Nueva Época

Número 1

La situación en Afganistán en el 2021 2021 Afganistan Situation

MSc. Enrique R. Martínez Díaz

Máster en Historia Contemporánea

Profesor Auxiliar del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) e-mail: martinez@cipi.cu

Numero ORCID: 0000-0002-5507-0714ID


Resumen:

Tras 19 años de guerra, la situación en Afganistán es catastrófica. EE.UU. y sus aliados no han logra- do derrotar la insurgencia talibana y de otras fuer- zas. La decisión de retirar las tropas norteamerica- nas tomada por el expresidente Trump puede tener consecuencias muy graves para la situación de esa nación, a pesar de las conversaciones de paz que se están realizando en Doha. En el plano interno, con- tinúan manifestándose en el país actos de extrema violencia; corrupción y negligencia extendidas en los diferentes niveles de administración estatal y provincial; una situación humanitaria extremada- mente compleja, con deficiencias sanitarias agra- vadas por la pandemia COVID 19, e insuficiencia alimentaria; y el país continúa siendo el principal productor y exportador de heroína a nivel global. La actual administración en Washington ha planteado que evaluará la situación y tomará decisiones al res- pecto, pero no parece claro si retirarán sus fuerzas o mantendrán una presencia militar.

Palabras clave: Afganistán, seguridad, desarro- llo, terrorismo, talibanes.

Abstract:

After 19 years of war, the situation in Afgha- nistan is catastrophic. The US and its allies have failed to defeat the Taliban insurgency and other forces. The decision to withdraw US troops taken by former President Trump may have very serious consequences for the situation in that nation, despite the ongoing peace talks in Doha. Domestically, the country continues to experien- ce extreme violence; widespread corruption and negligence at different levels of state and provin- cial administration; an extremely complex hu- manitarian situation, with health deficiencies aggravated by the COVID 19 pandemic, and food insufficiency; and the country continues to be the leading producer and exporter of heroin globally. The current administration in Washin- gton has stated that it will assess the situation and make decisions, but it seems unclear whe- ther it will withdraw its forces or maintain a mi- litary presence.

Key words: Afghanistan, security, development, terrorism, Taliban.


Introducción

El conflicto en Afganistán constituye la gue- rra más larga en la que se haya implicado Esta- dos Unidos de América en sus más de 240 años de existencia, y, dada la situación actual en esa nación de Asia Central, todo hace indicar que devendrá en uno de los mayores fracasos inter- nacionales de la superpotencia, y que cuando se retiren sus fuerzas militares y las de sus aliados de la OTAN, dejarán un país asolado, devastado e inestable. Y cargarán con esa responsabilidad his- tórica los diferentes presidentes norteamericanos, encabezados por George W. Bush, que inició la intervención que ya dura 19 años.

Los informes de la Misión de las Naciones en ese país, reportes de fuentes norteamericanas y de tanques pensantes reflejan la terrible situación interna, la continuidad del conflicto, los escasos avances en las negociaciones, y las posibles con- secuencias de una retirada norteamericana y de sus aliados.

Es nuestro criterio que la situación actual de- muestra el fracaso de la política intervencionista norteamericana, la compleja situación en ese país, los escasos resultados alcanzados hasta el momen- to en las conversaciones, y las incertidumbres res- pecto a la evolución de la situación en el futuro.

La guerra

El 7 de octubre de 2001 las tropas norteameri- canas comenzaron la invasión a Afganistán, bajo el pretexto de que ese país albergaba al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, supuestamente el máximo responsable de la organización de los se- cuestros de aviones comerciales y de los ataques a las Torres Gemelas de New York y el Pentágono, el 11 de septiembre de ese mismo año. Pasados más de 19 años, las tropas norteamericanas y de algunos de sus aliados todavía permanecen en el territorio de esa nación asiática, pese a las prome- sas del expresidente Trump de retirar las tropas norteamericanas en el menor plazo posible, aun cuando se redujeron notablemente.

Los EE.UU. han realizado en Afganistán la gue- rra más larga de su historia (ya lleva 19 años), una de las más costosas económicamente, y en la cual, a pesar de un importante despliegue de tropas y empleo de todo su poderío aéreo y tecnológico, no han alcanzado una victoria definitiva.

La invasión en el año 2001 por parte de una coalición de países liderada por Estados Unidos se materializó en la llamada Operación Libertad Duradera (Enduring Freedom), que incluyó una campaña aérea por la aviación norteamericana.

Existe información de que previamente se ha- bían introducido fuerzas de operaciones especia- les norteamericanas para cooperar con la llamada Alianza del Norte, agrupación opuesta a los tali- banes que llevaba años combatiendo en la zona norte del país.

La Operación Libertad Duradera comenzó el 7 de octubre de 2001, con el lanzamiento de 50 misiles de crucero Tomahawk y bombas guiadas de alta precisión lanzadas desde 15 bombarderos B-1, B-2 y B-52 y 25 cazabombarderos. Esta ope- ración de combate estadounidense (incluyendo tropas de operaciones especiales) tuvo la partici- pación de algunos países aliados (principalmente Gran Bretaña y Canadá) y se llevó a cabo princi- palmente en las regiones sur y este del país, a lo largo de la frontera con Pakistán, e incluyó la ocu- pación de las principales ciudades del país.

Posteriormente, fue establecida la Fuerza Inter- nacional de Asistencia para la Seguridad (Interna- tional Security Assistance Force, ISAF) una “misión de seguridad multinacional” que se estableció el 20 de diciembre de 2001 mediante la Resolución 1386 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, conforme al Acuerdo de Bonn para el res- tablecimiento del Gobierno de Afganistán. Desde el 11 de agosto de 2003 la misión fue liderada por la OTAN (que, como es notorio, es dirigida por los militares norteamericanos). El objetivo de la ISAF era “permitir al Gobierno afgano proporcio- nar una seguridad efectiva en todo el país y desa- rrollar unas fuerzas de seguridad propias”.


La misión asumida por la OTAN estaba inte- grada por todos los países miembros del tratado y por países no pertenecientes a la organización. Esta misión fue la primera misión de la alianza atlántica fuera de Europa y América del Norte. El total del territorio de Afganistán lo cubrieron un total de 128 961 soldados de 50 países y 25 Equi- pos de Reconstrucción Provincial (Provincial Re- construction Teams, PRT).

A partir de 2011, la responsabilidad de la segu- ridad fue “transferida” gradualmente a las fuerzas afganas. La ISAF puso fin a sus operaciones el 31 de diciembre de 2014, y fue reemplazada por una nueva misión de la OTAN, con una presencia mi- litar aliada más reducida.

