Nueva Época
Número 1
Estados Unidos: polarización socioeconómica, clase capitalista y crisis*
United States: Socioeconomic Polarization, Capitalist Class, and Crisis
Profesora Titular e investigadora del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana (CEHSEU)
e-mail: yazminbarbara@cehseu.uh.cu Número ORCID: /0000-0003-4575-0385
La polarización socioeconómica presente de ma- nera creciente en la sociedad estadounidense se ubi- ca en la base de la vulnerabilidad de la misma frente a las diversas crisis que afectan al país. El análisis de este fenómeno se ha desplegado desde finales del siglo XX hasta acá a través de diversas perspectivas teóricas que han permitido identificar la diversidad de variables que lo condicionan, la multidimensio- nalidad de sus impactos, así como los desafíos epis- temológicos para abordarlo. Como parte de estos últimos, la necesidad de trascender el ámbito de análisis económico, integrar en el estudio los pro- cesos inherentes al funcionamiento político de la sociedad y el gobierno, así como la conexión de los ámbitos nacional e internacional en su estudio, ha sido parte importante del debate. En tal sentido, el presente trabajo se propone tratar el carácter clasista de la polarización socioeconómica que se encuentra en la base de la crisis que afecta a la sociedad esta- dounidense a través de la incidencia de la clase capi- talista en los procesos que la condicionan.
Abstract:
The socioeconomic polarization that is in- creasingly present in American society is at the base of its vulnerability to the various crises that affect the country. The analysis of this pheno- menon has been deployed from the end of the 20th century to now through various theoretical perspectives that have made it possible to identi- fy the diversity of variables that condition it, the multidimensionality of its impacts, as well as the epistemological challenges to address it. As part of the latter, the need to transcend the field of economic analysis, integrate into the study the processes inherent to the political functioning of society and government, as well as the connec- tion of the national and international spheres in their study, has been part important of the deba- te. In this sense, the present work aims to address the class character of the socioeconomic polari- zation that is at the base of the crisis that affects American society through the incidence of the capitalist class in the processes that condition it. Key words: capitalism, social classes, socioeco-
nomic polarization, crisis, United States
*Una versión preliminar de este trabajo fue presentado como ponencia en el Primer Congreso Latinoamericano “Crisis mundial y geopolítica”, realizado en noviembre de 2020 en Buenos Aires, de modo virtual, bajo auspicios del Centro de Investigaciones en Política y Economía (CIEPE) y el Observatorio Internacional de la Crisis (OIC). Las ideas expuestas dan continuidad a una línea de análisis cuyos resultados han sido publicados en los artículos: “Neoliberalismo, sociedad civil y dominación político-ideológica en el siglo XXI”, en Revista Economía y Desarrollo, volumen 165, no. 1, enero-junio 2021; “Polarización socioeconómica, política, ideología y obstáculos para el desa- rrollo en un mundo pos-pandemia”, en Revista Economía y Desarrollo volumen 165, suplemento 1, e 1. 21, enero 2021; “Estados Unidos: polarización socioeconómica, clase capitalista e imperialismo en el siglo XXI”, en Lucas de Alvarenga Gontijo, Mariana Ferreira; Yuri Pérez y Yazmín B. Vázquez (Coordinadores), Cuba-Brasil. Diálogos sobre Democracia, Soberanía Popular y Derechos Sociales. Volumen III., Editora de Plácido, Belo Horizonte, 2021.
El proyecto norteamericano fue especialmente exitoso entre 1945 y 1970, sin embargo, a partir de esta última fecha, tal y como han analizado Marco Gandásegui (2017), Dídimo Castillo (2017, 2018), entre otros, el proyecto de la sociedad de bienes- tar comenzó su declinación. En lo que va del siglo XXI los cambios que se observan en la estructura socioeconómica en Estados Unidos expresan un proceso de polarización de la riqueza y el ingre- so descrito por Joseph E. Stiglitz (2012: 59) en su obra El Precio de la Desigualdad cuando afirma: “(…) los ricos se están haciendo más ricos, y los más ricos de entre los ricos se están haciendo to- davía más ricos, los pobres se están haciendo más pobres y más numerosos, y la clase media se está vaciando.”
En este entorno, mientras la concentración de la riqueza en manos del capital sigue creciendo, como se ha reiterado en diversas fuentes, Estados Unidos tiene una de las peores desigualdades de la distribución del ingreso del mundo desarrollado. La tendencia muestra el éxito de la acumulación creciente y desmesurada de la clase capitalista a expensas de una mayor explotación de las clases trabajadoras de diversas formas teniendo como resultado el incremento y profundización inusi- tada de las desigualdades de ingresos y los niveles de pobreza (Piketty, 2014; Stiglitz, 2012; Castillo, 2017 y 2018).
