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Nueva Época

Número 02

La Alianza del Pacífico: el dispositivo empresarial regional

The Pacific Alliance: the Regional Business Mechanism

Dra.C. Ximena Roncal Vattuone

Doctora en Economía Política del Desarrollo y Economista. Docente Investigadora de la Benemérita

Universidad Autónoma de Puebla. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México.

e-mail: eximi@hotmail.com; elsa.roncal@correo.buap.mx Numero ORCID: 0000-0002-3409-3837


Resumen:

En esta investigación se hace un riguroso recorri- do sobre el desenvolvimiento de la Alianza del Pa- cífico (AP) centrada en sus principales dimensiones empresariales. Se analizan sus objetivos, estructura institucional y avances de las decisiones presidencia- les; el Consejo Empresarial como principal actor de la AP, la integración financiera y el mercado bursátil de la Alianza. Se utilizó el método cualitativo-propo- sitivo para el análisis de los documentos revisados. Los resultados destacaron el carácter empresarial de la AP como dispositivo de los intereses del capital transnacional. En la conclusión se reflexiona sobre los posibles avances de la AP y su respuesta ante la situación histórica de la COVID-19 que refuerza las decisiones del capital privado en el organismo.

Palabras clave: Alianza del Pacifico, integración, Consejo Empresarial de la Alianza del Pacifico.

Abstract:

This research is a rigorous review of the deve- lopment of the Pacific Alliance (PA) focusing on its main business dimensions. It analyzes its objectives, institutional structure and progress of presidential decisions; the Business Council as the main actor of the PA, the financial in- tegration and the stock market of the Alliance. The qualitative-propositive method was used to analyze the documents reviewed. The results hi- ghlighted the entrepreneurial character of the PA as a device for the interests of transnational ca- pital. The conclusion reflects on the possible ad- vances of the PA and its response to the historical situation of COVID-19 that reinforces the deci- sions of private capital in the organization.

Key words: Pacific Alliance, integration, Paci- fic Alliance Business Council.


Introducción

Con características similares al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pero con mayores niveles de subordinación a los esque- mas hegemónicos y de control territorial, y con el propósito de contrarrestar y frenar los procesos de integración regionales denominados autóno- mos que se desarrollaban en América Latina y el Caribe desde la primera década del siglo XXI, en 2010 se iniciaban las negociaciones en el marco del Arco del Pacífico que daría origen en el 2011 a la Alianza del Pacífico (AP) (Roncal, 2018).

Desde su creación, la Alianza del Pacifico se proclamaba como un proyecto innovador que te- nía entre sus objetivos el convertirse en un refe- rente histórico del Regionalismo en Latinoamé- rica (Pastrana, 2015:p.53.). “Sus líderes aclaman el “pragmatismo” de la AP como algo novedoso y cuya innovación constituye además una clave para un éxito que no lograron los proyectos que se desarrollaron en las dos etapas previas al regio- nalismo latinoamericano”

Sin embargo, el Regionalismo Latinoamericano propuesto por la Alianza del Pacífico dista mucho de ser un proyecto innovador, sus principales ca- racterísticas de libre comercio, libre flujo de capi- tales y de apertura a las inversiones (sobre todo norteamericanas) están en concordancia con los postulados del Regionalismo Abierto de la Comi- sión Económica para América Latina (CEPAL) y, sobre todo, como una versión actualizada a los tiempos contemporáneos del proyecto norteame- ricano del Área de Libre Comercio de las Améri- cas (ALCA) con el cual Estados Unidos pretendía establecer un área de libre comercio para América Latina y el Caribe. En todo caso, lo novedoso de la AP es la idea de constituir la primera iniciativa dirigida a articular posiciones comunes frente a los países de Asia y el Pacífico (Roncal, 2018).

El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Eco- nómica (TPP por sus siglas en inglés) fortalece- ría una vez más a EE.UU. (sin China) para defi- nir las reglas comerciales del siglo XXI, sobre todo

en una región con tanto dinamismo como la de Asia-Pacífico. Pese a la salida de Donald Trump del TPP y su proteccionismo económico, la Alian- za del Pacífico ha continuado en el camino.

Tanto del Regionalismo Latinoamericano como del Regionalismo Abierto pretendieron conciliar, por un lado, la interdependencia resultante de los pactos de libre comercio y, por otro, las inter- dependencias impuestas por las condiciones de mercado resultante de la liberalización del comer- cio en general, donde los proyectos de inserción a la economía mundial debían ser compatibles con políticas de incremento del libre flujo de capitales, la productividad y la competencia internacional (CEPAL, 1994).

En esta geopolítica de la integración regional impactada por el enfrentamiento de intereses en- tre el proyecto hegemónico de Estados Unidos y los proyectos con características autonómicas, los alcances de la internacionalización de la AP

—abierta y liberal— daban impulso a una regio- nalización funcional a las empresas transnaciona- les que establecía las condiciones de ocupación de los territorios ricos en recurso naturales, la viola- ción de la soberanía y la restricción de ejecución de políticas nacionales de gobierno.

