Nueva Época
Número 03
Buenos Días.
Embajador José Ramón Cabañas, Director del Centro de Investigaciones de Política Internacio- nal (CIPI) y Anfitrión de nuestro evento, distingui- dos académicos, participantes y visitantes.
Quisiera en primer lugar agradecer a nombre del MINREX la oportunidad de participar nueva- mente en esta edición de la serie de conversacio- nes sobre Cuba de la política de Estados Unidos. En nuestro organismo, el MINREX, identificamos estos seminarios como eventos importantes para la política exterior de Cuba. Entendemos que este es- cenario, con su trayectoria y los eventos que se han realizado durante años, se ha ganado una autori- dad reconocida como escenario de dialogo y de de- bate para comprender y para encontrar explicación a las complejidades de los vínculos entre Cuba y los Estados Unidos.
Año tras año, se han reunido aquí varias de las personas y los especialistas que más consagración, esfuerzo y tiempo han dedicado al tema. Varias son verdaderas autoridades en este tema y han contri- buido, no solo a explicar el fenómeno, a proyec- tarlo hacia el futuro, sino a dejar también registro sobre la historia del vínculo entre Cuba y los Es- tados Unidos.
El Director del CIPI explicaba las complejida- des que ha impuesto la COVID, que imposibili-
taron que el año pasado pudiera tener lugar este evento, lo que lamentamos mucho desde el MIN- REX. También reconocemos las dificultades que ha habido este año para tener un evento mayor y por eso celebramos el mérito de los organizadores y el empeño que tuvo el CIPI en, a pesar de las dificultades y de los desafíos, tratar que el evento tuviera lugar de cualquier manera, algo que mere- ce reconocimiento.
Y por supuesto agradezco la oportunidad que cada año nos brindan y que nos brindan en esta ocasión de compartir la visión del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre los vínculos con Esta- dos Unidos, lo que hacemos en este escenario con un sentido de franqueza, en un marco íntimo, con el ánimo de tratar de contribuir a las deliberacio- nes de ustedes en estos días y, con ello, tratar de beneficiarnos nosotros de las conclusiones y apre- ciaciones a las que ustedes lleguen.
Si nosotros fuéramos a definir en pocas palabras el escenario actual de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, debíamos decir que persiste formalmente la relación diplomática oficial entre los dos países. Y aquí el término “formalmente” es clave, puesto que no hay mucho más que eso. Los canales diplomáticos que existen se utilizan de manera muy limitada, casi exclusivamente para tramitar o para deliberar sobre lo que se pudiera
llamar la administración de la relación bilateral o la gestión de las dos misiones diplomáticas en las respectivas capitales. La cooperación bilateral es prácticamente nula, a pesar de que habría razo- nes para que hubiera una cooperación amplia en múltiples temas. Prácticamente no existe propues- ta o iniciativa alguna que implique un avance en las relaciones bilaterales, que implique un intento de resolver asuntos bilaterales.
Para quienes creen realmente en la posibilidad de una relación respetuosa y constructiva entre Cuba y los Estados Unidos, que no son pocos, uno de los desafíos intelectuales más grandes o más retadores es tratar de comprender y de explicar qué ha sucedido en los últimos cinco años, desde aquellos momentos prometedores de fines del año 2016, cuando parecía que marchábamos en un curso de acercamiento, de comprensión mutua, con un espíritu constructivo, a pesar de las dife- rencias que existen, de las discrepancias políticas e ideológicas que existen entre nuestros dos países.
En aquella época, que ya parece lejana, el go- bierno de los Estados Unidos llegó a declarar pú- blicamente y cito, esto lo dice el gobierno de los Estados Unidos en octubre de 2016: “No busca- mos un cambio de régimen en Cuba. Seguiremos dejando claro que los Estados Unidos no pueden imponer un modelo diferente a Cuba, porque el futuro de Cuba depende del pueblo cubano”. Fin de la cita.
Esa es una frase que parecería se dijo hace una era y no solo hace seis años. Es evidente que el mo- mento histórico ha cambiado, no es igual a aquella época. Cuba ha cambiado. No somos exactamente como éramos en aquel momento. Estados Unidos parece también haber cambiado, probablemente menos que Cuba, pero en términos políticos es también hoy un país distinto al que era o parecía ser en el año 2016.
En el caso de Cuba, hay cambios muy evidentes. En primer lugar, ha habido un cambio generacio- nal en la dirección política del país, en el gobierno, en la dirección del Partido Comunista, un cambio generacional más trascendental probablemente que en ningún momento anterior de los últimos 60 años.
