Nueva Época

Número 1

COVID-19, ¿desafio ultimativo para la comunidad internacional? COVID-19, a Final Challenge for the International Community?

Dr. Fabio Marcelli

Investigador del Instituto de Estudios Jurídicos Internacionales del Consejo Nacional de Investigaciones. Miembro de la Asociación Internacional de Juristas Democráticos.

    1. ail: fabio.marcelli@cnr.it

      Numero ORCID: 0000-0002-7557-870X


      Resumen:

      El presente texto se propone analizar algunas de las causas profundas de la pandemia Covid-19, al- gunas des sus interacciones con los conflictos in- ternacionales e internos existentes, y algunas de sus consecuencias en el plan político y jurídico inter- nacional, tomando en cuenta las reacciones de al- gunos de los principales actores y la necesidad de fortalecer la cooperación internacional en materia. Palabras clave: Covid 19, Pandemia, Coopera-

      ción internacional, Organización mundial de la Sa- lud, Neoliberismo.


      Abstract:

      The present text aims to analyze some of the deep causes of the Covid-pandemic, some of its interactions with existing internal and interna- tional conflicts, and some of its consequences on the political and legal international plan, con- sidering the reaction of some of the main actors and the need to reinforce international coopera- tion on the matter.

      Key words: Covid-19, Pandemic, International Cooperation, World Health Organization, Neoli- berism.


      Inicios de partida: las malas noticias Este escrito intenta delinear algunos aspectos fundamentales de la pandemia Covid-19 que afli- ge el planeta desde el principio del año 2020, re- construyendo sumariamente sus causas de fondo, las actitudes tomadas al respeto por varios Esta- dos y sus consecuencias en el plan internacional. En el momento actual (febrero 2021) nadie sabe realmente hasta cuándo durará la pandemia del Covid-19 y qué formas adoptará en los distintos países y situaciones. Los doce meses transcurri- dos desde el inicio de la pandemia muestran la to- tal inadecuación del actual sistema mundial para hacer frente al peligroso contagio. Para ser más concretos, algunos aspectos cruciales de la actual estructura de la sociedad mundial allanaron el ca-

      mino a la expansión del virus.

      Parece evidente que la pandemia de Covid-19 o coronavirus constituye un salto cualitativo respecto a otros fenómenos similares ocurridos en el pasado. La novedad del Covid-19 viene dada en este senti- do por su contagio y letalidad (Straitstimes, 2020). El contagio se ha extendido rápidamente por todo el mundo y es inmediatamente evidente, a partir de una lectura incluso superficial de las estadísticas, que los países que se encuentran en peores condiciones en la actualidad son aquellos cuyos dirigentes han subestimado abiertamente el alcance de la amenaza, adoptando a veces incluso posiciones explícitamen- te negacionistas. Esta actitud irresponsable ha deter- minado un gravísimo ataque a la salud pública no sólo de sus propios ciudadanos y del país, sino, dada la tendencia de la enfermedad a propagarse más allá de las fronteras, de toda la especie humana.

      El coronavirus representa un reto sin preceden- tes para la humanidad. Un primer elemento a des- tacar en este sentido es que se trata, en muchos sentidos, de un enemigo desconocido, ya que las investigaciones no han podido determinar aún diversas características del virus e incluso su ori- gen sigue rodeado de misterio.

      Este es un primer dato a tener en cuenta, que se desprende muy claramente del debate en la

      comunidad científica especializada. Un primer ejemplo de ello es la proliferación de modelos matemáticos relativos a la propagación del virus, que según el Dr. Gismondo, director de micro- biología clínica y virología del hospital “Sacco” de Milán, han sido desmentidos por los hechos (Gismondo, 2020). Otro ejemplo son las consi- derables divergencias encontradas en cuanto a la transmisión del virus de personas asintomáticas (Manifesto, 2020). Pero podrían citarse muchos otros ejemplos que confirman el estado de oscu- ridad y desconocimiento en el que, en muchos aspectos, se encuentra todavía la investigación científica sobre el tema y que afecta a aspec- tos esenciales del fenómeno (Mittellaendische, 2020). Evidentemente, esto es un estímulo más para el necesario intercambio de datos y la rea- lización de actividades comunes en el campo es- tratégico de la investigación al respeto.

      Un segundo elemento a destacar es que, a pesar de que las organizaciones internacionales com- petentes han emitido advertencias detalladas, los Estados no se han preparado en absoluto para afrontar adecuadamente la pandemia.

      Además, el virus se aprovecha de ciertas de- bilidades estructurales que existen tanto a nivel nacional como internacional. En este sentido, bien podemos decir que ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas nacionales de salud y de la cooperación internacional en este ámbito y lo incompleto del diseño normativo conteni- do en la Carta de las Naciones Unidas y en otras fuentes importantes del derecho internacional, como tambien en los contenidos en organizacio- nes regionales importantes como la Unión eu- ropea.

      Los virus ideológicos del neoliberalismo, que han penetrado profundamente en los Estados, los han hecho débiles e incapaces de responder efi- cazmente a la pandemia. Los sistemas de salud se han debilitado gravemente, incluso en países como Italia, donde existe un sistema de cobertu- ra universal desde hace más de cuarenta años. A


      medida que las desigualdades sociales se han pro- fundizado, los sectores más débiles y menos pro- tegidos se han visto expuestos al contagio. Basta pensar en el hecho de que en Estados Unidos cer- ca del 80% de los contagios se registraron entre las llamadas minorías étnicas (negros, latinos, asiáti- cos). A la crisis sanitaria y económica se ha unido la medioambiental, en un juego diabólico y mor- tal de conexiones y refuerzos mutuos.

      Por lo tanto, nos encontramos en un punto de inflexión trascendental. Como muchos han dicho, la salida de la pandemia representa para la huma- nidad y para esta comunidad internacional una de las últimas oportunidades de invertir el rum- bo hacia la catástrofe que se avecina por razones medioambientales, en primer lugar el cambio cli- mático, pero también otras como la reducción de la biodiversidad o la contaminación atmosférica que, según diversas investigaciones en curso, re- presentan otros tantos factores de incentivo para las pandemias, empezando por la actual.

      Las debilidades estructurales presentes tanto a nivel del sistema internacional como de los Esta- dos individuales han condicionado de hecho la respuesta a la pandemia, haciéndola tardía y es- casamente eficaz. En primer lugar, la incapacidad de los organismos competentes para comprender a tiempo la naturaleza de la amenaza, a pesar de que varias alarmas habían sonado durante algún tiempo. El problema ha afectado a todos los siste- mas en cierta medida.

      Por tanto, no tiene sentido, salvo como arriesgado factor geopolítico de tensión internacional encami- nado a una nueva guerra fría, hacer recaer la respon- sabilidad de la pandemia en un Estado, como se ha intentado hacer con la República Popular China.

      Se trata de la clásica búsqueda de un chivo ex- piatorio, un ejercicio al que la humanidad ha re- currido desde tiempos inmemoriales en casos de este tipo. Y los primeros en ser atacados suelen ser los que dan la alarma.

      Este enfoque, que tendía a hacer recaer la respon- sabilidad de la pandemia en otros, y en particular

      en los rivales más peligrosos, iba acompañado de una persistente subestimación del peligro, que a menudo desembocaba en un negador absoluto.

      Las raíces de esta actitud irresponsable son mu- chas. Podemos decir que, en principio, quienes sostienen que la vida y, sobre todo, los negocios deben seguir como hasta ahora, son obviamen- te quienes obtienen beneficios y poder del actual sistema injusto, opresivo y, en última instancia, catastrófico que gobierna el planeta y, por tanto, están interesados en que continúe a toda costa. Podría añadirse que, en una perspectiva tremen- damente maltusiana, o mejor dicho eugenésica a posteriori, ciertos sectores políticos de gobierno y poder no ven con buenos ojos una pandemia que podría aliviar a sus respectivos países de unos cuantos millones de ancianos, pobres y miembros de minorías étnicas oprimidas y discriminadas. Frente a esta línea criminal, la conciencia de que la búsqueda de una vuelta a la “normalidad” no es, por un lado, posible, y por otro, no parece ser decisiva, dado que es precisamente de esa “nor- malidad” de la que nace Covid-19.

