concepto de defensa integral de la nación en el marco de una posición de poten- cia energética mundial, reorganizando sus Fuer- zas Armadas, reestructurando su territorio en re- giones y zonas de defensa, adquiriendo diferente tipo de armamento, definiendo hipótesis de gue- rra como la asimétrica o de cuarta generación e identificando distintas amenazas. Además, ha es- tablecido acuerdos extrarregionales de coopera- ción en los campos económicos y de defensa con Rusia, Irán y China. Colombia (…) ha sido respe- tuosa de la soberanía venezolana, y aun cuando ha expresado justa preocupación, se ha abstenido de juicios públicos mientras no haya total clari- dad de los hechos, y ha pedido transparencia”.29

Esta última oración contradice lo que afirmó el ministro Silva. No obstante, es evidente la preocu- pación por Venezuela, al extremo de considerarla una amenaza, cuando en realidad la suscripción del acuerdo de siete bases en Colombia sí es una punta de lanza enfocada a su vecino.

El acuerdo militar de Brasil con los EE.UU. fue un elemento de comparación que también se uti- lizó para aceptar las bases militares en Colombia. En la ya citada entrevista que se le hace a Gabriel Silva apareció: “El convenio de cooperación mili- tar entre Estados Unidos y Colombia para prestar asistencia en las bases generó escándalo continen- tal (…) Eso fue una tormenta en un vaso de agua; lo demuestra que después de Colombia, el gran paladín de la unidad latinoamericana, Brasil, fir- mó un convenio igual.30 Ambos argumentos (los de Venezuela y Brasil) fueron empleados para sostener la posición del periódico ante la crítica

de sus vecinos latinoamericanos.

Otro pretexto radicó en la alusión de que la cantidad de fuerzas militares estadounidenses ha- bía descendido: “Aunque Estados Unidos está au- torizado para desplegar hasta 800 militares y 600 contratistas en el respaldo a las operaciones del Plan Colombia, a marzo de este año —la última estadística proporcionada, en el país— solo había 227 castrenses y 257 contratistas. Es decir el 30 por ciento del cupo que permite por ley el Con- greso estadounidense”.31 Esta precisión se utiliza como garante de tranquilidad y paz.

En otro sentido, el convenio se vendió negan- do las razones por las que la Corte Constitucional había fallado. El editorial del 21 de agosto de 2010 así lo refleja: “La mayoría de la Corte sostiene, con la oposición de solo tres salvamentos de voto, que el acuerdo militar con EE. UU. Era en realidad un tratado y que, por lo tanto, debió pasar por su trá- mite ante el Congreso, por cuatro razones. Por- que extendía la presencia gringa a más de las tres bases que autorizaba el acuerdo anterior; porque le impedía a Colombia inspeccionar o abordar naves estadounidenses en territorio colombiano; porque contemplaba prórrogas automáticas, y porque extendía la inmunidad del personal civil y militar con presencia en Colombia a sus familia- res y dependientes y a contratistas y subcontratis- tas norteamericanos. Pero, en la práctica, con su caída nada va a pasar. Porque los temas anteriores son absolutamente inherentes a todo acuerdo in- ternacional de cooperación y defensa que se firme entre dos países, y para que se den, no necesitan el visto bueno de la Corte Constitucional (…)”.32 El comentario defendía la importancia de la co- laboración: “(…) amenazas como el narcotráfico


29Jairo Delgado: Sin bases militares, hay riesgo, Sección Otros, El Tiempo, 22 de agosto de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4108228.

30Yamid Amat: "Han sido disuadidos los deseos expansionistas de Hugo Chávez": Gabriel Silva, Ob. cit.

31Sergio Gómez Maseri: Disminuye la presencia militar de Estados Unidos en Colombia, Sección Justicia, El Tiempo, 14 de junio de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7755561.