A partir del 1ro de enero de 2015 la misión de la OTAN en Afganistán pasó a denominarse “Apo- yo Decidido” (Resolute Support), y supuestamente

debía limitarse a asistir, entrenar y asesorar a las fuerzas de seguridad afganas. El marco legal para Apoyo Decidido estaba previsto en un Acuerdo sobre el Estado de las Fuerzas (SOFA), firmado en Kabul el 30 de septiembre de 2014 y ratificado por el Parlamento afgano el 27 de noviembre de 2014. El SOFA definía los términos y condiciones bajo los cuales las fuerzas de la OTAN se desplegaban, así como las actividades que estaban autorizadas a realizar. La Misión también estaba validada, según planteaban EE.UU. y sus aliados, por la Resolución 2189 del Consejo de Seguridad de las Naciones

Unidas, adoptada el 12 de diciembre de 2014.

En tanto, también se estableció la llamada opera- ción Centinela de la Libertad (Operation Freedom Sentinel OFS), nombre oficial utilizado por el Go- bierno de los Estados Unidos para el seguimien- to de la misión a la Operación Libertad Duradera,


Etapas de la guerra

Octubre 2001

Invasión y ocupación por fuerzas EE.UU y aliados

2002-2003

Reorganización Talibán y otras fuerzas, comienzo guerra de resistencia

AGOSTO 2003

Establecimiento de la ISAF

2006

Ofensiva Talibán en el sur de Afganistán; refuerzo de la ISAF

2007

Ofensiva ISAF

2008-2010

Incremento fuerzas ISAF

2009

Agudización combates en sur Afganistán

2011

Fuerzas ISAF: 134 000 efectivos (84 000 norteamericanos)

2011

Batalla de Kandahar

2012

U.S.-Afghanistan Strategic Partnership Agreement

2013-2014

Comienzo Retirada OTAN (ISAF)

2015

Operaciones Resolute Support y Freedom Sentinel

2015-2021

Continua la guerra

2020-2021

Retirada mayor parte fuerzas norteamericanas y desarrollo conversaciones


como parte de la llamada Guerra Mundial contra el Terrorismo que proclamó en 2001 el entonces pre- sidente George W. Bush, ratificada en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2002.

De acuerdo con los criterios norteamericanos, la Operation Freedom's Sentinel es parte de la Misión de Apoyo Decidido de la OTAN, que comenzó el 1ro de enero de 2015. El enfoque principal de la OFS según el entonces Secretario de Defensa Chuck Hagel “incluirá dos componentes principales: tra- bajar con aliados y socios en Apoyo Decidido”, y continuar desarrollando “operaciones de contrate- rrorismo contra los remanentes de Al-Qaeda para asegurar que Afganistán nunca más sea usado para organizar ataques contra EE.UU.” (Hagel, 2014).

Estas operaciones de las FF.AA. estadouniden- ses, según el gobierno de ese país, se orientaban al cumplimiento de determinadas misiones o áreas de supervisión. De acuerdo con documentos ofi- ciales norteamericanos, existían cinco áreas esta- blecidas en el Plan conjunto de Supervisión Estra- tégica para el año fiscal 2018:

×Seguridad.

×Gobernanza y sociedad civil.

×Asistencia humanitaria y desarrollo.

×Estabilización e infraestructura, y

×Apoyo a la misión.

Fuerzas en conflicto

En 2018 la misión Apoyo Decidido tenía des- plegadas en Afganistán a más de 15 997 efectivos de 41 naciones, bajo el mando del general esta- dounidense John B. Nicholson (en el momento más álgido de la guerra, en 2011, las fuerzas de la ISAF ascendieron a 134 000 efectivos, de los cua- les 85 000 aproximadamente eran norteamerica- nos). El principal representante civil de la OTAN era el embajador Cornelius Zimmermann.

Según planteaban sus ejecutores, era una mi- sión dirigida por la OTAN para capacitar, aseso- rar y ayudar a las fuerzas e instituciones de segu- ridad afganas. Formaban parte del contingente de la OTAN 8 475 militares norteamericanos que

participaban en la operación Apoyo Decidido, de acuerdo con el reporte oficial. Otras fuerzas se en- contraban desplegadas en Afganistán en el marco de otras operaciones; según el reporte al congre- so sobre la operación Centinela de la Libertad de junio de 2018, el total de fuerzas norteamericanas desplegadas ascendía para esa fecha a unos 14 000 efectivos. De acuerdo con las fuentes norteameri- canas, había además 26 922 contratistas estadou- nidenses en el país, en diferentes funciones (Lead Inspector General For Overseas Contingency Operations, 2018).

Actualmente, fruto de los acuerdos firmados en febrero de 2020 (influidos entre otras cosas por el deseo del expresidente Trump de avalar su campa- ña electoral con la retirada de sus tropas de Afga- nistán, una promesa hecha en 2016), el número de tropas norteamericanas en ese país asciende a 2 500 efectivos, concentrados en 5 bases (ciertas informaciones plantean que en el año 2020 se ce- rraron 10 bases norteamericanas; respecto al ni- vel de fuerzas, en 2011 alcanzaron el nivel máxi- mo, 98 000 militares norteamericanos); según lo ordenado por Trump el 15 de enero de 2021, y se plantea que para mayo de 2021 deben ser reti- radas totalmente, cuestión que debe ser decidida por el gobierno asentado en la Casa Blanca el 20 de enero de 2021 (Felbab-Brown, 2021).

De acuerdo con un reporte del Servicio Con- gresional de Investigaciones del Congreso de los EE.UU. (CRS por sus siglas en inglés), entre octu- bre de 2001 y noviembre de 2020, las bajas nortea- mericanas ascendieron a 2 400 militares muertos y 20 644 heridos. Otra fuente reporta que entre 2001 y diciembre de 2018, 284 civiles norteameri- canos, que realizaban diferentes funciones en ese país, fueron muertos por acciones de las fuerzas oponentes.

Un dato interesante que ofreció el Inspector General Especial para la reconstrucción de Afga- nistán (Special Inspector General for Afghanistan Reconstruction, SIGAR), en un reporte de inicios de 2020 se descubrieron despilfarros, fraudes y


abusos ascendientes a 3 500 millones de dólares en investigaciones cerradas entre 1ro de enero de 2018 y el 31 de diciembre de 2019 (Special Ins- pector General for Afghanistan Reconstruction, 2019).

Si se considera que, según un informe del pro- pio SIGAR de octubre de 2020, (Special Inspec- tor General for Afghanistan Reconstruction, 2020), desde 2002 hasta el 20 de septiembre de 2020 los diferentes gobiernos de EE.UU. habían asignado 16 421 millones de dólares como asis- tencia presupuestaria al gobierno de Afganistán (de un total de 141 000 millones de dólares como gastos totales norteamericanos hasta noviembre de 2020, según el CRS), ratificados en un reporte posterior.

Las fuerzas de unos 38 países aliados de EE.UU. como parte de la Misión Apoyo Decidido ascien- den a unos 10 000 militares en la actualidad, con- centrados en 5 bases. No obstante, el nuevo Secre- tario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, declaró el 27 de enero de 2021 que esto podía ser revisado, y que habría consultas con el gobierno de Kabul, e incluso también se analizaría con el gobierno ira- quí la retirada norteamericana de ese país.