En los hechos, la AP sería la plataforma para articular a América Latina y el Caribe (ALC) con inversores internacionales y de fácil intervención a los intereses norteamericanos. Así, la integra- ción abierta se posicionaría como un gestor de los mercados internacionales hacia esquemas de libre mercado respondiendo, por un lado, a las exigen- cias que plantea la acumulación del capitalismo mundial y, por el otro, en alianza no solo de cua- tro países, sino también con Estados Unidos.

Desde una perspectiva global, la AP podría in- tegrarse de una manera más rápida a mega blo- ques de libre comercio como el que puede sur- gir de una articulación entre el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EU (Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) y el Acuerdo Transpacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP).


Así como a las instituciones de gobernanza re- gional económica de Asia-Pacífico, verbigracia, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en inglés). (Pastrana, 2015: p. 58).

Sin cuestionar el orden de periferia en el orden mundial y el papel en la división internacional del trabajo (Merino, 2017), la CEPAL con el Regio- nalismo Abierto pretendió redefinir el rumbo de la integración latinoamericana e incorporarla a las nuevas características de la reestructuración capitalista: la desaparición del mundo bipolar; la concentración económica del norte; desarrollo sostenido del sistema Asia-Pacífico; la creación del NAFTA; las nuevas características de la inte- gración europea y su penetración en el comercio mundial.

Acompañada de políticas de apertura hacia el mundo, con lo cual supuestamente ALC se forta- lecería ante la existencia de los diversos bloques económicos y tendría la posibilidad de hacer fren- te a mecanismos como el comercio discriminato- rio y el elevado proteccionismo por parte de los países centrales (Roncal, 2014), el Regionalismo Abierto concebía a la integración como un proce- so netamente comercial orientada en la liberación de los mercados, la promoción de las exportacio- nes y de las inversiones internacionales, y en el libre mercado, “en la integración de las cadenas globales de valor dominadas por el capital trans- nacional” (Merino, 2017: 19).

Con el argumento de transformar el hemisfe- rio en un área de libre comercio desde Alaska a Tierra de Fuego, la fórmula ALCA fue presentada en el año 1990 por el entonces presidente nortea- mericano George W. Bush también como una no- vedosa propuesta de integración económica. La reestructuración del Sistema Interamericano te- nía claridad en sus objetivos de liberalización del comercio y la apertura a las inversiones particu- larmente estadounidenses mediante un proyecto en el cual se constituiría la zona de comercio más grande del mundo.

El liderazgo de Estados Unidos para confor- mar el ALCA lo colocaría en una posición de po- der extraordinaria en las negociaciones con otros bloques comerciales, tal como expresara Collin Powell al Wall Street Journal en 2001: “Nuestro objetivo con el ALCA, es garantizar para las em- presas norteamericanas, el control del territorio que va desde el polo Ártico, hasta la Antártica y el libre acceso sin ningún obstáculo o dificultad a nuestros productores, servicios, tecnología y ca- pital en todo el hemisferio”.

El Área de Libre Comercio operaría de acuer- do con las reglas multilaterales y con apego a las estipulaciones del Acuerdo General sobre Aran- celes Aduaneros y Comercio (GATT) y de la Or- ganización Mundial del Comercio (OMC), aun- que también se consideraba que las decisiones de los acuerdos comerciales seguirían siendo un de- recho soberano de cada país. Las estrategias pro- puestas sobre las cuales se discutirían en las me- sas de trabajo —acceso a mercados, inversiones, políticas de competencia, servicios, derechos de propiedad y servicios públicos— definieron los alcances del ALCA al imponer el orden económi- co neoliberal en todos los países del hemisferio, otorgar privilegios extraordinarios, permanentes y definitivos a las empresas trasnacionales, y eli- minar categóricamente la soberanía de los esta- dos nacionales (Roncal, 2014). Como bien señala Pastrana (2015), de haberse concretado, la pro- puesta estadounidense del ALCA habría sido la cúspide del Regionalismo Abierto.

Al igual que lo que hoy se plantea en la Alian-

za del Pacífico, en la Iniciativa para las Américas, los alcances se orientaban a la regionalización fun- cional de las empresas transnacionales mediante la ocupación de los territorios ricos en recursos natu- rales, violación de la soberanía y la restricción de ejecución de políticas nacionales de gobierno.

Así la Alianza del Pacífico, de la mano de Washin- gton y bajo el cobijo de la tripe alianza ALCA, TLC y capital empresarial transnacional presentada con fines comerciales para avanzar progresivamente en


la liberalización de bienes y servicios, las inversio- nes y los derechos de propiedad intelectual, es tam- bién “una figura específica de control territorial, de ciertos procesos y de ciertas riquezas. Muy particu- larmente es el brazo territorial para avanzar, lo que no lograron concretar con ALCA, en un corredor de seguridad para Estados Unidos que constituye una amenaza para otros procesos en la región” (Ceceña, en Arellano, 2014).