      De hecho, hay una serie de terrenos que de- muestran cómo la situación de “normalidad” preexistente fue en realidad la premisa directa de la anormalidad pandémica. En este sentido, de- bemos referirnos a situaciones relacionadas con la degradación medioambiental, por un lado, y con la degradación social, por otro. Esto equivale nada menos a decir que, para salir definitivamen- te de la pandemia, se necesita una revolución, a nivel interno como internacional (Žižek, 2020). Para motivar esta afirmación, hay que detenerse, en primer lugar, sobre las causas que dieron ori- gen a la pandemia.

      Causas de la pandemia

      1. Degradación del medio ambiente. La cons- tante destrucción del medio ambiente y de los recursos conlleva graves consecuencias para la salud de los seres humanos y una de las formas en que se produce este nocivo fenómeno es la de


        la difusión de nuevos virus (PNAS, 2020). Varias investigaciones científicas han logrado determi- nar una relación directa entre la destrucción de los hábitats silvestres y la difusión de los virus. Es bien sabido que la zoonosis, es decir, el paso de los virus de las especies animales al hombre, se ve facilitado por la reducción de la biodiversidad de- rivada de la destrucción de los hábitats naturales y la expansión incontrolada de los asentamientos humanos sin ninguna salvaguarda de las especies autóctonas. Otro factor relevante lo constituye la contaminación atmosférica que daña los órganos respiratorios del ser humano que habita en cier- tas zonas densamente industrializadas, como el Valle del Po (Valle Padana) en Italia, que fueron muy golpeadas por la pandemia. Pero seguro que se podrían establecer muchas otras conexiones entre ecosistemas, virus y pandemias, profundi- zando y ampliando el alcance de la investigación científica.

      2. Desigualdad social a nivel internacional y na- cional. La gran mayoría de la población mundial aparece como totalmente privada de cualquier defensa posible contra el virus. Esto se debe a la distribución desigual de los servicios médicos, de- terminada por las diferencias de salud y de ingre- sos, pero también por el predominio de los credos neoliberales que impiden también a los países muy ricos estar preparados contra la plaga. El mejor ejemplo de ello lo ofrece, por supuesto, Estados Unidos, que es hoy (7 de febrero 2021) el país con más infectados (26 547 977) y víctimas (2 302 302). Esta situación de desigualdad es particularmente crucial en el contexto de la pandemia, ya que la eli- minación total o la fuerte reducción de la amenaza requiere que la lucha se lleve a cabo de la misma manera y con los mismos medios en todas las par- tes del mundo. La situación de las vacunas ofrece muchos otros elementos que tienen que ser consi- derados en el marco de las disparidades existentes a nivel planetario.

      3. Neoliberismo. Debilitamiento del Estado so- cial y en particular de las instituciones encargadas

de la protección de la salud. El sector de la salud es casi en todas partes la provincia de poderosas cor- poraciones interesadas sólo en sus beneficios y se- guramente no en la salvaguarda de la salud. Así es como se orientan a luchar contra las patologías que permiten un retorno en términos de dinero, por- que se dirigen a las personas más ricas, o requieren terapias largas y costosas. El cáncer es mucho más rentable para ellos que el Covid-19, por poner un ejemplo. Por esta razón, el enfoque preventivo de la asistencia sanitaria está prácticamente abandona- do, también en países como Italia, que había cons- truido un sistema de protección sanitaria territo- rial difuso que prácticamente ya no existe. Este es también el resultado de las políticas neoliberales que pretenden desarticular los centros públicos y reducir drásticamente el número de médicos y en- fermeras. En Italia, por ejemplo, hay una trágica falta de instalaciones de terapia intensiva, debido a que su organización, en posibles situaciones de emergencia, las pandemias ha sido juzgada “antie- conómica” por los gestores capitalistas del sistema sanitario. La existencia de empresas gigantescas que controlan el mercado de la salud y de los medi- camentos también representa un gran obstáculo en el camino hacia una vacuna eficaz y medios útiles para ser implementados con éxito para contener la pandemia.

La flagrante falta de preparación de los sistemas de protección de la salud es aún más escandalo- sa, ya que los organismos internacionales habían hecho muchas advertencias. Quizá la más impor- tante fue la lanzada en septiembre de 2019, por la Junta de Preparación Global creada por la Orga- nización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, que emitió un informe en el que se afirmaba que “existe una amenaza muy real de una pandemia de un patógeno respiratorio que se desplaza rá- pidamente y que es altamente letal y que mataría entre 50 y 80 millones de personas y acabaría con casi el 5% de la economía mundial”(RTE, 2020). Al parecer, ningún país se tomó en serio esta ad- vertencia.


Ahora sabemos que este tipo de pandemias puede trastornar rápidamente a todos los países y al sistema mundial en su conjunto, y probable- mente esto sea sólo el principio, pero no estamos en absoluto seguros de que las lecciones produ- cidas por esta traumática experiencia hayan sido realmente aprendidas por los diferentes gobier- nos y otras autoridades existentes a nivel nacional e internacional.

Lo que está claro es que nos enfrentamos a un enemigo en gran parte aún desconocido, aparen- temente muy letal y contagioso, pero cuyas con- secuencias aún no han sido determinadas en ab- soluto por la comunidad científica.

Por lo tanto, la humanidad se enfrenta hoy en día a una situación muy difícil e imprevisible, que requiere un nuevo enfoque basado en el refuerzo sin precedentes de la cooperación internacional y la revisión profunda de formas de pensar anticua- das y obsoletas, pero, como diremos, la reacción no es en absoluto, hasta ahora, satisfactoria.


La COVID y los conflictos a nivel in- ternacional e interno

Otro motivo de escepticismo se deriva del he- cho de que varios países rechazaron de plano la invitación hecha por el Secretario General de la ONU de suspender las actividades militares y los conflictos, así como de interrumpir las llamadas medidas coercitivas unilaterales (MUC) infligidas a otros países, durante toda la fase de auge de la pandemia.

En situaciones como esta, el sistema sanitario ya sufrió mucho debido a las diferentes formas de blo- queo y sanciones decididas por el gobierno de Esta- dos Unidos y algunos de sus aliados, especialmente la Unión Europea. La Asociación Internacional de Juristas Demócratas consideró a este respecto que “la pandemia de la COVID-19 supone una gran amenaza para la población de todo el mundo y que afectará especialmente a los países que sufren sanciones, bloqueos, ocupación y asedio” (IADL, 2020a). IADL subrayó además que “la defensa de la

salud pública es un propósito declarado de la Car- ta de las Naciones Unidas (art. 55)”, que “todos los Estados están obligados a contribuir a este fin (art. 56)” y que “la salud constituye un patrimonio co- mún e indivisible de toda la humanidad”. Dada la capacidad de los virus de propagarse rápidamente por todo el mundo, es impensable —tanto desde el punto de vista práctico como moral y jurídico— proteger la salud sólo en determinados países o re- giones y descuidar los demás”.

Sobre esta base, IADL hizo las siguientes peti- ciones.