Tras más de 19 años de guerra, las fuerzas milita- res norteamericanas no han logrado la pacificación del país, y a pesar de importantes recursos desti- nados a organizar, armar y preparar a las llamadas Fuerzas de Seguridad Afganas, las mismas no son capaces de controlar la situación y han sido derrota- das en varias operaciones por las fuerzas del Talibán; además se conoce que estas fuerzas, especialmente el ejército, tienen constantes deserciones, que en su mayor parte se integran a las fuerzas de oposición.

De acuerdo con los informes presentados por la Misión de las Naciones Unidas para Afganistán, conocida por las siglas UNAMA, la situación de la seguridad en ese país siguió siendo muy inestable durante el año 2020. Desde el 13 de julio hasta el 12 de noviembre, la misión de las Naciones Uni- das informó 10 439 incidentes relacionados con la seguridad, lo que representó un aumento del 18% en comparación con el mismo período de 2019; de ellos, los enfrentamientos armados (6 599) constituyeron el 63%. De estos, las acciones anti- gubernamentales significaron el 92% de todos los incidentes relacionados con la seguridad y 95% de los enfrentamientos armados. El número total de ataques disminuyó de 689 a 416.



Fuerzas afganas en el conflicto

Fuerzas seguridad 382 000 efectivos

Talibán: 50-60 000 (*)

Policía nacional

HAQQANI Network : 4-15 000

Frente nacional (Alianza del Norte)

HEZB-E-ISLAMI GULBUDDIN HIG: 1 500-2 000 (2016 Tratado

Paz)


Al Qaeda: 3 000


FIDAI-MAHAZ (frente del sacrificio) : 8 000


MULLAH DADULLAH FRONT


Islamic state of Iraq and the Levant WILAYAT KHORASAN- ISISK O ISKP (1-2 500)


Islamic Movement of Uzbekistan (aliado)

(1 000)

Batalla de Kandahar


Se informó de un total de 389 asesinatos en ese período, un aumento del 21% en comparación con el mismo periodo de 2019; los objetivos de los asesinatos incluyeron a miembros de las fuerzas de seguridad, funcionarios del gobierno y civiles, y líderes religiosos conocidos por ser críticos con los talibanes.

El mayor número de incidentes de seguridad se registró en la región sur seguida de las regiones del norte y del este. En conjunto, los incidentes en esas regiones representaron el 62% de todos los incidentes de seguridad del país, con las provin- cias de Kandahar, Helmand, Nangarhar y Balkh como las más afectadas.

Los niveles de enfrentamientos armados re- portados aumentaron constantemente desde me- diados de julio hasta finales de octubre de 2020; este último mes fue el de mayor nivel de enfrenta- mientos armados desde que las Naciones Unidas comenzaron a llevar un registro en 2007.

En todo el país, los ataques de alto perfil por par- te de las fuerzas antigubernamentales aumentaron, con 42 atentados suicidas, 30 de los cuales fueron con explosivos improvisados en vehículos, diri- gidos contra la Defensa Nacional Afgana y la se- guridad afgana. La capital, Kabul fue escenario de tres atentados de gran nivel durante el período que abarca el informe de UNAMA y 65 incidentes de detonación de artefactos explosivos improvisados. Los ataques no solo incluyeron acciones del Ta- libán, sino también del llamado Estado Islámico en Irak y el Levante-Khorasan (ISISK) aunque en menor medida en 2020 que en el mismo periodo

de 2019 (11 frente a 343).

En febrero de 2020 se hizo público que el go- bierno de los EE.UU. había llegado a un acuer- do con el movimiento Talibán para poner fin al conflicto en ese país y retirar las tropas nortea- mericanas y de la OTAN desplegadas en la nación centroasiática desde 2001 (Felbab-Brown, 2021). Aun cuando se conocía que existían tales conver- saciones, el anuncio se consideró un tanto sorpre- sivo, y no faltaron los que denunciaron que este

acuerdo tenía un objetivo electorero por parte del presidente estadounidense Donald John Trump, pues en sus discursos de campaña para las elec- ciones de 2016 había prometido el regreso de las tropas a EE.UU.

Con escasos días de diferencia a la firma de tal acuerdo, hecho público en Doha, Qatar, el día 29 de febrero de 2020, varios hechos demostraban que la situación en dicho país no parecía ser tan favorable a los intereses norteamericanos, y tam- poco para que se lograse una pacificación.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que el tratado firmado el 29 de febrero en Doha, Qatar, no incluía al gobierno de Kabul, sino que fue firmado entre el gobierno de los EE.UU. y los Talibanes. Por cierto, algo que llama la atención es que el texto del acuerdo se repite varias veces el hecho de que una de las partes se denomina a sí mismo como Emirato Islámico de Afganistán, pero que EE.UU. lo reconoce como solo “el Tali- bán”: “the Islamic Emirate of Afghanistan which is not recognized by the United States as a state and is known as the Taliban” ( Allen et al., 2020). Por otra parte, algunos think tanks norteame- ricanos criticaban el acuerdo, señalando que era muy difícil de verificar el cumplimiento de los

compromisos asumidos por el Talibán.

A todo esto podemos añadir que en aquel mo- mento había dos gobiernos en Kabul, que toma- ron posesión simultáneamente, ya que los dos contendientes en las pasadas elecciones se decla- raron vencedores, aun cuando los norteamerica- nos reconocieron solamente al presidente, Ashraf Ghani, presentado como vencedor en las eleccio- nes efectuadas el 28 de septiembre de 2019 (Blanc, 2020).

En tanto su rival Abdullah Abdullah, que de- nunció fraude en los comicios junto con la comi- sión de quejas electorales, se había negado a re- solver sus diferencias y se consideraba también presidente del país.

Posteriormente se llegó a un acuerdo, fruto al pa- recer de una mediación del Secretario de Estado


norteamericano Mike Pompeo y el negociador es- tadounidense Zalmay Khalilzad en marzo de 2020, en el cual se aceptó que Ghani asumiría como presi- dente del país, y su rival Abdullah ocuparía el cargo de Presidente del Alto Consejo para la Reconcilia- ción Nacional, y se haría una repartición equitativa de los ministerios y gobernaciones provinciales.

La situación en Afganistán durante el año 2020 continuó siendo muy complicada, y, a pesar del supuesto avance que pudieran representar las conversaciones entre el gobierno y los talibanes, los datos ofrecidos por las principales institucio- nes no avalan una mirada optimista.