Tenemos una nueva Constitución desde el año 2019, aprobada en referéndum. Comenzó con un intento de introducir enmiendas necesarias a la Constitución de 1976, pero en la marcha se fue convirtiendo en un proceso transformador ma- yor y puede decirse que la Constitución actual, si bien retiene muchos elementos medulares de la del año 1976, también es cierto que tiene cambios sus- tanciales, significativos, evidentes para cualquiera que la lea. Son cambios que abren oportunidades nuevas en nuestro país, en términos legislativos, que eliminan determinadas trabas o concepciones estrechas de la Constitución anterior, que abren la posibilidad normativa y legislativa en muchos frentes económicos, para nuevos actores en la so- ciedad, tanto políticos como sociales. Por supuesto, ha dado pie a un proceso legislativo más dinámico en nuestro país, probablemente el más dinámico de los últimos años, con nuevos instrumentos legales, desde legislación asociada al funcionamiento del gobierno, funcionamiento de la Asamblea Nacional, de los órganos judiciales, de los órganos legislati- vos, nuevas leyes de procesamiento penal, nueva legislación en el área social y el área económica.
Se han producido y se están produciendo modi- ficaciones en la forma, en la manera que se ejecuta la gestión de gobierno, con un reconocimiento y un involucramiento mayor de la ciencia y la técni- ca, de distintos actores de la sociedad, procurando la mayor participación popular posible y el control popular de la gestión de gobierno, y la informati- zación de la sociedad, que es uno de los cambios importantes.
También se han introducido transformaciones trascendentales en la estructura de la economía. En este frente, podría considerarse que se trata de las transformaciones más significativas, probablemen- te, desde fines de la década de 1960, con la incorpo- ración de nuevos actores, un nuevo papel para los distintos sistemas de propiedad, para una nueva re- lación entre las distintas formas de propiedad.
Tuvo lugar el ordenamiento económico, o sea, la reunificación monetaria y financiera, la reunifica- ción cambiaria, que era algo decidido desde hacía años y era un cambio necesario, que se lleva a cabo en un momento extremadamente complejo de
nuestra economía. Si bien ha introducido nuevas oportunidades, también ha venido acompañado de nuevas complejidades a las que nuestro gobier- no y nuestra sociedad tienen que darle respuesta.
De lo que no hay duda es que en el escenario cu- bano hay un contexto distinto al que existía en el 2016. Hay cambios también incluso en las comu- nicaciones. Ha habido en los últimos 3 ó 4 años un incremento acelerado del uso y la penetración de Internet, probablemente muy pocos países tuvie- ran un incremento tan acelerado como el que ha tenido Cuba en los últimos años en el uso de las tec- nologías de la comunicación, en general, de las redes digitales, de los teléfonos celulares, en par- ticular, por parte de la población, o sea, que los cubanos tienen maneras distintas de comunicarse entre sí de las que tenían hace pocos años, y de co- municarse con el resto del mundo, de informar al resto del mundo y de informarse de lo que sucede en el resto del mundo.
Todos estos pasos y muchos otros están dirigidos a modernizar a nuestro país, a avanzar aún más en la justicia social, que es la brújula que nos guía co- mo sociedad y, por supuesto, son cambios también dirigidos a consolidar y a fortalecer el sistema so- cialista, que es a lo que apuesta la sociedad cubana. Ninguna de estas transformaciones se hizo y ninguna tiene como objetivo perjudicar a los Esta- dos Unidos. Ninguna ha tenido como propósito, ni ha tenido como impacto ofender o atentar con- tra ningún ciudadano en los Estados Unidos, contra ningún grupo social, contra la economía de ese país, contra la seguridad nacional de los Estados Unidos. Dudo que algún observador pueda encon- trar en este esfuerzo transformador de Cuba un in- tento de ofender, de atacar a los Estados Unidos o de atacar las relaciones bilaterales entre Cuba y los
Estados Unidos.
Por el contrario, durante todo este periodo, el go- bierno cubano ha sido enfático y ha sido reiterativo al proclamar que nuestro objetivo, nuestro empeño, nuestro compromiso, sigue siendo tratar de pro- mover una relación respetuosa con nuestro veci- no del norte. Los académicos los que se interesen puede hacer un estudio de todas las declaraciones oficiales del gobierno cubano, podrían incluso, si
tienen acceso, buscar las comunicaciones oficiales del gobierno de Cuba y del gobierno de los Esta- dos Unidos, y encontrarán esa reiteración ahí.
Esas son las realidades de las transformaciones que han tenido lugar en Cuba.
Pero ha habido cambios también en los Estados Unidos. No es el mismo país de antes. Para empezar, en enero de 2017 se inauguró un nuevo gobier- no en los Estados Unidos, con el partido republi- cano ocupando la Casa Blanca.
Se ha producido en estos años un incremento de la polarización política dentro de los Estados Unidos, la polarización política e ideológica entre los dos partidos federales y al interior de ambos partidos, pero también polarización entre gru- pos sociales, entre regiones dentro del país. Se ha agravado una característica típica del sistema gu- bernamental, del sistema político estadouniden- se, que es el obstruccionismo, o sea, la capacidad de pocos políticos de obstruir los procesos guber- namentales o los procesos políticos, y de defender posiciones que a nivel de la Unión americana, a nivel del sistema político son aisladas, pero por las características del sistema político estadou- nidense se permite que un pequeño grupo o un individuo tenga la capacidad de monopolizar el tema y obstruir cualquier avance en ese tema.