32María Isabel Rueda: Si eso no es estrella..., Sección Editorial-Opinión, El Tiempo, 21 de agosto de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7873946.

tienen un carácter transnacional, el cual debe ser enfrentado según un modelo de seguridad coo- perativa: sería un error muy grave subestimar la necesidad de una política regional al respec- to (…) La dimensión que ha adquirido el deba- te, por otra parte, ha dado ánimo a tendencias que abanderan una visión contraria a este tipo de acuerdos de cooperación, tanto dentro de Co- lombia como fuera de ella. De imponerse estas tesis, el país queda expuesto a una vulnerabili- dad (…)”.33

Luego de haber analizado estos argumentos, comprobamos que sobresale la posición del medio ante el proceso de aprobación de la Corte Consti- tucional. En relación con los aspectos constitucio- nales, el medio refleja los argumentos de los tres magistrados que de los nueve estuvieron a favor del acuerdo y las razones legales por las que es nece- saria la implementación del convenio. Sin dudas, el hecho de reflejar las posiciones y declaraciones de los tres funcionarios que se negaron al fallo y no publicar otro tipo de opinión indica la intencio- nalidad del tratamiento periodístico. Según estas autoridades: “La Corte Constitucional desconoció la Convención de Viena y el derecho internacional en el momento en que ordenó dejar sin efectos el acuerdo de cooperación suscrito entre Colombia y Estados Unidos”. 34 Además, “la Corte desconoció los principios de buena fe que rigen las relaciones internacionales y que han caracterizado los instru- mentos de cooperación en defensa y seguridad en- tre Colombia y Estados Unidos desde hace más de 70 años”.35

Ambos argumentos le otorgan un halo de le- galidad y emotividad al asunto. En un editorial

33Jairo Delgado: Sin bases militares, hay riesgo, Ob. cit.

que se publicó al día siguiente se aprueba el pac- to de las bases con otro motivo legal: “ (…) la Constitución Política de Colombia es muy clara al prescribir, entre las facultades del Presidente de la República, la de “celebrar con otros Estados y entidades de derecho internacional tratados o convenios que se someterán a la aprobación del Congreso.”’36

Resulta obvio que el enfoque dado a esta temá- tica haya sido a favor del establecimiento de las bases. Las críticas nuevamente fueron encamina- das al “desafortunado manejo diplomático, que aprovecharon los países vecinos, en especial Ve- nezuela y Brasil, para fortalecer sus agendas exte- riores y cobrarle a Colombia su condición de alia- do suramericano de Estados Unidos”.37

Cooperación entre Colombia y los Estados Unidos

Mientras el proceso de aprobación de las bases se construía en la agenda, aparecían otras temá- ticas que, de algún modo, también apoyaban el acuerdo, a saber: las visitas de los altos funciona- rios, la cooperación militar, la presencia de mi- litares en programas de ayuda humanitaria y la reducción del presupuesto y los efectivos milita- res de EE.UU. en Colombia. Estos responden a la llamada “cooperación” en que tanto insiste el pe- riódico y que, más bien, es resultado de la milita- rización de la política exterior de EE.UU. hacia el país andino.

Ello se refleja en la entrevista a Barack Obama, publicada el 13 de abril de 2012, cuando apun- ta que “EE.UU. está comprometido a mantener y solidificar nuestra relación de seguridad con Colombia como parte de nuestra alianza bilate-

34Redacción Justicia: Tres de los 9 magistrados se opusieron a la decisión, Sección Información General, El Tiempo, 19 de agosto de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4103703.

35Redacción Política y Justicia: Presidente Santos dice que fallo de la Corte sobre bases militares no afecta cooperación con EE. UU., Sección Justicia, El Tiempo, 18 de agosto de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/ do- cumento/CMS-7870142.

36Redacción Justicia: Tres de los 9 magistrados se opusieron a la decisión, Sección Información General, Ob. cit. 37Ibíd.

ral general”.38 Esto se apoya en el reconocimiento, como dice Obama, de que “Colombia ha logrado inmensos avances en seguridad”39 y en que, como indicó la canciller colombiana María Ángela Hol- guín, “Colombia ‘quiere una agenda más amplia con Estados Unidos’, que vaya más allá del TLC y la seguridad, para abarcar otros temas ‘impor- tantes’ como energía, medio ambiente, educación, ciencia y tecnología”.40

De esta supuesta colaboración es que se des- prende el apoyo militar. El modo en que tratan esta cuestión presenta sus singularidades:

  1. abordan la cooperación militar como una colaboración en la lucha contra el narcotráfico. Para todos es conocido que la estrategia contra el narcotráfico no ha tenido los resultados espera- dos. Como Alejandro Perdomo indica, dicha es- trategia ha evidenciado la despreocupación por resolver, en realidad, tal flagelo. Por su parte, Os- car Henríquez apunta que el narcotráfico es un pretexto que le sirve a los EE.UU. para cualquier acción hacia Venezuela, por ejemplo: “Habría que pensar, entonces, si se llega a un acuerdo en- tre la guerrilla y el gobierno en La Habana, si se acaba el conflicto, si llegan a alguna conciliación, cuál sería el pretexto, la justificación, para que los norteamericanos estén ahí”.41

  2. se refieren a la lucha contra el terrorismo, la cual es una amenaza mutua y no se puede mirar solamente como un problema local, ex- clusivo de Colombia.42 Ello muestra el apego de Colombia hacia la política estadounidense de

    la lucha contra el terrorismo luego de los aten- tados del 11 de septiembre de 2001. En la ya citada entrevista realizada a Gabriel Silva, Mi- nistro de Defensa en ese entonces, declara que “tenemos la intención de participar de la mano de la OTAN en la lucha contra el terrorismo de Afganistán, con instructores. Trabajamos con la comunidad internacional contra el terroris- mo y las drogas; estamos entrenando policías en México; colaborando con Guatemala, Jamai- ca, Paraguay y Panamá”.43

  3. EE.UU. ayuda a Colombia a derrocar a las FARC. Resulta significativo cómo este objetivo de derrocar a las FARC coincide con los fines que persigue el Comando Meridional, según el infor- me de su postura en el año 2010. Sin embargo, es conocido que dicho objetivo para los EE.UU. es solo un pretexto para mantener una posición de avanzada.

Estas características del tratamiento perio- dístico sobre el tema aquí abordado señalan los pretextos que han utilizado los EE.UU. para te- ner una estancia segura en Colombia. Ese enfo- que y la perspectiva positiva del periódico indi- can el apego del medio a los intereses de las elites colombianas y, por ende, su apego a las políticas proestadounidenses.

Visitas de altos funcionarios y grupos diplomá- ticos civiles y militares de EE.UU. a Colombia

Esta temática se presentó con una peculiaridad: presentación del ejecutivo antes de que llegara al territorio. El comentario Personaje de enero de


38Sergio Gómez M.: ‘Colombia muestra que el éxito es posible’: Barack Obama, Multimedia, Cumbre de las Amé- ricas 2012, El Tiempo, 13 de abril del 2012, disponible en http://www.eltiempo.com/Multimedia/especiales/cum- bre-de-americas-2012/barack-obama-entrevista-con-el-tiempo_11557121-7.

39Íbíd.

40EFE: “Presidentes Obama y Santos hablarán de Tratado de Libre Comercio y acuerdo militar en su reunión en Nueva York”, Sección Economía, El Tiempo, 21 de septiembre de 2010, disponible en http://www.portafolio.co/detalle_archi- vo/CMS-7942780.

41Entrevista realizada por Katherine Díaz Pérez a Oscar Henríquez, analista de temas militares, mayo, 2013.

42Juan Carlos Díaz M.: “Bases militares se utilizarán contra el terrorismo: jefe del Estado Mayor Conjunto de EE. UU.”, Sección Justicia, El Tiempo, 30 de junio de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS- 7782924.

43Yamid Amat: "Han sido disuadidos los deseos expansionistas de Hugo Chávez": Gabriel Silva, Ob, cit

200944 y la noticia Protagonista de junio de 201045 son un ejemplo de ello.