De acuerdo con el informe del Secretario Ge- neral de la ONU presentado el 9 de diciembre de 2020, denominado La situación en Afganistán y sus implicaciones para la paz y la seguridad in- ternacionales (en cumplimiento de la resolución de la Asamblea General 68/11 y la resolución del Consejo de Seguridad 2543 del año 2020), se des- tacaron varios hechos (UNAMA 2020):

×Se avanzó en el cumplimiento de lo pactado en el acuerdo político celebrado el 17 de mayo de 2021, tras las elecciones realizadas en ese país, y se presentaron nombramientos ministeriales del Presidente, Ashraf Ghani, y del Presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, los que fueron presentados a la Wolesi Jirga (cámara baja del parlamento) para un voto de confianza.

×Las negociaciones entre la República Islámica de Afganistán y los talibanes se iniciaron el 12 de septiembre de 2020 en Doha, Qatar.

×Se mantuvieron altos niveles de violencia, so- bre todo en el sur, lo que provocó un número sig- nificativo de víctimas civiles a pesar del inicio de las negociaciones de paz.

×El Gobierno continuó promoviendo el con- senso regional en materia de la paz y la reconci- liación afganas, la cooperación económica y la co- nectividad.

×Las necesidades humanitarias aumentaron debido a la violencia, las catástrofes naturales, el

aumento de la inseguridad alimentaria y la enfer- medad del coronavirus (COVID-19), y se estima que en 2021 un total de 18,4 millones de perso- nas estaban necesitadas de ayuda humanitaria en 2021, frente a los 14 millones de mediados de los años noventa.

Uno de los aspectos más importantes que carac- terizaron la situación en Afganistán durante el año 2020 fueron las negociaciones entre el gobierno y los talibanes para el logro de la paz. Los preparati- vos para negociaciones incluyeron una reunión en Pakistán entre el 23 y 26 de agosto de 2020.

Las negociaciones de paz se iniciaron el 12 de septiembre en Doha, Qatar, por delegaciones de la República Islámica de Afganistán y de los talibanes, así como representantes de la comunidad interna- cional que asistieron a la inauguración, incluyendo el Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Ex- teriores de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al-Thani, el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Michael R. Pompeo, los ministros de Asuntos Exteriores de 13 países de la Unión Europea, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Políti- ca de Seguridad, Josep Borrell, el Secretario Ge- neral de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg, el Secretario General de la Organización de Cooperación Islámica, Yousef Al-Othaimeen, y el Secretario General de las Na- ciones Unidas.

Las delegaciones de ambas partes discutieron diferentes elementos, manifestándose la insis- tencia del Talibán en la vigencia del acuerdo ce- lebrado el 29 de febrero con Estados Unidos. De acuerdo con la información disponible, la agen- da de la negociación está aún por complementar. No obstante, no todas las informaciones son ha- lagüeñas; el 9 de enero de 2021 miembros de la delegación talibana en las conversaciones hicie- ron comentarios señalando al presidente Ghani como un obstáculo para el logro de un acuerdo definitivo. Entre tanto, el propio presidente afga- no declaraba el 29 de enero del propio año que los


talibanes no cumplían sus compromisos y clama- ba por mayor presión por parte de EE.UU. y sus aliados, así como una revaloración de la retirada de las tropas.

Además de EE.UU. y los países de la OTAN, otros gobiernos de la región han apoyado de di- ferentes formas la realización de estas conversa- ciones, incluyendo Pakistán, la India, Irán, Uz- bekistán, Turquía, la República Popular China, la Federación Rusa, entre otros. También se cono- ció que diferentes organizaciones internaciones, y organizaciones no gubernamentales del propio Afganistán saludaron la celebración de dichas conversaciones.

Las informaciones más recientes dan cuenta de que, aunque las fuerzas insurgentes han dejado de atacar a los ocupantes extranjeros, sobre todo en las ciudades, aun la violencia en las zonas rurales es notable.

Los problemas más serios a nuestro juicio radi- can en que, primeramente, el tratado firmado por los norteamericanos se hizo sin la participación del gobierno, supuestamente legítimo, del país. En segundo lugar, aun cuando EE.UU. planteaba no reconocer al Talibán como un “Estado Islámi- co”, de facto y de iure llegó a un acuerdo con el movimiento, e incluso se comprometió a retirar las tropas norteamericanas y de la OTAN de ese país en 14 meses.

Otro aspecto interesante radica en el compro- miso de la parte norteamericana de liberar a un total de 5 000 prisioneros talibanes, a fin de faci- litar las conversaciones de paz interafganas. Pero resultaba que, supuesta o realmente, quien tenía bajo su custodia y sería responsable de tal libe- ración era el gobierno afgano actual, que no fue parte de las conversaciones ni de ese acuerdo.

Tal situación podía tener dos lecturas o conse- cuencias: la primera, es que el gobierno de Kabul está a tal grado subordinado a EE.UU. que la su- perpotencia se puede dar el lujo de obligar al go- bierno de Ghani a cumplir lo comprometido por sus jefes. Cualquiera puede darse cuenta que esto

deja muy mal parado a la administración de Ka- bul.

Una segunda variante puede provocar que el go- bierno afgano no realizase tal liberación, o, como sucedió, no la ejecutó de la forma y en los plazos que acordaron los norteamericanos y los taliba- nes, lo cual hubiera podido llevar a una fase de mayor agravamiento del conflicto, y, por lo tanto, al fracaso del acuerdo.

Y precisamente fue lo que sucedió, pues el go- bierno de Kabul anunció que liberaría primera- mente 1 500 prisioneros, y posteriormente, cuan- do se estuvieran realizando las conversaciones entre el mismo y los talibanes, liberaría a los res- tantes 3 500 comprometidos; inmediatamente un vocero de los talibanes denunció que eso violaba el acuerdo del 29 de febrero, en el cual se plantea que tal número de prisioneros debía ser liberado antes del comienzo de las conversaciones. Poste- riormente, el gobierno de Kabul liberó los prisio- neros al comienzo de las conversaciones en Doha. El autodenominado Emirato Islámico por su parte se comprometió a que tanto sus fuerzas, como el país no participarán en actividades que amenacen la seguridad de EE.UU. y sus aliados, que no per- mitirán que ningún grupo u organización (inclui- do Al Qaeda) operen desde Afganistán, utilicen documentos o medios de ese país, etc. Cuestión vista por algunos críticos, sobre todo académicos, con muchas reservas.

Otro aspecto destacable en el documento es

que se declaraba enfáticamente (al menos por la parte talibán), que el gobierno resultante de las conversaciones entre la actual administración de Kabul y el llamado Emirato será un “estado islá- mico”. Puede interpretarse que para los talibanes tales conversaciones solo tendrán el objetivo de determinar cómo se realizará el traspaso de poder a su favor, una vez que las fuerzas militares ex- tranjeras hayan abandonado el país.

En tanto, la situación en el país centroasiático sigue siendo complicada; continúan los enfrenta- mientos entre las fuerzas del gobierno y los taliba-


nes, como la ocurrida el 3 de marzo de 2020, en el cual fallecieron19 militares afganos; esto motivó un golpe aéreo de respuesta por la parte nortea- mericana (que se incrementaron notablemente durante los años 2019 y 2020).