Instó al gobierno de EE.UU.:

דLevantar inmediatamente todas las UCM contra Irán, una nación objetivo muy afectada por la COVID-19;

×Levantar inmediatamente las sanciones contra Siria para que el gobierno pueda comprar todos los suministros médicos necesarios para hacer frente a la pandemia;

×Adoptar medidas inmediatas para poner fin al asedio de Gaza, incluyendo abordar el uso de can- tidades sustanciales de ayuda militar estadouni- dense por parte de Israel y Egipto para imponer el asedio a más de dos millones de civiles palestinos amenazados por la COVID-19;

×Levantar inmediatamente el bloqueo con- tra Cuba, un Estado que está desempeñando un papel fundamental en la detención de la pande- mia. Cientos de miembros de las brigadas de sa- lud cubanas están apoyando a los pacientes de COVID-19 en varias partes del mundo donde muchos países solicitaron su ayuda. Las briga- das sanitarias cubanas se encuentran en la región italiana de Lombardía, la zona más afectada del mundo; los científicos cubanos han desarrollado medicamentos que podrían ser eficaces para tra- tar el virus y que necesitan ser probados, y

×Levantar inmediatamente todas las sanciones contra Venezuela”.

La IADL instó además a “la retirada inmedia- ta de las sanciones contra Nicaragua, la Repúbli- ca Popular Democrática de Corea y otros Estados


soberanos sometidos a UCM por parte de Estados Unidos para coaccionar un cambio de régimen”.

La IADL también instó “a los gobiernos de Ca- nadá, Australia, el Reino Unido y los países de la Unión Europea a poner fin a sus propias UCMs dirigidas contra muchos de los mismos países, in- cluyendo Irán, Venezuela, Siria y la República Po- pular Democrática de Corea”. Los gobiernos que han impuesto sanciones son también cómplices de la propagación de la pandemia en las zonas en las que estas sanciones están en vigor”.

Por último, la IADL exigió “que la COVID-19 sirva de llamamiento a la solidaridad mundial y no a la guerra económica y la devastación” (IADL, 2020a).

También el Secretario General de la ONU, An- tonio Guterres, como se había anticipado, pidió la suspensión de las sanciones contra una serie de países, como Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte y Zimbabue (Foreign Policy, 2020).

Pero, a pesar de estas y otras posturas en contra del mantenimiento de la UCM durante la pande- mia, Estados Unidos y otros Estados continuaron con sus políticas. En algunos casos, como el de Venezuela, que sufrió el secuestro de 31 toneladas de oro, atribuido por el Banco de Inglaterra y el Tribunal Superior de Inglaterra y Gales al auto- proclamado falso “presidente” Guaidó, las sancio- nes han sido incluso reforzadas y acompañadas de intentos de intervención militar e infiltración de grupos terroristas. Como denunciado por el pre- sidente venezolano Maduro, las sanciones afectan directamente a la capacidad del país de enfrentar la pandemia, obstaculizando la compra de las va- cunas disponibles.

Los conflictos militares también han seguido asolando países enteros como Yemen, Libia y otros. Netanyahou, a pesar de que Israel está gravemen- te afectado por la pandemia, decidió anexionarse a los territorios palestinos y no quiere hacerse cargo de la vacunación de los Palestinos que viven en es- tos territorios, violando lo que el derecho interna- cional afirma muy claramente.

Otro aspecto negativo de la situación actual es el intento por parte de algunos gobiernos autori- tarios de instrumentalizar la pandemia para apro- bar medidas encaminadas a dificultar la posibi- lidad de expresión de los movimientos sociales y políticos de oposición, lo que parece aún más importante teniendo en cuenta las diferentes so- luciones y alternativas frente al virus y sus im- pactantes consecuencias económicas, sociales y políticas. Además, el contagio golpea con fuerza dentro de las cárceles y otras instituciones repre- sivas como los campos de refugiados.

Covid-19 como factor de tensión y conflicto La pandemia, por lo tanto, ha contribuido a

acelerar ciertas tendencias ya presentes a nivel mundial desde hace tiempo. Por ejemplo, la con- centración de la riqueza y el aumento de las des- igualdades.

La línea abiertamente irresponsable de subesti- mación del fenómeno por parte de algunos líde- res occidentales, en particular Trump, Bolsonaro y Boris Johnson, parece ser funcional a una estra- tegia neoliberal y elitista muy precisa. Han reclu- tado el virus para eliminar las partes más débiles y vulnerables de sus poblaciones, con el objetivo de aumentar así la competitividad de sus sistemas económicos, comprimiendo el gasto social y sa- nitario y eliminando sectores de la población que han sido durante mucho tiempo obstáculos para sus proyectos.

Un ejemplo evidente es el hecho de que entre las principales víctimas de la pandemia se en- cuentran los pueblos indígenas de Brasil que se oponen a la explotación salvaje de la selva amazó- nica. O, en Estados Unidos, las minorías étnicas negras o latinas que no encajan en los proyectos supremacistas de las fuerzas que apoyan a Trump. En el contexto de la pandemia y de su creciente número de víctimas en Estados Unidos, en gran parte pertenecientes a las llamadas minorías ét- nicas que, sin embargo, cada vez lo son menos, se ha producido una revuelta generalizada tras el bárbaro asesinato de George Floyd.


Además de ser utilizado como instrumento de limpieza social interna, el virus también se ha alistado como instrumento de política internacio- nal. Trump, en un intento de desviar de sí mismo y de su administración las graves acusaciones de haber infravalorado el virus, al tiempo que apro- vechaba la situación para utilizar nuevas armas en su ya evidente lucha por la hegemonía mun- dial con la República Popular China, ha acusado a esta última de haber ocultado la existencia de la pandemia y del virus. Al mismo tiempo, decidió bloquear los fondos asignados a la Organización Mundial de la Salud, de la que Estados Unidos era el principal suscriptor.

En contra de estas tesis convenientes, que sólo sirven a los intereses del poder y a la reanudación de una desafortunada guerra fría, debemos reite- rar la verdad elemental que está a la vista de todos, a saber, que la pandemia pudo extenderse porque hubo una subestimación general del fenómeno por parte de los Estados y las organizaciones interna- cionales. Por lo tanto, la cooperación internacional contra la pandemia debería reforzarse en lugar de debilitarse, extrayendo las lecciones necesarias de la reciente experiencia, en muchos aspectos catas- trófica. Es decir, exactamente lo contrario de lo que quería Trump.

En particular, debe quedar claro que la estrate- gia del llamado distanciamiento social ha sido de vital importancia para contener el contagio. Se- gún el Imperial College, la adopción de este en- foque ha evitado alrededor de tres millones y me- dio de muertes sólo en Europa (Imperial, 2020; Capocci, 2020). Por otra parte, el trágico desastre que se vive actualmente en Brasil y, en muchos sentidos, en Estados Unidos, donde la inercia y la arrogancia del gobierno central se han enfren- tado a la iniciativa de los estados y las ciudades, muestra los resultados catastróficos de no adop- tar medidas de este tipo. Biden está presentemen- te intentando de reversar el trend, pero su tarea no parece por nada facil (Nuzzo, 2021).

Además, dada la velocidad de circulación del

virus en los circuitos internacionales de la globali- zación, no tiene sentido adoptar incluso medidas drásticas de contención en un país y no adoptarlas en otro. Este es un claro argumento a favor de re- forzar la autoridad reguladora de la Organización Mundial de la Salud en este ámbito. La Organiza- ción Mundial de la Salud es cuestionada, a veces críticamente, por los profesionales de la salud que no disponen de una fuente suficientemente auto- rizada a nivel nacional, o peor aún, local.

Otro elemento importante, al que ya me he re- ferido, es la imposibilidad de determinar respon- sabilidades precisas por parte de tal o cual Estado y, en consecuencia, el carácter instrumental de las acusaciones formuladas contra la República Po- pular China, que en algunos casos han dado lugar a acciones judiciales de perspectiva incierta. Iden- tificar un chivo expiatorio es totalmente contrario a los intereses de la verdad, en primer lugar. Tam- bién es contrario a los intereses de la cooperación internacional que se quiere promover, que debe contar con la participación de todos los Estados y todas las organizaciones internacionales.