La AP “es una apuesta geoestratégica funda- mental en un nuevo escenario mundial que vuelve a poner a la región en una encrucijada histórica” (Merino, 2017: p. 20) apoyada por su rápido avan- ce y una campaña comunicacional de grandes ex- pectativas, la AP se constituía en la nueva fuerza motora de acciones estratégicas neocoloniales del capital transnacional en las nuevas dinámicas del sistema mundo capitalista y de sistematización del pensamiento geopolítico transcontinental (Roncal, 2018).

A pesar de la profunda crisis que se vive en Chi- le “donde el pueblo mapuche, los estudiantes y las mujeres exigen transformaciones profundas del modelo económico chileno, cansados de la in- mensa desigualdad, la carencia de empleos y de oportunidades, donde las pensiones, la salud y la educación son privadas sin posibilidad de acce- so a la mayoría social” (Roncal, 2020). Golpeada también por una profunda crisis política y so- cial, y con una tasa de mortalidad per cápita por COVID-19 más alta del mundo, Colombia “sirve como base clave para las maquinaciones militares y de política exterior estadounidenses en Suda- mérica” (James, 2020) Perú, “un país desangrán- dose por el neoliberalismo y sus ejecutores divi- didos por trasnacionales y mafias empresariales o criminales, que se reparten el país, una pande- mia con la mortalidad más alta del mundo” (Lora, 2020) y México que le apuesta a una cuarta trans- formación con el objetivo de construir “un nuevo ordenamiento político y de convivencia acompa- ñado de un modelo viable de desarrollo económi- co” (López, 2019: 63).

La investigación analiza de forma rigurosa el de- senvolvimiento de la Alianza del Pacífico desde su puesta en marcha en el 2012 a partir de lo que se considera son sus principales dimensiones. El traba- jo aspira a aportar al análisis crítico de un espacio de integración latinoamericano promovido por Es- tados Unidos, nación que se ostenta como el garante del sistema mundial y del ideal del libre comercio en un marco de contradicciones entre el utilitaris- mo y el multilaterismo encaminados, cuando así lo conviene, a conciliar con sus intereses nacionales (Roncal, 2018), transgrediendo incluso la capacidad reguladora de los Estados Nación al incorporar en sus acuerdos temas como las compras gubernamen- tales, servicios, inversiones, derechos de propiedad intelectual y acceso a la información.

  1. La naturaleza de la Alianza del Pacífico La Alianza del Pacífico (AP) se concibe como un mecanismo de integración profunda, de arti- culación política, económica y de cooperación, convenido en la I Declaración Presidencial de los Gobiernos de Colombia, Chile, México y Perú el 28 de abril de 2011, en Lima, Perú. La AP queda formalmente constituida con la suscripción del Acuerdo Marco, el 6 de junio de 2012, el cual en- tró entro en vigor el 20 de julio de 2015 una vez aprobado el Acuerdo Marco por los órganos legis-

    lativos de Colombia, Chile, México y Perú.

    “La Alianza del Pacífico (AP) ha sido postulada por políticos y analistas como una fuerza contra- ria al Mercado Común del Sur (Mercosur)” (Turzi, 2015), asimismo como “una respuesta a la creación de la UNASUR encabezada por Brasil” (Zibechi, 2013) en el marco de una visión geopolítica funda- mentada en el liberalismo económico que pretendía convertirse en el vínculo entre el Norte y el Sur. Este “nuevo agrupamiento sería pragmático en lo políti- co, abierto en lo comercial, liberal en lo financiero y más funcional a los intereses de Estados Unidos en lo geopolítico” (Turzi, 2015), priorizando las arti- culaciones empresariales en un intento de “paraliza- ción” de la integración regional (Karg, 2014).


    “La Alianza del Pacífico es fundamentalmente una alianza político-militar, aunque se le pretenda presentar como meramente económica” (Boron, 2013), que debe cumplir funciones de contrapeso a la integración latinoamericana antiimperialista. La AP, dice Emir Sader (2014), “es la versión para el siglo XX de otros proyectos fracasados de Estados Unidos para intentar de extender a todo el conti- nente en un área de libre comercio”. La AP resca- ta, por un lado, los ejes del regionalismo abierto y, por otro, se situaba a “favor de una mayor cercanía geopolítica a Estados Unidos en particular y a Oc- cidente en general” (Merino, 2017: 24).

    Con esta base, la AP operaría en tres sentidos: como bastión de defensa de las políticas neolibe- rales; como respuesta a la propuesta antisistémica, anticapitalista y antiimperialista del ALBA-TCP y como “una instancia para tratar de instituciona- lizar un espacio regional a partir del cual nego- ciar con los países del Asia Pacífico, en particular con China” (Briceño, 2010: 55) y al mismo tiempo “centrada, como tal, en la libertad de comercio, la atracción a las inversiones extranjeras, los acuer- dos de libre comercio, la explotación de las venta- jas comparativas (fundamentalmente la explota- ción de recursos naturales) y el desarrollo puesto

    Tabla 1.

    en relación con la integración en el capitalismo global del siglo XXI” (Merino, 2017: 24).