En tanto, la parte talibana expresó que su com- promiso era de reducir las acciones, no de un cese al fuego, que, entre paréntesis, es lo exigido por el gobierno de Kabul. Para quien escribe estas líneas no parece que existan por parte de ese Emirato o movimiento una intención real de deponer las ar- mas, sino de buscar una posición de fuerza que le dé ventajas en las futuras conversaciones.

De hacerse con el poder los Talibanes, pudiera re- presentar un regreso a la situación que existía en la nación centroasiática en el año 2001; existen deter- minados grupos étnicos que no aceptaban el gobier- no talibán y se encontraban en guerra contra el mis- mo, por lo que no sería extraño que la paz necesaria para la reconstrucción del país no se alcance.

La desconfianza hacia los talibanes era tan pal- pable por parte de los norteamericanos, que el ge- neral Kenneth McKenzie, Jefe del Comando Cen- tral de los EE.UU., a quien estaban subordinadas directamente las tropas desplegadas en Afganis- tán, declaró lo siguiente ante representantes del Congreso de EE.UU. el día 12 de marzo de 2020: “No consideraría que lo que están haciendo los talibanes sea coherente con ningún camino para llegar a un acuerdo final de estado con el actual gobierno de Afganistán” ( Seldin, 2020).

Los críticos al gobierno norteamericano, que incluyen algunos académicos destacados, señala- ban que no puede considerarse al movimiento Ta- libán como un interlocutor fiable, que tal acuerdo puede interpretarse como la aceptación de la de- rrota por parte de Washington, amén de un es- fuerzo del presidente Trump para demostrar que estaba cumpliendo sus promesas electorales de 2016, envuelto en la campaña para las elecciones del 3 de noviembre de 2020.

En ese marco, el periódico estadounidense The Washington Post publicó el 9 de diciembre de 2019

un reporte denominado The Afghanistan Papers A secret history of the war. At war with the truth (Los Papeles de Afganistán. La Historia secreta de la Guerra. En guerra con la verdad), en el cual, de acuerdo con lo planteado por los autores, de- mostraba que tres administraciones sucesivas de la Casa Blanca (George W. Bush, Barack Obama y Donald J. Trump) habían ocultado la real situa- ción en el país asiático, y engañando sistemática- mente al pueblo norteamericano respecto a los aspectos principales de dicha guerra, la situación real en el terreno y las posibilidades de victoria (Whitlock, et al., 2019).

El documento hacía referencia a informes ofi- ciales, a declaraciones de altos funcionarios del gobierno (Presidentes, Secretarios de Defensa, etc.) y entrevistas a más de 400 personas que ha- bían tenido relación con la participación estadou- nidense en el conflicto (incluidos altos oficiales de las Fuerzas Armadas norteamericanas).

Uno de los elementos que señaló el documen- to en cuestión es que sistemáticamente los altos ejecutivos de la Casa Blanca, del Pentágono e in- cluso los mandos militares destacados en la zona de operaciones pretendieron ofrecer una imagen favorable a los intereses norteamericanos, ter- giversando los hechos que demostraban que no existían avances evidentes ni posibilidades de una culminación rápida del conflicto, con un mensaje triunfalista y alejado de la realidad.

Se omitió deliberadamente que la mayor parte de la población afgana se oponía a la ocupación extranjera y que no veía como libertadores a las tropas norteamericanas y sus aliados de la OTAN; se ocultó el alto grado de corrupción e incapaci- dad de las autoridades impuestas por los invaso- res; se enmascaró la ineptitud, la negligencia, la falta de disposición e incluso el alto grado de de- serciones en las fuerzas militares y de la policía afgana.

En el informe se destaca los enormes gastos que ha acarreado a la economía norteamericana el despliegue de considerables fuerzas militares a


decenas de miles de kilómetros de su territorio; los grandes fondos asignados a una supuesta re- construcción del país que han sido dilapidados o robados; la incapacidad para impedir o controlar, tanto por las fuerzas de ocupación como por la na- tivas, el floreciente negocio de la producción y ex- portación de heroína hacia Europa y los EE.UU., que representaba en aquel momento el 85% de la producción mundial de dicha droga.

Posteriormente, el 15 de enero de 2020, el inspec- tor general especial para la reconstrucción de Afga- nistán (SIGAR por sus siglas en inglés), Mr. John Sopko (Special Inspector General for Afghanistan Reconstruction, 2020), presentó su testimonio ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cáma- ra de Representantes.

Independientemente de que el mismo trató de presentar determinados avances en el apoyo norteamericano al proceso de reconstrucción de Afganistán, no le quedó más remedio que recono- cer que había manifestaciones de corrupción, de triunfalismo y de engaño en muchas de las accio- nes desarrolladas.

Entre los elementos que planteó que facilitaban tales problemas estaban el desconocimiento de las características del país, el escaso período de tiem- po que estaban desplegados los asesores y funcio- narios norteamericanos, la exigencia de resulta- dos a corto plazo; la existencia de varias agencias del gobierno trabajando simultáneamente sin una dirección única (El Departamento de Defensa, el Departamento de Estado, la USAID, etc.), lo cual dificultaba la coordinación y el control de las ac- tividades.

Mr. Sopko solicitó un mayor control por parte del Congreso a la actividad de las agencias fede- rales en Afganistán, y que una sola agencia fuera responsable de la dirección de todos los proyec- tos, así como que valorara un mayor tiempo de trabajo por parte del personal destinado a esas funciones (en aquel momento oscilaba entre seis meses y un año); por lo que se reflejó en los dife- rentes cables y artículos, los miembros del Comité

de la Cámara de Representantes no estuvieron to- talmente de acuerdo con las propuestas.

Posteriormente también se habló de que incluso muchas de las empresas estadounidenses que ha- bían recibido contratos para acciones de reconstruc- ción en diferentes puntos de Afganistán pagaban a los talibanes para que no atacasen sus empleados o a sus obras, con lo cual las fuerzas opositoras obtenían una sustantiva fuente de financiamiento.

Como se sabe, existe un viejo adagio que plan- tea que “en toda guerra, la primera víctima es la verdad”; en el caso estadounidense, es notorio que en más de una ocasión la opinión pública de ese país ha sido manipulada para lograr su apoyo a las intervenciones militares imperialistas (por solo poner algunos ejemplos, la Guerra de 1898, la Guerra de Vietnam, etc.). Por ello no es sorpre- sivo que, pasado el tiempo y entrando la nación norteña en el proceso electoral, se hicieran públi- cos hechos como los denunciados por el diario es- tadounidense Washington Post.

Los imperialistas norteamericanos al parecer no han comprendido todavía que los problemas de un país solo pueden ser resueltos cuando el pueblo de esa nación lo decide y ejecuta por su propia cuenta; tampoco han comprendido que las mentiras y tergi- versaciones pueden ser útiles en un corto plazo, pero que finalmente son descubiertas y hacen más grande el descrédito de aquellos que las usaron. Olvidan la frase atribuida al Presidente Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Situación derechos humanos

Con respecto a la situación de los Derechos Hu- manos en Afganistán, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas la UNAMA (UNAMA, 2020) siguió documentando altos niveles de daños a la población civil en el conflicto.

