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Nueva Época

Número 02

Regionalización digital y telones de acero

tecnológico: entre la cooperación y la confrontación Digital Regionalization and Technological Iron Curtains: Between Cooperation and Confrontation

Dra.C. Sunamis Fabelo Concepción

Sunamis Fabelo Concepción, Doctora en Ciencias Históricas, Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales y Licenciada en Filosofía. Investigadora y Profesora Titular en el Centro de Investigaciones de Política Internacional, Jefa de Proyectos y Coordinadora general del Equipo de Investigaciones sobre Comunicación, Política y Relaciones Internacionales. e-mail: sunamisfabeloc@yahoo.es

Numero ORCID: 0000 0002 4752 2688


Resumen

La tendencia a la regionalización digital que ha venido evolucionando en los últimos tiempos ha estado condicionada por el desarrollo de la coope- ración en materia tecnológica entre diversos acto- res, y por otro lado, como resultado de la competi- tividad y rivalidad en este sector que ha potenciado las confrontaciones que ya estaban latentes. El pre- sente artículo tiene como objetivo presentar las principales aristas de estos encuentros y desen- cuentros a nivel internacional. A partir de ello pre- sentar esta tendencia hacia la regionalización digi- tal, tomando como referente los casos de Rusia y China, así como el surgimiento, consecuencias y desafíos de lo que algunos especialistas han llama- do telones de acero tecnológicos.

Palabras clave: Regionalización digital, Ruta de la seda Digital, Estados Unidos de América, Rusia, China.

Abstract

The digital regionalization trend that has been evolving in recent times has been conditioned by the development of cooperation in technological matters between various actors, and on the other hand, as a result of competitiveness and rivalry in this sector that has strengthened the confron- tations that were already latent. This article pre- sent the main aspects of these encounters and di- sagreements at the international level. Based on this, present the digital regionalization trend, ta- king as a reference the cases of Russia and China, and the emergence, consequences and challenges of what some specialists have called technological iron curtains.

Key words: Digital regionalization, Digital Silk Road, United States of America, Russia, China.


Introducción

La confrontación tecnológica es una parte del entramado de vínculos que mueve los hilos de las relaciones internacionales actualmente. Tam- poco se trata de nuevos espacios de competen- cia geopolítica, sino que estos son resultados de la propia evolución histórica, de conflictos en- quistados o no resueltos, a través del tiempo, y en cualquier caso de viejas disputas por detentar el poder y tomar el control.

Parte de estas confrontaciones tiene su expre- sión en la tendencia a la regionalización digital que se ha venido dando en los últimos tiempos. La misma, por una parte, ha estado condiciona- da por el desarrollo de la cooperación en materia tecnológica entre diversos actores. En ese sentido se destacan los ejemplos de Rusia y China, sobre todo en el marco de la Unión económica Euroa- siática y la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Por otro lado la competitividad y rivalidad en este sector han potenciado las confrontaciones que ya estaban latentes.

Rusia y China son acusadas de mantener una guerra permanente, en el plano tecnológico-co- municacional contra las llamadas democracias liberales de occidente. Las principales acusacio- nes sobre Moscú giran alrededor del desarrollo de una “guerra híbrida”, que va desde el uso de fake- news hasta campañas desinformativas. En el caso de China, se refieren a la enorme capacidad tec- nológica desarrollada, siendo el caso de la 5G, im- pulsada por Huawei, el más evidente en materia de guerra tecnológica. Este escenario, a su vez, se relaciona con la capacidad de vigilancia y control con que esta tecnología dota al Gigante asiático.

El presente artículo tiene como objetivo pre- sentar las principales aristas de estos encuentros y desencuentros a nivel internacional, tomando como referente los casos de Rusia y China. A par- tir de ello presentar esta tendencia hacia la regio- nalización digital, así como el surgimiento, conse- cuencias y desafíos de lo que algunos especialistas han llamado telones de acero tecnológicos.

Cooperación ruso-china en el centro de la confrontación digital y tecnológica. La Ruta de la Seda Digital

El desarrollo de una nueva guerra fría en el ám- bito tecnológico está en plena evolución. La ex- tensión de los conflictos internacionales a la esfe- ra tecnológico-digital en el escenario euroasiático, ha propiciado un nuevo acercamiento entre Rusia y China, en la medida que han identificado inte- reses comunes.

El acercamiento de Rusia a China ha sido cla- ve para que Moscú haya podido impulsar deter- minados objetivos en materia de política exterior, así como para que Beijing pudiera lograr mayor presencia en el espacio euroasiático que compar- te con Rusia. Al acercamiento entre ambos acto- res también ha contribuido la imposición de san- ciones desde Occidente, lo cual ha facilitado que Rusia haya realizado lo que se ha dado en llamar “giro hacia el Oriente” sobre todo con China. El acercamiento ruso a China tiene entre sus antece- dentes fundamentales la OCS. Recientemente los vínculos se han estrechado entre la Unión econó- mica Euroasiática (UEE) liderada por Moscú y la iniciativa china de la Franja y la Ruta (BRI). En esta última, en su vertiente de la Ruta Digital, el Kremlin fue de las primeras experiencias de co- laboración.