En el primero de ambos materiales se pueden percibir las intenciones del comentario de intro- ducir y aceptar al Secretario de Defensa de los EE.UU. en aquel momento: “Cualquier miembro del Gobierno nacional que hable de Robert Gates, el secretario de Defensa de Estados Unidos, defi- nirá a este funcionario y ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como ‘uno de los mejores amigos de Colombia´ (…) Gates será una ficha clave dentro de los colaboradores más cerca- nos de Obama, porque se convertirá en el único representante del partido Republicano, aliado de Colombia, en ese gabinete”.46

Por otra parte, la noticia Protagonista, dedicada a Hillary Clinton, hace evidente los intereses de estrechar los lazos de cooperación entre EE.UU. y Colombia: “A casi un año del acuerdo militar que Colombia y Estados Unidos sellaron para permi- tir el uso de varias bases nacionales por parte de fuerzas estadounidenses (…) la jefa de la diplo- macia de EE.UU. tratará con el presidente Uribe asuntos sobre desarrollo social y económico, lu- cha antidrogas, combate al terrorismo y el Trata- do de Libre Comercio”.47

En ambos materiales, de algún modo, se intenta describir una imagen positiva de los Estados Uni- dos y de los funcionarios que representan al país. Realización de operaciones, ejercicios y progra-

mas militares

El modo en que se abordó esta temática resal- ta la ayuda tan oportuna de su “buen amigo”. Un

ejemplo de lo anterior lo constituye un reportaje sobre una operación en la que se aunaron las fuer- zas foráneas y nacionales para rescatar a personas secuestradas: “La ‘Operación Camaleón’ permitió rescatar en la selva del sureño departamento del Guaviare a cuatro militares que estuvieron cauti- vos por más de once años (…) el apoyo de Esta- dos Unidos a varias operaciones anteriores es co- nocido. En Jaque, por ejemplo, hubo información de inteligencia aportada por naves plataforma que sobrevolaban la zona con tecnología suficiente para captar las comunicaciones de la guerrilla”.48

Otro material en el que se evidencia el agradeci- miento a esta colaboración fue el reportaje La Firma de Plan Colombia cumple 10 años, publicado el 14 de julio de 2010.49 En él se enfatiza que este es: “una de las iniciativas más importantes de la historia del país y que, pese a que existen críticas, no hay duda de que le cambió el rostro (…) Desde la aprobación de los primeros 1.300 millones de dólares para fi- nanciar el plan, el Gobierno estadounidense ha in- vertido casi 8.000 millones de dólares (…) Los re- sultados: De acuerdo con estadísticas del Gobierno colombiano, del 2002 a la fecha, los atentados terro- ristas se redujeron un 84 por ciento, los secuestros 88 por ciento y la tasa de homicidios 45 por ciento. Las Farc pasó de contar con unos 20.000 mil hom- bres a menos de 10.000 y está en repliegue”.50

Estas ideas presentan de modo positivo el Plan Colombia, una de las vías por la que más recursos económicos entran al país. Alejandro Perdomo comenta que este plan es una muestra del perfec- cionamiento de la llamada ‘guerra contra las dro-


44Nullvalue: Personaje, Sección Información General, El Tiempo, 15 de enero de 2009, disponible en http://www. eltiempo. com/archivo/documento/MAM-3269583.

45Nullvalue: Protagonista, Sección Información General, El Tiempo, 8 de junio de 2010, disponible en http://www. eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4000649.

46Nullvalue: Personaje, Ob. cit. 47Nullvalue: Protagonista, Ob. cit.

48Efe: 'Operación Camaleón fue un concepto, un plan y una operación colombiana': embajador de EE.UU., Sección Justicia, El Tiempo, 17 de junio de 2010, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7760149. 49Sergio Gómez M.: Firma del Plan Colombia cumple 10 años, Sección Nación, El Tiempo, 14 de julio de 2010, dispo- nible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4052.

50Ibíd.

gas’ de Estados Unidos hacia América Latina. Pero “es mediante medidas como estas que se intenta consolidar el sistema de hegemonía-dominación de EE.UU. en América Latina y el Caribe”.51


Reducción del presupuesto militar de EE.UU. hacia Colombia y de la presencia de efectivos militares

A la vez que se publicaban los materiales de las abordadas temáticas, salían a la luz informacio- nes sobre la disminución de militares norteame- ricanos en el país. Con esos artículos trataban de apaciguar los ánimos en un momento en que, en realidad, EE.UU. estaba racionalizando sus gas- tos, debido a las consecuencias de la crisis finan- ciera que padecía.