En los estudios que se han realizado sobre este fenómeno, si bien se han determinado entre sus condicionantes factores como la reestructuración de la economía que resulta de la aplicación del proyecto neoliberal; las implicaciones de la cre- ciente movilidad productiva a través de la inmi- gración en el contexto del capitalismo globaliza- do; elementos de raza, y género que afectan a la clase trabajadora en particular, agravados por su pérdida de capacidad negociadora frente al capi- tal desde el debilitamiento de los sindicatos; así como la aplicación de políticas públicas y progra- mas que conducen desde el Estado al incremento
de la vulnerabilidad social, aún se requiere pro- fundizar en el análisis de las relaciones de poder que han enmarcado, y continúan haciéndolo, es- tos procesos (Castillo, 2017 y 2018; Canales, 2017
y 2018; Caicedo, 2015 y Stiglitz, 2012). En este orden se destaca la aparición y consolidación de formas de operación política excluyentes que in- ciden directamente en el acceso de la sociedad a recursos de poder (derechos, participación políti- ca, cargos políticos, etcétera) (Stiglitz, 2012; Na- varrete, 2016) favoreciendo la acción de sectores de poder económico y político para hacer valer, por casi medio siglo ya, el paradigma de desarro- llo neoliberal. Una situación en la que ha tenido una importante incidencia la clase capitalista a través del despliegue y consolidación de mecanis- mos e instrumentos que se emplean para lograr tales fines.
La mirada sobre el impacto de las relaciones de poder que se despliegan como parte del capi- talismo global en los ámbitos económico, políti- co, ideológico y cultural (Amín, 1994 y 2017; Bo- ron, 2006; Harvey, 2005 y 2007; Robinson, 2007 y 2015) contiene elementos insoslayables para responder a los desafíos epistemológicos que se han planteado en la comprensión del fenómeno en cuestión. Desafíos que se han ubicado en la necesidad de ampliar los análisis más allá de la economía, a partir de la multidimensionalidad de sus condicionantes e impactos que atraviesan mo- delos económicos, sistemas políticos y herencias culturales, así como en ampliar la posibilidad del examen que convencionalmente se realiza sobre el tema del interior de los espacios del Estado-na- ción al área internacional (Braig et al., 2015; Na- varrete, 2016).
En Estados Unidos, la posibilidad de solucionar los problemas que afectan a la sociedad estadou- nidense en el corto, mediano o largo plazo, pasa por considerar que las desigualdades en resulta- dos están estrechamente ligadas a desigualdades en oportunidades. La desigualdad de ingresos se correlaciona con inequidades en los ámbitos de
salud, acceso a la educación, y exposición a ries- gos ambientales pero la creciente concentración de la riqueza, y una reducción significativa de los impuestos sobre dicha riqueza, se traduce en que se tiene menos dinero para gastar en inversiones destinadas al bien público, como en educación y protección para los niños. Los niveles de pobreza creciente que afectan a la niñez no suponen una garantía para revertir, o al menos parar, el proce- so de pauperización de la clase trabajadora y de desaparición de la clase media. De otra parte, la inserción laboral de los jóvenes en el sector la- boral del país presenta una tendencia decrecien- te. Aún en el largo plazo, cambiar esta situación supondría aumentar el gasto público y desplegar políticas para favorecer las oportunidades de ac- ceso a la educación, hasta la universitaria, pero la tendencia continúa siendo inversa. El gasto del gobierno, y el mismo presupuesto también tienen visos de debilidad atendiendo al contenido de la Reforma Fiscal promovida por Donald Trump, así como a su acción para continuar desregulan- do los mercados financieros, un elemento que ha demostrado ya la inestabilidad que puede causar en el equilibrio económico y por tanto en el nivel de crecimiento sostenido de los indicadores ma- croeconómicos y en el progreso que por concepto de renta per cápita obtiene la sociedad (Castillo, 2017).
