Nueva Época

Número 00

La UE, EE.UU. y Rusia: variables que determinan sus convergencias y divergencias en el contexto internacional actual

MSc. Raynier Pellón Azopardo

Máster en Ciencias Históricas, Licenciado en Historia e investigador Auxiliar, Jefe del Proyecto de Investigación sobre las Relaciones Cuba- Unión Europea del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).

e-mail: raynier@cipi.cu ray_pellon80@yahoo.es

Número ORCID: 000-002-4809-4232


Resumen

El ascenso al poder de Donald Trump destacó un conjunto de interrogantes e incertidumbres sobre la futura proyección internacional del ejecutivo esta- dounidense; su presumible relación con actores de relevancia mundial y posibles posicionamientos ante los problemas globales. Titulares de prensa y decla- raciones políticas —no pocas veces infundadas y apoyadas en las enigmáticas declaraciones de cam- paña— igualmente propagan las incertidumbres en- tre los aliados tradicionales y estratégicos de EE.UU. en Europa; como es el caso de la UE, y de la OTAN. También ganan visibilidad las vacilaciones referidas a dos gigantes de la geopolítica mundial: Rusia y China. El artículo constituirá una necesaria aproxima- ción a estos temas, cuyo análisis implica ubicar a los aliados trasatlánticos en medio de las variables contextuales que determinan sus convergencias y divergencias, y al propio tiempo, realizar una evaluación de tendencias al margen de la retóri- ca del presidente Trump. Ello constituye un paso imprescindible para descifrar las interrogantes centrales de este escrito: por qué divergen y con- vergen la UE, EE.UU. y Rusiaen el contexto inter- nacional actual; cuáles son las tendencias poten-

ciales que se identifican para el mandato Trump.

Palabras clave: Unión Europea, Relación Tra- satlántica, Rusia, contexto internacional.

Abstract

The rise to power of Donald Trump unleashed a set of questions and uncertainties about the fu- ture international projection of the US executive; Its presumed relation with actors of worldwide relevance and possible positions before the glo- bal problems. Press headlines and political sta- tements-often unfounded and backed up by the enigmatic campaign statements-also spread the uncertainties among US traditional and strategic allies in Europe; As is the case of the EU, and of NATO. Also gaining visibility are the hesitations regarding two giants of global geopolitics: Russia and China.

The article will constitute a necessary approxi- mation to these issues, whose analysis involves lo- cating the transatlantic allies in the midst of the contextual variables that determine their con- vergences and divergences, and at the same time, conduct an evaluation of trends outside the rhe- toric of President Trump. This is an essential step to decipher the central questions of this writing: why the EU, the US and Russia diverge and con- verge in the current international context; What are the potential trends identified for the Trump mandate.

Key words: European Union, Transatlantic Rela- tionship, Russia, international context.


La evolución de las tendencias globalizadoras neoliberales, la puja de los actores europeos -entre los que destacan la Unión Europea (UE), la Orga- nización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Federación Rusa- por mantener y ampliar sus esferas de influencia y, al mismo tiempo, la nece- sidad de desarrollar acciones coordinadas para el enfrentamiento de determinados problemas glo- bales, son las razones más importantes que expli- can la actualidad e importancia de este trabajo.

A estas tradicionales cuestiones se suman otras que impactan la situación más reciente del esce- nario internacional: los efectos de la actual cri- sis global, los nuevos procesos integracionistas y formación de bloques, las implicaciones políticas, económicas y financieras derivadas de las concer- taciones de potencias emergentes, la importancia creciente de las empresas trasnacionales y otros fenómenos que condicionan las relaciones polí- ticas y de seguridad entre los principales actores europeos y de estos con EE.UU. como han sido el caso de la crisis ucraniana, la baja en los pre- cios del petróleo, el ascenso de la extrema derecha en varios países de la UE, los efectos del Brexit, el incremento de las tendencias nacionalistas, el aumento del potencial de conflictos, entre otros.

La forma en que se desarrollan los vínculos en- tre los actores mencionados no solo impacta en los procesos políticos y de seguridad en Europa, sino que inciden en la evolución más o menos acentuada hacia un mundo multipolar y en los propios rasgos del sistema capitalista global.


Concertación y disensos en el contexto internacional actual

Identificar los factores de los cuales van a de- pender las convergencias y las divergencias entre actores clave del escenario europeo, incluyendo la eventual formación de concertaciones y alian- zas ocasionales para fines específicos, implica que

consideremos las adecuaciones y proyecciones estratégicas de los mismos en el actual contexto internacional.

Partiendo de las variables más generales, debe considerarse que en la fase actual de las relacio- nes de producción capitalista existe una creciente interdependencia e interconexión de los merca- dos, las mercancías, los capitales, las naciones y los procesos productivos a escala global. Este en- tramado de conexiones tiene un carácter objetivo y condiciona irremediablemente las proyecciones internacionales de los actores objeto de estudio, determinando que en medio de una tradicional competencia por mantener y ampliar sus esferas de influencia a nivel regional y global, también necesiten desarrollar acciones coordinadas para el enfrentamiento de determinados problemas globales.