Tales intenciones se pueden percibir en un ar- tículo52 que aclara en su sumario que “En ese lap- so, fondos aprobados para el programa pasaron de

$603 millones de dólares a 332 millones”.53 Se agre- ga, además, que: “(…) en el último lustro, la ayuda ha venido cayendo sostenidamente, de más de 600 millones que alcanzó a recibir en la administración de George W. Bush hasta los 332 que ahora se con- templan. El recorte se acerca al 50 por ciento y la tendencia, a futuro, es que cada vez haya menos plata norteamericana para Colombia. Del 2010 al 2013, el país dejó de recibir US$ 200 millones”.54

Ello puede que se deba a una situación real de los EE.UU., como se explicaba anteriormente. O puede, como dice Henríquez, que tenga la inten- ción desde el punto de vista colombiano de “no

exacerbar unas malas relaciones en el área”55 y, desde el punto de vista estadounidense, erradicar la mala imagen que se crearon con el tema de las bases militares en Colombia.

Otra de las informaciones sobre este tema refle- jaba que, a pesar de todo, el Ministro de Defensa de Colombia, Diego Rivera, “(…) señaló que se siguen negociando con EE.UU. nuevos frentes de cooperación, especialmente en materia de inteli- gencia para operaciones”.56

Sin dudas, ambas noticias constituyen una ex- cepción de la tendencia en cuanto al enfoque del diario sobre los temas de la presencia militar nor- teamericana en el país. Ello quizás se deba a que lo tratado afecta en materia presupuestal a Co- lombia. Sin embargo, resulta evidente que no se realiza una denuncia crítica al problema.

No obstante, a partir de lo que aparece en los materiales se puede entender —como expli- ca Alejandro Perdomo—,57 que no es lo mis- mo cuando tú vas a construir una base desde cero y a llevar militares, que cuando tú la tienes hecha desde hace 5 años y, por tanto, no ne- cesitas emplear el mismo fondo. Realmente se pueden reducir los fondos si son innecesarios. Además, “otro elemento es que si no se necesita un alto despliegue, no hay que mostrar este tipo de fuerzas”.58

Por consiguiente, que se reduzcan los efectivos militares y el presupuesto de EE.UU. hacia Co- lombia no significa que el país del Norte y la na- ción colombiana corten los vínculos sino que se


51Entrevista realizada por Katherine Díaz Pérez a Alejandro Perdomo, Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional –CIPI–, Cuba, mayo, 2013.

52Sergio Gómez Maseri: Ayuda de EE.UU. a Colombia ha caído 50% en los últimos cinco años, Sección Política, El Tiempo, 13 de febrero de 2012, disponible en http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_IN- TERIOR-11130607.html.

53Ibíd. 54Ibíd.

55Entrevista realizada por Katherine Díaz Pérez a Oscar Henríquez, mayo, 2013.

56NULLVALUE: “8 batallones, al congelador por apretón en gasto militar”, Sección Bogotá, El Tiempo, 20 de enero de 2011, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4351167.

57Entrevista realizada por Katherine Díaz Pérez a Alejandro Perdomo, Investigador del CIPI, mayo, 2013. 58Ibíd.

hicieron ciertos reacomodos presupuestales para mantener el dominio de la región.

Presencia de militares de EE.UU. en programas de asistencia humanitaria

Luego de un 2010 sumamente crítico para Co- lombia y Estados Unidos por el asunto de las bases militares, en 2011 aparecen en el periódico la cola- boración de soldados y fuerzas norteamericanas en programas de ayuda humanitaria. Ello forma par- te de la política de recuperar la imagen perdida de la potencia del Norte y ofrecer a un soldado militar bueno, piadoso, que “viene a ayudar”. Esto se evi- dencia en el modo en que El Tiempo construyó la participación de los EE.UU. en un proyecto del Cen- tro Integral de Rehabilitación CIREC, orientado a la rehabilitación de las víctimas del conflicto interno en Colombia: “Cirec fue fundada hace 35 años por Jeannette Perry de Saravia, una fisioterapeuta que, tras ver los estragos que víctimas del conflicto con escasos recursos pasaban en el Hospital San José, decidió junto con su esposo buscar ayuda interna- cional para brindarles una rehabilitación integral”.59 En este fragmento se deja entrever que los EE.UU. se solidarizaron con la causa de la fisio- terapeuta y, por tal razón, brindaron su apoyo. En otro momento del artículo se evidencia los bue- nos resultados del proyecto al citar a Jorge En- rique Quesada Ortega, coordinador de la acción contra minas del CIREC, quien afirmó: “Hay más de 450 líderes que se han beneficiado del progra- ma y que están capacitados, articulando acciones en sus comunidades y con las autoridades locales y beneficiando a un total de 1000 a 2000 personas