En Estados Unidos los datos de la Oficina del Censo mostraron pocos cambios en la brecha en- tre ricos y pobres en el año 2017. En el año 2018, a pesar del incremento del empleo que se mos- tró en la economía estadounidense a partir de las medidas tomadas por la administración Trump, continúan identificándose dos grupos ocupacio- nales fundamentales: uno en el que preponderan empleos con trabajadores altamente calificados
(economía de la información) y otro con empleos flexibles y desregulados (principalmente trabajo informal) en los que sobresalen esencialmente in- migrantes, ya sean documentados o no. Por otra parte, como consecuencia de esta concentración en los dos grandes polos de la estructura ocupa- cional, sigue visibilizándose una reducción abso- luta y relativa de aquellos empleos que se clasifi- can de nivel medio según los ingresos percibidos (actividades de administración y distribución, producción y construcción).1
La Pandemia generada por la COVID-19 ha remarcado la vulnerabilidad de la sociedad esta- dounidense en estas condiciones, en especial, la de los sectores antes referidos como los más afec- tados. En este entorno, transformar el paradigma de desarrollo dominante en uno que lleve por la vía del desarrollo sostenible, inclusivo y con vi- sión de largo plazo constituye una necesidad im- postergable, sin embargo, importantes obstáculos se interponen para hacer posible tal meta.
En este contexto, más allá de que la desigualdad de ingreso ralentiza el crecimiento económico, conduce a desigualdades sociales más graves, ge- nera problemas sociales y de salud, produce ines- tabilidad política, en Estados Unidos se pone en entredicho la capacidad de las protestas y proce- sos eleccionarios para cambiar la situación. Varias preguntas se imponen en tal sentido: ¿qué posibi- lidades ofrecen los procesos políticos estipulados para ajustar el funcionamiento social en función del cambio necesario?; ¿qué elementos limitan su acción efectiva para tales fines?
Para dar respuesta a las mismas se impone anali- zar las determinantes e impactos de la polarización socioeconómica en los Estados Unidos en el contex- to de las disputas por la hegemonía a escala nacional e internacional de su clase capitalista. En función de
1Según el US Bureau of Labour Statistics en http://www.dlt.ri.gov/lmi/pdf/usadj.pdf, de enero de 2017 a marzo 2018 (administración Trump) la fuerza laboral creció en 2,045 millones, la tasa de desempleo de enero de 2017 a marzo de 2018 decreció en 0,7, el empleo aumentó en 3,102 millones, pero hasta ahora la mayor parte de la población está ubicada en el nivel más bajo de la estructura ocupacional. Los empleos que se están creando, a partir de la política de Trump, continúan aportando a ese segmento.
ello, abordaremos algunos de los mecanismos que permiten explicar cómo incide la misma en la confi- guración de las condiciones que enmarcan la polari- zación socioeconómica que se agrava hoy en los Es- tados Unidos y supone importantes obstáculos para el progreso nacional desde la superación de la crisis multidimensional que afecta al país.
A finales de este año 2020 tuvieron lugar eleccio- nes presidenciales en los Estados Unidos, y la pre- gunta es si marcarán condiciones para un cambio en la situación antes descrita. Sin embargo, el ejem- plo de Bernie Sanders en los dos últimos procesos de elección presidencial, incluyendo estas, muestra cómo cuando un candidato clama mínimamen- te por volver al gasto público de orientación so- cial y da un paso en otra dirección, es sacado del mecanismo electoral. Incluso desde el ejercicio del poder ejecutivo, el caso Obama mostró las posibi- lidades de influencia de la clase capitalista en tal sentido, en especial, cuando su gobierno planteó recomendaciones de políticas redistributivas, que fueron rechazadas durante su administración por el sector de las grandes finanzas en sus expresio- nes políticas. El mismo sector que ha dominado la economía desde la década de los setenta, y que constituyó el principal grupo que lo respaldó en las elecciones de 2008 (Fernández, 2018). En el mis- mo sentido, la capacidad de la clase capitalista para incidir en las decisiones gubernamentales ha sido analizada durante la administración Trump, mos- trando cómo la lucha entre capitales y los procesos de crisis alimentan las pujas político-estratégicas en este marco en torno a modelos de capitalismo, geoestrategias, identidades y cosmovisiones (Meri- no, 2018: pp. 28-29).
Los financiamientos de campaña han sido iden- tificados entre las vías a través de las cuales la cla-
se capitalista interviene en los procesos políticos y del ejercicio del poder desde los gobiernos, en el área de la acción estatal, sin embargo no es la úni- ca, y probablemente ni siquiera la más importante en aras de garantizar que el mismo promueva las condiciones necesarias para mantener la acumu- lación capitalista a escala nacional e internacional por encima de las necesidades que plantea la so- ciedad. Los análisis sobre este proceso en los Esta- dos Unidos han destacado, además, como modos de intervención la construcción o el despliegue de mecanismos de incidencia en estructuras de la rama legislativa de los Estados, así como el acer- camiento entre el sector empresarial y grupos de intelectuales organizados en universidades y tan- ques de pensamiento con funciones de consulto- ría y asesoría política (Maira, 1984 b; Boron, 1984; Harvey, 2007; Foucault, 2007; Pazmiño, 2020).