La interdependencia e interrelación de los pro- blemas globales terminan vinculando temas y actores internacionales con los asuntos exclusi- vamente domésticos. Temas como la crisis eco- nómica global, la contaminación ambiental, la estabilidad financiera internacional, las migracio- nes, las epidemias, el tráfico de drogas, de armas y de personas, la crisis alimentaria, el terrorismo, entre otros, son muy difíciles de manejar sin una amplia coordinación internacional, lo cual pro- mueve inexorablemente la eventual formación de concertaciones y alianzas entre diversos actores de relevancia mundial.1

Como consecuencia, la transición hacia un mundo multipolar se produce bajo múltiples ten- dencias, en ocasiones contradictorias: la disemi- nación del poder hacia un mundo multipolar, con un desplazamiento de los países capitalistas desarrollados hacia los países emergentes; dicho proceso se acompaña de cambios en la geopolí- tica internacional, incluyendo el ascenso de las posturas nacionalistas, de las fuerzas de extrema


1Colectivo de Investigadores del CIPI. Convergencias y contradicciones entre EE.UU., la UE y Japón en la actual fase de desarrollo del capitalismo. Perspectivas en el horizonte 2020. Jefe del Proyecto y compilador. Raynier Pellón Azopardo. En: Base de datos. CIPI, 2012.


derecha, de la elevación de la importancia de los factores étnicos, religiosos y civilizatorios, del de- bilitamiento de la gobernanza internacional, del incremento de la inestabilidad regional y del au- mento del potencial de conflictos. Sobre las ten- dencias de la desigualdad se produce una parado- ja, aunque disminuye la desigualdad entre países aumenta entre las personas a causa de la mayor polarización en la distribución del ingreso al inte- rior de la mayor parte de los países, sean subdesa- rrollados, emergentes, o avanzados.2

En la actual coyuntura, el paulatino ascenso de potencias emergentes también tiene importantes implicaciones políticas, económicas, financieras y de seguridad. Resulta indiscutible el protagonis- mo que vienen teniendo particularmente Rusia y China ante el concierto occidental y el importante papel que están destinados a jugar estos países a mediano y largo plazos en el contexto de las rela- ciones internacionales. Sus alianzas económicas, políticas y de seguridad, si bien no se muestran antagónicas con el modelo global de acumulación y el sistema capitalista predominante, sí son per- cibidas como una amenaza para la proyección es- tratégica occidental al cuestionar en la praxis sus mecanismos de gobernanza mundial.3

La traslación del centro de gravedad económi- co desde el Oeste hacia el Este y el Sur, justifican sus posiciones. Ya en 2007 un informe del Insti- tuto McKinsey mostraba cómo los mercados fi- nancieros en las economías emergentes represen- taron ese año la mitad del crecimiento del total

de los activos financieros.4 Hoy ese porcentaje es muy superior. En 2050 el PIB de siete economías emergentes (los BRICS más Indonesia, México y Turquía) se estima será un 25% superior al de los Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia y Canadá juntos. Esto significa que el peso relativo de EE.UU., la UE y sus aliados naturales puede ir disminuyendo relativamente. Se pre- vé que en 2030 China será la principal potencia mundial, no solo en términos de PIB, sino tam- bién en relación al gasto militar y a las inversiones tecnológicas. También responderá por el 30% de la inversión mundial.5

Ante los intereses de actores occidentales — como la UE, la OTAN, y el propio EE.UU.— se presenta así un doble problema: por una parte la inevitable consideración de compartir con las economías emergentes el enfrentamiento de un grupo de problemas globales, a lo cual se suma la interdependencia de sus economías, mientras que por otra parte, ante los intereses occidentales las economías emergentes se perciben como una potencial amenaza, pues ya aparecen entre los principales competidores por el acceso y control de recursos naturales, materias primas y nuevos o tradicionales mercados.6

Los instrumentos de cooperación existentes, como las concertaciones futuras entre las partes

—ya sean de índole económica, política, financie- ra, tecnológica o de seguridad—, constituyen ins- trumentos de poder a través de los cuales tanto las potencias tradicionales como las emergentes

2Colectivo de Investigadores del CIEM. Tendencias socioeconómicas mundiales y proyecciones para los próximos 15 años (2015-2030). Compilador: José Luis Rodríguez García, Edición: José Luis Rodríguez García y Ramón Pi- chs Madruga. La Habana, 2016, p.13.

3Recomendamos consultar las siguientes fuentes: Graciela Arroyo: “La Globalización como caos”, en Relaciones Inter- nacionales (México), núm. 52, 1991; Samir Amin: Capitalisme et économie—monde. CETRI, Louvain—le Neuve, 1993; Silvio Baró Herrera: Consideraciones acerca del contexto ideo político internacional. Obra Inédita. Centro de Investi- gaciones de Política Internacional (CIPI), La Habana, 2012.

4McKinsey Global Institute, 2008. Fifth Annual Report. 5Colectivo de Investigadores del CIEM. Ob. cit. 2016, p. 7.

6Consultar: Silvio Baró Herrera y Graciela Chailloux Laffita: ¿Hacia un gobierno global? Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008, y Silvio Baró Herrera: Globalización y desarrollo mundial. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997.


se disputan un estatus específico en el balance y correlación de fuerzas mundial.