    En 2011, los entonces presidentes Alan García Pé- rez (Perú), Sebastián Piñera (Chile), Juan Manuel Santos (Colombia) y Felipe Calderón (México) de- ciden conformar un Área de Integración Profunda a través de un proceso de articulación política, eco- nómica y de cooperación e integración en América Latina. En la Primera Declaración Presidencial de la Alianza del Pacífico los presidentes deciden:

    Establecer la Alianza del Pacífico para la con- formación de un área de integración profunda (sin especificar los niveles de profundidad) en el marco del Arco del Pacífico Latinoamericano, que aliente la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de nuestras economías. A tal efecto, expresamos nuestro firme compromiso de avanzar progresi- vamente hacia el objetivo de alcanzar la libre cir- culación de bienes, servicios, capitales y personas (Presidentes de la Alianza del Pacífico, 2011: 1).

    En el Art. 3 del Acuerdo Marco se establecieron tanto los objetivos como las principales acciones de este mecanismo, los cuales se muestran en la tabla 1. Para Zibechi (2013), la Alianza del Pacífico conjuntó tres objetivos: Uno, sujetar a los países


    Alianza del Pacífico: objetivos y acciones

    Objetivos

    Acciones

    1. Construir un área de integración profunda y avan- zar de manera progresiva hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.

    2. Impulsar el crecimiento, desarrollo y la competiti- vidad entre los Estados Parte para alcanzar un mayor bienestar.

    3. Constituir a la AP en una plataforma de articu- lación política, de integración económica y comercial con proyección al mundo con énfasis en la región de Asia Pacífico.

    Fuente: Elaboración en base a el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico (2012).

    del Pacífico como exportadores de bienes natu- rales, consolidarlos como países sin industria y enormes desigualdades y, por lo tanto, con cre- cientes dosis de militarización interna. Dos, im- pedir la consolidación de la integración regional y aislar a Brasil, pero también a Argentina y Vene- zuela. Tres, y esto nunca lo dicen sus defensores: formar la pata americana de la Alianza Transpa- cífico (TPP, por sus siglas en inglés), que Estados Unidos pretende convertir en el brazo económico de su megaproyecto militar para contener a China (en línea).

    La AP definió dos tipos de estatus: la de miem- bro pleno y el de país observador. El requisito para ser miembro pleno o para participar como observador en el organismo, además de que los candidatos tengan vigente un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, los países deben contar con una estructura de democracia sólida y de Estado de Derecho con presidentes elegidos periódicamente. Una democracia que refuerce el despliegue del proyecto norteamericano.

    Forman parte del organismo: Chile, Colombia, México y Perú. Bajo el estatus de Candidatos a Estado Asociado (CEA) se encuentran: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Singapur, Corea y Ecua- dor. Actualmente la AP cuenta con más de 59 paí- ses en calidad de Observadores.

    En cuanto a su estructura institucional, la AP estableció en su Tratado Constitutivo las siguien- tes instancias de toma de decisiones:

  2. El Consejo Empresarial de la Alian- za del Pacífico

    Al Consejo Empresarial de la Alianza del Pa- cífico se le atribuye la responsabilidad de sugerir y recomendar a los gobiernos acciones y temas que impulsen la competitividad entre las empre- sas —en el marco de sus áreas principales y estra- tégicas— con el propósito de otorgar facilidades para el comercio, la regulación de la cooperación económico-comercial y aspectos tributarios; así como impulsar el desarrollo de acciones conjun- tas hacia terceros mercados que desde la perspec- tiva empresarial de la AP coadyuvan a una mejor marcha del proceso de integración. La coordina- ción del Consejo es rotativa y en concordancia con la Presidencia Protémpore (Consejo Empre- sarial de la Alianza del Pacífico, 2012).

    Según Sergio Contreras, coordinador de los empresarios mexicanos en la Alianza del Pacífi- co, entrevistado por Gabriela Gándara (2020), “el Consejo Empresarial se divide en varios capítulos

    o temáticas, cada uno de ellos encabezado por un país distinto. Así, Chile lidera temas como la facili- tación de la inversión, la integración financiera, las compras públicas, el emprendimiento y la innova- ción. Colombia es responsable de temas como el comercio ilícito y el control del contrabando. Mé- xico, por su parte, preside temas de la agenda di- gital o sectores específicos como el de dispositivos médicos y el cosmético, entre otros. Finalmente, Perú lidera la propuesta de ventanillas únicas de comercio interior y la de sistemas de monitoreo de competitividad, así como el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, entre otros temas”.

    Como una clara muestra de atención a las de- mandas de reproducción del capital, en el Conse- jo Empresarial, la definición de los sectores clave están en función de las oportunidades y ventajas que tengan los inversionistas privados; pero consi- derado también en su agenda, el apoyo a las peque- ñas y medianas empresas a las que consideran de suma importancia para el desarrollo de la región. Por esta razón, se establecieron cuatro entidades de promoción comercial, una por cada Estado parte, que en conjunto se encargan de brindar asistencia y orientación a los inversionistas en el estableci- miento de sus proyectos, organizar seminarios y eventos en diferentes partes del mundo para pro- mover las oportunidades en los países miembros de la Alianza del Pacífico. ProChile, ProColombia, ProMéxico y ProPerú (Muñoz, 2017: 120).