En el primer caso, desde la década de 1980 se plantea que, a pesar de que todos los sistemas po- líticos que se inscriben en la matriz de la demo- cracia liberal se proponen asegurar una máxima independencia y separación entre los legisladores y los grandes intereses organizados que se expre- san en la sociedad, sean estos los de los grupos empresariales, los sindicatos, las organizaciones profesionales o los intereses regionales, en Esta- dos Unidos, desde la aprobación de la Lobbyng Act de 1946, se consagra el derecho de todos los grupos de tratar de influir en el curso del proceso de creación normativa, para lo cual precisamente se regula el mecanismo por el que las organizacio- nes profesionales de “cabildeo” canalizan los re- cursos y las propuestas de sus mandantes.
Como resultado de ello, la acción cada vez más organizada y eficaz de los grandes grupos de pre- sión, realizan lo que Luis Maira califica como una “violación psicológica” de la voluntad política real de los integrantes del congreso, quienes en mu- chas ocasiones más que interpretar el interés ge- neral deben actuar condicionados por los criterios de los grupos más organizados y con más capaci- dad para defender sus intereses específicos (Mai-
ra, 1984 a). Ya en el siglo XXI, la acción del lobby petrolero para garantizar el apoyo al sector petro- lero en la administración Trump se ha constatado en investigaciones que revelan su impacto en la eliminación de restricciones a la contaminación, así como en el “negacionismo” climático en me- dio de huracanes, sequías y variaciones extremas de la temperatura (Katz, 2018). Otros puntos de presión desde la clase capitalista hacia el gobierno se han mostrado en relación al impuesto fronteri- zo o un impuesto a las importaciones, así como a la prohibición del ingreso al país a ciudadanos de siete países de Oriente Medio en medio de pug- nas entre corporaciones estadounidenses a escala nacional e internacional por mantener el control monopólico y la hegemonía (Merino, 2018).
El segundo elemento mencionado se configura desde lo que se ha definido como corporativiza- ción del conocimiento y las ideas. De matriz ini- cial estadounidense en el siglo XX, ha sido desta- cado como uno de los procesos más importantes en las líneas de trabajo antes enunciadas. Con sus antecedentes en la promoción de organización de la clase empresarial y la articulación alrededor de sus necesidades gnoseológicas de universidades y tanques de pensamiento, ha constituido la ex- presión de la organización de la producción del conocimiento de manera corporativa con los in- vestigadores adquiriendo un papel de vendedores de ideas para el que transitan entre universidades, puestos públicos y centros de investigación (Pa- rraguez, 2016).
La importancia de este mecanismo se fun- damenta en su función de generar las ideas que sustentan la influencia política y aseguran la per- manencia de la elite. Como ejemplo de su acción desde los años 70 del siglo XX Harvey destaca a la Heritage Foundation, el Hoover Institute, el Cen- ter for the Study of American Business, el Ame- rican Enterprise Institute y el National Bureau of Economic Research en la difusión de las ideas neoliberales y la construcción de propuestas de políticas para orientar la acción del gobierno en
función del interés de un poderoso grupo de in- dividuos ricos y líderes empresariales comanda- dos por la Cámara de Comercio articulada con la Asociación Nacional de Manufactureros y la Bu- siness Roundtable en el contexto de la promoción e implementación del proyecto neoliberal (Har- vey, 2007).
En esta misma línea Foucault alude a la Ame- rican Interprise Institution como ejemplo del ejercicio de la crítica mercantil opuesta a la ac- ción del poder público y que asume la tarea de evaluar en términos de costos y beneficios to- das las actividades públicas. Así alude al proce- so desde el que se trató de calibrar la actividad de los numerosos organismos federales estable- cidos desde el New Deal y sobre todo desde el final de la II guerra mundial, como la adminis- tración para los alimentos y la salud, la Federal Trade Comission, etc., y a programas sociales referidos a la educación, a la salud, a la segre- gación racial que la administración Kennedy y la administración Johnson implementaron du- rante el decenio 1960-1970, concluyendo que a diferencia del siglo XIX, cuando la jurisdicción administrativa permitía juzgar la acción del poder público en términos de Derecho, ahora se constituía una especie de tribunal económi- co que pretendía juzgar la acción del gobierno desde el punto de vista estricto de la economía y el mercado (Foucault, 2007).