Sin embargo, para que esta participación tenga lugar, primero es necesario tomar conciencia de la gravedad de la pandemia. La historia nos propor- ciona innumerables ejemplos de subestimación o, por decirlo mejor, de eliminación real del peligro en casos de este tipo.

La experiencia concreta llevada a cabo, espe- cialmente en Italia, demuestra la necesidad del llamado distanciamiento social para contener la propagación del contagio. Los dificilísimos me- ses que se avecinan demostrarán la urgente nece- sidad de un cambio radical del modelo de desa- rrollo para evitar que la crisis económica y social que está llamando imperiosamente a la puerta se traduzca en una nueva extensión dramática de las desigualdades y en durísimos golpes a las condi- ciones de vida de la población y a la propia demo- cracia.

En cuanto al primer aspecto, podemos decir que las advertencias y quejas sobre las tendencias


totalitarias que supuestamente se esconden tras el distanciamiento han sido exageradas. Incluso desde un punto de vista estrictamente jurídico, parece que el uso del Decreto del Primer Ministro por parte del Gobierno italiano no fue excesivo.

Sin embargo, debemos tener mucho cuida- do. De hecho, varios regímenes autoritarios han aprovechado la situación para ensañarse con la población, la sociedad civil y los movimientos de oposición. Un ejemplo bastante obvio es el de Fi- lipinas (IADL, 2020b). Además, el peligro del giro autoritario se mantiene, en diversas situaciones, pero conviene precisar cómo sus mayores promo- tores son precisamente los presidentes negacio- nistas, como Trump en Estados Unidos y Bolso- naro en Brasil.

Esta última circunstancia parece decisiva para refutar las confusas e imprecisas tesis de todos aquellos que habrían querido ver, precisamente en las medidas adoptadas para contrarrestar la propagación del contagio, un peligroso intento de control social llevado a cabo con instrumentos de la inquietante modernidad tecnológica.

Estos peligros, sin duda, existen y son inheren- tes al propio desarrollo científico y tecnológico, que se produce sin las adecuadas garantías de- mocráticas, pero el punto de vista conspiranoico, que ve en la pandemia de Covid nada más que una oportunidad para implantar dichos mecanis- mos de control y represión social, errar descara- damente el verdadero objetivo. Prueba de ello es que una serie de personalidades que ciertamen- te no se caracterizan por su compromiso demo- crático y social, sino que están animadas por un individualismo desenfrenado, se han convertido en protagonistas de la pandemia, esperando una especie de darwinismo social potenciado que a su vez encontraría en la pandemia un terreno extre- madamente fértil y favorable.

Por lo tanto, en este punto se puede concluir que la tendencia al autoritarismo es, por desgra- cia, una inclinación incuestionable de muchos gobiernos, que no coincide necesariamente con la

actitud más o menos rigurosa adoptada frente a la pandemia. Sin embargo, es igualmente innegable que la pandemia ha brindado la oportunidad de endurecer la normativa, aumentando los poderes de intervención de la policía, ampliando las penas de prisión y restringiendo los derechos individua- les y colectivos de los ciudadanos mucho más allá de las necesidades objetivas para contener el con- tagio.

También hay que señalar que los medios de co- municación han tendido a exagerar el papel que desempeñan ciertas tecnologías de control remo- to, que ha resultado ser incomparablemente me- nor que el que desempeñan la disciplina social y el buen funcionamiento de los sistemas sanita- rios, incluidas las medidas preventivas.

Del mismo modo, los gobiernos que llevan a cabo acciones ilegales contra otros, que violan el principio de no injerencia y el principio de auto- determinación, así como los derechos humanos fundamentales de las poblaciones afectadas, han seguido imponiendo medidas coercitivas uni- laterales, las llamadas sanciones, a los Estados y pueblos que desean subyugar y desestabilizar para poder explotar sus recursos sin vacilar. El lí- der de estos gobiernos es, como es bien sabido, Estados Unidos, que, a pesar del llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas, sigue infligiendo un sufrimiento innecesario e ilegal a pueblos enteros, como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán y otros.

El llamamiento explícito del Secretario General de las Naciones Unidas a una tregua en las gue- rras y sanciones que debilitan gravemente la ca- pacidad de respuesta de los Estados afectados y ponen en peligro la salud mundial, que constituye claramente un bien indivisible que no puede ga- rantizarse sólo a alguien a costa de otro, ha sido sistemáticamente desatendido. Por el contrario, Trump ha querido aprovechar explícitamente el momento propicio para asestar nuevos golpes “por debajo del cinturón” a la Venezuela boliva- riana, víctima reiterada de agresiones por parte


de mercenarios contratados por la llamada opo- sición, y a la Cuba socialista, justo cuando esta participaba generosamente, como viene haciendo desde hace tiempo, en misiones de intervención y ayuda médica que, por primera vez en la historia, han visto como beneficiarios a países europeos como Italia y España. Por no hablar de la cínica actitud del Gobierno israelí, que intenta llevar a cabo, en este mismo momento, la gravísima vio- lación del derecho internacional consistente en la anexión de los territorios palestinos ocupados. Después de las recientes elecciones presidencia- les estadounidenses y de la victoria de Biden, es legitimo preguntarse hasta que punto esas polí- ticas nefastas seran abandonadas para dar lugar a un enfoque mas respectuoso de las necesidades imperiosas del derecho y de la cooperación inter- nacional.

Las peores y mejores prácticas

Como dicho, no hubo una respuesta coordina- da al contagio entre los diferentes gobiernos (Ni Daxin, 2020). Algunos de ellos adoptaron actitu- des extrañas y nocivas, negando el peligro que re- presenta la pandemia. Así lo hicieron el presiden- te estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro. No es de extrañar que estos dos grandes países hayan sido devastados por el virus. Catastrófica, al menos al principio, fue también la reacción de los gobiernos europeos y de la UE en su conjunto. Una encuesta entre los ciudadanos europeos realizada por el conocido periódico bri- tánico The Guardian mostró que la confianza po- pular en las instituciones de la Unión disminuyó drásticamente, y la mayoría de los ciudadanos ex- presaron “una profunda decepción pública por la fragmentada respuesta de la UE al coronavirus y la gestión de la pandemia por parte de los gobiernos europeos”, aunque al mismo tiempo “una abruma- dora mayoría dice, sin embargo, que la pandemia les ha convencido de que los gobiernos de la UE deberían cooperar más estrechamente frente a fu-

turas amenazas externas” (Guardian, 2020) .

Sólo la adopción del enfoque de cierre y distan- ciamiento social permitió salvar muchas vidas. Una investigación realizada por el Imperial Co- llege de Londres estima que se podrían salvar no menos de tres millones de vidas humanas de este modo (Imperial, 2020) .

En Italia, esta línea fue adoptada con éxito por el Gobierno, a pesar de las persistentes críticas de los sectores industriales y de algunas fuerzas políticas. En cierta medida, el Gobierno optó por salvaguardar el valor constitucionalmente prote- gido de la salud humana por encima del benefi- cio económico. Tal elección, aunque no sea fácil ni esté exenta de debate, contribuyó a invertir la desastrosa dirección en la que parecía ir el país en el mes de marzo.

Otras historias de éxito, confirmadas por la fuerza evidente de los números, han sido las de Cuba y Vietnam. Según un artículo publicado por la Sociedad Británica de Medicina, el secreto del éxito cubano está representado por el plan in- tergubernamental puesto en marcha inmediata- mente después de los primeros casos de contagio importados (desgraciadamente por turistas italia- nos): “El cribado se llevó a cabo en Cuba por de- cenas de miles de médicos de familia, enfermeras y estudiantes de medicina a pie, con la realización de pruebas, el rastreo y la puesta en cuarentena de los casos sospechosos en centros de aislamiento estatales durante 14 días” (RSM, 2020).