La arquitectura financiera internacional predo- minante así como sus mecanismos de gestión de riesgos y prácticas de supervisión le confieren a Occidente la capacidad de monitorear la situación política, económica y social en parte importante del mundo. Al respecto, los condicionamientos establecidos desde la UE y EE.UU. en el ámbito de sus relaciones económicas a nivel global devienen en instrumento a través del cual se promueven y ejecutan nuevas formas de injerencia. Entre los primeros pasos pueden destacarse los requisitos que establecen para que otros puedan participar en el Sistema Generalizado de Preferencia (SGP). Le siguen los condicionamientos establecidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Ban- co Mundial (BM) para que las naciones de renta media y baja puedan emprender los procesos de renegociación de sus deudas en el Club de París, y las establecidas bilateralmente por los principales países donantes para brindar sus recursos finan- cieros.

La promoción que realizan los EE.UU. y alia- dos de su noción de buena gobernanza también ha respondido al interés de incidir en los asun- tos domésticos de otros actores. El cumplimiento de sus exigencias —vinculadas a diversos ámbi- tos de la vida domésticas y no necesariamente a las garantías de tipo económico— se transforman en requisito imprescindible para poder tener ac- ceso a los flujos de ayuda externa, ser elegibles para préstamos bancarios, no confrontar malas calificaciones como posibles destinos de las in- versiones extranjeras, ventajas comerciales o sim- plemente lograr la firma de tratados, convenios u otros beneficios. En términos de convergencias y divergencias —dentro del marco trasatlántico— resulta imprescindible destacar que si bien el BM, la OMC, y el FMI son instituciones a través de las

cuales EE.UU. y la UE suelen instrumentar nue- vas formas de injerencia y monitoreo a nivel glo- bal, en su seno, no siempre funcionan como un bloque homogéneo de poder. En la práctica, es- tos son terrenos donde la correlación de fuerzas existente entre los actores tiene un peso esencial y generalmente inclina la balanza a favor de EE.UU. La heterogeneidad fáctica de la UE se torna pa- tente cuando se comprueba que los países miem- bros jamás han votado unitariamente en contra de una iniciativa de los EE.UU. en el seno del direc- torio del FMI. El voto europeo ha sido invariable- mente fragmentado con Gran Bretaña, cumplien- do su tradicional papel de junior partner de los intereses norteamericanos.7 Como resultado del Brexit, este fenómeno resultará más visible, relati- vizando aún más las potencialidades de la UE en el seno de dicha institución. Este sesgo pro-nor- teamericano ante el cual se pliegan miembros de

la UE se observa también en la OMC.

Los elementos descritos también constituyen un factor de divergencia entre las potencias tra- dicionales y emergentes. De los actores objeto de análisis, Rusia ha sido particularmente activa en lo relacionado con la necesidad de reformar el siste- ma financiero internacional. Sus reivindicaciones en este ámbito, compartidas también en el mar- co del BRICS, se sintetizan en la agilización de la reforma del FMI (especialmente en el sistema de cuotas) y en que su Consejo de Administración refleje los cambios en la economía mundial como consecuencia de lo cual debería incrementarse la representación de los emergentes, así como el for- talecimiento de una supervisión internacional de la reforma y regulación del sistema financiero, la exigencia de una mayor coordinación de políticas y la promoción de un desarrollo sano de los mer- cados financieros y los sistemas bancarios.8 El re- clamo sobre este particular apunta a incrementar la capacidad de préstamo del FMI y a reclamar al

7Atilio A. Borón: La estructura de la dominación mundial: De Bretton Woods al AMI. CLACSO/Consejo Latinoa- mericano de Ciencias Sociales, marzo de 2002.

8Cuarta Cumbre de los BRICS, Declaración de Nueva Delhi, 29 de marzo de 2012.


BM que dé prioridad a la movilización de recur- sos hacia los países emergentes y en desarrollo, así como a bajar los costos de los préstamos.9

No obstante, las posiciones defendidas por Rusia no deben interpretarse como un empeño de susti- tuir a las actuales estructuras del sistema, como ex- presión del empuje de un nuevo poder emergente. En sus propuestas, si bien es perceptible la crítica al desempeño del actual sistema, de momento, su arre- metida no está dirigida a su sustitución, sino a su complementación y modificación funcional. Aun así, se debe reconocer que el avance en la creación de estructuras financieras importantes en el marco del BRICS crea de forma empírica canales funciona- les paralelos.10 Iniciativas como el Fondo de Reserva y de Estabilización, y el Banco Asiático de Inversión son iniciativas cuya evolución merece toda atención. Si evaluamos integralmente los instrumentos de poder occidental y específicamente de la alian- za trasatlántica, comprendemos que estos han comprendido tanto elementos financieros, como comerciales, de seguridad, político ideológicos y

culturales. La concertación de la UE y EE.UU.

en estos ámbitos ha desbordado históricamen- te las orientaciones específicas de fuerzas políticas y ejecutivas a ambos lados del atlántico. Conse- cuentemente se impone una aproximación a las principales tendencias en los ámbitos geoestraté- gicos, de seguridad, e ideo políticos.