Los presidentes Xi Jinping y Vladímir Putin fir- maron una declaración conjunta de cooperación en proyectos de construcción entre la UEE y BRI. Los vínculos entre China y Rusia en el desarrollo de la UEE y BRI significan un nuevo nivel de coo- peración y, de hecho, conlleva la creación de un espacio económico único en el continente.

Los principales acuerdos entre Rusia y China han estado dirigidos a cooperar conjuntamente con los sistemas de navegación ruso y chino, GLONASS y Beidou, respectivamente. De acuerdo con el co- mentario del vicepresidente del Gobierno ruso, Dmitri Rogozin, la cooperación entre ambos siste- mas nacionales de navegación resulta razonable en el contexto del uso de tecnologías similares por la


alianza militar de la OTAN. Beidou este 2020 ob- tuvo un sistema de navegación por satélite con un funcionamiento similar al GPS.

Por otro lado, el presidente ruso anunció como parte de una estrecha cooperación en materia de altas tecnologías, el acuerdo de la compañía Re- nova y la fundación china Kibernaut sobre la apli- cación de innovaciones conjuntas en el territorio de Rusia por un total de alrededor de mil millones de dólares.

En 2019 se firmaron importantes acuerdos en- tre ambas partes sobre la implantación de la 5G. El mayor operador de redes móviles de Rusia, MTS, y el gigante tecnológico chino Huawei fir- maron un acuerdo para el desarrollo de tecnolo- gía 5G y el lanzamiento piloto de redes de quinta generación en el país. El cierre de las negociacio- nes tuvo lugar en Moscú en una ceremonia a la que asistieron el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersbur- go, que se realizó en junio de ese año.

El presidente de MTS, Alexéi Kornia, asegu- ró que con esta decisión la asociación de ambas compañías ha alcanzado “un nuevo nivel” porque no solo impulsará su “cooperación estratégica” y creará las bases para el uso comercial de la tec- nología 5G en Rusia, sino que permitirá el desa- rrollo de las relaciones económicas entre las dos naciones. El director general de Huawei en Rusia, AidenWu, destacó que la presencia de Putin y Xi demuestra la “importancia de la asociación en la esfera tecnológica” para Moscú y Pekín. (El eco- nomista, 2019).

Por otra parte, Alibaba ha firmado un acuerdo para controlar el 10% del Grupo Mail.Ru, dueño de las principales redes sociales rusas, incluida VKontakte. Alibaba controlará ahora el 48% de una nueva criatura del valor de 2 000 millones dólares que se llamará Ali Express Russia (Forbes, 2018).

En este marco el desarrollo de la Ruta de la Seda Digital merece especial atención. La evolución de

las relaciones descritas entre Rusia y China sien- ta un importante precedente en ese particular y muestra las potencialidades de esta vertiente del megaproyecto chino de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

La transformación de China en potencia en el sector I+D, capaz de liderar la generación de es- tándares 5G, ha propiciado el enfrentamiento con Estados Unidos. La guerra comercial, con un fuer- te trasfondo de rivalidad tecnológica, responde en buena medida al posicionamiento de Huawei como proveedor de servicios de telecomunicacio- nes de redes 5G sobre las que se desplegarán las capacidades que aportarán la Inteligencia Artifi- cial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), la robótica y el cloudcomputing para generar nuevos modelos de negocio(Parra, 2020).

De manera que el sector TIC de China es al- tamente competitivo y, por tanto condiciona y contribuye de forma decisiva en el desarrollo de la Ruta de la Seda Digital como parte del mega- proyecto de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. A medida que las tecnologías han madurado en el mercado interno, las empresas locales miran con más atención los mercados externos. Esta razón interna se concatena con las acuciantes necesida- des de infraestructura tecnológica de muchos de los países que forman parte de la Franja y la Ruta. De ahí la oportunidad que aprovecha Chinaen vertebrar una estructura digital que de soporte a los proyectos que conforman la estrategia BRI.

La Ruta de la Seda Digital impulsa la apuesta de China por la independencia tecnológica en casa mientras la mueve hacia el centro de las redes globa- les. Apunta a la tecnología y los mercados de próxi- ma generación. China ya es el principal exporta- dor mundial de tecnología de comunicaciones y es cada vez más competitiva en la entrega de sistemas avanzados, como cables submarinos, que solo Esta- dos Unidos y sus aliados podían proporcionar hace poco más de una década. La infraestructura digital se está volviendo aún más esencial para las econo- mías modernas con la llegada de redes más rápidas,


sensores más baratos y la proliferación de disposi- tivos conectados. El potencial de crecimiento en el mundo en desarrollo es enorme. En tal sentido des- tacan Asia y África, donde la demanda de ancho de banda internacional está creciendo más rápidamen- te (Hillman, 2021).