También ha habido en ese período un incre- mento de la influencia sobre las decisiones de go- bierno de políticos que tienen posiciones extremas contra Cuba. Esa es una realidad política de los Es- tados Unidos.
Además, con la inauguración de ese gobierno en enero de 2017, estaba el compromiso político del presidente entrante, Donald Trump, un repu- blicano, de deshacer los avances bilaterales que se habían logrado bajo el gobierno de Obama. Lo dijo públicamente antes de ser electo y lo reite- ró una vez que se inauguró en la presidencia. Ese presidente fue consecuente con lo que proclamó, fue coherente con lo que dijo en la campaña elec- toral y lo que anunció al asumir la presidencia.
En el Ministerio de relaciones Exteriores he- mos contabilizado 243 medidas hostiles contra Cuba durante ese gobierno, medidas de diverso tipo. Más de 80 de ellas están asociadas a medidas
económicas coercitivas, o sea, más de 80 relacio- nadas directamente con el bloqueo económico, dirigidas a castigar a la población cubana, hacerle la vida difícil al ciudadano cubano común.
Repito, son más de 80 medidas, que incluyen aspectos tan importantes y trascendentales como designar a Cuba como país patrocinador del terro- rismo, que no solo tiene una implicación moral absurda, la de calumniar a Cuba, sino que es algo con un importante efecto económico, ya que a ni- vel internacional provoca dificultades para Cuba en su relación con instituciones financieras, en su relación con los bancos, incluyendo instituciones bancarias y comerciales gubernamentales de países con los que Cuba tiene buenas relaciones, a partir de la amenaza que provoca Estados Unidos con- tra todo aquel que se relacione con un país que supuestamente es patrocinador del terrorismo. Sa- bemos que pocos políticos en Estados Unidos creen de verdad que Cuba sea un país patrocinador del terrorismo.
Dentro de las 80 medidas está también la de de- jar de aplicar la excepción o la prerrogativa que tie- ne el presidente de los Estados Unidos para que no se aplique el título III de la Ley Helms Burton, o sea, la que imposibilitaba que se tomara acción en los tribunales frente a demandas que se pre- sentaran en virtud de la Ley Helms Burton.
Otra medida fue la designación, totalmente ar- bitraria y sin explicación ninguna, de un conjunto de entidades cubanas que a las que llaman entida- des restringidas. En virtud de esa lista, se prohíbe a cualquier ciudadano estadounidense o a cualquier persona que esté bajo la jurisdicción de los Estados Unidos entrar en relación con las entidades en ella incluidas. Aquí hay hoteles, bancos, instituciones fi- nancieras, entidades comerciales, entidades indus- triales de nuestro país.
Se dispuso el fin absoluto de las remesas, o sea, la prohibición a que una persona en Estados Unidos pudiera remitir dinero a un familiar, a un amigo, a un allegado, a quien desee en Cuba por canales ofi- ciales, por canales regulares e institucionales.
Se establecieron nuevas restricciones para los viajes a Cuba. Desde hace muchos años, desde ha- ce décadas, está prácticamente prohibido viajar a
Cuba y se podía hacer bajo excepciones que fue- ron establecidas, pero en esto años se impusieron restricciones adicionales para estos viajes, entre ellas, por ejemplo, el fin, de la noche a la mañana, de la entrada a Cuba de cruceros y de otras em- barcaciones,
Entre las medidas también se impuso el esfuerzo de privar a Cuba de suministros del combustible, o sea, impedirle importar combustible de cualquier parte del mundo a un país con el que no existe una guerra formal, con el impacto que eso tiene para la sociedad en su conjunto. De ese combustible im- portado depende en nuestro país la energía que se usa para los servicios eléctricos, el transporte, la industria, la agricultura y otros servicios cruciales para el funcionamiento de la economía y los servi- cios de la población.
Entre los cambios también introducidos en este periodo está el incumplimiento fragante de los acuerdos migratorios, lo que tiene un impacto ge- neral para la población cubana, para las personas que desean viajar a Estados Unidos. Hay un com- promiso formal y escrito que obliga a los Estados Unidos a otorgar un mínimo de 20 000 visas al año, pero, además, el incumplimiento es algo que con- tribuye a la delincuencia, que promueve el tráfico ilegal de personas, el tráfico humano, con histo- rias nefastas de muertes, de peligro. Ha habido en días recientes ejemplos que la prensa ha divulga- do sobre traficantes que vienen a buscar personas en Cuba, traficantes que en la inmensa mayoría de los casos viven en los Estados Unidos, usan embar- caciones de los Estados Unidos, con combustible abastecido en los Estados Unidos y en operaciones que son financiadas desde los Estados Unidos.
El incumplimiento de los acuerdos migratorios pone al gobierno de los Estados Unidos como co- laborador del tráfico humano entre Cuba y Esta- dos Unidos.