Se conforma así una matriz que desde los cam- pos de la teoría económica y política fundamenta la ideología que se promoverá en el entorno de la disputa por la hegemonía de la clase capitalista es- tadounidense a escala nacional e internacional. Un fenómeno sobre cuyas bases Foucault (2007) ex- presó que a diferencia del liberalismo clásico, don- de se pedía al gobierno que respetara la forma del mercado y dejara hacer, con las concepciones que se inscriben en el neoliberalismo el dejar hacer se invierte para transformarse en un no dejar hacer al gobierno, en nombre de una ley del mercado que permitirá juzgar y evaluar cada una de sus activi-
dades. Por lo que concluye que el mercado ya no es un principio de autolimitación del gobierno, sino un principio que se vuelve contra él.
La expansión de esta matriz ideológica, de base teórica neoliberal, y su asimilación por poderes públicos en todo el mundo, como parte de la crea- ción de condiciones para facilitar la acción del capital transnacional estadounidense se ha pro- ducido especialmente en el entorno de la gestión de las crisis económicas que han afectado a la hu- manidad desde entonces. En este fenómeno, cu- yas particularidades se han analizado como par- te de los estudios sobre la captura del Estado y la corporativización de la política, se ha destacado, en particular, el aporte que se realiza desde el go- bierno de Ronald Reagan, de una parte, a través de la constitución del régimen financiero basado en Wall Street-Reserva Federal-Fondo Monetario Internacional, y de otra, la promoción de un sis- tema de instituciones, fundaciones, organizacio- nes no gubernamentales, a través de las cuales los modelos de democracia y progreso fundados en la racionalidad neoliberal, especialmente la de base estadounidense, se han expandido aportando a la hegemonía del capital (Harvey, 2005 y 2007; Ro- binson, 2015; Minella, 2017).
En este entorno los ajustes económicos y po- líticos en función, supuestamente, del desarrollo se han sustentado, como ha apuntado Luis Maira (1984 b) en la vinculación ideológica y orgánica entre segmentos precisos de las clases dominantes de los Estados Unidos y de diversos países para configurar una nueva especie de “interdependen- cia”. Este autor argumenta su tesis con el análisis de casos en América Latina, y entre los ejemplos que destaca en sus estudios desde la década de 1980 pueden mencionarse el Centro de Estudios Públi- cos, cuyo presidente honorario fue Friedrich von Hayek, que con acuerdos formales con la Hoover
Institution y con el American Interprise Institute pretendió desempeñar una función de think tank de las tendencias de la institucionalización de la dictadura en Chile; el Instituto de Pesquisas e Es- tudos Sociales (IPES) y el Instituto Brasileiro de Açao Democrática (IBAD) en Brasil y en Argen- tina la presencia activa del American Interprise Institute, con varios seminales internacionales en Buenos Aires en asociación con organizaciones empresariales argentinas con el propósito de con- solidar las relaciones tradicionalmente favorables entre los grupos dirigentes del sector privado de ambos países que prosperaron incluso a despecho del estado de las relaciones intergubernamentales entre los Estados Unidos y la Argentina.
Desde estos vínculos, desplegados en el tiem- po, la “modernización de políticas públicas” que se ha propuesto disminuir el gasto público en programas asistenciales y reorientar el mismo a favor del ahorro y la inversión del capital en Esta- dos Unidos, Europa y América latina; el ajuste de leyes para favorecer la libre acción del mercado y la competencia como fundamentos del progreso a través de procesos de desregulación; y el desplie- gue de un marco legal en función de ello, a escala nacional e internacional, han aportado al ajuste del Estado de Derecho, ese que desde los postula- dos de la teoría neoliberal implica minimizar las decisiones del gobierno en la gestión de la econo- mía y exponenciar las de corporaciones empre- sariales para promover el mercado como entorno de realización de la democracia, intervenida solo por el gobierno si se presentan obstáculos al desa- rrollo de la lógica de la competencia desde la pro- testa social (Foucault, 2007; Hinkelammert, 2007;
Orjuela, 2007).