Geoestrategia, seguridad e instrumen- tos ideo-políticos

Valdría preguntarnos si la gestión de Donald Trump podría realmente propiciar la preponde- rancia del nacionalismo extremo sobre las con- certaciones estratégicas de dimensiones globa- les y específicamente conducir a la erosión de la

alianza trasatlántica en la esfera de la seguridad. Ciertamente, la supremacía de los EE.UU. si-

gue sustentada tanto en su peso económico, científico-técnico, militar e ideo político, como en las vulnerabilidades estructurales de la UE y la pérdida de protagonismo de Japón en su papel de potencia económica regional y mundial. Sin embargo, también es un hecho de que EE.UU. cada vez resulta menos relevante para poder afrontar por sí solo los desórdenes globales y ga- rantizar el suministro de los llamados bienes co- munes: estabilidad y seguridad, esencialmente. Coincidiendo con lo pronosticado por el Natio- nal Intelligence Council estadounidense en sus escenarios globales de 2008 los EE.UU. serán uno más de entre un buen número de actores impor- tantes en la escena internacional, aunque el más poderoso.11

Al propio tiempo, las divisiones y las vacilacio- nes europeas previsiblemente inhabilitarán a la UE para llenar el vacío creado por una progre- siva y relativa retirada norteamericana y por un igualmente progresivo traslado del centro de gra- vedad del poder desde el Oeste hacia el Este y el Sur. En relación con China, prácticamente todos los miembros de la UE, y en particular Alemania, se interesan por el establecimiento de una asocia- ción estratégica con Beijín, y cooperan en temas globales o regionales específicos.

Aunque menos popularizada desde los medios occidentales, la visión china de una nueva Eura- sia conectada con Beijing por todo tipo de trans- porte y comunicación avanza paulatinamente, y en ella juegan un rol medular Rusia y Alemania. La estrategia de China es crear una red de inter- conexiones entre no menos de cinco zonas de me- dular importancia estratégica: Rusia (puente clave


9“Reclama el grupo BRICS mayor participación en diseño mundial”. Periódico Juventud Rebelde, 29 de mar- zo de 2012, en: www.juventudrebelde.cu/internacionales/2012-03-29/reclama-elgrupo-brics-mayor-participa- cion-en-diseno-mundial/. Fecha de consulta: junio de 2012.

10Iván León Zhukovskii: La encrucijada de Rusia. Involución periférica y la geopolítica del capitalismo global. Kindle Edition, 2015.

11National Intelligence Council, 2008. Global Trends 2025: A Transformed World.


entre Asia y Europa), los países del de Asia Cen- tral, Asia del sureste (con importantes funciones para Irán, Iraq, Siria, Arabia Saudita y Turquía), el Cáucaso y Europa del Este (entre otros Belarús, Moldavia y, en función de su estabilidad, Ucra- nia). La planificación de las denominadas Rutas de la Seda a través de Eurasia, aunque atraviesa obstáculos de todo tipo, prosigue. El resultado fi- nal podría ser la concreción de infraestructuras integradas —carreteras, trenes de alta velocidad, oleoductos, puertos— que conectarían China a Europa Occidental y el Mediterráneo en todas las formas imaginables.12

En este orden, un ejemplo que no podría dejar de mencionarse es el denominado Acuerdo del Si- glo. El mayor proyecto gasífero jamás concebido y que firmaron Rusia y China en mayo de 2014. El acuerdo sentó las bases para la construcción del gasoducto Power of Siberia ya en construcción en Yakutsk. Como respuesta a este futuro entramado de conexiones eurasiáticas, el enfoque de Washin- gton podría considerarse como de dividir y aislar. La Administración Obama cruzó todas las líneas rojas imaginables para acosar y aislar a Rusia, con el apoyo tanto de republicanos como de demócra- tas.

En la estrategia de seguridad nacional de Ru- sia (2015) se destacan como prioridades los países del llamado espacio postsoviético, y los esquemas multilaterales vinculados a ellos. Como elemento novedoso se aprecia el propósito de proyectar es- quemas como la Unión Económica Euroasiática (UEE) y Tratado de Seguridad Colectiva al con- texto más amplio de sus relaciones con China y la Organización de Cooperación de Shanghái. En junio del 2016 comenzaron las negociaciones de la Comisión de la UEE para la firma de un Acuer- do con las autoridades chinas, buscando atracción

de inversiones para la realización de proyectos de infraestructura, diversificación de las potenciali- dades logísticas, entre otros temas.13

¿Puede Donald Trump ignorar los impactos que para la correlación de fuerzas mundiales pue- den tener dichas iniciativas? ¿Qué fuerzas políti- cas y económicas apoyarían un desentendimiento trasatlántico que, como resultado, erosione los in- tereses estratégicos estadounidenses a escala glo- bal?