El 27 de octubre de 2020, la Misión publicó su tercer informe trimestral de ese año, documen- tando 5 939 víctimas civiles (2 117 muertos, entre


ellos 251 mujeres y 553 niños; y 3 822 heridos, en- tre ellos 495 mujeres y 1 295 niños) entre el 1ro de enero al 30 de septiembre de ese año, se notó un descenso del 30% de las víctimas civiles en com- paración con el mismo período de 2019. Según esa misma fuente, entre 2009 y 2019 las víctimas civiles ascendieron a 26 680, de ellas, 16 279 fata- les.

Las acciones antigubernamentales siguieron causando la mayoría de las víctimas civiles (58%), atribuidas principalmente a los talibanes (45%), seguidos por el ISISK (7%) y otras fuerzas.

Las acciones de fuerzas progubernamentales fueron responsables de más de una cuarta parte de todas las víctimas civiles (28%); de ellas, las fuerzas de seguridad nacional afganas causaron el 23% de las víctimas civiles, las fuerzas militares internacionales el 2%, y las fuerzas de grupos ar- mados progubernamentales y de fuerzas indeter- minadas o múltiples progobierno, cada uno fue responsable de un 1%.

Los enfrentamientos terrestres (38%) fueron la principal causa de víctimas civiles, seguidos por los ataques suicidas (29%), los asesinatos selecti- vos (16%) y los ataques aéreos (8%).

El conflicto armado siguió causando graves da- ños a los niños. Durante el tercer trimestre de 2020, el equipo de tareas en el país para la vigilancia y la presentación de informes sobre violaciones gra- ves contra los niños en los conflictos armados, in- formaron 954 violaciones graves contra 908 niños (630 niños, 277 niñas, 1 sexo no precisado).

El grupo de tarea en el país verificó 773 vícti- mas infantiles, de ellos 210 muertos (64 niñas y 146 niños) y 563 mutilados (206 niñas, 356 niños, 1 sexo no precisado).

Entre el 1ro de julio y el 30 de septiembre, el grupo de trabajo en el país informó de 25 ataques contra escuelas, más de cuatro veces el número del trimestre anterior. Los atentados se atribuye- ron a los talibanes (11), al Ejército Nacional Afga- no (6), a operaciones conjuntas de grupos progo- bierno (2), a grupos armados indeterminados de

la oposición (2), fuego cruzado durante operacio- nes entre grupos armados de la oposición y fuer- zas progobierno (1 )

Los ataques a hospitales disminuyeron durante el período del informe, con 13 ataques verificados contra hospitales y personal sanitario protegido, frente a los 18 verificados en el periodo anterior. De los 13 incidentes, 8 se atribuyeron al Talibán, 1 al Ejército Nacional Afgano, 1 a una milicia pro- gubernamental, 1 a un incidente relacionado con el ISISK y las Fuerzas Nacionales de Defensa y Se- guridad afganas en el que no se pudo determinar qué parte fue responsable, 1 atribuido conjunta- mente al Ejército Nacional Afgano y las fuerzas internacionales y 1 a un autor indeterminado.

La población civil sigue siendo la principal víc- tima de los conflictos armados, ya que las mujeres y los niños representan más de 4 de cada 10 vícti- mas civiles registradas.

La UNAMA documentó 77 delitos de violen- cia contra mujeres y niñas de agosto a octubre de 2020, incluidos 20 casos de palizas, 16 casos de asesinato, 15 casos de acoso o molestia, 7 casos de violación, 3 casos de lesiones o discapacidad, 3 casos de forzamiento de inmolación o suicidio, 2 casos de matrimonio forzado y 1 caso de matri- monio infantil.

A finales de octubre, aproximadamente dos ter- cios de las prisiones funcionaban por encima de su capacidad total. Muchas prisiones parecen no estar preparadas para una posible segunda oleada de la enfermedad COVID-19.

Los defensores de los derechos humanos y los trabajadores de los medios de comunicación si- guieron enfrentándose a amenazas de seguridad. Las necesidades humanitarias siguieron aumen- tando debido a la violencia constante, los desastres naturales y el aumento de los niveles de inseguri- dad alimentaria, agravados por la pandemia CO- VID-19. Se calcula que un récord de 18,4 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria en 2021, frente a los 9,4 millones de principios de

2020 y 14 millones a mediados de del año.


El 15 de noviembre, se confirmó que unas 43 240 personas en todo Afganistán habían sido in- fectadas con COVID-19, pero se cree que el nú- mero real es mucho mayor. Los hospitales y las clínicas siguieron informando de las dificultades para mantener o ampliar de su capacidad para tratar a los pacientes con COVID-19 así como para mantener los servicios sanitarios esenciales, y se prevé un aumento de las tasas de mortalidad y morbilidad en los próximos meses.

Afganistán se enfrenta a una grave crisis de in- seguridad de alimentos, que amenaza la vida de millones de personas. En los últimos cinco años, el porcentaje de la inseguridad alimentaria casi se ha duplicado, mientras que la proporción de per- sonas en “crisis nivel de crisis” o “emergencia” se ha multiplicado por cuatro. En la actualidad, 16,9 millones de personas se encuentran en situación de “crisis” y “emergencia” de inseguridad alimen- taria, una de las cifras más altas del mundo.

Asistencia para el desarrollo

La Conferencia Afganistán 2020, convocada los días 23 y 24 de noviembre por Afganistán, Finlan- dia y las Naciones Unidas reunió a representantes de más de 60 países, unas 30 organizaciones in- ternacionales y grupos de la sociedad civil; todos asistieron de forma virtual.

Los donantes prometieron al menos $3,3 000 millones de dólares para el primer año del próxi- mo periodo cuatrienal 2021-2024, y se espera que los compromisos anuales se mantengan en el mis- mo nivel año tras año.

Además, para el Plan de Respuesta Humanita- ria 2020 se solicitaron 1 100 millones de dólares para proporcionar asistencia humanitaria a 11,1 millones de afganos. Para el 15 de noviembre, el plan está financiado en un 43%, lo que dejaba un déficit de financiación de 640 millones de dóla- res. A finales de septiembre las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales habían atendido con ayuda humanitaria 7,6 millones de personas en 390 de los 401 distritos del país, lo

que representaba el 68% del número previsto para el año.

Cooperación regional

Se han realizado varios eventos de Cooperación regional para apoyar la pacificación y estabiliza- ción, que incluyeron:

×China, India y la República Islámica de Irán expresaron su apoyo a la Loya Jirga, las negocia- ciones de paz en Afganistán y la preservación de los logros de los últimos 19 años.