Estos procesos, aplicados en el marco del Con- senso de Washington en América Latina y en to- dos los países del orbe supuestamente asistidos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial frente a las crisis, han constituido premi- sas que lejos de favorecer el progreso de las nacio- nes y sus pueblos han apuntado a la pérdida de so-
beranía de sociedades y Estados nacionales frente al capital. Como parte de los mismos, reformas laborales han debilitado la capacidad de los sindi- catos para respaldar los derechos de la clase traba- jadora y han favorecido la libertad-impunidad de la acción empresarial corporativa, mientras que lo definido como pluralismo constitucional como “tendencia posnacional” o constitucionalismo multinivel ha impactado sobre el principio demo- crático consagrado por las Constituciones de los Estados condicionando la implementación de re- glas del derecho internacional que limitan las for- mas del poder político y la defensa de los intereses nacionales (Vázquez, 2019).
Los impactos de la formación de un orden jurí- dico global, ajustado a las necesidades de expan- sión del capital, se han reflejado en debates desde Estados Unidos, Europa y América Latina. Como parte de los mismos, la desnacionalización del de- recho nacional se relaciona con una diversidad de condicionantes entre las que se sitúan: la ameri- canización impulsada por la Organización Mun- dial de Comercio (OMC) y el Banco Mundial (BM); una estrategia capitalista que busca redu- cir las instituciones del Estado de bienestar para incrementar las ganancias y conquistar mercados y el debilitamiento de las instituciones del Esta- do frente a grupos, individuos y organizaciones transnacionales que son capaces de emanciparse de la supremacía política de las instituciones esta- tales (Serna de la Garza, 2010).
En general, el análisis de los impactos de este fenómeno ha incluido el aumento de las ganan- cias y la concentración de la riqueza en manos del capital, en especial del sector financiero transnacional, junto a la disminución de los in- gresos de las clases trabajadoras. Un proceso de alcance global que se acompaña del retroceso en indicadores macros en los ámbitos científi- co, educativo, de salud y amenaza los del eco- nómico, por ejemplo, en un país como los Es- tados Unidos cuyo nivel de desarrollo ha sido considerado emblemático por mucho tiempo
(Stiglizt, 2012; Piketty, 2014; Martins, 2017;
Grobart, 2017).
Esta realidad ha puesto en serio cuestionamien- to importantes tesis de la racionalidad económi- ca neoliberal que han constituido importantes soportes del andamiaje para su aplicación. Entre ellas cabe destacar las que aluden a la necesidad del cambio en la lógica de la acción gubernamen- tal desde el Estado en función del correcto y efec- tivo funcionamiento de la economía para el bien social, así como las propias premisas que garanti- zarían el mismo asociadas a las posibilidades que ofrecería la competencia capitalista sin obstáculos para proveer de un crecimiento económico que aseguraría, desde el incremento del ahorro, la in- versión y el empleo, ingresos suficientes a cada in- dividuo para acceder al consumo de los bienes y servicios necesarios para vivir con calidad. Una tesis que centró procesos de marginación política de base racional desde los años 80 del siglo XX, y a partir de la cual se produjo la ofensiva neoli- beral-neoconservadora contra la izquierda emer- gente, sus organizaciones y el pensamiento crítico en su base (Castro, 2015; Hernández, 2017).
En este último punto cabe destacar aquellos elementos que se han identificado como esen- ciales por su rol en el fenómeno objeto de estu- dio. Aquellos que aportan luces para comprender cómo la racionalidad que sustenta las políticas neoliberales se han constituido en importante componente de los imaginarios sociales a pesar del impacto económico negativo que ha tenido la aplicación de las mismas para las mayorías.
La construcción y ajuste permanentes del siste- ma de cooptación que ha operado como parte de este sistema de dominación fue analizado por Le- nin desde inicios del siglo XX y se ha enriquecido a través de la intervención creciente de la clase capi- talista en el ejercicio de la política desde la sociedad civil. Un fenómeno que muestra su capacidad para promover la reconstitución del sistema socioeco- nómico que comanda ante las crisis que lo afectan y, como parte de ello, las potencialidades que ha
adquirido para subordinar ideológicamente a los sectores y clases más afectados por las mismas.
Para ello se asume la ideología como el sistema de ideas, creencias, valores, y símbolos de carác- ter moral, político, económico y social que pro- porcionan identidad a las colectividades, sentido y orientación a su acción política, y permiten la elaboración de propuestas de construcción, con- servación o transformación del orden social (Or- juela, 2007: 219-220) y se destaca, como parte de la misma, el lugar central que ha ocupado el cre- ciente rol de consentimientos, desde el liderazgo cultural e intelectual en la construcción de hege- monía como parte de proyectos de dominación de clase y de gobierno (Robinson, 2015).