Existe, además, un programa activo de subver- sión política contra Cuba, que disfruta cada año de no menos de 40 millones de dólares del pre- supuesto federal, que es lo que se declara públi- camente, pues se sabe que también hay millones de dólares que se destinan al mismo fin de forma encubierta.
Por tanto, uno puede decir que no todos, pero una parte de estos cambios ocurridos en los Esta- dos Unidos sí han tenido como propósito, como diseño deliberado dañar a Cuba y dañar las rela- ciones bilaterales. Es un hecho. Lo declaró el pro- pio gobierno de los Estados Unidos, que prometió públicamente la meta de revertir los avances logra- dos en las relaciones bilaterales y someter a Cuba a penalidades y presiones económicas para extraer concesiones políticas.
Todo esto que he descrito sucedió con el gobier- no republicano, que estuvo en el poder entre el 2017 y el 2020, pero en los Estados Unidos hubo un cambio adicional en este período. Entró un gobier- no nuevo en enero de 2021, un gobierno demócra- ta. Este nuevo gobierno, contrario al republicano, no se comprometió durante la campaña electoral a deshacer lo que había hecho el gobierno de Oba- ma, o lo que se había logrado durante el gobierno de Obama en las relaciones bilaterales. Más bien prometió lo contrario. Sin embargo, a diferencia del gobierno republicano, este nuevo gobierno de- mócrata no fue coherente, o no ha sido hasta hoy coherente o consistente con lo que prometió.
Se recordará que la campaña electoral del pre- sidente Biden prometió deshacer lo que había he- cho el gobierno de Trump con respecto a Cuba y hacerlo con rapidez. Pero con lo que ha cumplido casi con fidelidad es aplicar exactamente, al pie de la letra, las políticas que había prometido y que había establecido el gobierno republicano.
A todo este escenario de cambios, tanto en Cuba como en los Estados Unidos, tenemos que agre- gar en este periodo la pandemia de la Covid-19, que ha afectado al mundo entero, incluido Cuba y los Estados Unidos, con un efecto desastroso.
Como Cuba ha denunciado en más de una oca- sión, se hizo evidente que el gobierno de Estados Unidos asumió la pandemia de la Covid-19 como una aliada. Identificó a la pandemia como una oportunidad que complementaría un incremento de las medidas de bloqueo económico. Lograría así el propósito tan ansiado de poner a Cuba de rodillas, de causar suficiente daño y perjuicio a la población cubana como a dar lugar a un rompi- miento social, a una crisis política en el país que
doblegara al gobierno. Y esta es una apuesta de ambos partidos: el partido republicano desde el 2020, cuando empezó la pandemia en nuestro he- misferio, y el partido demócrata, durante 2021.
Lejos de cooperar, lejos de aprovechar la oportu- nidad para encontrar formas de colaborar y salvar vidas, lejos de aprovechar el momento tan grave y peligroso para poner a un lado las diferencias polí- ticas e ideológicas, como ha sucedido en el pasado o como han hecho otros países, el gobierno de los Estados Unidos perdió la ocasión de intercambiar con Cuba, de entrar en contacto oficial con nues- tro país, para ver como podíamos unir esfuerzos en el enfrentamiento a la pandemia.
Lo que hizo fue asumirla como una aliada. Curio- samente y a pesar de esta apuesta, Estados Unidos no pudo impedir que hubiera cierta cooperación. No sé cuántos conocerán que en este periodo hubo varios intercambios fructíferos entre instituciones científicas estadounidenses e instituciones cientí- ficas cubanas. Y hubo más, hubo oportunidades en que con el beneficio que nos da el desarrollo de las comunicaciones tuvieron lugar asesorías directas y en tiempo real de instituciones de salud cubanas a hospitales en los Estados Unidos que carecían de protocolos efectivos para enfrentar la COVID. Sabemos que en Estados Unidos no ha habido un protocolo para todo el territorio nacio- nal, como sí lo ha habido en Cuba y hubo más de una oportunidad en que desde instituciones cubanas se orientó y se permitió salvar vidas en hospitales de los Estados Unidos, algunos de los cuales terminaron asumiendo, no en su totalidad, porque no contaban con los mismos medicamen- tos, pero en buena medida, los protocolos que fueron compartidos desde instituciones cubanas. Lo cierto y lo importante es que la COVID se convirtió en una aliada de la política de los Estados Unidos contra Cuba y así se identificó, y que su- frimos en el verano de 2021, este año, el momento más crítico con la enfermedad. La apuesta del go- bierno de los Estados Unidos en ese momento crí- tico fue que se había llegado finalmente al objetivo
esperado, que era el colapso de Cuba.
Se montó una operación bien concertada, con un respaldo activo de los grandes medios de difusión,
apoyándose en una poderosa maquinaria en el ámbito de las redes digitales para tratar de asegu- rar ese objetivo deseado.