Esta experiencia ha supuesto un nuevo enfoque y alternativa viable para las aspiraciones de los países en desarrollo. En África, sin dudas, este escenario propiciara el desarrollo en la esfera digital, lo cual no solo apoyará los proyectos BRI en el continen- te, sino que generará un soporte en infraestructura que permita a esta región avanzar un futuro digi- tal compartido. Esta se ha convertido en un área de confrontación entre las esferas de influencia de Estados Unidos y la Unión Europea, frente a la pre- sencia económica de China y el incremento progre- sivo del activismo de otros actores no tradicionales como India, Japón, Brasil, Turquía, Israel y Rusia en los países africanos. Un aspecto primordial de las relaciones sino-africanas ha sido el respecto a la soberanía de los países africanos, la no intromisión en sus asuntos internos y la no imposición de con- dicionalidades políticas, como han hecho las po- tencias occidentales. Las políticas implementadas por China en la región forman parte de la coopera- ción Sur-Sur, a través del desarrollo de programas socioeconómicos con impacto local, transferencia de tecnología —en el plano de las telecomunica- ciones y de la industria farmacéutica— construc- ción de parques industriales, cancelación de deu- das y formación de personal (Silverio, 2020). Así por ejemplo, debe tenerse en cuenta que, la región latinoamericana y caribeña, en cuanto al desarrollo tecnológico, así como en otros muchos aspectos, se distingue por su condición de ser la más desigual del mundo, y el aumento de la dependencia del uso de las tecnologías digitales exacerba tales desigual- dades. También existen fuertes desigualdades en la

tasa de conectividad según segmentos de ingresos. Aunque se han hecho planes para promover el uso de dispositivos digitales en los sistemas educativos, muchas instituciones educativas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a las compu- tadoras y a Internet en los hogares, por lo tanto, los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no están garantizados. Existen disparidades de acce- so a los dispositivos digitales y a Internet de ban- da ancha entre las poblaciones urbanas y rurales, entre los sexos, entre las poblaciones que hablan o no el idioma oficial (español o portugués), y entre las poblaciones con y sin discapacidades1 (CEPAL, 2020).

En este contexto merece especial atención la que pudiera llamarse geopolítica de la fibra óptica. Chi- na ha pasado de representar el 7% de los proyectos de tendido de fibra óptica en 2012-2015 a repre- sentar el 20% en 2016-2019. Las principales tecno- lógicas que se destacan en este rubro son Huawei Marine, China Unicom y China Telecom. Además del tendido PEACE, estas tres compañías, en las cuales el Estado chino ocupa un lugar fundamen- tal, encabezan procesos como la conexión troncal de fibra óptica en Guinea, un cable submarino de fibra óptica en Indonesia y el cable de fibra óptica South Atlantic Inter Link (SAIL) de 6000 km entre Camerún y Brasil. La posibilidad concreta de insta- lación de cables de fibra óptica ha llegado también a Sudamérica. El 27 de enero de 2021, la empre- sa estatal de telecomunicaciones argentina ARSAT informó que el presidente Alberto Fernández y su par chileno Sebastián Piñera habían firmado un acuerdo para construir el primer cable submarino de Internet llamado cable submarino Transpacífi- co “Puerta Digital Asia Sudamérica”, que conecta Sudamérica con el Asia-Pacífico. El tendido conec- tará a China y otros países del Asía Pacífico con


1América Latina se enfrenta a desafíos en la formación de los docentes en materia de TIC. Por ejemplo, en el Brasil en 2018, solo el 20% de los docentes participaron en un curso de educación continua para el uso de computadoras e In- ternet para la enseñanza. En cuanto al uso de Internet, el 16% informó que la utilizaba una o más veces al día; mientras que el 20% lo hacía una vez a la semana, y el 18% al menos una vez al mes.


Argentina y Chile, y a través de ellos con Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, evitando la extrema dependencia de conexiones norteamericanas y eu- ropeas (Schulz, 2021). Las potencialidades hacia el Caribe no son menores. Huawei cuenta entre sus proyectos con el despliegue de cable de fibra ópti- ca desde Bahamas hasta Haití. En ese contexto es importante resaltar las potencialidades que tiene Cuba, la cual es uno de los 19 miembros en la re- gión que participa en BRI y además es el primer y único país hasta el momento del continente ame- ricano en incorporarse a la Ruta de la Seda Digital en el año 2016.

Según Alejandro Razzotti, la “Ruta Digital” in- corpora diversos conceptos utilizados en los últi- mos años (“de la Información”, “del Ciberespacio”, “En Línea”, etc.). Los mismos, en la medida que se han ido desarrollando e implementando, han indo consolidando una definición cada vez más compleja e integral. Ello ha estado condiciona- do por la necesidad de BRI de las TICs para su avance. Es por ello que algunos expertos prefieren considerarla como una “caja de herramientas tec- nológicas” que colabora en mayor o menor medi- da con todos los proyectos de BRI. Esa es la razón por la cual la construcción del “mapa digital” so- bre la casuística en el uso de las TICs en la Ini- ciativa es inconmesurable. En sus inicios, la frase “Ruta de la Seda Digital” refería una “visión ge- neral” más que un plan maestro con programas, actividades, metas y responsables al estilo de los planes quinquenales chinos. (Razzotti, 2018)

Conectar a un gran número de países abrirá nuevos espacios de interrelaciones que permi- tirán a su vez avanzar sectores de alto impacto, pero también surgirán nuevos desafíos, especial- mente los vinculados a la necesidad de una mayor ciberseguridad. Así como el megaproyecto gene- ral BRI, la Ruta Digital presenta grandes desafíos. La hostilidad occidental será una de las mayores presiones a enfrentar. Por otra parte, el proyecto está llamado, como nunca en este ámbito a rege- nerarse en cuanto a su capacidad de flexibilidad y

adecuación.