    Así como una especie de capítulos nacionales que operan como “oficinas de promoción y también tienen como función expandir las exportaciones,


    atraer inversión extranjera directa, la internaciona- lización de empresas nacionales y promocionar la llegada de turistas hacia los países miembros” (Mu- ñoz, 2017: 120).

    Con el propósito de impulsar la integración para

    un crecimiento productivo, el CEAP en alianza con de la Red Global de PwC escogieron nueve secto- res prioritarios a los que llamaron líderes no solo por su relevancia en la integración de la cadena de valor entre los países AP, sino por su impacto en la productividad y facilitadores para establecer ne-

    xos con y entre los negocios globales. La Educación,

    Salud, Minería, Manufactura de valor agregado, Petróleo y gas, Electricidad y energías renovables, Servicios financieros, Conectividad física, Conec- tividad digital, son sectores que desde la perspec- tiva del CEAP influyen en las tasas de crecimiento sostenido y en el desarrollo de la productividad, pero fundamentalmente representan importan- tes oportunidades para el sector privado y los go- biernos del organismo (Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico, 2016). El CEAP se afilaba para la ampliación y alcance de sus negocios, re- forzando las exportaciones de los commodities.

    En la Dimensión Económica son cuatro los temas estratégicos para los empresarios: Manu- facturas de valor agregado, Petróleo y gas, Elec- tricidad y Energías renovables, y Minería. Las principales áreas de negociaciones del Consejo Empresarial son:

    1. Manufacturas de valor agregado: para pro- mover las inversiones de las empresas multinacio- nales y facilitar su expansión. El CEAP sostiene que las economías AP deben priorizar la produc- tividad a través de potenciar a las industrias ma- nufactureras, para ello delinean las denominadas apuestas estratégicas en el sector manufacturero y “tienen como objetivo las áreas que contribuyen y se benefician de la productividad intelectual” (CEAP, 2016: 65).

      Para el Consejo (2016), las apuestas estratégicas para el sector manufacturero son las siguientes: cambiar el enfoque de producto a proveedor de

      soluciones; formar asociaciones no tradicionales; cambio a productos de alta tecnología, formación de clústeres de proveedores regionales industria- les; extensión de la cadena de valor y el uso de tecnologías avanzadas de manufactura que agilice la producción, los costos y diseños.

      Al respecto, Pastrana (2015: 33) hace referencia a la identificación de 4 sectores con posibilidades de encadenamientos productivos de bienes de va- lor agregado intermedio: “fibras y alfombras de poliéster entre Perú y Chile; fosfatos y detergentes entre México y Perú; pasta química de madera y papel y cartón entre Chile y Colombia y políme- ros de propileno y envases entre Colombia y Mé- xico”.

    2. Petróleo y gas: En su diagnóstico, el CEAP (2016) ha considerado la necesidad de explorar en nuevos descubrimientos de estos recursos con los cuales los gobiernos aseguran sus ingresos y las empresas locales aseguran sus fuentes de recursos primarios, para ellos las condiciones estaban da- das para la creación de nuevas oportunidades de inversión a través de clústeres en la industria ups- tream, que atienda a los grandes operadores in- ternacionales en licitaciones para la exploración y producción, así como el diseño e implementación de nuevos modelos de negocio y de licitación que refuercen la confiabilidad de la cadena de valor de petróleo y del gas.

    3. Electricidad y energías renovables: “el desa- rrollo de energías renovables no convencionales y verdes (especialmente hidroeléctrica, solar, eólica y geotérmica) es fundamental para la Alianza del Pacífico” (CEAP, 2016: 82). Por lo tanto, las apues- tas estratégicas en este sector tienen entre sus ob- jetivos la interconexión de productores de energía renovable y el desarrollo de redes nacionales de gasoductos que abastezcan tanto las zonas indus- triales como las residenciales, además consideran necesaria la implementación de redes inteligentes en este sector.triales como las residenciales, ade- más consideran necesaria la implementación de redes inteligentes en este sector.


    4. “El extractivismo es un rasgo estructural del capitalismo como sistema de acumulación mun- dial. Para que se produzca esa acumulación es ne- cesario que haya zonas de sacrificio, coloniales, que provean los subsidios ecológicos de ese con- sumo desigual del mundo” (Aranda, 2021:1). Para el CEAP (2016:56) la minería no solo se consti- tuye en un importante impulsor del crecimiento de los países de la AP, sino también en un área relevante de participación activa del sector pri- vado. El CEAP, en sus imperativos estratégicos, plantea fundamentalmente “promover las asocia- ciones público-privadas, en un marco de cauteri- zación para promover el desarrollo sustentable a largo plazo”. Desde su perspectiva, el sector mi- nero debe continuar siendo el promotor del cre- cimiento solo que con un alcance más holístico a partir del fortalecimiento de la productividad y la innovación en este sector.