Se llegó en ese momento a calificar a Cuba, por parte del gobierno de los Estados Unidos, como un estado fallido, lo cual es curioso. Estados Uni- dos tiene aproximadamente 30 veces la población que tiene Cuba, por cada cubano habrá 30 esta- dounidenses. Sin embargo, contagiados con la COVID hay en Estados Unidos 50 veces la can- tidad que hay de Cuba y, muertes por COVID, aproximadamente 100 estadounidenses por cada cubano que ha muerto.
Uno tendría derecho a preguntarse cuál de los dos es el estado fallido, si ese es el indicador que estamos midiendo.
Para estos cambios en la política de Estados Unidos hacia Cuba, a lo largo de los últimos cinco años, y para llevarlos al punto en que estamos hoy, el gobierno de los Estados Unidos ha formulado diversas tesis que ha utilizado como pretextos. No son tesis ni pretextos superficiales, ni son fortuitos. No son ideas que se le ocurren a alguien repenti- namente, Son pretextos formulados con un sopor- te intelectual. Han puesto a alguien o a grupos de personas a elaborar estos pretextos y después di- fundirlos, aprovechando el control monopolizado que tienen de los grandes medios de difusión.
Entre ellos está, por ejemplo, que en Cuba se pro- dujeron ataques acústicos contra diplomáticos de Estados Unidos, algo que se sigue repitiendo. No hay científico serio en el mundo que sea capaz de mostrar una evidencia para argumentar que en Cuba se atacó a un diplomático de Estados Uni- dos o de ningún país. Las teorías que se han ma- nejado sobre ataques infrasónicos, ultrasónicos, extrasónicos o de cualquier tipo, todas han quedado cuestionadas por autoridades científicas y por ex- pertos reales y reconocidos en física, en medicina, en sistemas acústicos. Sin embargo, es una leyen- da que se sigue propagando.
Hasta hoy no se ha encontrado respuesta nin- guna. Estados Unidos ha creado disimiles comi- siones y grupos de expertos que no han llegado a nada y el efecto práctico ha sido solo contra Cuba. Como fruto de esta leyenda, Estados Unidos reti-
ró a una parte importante del personal diplomá- tico en Cuba, entre ellos el personal a cargo de los servicios migratorios y los servicios consula- res. Dejó de cumplir con los acuerdos migratorios por la parte que tocaba de servicios migratorios en Cuba. Expulsó unilateralmente y sin explica- ción a un grupo grande de diplomáticos cubanos en los Estados Unidos. Ubicó a Cuba en una lis- ta de alerta y alarma para viajes a nuestro país, desaconsejando que se viaje a Cuba. Prohibió los viajes de funcionarios estadounidenses a nuestro país, por ser un lugar de supuesto peligro.
Todas esas medidas siguen en pie hoy, a pesar de que no hay explicación, no hay teoría creíble que pueda justificar la actuación de los Estados Unidos y a pesar de que ya la cifra de supuestas víctimas de ataques supera las 200 personas, las que han decla- rado que sufren algún problema de salud en casi todos los continentes, incluso en los propios Es- tados Unidos, específicamente en la capital de ese país. Pero las medidas se adoptaron solo y única- mente contra Cuba.
Otra de las leyendas esgrimidas en estos años, es que Cuba está usando los principales ingresos económicos del país para las Fuerzas Armadas Revolucionarias, algo que no tiene sustento. No se ha mostrado la más mínima prueba. Nadie ha podido dar una información o poner un ejemplo de que Cuba haya hecho una compra grande de buques de guerra, de que hayamos comprado un portaviones, de que haya habido una importación significativa de tanques de guerra o de aviones de combate o de que haya habido un incremento in- menso en las adquisiciones de las municiones de las armas de fuego. Sin embargo, se repite sin cues- tionamiento el supuesto problema de que los in- gresos de la economía cubana van destinadas a las fuerzas armadas, a las fuerzas militares.
Es una leyenda que, además, no tiene legitima- ción alguna. Cualquier país agredido y amenaza- do, como es Cuba, tiene el derecho a destinar los recursos que estime para la defensa. Pero es que ese pretexto ilegítimo ni siquiera se sustenta con evidencias. Lo repiten los medios de difusión y muchos políticos sin cuestionarse la legitimidad del argumento, la veracidad o las evidencias que los sustentan.
Repito, alguien elaboró estos pretextos con mu- cho cuidado, pero nadie se toma el trabajo de so- meterlos a escrutinio.
Otra leyenda, es que Cuba tiene más de 20 000 militares en Venezuela. Nadie ha podido identifi- car a un pelotón de cubanos en Venezuela. No lo han visto, no lo han fotografiado, no han dicho los nombres de quienes son, ni dónde están. Sin em- bargo, esto se repite, incluso por personas usual- mente bien informadas. Hubo quienes llegaron a incrementar la cifra a 40 000 y un presidente lati- noamericano dijo en Naciones Unidas 60 000, el presidente Bolsonaro. Pero lo importante es que se repite sin el más mínimo escrutinio o cuestio- namiento, y es una leyenda fabricada y puesta co- mo pretexto para aplicar contra Cuba muchas de las medidas que han tomado en estos años.