Cuanto más controlen las empresas chinas del mercado global, mayor será su capacidad para es- tablecer estándares y desarrollar la próxima ge- neración de tecnologías de transformación. Es- tados Unidos no tiene un mercado interno del tamaño de China al que recurrir. Para lograr la escala necesaria para permanecer a la vanguardia de la innovación, las empresas estadounidenses deben competir en los mercados extranjeros. Y para competir, necesitan un argumento de venta convincente. Estados Unidos necesita un nuevo enfoque que apele a las aspiraciones de los países en desarrollo. El principal argumento de la admi- nistración Trump para los países que están con- siderando incluir equipos chinos en sus redes 5G se centró en cuestiones de seguridad. Esas preo- cupaciones son apremiantes, pero incluso las de- mocracias ricas se mostraron reacias a asumir los costos adicionales de alternativas más seguras. En el mundo en desarrollo, los recursos son aún más limitados y muchos funcionarios asumen que cualquier proveedor extranjero podría represen- tar un riesgo para la seguridad. En pocas palabras, el miedo no detendrá la Ruta de la Seda Digital de China. Competir requiere proponer una visión positiva y ofrecer alternativas atractivas (Hillman, 2021).

La Ruta Digital deberá sortear el estrecho lími- te que existe entre ser el brazo digital de BRI y la actual Guerra Tecnológica y sus ribetes de nueva guerra fría. Aunque para muchos esta ruta forma parte de ese conflicto, en realidad esta debe enten- derse en la lógica de apoyo y dinamismo del pro- yecto. Sin lugar a dudas constituye una oportuni- dad, más que todo para los países del Sur. Es un exponente de cooperación Sur-Sur de gran valor para las economías en desarrollo.


Confrontación tecnológica

La regionalización digital a modo de cortafue- gos se ha hecho una tendencia. Tradicionalmente la coalición occidental ha tenido el dominio sobre


la gobernanza del ciberespacio, con el tiempo este tema ha adquirido mayor carácter en lo que a se- guridad nacional se refiere. No son solo los entra- mados tecnológicos controlados por Occidente las que preocupan a potencias como Rusia o Chi- na sino la forma en que los mismos se convirtie- ron en la arquitectura de la red, que está diseñada para asegurar el control de la información y sobre todo la capacidad de manejarla según determina- dos intereses, la mayoría de las veces imperativos en materia política.

En el caso de Rusia, por ejemplo la lectura del tema refiere que la agresividad occidental actual se ha intensificado y ello responde a la pérdida de relevancia a nivel global del “Occidente histó- rico” ante el avance de China y otros centros de poder. Este escenario describe la evolución hacia un mundo más multipolar y, por supuesto, gene- ra nuevos espacios y niveles de desencuentros y alianzas.

En materia comunicacional, los cruces de fuego en este contexto, pueden ejemplificarse con las si- guientes acciones: Una respuesta del gobierno de Putin, muy criticada por Occidente, fue la apro- bación en 2015 de una ley sobre Organizaciones No Gubernamentales (ONG) “indeseables”, que prohibía el funcionamiento en territorio ruso de una lista de ONG que recibían financiamiento de Estados Unidos como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) (Amnesty, 2015).

Otro de los puntos conflictivos fue el requeri- miento del Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2017 de la inclusión de los medios de prensa rusos Sputnik y RussiaToday en el “Regis- tro de Agentes Extranjeros”. Rusia respondió ese mismo año con la aprobación por la Duma Esta- tal de una serie de enmiendas a su Ley de Medios de Comunicación, que contemplan la obligación a nueve medios de comunicación norteamericanos de utilizar igualmente la denominación “agente extranjero” en todas sus emisiones y la imposi- ción de trabas a estos a la hora de participar en

contratos ofertados por las distintas administra- ciones públicas rusas (EFE, 2017).

El presidente Putin ratificó en mayo de 2018 una ley aprobada por el parlamento que autori- za restricciones relacionadas con el comercio con Estados Unidos (incluidas exportaciones crucia- les a este mercado) y otros Estados que se sumen a las sanciones de este último. La versión original de esta ley incluía la negativa del uso por el go- bierno ruso de softwares y tecnologías de Estados Unidos y la prohibición de importaciones de pro- ductos farmacéuticos y agrícolas, alcohol y tabaco provenientes de Estados Unidos (AP, 2018).

En 2019 el gobierno ruso anunció su intención de desconectar al país de la red global de internet, y finalmente en diciembre de ese año se anunció RuNet, la alternativa nacional al internet global, con el objetivo de proteger a Rusia de las inter- ferencias del extranjero. Un proyecto que cuen- ta con el apoyo de grandes empresas rusas como Yamdex, MegaFon, Beeline, MTS, RosTeleom.