×Se celebró el 19 de agosto de 2020 la primera reunión de altos funcionarios del Proceso Corazón de Asia-Estambul para un Afganistán Seguro y Es- table, copresidida por Afganistán y Tayikistán.

×El 31 de agosto, se realizó la segunda reunión del Plan Afganistán-Pakistán de Acción para la Paz y la Solidaridad que incluyó conversaciones sobre la implementación de acuerdos sobre trata- mientos médicos, asuntos familiares, negocios y educación, entre otras cosas.

×Se establecieron conversaciones en Tashkent, Uzbekistán, donde se firmaron varios acuerdos de cooperación para mejorar la conectividad econó- mica y las infraestructuras regionales. La compa- ñía eléctrica afgana Breshna Sherkat y el Ministe- rio de Energía de Uzbekistán firmaron un acuerdo de transmisión de energía por 10 años.

×Afganistán y la República Islámica de Irán si- guieron intensificando sus esfuerzos para mejo- rar la cooperación económica y energética. Mos- traron tecnologías avanzadas en los ámbitos de la electricidad, la energía, las comunicaciones e in- geniería.

× Afganistán y Turkmenistán realizaron en am- bos países conversaciones que se centraron en el fortalecimiento de la cooperación comercial, eco- nómica, cultural y humanitaria; la ejecución con- junta de proyectos de infraestructuras regionales; y el desarrollo de un acuerdo de cooperación es- tratégica bilateral. Los documentos cubren el de- sarrollo de un proyecto de gasoducto Turkmenis- tán-Afganistán-Pakistán-India; la construcción


de una línea de 500 MW desde Turkmenistán a Herat, y la ampliación de las telecomunicaciones y de la fibra óptica.

×Los legisladores de Afganistán y Pakistán de- cidieron crear un grupo de trabajo para supervi- sar la renegociación del acuerdo afgano-Pakistán, el Acuerdo de Comercio de Tránsito entre Afga- nistán y Pakistán, que expirará en 2021.

El número de retornados que llegaron a Afganis- tán en 2020 que asciende a un total de más de 725 000, ha superado ya los niveles de 2019 en un 41% y se prevé que se convierta en el mayor año de retorno de migrantes indocumentados de la historia, aun cuando el número de personas refugiadas en los países vecinos sigue siendo considerable.

Lucha contra el tráfico de drogas

De acuerdo con el reporte de la UNAMA, en re- ferencia al enfrentamiento al tráfico de drogas, del 15 de julio al 14 de noviembre de 2020, las auto- ridades policiales incautaron un total de 1 029 kg de heroína, 1 519 kg de opio, 5 078 kg de hachís y cannabis, 640 kg de metanfetamina, 320 litros de ácido acético, 2 029 kg de cloruro de amonio, 995 kg de cloruro de potasio, 250 kg de nitrato de amonio y 240 kg de metilendioximetanfetamina (MDMA). Las incautaciones condujeron a la de- tención de 1 202 sospechosos y la confiscación de 175 vehículos y 61 armas (UNAMA, 2020). Ade- más, se incautaron 7 ha de adormidera y 7 ha de cannabis en operaciones coordinadas dirigidas por el Ministerio del Interior.

Existen datos que plantean que en Afganistán en 2012 había 157 000 hectáreas cultivadas con ama- pola, cifra que para 2019 aumentó a 344 000 hec- táreas. Al mismo tiempo, en 2012 la ONU estimó la producción afgana de opio en 3 700 toneladas; en 2016 la producción se estimó en 4 800 tonela- das y para 2017 la cosecha aumentó hasta 9 000 toneladas. Fue tanta la producción que incluso los precios de mercado disminuyeron. En 2019, la producción total del país disminuyó a unas 6 400 ton. En 2017, el valor de la economía ilegal

se estimó entre 4,1-6,6 000 mdd, equivalente en- tre el 20 y el 32% del PIB nacional, ubicado en 19 000 mdd, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Banco Mundial.

El gobierno de Biden

De acuerdo con un análisis publicado por el llamado proyecto Orden desde el Caos del think tank estadounidense Brookings Institution, de- nominado La política de EE.UU. hacia Afganistán: Considere las compensaciones, incluso con otras áreas de política, de fecha 12 de enero de 2021 (Allen, 2020), cuando la administración Biden asumiera el cargo el 20 de enero, se enfrentaría a una decisión urgente en materia de política exte- rior: si acatar o no el acuerdo de Doha entre Es- tados Unidos y los talibanes de febrero de 2020 y retirar el resto de las tropas estadounidenses para mayo de 2021.

Ello estará muy relacionado con el desarrollo de las conversaciones entre las partes afganas en Doha, los intereses de sus aliados de la OTAN (que se verían afectados si las tropas norteame- ricanas se retiran de Afganistán y las de ellos no, especialmente por asuntos logísticos y del apoyo de inteligencia, vigilancia y reconocimiento que le aportan las fuerzas estadounidenses) y el impacto para determinados países de la región, muy parti- cularmente Pakistán.

El artículo plantea determinados intereses nor- teamericanos referidos a Afganistán:

×el principal objetivo de los Estados Unidos en Afganistán ha sido prevenir un ataque terrorista contra los Estados Unidos, su pueblo y sus bie- nes, o los aliados de los Estados Unidos, y tam- bién asegurar que el territorio de Afganistán no se utilice para exportar terrorismo.

×asegurar que la inestabilidad en Afganistán no desestabilice a Pakistán de una manera que pueda poner en peligro la seguridad de las armas nuclea- res o aumentar el riesgo de una guerra nuclear en- tre Pakistán y la India al empoderar a los grupos terroristas antipaquistaníes.


×La necesidad de mantener un gobierno estable que no sea hostil a los Estados Unidos, lo cual tie- ne un rango de posibilidades incierto si los taliba- nes alcanzan el poder.

×El interés de los Estados Unidos que Afganis- tán no esté dominado por una potencia exterior que busque la hegemonía en ese país, como, posi- blemente, Irán, China o Rusia.

Consideran que la situación en Afganistán in- cidirá en la legitimidad mundial de los Estados Unidos y la eficacia de su política en otros lugares, ya que está en juego su reputación por lograr sus objetivos articulados. Uno de ellos es el no haber logrado que los talibanes hayan sido derrotados. Consideran que un fracaso completo de los Es- tados Unidos envalentonaría a otros yihadistas y alentaría a otros agentes no estatales y estatales a intentar subvertir los objetivos de la política esta- dounidense en otros lugares.

En segundo lugar, la fiabilidad de su asociación de coalición con la OTAN y otros aliados. Estados Unidos dañará las relaciones con los aliados si los deja solos y vulnerables.

En tercer lugar está la credibilidad ante el go- bierno afgano y las restantes potencias.