Identificar presumibles rupturas en la geopo- lítica estadounidense implica realizar un análi- sis visto en su evolución. En este sentido resulta loable destacar que Washington promovió con la UE, aunque en medio de trascendentales obstá- culos a los que habría que incorporar la campa- ña Trump, el Tratado Transatlántico de Comer- cio e Inversión (TTIP) y con Asia en un Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Ambos favorecen a las corporaciones estadouni- denses globales. Los dos indican cuál es el núcleo duro geopolítico detrás de estos tratados. El TPP excluye a China y el TTIP excluye a Rusia. Los objetivos de dichos acuerdos —sean cumplidos en mayor o en menor medida— son representar líneas de fuerza apenas disimuladas.14

Como respuesta a este futuro entramado de co- nexiones eurasiáticas, EE.UU. se ha convertido en la potencia extra regional con mayor representa- ción en la región centroasiática, expresado en una creciente presencia militar, en la realización de ejercicios militares conjuntos, la concertación de alianzas militares y de seguridad y en los acuerdos económicos, lo cual hacen de este país un actor indispensable en el análisis del equilibrio de fuer- zas en la región.

Lo anterior explica por qué para EE.UU. la pro- yección hacia Rusia pasa necesariamente por el

12Pepe Escobar: El futuro de una alianza Beijing-Moscú-Berlín. ¿Pueden China y Rusia echar a Washington a em- pujones de Eurasia? En: www.tomdispatch.com/blog/175903/.

13Entrevista que le dio a TASS el Presidente de la Comisión de la UEE el 6 de septiembre del 2016. Res www.eurasian- commission.org/en/na e/news/Pages/25-08-2016-1.aspx.

14Pepe Escobar. Ob. cit. En: www.tomdispatch.com/blog/175903/.


fortalecimiento del vínculo transatlántico. Para los EE.UU. sus aliados occidentales continúan siendo una figura clave en los propósitos de contener a una Rusia en ascenso, cuyas áreas de influencia tradicionales son de un interés estratégico para los EE.UU. Sin embargo, la victoria de Donald Trump ha estimulado elucubración vinculada a la posible erosión de la Alianza Trasatlántica; tam- bién sobre una distensión entre EE.UU. y Rusia, la cual se ve cada vez más lejos. Tal hipotético es- cenario vendría a contrarrestar la ostensible cris- pación que dejó la Administración Obama como herencia de su relación con Moscú.

En este sentido, resulta loable destacar que exis- ten factores objetivos para justificar una coyuntu- ral distensión entre EE.UU. y Rusia. De manera retórica —pues la confrontación actual lo hace in- viable—, la política rusa plantea que están abier- tos a la interacción de la Organización del Trata- do de Seguridad Colectiva (OTSC) con la OTAN sobre las bases de igualdad.15 Sin embargo, en el presente y de cara al futuro deben persistir diver- gencias de fondo, las cuales están asociadas con las proyecciones geoestratégicas de estos actores y la disputa por posicionarse favorablemente ante una correlación de fuerzas que a escala global muestra signos de cambio.

Al respecto debe destacarse que una presumi- ble distensión entre EE.UU. y Rusia podría ser secundada por la UE, el principal aliado estadou- nidense a escala global. Aunque ha disminuido su peso porcentual en el intercambio comercial ruso, la UE continúa fungiendo como el princi- pal socio comercial de Rusia. La estructura del intercambio comercial sigue siendo en extremo favorable a la UE ya que el grueso de las expor- taciones rusas está constituido por productos del

sector primario. Rusia continúa siendo el princi- pal suministrador de hidrocarburos a la UE y la voluntad comunitaria de avanzar en la produc- ción de energía renovable y diversificación de sus suministradores energéticos no alcanza a re- vertir esta tendencia.16 En el marco de la Alianza trasatlántica, los principales costos de las sancio- nes aprobadas por el Senado estadounidense en julio de 2017 van a la cuenta de la UE.

Dentro de las relaciones bilaterales, deben resal- tarse los vínculos existentes entre Rusia y Alema- nia. Este último es el principal socio económico de Rusia entre los países de la Unión y el segundo a nivel global, después de China, así como el más importante interlocutor político ruso en Europa Occidental. Es su principal importador de ener- géticos, máximo importador de gas, y el tercero de petróleo. El nivel de identificación entre la di- rigencia de ambos países, aunque no ha sido el mismo con Ángela Merkel, es reflejo de la con- vergencia entre el gran capital energético alemán con sus contrapartes rusas, y los vínculos que se estrecharon previamente entre Vladimir Putin y Gerhard Schröder, promotores de la construcción del gasoducto North Stream, entre otros impor- tantes proyectos.17

A estos factores que podrían justificar la dis- tensión, habría que agregar que Rusia ha demos- trado ante la opinión pública la efectividad de su campaña antiterrorista. La inestabilidad genera- da por las intervenciones militares de occidente en el norte de África y Medio Oriente, así como la cuestionable efectividad de su lucha contra el terrorismo, hoy es un bumerán que afecta la cre- dibilidad de EE.UU. y de la UE como actores glo- bales garantes de seguridad. También vulnera su propia estabilidad económica, y política. La cri-


15Vea el Discurso del Canciller Serguei Lavrov en la ONU el 23 de septiembre de 2016.

16Colectivo de Autores CIPI - ISRI. Escenarios de Política Internacional Europa (2017- 2022). Coordinador: Raynier Pellón Azopardo, 2016.

17León Zhukovskii, Iván. Ob, Cit. 2015.

18Juan Tovar Ruiz: La política europea de Barack Obama: 3 meses de nueva relación transatlántica. En: www.realinsti- tutoelcano.org 22-4-2009.


sis migratoria que afronta la UE y los atentados terroristas perpetrados contra países de la Unión son algunos de los ejemplos más visibles de este fenómeno.