En el caso de China, como es conocido, en Oc- cidente también saltaron las alarmas sobre la po- sibilidad de control que puede ejercer el Gigante Asiático en la subversión de democracias libera- les. El caso de Huawei propiamente es quizás uno de los más ilustrativos en ese sentido. En este es- cenario se ha venido desarrollando un complejo proceso de confrontación, presión y cooperación entre un grupo importante de países, entre los que se destaca, EUA, la UE, Japón, China y Ru- sia, fundamentalmente, debido a la competencia, rivalidad e interdependencia que condiciona esta cuestión.

Muchos analistas consideran que la 5G impul- sada por China dividió al mundo. Se ha comenza- do a hablar así de ecosistemas tecnológicos en un concepto mucho más cooperativo, con matices; pero tampoco faltan especialistas que se refieran a telones de acero tecnológicos, en un sentido mu- cho más confrontativo.

En consonancia con todo esto se han desata- do una serie de debates sobre las lógicas de los


telones de acero tecnológicos, o la tendencia a la regionalización digital a que estamos asistien- do. En tal sentido generalmente se ha desviado la atención del origen de estas confrontaciones. Los debates obvian el lugar de las conocidas GAFAM en el gobierno de internet y como se mantiene el liderazgo de las empresas de Silicon Valley en el control del ciberespacio.

Jack Ma, fundador y presidente ejecutivo de AlibabaGroup expresó: “Hace más de 30 años, solía decir que si perdíamos la oportunidad de vender nuestros productos a los Estados Unidos, habríamos perdido para siempre la posibilidad de darnos a conocer en el mercado global. Hoy, sin embargo, les digo a la gente que si no colocan sus productos en el mercado chino, perderán su par- tido con el futuro”. Según Ma: “La diferencia entre nosotros y Amazon es que ellos son un imperio que controla, compra y vende. Nosotros quere- mos ser un ecosistema” (Barbieri, 2019).

Por su parte, Neil Dwane, analista de Allianz Global Investors, advierte con temor sobre la po- sibilidad de que cada una de las potencias cree su propio “ecosistema” tecnológico para reducir su dependencia mutua y así obligar a sus aliados a una adhesión incondicional. A esto lo identifica como la política del órdago (Benítez, 2019).

A diferencia de la guerra comercial, la gue- rra tecnológica tiene alcances más complejos. En principio los contendientes se ven forzados a elegir y levantar un muro tecnológico, para lo cual, a día de hoy no están preparados. Esto im- plicaría un desacoplamiento y desdoblamien- to tecnológicos que se revertiría en una bifur- cación, además de política, de la economía y el comercio. En este caso se trataría de elegir en principio entre dos polos digitales: Washington o Beijing. A su vez se desplegarían diversas áreas de influencia. En tal caso podríamos ver emerger uno o diversos telones de acero tecnológicos, y en último término, avanzar hacia una cierta des- globalización digital en función de una regiona- lización digital.

En relación con la división de internet o su bi- furcación aunque es una posibilidad hay que te- ner en cuenta que su cadena de suministro es un asunto complejo de “desenredar”, en el sentido amplio de la palabra. Marcus Willett, apunta dos ejemplos: IBM trabajando con el Banco de China en soluciones comunes para la tecnología digital que apuntalarán transacciones financieras por va- lor de billones de dólares. Asimismo, muchos de los equipos de Nokia y Ericsson están basados en tecnología china, así como gran parte de la tec- nología china está basada en los microchips esta- dounidenses. Qué es una tecnológica china o es- tadounidense hoy en día sino partes y piezas que se unen en tecnología global (Gil, 2020).

Sin embargo, ante los obstáculos atravesados por Huawei, esta ha tendido a “desamericanizase” invirtiendo en la producción de chips de última generación que eviten la dependencia actual de los fabricantes estadounidenses. Entre tanto, nu- merosos grupos europeos continúan fabricando sus productos en China para el mercado interna- cional, incluyendo los competidores de Huawei, como Nokia o Ericsson. Huawei sugirió construir una fábrica en Europa que serviría para minimi- zar las preocupaciones de seguridad de los euro- peos y ayudaría a relativizar esa idea de represen- tar un peligro. Además, los equipos de Huawei, disponen de un laboratorio de ciberseguridad en Alemania cuyo fin es demostrar que sus equipos no tienen “puertas traseras”. Hay otro en Reino Unido y está proyectado otro en Polonia (Ríos, 2020). Este tipo de mecanismo es un importante argumento sobre las garantías de estos equipos en materia de seguridad para Europa. Sin embargo, los cuestionamientos al respecto no han cesado y cada día la posibilidad de discriminar una tecno- logía por su origen y desaprovechar sus ventajas, en función de coacciones políticas es más eviden- te en el entorno europeo.