Por supuesto, estos resultados positivos se deben a un sistema político y social que da una impor- tancia primordial a la salud humana. Tal y como declara el profesor Ashton en el artículo “Cuba ha sido reconocida durante mucho tiempo por su ca- pacidad de presentar unas estadísticas sanitarias de primer orden mundial mientras seguía luchando económicamente. Con un sistema de salud basado en la salud pública y la atención primaria, el país invierte mucho en la formación de trabajadores sa- nitarios que están capacitados principalmente para trabajar en la comunidad. Sus esfuerzos con CO- VID-19 han sido extraordinarios”. Esto también


en el plano de la cooperación internacional: “Cuba fue uno de los primeros países en enviar personal sanitario para apoyar el control de la epidemia en Wuhan, allá por el mes de enero, un ejemplo de su inigualable compromiso con la solidaridad inter- nacional en las catástrofes humanitarias”.

El compromiso internacional de los médicos cu- banos por la salud de todos es conocido en muchos países del mundo. Un elemento nuevo que surge de la pandemia de Covid es hoy la extensión de dicho compromiso a algunos países europeos como Ita- lia y España. En Italia, dos misiones médicas cuba- nas que forman parte de la “brigada de emergencia médica Henry Reeve” intervinieron en las zonas más afectadas del país, prestando una importante y preciosa ayuda a las autoridades sanitarias de Cre- ma (Lombardía) y Turín (Marcelli, 2020).

Un ensayo sumamente interesante sobre di- versos aspectos de la reacción cubana a COVID es el que escribió el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto al académico cubano Jorge Núñez Jover, Presidente de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de La Habana . El objetivo de este ensayo es “sistematizar y reflexionar sobre las experiencias acumuladas en la confrontación con COVID-19 en relación con el vínculo entre cien- tíficos y gobierno”. Muestra “el sistema de trabajo utilizado, las principales acciones e investigacio- nes realizadas y resume las valoraciones y apren- dizajes que arroja esta experiencia”, destacando “el importante papel que en ella desempeñan la cien- cia y la tecnología nacionales, vinculadas orgá- nicamente a la gestión gubernamental, todo ello en función de dar una respuesta social, científi- ca, política y sanitaria capaz de enfrentar el reto que nos ha planteado la pandemia”. Considerando que la crisis del COVID-19 es global, “el artícu- lo comienza explorando algunos rasgos del neo- liberalismo que dificultan el enfrentamiento de crisis como la generada por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). La convergencia de varias crisis a nivel mundial y la creciente complejidad de los

retos que hay que afrontar acentúan la necesidad de salir de la trampa del neoliberalismo. El texto subraya que lo logrado en Cuba tiene también un significado ético y político” (Academia, 2020).

La otra historia de éxito que vale la pena men- cionar aquí es la de Vietnam. En este caso, tam- bién la experiencia acumulada en circunstancias análogas anteriores, como las de la epidemia de Sars, seguramente desempeñó un papel impor- tante. Un estudio de la Universidad Johns Hop- kins y otros centros de investigación destacó que “durante la respuesta al Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) en 2003, el país priorizó la salud de la población por encima de la preocupa- ción por el impacto económico de su respuesta” (Outbreak, 2020). Ya en aquella ocasión “las auto- ridades desplegaron una respuesta multisectorial que incorporaba a militares, servicios de seguri- dad pública y organizaciones de base, al tiempo que se aseguraba que la comunicación transpa- rente de los riesgos y la movilización efectiva de la comunidad se enfatizaran durante todo el brote”. En el caso del COVID, la respuesta fue extrema- damente rápida y eficaz: “Vietnam empezó a pre- pararse para el brote en serio cuando aumentaron los casos de COVID-19 en su país vecino, Chi- na. Los controles de COVID-19 entre los pasaje- ros en los aeropuertos comenzaron el 11 de enero de 2020 —el día después de que China informara de su primera muerte— y pronto se aplicó la cua- rentena obligatoria a la llegada de los pasajeros procedentes de zonas de alto riesgo. El Ministerio de Sanidad convocó una reunión de estrategia de respuesta con la Organización Mundial de la Sa- lud y otros socios el 15 de enero. Ese mismo mes se cerraron las escuelas. Antes de que finalizara el mes de enero se puso en marcha un Plan Nacional de Respuesta y un Comité Directivo Nacional de Prevención de Epidemias. En febrero y marzo, las restricciones a los viajes se hicieron aún más es- trictas, con la suspensión de los vuelos a China y otros países de alto riesgo, y se impuso la cuaren- tena a todas las llegadas internacionales. A finales


de marzo, el país suspendió la entrada de todas las llegadas internacionales de extranjeros. Los dirigentes aplicaron un cierre nacional durante las tres primeras semanas de abril con la suspen- sión de los negocios no esenciales, pero los cierres locales se produjeron ya a mediados de febrero, cuando una comunidad rural de 10 000 personas tuvo que enfrentarse a un cierre de 20 días des- pués de que se registraran siete casos”.

A modo de síntesis, la reacción de los gobiernos cubano y vietnamita, que lograron proteger la salud de sus ciudadanos, constituye un ejemplo a seguir. En ambas experiencias podemos identificar los si- guientes elementos básicos 1) importancia primor- dial otorgada a la protección de la salud con un sis- tema adecuado y métodos eficaces de contención y contraste basados en la movilización popular del personal de salud, de otros sectores del Estado y de la ciudadanía en su conjunto; 2) rechazo del credo neoliberal que atribuye importancia central al lu- cro y al interés económico capitalista; 3) la redac- ción de un plan nacional con la interacción sinér- gica de varias instituciones públicas; 4) el bloqueo y el distanciamiento social para derrotar cualquier presión indebida del sector económico “para conti- nuar el negocio como siempre” exponiendo a toda la población y a la clase trabajadora en particular a un contagio peligroso.

Como se ha mencionado, la estrategia cubana funcionó también a nivel internacional. Esto es aún más impresionante, ya que el país está sujeto, como se ha dicho antes, a fuertes medidas coer- citivas unilaterales por parte del gobierno de los Estados Unidos.

Limitándonos a la situación latinoamericana, hay que constatar que los demás países miembros del ALBA, como Nicaragua y Venezuela, también tuvieron un número muy limitado de muertos, a pesar del impacto de las sanciones norteamerica- nas y europeas, mientras que otros países pagaron un peaje muy alto.

Tambien la reacción china al Covid-19 presen- tó, según el Informe redactado por la Organización

mundial de la sanidad en febrero de 2020, varios aspectos positivos (WHO, 2020).


Ampliar y profundizar la cooperación internacional

La reciente pandemia de Covid evidenció la ur- gente necesidad de una cooperación internacio- nal en la materia (Staiano, Marcelli, 2020).

Dicha cooperación es necesaria en varios ám- bitos.

En primer lugar, la cooperación científica in- ternacional es necesaria para identificar con la mayor precisión posible los orígenes y las causas de la pandemia. La naturaleza particularmente compleja del virus, cuyas características están aún muy lejos de ser claras y conocidas por la comunidad científica, requiere un intercambio constante de información y la promoción con- junta de la investigación en muchos aspectos. El acceso a los grandes datos relativos a este asun- to es también extremadamente necesario en esta perspectiva.

La imbricación entre los problemas medioam- bientales y la difusión del contagio indica que la cooperación internacional en materia de protec- ción del medio ambiente debe reforzarse también para luchar contra el virus. Como lo demuestra la historia de muchos siglos y el flagelo recurren- te de las pandemias que periódicamente afectan a todo el planeta o a una gran parte de él, los virus se desarrollan en el marco de los ecosistemas, y sabemos que hoy en día, desgraciadamente, nues- tros ecosistemas están fragilizados y afectados por una larga serie de problemas, en primer lu- gar el llamado cambio climático. Por lo tanto, la investigación sobre el COVID tiene que llevarse a cabo junto con la investigación sobre los proble- mas medioambientales.