Al propio tiempo, la presumible distensión en- tre occidente y Rusia encuentra obstáculos esen- ciales. La emergencia de Rusia como un actor re- levante en el sistema internacional ha exacerbado o visibilizado las agudas divergencias que en el terreno geoestratégico existen con sus socios occi- dentales. Después de un período de declive, Rusia ha desafiado a Occidente en numerosos aspectos relacionados con cuestiones de seguridad.18 La Guerra de Osetia del Sur tuvo como saldo una Ru- sia más fortalecida que reafirma su control sobre la política energética, vital para Europa Oriental y Central.

Con independencia de las serias limitaciones de la estructura socio-económica rusa, este país cuen- ta con importantes factores de fuerza geopolíti- ca, como su poderío militar-nuclear, su peso en el mercado energético global, y su asiento en el Con- sejo de Seguridad de la ONU.19 A ello habría que agregarle su creciente participación e influencia en mecanismos de concertación política e integración económica como son la Comunidad de Estados In- dependientes, la Comunidad Económica Euroasiá- tica, la Organización de Cooperación de Shanghái, la Organización del Tratado de Seguridad Colecti- va y los BRICS, cuyas iniciativas económicas y de seguridad imponen serios retos a la tradicional for- ma en que las potencias occidentales, lideradas por EE.UU., se relacionan con terceros estados.

Sin embargo, las potencias occidentales han des- conocido los intereses estratégicos de Rusia, espe- cíficamente en áreas que son consideradas, desde Moscú, prioritarias para su seguridad nacional. Desde Rusia se percibe la ampliación, tanto de la

UE como de la OTAN, como un intento de cerco por parte de Europa, quien a veces también percibe a Rusia con pretensiones expansionistas, de ahí los contenciosos con respecto a Kosovo, Chechenia, Georgia, y actualmente con Ucrania. La supues- ta normalización de las relaciones entre EE.UU. y Rusia —tan enunciada por Trump— también en- cuentra entre sus presumibles obstáculos la inva- riable defensa rusa de su seguridad nacional. Una posición diferente por parte del Kremlin no solo sería ingenua, sino que tendría impactos conside- rables para el equilibrio de fuerzas a escala global.

Consecuentemente, el reforzamiento de las po- siciones de la OTAN en la vertiente noreste ha incrementado gradualmente las divergencias de Occidente con Rusia y constituido un catalizador de la carrera armamentista en la región. La estre- cha cooperación atlantista también ha conducido a una mayor militarización de la política exterior de la UE, con un consecuente uso de la fuerza militar. Ello ha propiciado que la UE y, en parti- cular, alguno de sus Estados miembros, lejos de generar estabilidad, apuesten por una participa- ción creciente en conflictos y el incremento de las tensiones internacionales. La necesidad de evitar una mayor pérdida de credibilidad en el escenario internacional también ha conducido al liderazgo comunitario a una mayor cooperación en el mar- co de una defensa inteligente, apoyando una remi- litarización regional que se base en hacer más con menos y evitar duplicidades.20

La campaña presidencial de Donald Trump y primera etapa presidencial ha distorsionado, ante parte de la opinión pública y medios de comuni- cación, los factores objetivos que condicionan la concertación trasatlántica en el ámbito de la segu- ridad. Como resultado de su efecto, hoy escucha- mos desde los predios comunitarios —tal como

18Juan Tovar Ruiz: La política europea de Barack Obama: 3 meses de nueva relación transatlántica. En: www.rea- linstitutoelcano.org 22-4-2009.

19Colectivo de Investigadores del CIPI. Principales tendencias de los BRICS en el horizonte 2020. Dirigente científico Lic. Iván León Zhukovskii. En: Bases de Datos CIPI, 2014.

20Ideas esbozadas en la Cumbre de la Alianza, mayo de 2012.


si constituyera una novedad—el propósito de for- talecer las capacidades defensivas de la UE. Los medios publicitan la presunta creación de un Eu- ro-Ejército.

Sin embargo, el propósito atlantista por forta- lecer la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) no es un resultado de la coyuntura actual. Tampoco es un desenlace de la victoria de Trump en los EE.UU. o de sus declaraciones de campaña. El constante llamado de EE.UU. al aumento de las partidas destinadas a las cuestiones militares está en sintonía con una antigua tendencia que se in- clina a favor de la militarización del pensamiento de política exterior en la UE. Aunque hoy —solo en apariencia— pueda parecer a contracorriente, la paulatina militarización comunitaria es un objeti- vo compartido en los marcos de la OTAN y aunque los esfuerzos principales en la PESD se orienten a delimitar cada vez más sus propias prioridades, es- tas siempre se han concebido en un marco de estre- cha coordinación atlántica. Una vez pueda anali- zarse la evolución de estos procesos con una mayor distancia temporal deben ganar visibilidad las sin- tonías atlánticas en el terreno de la seguridad. Esas que hoy están reflejadas en documentos rectores como la Estrategia Europea de Seguridad.