En esa línea, Marcus Willett, exsubdirector del centro de escuchas británico GCHQ, pertene- ciente a los servicios secretos de Reino Unido, y


actualmente asesor sénior del Instituto Interna- cional de Estudios Estratégicos (IISS) en ciberné- tica y otras tecnologías explica que como palanca del poder nacional, hay numerosas razones por las que un país podría vetar Huawei de sus redes, pero una creciente ciberseguridad no es en reali- dad un gran factor. Según este especialista de lo que se trata realmente es de la competencia global por el control de la industria digital de alta tecno- logía: la llave a un poder “descomunal”. Huawei se ha visto atrapada en primera línea de combate. Irónicamente, también Reino Unido se ha visto en primera línea de esa competición global entre EE.UU. y China por el control de la tecnología di- gital. Ambas naciones saben que para ser una su- perpotencia en el siglo XXI es necesario ser una superpotencia digital (Gil, 2020).

En el caso de China se considera este tema aso- ciado a una cuestión más bien de seguridad inter- na y retomar el control, desplazando a EE.UU. de la región de Asia-Pacífico, quien ha logrado po- sicionarse en el patio trasero chino; así como de tratar de entrar en mercados emergentes a través del La Franja y la Ruta. En el caso de la Ruta Digi- tal, existen importantes proyectos y oportunida- des en Latinoamérica, África, Sudeste Asiático.

La apuesta más reciente de Huawei, de varias ope- radoras chinas y el Ministerio de Industria y Tecno- logía de la Información de China, es construir un nuevo Internet. La idea surge con el objetivo de me- jorar las comunicaciones y prepararlas para lo que se está desarrollando y llegará en los próximos años. Según lo expertos promotores del proyecto, la in- fraestructura de Internet actual es “inestable” e “in- suficiente” para la demanda que se espera en unos años donde además de los dispositivos actuales ha- brán más dispositivos IoT, comunicaciones para vehículos autónomos y más. Llamado “New IP”, el proyecto muestra cómo pretenden reemplazar el sistema actual. El fabricante chino dice que ya están construyendo parte de la tecnología que se necesi- taría para el “nuevo Internet” con la ayuda de varios países y otras empresas. (Rus, 2020).

La creación de un nuevo internet por parte de China muestra el interés y la capacidad de Bei- jing de transformar el escenario comunicacional actual, a diferencia de Rusia que intenta de algu- na manera alcanzar cierta independencia en el ciberespacio a través de RuNet. No obstante los matices, la búsqueda de soberanía digital es una tendencia cada vez más marcada y por tanto se convierte en un área de mayor confrontación. Se trata en definitiva de controlar cómo las ideas se difunden, por cuanto la capacidad de penetración y subversión de la red de redes, sobre todo a partir de los análisis algorítmicos de los datos, supone no solo un asunto de interés doméstico para con- trolar a los ciudadanos, sino la puerta trasera de la seguridad nacional.

La soberanía de internet y sus garantías demo- cráticas no son asuntos tan simples que puedan resolverse aislándose de la red global. Internet es ahora una parte vital del comercio global y ni Ru- sia ni cualquier otro Estado pueden simplemente desconectarse totalmente de este sistema sin da- ñar su economía, y mucho menos sin dejar abier- ta una puerta trasera. Según Sim Tack, analista del grupo de inteligencia Stratfor, el tema de la in- fraestructura es muy importante para estos planes de un internet controlado por los gobiernos. Una de las posibilidades es un escenario en el que una cantidad suficiente de estos países se unan a Ru- sia y China para desarrollar una infraestructura similar, hasta el punto en que puedan sostenerse mutuamente sin hacer negocios con el resto del mundo. Esto implicaría que podrían aislarse de la red occidental. Las naciones más pequeñas po- drían preferir un internet construido alrededor de un estándar no occidental y una infraestructura económica construida alrededor de China podría ser la “tercera vía” que permita a los países parti- cipar en una economía semiglobal (Adee, 2019).

Sin embargo, este escenario se complejiza aún mas. La expansión de China ha despertado rece- los en Estados Unidos quien no solo ha desple- gado la estrategia de contención a BRI, “América


Crece” o “ProsperAfrica”, sino que también en la esfera digital ha desplegado en agosto de 2020 la conocida como “Red Limpia de los Estados Uni- dos”. La Red pretende “limpiar” las redes estadou- nidenses y las de sus aliados de los operadores, ser- vidores en la nube, aplicaciones, tiendas y cables submarinos chinos o con participación china. Des- de abril de 2019, Mike Pompeo, secretario de Esta- do de EE. UU., anunció una “ruta limpia”, sin pro- veedores chinos, para asegurar la seguridad de las redes 5G. Esta ruta sin tecnología china se exten- dería a proveedores, aplicaciones, servidores en la nube, cables submarinos, operadores y tiendas de software para asegurar el internet estadounidense y el de sus aliados.

Pompeo anunció en Twitter el 22 de noviembre: “53 países, 180 empresas de telecomunicación y decenas de empresas líderes —que representan dos terceras partes del PIB mundial— se han uni- do para asegurar redes 5G confiables”, “Muchos más [están] en camino” (Share. America, 2020).