Pero también es necesaria la investigación so- bre muchos otros temas relacionados con la pan- demia. En resumen, es necesario estimular, pro- mover y organizar a nivel internacional todas las investigaciones destinadas a acumular conoci-


mientos científicos sobre,

  1. el origen del virus.

  2. las razones estructurales que permitieron el nacimiento, la multiplicación y la rápida difusión del virus.

  3. la propagación de la epidemia, dando cifras precisas de las personas afectadas y fallecidas.

  4. la creación de una vacuna capaz de prevenir la enfermedad.

    Otro campo muy importante para la coopera- ción internacional es el de la coordinación entre los distintos Estados sobre las medidas a adop- tar para contener el contagio. En efecto, es im- posible luchar con éxito contra la pandemia si algunos países permiten la circulación ilimita- da de personas y bienes. Esto supone no sólo un número de víctimas desgraciadamente bastante elevado para los países “indisciplinados”, sino también un empeoramiento de la salud pública a nivel mundial.

    Además, también es necesario un reparto equi- tativo de todos los medios necesarios para preve- nir y contener la pandemia, desde las mascarillas hasta la (futura) vacuna que vendrá, pasando por la formación de personal médico especializado y las herramientas de diagnóstico y terapéuticas.

    En esta perspectiva, “hay una fuerte y urgente necesidad de coordinar todas las iniciativas toma- das por los Estados, las organizaciones interna- cionales y otros sujetos en los siguientes campos.

  5. la contención de la pandemia.

  6. la distribución de todos los medios necesarios para frustrar la pandemia.

  7. la distribución en condiciones equitativas de la vacuna, haciéndola asequible y accesible a todos.

  8. el refuerzo de las organizaciones interna- cionales encargadas de luchar contra esta y otras enfermedades, en primer lugar la Organización Mundial de la Salud (OMS)” .

    Por lo tanto, la cooperación internacional debe intensificarse y mejorarse a todos los niveles. Tam- bién necesitamos una base filosófica profunda

    para esa mejora sin precedentes de la cooperación internacional, que puede encontrarse en el llama- do sistema simbiótico internacional (共生Gòngs- hēng), una teoría propuesta por la llamada “Es- cuela de Shangai” de Relaciones Internacionales, que ha reunido conocimientos de sociología, bio- logía y filosofía con las relaciones internaciona- les”, o, sobre una base meramente política y jurí- dica, en la doctrina del futuro compartido de la humanidad, la nueva doctrina del derecho inter- nacional y de las relaciones internacionales apro- bada por el XIX Congreso del Partido Comunista Chino en octubre de 2017, nacida como respues- ta a los crecientes problemas y desafíos globales que aquejan a la humanidad actual, entre ellos, por supuesto, el de las pandemias como la actual (Marcelli, 2019, Mokyr, 2018).


    Fundamentos jurídicos de la coope- ración

    Desde todos los puntos de vista mencionados es realmente muy crucial el papel que debe des- empeñar la Organización Mundial de la Salud, la agencia de las Naciones Unidas activa en el campo de la prevención y contención de enfermedades.

    En este escenario extremadamente difícil, la OMS confirmó la importancia esencial de los centros dedicados a la cooperación internacional en el marco del sistema de las Naciones Unidas, sobre todo en cuestiones tan vitales como el con- trol de las pandemias y la salvaguardia de la salud humana.

    En primer lugar, debemos recordar brevemente los fundamentos jurídicos de la existencia y la ac- ción de la OMS. Estos se encuentran en algunas nor- mas básicas contenidas en la Carta de las Naciones Unidas y en la propia Constitución de la OMS.

    Cabe mencionar el art. 55 de la Carta, que dice lo siguiente:

    “Con el objeto de crear las condiciones de esta- bilidad y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de dere-


    chos y al de la libre determinación de los pueblos, las Naciones Unidas promoverán,

    1. niveles de vida más elevados, pleno empleo y condiciones de progreso y desarrollo económi- co y social;

    2. la solución de problemas internacionales de carácter económico, social y sanitario, así como la cooperación internacional en materia de cultura y educación; y

    3. el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin ha- cer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y li- bertades”.

Como vemos, la salud se menciona específica- mente entre los “problemas internacionales a re- solver” con vista a la creación de un nuevo orden internacional con las características mencionadas. Como se ha anticipado, la otra base jurídica im- portante de la cooperación internacional en ma- teria de salud, incluida la prevención, el control y la contención de pandemias, está contenida en el

propio Estatuto de la OMS.

En particular hay que recordar el artículo 2 del Estatuto de la OMS, que establece las funciones de dicha organización, que le encomienda la ta- rea de actuar como autoridad directiva y coordi- nadora de la labor sanitaria internacional (letra a), estableciendo además una detallada y com- pleta lista de tareas más específicas, entre las que se encuentran las de colaborar con las agencias de la ONU y los gobiernos, asistir a los gobier- nos, promover y realizar investigaciones, ense- ñar, estandarizar procedimientos de diagnóstico, etc. Merece la pena mencionar específicamente la (letra g) de este artículo, relativa a la función de la OMS de estimular y avanzar en la labor de erradicación de las enfermedades epidémicas, endémicas y otras.

Además, los arts. 21 y 22 del Estatuto otorgan a la OMS un poder legislativo absoluto en el ámbito de la prevención de la propagación internacional de enfermedades.

Hay que añadir que la OMS ha sido, tras el brote de COVID-19 a escala mundial, objeto de muchas críticas, algunas de ellas totalmente jus- tificadas. Pero al mismo tiempo hay que recono- cer que sigue siendo una herramienta esencial e indispensable para la cooperación internacional en la materia. Por ello, debe ser reforzada tanto desde el punto de vista financiero como legislati- vo, dotándola de las competencias necesarias para coordinar los esfuerzos y actitudes emprendidos a nivel nacional.

A este respecto, la decisión de Trump de reti- rarse de la OMS (CNN, 2020) ha de ser denuncia- da como un acto de alta irresponsabilidad inter- nacional, totalmente ajeno a unos deberes básicos de una Gran Potencia como EE.UU. Ahora afor- tunadamente Biden anunció la vuelta de Estados Unidos en la Organización. Además, otra Gran Potencia, la República Popular China, anunció su intención de relanzar la cooperación internacio- nal en materia de salud, afirmando, en palabras del presidente Xi Jing Ping, la intención de cons- truir una “comunidad de salud compartida” para la humanidad teniendo en cuenta especialmente las necesidades urgentes de las zonas más pobres del planeta (China Daily 2020; Marx21, 2021).

Obviamente, el enfoque a adoptar debe ser dia- metralmente opuesto a lo de los mencionados lí- deres negacionistas de Occidente. Lo que se ha dicho hasta ahora sobre la necesidad de una coo- peración internacional y un enfoque coordinado de la pandemia entre los distintos países no es una mera cuestión de “sentido común” y “racionali- dad”, sino que también tiene unos vínculos nor- mativos y un marco jurídico bastante precisos, al menos en principio.

En primer lugar, debemos deplorar abierta- mente la subestimación del peligro que han mos- trado estos líderes, a menudo de forma arrogante y provocadora. Las verdaderas raíces de esta ac- titud irresponsable, por decirlo de alguna mane- ra, se encuentran en las mismas preocupaciones expresadas, a nivel nacional italiano, por el nue-


vo grupo directivo de Confindustria y por ciertos sectores políticos más afines a él. En otras pala- bras, la preocupación por la competitividad de la industria italiana.

Esta última asume el carácter de ley suprema y criterio absoluto de referencia del interés nacio- nal. Como en la guerra, el sufrimiento, la salud y la vida misma de los individuos, especialmente de los pertenecientes a las clases trabajadoras y sub- alternas, no cuentan en absoluto frente al objeti- vo impuesto, que debe ser el de mantener y, si es posible, consolidar el papel de los grupos nacio- nales en la división internacional del trabajo y en las jerarquías internacionales relativas, en eviden- te consonancia con las vocaciones respectivas de cada uno.