Seguir el rastro del dinero suele resultar ilustra- tivo y esclarecedor en estos análisis. ¿Quiénes se- rían los mayores beneficiados con la militarización de la política exterior de la Unión Europea? Uno de los principales intereses por los cuales EE.UU. y la Alianza insisten tanto en que los miembros au- menten su presupuesto militar es porque el Com- plejo Militar Industrial necesita que el Bloque At- lántico consuma el armamento que producen sus empresas. Como bloque, exceptuando a EE.UU. y a Canadá, la OTAN fue el segundo importador de armamento en el mundo durante el período 2009- 2014 y como no es de extrañar, las empresas pro- ductoras de armas son las que mayores ganancias obtuvieron por dichas ventas.21

Los países miembros de la UE ocupan el segun- do lugar como grupo en la producción armamen- tista, con una variedad de equipos especializados que la sitúan entre los principales exportadores mundiales. Entre los 20 principales exportadores de armamentos del mundo hay diez miembros de la Unión Europea, siete de ellos (Alemania, Rei- no Unido, Francia, Suecia, Italia, España y Holan- da) entre los primeros 10. Entre las 20 principales compañías fabricantes de armamentos, 6 son de países miembros de la Unión Europea. Aunque estas compañías aparecen con sus nacionalida- des son transnacionales con una base común es- tadounidense. Desde el 2003 descuellan los con- sorcios de armamentos: BAE Systems, del Reino Unido; EADS, franco-alemán-español; Thales de Francia, la británico-italiana Augusta Westland, la franco-alemana Eurocopter y Finmeccanica de Italia. Los capitales estadounidenses predominan con sus acciones en BAE, EADS y Eurocopter.22

El incremento de las capacidades defensivas de la UE beneficia en primer término al Com- plejo Militar Industrial y a las transnacionales productoras de armamento ubicadas en el con- texto trasatlántico. También existe una impor- tante sintonía en los objetivos contemplados en la Estrategia Europea de Seguridad y la Estra- tegia de Seguridad Estadounidense, particu- larmente visibles en las prioridades referidas al denominado arco meridional de inestabilidad, que se extiende desde el Medio Oriente hasta el litoral de Asia; región del mundo en que se identifican una multitud de problemas debido a supuestos vacíos de seguridad, desequilibrios de poder, pobreza, gobiernos considerados in- eficaces, y por supuesto el fundamentalismo is- lámico extremista. Consecuentemente, valdría plantearnos una pregunta. ¿Por qué asociar la presumible profundización de la PESD con la erosión de la OTAN y no como un ineludible complemento de esta?

21Nelson Roque Suástegui: “Dinámica de las relaciones OTAN-UE”. Bases de Datos CIPI. Inédito. 2016. 22Sipri. Arms. Trasfer data base. And sipri. Year. book. 2015.


En sentido general, es necesario considerar la amplia gama de intereses compartidos en el ám- bito de la Alianza Trasatlántica, donde en la ma- yoría de los casos las diferencias en sus proyeccio- nes externas recaen en la metodología utilizada y no en la esencia de los temas. Sin embargo, ello no excluye la existencia de elementos de disensos que puntualmente dificultan el diálogo bilateral UE-EE.UU. Las propias deficiencias que presen- ta la UE en el ámbito de la defensa resultan en recurrentes fricciones dentro del contexto de la alianza trasatlántica. El desarrollo de la PESD está lastrado por problemas estructurales. Existe una tradición de apelaciones genéricas a mayores es- fuerzos presupuestarios y a generar economías de escala en materia industrial y tecnológica que se han incumplido reiteradamente en el pasado.

La Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, presentada al Consejo Eu- ropeo en junio de 2016, no ha podido llegar en peor momento. La UE atraviesa un período de su- pervivencia, dominado por los efectos del Brexit, la crisis migratoria e institucional, y un moderado crecimiento económico que no se traduce en la restitución del bienestar social a nivel comunita- rio. En este contexto, la propia Estrategia aplaza la fijación del nivel de ambición, las misiones y capacidades necesarias a una futura sub estrategia del Consejo Europeo. La separación entre medios y fines sigue siendo recurrente, demostrándose que esos documentos son más la expresión de ob- jetivos deseables, que una relación entre los me- dios y los modos para obtener los fines deseados. La Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la UE (2016) sigue sin contem- plar las instrucciones para superar los problemas estructurales de fondo. Las competencias, los re- cursos, y la decisión de usar la fuerza y la rendi- ción de cuentas ante los parlamentos siguen en manos de los Estados miembros, conservándose

un carácter intergubernamental que impide avan- ces cualitativos en la construcción de una política de seguridad y defensa verdaderamente común. Durante el mandato de Trump, la escasa cohe- sión política de la UE continuará incidiendo en el carácter de las relaciones trasatlánticas. En su posible evolución puede ser recurrente una ma- yor bilateralización de las relaciones por parte de EE.UU., prefiriendo otorgar protagonismo a cada estado miembro de la UE de acuerdo a su im- portancia y el papel que pueda desempeñar en el cumplimiento de objetivos específicos; mientras que al propio tiempo se mantenga la alianza es- tratégica en los marcos específicos de la OTAN.