    Así el dinamismo de la Alianza del Pacífico y las apuesta estratégicas de los grupos empresariales1 del CEAP, en su esfuerzo para promover la pros- peridad a través de la integración económica y el libre comercio, dejan al descubierto el sentido de la inversión como dispositivo de la ofensiva del capital transnacional con la que se proponen el saqueo de los recursos naturales y la negociación de la anexión de los territorios, “buscando garan- tizar la más irrestricta libertad para los inversio- nistas internacionales (extranjeros y nacionales)” (Valencia, 2018:25) e interviniendo en el diseño y la ejecución de políticas de gobierno de Estado. En el contexto del libre comercio la compe- tencia es entendida como un concepto estrecha- mente relacionado con el acceso al mercado, lo cual otorga a las empresas extranjeras, a sus pro- ductos y servicios el derecho a competir libre- mente con las firmas nacionales obligando a las micro y pequeñas empresas, “competir” al mis- mo nivel que las “grandes” empresas o empresas

    transnacionales, las cuales está dotadas de tec- nología de punta, acceso fácil al financiamiento y apoyo mercadotécnico a sus redes de comer- cialización, etcétera (Roncal, 2020: 317).

    Sobre la base a su propuesta extractivista, el CEAP conduce a la AP a constituirse en el puente de los commodities, obstaculizando la transforma- ción de la matriz productiva de la oferta exporta- ble de los países de la Alianza (Pastrana, 2015), la acumulación por desposesión, además de destruir el patrimonio natural y de fortalecer el despojo de los medios de vida que aún subsisten en manos de campesinos y comunidades indígenas.

  3. La Integración Financiera de la AP Con un enfoque totalmente diferente a los principios de una Nueva Arquitectura Financie- ra, la AP, a través de sus empresarios, cuyo vocero y responsable es su Consejo Empresarial, ha plan- teado como una de sus prioridades la integración financiera. Una de las primeras actividades de este Consejo fue la constitución de un Grupo de Trabajo (GT) encabezado por Chile, al cual se le dio la responsabilidad de identificar los temas de interés del sector privado “así como [emitir] reco- mendaciones para los Ministros de Finanzas, que puedan ser susceptibles de ser analizadas conjun- tamente e implementadas por los cuatro países en el corto, mediano y largo plazo” (Alianza del Pa-

    cifico, 2018: 20).

    En este contexto, en 2017 se forma el Grupo Pú- blico-Privado de Integración Financiera (GPP), integrado por las autoridades de los gobiernos y representantes del sector privado de los países de la AP. El Grupo considera las iniciativas existentes y es responsable de diseñar otras iniciativas, pro- puestas, acciones y recomendaciones puntuales con miras a avanzar en la integración financiera del organismo en estricta coordinación entre el sector público y privado (Alianza del Pacífico, 2018).

    1Entre los principales grupos empresariales que participan en el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico des- tacan: los mexicanos Grupo Carzo, Comce, Softtek y Kalus; de Colombia, la Asociación Nacional de Empresarios y la Federación Nacional de Empresarios; de Chile, la Sociedad de Fomento Fabril.


    Es así que el GT de integración financiera del CEAP traza una Hoja de Ruta de Integración Fi- nanciera en la Alianza del Pacífico (2018), en cuya elaboración intervinieron también el Banco Inte- ramericano de Desarrollo (BID), el Observatorio Estratégico de la AP (OEAP) y el Centro Latinoa- mericano de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica de Chile (CLAPES UC). El di- seño de la Hoja de Ruta contó con el asesoramiento técnico y de recursos del BID y de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras de Chile (ABIF) y la Fundación chilena del Pacífico. El documento sostiene que: “La integración financiera (IF) cons- tituye uno de los pilares fundamentales de la AP. Establecer un mercado financiero integrado de la AP, que comprenda tanto instrumentos de renta fija como variable, así como servicios financieros, es clave para lograr el objetivo estratégico acordado por los gobiernos de los países miembros (…) Para que ocurra IF se requiere coordinación entre los agentes reguladores y la unificación de las infraes- tructuras de mercado, para que los pagos y liquida- ciones asociadas puedan hacerse a un bajo riesgo de contraparte” (Alianza del Pacífico, 2018: 9).

    La IF, desde la Alianza del Pacífico, está enca- minada a favorecer la apertura de cuentas de ca- pitales, las cuentas de comercio exterior, la desre- gulación y la liberación de los mercados; así como incrementar los flujos de inversión extranjera y la expansión de las inversiones transfronterizas a los otros países de la región, para lo cual es funda- mental la eliminación de obstáculos, barreras gu- bernamentales y restricciones discriminatorias. Para la AP, la Inversión Extranjera Directa (IED) es uno de los ejes centrales para la integración profunda y la competitividad regional.

    De acuerdo con la Hoja de Ruta de Integración

    Financiera la importancia de este proceso radica en avanzar hacia la simplificación de los marcos tributarios, armonizar los marcos regulatorios y una regulación prudencial basada en riesgo; ade- más de perfeccionar sus sistemas de pagos locales en moneda extranjera (dólar).