La dimensión internacional, sin embargo, pa- rece estar completamente ausente de las preocu- paciones y reflexiones relativas, si no como una arena de gladiadores, en el sentido hobbesiano del término, en la que los Estados se enfrentan, dis- putando la supremacía o, más bien, reafirmando la posición superior de unos respecto a la posi- ción subordinada de otros. Todo ello, además, ad- quiere un significado especial en el momento his- tórico que atraviesa la comunidad internacional, dado el constante e indiscutible declive de ciertas potencias líderes tradicionales, en primer lugar los Estados Unidos de América.

Para Trump, el deseo de boicotear a la Orga- nización Mundial de la Salud ha constituido, por un lado, una pieza de su estrategia en la lucha por la supremacía mundial con la República Popular China y, por otro, la otra cara de su posición ne- gacionista, que rechaza decididamente cualquier invitación a la cooperación internacional para lu- char contra el flagelo. Esta posición se inscribe en un marco de constante descrédito y debilitamien- to de todo el sistema de las Naciones Unidas, que es una reacción bastante desordenada e incons- ciente a la evidente pérdida por parte de los Esta- dos Unidos de la posición predominante de la que han gozado desde el final de la Segunda Guerra

Mundial, que es precisamente el momento histó- rico del nacimiento de este sistema.

Posteriormente ha pasado por varias fases, des- de la situación bipolar de la Guerra Fría y la dis- tensión, pasando por el monopolarismo del lla- mado “nuevo orden mundial” a lo largo de los años 90, hasta la situación actual de multipola- ridad que ve sobre todo la emergencia del poder chino, pero también el peso creciente de otros Estados que ya no están dispuestos a respaldar el dominio estadounidense que, entre otras cosas, ya no tiene suficientes motivaciones económicas, políticas o culturales.

Precisamente en medio de esta crisis histórica de la hegemonía estadounidense se ha abierto el dramático problema de la pandemia, que a su vez está provocando una nueva aceleración brusca de la crisis en cuestión, dado también el señalado ca- rácter desarticulado, desordenado e infructuoso de la posición trumpiana. Además, no es casuali- dad que la propagación incontrolada o casi incon- trolable de la pandemia en el territorio de la que hasta hace poco se consideraba la mayor potencia del mundo, facilitada por los fallos irreparables de la ideología neoliberal y la fragilidad de su siste- ma social y sanitario, se haya correspondido con el estallido de la revuelta antirracista provocada por la violencia policial y los numerosos asesina- tos a sangre fría de ciudadanos afroamericanos. La relación entre ambos fenómenos es evidente si pensamos en que cerca del 80% de las infecciones en el país afectan a las llamadas minorías racia- les, mientras los supremacistas blancos amados y mimados por Trump se manifiestan, a menudo a punta de pistola, para reclamar su derecho a cir- cular libremente contra toda exigencia de preven- ción sanitaria y contra todo encierro.

Volviendo a la OMS, a la inversa, debería apro- vechar la actual contingencia para ejercer adecua- damente el papel de liderazgo y coordinación que le otorgan las normas, denunciando a los estados incumplidores y a los gobernantes negacionistas como Bolsonaro. La Organización Mundial de la


Salud, al igual que otras organizaciones internacio- nales, tampoco ha estado exenta de la fascinación neoliberal por el sector privado, como ejemplifica el llamado Pacto Mundial, que supuestamente re- presenta un marco de referencia unificado para las organizaciones internacionales y privadas, que no tienen más objetivos institucionales que el lucro.

La necesidad de un giro antiliberal inmediato también a este nivel se pone de manifiesto en las complejas y exigentes tareas que le corresponden a la Organización en una fase que, sin duda, no será breve y cuyas connotaciones siguen estando en gran parte envueltas en la oscuridad debido, en parte, a la enigmática naturaleza y calidad del vi- rus, del que se temen nuevas oleadas en los próxi- mos meses, especialmente a partir del verano.

Además, si no se adopta un nuevo enfoque con respecto al pasado, no será posible obligar a los Estados miembros a adoptar normas de conducta eficaces, ni a realizar la necesaria redistribución de los recursos que deben destinarse a la protec- ción de la salud, ni a llevar a cabo actividades im- portantes desde el punto de vista de la producción de recursos preventivos y de diagnóstico, medica- mentos y vacunas.

Las vacunas representan hoy en día un negocio extremadamente rentable. Según las estimas co- rrientes se trata de 75 millardos de dólares en los próximos cinco años (Livini, 2021). En el sector hay enormes inversiones publicas que benefician directamente a empresas privadas, algunas de las cuales, partiendo de niveles modestos se han rá- pidamente agrandado y enriquecido y siguen va- lorizándose en las Bolsas.

El valor estratégico del tema se desarrolla una fuerte competición no solo entre empresas sino también entre Estados. Todos sabemos, en efecto, que los distintos componentes del mercado mun- dial de la salud están hoy dominados por una se- rie de multinacionales, principalmente radicadas en Occidente, que se dedican ahora, tardíamente y con resultados inciertos, a la lucha contra el Covid, sólo como consecuencia de los cuantiosos fondos

asignados por los gobiernos, que a su vez lo con- vierten en una cuestión de prestigio nacional, en un espíritu de competencia que es exactamente lo contrario de la cooperación internacional que sería imprescindible establecer en estas cuestiones estra- tégicas y de vital importancia.

Sin embargo, sólo mediante el desarrollo de esta cooperación será posible alcanzar el objeti- vo de distribuir la vacuna a todos los que la ne- cesiten, independientemente de los ingresos y la posición social de los beneficiarios, que es, entre otras cosas, la única forma de cumplir los dicta- dos del Pacto Internacional de Derechos Econó- micos, Sociales y Culturales. Que, convergiendo con la mencionada disposición del Estatuto de la OMS, exige a todos los Estados que garanticen a sus ciudadanos el más alto nivel posible de salud física y mental, mientras que el posterior párrafo dos prevé toda una serie de tareas en este ámbito, entre las que cabe destacar, en el contexto de la presente discusión, las relativas a la prevención, el tratamiento y el control de las enfermedades epidémicas, endémicas y profesionales (lett. c), así como la creación de condiciones para garan- tizar los servicios sanitarios y la asistencia médica a todos en caso de enfermedad (lett. d). Eviden- temente, estos objetivos sólo pueden alcanzarse mediante un giro radical de las políticas públicas seguidas por los Estados y un aumento exponen- cial del peso y los recursos dedicados a la coope- ración sanitaria internacional.

Por muy difícil que sea de aplicar en estos mo- mentos, esta revolución es realmente necesaria y urgente, si pensamos que sólo intensificando la cooperación sanitaria internacional será posible combatir eficazmente el virus.


Posibles consecuencias sistémicas de la pandemia

Las pandemias son, como de costumbre, la ocasión y el motivo para redeterminar las con- diciones básicas de la sociedad y la convivencia humanas en nuestro planeta. Pero, ¿en qué di-


rección?

Las señales actuales no son nada alentadoras. El virus sigue devastando el planeta y en particular dos grandes países como EE.UU. y Brasil, proba- blemente también por responsabilidades precisas de las autoridades de estos países, que subestima- ron abiertamente el peligro, asumiendo actitudes irresponsables que incitan a la población a mani- festarse contra el distanciamiento social. Médicos y enfermeras, exaltados durante un breve periodo como “héroes”, vuelven a ser golpeados y deteni- dos por la policía en muchos países cuando piden mejores condiciones de trabajo, mayores salarios y contra la precariedad de sus empleos. Se avecina un colapso sin precedentes de la economía mun- dial, sin que la clase dirigente occidental se vea obligada a reconsiderar y abandonar sus dogmas neoliberales, aunque en los hechos se tomen algu- nas medidas que parecen contrarias a tan nociva ideología. Las desigualdades sociales y económi- cas aumentan y el capital financiero, especialmen- te sus alas criminales, se hace con el control de muchos sectores económicos y bienes.