El mega Acuerdo Transatlántico sobre Comer- cio e Inversión (TTIP) ha constituido otro de los temas espinosos en el marco de las relaciones EE.UU.-UE. Resultante del ejecutivo Trump o no, el acuerdo propuesto ya ha afrontado importantes obstáculos. Entre los puntos de fricción emergen las diferencias en el ámbito del derecho laboral, protección a la salud pública, y protección al me- dio ambiente. En el sector agrícola los obstácu- los giran alrededor de las políticas proteccionis- tas que aún existen a ambos lados del atlántico y las prohibiciones europeas de importar produc- tos transgénicos. El rechazo de amplios sectores sociales viene a engrosar las dificultades que han enfrentado ambos actores durante el proceso de negociación. Un ejemplo de ello fue la petición Stop TTIP, que aunque recogió más de un millón de firmas en la UE, la Comisión Europea dicta- minó que no cumplía los requisitos para que se legislase sobre el tema.23

Sin embargo, los fuertes lazos económicos exis- tentes entre la UE y EE.UU. funcionan de mane- ra sólida y con cierta autonomía de las relaciones políticas, si bien se reconoce que la relación inver- sa bajo mandato de Trump puede caracterizarse por ciertos niveles de condicionalidad, muchas


23El derecho de petición ciudadana ya se encuentra estrictamente enmarcado y debe referirse exclusivamente a la aplicación de los Tratados. En este campo, una iniciativa no puede parar, revertir o negar legislación. Tampoco puede referirse a un tema que se esté tramitando.


veces difíciles de advertir. Esto se debe, esencial- mente, al mutuo reconocimiento de la alta in- terdependencia económica y a la comunidad de intereses de todo tipo entre ambas potencias. El entramado de conexiones económicas indica que un eventual naufragio del TTIP, desembocaría en nuevas fórmulas impulsadas por los actores más vinculados al capital transnacional y que tendrían idénticos fines: reducir los costos en materia de transacciones, aumentar la seguridad jurídica en- tre la UE y EE.UU., incrementar la eficiencia y la competitividad de sus exportaciones y dotar de nuevas prerrogativas a las transnacionales frente a los Estados.

Este proceso implicará el cuestionamiento de las normas y principios más importantes del Derecho Internacional, entre los que sobresa- len los principios de la soberanía, la no inter- vención y la autodeterminación de los Estados. Al respecto, el derecho de injerencia o inter- vención vendrá a constituir una de las nuevas figuras jurídicas que seguirán siendo impulsa- das por los sectores que propugnan el proceso de globalización. Así mismo, se continuará pro- moviendo la homogenización de concepciones culturales y sistemas de valores, pues estos as- pectos son necesarios para completar el proce- so de gobernanza global.

La aplicación de medidas políticas o político militares, la promoción de subversiones internas, y las campañas mediáticas dirigidas a deslegiti- mar sistemas políticos son algunos de los instru- mentos, dentro de un amplio arsenal, en que coo- peran particularmente EE.UU. y la UE. Ante este escenario resulta predecible que asistamos a una cada vez mayor fragmentación del poder político en distintos escenarios a escala internacional.

En el actual contexto, la proyección geoestratégi- ca de la UE, la OTAN, y Rusia también estarán per- meadas por el ascendente protagonismo de la ex- trema derecha. Fenómenos como Trump, Le Pen, Amanecer Dorado y el Brexit no son procesos aisla- dos, sino sistémicos, fuertemente vinculados con los

impactos del neoliberalismo y de la crisis estructural del sistema capitalista. Se impone pues desbordar los análisis nacionales, regionales e incluso birregiona- les para su compresión. Sea esta una modesta apro- ximación para comprender cuáles son los elementos que determinan las convergencias y divergencias en- tre actores de relevancia mundial como la UE, Rusia y la OTAN y de estos con EE.UU. en la coyuntura actual.


Arribando a conclusiones e identifican- do tendencias potenciales para el Manda- to Trump.

En la fase actual de las relaciones de produc- ción capitalista existe una creciente interde- pendencia e interconexión de los mercados, las mercancías, los capitales, las naciones y los pro- cesos productivos a escala global. Dicho entra- mado de conexiones tiene un carácter objetivo y condiciona irremediablemente las proyeccio- nes estratégicas de la UE, de EE.UU. y de Rusia, determinando que en medio de una tradicional competencia también necesiten —bajo coyun- turas específicas— desarrollar acciones coordi- nadas para el enfrentamiento de determinados problemas globales.

Consecuentemente, la transición hacia un mun- do multipolar se produce bajo múltiples tenden- cias, en ocasiones contradictorias. En el marco de este proceso se perciben cambios en la geopolítica internacional, incluyendo el ascenso de las postu- ras nacionalistas, de las fuerzas de extrema dere- cha, la elevación de la importancia de los factores étnicos, religiosos y civilizatorios, el debilitamien- to de la gobernanza internacional, el incremento de la inestabilidad regional y el aumento del po- tencial de conflictos.

El importante peso de actores como Rusia y China en el orden internacional, provoca que sus alianzas económicas, políticas y de seguridad sean percibidas, desde Occidente, como una amenaza para su proyección estratégica, sus mecanismos de gobernanza mundial.


Tendencias potenciales que se identifi- can para el mandato Trump