El cuarto es la credibilidad en torno a la sa- biduría estratégica básica de los Estados Uni- dos. El haberse involucrado en un conflicto se- mejante y no alcanzar los objetivos previstos será indudablemente dañino para el prestigio de EE.UU. Esto puede incidir, considera el au- tor citado, en la lucha contra el terrorismo de EE.UU. a nivel mundial, sobre todo en el Medio Oriente.

También hacen una valoración sobre la inci- dencia de los gastos militares en que ha incurrido el gobierno de Washington en mantenerse en ese conflicto y su eventual utilización en asuntos más importantes.

Otro aspecto interesante que plantea el analis- ta de la Brookings es que muchos veteranos de la guerra en Afganistán se han sumado a grupos de extrema derecha en los propios EE.UU.

Por su parte, el Secretario de Estado del gobierno de Biden, Mr. Antony Blinken, tuvo un intercambio con el presidente de Afganistán a finales de enero de 2021, y posteriormente se hizo pública una de- claración del Departamento de Estado, en el cual se planteó: “El Secretario destacó que darían un ro- busto apoyo al proceso de paz, enfocado a ayudar a las partes en conflicto a alcanzar un acuerdo políti- co justo y un alto al fuego permanente y completo, que beneficie a todos los afganos” (Blinke, 2021).

El anuncio en abril de 2021 del presidente de los EE.UU. Joe Biden, de que las fuerzas milita- res norteamericanas se retirarán totalmente de Afganistán en el otoño de 2021 (Biden, 2021), y el subsiguiente anuncio de sus aliados de la OTAN de que para esa misma fecha las fuerzas militares de esa organización que aún permane- cen en el país centroasiático también se retira- rán, parecen marcar el final de la ocupación de esa nación, tras la invasión realizada en el año 2001.

Conclusiones

La importancia de esta guerra, de acuerdo con criterios de expertos extranjeros, es la confirma- ción de que las teorías de Mackinder y H. N. Spi- kman influyen en la política global de los Esta- dos Unidos en los últimos 20 años. La guerra en Afganistán a principios del siglo XXI la consideran un buen ejemplo. Aluden que de acuerdo con la teoría de Mackinder, esa nación se encuentra en el área de la llamada Media Luna interna (Ches- nokov, 2016).

El control de Afganistán le otorga a los EE. UU. enormes beneficios geoestratégicos y económi- cos: En primer lugar, su posición facilita una pla- taforma para desplegar todo tipo de armas, inclui- da las nucleares, prácticamente no limitado por cualquier acuerdo o tratado. Desde allí es posible ejercer presión sobre Pakistán, creando una situa- ción de inestabilidad. Y al afectar a Pakistán es posible influir sobre China e India. También está cerca de Irán y proporciona acceso al mar Caspio.


Para los Estados Unidos esta región es una im- portante cabeza de puente. En segundo lugar, es una de las despensas de recursos del mundo. Y en tercer lugar, es un centro de comunicaciones clave en la región.

Además, cualquiera que observe un mapa con el despliegue de las fuerzas militares nor- teamericanas a nivel global, verá que la región de Asia Central está prácticamente vedada para sus fuerzas, por lo que ocupar un país como Afganistán le permite acercar sus tropas y me- dios militares a una región históricamente do- minada por otras potencias, en especial Rusia y China.

Ello pudiere justificar el que sucesivos gobiernos estadounidenses hayan invertido esfuerzos, fuer- zas y mucho dinero (según un reporte del SIGAR de octubre de 2020, entre los Años Fiscales –FY- 2013 y 2020 el total de gastos ascendió a 50 730 millones de dólares) en ese prolongado conflicto. Según el autor ruso Eduard Chesnokov, del Centro de Evaluación y Pronóstico Estratégi- co (Center for Strategic Assessment and fore- casts), el periodista suizo R. Labeviere publicó un libro documental denominado “Dólares de terror. Estados Unidos y los islamistas”, en el cual demostró que en Afganistán, los estadou- nidenses recibieron las ganancias del “negocio” de narcotráfico y la financiación de los terro- ristas. Plantean que este es uno de los princi- pales objetivos de la guerra. Contando las ga- nancias, las instituciones financieras continúan ejerciendo la máxima presión sobre la política de la administración de los EE. UU. y la opinión

pública.

La situación actual en Afganistán no parece clara tras la firma de los acuerdos del 29 de fe- brero de 2020, y el lento desarrollo de las conver- saciones entre las partes afganas en Doha, y será necesario esperar para ver si realmente las partes cumplen sus compromisos y se logran resultados positivos. Esto es deseable para una nación que lleva decenios de guerras y conflictos, y precisa de

una paz estable y duradera para labrar un futuro mejor para sus ciudadanos.

La invasión y ocupación de Afganistán por fuerzas militares y aliadas ha derivado en uno de los conflictos más prolongados, sangrientos y cos- tosos de la etapa histórica posguerra fría.

Pese al despliegue de importantes contingentes militares, que incluyeron fuerzas de gran especia- lización como es el caso de las Fuerzas de Opera- ciones Especiales norteamericanas y de otros paí- ses de la OTAN, el empleo de todos los recursos de alta tecnología, incluyendo sistemas de armas no tripulados y avanzados sistemas de explora- ción y vigilancia, la insurgencia no ha sido derro- tada y controla una parte importante del territo- rio de Afganistán.

Las probabilidades de una solución negocia- da están condicionadas por la permanencia de fuerzas norteamericanas y de sus aliados en el territorio afgano; es muy probable que hasta que las mismas no se retiren la contienda se manten- ga. Una vez que se retiren las fuerzas militares extranjeras, no parece probable según nuestro criterio que el actual gobierno perdure mucho tiempo.

Sobre la Guerra en Afganistán, fueron pre- monitorias las palabras de nuestro Comandan- te en Jefe Fidel Castro Ruz en el año 2001: “De algo sí puedo estar absolutamente seguro: basta con que 20 mil ó 30 mil hombres utilicen méto- dos inteligentes de guerra irregular, los mismos que quiere emplear Estados Unidos, y esa lucha puede durar 20 años. Es absolutamente impo- sible reducir a los adversarios afganos en una guerra irregular con bombas y misiles, sea cual fuere el calibre o la potencia de esas armas, en un terreno como el de aquel país” (Castro Ruz, 2001).

Una vez más nuestro máximo líder demostró su capacidad de analizar y extraer conclusiones acer- tadas. Tras 20 años de conflictos, las tropas nortea- mericanas han de abandonar Afganistán sin una clara victoria, dejando un país devastado, y una


situación actual en ese país que no parece clara, y será necesario esperar a que se logren acuerdos favorables y que realmente las partes cumplan sus compromisos y se alcancen resultados positivos. Esto es deseable para una nación que lleva dece- nios de guerras y conflictos, y precisa de una paz

estable y duradera para labrar un futuro mejor para sus ciudadanos.

Esperemos que el pueblo estadounidense al- gún día exija cuentas a todos los que lo han en- gañado durante tanto tiempo. ¡Un mundo mejor es posible!


Referencias bibliográficas

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