Esto no es en absoluto aceptable. Es necesario invertir y reajustar completamente los patrones dominantes, si queremos sobrevivir y salvaguar- dar nuestra salud, el más importante e indispen- sable de nuestros bienes. Reorientar el conjunto del sistema internacional en todos sus aspectos (político, social, jurídico, económico) hacia el ob- jetivo primordial de la salvaguarda de la vida hu- mana parece hoy más necesario que nunca. Con- tinuar con el business as usual o la war as usual no es ninguna solución, sino sólo un paso más hacia el abismo. Debemos extraer una serie de impor- tantes lecciones de esta desafortunada situación. Sin embargo, debemos distinguir cuidadosamen- te entre el nivel internacional y el nacional. Desde el primer punto de vista, la idea de infligir a Chi- na, a través de Covid, una especie de Chernóbil que redujera fuertemente su poder y presencia en la escena internacional, parece, por el momento, derrotada. Por el contrario, el papel de China se

ve ahora indudablemente reforzado.

Por supuesto, el sistema chino también ha mos- trado algunos puntos débiles en los últimos seis meses. Las innegables vacilaciones en el recono- cimiento de la situación se deben también a su ca- rácter fuertemente burocrático y a la ausencia, a pesar de las buenas intenciones y las proclamas, de espacios ágiles y oportunos de información y comunicación. También han aparecido ciertas limitaciones del sistema sanitario, que en cierta medida también ha sucumbido a los imperativos y la lógica del neoliberalismo, aunque en mucho menor grado que en Occidente.

Y, sin embargo, la respuesta china al virus, a pesar de estas sombras, ha sido extremadamen- te eficaz, desplegando un aparato sanitario y de protección civil de impresionante envergadura y capacidad que ha podido frenar el contagio, con la ayuda de toda la sociedad civil, inervada por las distintas organizaciones políticas y sociales, empezando por el propio Partido Comunista, de- mostrando además un envidiable espíritu de au- todisciplina y profunda solidaridad cívica y hu- mana (WHO, 2020).

La otra cara de esta exitosa movilización ha sido la propuesta formulada en varias ocasiones por la clase dirigente china de crear un sistema compartido de protección de la salud a nivel in- ternacional, lo que representa, además, una apli- cación específica de la nueva doctrina del futuro compartido de la humanidad, adoptada en los úl- timos años por el Partido y el gobierno, que im- plica un enfoque nuevo y más directamente parti- cipativo de la lucha contra los males globales que afligen hoy al planeta.

Este esfuerzo por relanzar la cooperación inter- nacional se dirige principalmente a los cuadran- tes más desatendidos y débiles del planeta, empe- zando por el continente africano, para el que los actuales dirigentes chinos también han anuncia- do políticas de alivio parcial de la deuda.

También hay indicios de un cambio parcial en la actitud de la Unión Europea, cuyo actual grupo


dirigente, centrado en el dúo Macron-Merkel, ha dado algunas señales de resipiencia, aunque to- davía parece prematuro juzgar proyectos como el Green Deal o el Fondo Europeo de Recupera- ción, que podrían encallar ante la resistencia de los llamados “países frugales”, un nombre muy engañoso, y sobre todo de la oligarquía financie- ra que ha visto con muy buenos ojos la reciente decisión del Bundesverfassungsgericht destinada a cortar las alas a cualquier intervención euro- pea en la materia que no se ajuste estrictamente a los principios neoliberales de la constitución material de la Unión Europea (De Sena-D’Acun- to, 2020). Esta decisión, que podría abrir el ca- mino a un conflicto interinstitucional e inter- jurídico sin precedentes, se inspira, como otras anteriores, en la evidente incompletud y falta de democracia del sistema europeo. En definitiva, parece muy discutible que la mayor apertura de las cumbres europeas hacia las necesidades de ciertos Estados miembros sea en realidad el re- sultado de una mayor conciencia básica de la ne- cesidad y la urgencia de un enfoque verdadera- mente solidario y no más bien una respuesta de emergencia y extraordinaria, destinada a dejar espacio, más adelante, al pleno resurgimiento de las perniciosas doctrinas neoliberales.

Entre otras cosas, la pandemia ha provoca- do un mayor fortalecimiento de ciertas empre- sas multinacionales, especialmente las llamadas Cinco Grandes empresas tecnológicas (Alpha- bet, Amazon, Facebook, Google y Microsoft), cuyo valor de mercado equivale al producto in- terior bruto de Alemania, así como las Grandes Farmacéuticas, que ahora reciben enormes sub- venciones para la producción de la vacuna y los medicamentos necesarios para combatir el con- tagio. Restablecer el control y la dirección públi- ca de estos sectores estratégicos parece una tarea indispensable, pero incluso los tímidos intentos de los gobiernos europeos de gravarlos se topan con la dura oposición de la administración esta- dounidense.

Siempre en el plano internacional, el otro ele- mento a tener en cuenta está evidentemente repre- sentado por la difusión del violento supremacismo blanco en países clave de Occidente como Brasil y Estados Unidos, que constituye la negación total, como se ha dicho, del enfoque racional y respon- sable propio de la República Popular China y de varios otros Estados, entre ellos Cuba, Nicaragua y Venezuela, que están combatiendo eficazmente el virus y, en el caso de Cuba, también están tomando medidas ejemplares contra él a nivel internacional, a pesar de las inhumanas e ilegales medidas coer- citivas unilaterales a las que estos estados siguen siendo sometidos por Estados Unidos y también, en el caso de Venezuela, por la Unión Europea. La derrota electoral de Trump y el fracaso del intento de golpe organizado el 6 de enero por sus segui- dores mas extremo y probablemente avalado por el mismo, abre la posibilidad de reconsideraciones del papel de Estados Unidos, sobre todo la recu- peración de una dimensión multilateral de su ac- tuación política internacional, pero todavía no se entiende bien hasta qué punto Biden va a abando- nar algunos puntos fundamentales aportados por Tump y por el Deep State estatounidense.

En el ámbito nacional italiano, por último, hay ahora varias y fundadas razones para temer que el redescubrimiento de la necesidad de una dimen- sión pública de intervención en la economía, he- cho inevitable por la constatación del desastre sa- nitario incluso en las regiones “modélicas” y por la inminente crisis económica de dimensiones y gravedad sin precedentes, se traduzca más bien en un asalto de “nuestra” clase empresarial periférica y parasitaria a los recursos que se ponen a su dis- posición. Por lo tanto, la insuficiente atención a las necesidades de los trabajadores y de los sectores sociales más débiles se traducirá inevitablemente en un mayor agravamiento de la pobreza y la des- igualdad. Esto se confirma, entre otras cosas, por las evidentes limitaciones de los procesos de regu- larización en curso para los inmigrantes, que en los últimos meses han soportado el peso de contribuir


con su trabajo explotado y mal pagado a la alimen- tación y el cuidado de la sociedad italiana en su conjunto. Mientras que, como se ha denunciado, la situación existente se refleja de forma extremada- mente negativa en los sectores vitales y estratégicos de la educación y la investigación.

En definitiva, estamos aún muy lejos de la verda- dera inversión de enfoques y perspectivas que se ne- cesita para combatir eficazmente la actual pandemia,

Referencias bibliográficas

las que desgraciadamente le seguirán, y los otros pro- blemas directamente conectados en muchos sentidos con las propias pandemias pero que tienen una fuer- za destructiva independiente, como la degradación del medio ambiente, el cambio climático, las des- igualdades sociales y la devaluación y humillación constante de los espacios y dimensiones públicas y democráticas. Y cada vez hay menos tiempo para re- mediar esta situación globalmente catastrófica.

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Otras fuentes consultadas

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