afectadas por el conflicto”.60

Es de suponer que con “tales beneficios” la noti- cia exhorte a una mayor cooperación de los EE.UU.: “Desde el 2006, específicamente con el programa Se- millas del Cirec, el Departamento de Estado ha esta- do colaborando con un promedio de 300 mil dólares anuales. Así, Shapiro61 dijo que se ven ‘los resultados de nuestro apoyo’ y que espera que EE.UU. por me- dio del Departamento de Estado pueda “continuar colaborando con este gran enfoque”.62

Otro ejemplo de cómo conforman esta imagen fue la publicación del reportaje EE.UU. tiene red de fiscales para ayudar a combatir bacrim en Colom- bia, el 3 de septiembre de 2011.63 En este caso, el programa de asistencia humanitaria consiste en la creación de una red de Fiscalía para someter a pro- cesos jurídicos a bandas criminales que, según se publica, son “la nueva expresión narcotraficante”.

En relación con este flagelo, el fiscal Federal del Distrito Sur de la Florida, Wilfredo Antonio Ferrer, expresa en qué consiste la ayuda norteamericana: “Estoy aquí porque hemos llegado a un nivel de cooperación extraordinario. Nos hemos compro- metido con agentes que trabajan en Colombia y fiscales para trabajar solamente en estos casos. Mi oficina está encargada de ayudar con información de los que están detenidos en Miami para los inves- tigadores en Colombia. Ya les hemos dado acceso a los fiscales de aquí, para que esto sea un éxito”.64

Todo lo anterior indica que EE.UU. coopera con Colombia como un aliado en el combate contra el narcotráfico. Nuevamente sale el imperio en pos de ayudar al mundo. Así lo reflejan los materiales, de ahí que el enfoque de ambas noticias sea posi- tivo, sin cuestionamiento alguno a los programas.


59Redacción El Tiempo: “EE.UU. seguirá apoyando al Centro Integral de Rehabilitación Cirec, Sección Justi- cia”, El Tiempo, 31 de mayo de 2011, disponible en http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_ NOTA_INTERIOR-9502164.html.

60Ibíd.

61Andrew J. Shapiro era, en ese entonces, el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Políticos y Militares de los Estados Unidos.

62Redacción El Tiempo: “EE.UU. seguirá apoyando al Centro Integral de Rehabilitación Cirec”, Ob. cit.

63Redacción El Tiempo: “EE.UU. tiene red de fiscales para ayudar a combatir bacrim en Colombia”, Sección Justicia, El Tiempo, 3 de septiembre de 2011, disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-10282846.

64Ibíd.

Para terminar este apartado resulta importante detallar que El Tiempo construyó este tipo de artí- culos aclarando que los programas son colombianos y que EE.UU. los apoya. También resulta significati- vo cómo no se refieren directamente a la presencia de fuerzas armadas estadounidenses en dichos pro- yectos. Sin embargo, ello es una información que se infiere porque en el primer ejemplo quien está a car- go del programa es el Secretario de Estado de Asun- tos Políticos y Militares y, en el segundo caso, porque la estrategia de EE.UU. hacia la lucha contra el nar- cotráfico está militarizada. Tales elementos contex- tuales permitieron entender, entonces, el sentido y la verdadera esencia de estos materiales.

Pero, veamos cuáles fueron los géneros periodís- ticos utilizados para presentar estos ejes temáticos.