    La Alianza del Pacífico trabaja en la iniciativa del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), la cual es considerada como “la primera iniciativa de integración bursátil transnacional sin fusión o integración corporativa a nivel global, mediante el uso de herramientas tecnológicas y la adecua- ción y armonización de la regulación para la ne- gociación de mercados de capitales y custodia de títulos en las 4 naciones” (Zambrano, 2015).


    1. Mercado Integrado Latinoameri- cano (MILA)

Tanto en la página web del Mercado Integrado Latinoamericano como en la Hoja de Ruta para la Integración Financiera en la Alianza del Pací- fico (2018) se sostiene que el MILA es el resul- tado del acuerdo suscrito en 2009 entre la Bolsa

de Comercio de Santiago, la Bolsa de Valores de Colombia y la Bolsa de Valores de Lima, además de los Depósitos Centrales de Valores —Dece- val (Colombia), DCV (Chile) y Cavali (Perú)—, con estas últimas instituciones financieras se fir- ma el acuerdo de implementación del Mercado Integrado en 2010. El MILA impulsa un espacio que facilite y promueva las transacciones sobre acciones de las empresas que forman parte de las bolsas de valores de los cuatro miembros pleno, además de convertir a la región en un área de atracción para los inversionistas de todas las la- titudes. Asimismo: Espera generar beneficios a los intermediarios, debido a que la integración fomenta plazas bursátiles más atractivas y com- petitivas, incrementa el tipo y número de pro- ductos para distribuir, brinda la posibilidad de ofrecer nuevos portafolios diversificados por sectores según el tipo de emisores con los que cuenta cada bolsa y fortalece el sector tecnoló- gico replicando estándares internacionales. Por otra parte, para los emisores de valores se redu- cen los costos de capital, se amplía la demanda y mejora la competitividad al existir la posibilidad de hacer comparaciones con pares regionales (Sandoval y Soto, 2016: 5).

Entre las iniciativas de la integración financiera se encuentra la industria previsional, cuya inten- ción es transformar la regulación de inversiones en el extranjero de los fondos de pensiones para facilitar su inversión intrarregional. En la plata- forma del MILA, las cuatro Bolsas se interconec- tan a través de un sistema de “order-routing”, de modo que cada participante tiene la posibilidad de observar en sus terminales los precios y operar con las otras tres bolsas, además de realizar una transacción transfronteriza colocando órdenes de compra y venta a través de un corredor corres- ponsal sin necesidad de registro previo de los in- versionistas (Alianza del Pacífico, 2018).

La primera operación del MILA se realizó en mayo de 2011 con las bolsas y depósitos de Chile, Colombia y Perú. El volumen negociado entre los tres países fue de USD $20.1millones y su capitali- zación de USD$599.271 millones. Ese mismo año se hizo oficial el índice bursátil del MILA —S&P MILA 40—, el cual fue elaborado por la agencia calificadora Standard & Poor's. El índice mide el rendimiento de las 40 acciones de mayor liquidez negociadas en el MILA.

El surgimiento del MILA se atribuye también a la amenaza que representa para los cuatro paí- ses la Bolsa de Valores de Brasil (BOVESPA) que concentra aproximadamente el 90% de la deman- da de acciones latinoamericanas convirtiéndola en el mercado bursátil dominante en la región. El MILA, por su parte, se constituía como la primera bolsa en términos de capitalización y la segunda en términos de compañías registradas (Marczak y George, 2016), una nueva opción para los intere- ses de los inversionistas internacionales que “les daría a los cuatro países más poder y más flexibi- lidad para invertir y mover inversiones de lugar” (Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico, 2016: 99).

En el caso de un posible avance en torno a las negociaciones de acercamiento entre la Alianza del Pacifico y el Mercosur, la incorporación de Brasil al MILA podría significar un importante

incremento tanto de la diversificación del riesgo como del tamaño del mercado. Brasil en el Mer- cosur y México en la Alianza del Pacifico se cons- tituyen en los países más grandes de cada uno de los respectivos espacios de integración. Sin em- bargo tanto Brasil como el propio Mercosur se en- cuentran sumidos en una profunda crisis.

El origen del MILA es privado y su objetivo es establecer las bases para el funcionamiento de un mercado bursátil integrado a través de la armo- nización regulatoria, normativa y tributaria entre los mercados de valores de los cuatro países. La coordinación del MILA está a cargo de un Comité Ejecutivo constituido por directores y gerentes de las Bolsas de Valores y de las instituciones finan- cieras participantes y su principal responsabili- dad es la definición de la Planificación Estratégica de MILA, operativizada por cuatro subcomités de trabajo: temas comerciales, legales, temas opera- tivos y tecnológicos (Alianza del Pacífico, 2018). Una vez que los gobiernos de la AP se orienten en el establecimiento de patrones de políticas que aseguren un Movimiento sin obstáculos (Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico, 2018), los beneficios y ventajas que traería el MILA serían los siguientes:

Como es de notar, en las acciones para comba- tir la pandemia no es raro que en la reunión los presidentes hayan reforzado su convencimiento de las virtudes del libre comercio al que conside- ran un pilar necesario para el desarrollo inclusivo y sostenible. Por tanto, ratificaron su compromiso con el Sistema Multilateral de Comercio (Alianza del Pacífico, 2020 c).