Se dice que Cuba es una influencia nociva y pe- ligrosa en la región, sin ninguna evidencia, más allá de nuestro ejemplo, del ejemplo de sobrevivir, el ejemplo de tener un sistema de justicia social que funciona.
Se acusa a Cuba de practicar la esclavitud, de esclavizar a los médicos. Se dice que con la coo- peración médica internacional nosotros practi- camos el tráfico de personas y esto lo argumenta el gobierno de los Estados Unidos, sin evidencia ninguna. Cualquier político mínimamente infor- mado de los Estados Unidos sabría que se trata de una cooperación que ha sido reconocida por prácticamente todos los gobiernos del mundo, que ha sido reconocida y celebrada por varios se- cretarios generales de las Naciones Unidas, que es agradecida por quienes la reciben y que ha tenido un impacto beneficioso y singular para millones de personas durante varias décadas. Sin embargo, esta leyenda se vende, se cree y se asume, sin que nadie tenga la curiosidad de someterla a examen, el valor de cuestionarla en el Congreso de ese país o dentro del actual gobierno, aun sabiendo que es falsa y calumniosa.
El gobierno de los Estados Unidos, por supuesto, también propaga la leyenda que Cuba promueve el terrorismo, sin ninguna evidencia en lo absoluto.
Están siempre las leyendas de que Cuba es un país represor, donde abundan las violaciones a los
derechos humanos, y esto se argumenta con to- tal desfachatez, demagogia y dobles raseros, sin el decoro de hacer referencias a las violaciones que se cometen en los propios Estados Unidos y en países que son sus aliados más íntimos. Nosotros hemos dicho en muchas ocasiones que estamos dispuestos a sentarnos a discutir bilateralmen- te sobre el tema, y a pararnos al lado de Estados Unidos para comparar experiencias sobre el re- cord de cada uno de nuestros dos países. No te- nemos ninguna dificultad para someternos a esta discusión, sabemos que salimos mejor parados.
Ningún miembro del actual gobierno ha salido a desmentir ninguna de estas leyendas, calumnias y falsedades fabricadas contra Cuba durante el go- bierno republicano y que sirvieron para aplicar las medidas que instrumentó el gobierno de Donald Trump contra la política bilateral iniciada por el Presidente Obama.
Lo cierto es que se siguen aplicando las mismas medidas, a pesar de que conocemos que este es un gobierno integrado por algunas personas que saben por experiencia propia que todo eso es fal- so. Ninguno ha querido, ha podido, o ha contado con la libertad de desmentir alguna de estas false- dades. Por tanto se ha convertido en la narrativa oficial también del actual gobierno y se asume in- cluso por miembros del Congreso.
Sobre la base de ellas es que se ejecuta y se prac- tica la política hacia nuestro país. Eso es un cam- bio sustancial con respecto al clima bilateral que se experimentaba hace solo cinco años.
El impacto de esta política es evidente.
En el caso de Estados Unidos, un país inmen- so, la potencia más rica del mundo, por supuesto que el impacto no es grande. No creo que ningún ciudadano estadounidense considere que su nivel de vida se afecte por este cambio en la relación bi- lateral. Los cubanos no podemos decir lo mismo. No creo que ningún interés estratégico de los Estados Unidos se haya limitado sustancialmente por este cambio de política, En Cuba no podemos
decir los mismo.
En Cuba, para el cubano de a pie, el cambio de estos cinco años ha tenido consecuencias cotidia- nas. El impacto es real. Afecta cada día la vida del
cubano común, de sus hijos, de sus nietos, de sus familiares, de sus padres mayores, debido a las di- ficultades que plantea el bloqueo económico para nuestro país. Al decir eso, no intento desconocer las dificultades propias de Cuba, pero hay quien alega que el bloqueo no tiene un impacto real so- bre la economía cubana, que nuestra denuncia sobre las limitaciones que impone es una falsedad y una excusa que manipula el gobierno cubano.
Bueno, hay datos de sobra para comprobar el efecto, un costo de 5 000 millones de dólares al año con un impacto evidente sobre una economía de dimensiones como la nuestra. Se trata de datos públicos. Cualquier observador de Cuba recono- cerá, además, que nuestra economía prosperó en- tre los años 2012 y 2016, que el nivel de vida del cubano mejoró en ese periodo, que prosperaron nuevos negocios, que había nuevas oportunidades para el cubano común y que, desde 2017 para acá, es un escenario que se ha venido erosionando.
Ese es un hecho real, las medidas aplicadas por el gobierno de Estados Unidos sí han tenido un impacto severo sobre la economía cubana y sobre la vida del cubano y no debe extrañar, porque jus- tamente ese fue el diseño.