A raíz de esto Internet Society emitió una De- claración sobre el Programa Red Limpia de Esta- dos Unidos, donde catalogaba de decepcionante este paso mediante el cual Estados Unidos, el país que financió el desarrollo inicial de Internet, está contemplando políticas que fracturarían la red glo- bal. Esto forma parte de una tendencia inquietante en la que los gobiernos interfieren Internet directa- mente con la intención de ganar crédito político a corto plazo, sin pensar en los daños a largo plazo derivados de ello.

Así mismo puntualizaba la declaración que In- ternet es una red global de redes, en la que las redes se interconectan de manera voluntaria sin una au- toridad central. Esta arquitectura ha sido la clave del éxito de Internet. El anuncio del Programa Red Limpia de Estados Unidos realizado hoy supone un desafío a la esencia de esta arquitectura. Solo los programas “Operador Limpio” y “Cable Lim- pio” obligarían a que grandes volúmenes de tráfico de Internet se dirigiesen a otros países, lo que am- pliaría las distancias que deben recorrer los datos y

aumentaría la posibilidad de vigilancia y manipu- lación del tráfico de Internet. Esto, a su vez, aumen- taría el riesgo de apagones de Internet y, en general, el coste para todos los usuarios de Internet.

Que un gobierno dicte cómo deben interconec- tarse las redes siguiendo consideraciones políticas en lugar de técnicas contradice la idea básica de In- ternet. Estas injerencias tendrán un impacto signi- ficativo en la agilidad, resiliencia y flexibilidad de Internet.

Si este enfoque se generalizase, la capacidad de Internet para aportar las numerosas ventajas de la colaboración, alcance global y crecimiento econó- mico se vería seriamente amenazada.

Este tipo de políticas solo aumentarían la coyun- tura global hacia un “Internet fracturado”, en lugar de la red global que hemos creado a lo largo de las últimas cuatro décadas y que ahora necesitamos más que nunca (Internetsociety, 2020).

De manera que, de lo que se trata no es de apos- tar por un proceso de desglobalización, sino todo lo contrario, de transformar el orden internacio- nal vigente y transitar de lógicas establecidas du- rante la guerra fría basadas en la bipolaridad o unipolaridad, obsoletas para las actuales circuns- tancias del mundo, hacia nuevos mecanismos de multopolaridad y cooperación. No puede obviar- se la importancia que la cooperación ha tenido para la ciencia y la tecnología históricamente, si bien también es cierto que el componente político ha condicionado y obstaculizado en buena medi- da estos campos del desarrollo.


Covid-19: nuevos escenarios entre la cooperación y la confrontación

Las consecuencias de la emergencia sanitaria de la COVID-19 en todo el mundo van a tener un impacto muy significativo en la actitud de los paí- ses hacia el potencial de determinadas tecnolo- gías. La pandemia ha golpeado las economías y ha hecho que la infraestructura digital sea aún más esencial. En este contexto se ha generado el uso de aplicaciones de seguimiento y control de los


ciudadanos. En general el mundo se prepara para implementar nuevas estrategias de biocontrol, lo que implica la posibilidad de que los gobiernos accedan a las principales coordenadas de sus ciu- dadanos, o que deleguen parte de sus decisiones en inteligencias artificiales. La relación de la par- ticipación ciudadana y la IA genera controversia, tiene sus partidarios y sus detractores. Dentro del ámbito digital, las ciudades inteligentes deben ser una alta prioridad para la cooperación aliada. Las empresas chinas a partir de la pandemia han co- menzado a vender más sistemas de vigilancia y otros sistemas de ciudades inteligentes, a menudo bajo la marca de “ciudad segura”.

Los principales debates están centrados en dos cuestiones: vigilancia totalitaria y empode- ramiento ciudadano; y, por otra parte, el aisla- miento nacionalista frente a la solidaridad global. Este panorama se agravó, sobre todo durante la administración de Donald Trump. La nueva ad- ministración Biden, puede introducir determina- dos matices en ese contexto, teniendo en cuenta que dicha administración ha manifestado su in- tención de profundizar la cooperación con socios y aliados, así como de tejer nuevas alianzas. En ese sentido pudiera prestar mayor atención espe- cialmente en los mercados emergentes y en desa- rrollo, centro hacia el cual ha avanzado China, así como llegar a determinados acuerdos con el país asiático que maticen el complejo escenario tecno- lógico-digital.

La crisis de la Covid-19 ha puesto de manifies- to que la esfera tecnológica ha sido fundamental para que el mundo no se paralice por completo. La única forma de consumo beneficiada durante la crisis ha sido Internet, plataforma a partir de la cual fue posible dar curso parcialmente a la vida cotidiana.

La cuarentena supuso la llegada de un enorme capital a las plataformas tecnológicas. La acumu- lación exponencial de conocimiento complejo durante esos meses en los campos de la biotecno- logía, la informática, la robótica, la estadística, la

ingeniería de sistemas o de datos completó en un tiempo récord la revolución tecnológica que ve- nía desarrollándose.