Un hecho a destacar en la XV Cumbre Virtual es la intervención del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien tal vez imprimió


nuevos horizontes de política económica para la AP al expresar: “tenemos cada quién, de acuerdo con su realidad, a su circunstancia, entender que ir a una nueva normalidad después de la pande- mia; implica también aceptar que hay una nue- va realidad en el mundo y en nuestros países. Ya no se puede continuar con las mismas estrategias. Tenemos que reinventarnos en todos los órdenes” (López, 2020).

Además, afirmó que “Tenemos que revisar la estrategia que se ha venido aplicando cada vez que se presenta una crisis económica. Es muy im- portante repensar acerca de lo ineficiente que ha sido el modelo económico neoliberal; desde lue- go, bueno para las minorías, muy malo para los pueblos.” (López, 2020).

La pandemia impacta a las economías de Amé- rica Latina y el Caribe a través de factores externos e internos cuyo efecto ha conducido a la peor re- cesión de las actividades económicas que la región haya sufrido, con políticas fiscales y respuestas in- suficientes, un orden capitalista incierto que pre- tende reestablecerse y anuncia “El Gran Reinicio” ante un escenario de más de dos millones de seres humanos que han fallecido. América Latina está devastada y es el nuevo epicentro del COVID-19.

Al cierre del trabajo Brasil ha superado los 435 700 muertos en medio de protestas para la desti- tución de Jair Bolsonaro y Estados Unidos tiene 588 539 personas fallecidas a causa de esta enfer- medad. De los países de la AP, en México se han registrado aproximadamente 221 647 decesos, Colombia suma más de 84 000 muertes, en Chile se reportan 27 832 personas fallecidas por coro- navirus y en Perú fallecieron 67 034 personas.

Estados Unidos tiene un nuevo presidente, Joe Biden, quien asumió la presidencia de este país con grandes expectativas, crisis sanitaria y rece- sión pandémica. Retornó al Acuerdo de París sobre Cambio Climático y a la Organización Mundial de Salud, intentará reanudar las relaciones con Cuba sin cambios profundos y seguirá la misma línea de Trump con respecto a Venezuela. Continuarán

los TLC y también establecerá alianzas estratégi- cas y “democráticas” para contener la expansión de China y, como es la tradición en la política nortea- mericana, querrá redactar las reglas del comercio internacional e imponer las reglas del juego a los sectores económicos y políticos en resistencia.

Con un Regionalismo Abierto reforzado con el dispositivo empresarial global, para la pragmática y “apolítica” Alianza del Pacífico no existen pro- blemas sociales y América Latina solo es de tipo empresarial. Por lo tanto, los impactos de la pan- demia solo podrán superarse promoviendo facto- res que alienten a las inversiones privadas e incre- menten la flexibilidad de la fuerza laboral. Desde la perspectiva de la AP, el bienestar de la región depende de las mejoras de las condiciones empre- sariales. El capitalismo postpandémico se avizora con mayores niveles de crueldad y con extraor- dinaria acumulación de las ganancias producto de la desposesión digital. De ahí la preocupación de los empresarios AP por asegurar el desarrollo del mercado digital regional, así como acelerar las transformaciones digitales.

En suma, en este recuento del desenvolvimien- to de la Alianza del Pacifico y a diez años de su nacimiento, la Visión Alianza 2030 concibe al or- ganismo como uno de los bloques de integración que marcara un crecimiento comercial sosteni- do, con menos dependencia de los recursos pri- marios, consolidando un mercado competitivo, eficiente, productivo y totalmente integrado. Sin embargo, los países de la AP enfrentan complejos desafíos no solo en el contexto global sino al in- terior de cada uno de sus miembros: la inestabili- dad política de Perú y la encrucijada en las próxi- mas elecciones presidenciales. La brutal represión de las fuerzas militares en Colombia en contra de las manifestaciones populares por la agudización de las políticas neoliberales. Un posible nuevo proyecto en Chile con la refundación del Estado y en México el agravamiento de la inseguridad y la arremetida de la oposición al gobierno de AMLO, evidenciando las discrepancias políticas y las


diferencias de prioridades de los Gobiernos a pe- sar del dinamismo del bloque.

En tal sentido, se considera tres importantes de- safíos de la AP: Primero, tendrá que decidir si solo se limita a una integración comercial o debatir en torno a la integración política considerando el peso comercialista empresarial al interior del bloque.

Segundo el avance en la articulación y convergen- cia con el Mercosur e incluso con otros bloques de integración, así como la incorporación de nuevos miembros para afianzar su crecimiento. Tercero los mecanismos de respuesta ante la crisis comercial de China y Estados Unidos y las implicaciones comer- ciales entre los países de la AP y estos dos países.


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