En Estados Unidos el éxito de la acción de la cla- se capitalista en este entorno puede relacionarse con varios factores (Borón, 1984; Maira, 1984 a; Harvey, 2007; Vommaro, 2014; Grassetti et al., 2017), entre ellos:
×El estrecho vínculo que despliegan con im- portantes universidades, instituciones internacio- nales y una red de tanques de pensamiento que se extiende progresivamente a escala global con funciones de asesoría y consultoría técnico-políti- ca y desde los que se construyen, socializan e ins- trumentalizan los fundamentos de racionalidad a través de los cuales se legitima su acción;
×La diversificación y articulación de los me- dios para su difusión a través de publicaciones académicas y medios de comunicación masivos, potenciados por el despliegue de las telecomuni- caciones y la incidencia de la Internet en la homo- genización de los discursos;
×La utilización de partidos políticos y movi- mientos sociales como instrumentos para ope- rativizar la incidencia de dicha racionalidad en función de los intereses y disputas por el poder político de los diferentes sectores del capital.
Los impactos de estas vías de intervención se
han revelado desde finales del siglo XX en fenó- menos que se han definido como crisis política y del sistema de partidos en Europa y Estados Uni- dos, indistintamente, así como en el cambio de la correlación de fuerzas políticas que se produce desde el año 2009 en América Latina, frente a lo que se denominó a inicios de la presente centu- ria Ciclo Progresista de la izquierda (Castro, 2015; Vázquez y González, 2019).
Estos impactos pueden relacionarse con el es- trechamiento del espectro ideológico que susten- ta las apuestas sociales que desde el sistema de partidos debía hacer posible el cambio a favor del bien social y que se han concentrado alrededor de los ajustes necesarios en el marco del modelo eco- nómico neoliberal para responder a las exigen- cias planteadas por los intereses en conflicto de los diferentes sectores del capital. El ejemplo de los Estados Unidos es paradigmático en tal senti- do. Un país en el que la disputa entre los partidos Demócrata y Republicano no apunta a situarse en un plano de diferencias esenciales en relación con el objeto de nuestro análisis desde las incidencias que ha tenido en el orden ideológico la reformu- lación de los viejos preceptos del liberalismo y el conservadurismo que se produjo en el contexto de la crisis económica y política de los años 70 del siglo XX (Borón, 1984; Foucault, 2007; Merino, 2018; Hernández, 2020).
Dicha reformulación situó un potencial marco de articulación entre el neoliberalismo y el neo- conservadurismo que ha hecho posible reforzar en el imaginario social el arraigo de las concepciones que avalan la necesidad de la autoridad empresa- rial corporativa en la gestión de la economía, la del Estado en función de promover todas las condicio- nes necesarias en función de ello, incluyendo la in- tervención social, junto a la responsabilidad indivi- dual en la gestión del progreso, desde el aumento de las garantías para una inserción “adecuada” de cada ciudadano en esta lógica a partir de la reafirmación de la familia y la religión como fuentes reguladoras de autoridad moral. Estos puntos de confluencia
han incidido en la variación de la agenda política hacia qué hacer en cada momento para preservar el progreso del capital, como supuesta fuente esen- cial del desarrollo social, y el lugar de los Estados Unidos en el mundo para mantener el entorno his- tórico que desde la segunda mitad del siglo XX ha sido favorable a ello.
Fue desde la misma, por ejemplo, que se cues- tionaron y limitaron en su despliegue las medidas de beneficio social que Barack Obama promovió como el llamado Obamacare (Affordable Care Act) para ampliar la cobertura de atención mé- dica. Las críticas de los conservadores por intro- misión del gobierno en decisiones individuales y sus efectos económicos de incrementar los costos del servicio fueron determinantes en tal sentido (Fernández, 2018).
La articulación que se produce entre la inter- vención de la clase capitalista que genera tales im- pactos y los movimientos políticos vinculados a lo que se ha definido como nueva derecha, ha po- tenciado la capacidad de expansión a escala nacio- nal e internacional de la racionalidad y los valores que sustentan esta ideología desde los vínculos orgánicos que se han establecido desde la década de 1980 entre los mismos. Ejemplos de ello son la Unión de Partidos de Latinoamérica2 como que incluye las articulaciones con actores estadouni- denses, en especial con el Partido Republicano de los Estados Unidos, a través del Instituto Republi- cano Internacional3 y los centros de pensamiento asociados al mismo; la Unión Demócrata Inter- nacional4 y la Organización Demócrata Cristiana para América Latina (ODCA)5
Los enlaces entre partidos de derecha de Estados Unidos, Europa y América Latina han sido funcio- nales para construir estrategias de dominación y subversión político-ideológicas en función de ajus- tar las condiciones políticas y sociales en cada país
en pro de garantizar las reformas en interés de los diversos sectores de la clase capitalista. Es por ello que se identifican en lugares diversos formas de ha- cer que solo se ajustan según los contextos históri- co-concretos, pero que presentan muchos elemen- tos de base en común. La inducción de lo que se ha denominado una metamorfosis en los partidos so- cialdemócratas y de izquierda, como parte de esta agenda, ha sido parte del contexto de acumulación de intervenciones que en tal sentido se ha gestado desde el entono de la guerra fría y como expresión del cual masivas protestas como las que han ocu- rrido recientemente en Estados Unidos pudieran no llegar a crear las condiciones suficientes para la elaboración de un discurso articulado y limitar la capacidad de la amplia movilización de masas para expresarse en un programa político viable.