Géneros periodísticos

Con respecto a los géneros periodísticos emplea- dos, los resultados indican que su comportamien- to se caracterizó por un predominio de las noticias. Por más que se ha intentado considerar a este género como el “más” objetivo o el “objetivo” las aportacio- nes teóricas de la construcción social de la realidad descritas en la primera parte de este trabajo indican que todo en el periodismo lleva implícito subjetivi- dad. Mas, no hay nada más subjetivo que la propia selección de lo que será noticia o no. El siguiente grá- fico muestra cuáles fueron los géneros empleados.

image

Resulta natural que las noticias ocupen un lu- gar prominente en el diario puesto que si bien


Géneros periodísticos empleados en El Tiempo

Editorial

20%


Noticia 38%

Entrevista 12%

Comentario 20%


Reportaje 9%

Reseña 6%

uno de los cambios que manifiesta el periodismo impreso en los últimos tiempos es un desplaza- miento hacia los géneros interpretativos, ello no significa que se descarten los informativos. Ade- más, las noticias indican un nivel de prioridad y seguimiento a estos asuntos.

Sin embargo, resulta interesante cómo los res- tantes géneros sumados sobrepasan las 13 noticias. Lo anterior apunta a una variedad de formas para acercarse al fenómeno de la presencia militar esta- dounidense en el país. En este sentido, resalta que los editoriales y los comentarios predominen la mayor parte de El Tiempo: ambos géneros dejaron en evidencia cuál era la postura del medio ante este fenómeno, especialmente en los años 2009 y 2010 debido al acuerdo de las bases militares.

Lo singular radica en el resto de los géneros utilizados: las 4 entrevistas, por ejemplo, fueron hechas a Gabriel Silva, Ministro de Defensa de Colombia; Frank Mora, subsecretario de Defensa de EE.UU.; Barry McCaffrey, general retirado de EE.UU.; y Barack Obama, presidente de los Esta- dos Unidos. Todos los entrevistados pertenecen a las más altas esferas de Colombia y Estados Uni- dos. El hecho de que se le haya hecho una entre- vista a Obama donde se refirió a la presencia mi- litar de EE.UU. en el país suramericano indica la importancia que le merece este tema al medio de comunicación, aunque lo haya abordado desde la perspectiva de cooperación bilateral.

Asimismo, la publicación de editoriales y co- mentarios resultó ser significativa. Allí fue don- de se buscaron mayormente las formas en que se construyó periodísticamente la presencia militar de EE.UU. en el país por ser la posición oficial del periódico ante ese tema.

208

De igual modo, los comentarios ocuparon un lugar preponderante. Sus autores pertenecen a la llamada comunidad influyente dentro del perio- dismo. Por ejemplo, Óscar Montes es el Jefe de la Redacción de la revista Cambio, una publicación que se especializa en temas políticos y que perte- nece a la Casa Editorial El Tiempo y, Sergio Gómez

Maseri es el Corresponsal de El Tiempo en Was- hington y fue quien consiguió la primera entrevista que Barack Obama le concedió a un diario latinoa- mericano.

Por otra parte, las reseñas y los reportajes se emplearon en artículos donde se ampliaban algu- nas temáticas. Ambos géneros presentaron la par- ticularidad de terminar con una entrevista a una personalidad relevante vinculada al tema en cues- tión y fueron firmados por la Redacción Política. Ejemplo de lo anterior resultó ser el artículo Pre- sidente Santos dice que fallo de la Corte sobre ba- ses militares no afecta cooperación con EE.UU.65 Con una extensión 1252 palabras (cerca de cuatro cuartillas) la reseña se dedicó a explicar los mo- tivos legales para aceptar el acuerdo de las bases militares.