En ese sentido, debe destacarse que durante el confinamiento en los hogares, los niños y estu- diantes en general se están acostumbrando a re- cibir información y conocimiento a través de las computadoras; se está monitorizando a través del móvil la temperatura o la geolocalización de los afectados por el virus; los abuelos están descar- gando incluso las aplicaciones a las que eran re- ticentes; todo el mundo se ha familiarizado con Skype, Google Hangouts o FaceTime y millo- nes de fanáticos del deporte, ante la suspensión mundial de los campeonatos, se han empezado a aficionar a las competiciones de deportes elec- trónicos. De manera que el cambio en las rutinas marcará los nuevos pulsos del desarrollo tecnoló- gico y su incorporación en la vida cotidiana.

En estos momentos los modelos de gestión con éxito de la pandemia son, sobre todo, los asiáticos. Comparten el uso de aplicaciones de seguimien- to de los ciudadanos que han estado en zonas de contagio o que padecen la enfermedad.

Según consideran algunos analistas, en China las personas son menos renuentes y más obedien- tes que en Europa, y también confían más en el Estado. Así también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, autor de “La Sociedad del Can- sancio”, considera que para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilan- cia digital. Apuestan a que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los in- formáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Occidente todavía tiene mucho que aprender. Es así que los apologe- tas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas, según este autor por- que la conciencia crítica ante la vigilancia digital


es en Asia prácticamente inexistente y apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Esta- dos liberales como Japón y Corea. Nadie se eno- ja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos.2 De manera que hay una confrontación y debate sobre modelos políticos en relación con las capacidades disruptivas de la tecnología (Byung- Chul Han, 2020).

China reconoce que la economía digital es la principal forma económica después de la econo- mía agrícola y la economía industrial, así tampoco desconoce la importancia de la economía del big data. Esta es de las esferas de mayor generación de conflicto con la parte estadounidense. Una vez más la gobernanza de internet está en el centro de las cuestiones que marcan el pulso del poder mun- dial. En la actualidad, el mundo está experimen- tando una revolución tecnológica y transforma- ción industrial de gran alcance y profundidad. Las modernas tecnologías de la información avanzan continuamente, la economía digital se desarrolla vigorosamente y los intereses de los países se in- terrelacionan cada vez de forma más estrecha. De manera que es posible identificar una dinámica que se mueve entre la cooperación y la confrontación, a la vez que se conforman lógicas de alianzas y estas se traducen en lógicas confrontacionales que tejen las coordenadas de un mundo cada vez más frag- mentado pero también más conectado.


Conclusiones

La disputa por controlar internet y el desarrollo tecnológicoespecialmenteenmateriadeconectivi- dadponedemanifiestounaseriedeconfrontaciones

que se están desarrollando en las Relaciones In- ternacionales, por cuanto el control tecnológico implica el control de las narrativas.

La regionalización digital ha constituido una tendencia en los últimos años, lo cual ha determi- nado nuevos espacios de confrontación geopolí- tica, a partir de la búsqueda de soberanía digital, pero también de competencia en ese sentido. Ello entraña desafíos como el control de la informa- ción y asuntos tan polémicos como la gobernanza de internet. Estos siguen siendo asignatura pen- diente que ponen en cuestión el derecho a inter- net como un bien global y con ello el respeto a la privacidad, el derecho al control de los datos personales por parte de los usuarios y en general el respeto a la dignidad humana.

Los ejemplos de Rusia y China, en el marco de la cooperación entre la Unión Económica Euroa- siática y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sobre todo en su vertiente de la Ruta de la Seda Digital significan una oportunidad y alternativa de desa- rrollo para conectar a los países que forman parte de ambos proyectos en función de un mayor di- namismo regional.

Sin embargo, si bien la cooperación en mate- ria tecnológica entre diversos actores constituye una oportunidad de desarrollo en ese sentido, así también los desafíos que entraña esta experien- cia, desde lógicas nacionales, siguen siendo temas muy sensibles que merecen particular atención.

La supuesta “desglobalización de internet” no es una respuesta en sí misma a los principales de- bates que desarrollados en torno al tema; por el contrario, está siendo parte de las confrontaciones


2En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reco- nocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia, a tal punto que mide la temperatura corporal y en el caso de que la temperatura sea preocupante reciben una notificación en sus teléfonos móviles. Se utilizan drones para controlar las cuarentenas. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los Ministerios de Salud. En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digital que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macro datos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena.


que se han generado en torno a ella. En tal senti- do es menester concebir el tema digital ante todo como un modelo de coparticipación de las partes implicadas.

Las instituciones internacionales deben recupe- rar su liderazgo para controlar “bienes globales” (aunque existe un debate en cuanto a si internet puede ser considerado como tal, asociado al po- lémico asunto de la gobernanza de internet), y de un marco de gobernanza basado en normas co- munes o, de lo contrario, corremos el riesgo de

fragmentación física de las comunicaciones, diri- midas en cuestiones de fuerza, ya sea a la ofensiva o a la defensiva. Por lo tanto, se tiene que llegar a una nueva arquitectura de seguridad internacio- nal y la base de esto pudiera estar en el aspecto ético, por una parte, y por otra económico-corpo- rativo, más que a nivel de gobiernos nacionales, a pesar de que estos aspectos están íntimamente re- lacionados. De cualquier forma es un tema abier- to a la reflexión, pero de suma importancia para apostar al futuro.


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