Por supuesto, esta evolución desde 2017 ha te- nido también un costo para los vínculos bilate- rales, con consecuencias hacia el futuro. Hay un costo para la confianza mutua, hay un costo para el respeto a los gobernantes de los Estados Uni- dos, para la credibilidad del gobierno de ese país, porque lo alcanzado entre 2015 y 2017 fue fruto de que se asumieron compromisos serios de go- bierno, de Estado, y parece que esos compromisos tienen poco valor para el gobierno de los Estados Unidos.
A pesar de lo anterior, los vínculos entre nues- tros dos países han continuado expandiéndose en una dimensión más amplia, de diverso modo y con dificultades, y en múltiples facetas; en la esfera cul- tural, la esfera científica. Puse un ejemplo sobre los intercambios para combatir la COVID entre ins- tituciones de ambos países y sin participación del gobierno de los Estados Unidos.
Han continuado los intercambios con los ciuda- danos estadounidenses, en particular con los ciu-
dadanos estadounidenses o los residentes en Es- tados Unidos que son de origen cubano. A pesar del esfuerzo hostil de los Estados Unidos, es muy difícil detener esos vínculos. Nos queda claro que el gobierno de los Estados Unidos ha determina- do posicionarse como un obstáculo en el camino para los vínculos entre los cubanos y los estadou- nidenses. Se ha propuesto frenar esos vínculos, li- mitarlos al máximo, con un andamiaje legislativo que impone prohibiciones al ciudadano de Estados Unidos, que le impone prohibiciones a quienes están bajo la jurisdicción de los Estados Unidos. Tratan de limitar al máximo el contacto y la re- lación bilateral. Además, como ya he indicado, se han propuesto penalizar al ciudadano cubano.
Nuestra apreciación es que esta realidad tan ne- gativa va a continuar, de un modo u otro. Quisié- ramos que no fuera así, pero es la apreciación que comparto con ustedes.
Observamos que la polarización política al inte- rior de los Estados Unidos va a continuar. Me re- fiero a la polarización política e ideológica entre los dos partidos políticos federales. Eso hace imposi- ble o casi imposible que miembros de un partido en el Congreso acompañen la propuesta que hace un miembro del partido contrario. Hay también polarización al interior de los propios partidos.
Se trata de realidades intrínsecas de los Estados Unidos, pero que tienen impacto sobre las relacio- nes bilaterales, sobre las potencialidades futuras de las relaciones bilaterales. Percibimos que esas realidades van a continuar agravándose o fortale- ciéndose, lo que posibilita la capacidad de pocos políticos en los Estados Unidos o, a veces, de un individuo de dominar un tema, de obstruir una política específica. Lo hemos visto con el plan tras- cendental del presidente de los Estados Unidos en materia infraestructura, en materia de justicia so- cial, lo que llaman el build back better. Un senador, dos senadores, son capaces de frenar el avance y eso, por supuesto, tiene impacto en cualquier po- sibilidad futura o de inclinación futura a favor de un acercamiento con nuestro país. Son realidades que, repito, no tienen que ver con Cuba directa- mente, pero que nosotros no podemos desconocer a la hora de analizar el fenómeno.
Continuará, desafortunadamente, el diseño de políticas sobre la base de falsedades. Es algo común en los Estados Unidos, que se diseñen políticas, que se tomen decisiones sobre la base de plantea- mientos virtuales, sobre hechos que no existieron. Sabemos que hubo gente en Estados Unidos que votó bajo la presunción de que el partido demócra- ta, en un grupo de pizzerías, estaba practicando la pedofilia. Y no sé si son millones, pero un grupo de electores en Estados Unidos cree en eso.
Hay gente en Estados Unidos que cree que el partido demócrata es socialista o comunista, y ac- túan políticamente en función de esto. Se fabrican esas leyendas y se fabrican leyendas con respecto a Cuba, con respecto al mundo y con respecto a las relaciones bilaterales. Esa es una realidad que nosotros, desafortunadamente, no percibimos que vaya a cambiar. Y no pensamos tampoco que vaya a cambiar la debilidad de gobernantes, que muy frecuentemente están a la expensa de las ur- gencias de las prioridades electorales en los Es- tados Unidos. Es un hecho típico de los Estados Unidos, más típico hoy que en el pasado, pero que repercute en el escenario que ustedes analizan, sobre el que ustedes son expertos. Es lago a tomar en cuenta para tratar de percibir cual puede ser el futuro de las relaciones bilaterales.
Se trata de un problema real, difícil de resolver, en particular para los cubanos, que creemos, no solo en la posibilidad, sino en la necesidad de una relación constructiva con los Estados Unidos. Pero al propio tiempo, no pensamos que sea algo insu- perable. En un momento no muy lejano hubo un Presidente de los Estados Unidos que unió la vo- luntad de actuar con la capacidad de hacerlo y, si existió esa posibilidad en un pasado, repito, no muy lejano, no debemos suponer que resulte im- posible en el futuro; unificar la voluntad con la capacidad real y la determinación de actuar.