El proceso de polarización socioeconómica que vive hoy los Estados Unidos y la incapacidad de sus instituciones estatales y organizaciones socia- les para hacerle frente se vincula a la naturaleza de un fenómeno, de carácter histórico, con impor- tantes fundamentos en la disputa del país y de su clase capitalista por mantener su hegemonía en un contexto que desde principios del siglo XXI ha estado signado por lo que se ha identificado como su relativo descenso a escala regional e interna- cional. En este entorno la polarización socioeco- nómica puede definirse como la diferenciación creciente entre clases y grupos sociales con diver- sidad de expresiones en la capacidad de acceso a bienes, servicios (inequidades en los ámbitos de salud, acceso a la educación, y exposición a ries- gos ambientales), así como en las oportunidades para insertarse en el ejercicio del poder.
La incidencia de la clase capitalista estadou- nidense ha sido determinante en los rasgos que
2Unión de Partidos de Latinoamérica, (http://uplalatinoamerica.org/partidos-miembros/). 3Instituto Republicano Internacional, (https://www.iri.org/iri-around-world).
4Unión Demócrata Internacional, (https://www.idu.org/members/).
5Organización Demócrata Cristiana para América Latina (ODCA), (www.odca.cl).
asume este fenómeno, en especial, desde la fuerte oposición por parte de los propietarios del capital a cualquier política de redistribución o de mejora social interna en el país. Una posición que promue- ve la opción que mirar al exterior para resolver sus dificultades económicas (Harvey, 2005). Los me- canismos de incidencia que en tal sentido se han mostrado en el presente trabajo han condicionado que el sistema político estadounidense funcione cada vez más de una forma que incrementa la des- igualdad de los resultados y reduce la igualdad de oportunidades. Como parte del mismo, incluso los acontecimientos más recientes en el entorno de las protestas sociales contra el racismo muestran un uso mucho mayor del Estado en su carácter poli- ciaco. La pérdida tendencial de la confianza en el poder ejecutivo, junto al desgaste del sistema de partidos se ha reflejado en las investigaciones de Gallup, según las cuales, respecto al último punto, se ha producido un incremento del 40% al 58% de la población que entre enero de 2004 y enero de 2014 opinaban sobre la necesidad de crear un ter- cer partido para los ámbitos de la disputa electoral (Martins, 2017).
En esto último cabe destacar la relevancia de la confluencia de elementos de las ideologías neolibe- ralyneoconservadoraenunamatrizoconstrucción
racional que impone serios obstáculos para la su- peración de las condiciones existentes en el siste- ma político y el modelo económico imperante en los Estados Unidos y que fundamentan la pola- rización socioeconómica. Y en especial, su cons- titución en importante componente de los ima- ginarios sociales y de la ideología que mueve su accionar.
En estas condiciones la desigualdad económica es afectada por el rápido deslizamiento de la concen- tración del ingreso y la riqueza hacia la concentra- ción del poder político con la aparición y consoli- dación de formas de operación política excluyentes (Suárez-Cao, 2013). Los impactos de la concentra- ción del poder político en el modelo económico y de progreso social muestran el achicamiento del Estado de bienestar de forma paralela al apoyo sostenido del gobierno estadounidense al despliegue de sus corporaciones, especialmente desde la última déca- da del siglo XX. Un fenómeno cuyo carácter históri- co se aprecia en los análisis de Lenin sobre el colo- nialismo y el imperialismo como las únicas formas posibles de evitar la guerra civil, en los de Harvey sobre la búsqueda de ajustes espacio-temporales en otros lugares como salida a las relaciones y la lucha de clase dentro de una formación social territorial- mente circunscripta, entre otros (Harvey, 2005).
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