En conclusión, los géneros, como vehículos de

expresión del periodismo conformaron y matiza-

Como se evidencia, en el período analizado El Tiempo priorizó en sus fuentes a las guberna- mentales, las militares, las mediáticas (Associated Press –AP—, EFE, Caracol Radio y Últimas Noti- cias) y las negras.

image

Lo anterior indica que las fuentes de informa- ción que se citaron responden a la legitimación determinados puntos de vista. A ello también apunta el origen de estas fuentes y con ello nos re- ferimos al país de procedencia. En los 34 artículos seleccionados se citaron 82 fuentes de diferente tipo. De ellas, 48 son nacionales y, el resto, forá- neas. Sin embargo, lo interesante de estas cifras radica en que la mayoría de las fuentes foráneas que se emplearon provinieron de los Estados Uni- dos. El próximo gráfico lo evidencia:

3% Otros

3% Bolivia

ron la construcción de la presencia militar nor- teamericana en el país. El hecho de escoger un editorial para abordar un fenómeno indica la im- portancia que tiene para la comunidad y para el periódico dicho fenómeno. Más, veamos cuáles fueron las fuentes que se utilizaron para legitimar la presencia estadounidense en Colombia.

Fuentes utilizadas

En relación con las fuentes citadas del periódi- co, el siguiente gráfico es ilustrativo:

3% Venezuela

Esp

3%

aña

82% EE. UU.


image

30 2009

25 2010

20

15 2011

10 2012

5

No oficiales

Académicas

ONG

Organismos

Mundiales

Gubernamentales

Militares

Mediáticas

Jurídicas

Negras

0



65Redacción Política y Justicia: Presidente Santos dice que fallo de la Corte sobre bases militares no afecta coo- peración con EE. UU., Ob. cit.

Aunque el tema implica a la nación norteame- ricana no deja de ser curioso cómo hay un pre- dominio en demasía de estas fuentes, lo que indi- ca una fuerte tendencia hacia la legitimación con protagonistas norteamericanos de los temas que aborda el medio. Esto se relaciona también con los géneros periodísticos empleados como fueron las entrevistas ya analizadas.

Con otro sentido hay participación de fuentes de Venezuela y Bolivia. En relación con estos dos países las fuentes se utilizan sobre todo para des- acreditar lo que expresaron: “El “acuerdo comple- mentario para la cooperación y asistencia técnica en defensa y seguridad” entre Colombia y EE.UU. permitía a uniformados estadounidenses operar en al menos siete bases colombianas. La firma del documento por parte del gobierno del ex presi- dente Uribe fue duramente criticada por Chávez y calificada como una “amenaza”. Según él, el ex mandatario “actuó dentro de la estrategia de gue- rra del Pentágono”’.66

Por otra parte, El Tiempo manejó las fuentes que aludían a Bolivia para presentar que no era parcial y, supuestamente, exponía las dos caras de un fenómeno. Sin embargo, la verdadera posición del artículo solo se puede apreciar con una lectura completa del mismo y con un conocimiento pre- vio del contexto, no así si extraemos fríamente las líneas que citan a Bolivia y, en especial, a Evo Mo- rales: “Mientras el presidente Uribe lo calificó (el acuerdo) como "de la mayor conveniencia para el país" y el general Fredy Padilla, ministro encarga- do de Defensa, envió un mensaje prudente a los vecinos, a quienes les dijo que "pueden estar tran- quilos", en la otra orilla sectores de la oposición nacional y gobernantes del área andina, como Evo

Morales, hablaron de "violación de la soberanía" y de "gobiernos traidores”.67

Además, las fuentes negras se utilizaron en gran medida en nombre de fuentes guberna- mentales tanto de EE.UU. como de Colombia y, sobre todo, en el año 2010 con un contexto con- vulso para no comprometer las fuentes en un pe- ríodo donde el proceso legal de aprobación del acuerdo de las bases estaba en auge y había pro- vocado el rechazo de muchos gobiernos latinoa- mericanos. El cuidado entonces de trabajar di- plomáticamente la opinión pública se manifiesta en este ejemplo: “Fuentes del Departamento de Defensa de EE.UU. le dijeron a este diario que una de las razones por las que esperaban que el acuerdo entrara a operar es la necesidad de una pista donde aterricen los aviones Awacs, que las tropas usaban en Manta (Ecuador), para labores de interdicción”.68

De manera general, estos fueron los resultados obtenidos en cuanto a ejes temáticos, géneros, fuentes citadas y enfoques del periódico El Tiem- po. No obstante, a modo de conclusión afirma- mos que:


image

12

10

8

6

4

2

0

Positivo


Prominentemente positivo


Prominentemente negativo


Negativo


2009

2010

2011

2012