Conociendo todo lo anterior, yo diría que nues- tro enfoque descansa en tres ideas fundamentales. En primer lugar y nuestro presidente lo ha dicho ya, nosotros tenemos que programar y concebir nuestro futuro a pesar del bloqueo económico, conscientes de la alta probabilidad de que el blo- queo económico continúe de un modo u otro.
Además de la experiencia de estos 60 años, obser- vamos que el uso de las medidas económicas coercitivas unilaterales, lo que en Estados Unidos llaman “sanciones”, se ha convertido en el instru- mento de política exterior de elección del gobier- no de los Estados Unidos. Hay una especie de adicción al uso de sanciones o de medidas econó- micas coercitivas unilaterales como instrumentos de política exterior. Por tanto, a nosotros, que su- frimos ese bloqueo desde hace más de 60 años, nos parecería difícil esperar que vaya a desapare- cer como elemento característico de los vínculos bilaterales.
Por consiguiente, nuestra visión es que nosotros tenemos que programar nuestro desarrollo, traba- jar y prepararnos, conscientes de que el bloqueo económico probablemente continuará. Y esto que digo no son simples palabras. En Cuba, hay un plan, hay una estrategia, una estrategia estudia- da, una estrategia efectiva para el desempeño de la economía y el desarrollo del país, aun con la co- existencia del bloqueo.
Nuestro país ha demostrado que la economía, con inmensas dificultades, con inmensos tropie- zos, es viable, a pesar del bloqueo económico, y el gobierno está enfocado y concentrado en lograr- lo. Tenemos fortalezas con las cuales dirigirnos en esa dirección y es una determinación nuestra. El plan y la estrategia con los que contamos dis- frutan del consenso nacional y cuentan con metas ambiciosas, pero alcanzables si logramos organi- zarnos bien.
Hoy, pocos gobiernos en el mundo pueden ase- gurar o confirmar esto, como lo estamos confirman- do nosotros, pocos pueden asegurar que cuentan con una estrategia viable y con un consenso na- cional que lo respalda.
Esa es la primera idea en la que nos concentramos. La segunda, es continuar expandiendo los víncu- los en la mayor medida posible con los Estados Unidos, en cualquier faceta, educacional, cultural, científica, religiosa, con agrupaciones de fe; rela- ciones con amigos de diverso tipo y procedencia, en el ámbito deportivo, fomentar el conocimiento mutuo y la interacción de cualquier tipo. Hay po- tencial para lograrlo. Una gran amiga mía dice con
razón que la relación entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos no depende solo del gobierno de los Estados Unidos. El gobierno estadouniden- se no tiene la capacidad de determinarla unilate- ralmente. Puede dañar y obstaculizar la relación oficial e intergubernamental, pero no determi- na de forma absoluta los vínculos entre nuestros pueblos. Y Cuba tiene la determinación de ampliar, de fortalecer y de respaldar, en la medida de lo posible, los vínculos con los Estados Unidos, con los distintos grupos sociales y, naturalmente, con los cubanos y descendientes de cubanos que habitan en ese país. Es una determinación y una decisión firme de nuestro gobierno.
Esa es la segunda idea.
Y la tercera, es que nuestro gobierno y nuestro país, a pesar de lo dicho anteriormente, no van a cesar un instante en luchar contra el bloqueo eco- nómico, de denunciarlo cada vez que se pueda, donde quiera que se pueda, en cada rincón del planeta, y en todo foro que se nos presente, por el impacto que tiene sobre nuestra población y por lo injusto que es.
Hay muchas maneras con las que se hace refe- rencia al bloqueo con sentido crítico. Se dice que es anacrónico, con razón. Se dice que es impro- ductivo para los Estados Unidos, que no responde realmente a los intereses estratégicos de los Esta-
dos Unidos, que termina aislando internacional- mente a los Estados Unidos, y todo eso es verdad. Pero la caracterización mejor, que me parece más atinada, es probablemente la que dio hace unas semanas el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien calificó al bloqueo econó- mico como vil y canallesco. Y los cubanos esta- mos firmemente comprometidos a no cejar un instante en luchar contra una política dirigida contra nuestro pueblo que es vil y canallesca.
Así es como nosotros concebimos el futuro de los vínculos, con un claro realismo para las rela- ciones políticos oficiales, las que deseamos y para las que creemos que existen potencialidades, que benefician a ambos países. Pero la vida nos en- seña a tener que enfrentar el tema con realismo, y con una determinación firme de expandir los lazos, de ampliar y de favorecer los lazos con los Estados Unidos en su conjunto, con su sociedad. Agradezco nuevamente la oportunidad de com- partir la visión que, como dije, la trasladamos en un marco de confianza y con el ánimo de contri- buir a las deliberaciones que van a tener ustedes en estos días, a la búsqueda de explicaciones y al esfuerzo de comprender hacia dónde se dirigen los vínculos, inevitables entre Cuba y los Estados
Unidos.
Muchas gracias